Capítulo I

LA COMUNICACIÓN LOCAL EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIDAD

Hace falta relativizar la dicotomía global-local, sobre todo si existe la tentación de introducir términos de exclusión. Hacen falta escenarios locales para actuaciones globales. Internet es un medio de comunicación que permite por primera vez la comunicación entre muchas personas, a una escala global, pero con importantes repercusiones en los escenarios locales. A la opinión pública –por decirlo más inequívocamente, al receptor– le interesan preferentemente las noticias locales.
En una encuesta publicada por Jaume Guillamet, se ponía de manifiesto que casi el 70 por ciento de los lectores de prensa comarcal la leían para la información de proximidad, y que un 82 por ciento de la ciudadanía lectora de diarios prefería la prensa local a la nacional o estatal. Resulta evidente, pues, que el consumidor de información quiere tener un conocimiento exhaustivo de su entorno más inmediato.
Pero sin duda el término local se tiene que considerar, en la actualidad, exclusivamente en el ámbito de los contenidos, puesto que el segundo elemento que ha definido tradicionalmente el concepto de local, el receptor –la cobertura–, ha trascendido el espacio físico con la incorporación de la red de internet. La información local hace referencia, sobre todo, a unos contenidos definidos en términos geográficos, sociales y culturales y al tratamiento de los acontecimientos que se producen en este marco, o a otros contenidos que afectan especialmente a los ciudadanos de este territorio.
Se trata de una comunicación de servicio, directa, cercana, que pontifica sobre los contenidos más cotidianos y que se retroalimenta de sus receptores. La comunicación de proximidad no dispone de la amplitud panorámica ni de la diversidad de la comunicación general. No las necesita porque su ámbito de recepción le exige detalle y concreción, a diferencia de los medios que tienen que atender a públicos más universales.
Está claro que el concepto local no tendría que representar la antítesis del concepto global. Pensar localmente y actuar globalmente, esta es la fórmula que da sentido a los procesos comunicativos, lo que se conoce como «glocalización», un modismo que define esta realidad. De hecho, las tecnologías actuales no únicamente multiplican los espacios globales, sino que también multiplican los espacios locales. En esta paradoja aparente se puede interpretar la revitalización del interés por la idea de local.
Es bien cierto que la sociedad digital ha representado un instrumento muy valioso para el desarrollo de la comunicación local, puesto que le ha permitido disponer en igualdad de condiciones de los elementos que, hasta entonces, eran exclusivos de la comunicación general, es decir, el acceso a los datos, su tratamiento y el proceso tecnológico de elaboración del producto y, finalmente, su difusión.
El buen comunicador es el que sabe buscar la relación de la información local con contextos geográficamente más amplios, ya sean nacionales, estatales o internacionales, el que investiga e interrelaciona, aquel a quien no le satisface la publicación de un simple comunicado oficial o la información que se ofrece en una rueda de prensa y se apresura a interpretar y contextualizar la información.
El sociólogo Manuel Castells ha reflexionado en torno a la necesidad de incardinar escenarios locales para las actuaciones globales, y ha descrito internet como el instrumento que ha permitido, por primera vez, la comunicación de muchos a muchos en un tiempo escogido y a una escala global, pero con importantes repercusiones en los escenarios locales. De hecho, resulta indispensable la participación ciudadana en la elaboración de información de calidad vehiculada desde la red.
La intención de preservar la cultura propia y la necesidad que tiene cualquier receptor de sentirse partícipe del contenido de los medios que lo rodean representan la única arma que tienen los medios locales para equipararse al resto en el proceso de globalización. Y fijémonos atentamente en el hecho de que la globalización no tiene que comportar necesariamente homogeneización cultural y social. La comunicación local insertada en el contexto global representa, en la época de las nuevas tecnologías, la confirmación de una realidad: la articulación y pervivencia de las identidades locales y nacionales.
Global y local constituyen las dos caras de una misma moneda. Mientras que en los últimos años se han extendido sin freno las redes que posibilitan la intercomunicación en tiempo real a lo largo y ancho del planeta, el valor social de la información local ha experimentado un adelanto impensable.

1. La figura del comunicador local

El imaginario popular ha mantenido, con demasiada frecuencia, una actitud de cierto desprecio hacia la figura del comunicador local. Se ha establecido una jerarquía convencional que pretende relegar a un estrato inferior la comunicación de proximidad. Este análisis valorativo de la profesión resulta absolutamente contradictorio, más aún si nos atenemos a la inequívoca realidad de que, en esencia, el buen comunicador fundamenta sus conocimientos en la práctica de la comunicación local.
El periodista del medio local tendrá a su disposición los elementos necesarios para desplegar los auténticos valores profesionales: acceso directo a las fuentes, dominio del entorno inmediato, capacidad real para generar debate y participación ciudadana. Además, las nuevas tecnologías le proporcionan los instrumentos de los que tradicionalmente carecía para poder contextualizar, de manera más general, sus informaciones. Aun así, asumirá un notable riesgo: la injerencia o presión –directa o indirecta– de los poderes locales.
No obstante, no podemos olvidar que la información local, además de ofrecer e interpretar una noticia e interrelacionarla, si se tercia, con ámbitos más generales, no puede obviar la información detallada y precisa de los teléfonos útiles, de las farmacias de guardia o de las carteleras de cines y teatros, porque esta es la información de servicio que le corresponde dar y que le otorga buena parte de su personalidad.
La comunicación de servicio es indispensable para orientar al usuario hacia una dirección determinada o situarlo de un modo concreto ante un acontecimiento, y todo ello porque esta información lo afecta personalmente, porque responde a sus necesidades y a sus inquietudes.
El periodista local no obtendrá pleno éxito en su tarea profesional si no tiene un conocimiento absoluto de su entorno inmediato y de las características esenciales del funcionamiento de la sociedad local, de las fuentes imprescindibles para conocer el cómo y el porqué de las noticias y de los servicios básicos que afectan a los ciudadanos. Todo este conocimiento es indispensable e, incluso, en ocasiones habría que considerarlo como tanto o más importante que la supuesta condición, en un periodista, de saber escribir correctamente y saber aplicar la preceptiva del oficio periodístico.
En este ámbito de proximidad, las fuentes de los periodista tendrán que ser, en gran medida, muy cercanas: personas, instituciones y organismos que facilitarán la información que necesitan los medios para suministrar las noticias. Y, naturalmente, serán fuentes de doble recorrido, de ida y vuelta. O sea, en ocasiones el periodista buscará, a través de sus contactos la información y, a veces, la noticia le llegará por iniciativa del productor o protagonista, que tendrá interés en difundir determinada información.
Como explica el profesor de comunicación Héctor Borrat, la obtención de fuentes fiables, que actúan con rigor y seriedad, constituye una tarea prioritaria del periodista que pretende hacer un trabajo de calidad. Sin duda, el número, la calidad y la diversidad de las fuentes otorga credibilidad a los periodistas y a los medios y, al fin y al cabo, refuerza la influencia.
La dimensión y proyección de la agenda de contactos del periodista será clave para desarrollar con garantías su función informativa. Está claro que las ventajas que proporciona la proximidad a la hora de disponer con facilidad de fuentes orales, se pueden ver enturbiadas por los riesgos que comporta la relación directa con el poder político local, demasiado a menudo dispuesto a presionar al informador.
El especialista en temas de comunicación David Randall pone de relieve los riesgos generados por las presiones de los anunciantes y de los principales actores en los medios locales, en el marco de la concepción del periodismo universal, la importancia del periodismo veraz, profundo y contrastado en todos los ámbitos, incluso, naturalmente, los de proximidad.
En definitiva, las características fundamentales del ejercicio profesional del comunicador local se sustentan en unas características muy definidas y diferenciadoras de la comunicación general y que se refieren a la proximidad –relación muy cercana entre las fuentes y el destinatario final de los mensajes–, a la interactividad –proximidad que se establece entre el sujeto emisor y el sujeto receptor que facilita la intercomunicación entre ambos actores de los proceso comunicativo–, a la función de servicio –la información está pensada para satisfacer necesidades cotidianas y básicas del receptor– y al lenguaje directo –en ocasiones, incluso las expresiones son muy propias del territorio y susceptibles de resultar ininteligibles para un receptor de fuera del área de difusión de la comunicación.

1.1. El papel de los blogs

La introducción de las nuevas tecnologías ha afectado, y mucho, el ejercicio profesional en todos los ámbitos de la comunicación, tanto general como local. Esto es una realidad indiscutible, desde los puntos de vista de la obtención y de la difusión de información. La posibilidad de que cualquier persona con unos mínimos medios tecnológicos pueda recibir y emitir información, desvirtúa, sin duda, la imagen tradicional del proceso de comunicación.
La figura del blog toma un protagonismo progresivo y, en casos concretos, se convierte en una fuente complementaria o alternativa de información y opinión. A menudo el periodista tiene que recurrir a la información de un blog para construir una noticia. Es el periodismo 3.0: las redes sociales permiten socializar la información y se manifiesta una dificultad para definir los actores del proceso de comunicación descrito por el pionero de la ciencia política y de las teorías de la comunicación Harold Laswell, cuando los roles del emisor y el receptor se confunden. Aparentemente, cualquier persona puede ser periodista e, incluso, cualquiera puede ser editor.
Hasta hace poco había algunos emisores y la masa receptora –el público. Ahora no, actualmente el público puede convertirse en emisor. Esto nos sitúa en un debate eterno: ¿el blog es periodismo? No entraremos a discutirlo, pero hay que reivindicar que los blogs cumplan con unos preceptos básicos: publicar textos de calidad, ofrecer las fuentes a los lectores, documentarse y ofrecer esta documentación a los lectores y atender a la máxima «enlaza y te enlazarán».
Es evidente, pues, que se rompe, y de qué manera, con todo el peso de la tradición histórica en el desarrollo del oficio de periodista. Este nuevo estadio en la producción y difusión de información ha tenido también una incidencia absoluta en los ámbitos locales, donde hay cada vez una mayor demanda social de una información más útil y participativa, orientada a satisfacer la demanda y los intereses cotidianos de los usuarios.
Sin embargo, si trasladamos la reflexión a un ámbito más moral y nos interrogamos sobre la responsabilidad que tiene el comunicador local, tendremos que convenir en que tiene exactamente la misma responsabilidad que cualquier otro comunicador, es decir, es responsable de informar con claridad y veracidad, y naturalmente informar y entretener no se diferencia en lo más mínimo de la responsabilidad de formar. En una sociedad en que el factor de socialización más importante son los medios y la publicidad, mucho por encima de los factores tradicionales –o sea, la familia y la escuela–, la responsabilidad del emisor se multiplica enormemente.
Un profesional de la comunicación es, sobre todo, un profesional de la comunicación que, posteriormente, aplica el conocimiento específico que puede tener sobre la comunicación a un contenido especializado. Es decir, el periodista económico es primero periodista y después aplica el periodismo a la economía. Pasa lo mismo con el periodista científico o el periodista local.

