CAPÍTULO SEGUNDO
Dar la vuelta al canon. Las poetas italianas del Renacimiento
Nosotras no estamos nunca bien si no solas y beata verdaderamente aquella mujer que puede vivir sin la compañía de un hombre.
Moderata Fonte
El siglo XVI en Europa es el siglo del Renacimiento en el que la cultura del Humanismo florece en todo su esplendor como es bien sabido y en el seno de esa cultura se va a dar en Italia un fenómeno que no tiene paralelo en ninguna otra cultura europea y es el de una extraordinaria abundancia de mujeres poetas. El amor al estudio, la recuperación del mundo clásico, la búsqueda de la perfección y el deseo de cultura que trae el Humanismo son abrazados por muchas mujeres.
El clima patriarcal del Renacimiento es el común de la civilización occidental y es fundamentalmente misógino, aunque en el siglo XVI el papel de la mujer en la familia gana en importancia pero eso sí, se suponía que las mujeres tenian que casarse bien, ser fieles a sus esposos y darles hijos varones, y también debe saber vivir según las normas de la vida cortesana, ser modesta, culta y honesta y no olvidar el cuidado minucioso de su belleza. Son innumerables los tratados que explican la manera de vestir, de maquillarse, de embellecerse. Naturalmente estamos hablando siempre de una clase social elevada, aristocrática, culta y refinada.
De todos modos no perdamos de vista el hecho de que la autoritas paterna está fuera de toda duda como lo está la del marido. Arcangela Tarabotti nos habla en una de sus obras del “infierno monástico” por ser muchas mujeres obligadas a entrar en el convento contra su voluntad cosa muy frecuente para evitar, entre otras cosas, tener que dotarlas para el matrimonio.
El siglo XVI es también el siglo en el que en Italia se escriben sesudos tratados o bien a favor de las virtudes de las mujeres o en contra de las mismas, como sucede en el resto de Europa. Curiosamente en alguno de estos tratados lo que se hace es dar consejos a la joven casada para que sepa escoger amante a espaldas del marido como en el Dialogo de la bella creanza delle donne (1558) de Alessandro Piccolomini. Los consejos que una Madonna Rafaella da a Margarita se parecen extraordinariamente a los que da Celestina a Melibea. Otros tratados como el de Michelangelo Biondo, Angoscia, Doglia, Pena le tre furie del mondo (1542) culpan a las mujeres de todo lo malo que puede pasar en el mundo.
La poesía como disciplina literaria siempre se ha referido a la mujer como la destinataria del canto lírico. La mujer inspira a los poetas y las musas, personajes femeninos al fin y al cabo, son las encargadas de proveer a los poetas de la expresión justa para cantar a esas mujeres inspiradoras del poema. Las mujeres, en la poesía y en el arte en general, no aparecen como sujetos sino como objetos que son mirados, loados y cantados desde una óptica masculina y por tanto ajena a ellas mismas entre otras cosas porque la cultura y la sociedad siempre han querido construir el modelo de mujer desde una óptica externa. De hecho no hay mujeres reales en la lírica que escriben los varones, no es posible individualizarlas, singularizarlas con rasgos propios, no tienen nombre aunque el poeta se lo dé, son un ideal imposible de conocer y objetivar
Por eso la obra de las poetas y escritoras renacentistas cobra una especial importancia en el mundo de las ideas neoplatónicas y petrarquistas. Según Platón belleza, bondad y verdad van indefectiblemente unidas de modo que la contemplación de la belleza de la dama lleva al conocimiento de Dios que es la bondad y la verdad. Las escritoras invierten el modelo y pasan de ser objetos a ser sujetos que escriben con voz propia a pesar de usar el modelo común de la lírica de su tiempo que transgreden siempre en mayor o menor medida. El simple hecho de tomar la palabra ya ha supuesto siempre una transgresión.
El siglo XVI en Italia es el siglo en el que las mujeres poetas destacan por su calidad y cantidad. Mientras en España apenas tenemos unos pocos nombres de escritoras de las que a veces se sabe muy poco o nada como Catalina de Paz monja jerónima de la que se conservan unos poemas en latin, Catalina de Zúñiga de la que se conserva un poema o Isabel de la Vega de la que se conservan doce composiciones, lo que es mucho. En otro capítulo hablaremos más detenidamente de ellas.
En Italia el panorama es bien distinto, como ejemplo basten estos datos:
Entre 1538 y 1560 se publicaron en Italia diecinueve ediciones de las Rimas de Vittoria Colonna.
En 1547 se publican las Rimas de Tullia d’Aragona asi como su Dialogo della infinità di amore que no tiene nada que envidiar a los Diálogos de León Hebreo.
Entre 1548 y 1567 se publican los ocho volúmenes de las Rimas de Laura Terracina.
En 1554 Cassandra Stampa publica póstumas las Rimas de su hermana Gaspara. y esta será la única edición en este siglo de la poeta que hoy la crítica considera como una de los escritores más importantes de su época e incluso de todos los tiempos en Italia.
En 1555 se publican las Prosas y Rimas de Chiara Matraini.
En 1559 aparece Rimas diversas de algunas nobilísimas y virtuosísimas mujeres publicado por Ludovico Domenichi donde encontramos las trece composiciones de Isabella di Morra que han llegado hasta nosotros asi como los poemas de Veronica Gambara.
En 1560 El primer libro de las obras toscanas de Laura Battiferri Ammannati.
En 1575 se publican en Venecia las Tercias Rimas de Veronica Franco.
En 1589 Maddalena Campiglia publica en Vicenza su égloga La Calisa.
Y esto no es más que una muestra de las más de cien poetas y escritoras documentadas en este período de la literatura italiana que eran conocidas, apreciadas y, como hemos visto, leidas.
El género epistolar es también muy cultivado en este tiempo, asi, por ejemplo, nos han llegado las cartas de Veronica Franco, Tullia d’Aragona, Vittoria Colonna, que mantuvo una interesantísima correspondencia con Miguel Angel Buonarroti, de la pintora Sofonisba Anguissola o de Laura Battiferri Ammannati que mantuvo una correspondencia intelectual con el escritor Benedetto Varchi. Las cartas nos dan noticia de cómo vivían, pensaban, actuaban estas mujeres y sobre todo, la consideración y la influencia que tenian en la vida intelectual.
Pero no solo la poesía es la dedicación literaria de estas escritoras sino que también hacen un trabajo de comentario y crítica de las obras de sus contemporáneos. Laura Terracina publicó sus Discursos sobre todos los cantos primeros de Orlando Furioso que tuvieron más de veinte ediciones, la última en 1608, antes de ser olvidados y obviados en los textos sobre este periodo de la historia. Como curiosidad citaré un tratado escrito en 1590 y publicado póstumo en 1600 El mérito de las mujeres, donde claramente se descubre cuanto son más dignas y más perfectas que los hombres cuya autora es Moderata Fonte, pseudónimo de la dama veneciana Modesta Pozzo. Como adivinamos por el título ya existía en este tiempo una preocupación por parte de las damas por la consideración que de las mujeres se tenía en los círculos intelectuales y en el mundo en general.
A este propósito citaré también un fragmento del Diálogo de Tullia d’Aragona en el que ella dice a uno de los dos varones con los que dialoga:
“Me gustaría saber por qué no puede amar una mujer con este mismo amor: que no pienso que queráis decir que las mujeres no tenemos el alma intelectiva como los hombres, y no somos de la misma especie, como he oído decir a algunos”.
En ese mismo año 1600 se publica por primera vez el tratado de Lucrezia Marinelli (1571-1653) titulado La nobilità e l’ecceleza delle donne co’diffetti et mancamenti degli uomini lo que demuestra que la preocupación por el tema de la consideración de las mujeres está bien vivo y no es cosa moderna.