2. La información y el territorio, pero ¿qué territorio?

En la dicotomía entre comunicación local y comunicación global es importante insertar el concepto de identidad cultural, el cual expresa un sentimiento de pertenencia a un lugar, a una época y a una comunidad. La globalización puede alterar los principios de identidad, sobre todo si pensamos que las relaciones de las personas ultrapasan las fronteras naturales y tradicionales. Es evidente que en este contexto los medios tienen un papel protagonista indiscutible.
Ciertamente, desde la aparición de la imprenta en el siglo xv, la reproducción y la difusión de textos a gran escala propicia la creación de nuevas formas de difusión de ideas, especialmente las publicaciones periódicas. No insistiremos en la gran influencia y capacidad de persuasión que han tenido estos medios, habitualmente controlados y dirigidos por el poder.
Los medios de masas son medios de difusión de ideas que tienen una influencia muy superior a la que nunca hayan podido tener otros instrumentos tradicionales de transmisión ideológica, como por ejemplo la escuela, la religión o la edición de libros. Y estos medios de comunicación de masas tienen en el ámbito de la sociedad el efecto de la lluvia fina, puesto que inyectan en sus receptores, de una forma poco perceptible pero muy eficaz, todo tipo de ideas, actitudes y comportamientos pasivos.
La prensa escrita, la radio, la televisión y ahora más que nunca internet, nos hacen llegar a casa, día a día, mensajes –a menudo informaciones llenas de opinión–, que nosotros recibimos –aceptamos– quizás sin mucho interés, pero a buen seguro también sin mucho esfuerzo. Los medios, pues, transitan por nuestras vidas, se convierten en persuasión constante y prefiguran nuestra manera de pensar y de entender el mundo.
La identidad, pues, insistimos, está íntimamente asociada a un territorio, pero con la mirada desde la globalización. Es lícito e, incluso, necesario preguntarse de qué territorio se trata.
Para aclarar algunas incógnitas que se suscitan cuando se vincula información y territorio, hay que tener presente dos elementos del proceso comunicativo: las características del mensaje y la percepción del receptor. Con las nuevas tecnologías se diluyen otros elementos que tradicionalmente han sido fundamentales para definir la condición de proximidad: la sede del emisor y el ámbito geográfico de la difusión.
Sin embargo, la aplicación de estos preceptos permite mantener el esquema territorial clásico de los medios de comunicación, o sea, los medios estatales, los nacionales, los interprovinciales, los provinciales, los comarcales y los locales. El modelo menos habitual en Cataluña sería el del medio interprovincial, aquel que tiene la sede editorial en una ciudad o capital de provincia y cuya difusión supera los límites geográficos de esta.
La experiencia más diáfana la representa el diario gerundense El Punt, que aplicó una estrategia de implantación territorial fundamentada en ediciones comarcales –alcanzaba territorios no coincidentes con la división provincial del país–, con una clara vocación de convertirse en un diario nacional, pero que se quedó a medio camino del proyecto.
La definición de un modelo de comunicación territorial no implica que sus contenidos se circunscriban exclusivamente a su ámbito geográfico, a pesar de que estén muy condicionados en su territorio. Huelga decir que las noticias de cariz internacional o estatal también están presentes en los medios nacionales y, en mucha menor medida, en los de ámbito comarcal, si bien desaparecen casi del todo en los medios locales.
Si los contenidos se pueden disociar del área geográfica, lo que resulta incontestable es el papel determinante de la frontera lingüística. La comunicación será difundida solo con la lengua o las lenguas en que se puede entender. La penetración social de cualquier medio de comunicación –también del local con vocación universal– está sujeta a la lengua. A pesar de que las posibilidades de difundir mensajes son hoy casi infinitas –los destinatarios potenciales son prácticamente ilimitados–, se tienen que expresar en una lengua que estos destinatarios potenciales puedan entender. Es absurdo y no tiene sentido llegar a un público que no entienda la lengua del medio. Medimos y relativizamos el impacto de las nuevas tecnologías en la transmisión de los mensajes.
Otra cosa es la recreación de la identidad a miles de kilómetros de distancia gracias a los medios de comunicación y a su difusión global. Pensamos en un catalán residente en Estados Unidos que puede leer a través de la red los diarios editados en Cataluña, o bien puede escuchar sus retransmisiones radiofónicas favoritas, como por ejemplo, y a guisa de ejemplo, los partidos de fútbol del Barça del periodista Joaquim M. Puyal. Es una forma inmejorable de entender que las nuevas tecnologías no solo han permitido la globalización, sino que también han multiplicado los espacios locales.
En los tiempos en que vivimos, es imprescindible poner en práctica una estrategia local y global, como fórmula para garantizar la presencia en el mundo y como antídoto contra los riesgos de asimilación que comporta la globalización. Un medio local ya no puede conformarse en pensar únicamente en su territorio. Hace falta una proyección exterior, una proyección global.
Pero, si orientamos la mirada hacia adentro, ¿cómo puede afectar a nuestra identidad el sinnúmero de medios y mensajes que nos llega a través de la red? La identidad no es algo inamovible, sino que la tenemos que considerar, tal y como propone el filósofo alemán Jürgen Habermas, como un proyecto en construcción.
La globalización se caracteriza, desde un punto de vista cultural, por haber facilitado la universalización de las relaciones entre los pueblos. Se diluye la mirada única y etnocéntrica para dar paso a nuevas formas culturales y a nuevas dinámicas que conjugan la realidad global con la local. La mirada y el diagnóstico del fenómeno local es moderadamente optimista: la cultura se va construyendo a través de la interacción social y el uso de los medios de comunicación.
Los medios actúan, pues, como unos elementos poderosos de consolidación de una identidad cultural y como verdaderos actores sociales. Su función va mucho más allá de reflejar la realidad y se convierten en constructores sociales. Participan activamente en la elaboración del espacio y del tiempo social, en la forma de establecer las relaciones culturales y las formas de representarlas.
El concepto de identidad cultural, étnica o nacional, en tiempo de globalización, permite cuestionar visiones esencialistas y estáticas y abre espacios de dinamismo en reelaboración constante. El concepto de asimilación o destrucción de la identidad pierde consistencia a favor del concepto de integración de otras culturas en la del país.
Los medios locales tendrían que defender con decisión y firmeza la realidad intercultural, asegurar la cobertura de espacios y definir la identidad de los productos como reclamo y como manera de propiciar la participación en régimen de igualdad en el contexto global. Los medios deben tener un papel decisivo como factor de cohesión y de creación de nuevas relaciones sociales, también en la era de la globalización y de la revitalización de la realidad local, sobre todo en esta época en que las migraciones aumentan significativamente en cantidad y variedad como consecuencia de la debilidad y la flexibilidad del mercado laboral, que propicia promiscuidades no exentas, a veces, de conflicto.
Se han dilatado las posibilidades de compaginar una mayor intercomunicación entre el mundo y el entorno propio. Aquí reside el gran valor de la información de proximidad y se pone en valor su importancia para reafirmar los rasgos de identidad con esta sociedad más local y, a la vez, más global.

3. De un tiempo, de un país

La efervescencia política que comportó la democracia después de la desaparición física del general Franco activó un proceso de concienciación ciudadana que necesitaba instrumentos de participación y que en el aspecto periodístico tuvo su reflejo en los boletines de asociaciones de vecinos, partidos políticos y entidades cívicas. Sin duda, la vida social de los barrios no se veía reflejada en las páginas de los diarios, y mucho menos en los nacionales y estatales.
En consecuencia, a finales de los años sesenta y sobre todo en los setenta –con la muerte del dictador–, la prensa vecinal y asociativa presenta alternativas periodísticas hasta entonces desconocidas en el ámbito de la información. La comunicación de proximidad tomaba carta de naturaleza y las reivindicaciones de la calle empezaban a encontrar canales de expresión, con modestia pero también con una clara vocación de participación ciudadana.
Las iniciativas periodísticas de cariz popular se diluían, a menudo, por problemas de financiación o de falta de profesionalidad. Mientras que la euforia se manifestaba con plena intensidad, la ilusión mantenía los proyectos de comunicación, pero cuando aparecían los problemas económicos o de dedicación, el diario o la revista se resentía.
A pesar de todo, el nuevo contexto político y social, la renovación empresarial y el resurgimiento de la prensa en catalán hicieron florecer un abanico de publicaciones periódicas en varias ciudades y municipios de Cataluña. Los periódicos oficiales que monopolizaron la prensa local a lo largo del franquismo iniciaron un proceso de reconversión a partir de la disolución del Movimiento en abril de 1977, hasta la liberalización definitiva de la prensa, que culminó con la privatización de estos antiguos diarios provinciales del Movimiento en 1983.
Durante los años setenta, los proyectos de diarios comarcales tenían una base muy poco empresarial –y por lo tanto, poco profesional–, y sustentaban su estructura económica en sociedades de accionariado popular, como ya lo habían hecho Presència en Girona o El Maresme en Mataró. A raíz de esta estrategia popular surgieron diarios como Regió 7 en Manresa o El Nou 9 en Vic.
Pero la gran noticia en el ámbito de la prensa comarcal se produjo en Girona, el día 24 de febrero de 1979, con la aparición del Punt Diari, inicialmente con una débil base empresarial y bajo los condicionamientos políticos de la transición democrática. A la cabo de poco tiempo se hizo cargo la empresa editora Edicions Periòdiques de les Comarques, SA, y progresivamente el diario mejoró la infraestructura y se confirmó como un medio de información «independiente, catalán, comarcal y democrático», según su propia definición. Se trataba del segundo diario escrito en catalán –después del Avui–, pero con una filosofía mucho más cercana a la comunicación de proximidad que el diario barcelonés, que tenía una clara pretensión generalista.
El Punt es un diario con vocación comarcal que progresivamente ha ido dilatando su radio geográfico. Así, si el planteamiento inicial contemplaba únicamente cubrir las comarcas gerundenses, posteriormente se ha extendido hasta llegar a otras comarcas catalanas.
A partir del año 1991 la editora del diario emprendía un proyecto empresarial cuyo objetivo era dotar el suplemento dominical –la histórica revista Presència– de argumentos para que en un futuro se convirtiera en un modelo de prensa nacional catalana. Así, desde entonces, además de El Punt, repartían semanalmente el suplemento Presència las publicaciones El 9 Nou de Vic y Granollers, el Diari de Lleida, el Nou Diari de Reus y Tarragona, El Punt de Perpiñán y Regió 7 de Manresa, que se incorporó al proyecto unos meses después. De este modo, Presència pasaba a una tirada de 70.000 ejemplares y se convertía en la primera publicación en catalán. Posteriormente, se añadieron nuevas cabeceras al proyecto hasta llegar a cubrir de manera regular todo el territorio catalán.
La expansión de El Punt, cada vez con más ediciones propias en diferentes comarcas catalanas, ha permitido que el diario vaya cubriendo progresivamente todo el conjunto de comarcas catalanas, eso sí, con algún intento sin éxito, como el del semanario Punt Catalunya Nord, que empezó a salir en 1987 como una apuesta por la recuperación cultural de la lengua catalana en aquel territorio. Se tuvo que abandonar la iniciativa siete años después.
No obstante, la fórmula de El Punt de particularizar al máximo la información local de cada territorio –excepto las comarcas gerundenses, donde después de un intento descentralizador, con páginas diferentes, se terminó por unificar contenidos– ha funcionado y ha permitido a la editora actual, Hermes Comunicacions, ir construyendo un diario nacional por ediciones que cubre todo el territorio catalán.
A modo de ejemplo apuntamos que los datos de tiradas del año 1996, ofrecidos por la OJD, de los cuatro diarios con más presencia en la demarcación de Girona permiten establecer la incidencia social de medios locales/comarcales en relación con los nacionales: La Vanguardia vendía 15.331 ejemplares, El Punt 14.590, El Periódico ocupaba el tercer lugar de ventas, con 13.533 y, finalmente, el Diari de Girona con 5.175 ejemplares ocupaba el cuarto lugar.
Sin duda, el modelo planteado y ademán en práctica por El Punt tiene un gran interés, puesto que la fórmula se sustenta en la irradiación de la comunicación de proximidad hacia múltiples espacios locales de la geografía catalana.
El fenómeno de la recuperación de la prensa comarcal era evidente, a pesar de algunos fracasos bastante sonados. El Correo Catalán publicó, entre los años 1984 y 1985, dos suplementos con el nombre de El Correu del Bages y El Correu del Maresme. El Correo ya había puesto en práctica la fórmula de sacar en la calle ediciones comarcales, sin demasiado éxito, en los años sesenta y comienzos de los setenta.
El Periódico de Cataluña había ensayado pocos años antes –en 1982– una serie de ediciones descentralizadas en varios puntos de Cataluña –una propuesta similar a la de la prensa regional francesa–, pero la iniciativa del diario de Antonio Asensio no acabó de funcionar.
En definitiva, en aquella época, la de los años ochenta, a veces con más voluntad que recursos, se consolidó la comunicación local, prueba inequívoca de que la información de proximidad tenía un peso específico de gran notoriedad en los deseos de la ciudadanía. Posteriormente, en el bienio 2005-2006, la prensa local y comarcal experimentó una ligera bajada de difusión de los diarios y un incremento moderado del número de publicaciones semanales, quincenales y mensuales, por la incidencia sobre todo de las publicaciones gratuitas. Esta tendencia a la baja ha sido la constante en los últimos años. El gráfico que presentamos a continuación indica, claramente, el descenso en la tirada de los diarios y bisemanarios locales y comarcales:
Difusión de semanarios y bisemanarios locales y comarcales (2011-2012)
Cabecera
Empresa
Lugar
de edición
2009-
2010
2011-
2012(A)
Diferencia
(%)
El Punt Avui(B)
Hermes Comunicacions
Girona
21.487
28.465
32,4
Segre(C)
Diari Segre
Lleida
11.932
10.649
-10,7
Diari de Tarragona
Promicsa
Tarragona
11.505
10.358
-9,9
Regió 7
Edicions Intercomarcals (Prensa Ibérica)
Manresa
7.395
6.391
-13,5
Diari de Girona
Diari de Girona (Prensa Ibérica)
Girona
6.876
6.231
-9,3
Diari de Terrassa
Julián Sanz Soria, SL
Terrassa
4.887
3.893
-20,3
La Mañana
Diari de Ponent, SA
Lleida
4.592
3.425
-25,4
Diari de Sabadell(D)
Vallesana de Publicacions, SA
Sabadell
4.324
3.215
-25,6
El 9 Nou(E)
Premsa d’Osona, SA
Vic/Granollers
14.005
13.422
-1,2
Hora Nova
Noves Edicions Altempordaneses, SL
Figueres
2.298
2.425
9,3
(A) La difusión de los diarios corresponde a actas de la OJD de julio de 2011 a junio de 2012 en algunos casos, y de enero a diciembre de 2012 en otros, mientras que la de los bisemanales es la de las actas de 2011.
(B) Difusión de las dos ediciones de El Punt Avui desde la fusión de las dos cabeceras: edición nacional (16.838) y edición de las comarcas de Girona (11.627). La difusión de la edición gerundense, única que se ha mantenido, ha bajado un 15,8% respecto a la de 2010.
(C) Difusión de las dos ediciones del diario Segre: en catalán (5.535) y en castellano (5.114).
(D) Diario de Sabadell no tiene control de la OJD desde el final de 2009. Los datos de 2012 son una proyección de acuerdo con el número de lectores contabilizados por el Barómetro de la Comunicación y la Cultura.
(E) Ediciones del periódico bisemanal El 9 Nou (2009 y 2011): Osona y El Ripollès (9.372 y 9.127) y El Vallès Oriental (4.215 y 4.295).
Fuente: Informe de la comunicació a Catalunya, 2011-2012, InCom, UAB, 2014.

4. La prensa municipal, ¿heredera de la prensa comarcal?

En aquellos primeros años de la transición, y tomando como punto de partida 1979, con la celebración de las primeras elecciones municipales, se activa un nuevo fenómeno, el de la prensa municipal, que con el paso del tiempo ayudará a consolidar un modelo de comunicación de proximidad, pero que también podrá llegar a fomentar una práctica periodística institucional con tentaciones de manipulación de la opinión ciudadana.
El panorama de la información periodística y de la comunicación en ámbitos locales o de proximidad ha evolucionado notablemente en el Estado español, y especialmente en Cataluña, con los cambios sociales y políticos desarrollados a partir del fin de la dictadura y durante la transición. En esta evolución los ayuntamientos han tenido un papel protagonista, no solo como fuente informativa básica en su territorio sino como responsables directos de nuevos medios informativos (radios, televisiones, páginas web y boletines de información municipal).
La prensa local –y por lo tanto, también, la municipal– se ha convertido en un instrumento de transmisión de información, si bien a menudo, sobre todo la municipal, ha tenido como objetivo complementario –a veces prioritario– la transmisión de valores y de modelos ideológicos. Y no debe olvidarse que el poder y el impacto de estos medios de comunicación no se explica por una actividad espectacular y excepcional, sino que precisamente su influencia radica en su presencia constante y reiterada en los domicilios de los ciudadanos.
Desde una óptica local, estos medios son susceptibles de tener un protagonismo notable en el proceso de concienciación ciudadana, puesto que pueden llegar a incidir en la configuración de determinadas estructuras mentales de los ciudadanos. Desde este punto de vista, la prensa municipal se sitúa en la línea vaporosa que separa la información de la propaganda.
Jaume Guillamet, a pesar de reconocer la novedad que significaba la prensa municipal dentro de la prensa local, y su papel substitutorio de publicaciones privadas inexistentes en algunos municipios metropolitanos, recordaba, ya en 1986, que esta prensa «sufre todavía un cierto prejuicio derivado de su propia condición de prensa oficial», pero que «su función social trasciende con mucho las lógicas tentaciones propagandísticas de cualquier gobierno».
La prensa municipal –conocida también como BIM (boletín de información municipal)– es uno de los ejemplos más claros de las dificultades conceptuales y prácticas que comporta distinguir la información de la propaganda, a pesar de que las aportaciones de varios investigadores y sobre todo de profesionales del periodismo han apuntado en esta dirección ya desde los primeros años de existencia de los BIM.
Las intenciones y voluntades de los primeros años de democracia municipal han contrastado a menudo con la utilización de la prensa municipal como herramienta partidista y, finalmente, como instrumento para potenciar la imagen de los equipos de gobierno y los alcaldes respectivos. La investigación sistemática de la prensa municipal tendría que abrir perspectivas en la investigación sobre la comunicación política local, la generación de opinión pública en las comunidades locales y, por qué no, aportar elementos al debate sobre la línea divisoria ambigua entre información y propaganda.
La dicotomía entre información y propaganda aparece ya desde los primeros tiempos de la prensa municipal, y todavía hoy es el núcleo del debate entre los mismos profesionales periodísticos y entre estos y los políticos. La carencia de estudios exhaustivos sobre las tipologías y las funciones de estas publicaciones dificulta acercarse a las líneas divisorias entre estos fenómenos comunicativos y obliga a contrastar versiones y opiniones personales, como la de Maria Rosa Cal, colaboradora del catedrático Timoteo Álvarez, que a finales de los años ochenta destacaba que la prensa municipal intentaba copiar la estructura de los periódicos de información general, pero sin información negativa, con poca opinión: «Información y propaganda se entrelazan fraternalmente en estos órganos de los gobiernos municipales», acababa afirmando.
El periodista Jaume Valls, presidente de la Asociació Catalana d’Informadors de l’Administració Local (ACIAL), introducía un elemento capital cuando recordaba que no se podía confundir el papel esencial de la información «como derecho y deber de las instituciones, como pedagogía y cebo para la participación..., con la imagen y el sentido de envoltorio vacío de contenidos que en los últimos años se ha instalado en algunas corporaciones».
Consideramos adecuado apuntar las fórmulas de boletines que definían los teóricos franceses de Correspondance Municipal atendiendo a su contenido: el boletín del alcalde, el del consistorio y el del municipio. Estas tres formas, con las matizaciones correspondientes, son las que se reflejan en la prensa municipal que se edita en Cataluña. El primer modelo correspondería a un enfoque claramente propagandístico; el segundo sería más informativo pero con una limitación de contenidos y sin garantía de no resbalar hacia la propaganda, y el tercero sería el modelo de revista local o prensa local para sustituir la función de estos medios limitados o inexistentes en un municipio concreto.
Conceptualmente, es indispensable definir qué se entiende por prensa municipal. Los boletines de información municipal son aquellas publicaciones informativas editadas por ayuntamientos que tienen una periodicidad más o menos regular y unos contenidos convencionalmente entendidos como periodísticos. En el campo de la comunicación local o de proximidad, esta prensa ha sido el fenómeno menos tratado por la investigación, hasta el punto de que más de veinticinco años después del primer impulso de la prensa municipal, sobre todo en zonas con tradición mediática local o comarcal, no hay censos fiables que profundicen en sus tipologías y funciones.
Nuestra hipótesis de trabajo considera la prensa municipal como un modelo, en parte análogo, de la prensa comarcal, sobre todo cuando se convierte en un auténtico modelo de información, de participación y de democracia. En general, la información municipal liga plenamente con la contextualización de los boletines municipales como fenómeno mesocomunicativo.
El profesor en comunicación Miquel de Moragas parece que pensaba en los ayuntamientos democráticos cuando afirmaba que «un cambio en el poder de los medios, su apropiación por una autoridad democráticamente constituida, no es suficiente para poder hablar de democratización de la comunicación», ni para garantizar la democracia participativa.
A pesar de ello, este autor parte de la base de que las políticas de comunicación también son competencia de los ayuntamientos y postula que la intervención correctiva de los poderes públicos no se contradice con la libertad, pero matiza que «política de comunicación no quiere decir sustitución de la participación, ni significa eliminar la iniciativa privada, ni la asunción de todo el poder comunicativo, sino control de las lagunas que se puedan haber descubierto una vez analizadas las iniciativas públicas y privadas de comunicación».
En todo caso, la consolidación de la prensa municipal era una realidad, pero, en cambio lo que podríamos considerar implantación masiva del modelo periodístico no se acababa de producir. Diez años después de las primeras elecciones municipales, el fenómeno de la prensa municipal todavía se mantenía en unos parámetros dominados por la modestia y muy alejados del volumen del que disponen en la actualidad.
Si nos atenemos al informe del Anuario del Centro Internacional de Prensa del Colegio de Periodistas de Cataluña, editado en 1989 y que recoge unos datos de la Diputación de Barcelona referidos a la prensa municipal de aquel año, el 8,96 por ciento de las revistas municipales correspondía a las ciudades de más de 100.000 habitantes, el 8,16 a ciudades entre 50.000 y 100.000 habitantes, el 34,42 a ciudades entre 10.000 y 50.000 habitantes, el 17,89 a localidades con una población entre 5.000 y 10.000 habitantes, el 24,14 a pueblos entre 1.000 y 5.000 habitantes y el 6,41 restante a poblaciones de menos de 1.000 habitantes.
Por demarcaciones provinciales, el 57,52 por ciento de las revistas municipales se editaban –en 1989– en las comarcas de Barcelona, el 16,81 en Tarragona, el mismo porcentaje en Lleida y el 8,84 en las comarcas gerundenses. En cuanto a la periodicidad, dominaban las revistas mensuales con un 35,39 por ciento, seguidas de las trimestrales con un 23,89 y las bimestrales con un 19,46. Hay que tener en cuenta que el 10,61 por ciento tenía una periodicidad irregular. En cuanto al tipo de información que ofrecen, apuntamos que el 62,22 por ciento informa exclusivamente de cuestiones municipales.
A lo largo de los años ochenta, pues, los ayuntamientos catalanes toman conciencia de que los medios nacionales minimizan la información local, bajo el argumento implícito de que lo que pasa en las diferentes localidades catalanas solo interesa a la globalidad de sus lectores cuando los acontecimientos toman una dimensión extraordinaria o bien afectan directamente a la capital de Cataluña. Esta realidad, junto con la necesidad de ofrecer información del ayuntamiento y de transmitir determinados mensajes, consolida en gran parte el modelo de comunicación municipal.
Evidentemente, la edición de prensa municipal respondía a intereses muy determinados que buscaban el mantenimiento en el poder del equipo de gobierno. El profesor José Ignacio Bel Mallen ha detectado aspectos poco edificantes en los boletines municipales, que entran en contradicción con lo que tendría que ser el gran objetivo de defender la transparencia informativa.
Así mismo, Bel Mallen denuncia la escasa presencia de los grupos políticos de la oposición, el gran nivel de autocomplacencia informativa, los escasos niveles de opinión (casi siempre al servicio del equipo de gobierno), la falta de credibilidad y la poca amenidad por falta de profesionalidad. Hoy en día, todavía hay pocos instrumentos participativos y un gran poder de decisión sobre los contenidos de la revista concentrados en manos del alcalde o de algún otro responsable político. Poco más de un 25 por ciento de estos medios dispone de consejo de redacción y solo un 7 por cierto cuenta con un consejo asesor con participación de la ciudadanía.