Bembo define el modelo petrarquista del dolce stil nuovo que deriva en gran medida de la literatura cortés y forma el canon de la lengua vulgar y Castiglione en su El Cortesano publicado en Venecia en 1526 dedica todo un libro, el tercero, a la dama de corte. Hay pues, en este siglo toda una corriente que estimula la educación para las damas para que puedan brillar en los salones y en las cortes, mantener conversaciones o justas poéticas y estar a la altura de sus interlocutores varones.
También hay en este siglo una preocupación por la formación de las mujeres aunque sin perder de vista nunca que su oficio principal es el de ser madres y esposas. La educación pues tiene una finalidad muy concreta. Uno de los libros más importantes dedicados a la educación de la mujer fue el que publicó el filósofo Juan Luis Vives en 1523 De institutione feminae que llegó a tener cuarenta ediciones en este siglo XVI.
Los dos focos fundamentales de la literatura y la poesía de este tiempo son Roma, y sobre todo la corte vaticana, y Venecia donde se imprimen y publican muchísimas obras firmadas por mujeres.
Entre todas las poetas de este siglo pueden establecerse por así decir, dos grupos: el de las damas de alto rango y el de las cortesanas, que a pesar de su oficio algunas son cultísimas, mantienen salones literarios o son recibidas en los salones de la nobleza y en las Academias y alabadas por su sabiduría. No son únicamente poetas sino que todas saben música, tocan algún instrumento y dominan el latín y el griego, es decir, son humanistas
Cortesanas fueron Veronica Franco y Tullia d’Aragona y puede que también Gaspara Stampa, aunque no se ha probado pero una mujer tan libre como ella y de familia media lo más probable es que lo fuera.
Otras como Veronica Gambara, Vittoria Colonna, Chiara Mattraini, Isabella di Morra, Maddalena Campillia, Laura Terracina, Isabella Andreini, Isabella d’Este, etc. pertenecen a los sectores más elevados de la sociedad.
Si tuviera que establecer un recorrido imaginario entre estas poetas situaría en un extremo a Veronica Franco y en el otro a Isabella di Morra por la distancia vital que hay de la una a la otra y porque representan dos maneras diametralmente opuestas de tratar la poesía.
No voy a hacer un retrato exhaustivo de cada una de las poetas que menciono, sino que daré unas pinceladas y unas muestras de su poesía sólo de cuatro con la intención de no hacer de este capítulo un farragoso cúmulo de datos.
Algunos nombres imprescindibles
Veronica Franco nace en Venezia en 1546. Con apenas veinte años aparece en el Catalogo de tutte le principale et piu honorate cortigiane de Venezia al igual que su madre que es quien la introduce en el oficio. Fue una cortesana onesta, es decir, una mujer que alcanzó el grado máximo dentro de su oficio. En Venecia el personaje de la “donna onesta” era el producto directo de una sociedad rica y tolerante en el momento de su máximo esplendor. Formaba parte de uno de los cenáculos literarios más brillantes de la ciudad.
En 1575 publica sus Rimas que constan de 25 composiciones en tercia rima metro insólito para poesía amorosa. Son composiciones que no se atienen a la rígida estructura petrarquista y se caracterizan por un deseo de comunicación inmediata, de la expresión de unos sentimientos personales ricos y variados, y de su amor a la ciudad de Venecia, cosas que no concuerdan con la moda literaria de su tiempo.
Su fama de mujer culta y refinada traspasó fronteras hasta el punto que el que sería después Enrique III de Francia hizo una visita a Venecia en 1574 sólo para verla y desde entonces mantuvieron correspondencia.
En 1580 publica sus Cartas familiares. Ese mismo año es acusada de brujería pero llevando ella misma su defensa consiguió que la absolvieran.
Murió en 1591. Fue retratada por Jacobo Tintoretto y también por su hijo Domenico Tintoretto. El retrato que le hizo este último está en el Museo del Prado.
Esta tu Verónica te escribe
señor ingrato y desleal amante
del que ella siempre vive sospechando.