4.1. Una función imprescindible

No obstante, la prensa municipal participa activamente en el tejido periodístico catalán y su función, actualmente, resulta casi imprescindible. Es cierto que hay un modelo de prensa municipal claramente propagandístico, pero a su lado existen publicaciones rigurosas que asumen plenamente las características de una revista local que aúna la información municipal con noticias más generales –de ámbito local– y la difusión cultural.
Cómo expresaba la revista municipal de Torroella de Montgrí, El Montgrí, en su número 0 del mes de febrero de 1993: «La democracia la garantizan por encima de todo las elecciones libres y también la transparencia del gobierno, que en el municipio se hace patente en la reunión del Pleno, que es público, y en las actas, que puede consultar cualquier vecino. Pero todavía demasiado a menudo, la información no llega a todos los vecinos, no todos tienen conocimiento de los elementos necesarios para poder opinar con entera libertad; elementos que van desde el conocimiento físico, económico, social, cultural... histórico y, sobre todo, actual del municipio hasta la información puntual, y que tienen que permitir la auténtica participación democrática que no se puede basar en el “me han dicho que dicen que...”».
A menudo la falta de profesionalización deriva hacia la elaboración de productos periodísticos de escasa calidad, con tratamientos informativos poco dinámicos y atractivos, con poca imaginación en la presentación de los contenidos y en la maquetación de la revista y con una exigua participación de la ciudadanía. Sin embargo, hay que destacar que en Cataluña convive un modelo de revista que sobrepasa los objetivos de ser simplemente un medio de información municipal y que actúa, así mismo, como un vehículo de expresión y participación popular e instrumento de difusión de la historia y de la cultura del municipio donde se edita.
Es en este punto donde convergen los intereses de la prensa municipal y de las revistas locales, es decir, cuando la publicación desarrolla una función fundamental como medio de comunicación local, como aglutinador y propulsor de iniciativas culturales, y como herramienta imprescindible para la proyección del municipio.
Con el paso del tiempo, el fenómeno de la prensa municipal, editada en papel, se afianzaba plenamente. Según el Cens de mitjans públics catalans de comunicació local, impulsado por la UAB, bajo la dirección de Pere Oriol Costa y la realización de Marta Corcoy y Patricia L. Gómez, editado en septiembre de 2006, casi la mitad de los municipios de Cataluña –un 49 por ciento– disponía de prensa municipal.
En cuanto a la periodicidad, la más habitual era la trimestral, con un 32 por ciento de los municipios, seguida de la mensual con un 19 por ciento, la semestral con un 14 por ciento y la anual con un 6,7 por ciento, si bien este esponjamiento en la aparición hace que sea difícil considerarla como una publicación periódica. El área barcelonesa es la que presenta un número más elevado de publicaciones mensuales (29 por ciento).
El fenómeno de la prensa municipal se ha extendido por los municipios catalanes progresivamente con la instauración de la democracia. Si antes del año 1979 solo un 4,1 por ciento de los municipios editaba un boletín, el incremento año tras año ha sido muy significativo.
La importancia y significación de la prensa municipal en el ámbito catalán es incontestable: los datos mensuales sobre el número de ejemplares que se editaban en el año 2006 representaban más de 1.600.000 ejemplares en toda Cataluña, distribuidos en su gran mayoría de buzón en buzón. Podemos aplicar, en este contexto, lo que ya hemos dicho más arriba: el efecto social de estos medios es el de la lluvia fina, puesto que inyectan en sus receptores, de una forma poco perceptible pero muy eficaz, todo tipo de ideas, actitudes y comportamientos pasivos.