Tu, pérfido, ya sabes bien de cuántas
maneras de mi amor te di noticia
jamás manifestada ante testigos.
Cortesana onesta también es Tullia d’Aragona nacida en Roma en 1510 parece que era hija del Cardenal D’Aragona aunque no se sabe seguro pero ella siempre así lo afirmó. Al poco de nacer se trasladó a Siena donde su madre le dio una esmerada educación y la introdujo en el oficio. Siendo todavía una jovencita adolescente escribía en italiano y en latín, cantaba y tocaba diversos instrumentos.
Vivió en Siena, Venecia y Ferrara donde mantuvo un salón abierto a intelectuales y artistas.
En 1540 regresó a Siena y más adelante por no atenerse a las reglas vestimentarias que se establecieron en las ciudades italianas fue denunciada y se refugió en Florencia bajo la protección de Cosme de Medici que la admiraba como poeta que la eximió de vestir el pañuelo amarillo de las meretrices.
En 1547 publicó sus obras más importantes el Dialogo della infinità d’amore y sus Rimas, 56 sonetos dedicados a distintos personajes de su tiempo. Destaca el que dedica a Bembo. Murió en Roma en 1548. He aquí el soneto que le dedicó a Pietro Bembo, el gran intelectual de su tiempo, en el que habla de su deseo de escribir siguiendo sus enseñanzas.
Bembo, yo que hasta aquí por grave sueño
viví oprimida, es más, dormí la vida,
ahora por la luz de vuestra alma inmensa,
¡Oh sol! de todo saber dueño y maestro,
abro los ojos, ya que abiertos pueden
seguir la ruta de virtud perdida;
donde la dejara el pensar me invita
a recibir de vos la mejor parte:
y todo cuanto puedo yo me esfuerzo,
calentarme a la luz del claro foco,
por dejar de mi nombre eterna huella.
Y no por vos sea desdeñado, loco
el empeño, que si el saber es poco
no es escaso, Señor, el alto deseo.
Vittoria Colonna se puede decir que triunfó en vida como escritora puesto que de sus Rimas se hicieron diecinueve ediciones en el siglo XVI lo que es todo un récord.
Nació en 1490 en Marino feudo de los Colonna. Casada con Francesco d’Avalos marqués de Pescara en Nápoles pero el marido ocupado en las luchas de los españoles contra los franceses deja sola a su esposa mucho tiempo y finalmente muere en Milán.
La muerte del marido le hace caer en una profunda crisis religiosa, entabla amistad con algunos exponentes de la reforma como el español Juan de Valdés
En 1538 está en Roma y conoce a Miguel Angel con el que mantendrá una profunda amistad que durará toda su vida Se intercambiaban poemas y mantenían largas conversaciones de tema religioso y literario. En Roma ingresa en el convento de las Benedictinas done muere en 1547. Se cuenta que Miguel Ángel sostuvo su mano hasta que la poeta expiró.
Como poeta tuvo un enorme prestigio, fue admirada por Ariosto, Tasso y Bembo entre otros hombres de letras.
Sus Rimas, que ya circulaban manuscritas en 1538, tratan el amor al marido muerto, la religión y la política, este último tema centrado en Carlos V.
He aquí un soneto a la muerte de su esposo
Cuando muerte entre nos desató el nudo
que atara Amor, Naturaleza y Cielo,
alimento quitó al pecho y a los ojos,
asi del mismo modo estrechó el alma.
Este es el bello lazo que loo y precio,
del que nace el honor, la eterna gloria;
no pueden flor y fruto marchitarse
del bel jardín donde llorando gozo.
Cuerpos estériles, fecundas almas;
su valor aquí unido con mi nombre
me hacen ya madre de su clara prole,
la cual vive inmortal, y yo en las ondas
de llanto estoy, porque subido al Cielo
él tuvo el sol y el duelo la victoria.
Gaspara Stampa, considerada por muchos críticos como la voz más auténtica y espontánea de la poesía amorosa del siglo XVI, nace en Padua en 1523 y se traslada con su madre y sus hermanos a Venecia cuando el padre, joyero, muere en 1531. En Venecia reciben una educación esmerada. Parece que Gaspara pudo ser cortesana por la libertad de la que gozaba y porque su casa fue un salón frecuentado por escritores, pintores y músicos.
Su historia amorosa con el conde Collaltino de Collalto que le correspondía a ratos la plasma en la mayor parte de las 311 composiciones que forman parte de sus Rimas publicadas póstumas por su hermana Cassandra. También en las Rimas encontramos poemas dedicados a su segundo amor Bartolomeo Zen “viver ardendo e non sentire il male” dirá en uno de los poemas dedicados a Zen y que el crítico Benedetto Croce considera el más bello de todo el Renacimiento. Todas ellas son una especie de diario íntimo de expresión directa, sincera y a veces vulgar por lo que se aleja del patrón petrarquista.
Muere en Venecia a los 31 años en 1554, parece que suicida aunque este punto no está claro.
Este poema es alabado como uno de los más importantes del Renacimiento italiano.
Amor me ha hecho tal que yo vivo en llamas
como una nueva salamandra, y como
ese otro animal como ella tan extraño
que en el mismo lugar vive y expira.
Mis placeres son todos y mi gozo
vivir ardiendo y no sentir el daño
y no preocuparme si el que a esto me lleva
tenga piedad de mi mucha ni poca.
Apenas se extinguió el amor primero
que llegó el otro amor, el que yo siento
más vivo y mayor de los que he probado
de arder amando yo no me arrepiento
si el que otra vez el corazón me roba
queda con el mi arder contento y pleno.
Maddalena Campiglia (1553-1595) es una nueva figura de mujer escritora, una escritora que reivindica su independencia frente al destino previsto para ella que no es otro que el convento o el matrimonio y que declara explícitamente no querer someterse a los dictados de ningún varón.
Nace en 1553, su padre le brinda una educación a base de literatura, poesía y música. A la muerte del padre este había establecido en el testamento que sus hermanos le buscaran marido y su dote aumentaba cada año que no consiguieran casarla de modo que los hermanos la obligan a casarse pero en 1580 abandona al marido y se dedica a su producción literaria.
En 1585 publica su primera obra La anunciación de la beata Virgen, tres años más tarde una Fabula boscareggia dedicada a Curzio Gonzaga y en 1589 publica La Calisa también dedicada a Curzio Gonzaga y cuya protagonista, Flori, enamorada locamente de Calisa se lamenta a Edreo de la indiferencia de su amada.
Sorprende el que cante el amor lésbico en el momento en que la Contrarreforma está en todo su apogeo. En cualquier caso se trata de un texto muy interesante.
Muere en 1595 a los cuarenta y dos años.
Leamos un fragmento de La Calisa
EDREO
Veo que es llaga bien antigua en doctrina
médica, poco pía, nada oportuna.
Quisiera dulcemente ir alabando
Flori de tu pensar los dulces deseos
como otras veces he intentado, en vano,
arrancarte del pecho la raiz esa
de amor hace poco nacida inútilmente
mostrándote claro que en mucho yerras
mujer amando siendo mujer ¡loca!
FLORI
Más que dulcificar el dolor grave
busca, mísera yo, que raiz profunda
un día me entró en el pecho y de él no sale.
Se que mujer soy y amo a mujer ¡Ay! Adoro
ninfa humilde aquí a una diosa celeste,
y asi ni recto mira el ojo enfermo.
¿quién frena a los amantes o les manda?
Ya ciega soy de amor, vencida yace
la razón, no hay lugar para el discurso.
En el templo de mi pecho CALISA
es numen y mi ídolo soberano
al que he ofrecido mi juicio y sentidos
y del que tomo toda luz y decreto.
Como ella quiere y quiere Amor me rijo,
no hay en mí libertad o paz más clara
de la que pueda dar y a ellos les plazca.