5. La radio y las iniciativas de comunicación local

En plena transición democrática, la red de comunicación local de Cataluña constituida por la prensa comarcal encontraba un complemento de gran valía: la creación de las Ràdios Lliures (1978), que se instituyeron gracias al decreto que dio libertad a las emisoras para elaborar informativos y a las radios municipales que se empezaron a crear a partir del año 1979, impulsadas por los ayuntamientos democráticos.
En el marco del I Congreso de Periodistas de Cataluña, que tuvo lugar en Barcelona en 1979, reclamaron su espacio en el mapa comunicativo catalán medios que podríamos considerar alternativos, pero que desempeñaron un papel importante en el ámbito de la comunicación de proximidad: las radios libres y las llamadas piratas, emisoras de radio que, sin vínculos ni servidumbres políticas ni económicas, transmitían mensajes de cambio y de renovación política y cultural muy propios del contexto del momento.
En aquella época algunos grupos de jóvenes y radioaficionados intentaban poner en marcha emisoras de radio en FM en varios pueblos y ciudades con el objetivo de llegar a una ciudadanía ávida de informaciones y muy activa desde el punto de vista político y cultural.
Los protagonistas de las diferentes iniciativas radiofónicas, algunos jóvenes incluso con una cierta formación periodística y otras personas aficionadas al mundo de la radio, constituyeron el embrión del fenómeno radiofónico local de la Cataluña democrática. Se abría un espacio para un segmento de población que aspiraba a encontrar medios de comunicación más directa que la prensa escrita. Y la radio, con la aparición de las FM, les ofrecía el instrumento adecuado para desarrollar sus objetivos. Esto, que era impensable con las emisoras convencionales de OM, se convirtió con la FM en una aspiración mucho más fácilmente asequible.
Como recuerdan las periodistas Rosa Gil y Montserrat Minobis, esta juventud se lanzó a la aventura –con o sin permiso– de crear emisoras de radio en FM para poder ampliar la oferta radiofónica al margen de los grandes grupos empresariales o de las grandes cadenas que hasta entonces ostentaban el monopolio radiofónico. Por lo tanto, la aparición de varias emisoras de cariz local-comarcal favoreció la recuperación lingüística.
La expansión de las emisoras de proximidad se produjo con pocos recursos económicos pero con una voluntad indiscutible –y en algunos casos con riesgos para las economías personales– y con ganas de incidir en la sociedad del momento. Aportaban un plus que, de entrada, ya las hacía especialmente importantes y deseadas: el modelo se sustentaba en la información local.
La pervivencia económica de algunas iniciativas solo se explica por la aportación, en forma de subvención, de dinero público a través de las administraciones municipales y de las aportaciones económicas que generaba la publicidad del comercio local. Esto permitió que, al cabo de un tiempo, muchas emisoras que habían nacido gracias a la iniciativa y el esfuerzo personal y colectivo pasaran a manos de los ayuntamientos.
El sector privado, que fue el auténtico impulsor de la radiodifusión catalana, no fue capaz de mantener el dominio y el monopolio del sector. Ya en la década de 1990, y con unos cuantos años de autonomía, quedaba claro que la presencia de empresas de ámbito estatal en el sector era muy representativa. Casi un 60 por ciento de las emisoras privadas que había en Cataluña formaba parte de alguna cadena estatal, a pesar de que las desconexiones han contemplado, a veces de forma muy desigual, la inmersión en el contexto de la información de proximidad. La radio comercial privada catalana no parece haber resultado lo bastante atractiva para los empresarios de la comunicación.
Igual que en el caso de la prensa escrita, los ayuntamientos han tenido un protagonismo muy notable en el ámbito de las radios locales, especialmente en el proceso de absorción de proyectos y realidades que nacieron de la iniciativa privada. Según consta en el Cens dels mitjans públics catalans de comunicació local, editado por la UAB en 2006, el 21,7 por ciento de los municipios catalanes dispone de emisora municipal de radio, con la proporción geográfica siguiente: el 34,7 por ciento en los municipios del área de Barcelona, el 19,1 en Tarragona, el 18,6 en Girona y el 9,1 en Lleida. La gran mayoría, un 48 por ciento, se creó en los años de mayor ebullición política, social y cultural, los ochenta, si bien progresivamente se ponen en marcha otras nuevas.
En este sentido, hay que apuntar que la inversión económica municipal en radio tiene que ser necesariamente mucho más potente que en prensa, ya que los equipamientos técnicos son más caros. Esto provoca, por un lado, un cierto retraso de los proyectos y, por el otro, según ha puesto de manifiesto un estudio que hemos elaborado con los alumnos de publicidad y relaciones públicas de la Universidad de Girona, que muchas radios que oficialmente constan como operativas no emitan o hagan emisiones de cariz musical y todavía sin ningún tipo de regularidad.
Hay que decir que para completar la programación, en especial los informativos no locales, un 64,4 por ciento –según el censo de la UAB– conectan con otras cadenas generalistas. ComRàdio es la cadena a la que más se conectan (un 59,8), seguida de las emisoras de la Generalitat (un 32,6). Sin duda, esta estrategia, que responde a la incapacidad humana para generar más informaciones del municipio, redunda negativamente en el papel de las emisoras de radio municipales como instrumentos de comunicación de proximidad.
Según el Informe de la comunicación a Catalunya, a finales del año 2006 había 240 emisoras municipales de FM y una de OM (Ràdio Sabadell-COMRàdio). Se podría añadir, en el cómputo general del espacio radiofónico, alrededor de un centenar de emisoras de signo diverso: asociativas, culturales, piratas... La radio local en Cataluña se caracteriza porque emite y trabaja solo para la población que alcanza su potencia de emisión, teniendo en cuenta las particularidades del territorio y su gente, y que cada vez más va quedando reducida al sector público. Por eso, en el ámbito de la radio, hay que considerar que el término «local» hace referencia o bien al tiempo de desconexión programática de la cadena o bien a la radio municipal o asociativa, cultural o de barrio.
Se manifiesta con rotundidad, y de acuerdo con los tiempos actuales, un interés creciente del ámbito local radiofónico por las nuevas tecnologías, y sobre todo por internet.

6. Las televisiones locales

Del mismo modo que los otros medios de comunicación local, la televisión hace su aparición buscando las rendijas informativas que dejan las grandes televisiones nacionales y transnacionales. Ciertamente, las informaciones difundidas por los grandes medios de comunicación social –informaciones que se presentaban cada vez más uniformadas y que tenían en común una tendencia a la universalidad– creaban una notable insatisfacción en muchos colectivos. Establecer canales de comunicación local respondía, pues, a una necesidad que se concretaba en la creación de una información política y cultural diversificada, susceptible de interesar y hacer participar al conjunto de la ciudadanía.
Este tipo de iniciativas no eran, en general, el resultado de una política de comunicación planificada por las administraciones públicas, sino que acostumbraban a surgir bajo el impulso de colectivos o, incluso, de ciudadanos individuales, lo cual demuestra la potencia y la vitalidad remarcables de la sociedad civil catalana. La efervescencia política que había traído la democracia activó un proceso de concienciación ciudadana necesitada de participación.
Los medios se convirtieron en el instrumento de expresión idóneo de muchos segmentos sociales que hasta entonces habían tenido muchas dificultades para acceder a los canales de comunicación oficiales. La televisión, por su complejidad técnica y los costes de producción y emisión –y también por el estricto control social que tiene–, fue el último medio de comunicación que pudieron utilizar los movimientos sociales populares o alternativos.
Las propiedades de la mesocomunicación favorecían la participación directa de la ciudadanía en el nuevo medio. La sociedad civil encontraba una excelente plataforma para hacer sentir su voz, circunstancia altamente impensable en las televisiones de ámbito nacional y estatal. La década de los ochenta se inició con un nuevo panorama comunicativo que creó expectativas amplias y desconocidas.
A principios del verano de 1980 la pionera de las televisiones locales en Cataluña, Radiotelevisió de Cardedeu, hizo su primera emisión experimental. Pocos días después se activaron otras experiencias: Televisió de Granollers y Ràdio i Televisió per Catalunya, en Figueres, y al año siguiente, TV Solsona, TV Tordera, TV Sabadell, Anoia TV, TV Comarcal Baix Llobregat, Televisió de Mataró. En aquella época aparecieron diferentes casos bastante insólitos en pueblos pequeños que emitían los días de la Fiesta Mayor, pero que suspendían casi inmediatamente las emisiones al no tener suficiente capacidad técnica ni humana.
A lo largo de los ochenta, todas estas iniciativas dieron paso a una etapa muy activa, llena y vigorosa en cuanto al desarrollo y consolidación de este nuevo fenómeno comunicativo. Era el fruto de una época, o sea, como ya hemos recordado insistentemente, una consecuencia directa del proceso de recuperación de libertades políticas y de la transición democrática.
Ante la situación creada por el impulso de las televisiones locales, los mismos actores del fenómeno vieron la necesidad de establecer algunos principios básicos que definieran el incipiente medio de comunicación local. A estos efectos, el 27 de octubre de 1984 se reunieron en Cardedeu los representantes de treinta y dos poblaciones que ya tenían televisión local o bien que disponían de un proyecto muy avanzado para empezar a emitir, y redactaron unas bases de autorregulación que se podrían considerar programáticas y elementales, como por ejemplo las del cuadro siguiente.

Las bases de autoregulación

El 1985, la asamblea se reunió en Sabadell e introdujo una novedad relacionada con el año anterior: la cobertura podía ir más allá del ámbito puramente local o municipal, siempre que las emisiones dispusieran de la autorización de los ayuntamientos afectados. Unos meses después, la asamblea se transformó en la Federació Pro-legalització de les Televisions Locals de Catalunya.
Las primeras asociaciones y federaciones de televisiones locales se crearon con el objetivo inequívoco de velar por la defensa y la promoción de este medio de comunicación incipiente. Algunas iniciativas asociativas respondían, de forma sutil, a intereses partidistas, sobre todo cuando estaban patrocinadas por instituciones públicas.
Sin embargo, la notable diversidad asociativa que ha ido surgiendo a lo largo de los años permite disponer de una amplia oferta con características tipológicas variadas, a pesar de que, en general, todas tienen en común el objetivo de facilitar el buen funcionamiento de las televisiones locales, y algunas más que otras, el de exigir la observación estricta de los principios que las definen.
Con el tiempo, la Federació Pro-legalització de les Televisions Locals de Catalunya se convirtió en la Federació Catalana de Televisions Locals. En sus estatutos se definía claramente la orientación que querían dar a un fenómeno comunicativo, el de las televisiones locales, que se encontraba en una etapa de plena consolidación. El modelo de televisión propugnado por la Federació admitía dos tipos de concesión a sus asociados: las emisoras municipales y las emisoras de entidades culturales sin afán de lucro, con voluntad de ser reconocidas de interés público.
Las emisoras de la Federació tenían que fundamentar su programación en la producción propia, hecha íntegramente en catalán, y en la producción ajena que la complementaba, que podía ser de carácter informativo, docente, cultural o de entretenimiento, pero que en ningún caso tenía que superar el 20 por ciento de las emisiones.
A iniciativa de la Federació Pro-legalització de les Televisions Locals de Catalunya, en 1999 nace el Circuit de Televisions Locals (CTVL), que dos años más tarde ya estaba integrado por treinta y dos televisiones y que actuaba en dos direcciones: facilitar asesoramiento jurídico, tecnológico y económico y distribuir programas producidos por las propias televisiones asociadas. Desde esta instancia se creó la Xarxa de Televisions Locals, que se convirtió en un instrumento importante para lograr un notable grado de cohesión y colaboración entre las televisiones locales.
Más de cuarenta televisiones locales de toda Cataluña integraban la Xarxa. A partir de una estructura básica de coordinación y distribución de programas mediante el satélite HISPASAT, se fomentaba el intercambio de experiencias y de programas. El objetivo era mancomunar esfuerzos para rentabilizar producciones temáticas (cine, teatro, naturaleza...), incrementar la calidad y así complementar las propuestas de programación de las televisiones locales.
Por otro lado, las diputaciones de Lleida, Girona y Tarragona –con mayoría de CiU en sus órganos de gobierno– crearon, junto con algunos consejos comarcales y ayuntamientos, el Consorci Local i Comarcal de Comunicació (CLCC), un organismo destinado a contribuir a reforzar el sector de la comunicación local en Cataluña. En 1999, este organismo creó la empresa instrumental Intracatalònia, cuyo principal servicio es la Agència Catalana de Notícies. Se trata de una de las primeras agencias de noticias digitales. En la actualidad la sociedad es mayoritariamente de capital público de la Generalitat de Catalunya.
No todas las televisiones locales estaban asociadas, pero lo cierto es que una gran mayoría sentía la necesidad de compartir con otras cadenas una problemática común, lo cual facilitó la creación de estructuras asociativas. En Cataluña las televisiones locales habían nacido fuera de la legalidad, si bien más que ilegales eran alegales, dado que la legislación española no las preveía, ni para autorizarlas ni para prohibirlas.
No obstante, en aquellos primeros años, la situación de riesgo no era tanto el hecho de emitir, sino el de salir en los diarios, puesto que esto desencadenaba el cierre inmediato por parte del Gobierno Civil. La coyuntura era altamente paradójica: se trataba de continuar emitiendo, pero sin dar difusión, puesto que ante la evidencia, la autoridad gubernativa se veía «obligada» a actuar.