He dejado para el final a Isabella di Morra de obra cortísima pero muy original y de un valor sin discusión. Isabella y su hemano gemelo Escipión nacen en 1520 en su feudo de Favale en la Basilicata, una de las regiones más pobres de Italia. Otros seis hemanos completan la familia.
En 1527 el padre apoyó la invasión francesa del Reino de Nápoles y el triunfo de Carlos V hizo que el padre y Escipión se exiliaran en Francia dejando a Isabella al cuidado de sus hermanos mayores.
La soledad en la que se quedó sin su hermano gemelo con el que intercambiaba lecturas y conversaciones filosóficas la llevó a entablar amistad con una noble casada con un español, Diego Sandoval de Castro, con el que Isabella empezó un intercambio epistolar literario. Los hermanos enterados de esa amistad epistolar decidieron asesinarlos a los dos con el pretexto de lavar su honor.
Sus trece composiciones revelan una enorme sinceridad, una matizadísima expresión de sentimientos y una angustia por un vivir sin salida. Se trata de poesía autobiográfica que se escapa totalmente de la poesía amorosa canónica.
Tenía 25 años al morir en 1525.
De un alto monte en que el mar se divisa
asiduamente miro yo, Isabel, tu hija
por si algún barco envelado aparece
que de ti, padre, a mi traiga noticias.
Pero mi adversa y despiadada estrella
no quiere que ningún consuelo llegue
al triste seno, más el amor rebelde
firme esperanza la trasforma en llanto.
No veo yo en el mar remo ni vela
(tan desierta está la infeliz llanura)
que las olas surque o que la hinche el viento.
Contra Fortuna pelea inicio entonces
y crece mi odio al lugar denigrado
como sola razón de mi tormento
Francia. El caso de Louise Labé
En el siglo XVI en Francia las ideas del Humanismo y del Renacimiento italiano son adoptadas por los poetas de una forma generalizada y con entusiasmo. En Paris está el grupo de La Pléiade con Ronsard y Du Bellay a la cabeza que utilizan todos los tópicos petrarquistas del momento. En Lyon tenemos otro grupo poético importante pero mucho más libre y dinámico que el de la capital, al fin y al cabo viven en provincias. Dentro del grupo de Lyon la voz poética más potente y con más proyección es la de una mujer: Louise Labé.
Louise Labé (1524-1566), era hija de un artesano cordelero y ella misma se casó también con un fabricante de cordeles. Tuvo la fortuna de que su padre se diera cuenta de su gran inteligencia por lo que le facilitó una educación esmerada y hasta cierto punto excepcional puesto que estudió latín, italiano, griego y música además del manejo de armas y aprendió a montar a caballo vestida de hombre lo que no era nada corriente. Se dice de ella que siendo jovencita se disfrazó de hombre para seguir a su amante y luchó en el sitio de Perpignan. Parece que su mayor deseo era conseguir el amor y aunque se casó con un cordelero como su padre esa aspiración la tuvo siempre. Mantuvo un salón literario y fue la única mujer lionesa que publicó en vida gracias a un privilegio real otorgado en 1555 por Enrique II. Escribió un “Debate de locura y amor”, tres elegías o poemas fúnebres y veinticuatro sonetos.
Su poesía rezuma erotismo, vitalidad, libertad y una gran originalidad ya que no se ajusta al canon de su tiempo. Sus versos fueron publicados precedidos por poemas elogiosos de los grandes poetas contemporáneos suyos.
Aquí tenemos una muestra de esa vitalidad.
Bésame otra vez y vuélveme a besar.
Dame uno de tus más sabrosos besos.
Dame uno de tus besos amorosos
y te daré cuatro de más ardientes.
¿Te quejas? Ven que calmaré ese mal
dándote dïez otros deleitosos,
asi mezclando nuestros besos felices
gocemos a gusto el uno del otro,
cada uno asi tendrá una vida doble
vivirá consigo y con su amigo.
Déjame amor pensar una locura
siempre estoy mal al vivir cuerdamente
y no me puedo dar más alegría
si, fuera de mi, no hago yo salidas.