6.1. Los sectores privado y público

Las iniciativas de creación de la televisión local tenían que surgir más del sector privado que del público. La Administración municipal intentó aplicar a la televisión –eso sí, con una intensidad y una decisión muy inferiores– un modelo similar al que aplicaba en las emisoras de radio municipales.
Si cuando hemos hablado de las radios municipales, hemos hecho referencia al coste de creación, a menudo excesivamente oneroso para los presupuestos de muchos ayuntamientos catalanes, la puesta en funcionamiento de las televisiones municipales es todavía más complicada. Según el Cens dels mitjans públics catalans de comunicació local en 2006 solo un 6,8 por ciento de los pueblos y las ciudades de Cataluña disponía de emisoras municipales de televisión, concentradas la gran mayoría en la provincia de Barcelona, con un 12,2 por ciento, mientras que en Tarragona había un 6,6, en Girona un 5,4 y en Lleida solo un 0,9. En los años ochenta se crea el 31 por ciento de las emisoras municipales, mientras que esta cifra aumenta hasta el 38,5 por ciento en la década de los noventa y disminuye hasta el 30 por ciento en el siglo xxi.
De acuerdo con el Informe del Audiovisual en Cataluña del año 2003, publicado en el número extraordinario del CAC del mes de septiembre de 2004, las televisiones públicas se situaban preferentemente en municipios pequeños, a pesar de que también estaban presentes en 8 de las 19 ciudades catalanas de más de 50.000 habitantes. De las capitales catalanas, solo Barcelona tenía televisión municipal, mientras que en Tarragona, Lleida y Girona solo hay oferta privada, aunque tanto en Lleida como en Girona el Ayuntamiento participaba en el accionariado más o menos minoritariamente.
En cambio, la oferta de televisión local privada se concentraba en los municipios más grandes o en los municipios cercanos que les podían dar cobertura. De las 19 ciudades de más de 50.000 habitantes de Cataluña, 12 tenían televisión comercial. En los municipios pequeños resultaba muy excepcional que se pudiera estructurar una televisión local, sobre todo por razones específicamente comerciales y, por lo tanto, de financiación.
La gestación de varios proyectos de televisión local a la década de los ochenta se tendría que enmarcar en la convergencia de varios factores, muchos de los cuales ya han quedado convenientemente explicitados a lo largo del libro. Sin embargo, habría que poner acento especial en la tecnología. Los adelantos en la microelectrónica propiciaron mejoras sensibles en los equipos de emisión y de producción y abarataron los costes. Las innovaciones en los emisores y en las antenas posibilitaron una disminución de la anchura de espectro efectivo ocupado por cada punto de emisión, con lo cual se evitaron los desagradables riesgos de provocar interferencias.
Ahora bien, el salto tecnológico definitivo y cualitativo se produjo en los albores del siglo xxi con la digitalización de todo el proceso televisivo, desde la grabación hasta la edición y la posproducción de la imagen y el sonido. Cámaras de filmación, de un volumen discreto y manejable, han sustituido los voluminosos aparatos de grabar, mientras que las redacciones se han llenado de ordenadores.

6.2. Un panorama nuevo

Con la implantación de la televisión digital terrestre (TDT), es decir, la plataforma que usa la misma red de distribución que la televisión analógica de siempre, pero mediante tecnología digital, el panorama cambiaba radicalmente. Así pues, la TDT es un sistema de difusión de la señal de televisión que utiliza la tecnología digital para la transmisión de la imagen, el sonido y otros servicios interactivos mediante los mismos centros emisores y las mismas antenas que la televisión analógica. El cambio comportaba una mejora de la calidad de la imagen y el sonido, una multiplicación del número de canales y, sobre todo, la posibilidad de ofrecer servicios interactivos de valor añadido, relacionados con los programas o bien autónomos.
El plan dividía el mapa catalán en 44 zonas que denominaba «islas» y que se constituían según criterios técnicos –por áreas de cobertura de los centres emisores– y que no necesariamente coinciden con las divisiones territoriales. El Gobierno catalán ha ido implantando la TDT por islas agrupadas. La TDT permitía ofrecer más canales porque ocupaban menos espacio en el espectro radioléctrico que el sistema analógico. En el territorio catalán, hay 16 cadenas de televisión digital, como las de la Corporació Catalana de Ràdio i Televisió y las Emissions Digitals de Catalunya del grupo Godó y otras locales y estatales, como Tele 5 y TVE-1.
En síntesis, la implantación definitiva del plan técnico de la TDT representaba, por un lado, completar la regulación de las televisiones locales y, por el otro, comportaba una profunda reordenación del sector en Cataluña. Los concursos de concesión de frecuencias de televisión local digital habían de suponer el pleno reconocimiento legal de las emisoras. Las excelentes perspectivas que generó la implantación de la TDT, se vieron pronto matizadas. Así, en la actualidad, las razones que explican la delicada situación de la TDT local catalana son, por un lado, la persistencia de la crisis económica general y la crisis financiera de las administraciones públicas a partir de 2010. En un país con un sector público local relativamente potente y un sector privado acostumbrado a recibir subvenciones y firmar contratos con las administraciones, la disminución de los recursos públicos disponibles se ha traducido en problemas generalizados para el conjunto del sector. La profundidad de la crisis afecta, sin duda, a las televisiones privadas de proximidad, que habían afrontado con mejores condiciones tanto el proceso de apagón analógico como el inicio de la crisis económica.
A pesar de todo, la TDT ha revolucionado el panorama audiovisual y ha supuesto un cambio radical en la manera de concebir la televisión. A partir del nuevo modelo televisivo la televisión de proximidad tiene que tener una cobertura comarcal o, en algunos casos, supracomarcal. Sin embargo, el cambio exige que las televisiones locales de una comarca se unan y formen una sola emisora para poder emitir en digital.
El concepto de proximidad es un activo indiscutible –e incluso de observación obligada– en las televisiones locales. Las condiciones para conceder licencias de la TDT por parte de la Dirección General de Medios y Servicios de Difusión Audiovisuales del Gobierno de la Generalitat, avalados por el CAC, definían para Cataluña un modelo de televisión digital terrestre de carácter local y de proximidad. Los proyectos televisivos tienen que estar vinculados al territorio, con infraestructuras y capacidad de producción en su demarcación, tienen que promover el acceso y la participación de la ciudadanía, y tienen que dar impulso a la industria audiovisual local y dedicar la mayor parte del tiempo de emisión a contenidos relacionados con el ámbito de cobertura.

7. Los grandes grupos de comunicación

En las últimas décadas, la prensa escrita de alcance general ha ensayado varias fórmulas para aproximarse a la información local, con el objetivo de atraer al lector interesado a las noticias que le resultan más cercanas. Normalmente, han sido estrategias aplicadas con poca convicción que se han traducido en ediciones territoriales con la inclusión de un número ínfimo de páginas dedicadas a la zona geográfica en cuestión. Es más, estos diarios de alcance estatal –para mencionar algún ejemplo citamos El País o El Mundo– tienen ediciones que denominaremos autonómicas, pero –y es muy significativo– en las cuales la información «local» (o sea la que se distribuirá en un territorio específico) ocupa poco más que un minúsculo sumario.
Además, esta práctica de edición descentralizada se ve perjudicada por una realidad evidente: el lector desea, esencialmente, que lo que se publica en su área geográfica se difunda, también, al resto de la zona de difusión del periódico.
Los grandes grupos de comunicación, conscientes de la demanda progresiva de información local, han procurado ocupar espacios propios en el ámbito de la comunicación de proximidad, empezando por la prensa comarcal y local; pero, a menudo, la indefinición de los proyectos no han conducido a tener éxito en sus objetivos.
Seguramente, en Cataluña, la incursión más decidida en el campo de la prensa comarcal y provincial ha sido la protagonizada por el Grupo Moll-Prensa Ibérica, que a través de su propietario Francisco Javier Moll de Miguel adquirió sus primeros periódicos en la subasta que en 1984 convocó el gobierno socialista a fin y efecto de privatizar los periódicos que habían sido propiedad de la empresa pública Medios de Comunicación del Estado, provenientes de la antigua prensa del Movimento franquista. De este modo, el Grupo Moll se hará con la propiedad, después de pasar a manos de un grupo de empresarios gerundenses, de la cabecera del Diari de Girona y más tarde, en marzo del 2006, del Regió 7 de Manresa.
Es de una evidencia notoria que las dificultades de funcionamiento de las ediciones de prensa descentralizadas no se corresponden en el ámbito de la radio, donde las desconexiones de las emisoras de alcance estatal y local han permitido fidelizar un perfil de oyente interesado en su realidad más inmediata.
En el ámbito de las televisiones locales, los grupos de comunicación también mostraron desde buen principio su interés. Como ejemplo muy claro de sus estrategias mencionamos el caso del Grupo Zeta y su vinculació con Televisión de Girona. El 15 de septiembre del año 2000 se modificó la estructura del accionariado de Televisió de Girona, con la introducción del Grupo Zeta, que a través de Antena Local –participada en gran parte por El Periódico de Cataluña–, practicaba una política de absorción de televisiones locales creadas en toda Cataluña.
En el caso de Televisió de Girona no se produjo la absorción, si bien el Grupo Zeta entró en el Consejo de Administración de Televisió de Girona e hizo una notable aportación de capital. El Grupo Zeta, que disponía de la condición de socio mayoritario en Antena Local, compartía capital con la productora audiovisual Ovideo TV y con Manuel Huerga, a título personal (Huerga tenía una larga trayectoria en la industria audiovisual y como productor de BTV).
El representante de Antena Local, como subdirector de El Periódico y vicepresidente del nuevo consejo de administración de Televisió de Girona, Rafel Nadal, expresó, en la presentación del nuevo proyecto, que El Periódico –barco insignia de sus medios de comunicación, que vivía unos momentos de euforia expansiva con el lanzamiento al mercado de varios productos– necesitaba otros medios que complementaran su oferta comunicativa en el ámbito de la radio, de la televisión y de internet, porque «es importante que desde Cataluña se puedan constituir grupos que directamente o indirectamente, con respeto por las empresas con las cuales se colabore, puedan crear un entramado que permita multiplicar los efectos de las cosas a las que todos juntos nos dedicamos».
Los responsables de Antena Local manifestaron que la estrategia de su grupo no se sustentaba en parámetros estrictamente económicos: «Las televisiones locales no son un gran negocio», pero son «importantes de cara a constituir empresas solventes, que lleguen a dar un buen servicio» y señalaron que «apostaban por una televisión local arraigada en el territorio, que se haga de verdad desde el territorio». No obstante, el proyecto –sin éxito– del Grupo Zeta, según nos explicó Rafel Nadal, era constituir una organización de carácter privado capaz de producir programas e intercambiarlos con las televisiones locales de ámbito mediano. Un tipo de red estrictamente privada con una vocación inequívocamente comercial.
El Informe de la comunicació de Catalunya 2005-2006 interpretó la intencionalidad del grupos de comunicación en la esfera local: reproducir en su pequeño espacio el mismo modelo que los grandes grupos multimedia españoles (como por ejemplo Prisa o Vocento) y consolidarlo a mayor escala, dado que los empresarios mediáticos se han dado cuenta que es más rentable disponer a la vez de periódicos, revistas, emisoras de radio y canales de televisión, puesto que los paquetes publicitarios multimedia resultan más atractivos para los anunciantes, pero no solo los locales, sino todos aquellos que quieran dirigirse directamente a los públicos locales y comarcales.

8. El periodismo electrónico en el ámbito local

Internet ha generado no solo una transformación en el ámbito de la recepción y la difusión de la información, sino que ha provocado un cambio profundo en las estructuras mentales y culturales de la sociedad. La aparición de internet ofreció múltiples posibilidades al sector de la comunicación local –más allá de la comunicación institucional que analizaremos enseguida– para difundir sus mensajes con unas inversiones económicas muy discretas.
Una de las características más destacadas de la sociedad de la información es la incorporación de las audiencias como parte activa de los medios. Y es que la interactividad es uno de los activos más preciados de la comunicación de proximidad y que se manifiesta mucho antes de la introducción masiva de las nuevas tecnologías.
Es el caso de las cartas al director de la prensa escrita, las llamadas telefónicas o los correos electrónicos para participar en tertulias y otros espacios radiofónicos, o bien para opinar o preguntar en programas de televisión local. Un caso muy emblemático es el de la Televisió de Girona: a través del programa «Fil directe» el ciudadano puede plantear preguntas, quejas o sugerencias a la alcaldesa de la ciudad. Este modelo ya lo utilizó hace muchos años y en el mismo canal televisivo el anterior alcalde, Joaquim Nadal, quien también, en la década de los ochenta, fue el protagonista de un programa radiofónico en directo del mismo formato que el televisivo.
Sin duda, la posibilidad de la opinión pública de interactuar a través de los medios con personas, personajes y cargos públicos que se podrá encontrar más tarde por la calle representa una de las mayores virtudes de la comunicación de proximidad. Es más, hay que decir que es en este contexto donde los periodistas y los receptores conviven cada día y donde los primeros no solo actúan como transmisores de noticias, sino también como protagonistas, y donde los receptores tradicionales pueden ser a menudo objeto de la información o, más aún, fuentes informativas de primer orden. Es un proceso de retroalimentación y de máxima interactividad.

8.1. El papel de internet

La incorporación de internet durante la segunda mitad de los años noventa obligó a los medios a plantearse el hecho comunicativo. Los diarios fueron los primeros medios de comunicación que distribuyeron sus informaciones por internet. Inicialmente las cabeceras digitales eran copias facsímiles de las impresas. No aportaban nada nuevo. Al contrario, añadían inconvenientes como la incomodidad de la lectura a través de una pantalla de ordenador o la falta de transportabilidad. Pese a ello, el cambio ha sido brutal y ha sobrepasado los términos de lo que podríamos considerar una transformación tecnológica para situarse plenamente en lo que sería una verdadera revolución cultural.
Las empresas periodísticas más modestas, especialmente las de carácter local y comarcal, se ven en dificultades para hacer rentable y operativa la tecnología. Muchas empresas parecen no tener clara su política informativa en la red, ni cómo financiar esta presencia. En la comunicación local y comarcal, la dimensión reducida de los proyectos los ha hecho muy vulnerables ante los progresos de la tecnología digital. La falta de ingresos publicitarios y la dificultad para encontrar un modelo de negocio sostenible constituyen el problema principal para los editores. También hay publicaciones que crearon ediciones digitales por una cuestión de inercia –la aparente necesidad de estar presentes en internet– más que por convicción.
Un inconveniente muy significativo en el ámbito de la prensa local y comarcal en internet es precisamente la actualización constante de los webs. La mayoría los actualiza solo una vez al día, como las ediciones impresas. En el caso de los semanarios, la indefinición todavía es más patente, en el sentido de que no saben si tienen que colgar noticias diarias o mantener la periodicidad semanal de las ediciones impresas.
Lo que se pone de manifiesto, en cualquier caso, es que los medios tradicionales están muy preparados para afrontar esta nueva «era digital» por su capacidad de generar contenidos. Pero esta materia prima se tiene que manufacturar de forma diferente, con profesionales formados en el lenguaje multimedia y desde estructuras «menos jerarquizadas», según lo que apuntan algunos expertos en la materia. En todo caso, estar en internet tiene sentido si se obtiene un provecho. Las opciones multimedia, la interactividad, la personalización, la documentación en línea y la comunidad virtual se tienen que poder explotar de forma efectiva, y esto quiere decir dedicar más recursos.
La prensa tradicional ha experimentado una fase de desconcierto muy notable que, a estas alturas, todavía no se ha superado. En el sector de la prensa en papel, la crisis económica ha acabado por extender un estado de gran desaliento.
Pero la euforia de internet de la última etapa del siglo xx no ha sido progresiva. La llamada «burbuja digital» explotó en 2001. Grandes grupos como Zeta o Planeta habían invertido muchos millones en negocios relacionados con internet y empezaban a perder la paciencia porque no había beneficios. El pesimismo sustituyó la euforia inicial y algunas divisiones digitales fueron desmanteladas. Afortunadamente, esta actitud también fue transitoria.
La prudencia dictaba que había que plantearse si sería rentable cobrar por las versiones en línea de las publicaciones en papel. El Extra!-Net de Alfons Cornella, por ejemplo, se reconvirtió en Infonomia.com, un portal con artículos de pago. Muchos de los diarios comarcales que aún no tenían web entraron en el ciberespacio en 2001: Diari de Tarragona, El 9 Nou, El Punt... Este último lo hizo a través de Vilaweb. Los portales COMEmissores.com y XTVL.org permitieron que las radios y las televisiones locales dispusieran de una página propia, con un sistema automático para colgar piezas audiovisuales.
Los medios digitales han vivido una transición hacia el optimismo desde la explosión de la «burbuja digital», si bien más a escala estatal y nacional que local, donde la efervescencia se ha manifestado de forma mucho más discreta. En el mes de febrero de 2009, coincidiendo con el trigésimo aniversario del diario, El Punt de Girona comenzó una nueva versión del web, desvinculada de Vilaweb con la que había mantenido una estrecha relación a lo largo de ocho años.

9. La Administración electrónica

El desarrollo y la universalización –sobre todo, a partir del final de los años noventa y comienzo del 2000– de la llamada red de redes ha generado un amplio debate y un estudio sobre su impacto en el periodismo y en los medios de masas conocidos hasta ahora: la prensa, la radio y la televisión. Uno de sus efectos más subrayados es la desaparición de la necesidad de usar un intermediario –los medios mencionados– para hacer llegar el mensaje al receptor.
Actualmente, sin necesidad de las inversiones requeridas para poner en marcha un diario, una radio o una emisora de televisión, cada institución, organización, asociación o individuo puede crear una página o portal web con el que pueda explicar y mostrar los contenidos que considere adecuados a una audiencia potencial masiva.
A este factor se le suma el hecho, no menos relevante, de que internet posibilita la interactividad entre emisor y receptor, lo cual abre un anchísimo abanico de posibilidades que sobrepasan el objetivo comunicativo de los medios tradicionales. Con estos dos elementos, descritos breve y concisamente como referencia, resulta claro que la comunicación institucional se convierte en una de las áreas en las que los beneficios potenciales y la influencia de esta realidad abre un mayor número de expectativas.
Tal y como apunta el autor Carlos Soria, la comunicación institucional, finalmente, se configura como una mediación entre la institución y el público o públicos a los que se destina el mensaje comunicativo. El trabajo de la comunicación institucional está entrecruzado, es decir, se mueve en el escenario de una concentración de intereses de públicos diferentes: el público interno de la institución; la propia institución; y los públicos externos que de acuerdo con la naturaleza de la institución estarán más o menos fragmentados: clientes potenciales, anunciantes, patrocinadores, organismos públicos, creadores de opinión, medios de comunicación, inversores, legisladores, organismos profesionales.
También forman parte de los públicos externos las asociaciones vecinales, ecologistas, plataformas y coordinadoras que actúan como líderes de opinión y denuncian continuadamente la falta de comunicación entre esta parte de la ciudadanía y la Administración.
Dentro de esta, destaca especialmente la circunscrita a las administraciones públicas. Cómo escribe el investigador Pedro Lozano Bartolozzi, «las nuevas tecnologías y las llamadas infovías o autopistas de la información han alterado completamente los sistemas anteriores de conexión y transporte de mensajes entre las personas, las empresas, los grupos sociales, las instituciones de todo orden y, por supuesto, las administraciones públicas, y han facilitado la generación de un diálogo multitudinario y multidireccional, pero a la vez más fluido, incontrolado y fraccionado».
Es evidente, pues, que los sistemas de información y comunicación de las administraciones municipales en formato más tradicional, o sea en papel –los boletines–, se han visto complementados –o sustituidos– por nuevos instrumentos, eso sí, al servicio de los mismos objetivos.
Cada vez resulta más común el uso de expresiones como e-administración o administración electrónica. Esta última es la que utiliza el experto en comunicación Douglas Holmes, que la define como «la [administración] que utiliza las tecnologías de la información, especialmente internet, para dar servicios públicos de una forma más adecuada, orientada al destinatario, eficiente, mejor y diferente». Una mayor proximidad y utilidad son los objetivos que persigue una nueva forma de administración, cuya aplicación y extensión forman parte de las políticas estratégicas de entidades como la Unión Europea, que incluyó el e-government como una de las bases del Plan de acción eEurope 2005.
La meta marcada en este apartado contemplaba el logro de la plena prestación telemática de veinte servicios esenciales, perfectamente identificados, antes del 1 de enero de 2005: doce para ciudadanos y ocho para empresas. Estos servicios afectan campos muy diversos: documentos personales, impuestos, certificados de hechos viales, obtención de permisos y licencias, etc.
El verdadero peso de la Administración electrónica recae en la escala más local, es decir, los ayuntamientos. Es en el nivel local donde el potencial de la Administración en línea es mayor porque hay numerosos contactos entre las autoridades locales y los habitantes y son múltiples los servicios que se prestan en este ámbito.
Así pues, prestación de servicios, internet como apoyo y carácter local son tres de las principales características que definen el presente y el futuro de la Administración electrónica. Las páginas web de los ayuntamientos se convierten, por lo tanto, en un ejemplo apropiado de fusión de comunicación institucional y de servicios con el ciudadano como principal referente.
Así, se está produciendo una transformación donde el concepto de servicio aparece bajo un molde nuevo. En los últimos tiempos hemos asistido a la conversión de páginas web municipales en un tipo de portales donde el usuario encuentra valor añadido en forma de listas de teléfonos, acceso a diferentes impresos municipales, información especializada, etc.
Además, sus responsables han descubierto que los ciudadanos que acceden a sus páginas no solo buscan información, por lo cual ya incluyen otros servicios de valor añadido que hasta ahora no habían previsto como por ejemplo el correo electrónico, el tiempo, el tráfico, la solicitud de certificados o becas, etc.
Las páginas web de los municipios sacan provecho de la capacidad de recuperación, las posibilidades multimedia, la hipertextualidad y la interactividad que ofrece la red con el fin de convertirse en la referencia más próxima para todos aquellos grupos de ciudadanos que quieren acercarse a su ayuntamiento. Convierten sus páginas en entornos virtuales, en algunos casos cercanos a los audiovisuales, en los que se funden la información y los servicios, puesto que de lo que se trata es de hacer de la información habitual un instrumento útil para la vida diaria, no un mero objeto de conocimiento.
Ya no se trata de ser simples apoyos de noticias, sino que hay que aprovechar las ventajas interactivas de la red y presentar una oferta de servicios, entre los que destacan la comunicación por correo electrónico con los miembros de la corporación, la obtención de documentos personales o la información especializada para grupos particulares, que cada vez son más exigentes en sus demandas informativas.
Del mismo modo que sucede en los diarios digitales, la oferta de servicios, como la interactividad, ha sido desde el primer momento uno de los principales pilares sobre los cuales se sustenta la oferta de los portales municipales. Son páginas enteras dedicadas a servicios e información sobre las diversas facetas que conforman la vida diaria de los municipios. Aunque su horizonte es ofrecer un producto que el usuario medio pueda manejar de modo sencillo e intuitivo, este tipo de servicios requieren todavía especialización y conocimiento por parte de los ciudadanos.
Según el Cens dels mitjans públics catalans de comunicació local, en 2006 un 79,6 por ciento de los municipios catalanes disponía de una página web con información de carácter municipal y ciudadano. En la actualidad se ha alcanzado el pleno: el 100% de los ayuntamientos catalanes dispone de su propio web.
Como conclusión podemos decir que las administraciones municipales han hecho una apuesta irreversible por la aplicación de las nuevas tecnologías en el ámbito de la comunicación. Sin embargo, se hace patente que persisten algunos problemas e inconvenientes –en algunos casos, atávicos– que cuestionan el funcionamiento correcto de las actividades comunicativas e informativas de determinadas instancias oficiales. El tema de la falta de profesionalización es todavía demasiado común en la mayoría de administraciones municipales.
Habría que tomar conciencia –incluso en los ayuntamientos demográficamente más modestos– de que el profesional de la comunicación debe tener una formación específica y, por lo tanto, hay que describir el puesto de trabajo adecuadamente y cubrirlo con concursos-oposiciones libres y transparentes, para que los aspirantes sean titulados universitarios en periodismo, publicidad y relaciones públicas o en comunicación audiovisual.
Es cierto que, en general, cuando un responsable político llega a ocupar un cargo institucional, mantiene la práctica de nombrar un director de comunicación como cargo de confianza, el cual suele aplicar el viejo principio de dividir las informaciones en negativas y positivas para evitar con la máxima diligencia que las informaciones negativas no trasciendan en los medios periodísticos locales y, naturalmente, presionar a los periodistas de estos medios para que aparezcan solo las noticias buenas.

9.1. El contenido de los webs

De acuerdo con un estudio relativo a la comarca de la Selva –complementado con datos de un análisis en proceso de elaboración de la totalidad de las comarcas gerundenses–, que en buena medida se puede hacer exhaustivo al conjunto de Cataluña, podemos extraer las conclusiones siguientes:

10. La prensa gratuita, modelo de la comunicación local

La relación entre la prensa gratuita no institucional y la comunicación local es muy peculiar, puesto que se trata de un modelo muy característico de comunicación de proximidad y representa la constatación de que la publicidad resulta suficiente para financiar productos informativos dirigidos a públicos bastante definidos, siempre que dispongan de un buen departamento comercial y de una distribución eficaz en su área de influencia.
En Francia la prensa gratuita apareció en 1960, y en poco más de tres décadas su difusión llegó a la cifra astronómica de 24 millones de ejemplares. En Gran Bretaña y en Estados Unidos la potencia de este modelo periodístico también es muy considerable.
En el Estado español el fenómeno se introduce de una forma algo más lenta, pero en las últimas décadas del siglo xx su protagonismo en el mercado de la prensa escrita también es indudable, hasta el punto de que atrae la atención de grandes grupos de comunicación, como el Grupo Zeta, que llegó a publicar más de setenta cabeceras de prensa local gratuita, de periodicidad quincenal o mensual, en varios puntos de la geografía estatal.
En Cataluña, en los primeros tiempos, los contenidos de la prensa gratuita –inicialmente poco informativos– representaban un primer contacto con el idioma catalán escrito para muchas familias procedentes de la inmigración –especialmente de Andalucía– que cogían la revista para consultar la hora de la emisión de un programa de televisión o para consultar las ofertas de las agencias inmobiliarias.
En 1969 se publicó el primer semanario gratuito de Cataluña, Claxon de Tarragona y también en decenas de ciudades medianas del país que, una detrás la otra, descubrieron la prensa gratuita a través de nuevos títulos como El sac comercial de Osona (1977), Tot Mataró (1981), Tot Badalona (1981), La Fura de Vilafranca (1982), Capgrós de Mataró (1984), El Pregó del Vallès (1984), El Pregó de Sabadell (1984), Aquí (1985), Zona Alta de Barcelona (1985), Tot Sant Cugat (1986), L’Ham de Banyoles (1986), Tot Cerdanyola (1987), Reclam d’Osona (1988), Revenda (1990), Reclam La Cerdanya y Reclam Alt Urgell (1992), 3 Viles (1993), Nou Palafrugell (1993), Punt de Venda en Alt Empordà y Baix Empordà, la Garrotxa y el Gironès (1993) –en este caso, hay que decir que se trata de prensa gratuita editada por un medio de un cierto alcance territorial como es El Punt–, El Tot en Granollers y el Vallès Oriental (1993), Secundària (1994), Pànxing Tot Cerdanya (1995), El Pregó de Terrassa (1995), Cop d’Ull (1995), el mensual Mataró Report (1996) o El Mercat de Girona (1997) para citar solo algunos.
Estas publicaciones, la gran mayoría semanales o quincenales, en muchos casos compartían el mercado local con otros medios de pago y ocuparon el vacío que existía en el mercado comunicativo local. De este modo, la prensa gratuita, desde diferentes planteamientos empresariales, formatos y modelos, se fue extendiendo por todo el territorio.
A caballo de la Associació Catalana de la Premsa Gratuïta, creada en 1997, esta nueva prensa fue tomando conciencia periodística para convertirse definitivamente en el medio de referencia informativa en muchas comarcas catalanas. Se podría afirmar que el modelo más característico de la prensa gratuita en Cataluña es el de un medio que se ha profesionalizado, y en algunos casos ha sustituido y en otros ha complementado el papel de la prensa local tradicional.
Su distribución masiva se ha producido a través del buzoneo u ofreciéndolo en puntos estratégicos de gran tránsito de pasajeros, como por ejemplo el metro de Barcelona. En 2006, el conjunto de publicaciones de la Associació Catalana de la Premsa Gratuïta (ACPG) tenía una tirada conjunta superior a los 2.800.000 ejemplares y un público potencial de 4,5 millones de lectores.
La aparición de la prensa gratuita, y todavía más su consolidación, provocó una profunda desazón entre los empresarios de la prensa de pago, en la medida en que podía convertirse en una competencia directa. Seguramente era un temor sin fundamento, puesto que según el propio sector, los consumidores de televisión y radio no necesariamente proclives, en general, a la compra de prensa, adquirieron, en algunos casos, el hábito de una lectura periodística que iba más allá de lo que le podía ofrecer la prensa gratuita. Además, muchas imprentas de diarios de pago acogieron el trabajo de impresión de prensa gratuita.
A principios del siglo xxi, la prensa gratuita se consolidó y se convirtió en un sector empresarialmente fuerte que sigue impulsando nuevos medios en catalán, tanto de televisión, como de radio y prensa escrita y muy especialmente en el ámbito de internet. Es, por lo tanto, un sector clave para el desarrollo del mundo de la comunicación en Cataluña.
Las características que presenta este modelo comunicativo favorecen la introducción en el ámbito publicitario de empresas locales modestas, que difícilmente podrían promover sus productos en los medios tradicionales, dado el precio elevado de sus tarifas, lo cual no excluye que marcas o empresas consolidadas no hayan recurrido a la prensa gratuita para llegar a un público no lector de prensa de pago –son anuncios de las llamadas centrales de medios, que distribuyen sus paquetes publicitarios y sus campañas a escala estatal–, hecho que se magnifica si tenemos en cuenta que en el Estado español compra diarios poco más de un 10 por ciento de la población.
Sin embargo, de hecho el perfil del lector de prensa gratuita es el de un joven de 30 a 35 años, de clase media y media alta, con estudios de segundo grado. O sea, desde el punto de vista de la penetración publicitaria, el perfil de lector es inmejorable. La publicidad del cliente modesto centra la atención de los promotores de los medios de proximidad. Así, en el ámbito de la prensa local –tanto de pago como gratuita–, la publicidad de los anunciantes modestos y los anuncios clasificados representa dos tercios de los ingresos.
Según el Informe de la comunicació de Catalunya 2005-2006, de las 35 publicaciones integradas en la Associació Catalana de la Premsa Gratuïta en 2003, se pasaron, dos años más tarde, a más de 80. En cuanto a la periodicidad, 47 eran semanales, 19 mensuales, una bimensual, 4 quincenales y 4 diarias. Las tipologías de la prensa gratuita combinan productos únicamente publicitarios o comerciales con publicaciones que incorporan cada vez más informaciones, ya sean de servicios o de actualidad local.
La crisis económica que se empezó a manifestar con claridad en 2008 encontró como víctima propiciatoria la prensa gratuita, dada la notable recesión del sector publicitario. Pero en todo caso, insistimos en una idea que va más allá de las vicisitudes de financiación coyunturales y que afecta al contenido del medio: la prensa gratuita tiene que fundamentarse en contenidos de carácter informativo de poca extensión, notas cortas, crónicas minúsculas, de lectura rápida y fácil, característica muy favorable a la creación de nuevos lectores. El ámbito de la interpretación de la noticia está reservado a los medios de un alcance superior, incluidos, está claro, los de carácter local.
En la actualidad, y según el Informe de la comunicació a Catalunya, 2011-2012, la mayoría de las publicaciones gratuitas distribuyen entre 20.000 y 30.000 ejemplares.