Capítulo I
LA COMUNICACIÓN LOCAL EN LA ÉPOCA DE LA GLOBALIDAD
Hace falta relativizar la dicotomía global-local, sobre todo si existe la tentación
de introducir términos de exclusión. Hacen falta escenarios locales para actuaciones
globales. Internet es un medio de comunicación que permite por primera vez la comunicación
entre muchas personas, a una escala global, pero con importantes repercusiones en
los escenarios locales. A la opinión pública –por decirlo más inequívocamente, al
receptor– le interesan preferentemente las noticias locales.
En una encuesta publicada por Jaume Guillamet, se ponía de manifiesto que casi el
70 por ciento de los lectores de prensa comarcal la leían para la información de proximidad,
y que un 82 por ciento de la ciudadanía lectora de diarios prefería la prensa local
a la nacional o estatal. Resulta evidente, pues, que el consumidor de información
quiere tener un conocimiento exhaustivo de su entorno más inmediato.
Pero sin duda el término local se tiene que considerar, en la actualidad, exclusivamente
en el ámbito de los contenidos, puesto que el segundo elemento que ha definido tradicionalmente
el concepto de local, el receptor –la cobertura–, ha trascendido el espacio físico
con la incorporación de la red de internet. La información local hace referencia,
sobre todo, a unos contenidos definidos en términos geográficos, sociales y culturales
y al tratamiento de los acontecimientos que se producen en este marco, o a otros contenidos
que afectan especialmente a los ciudadanos de este territorio.
Se trata de una comunicación de servicio, directa, cercana, que pontifica sobre los
contenidos más cotidianos y que se retroalimenta de sus receptores. La comunicación
de proximidad no dispone de la amplitud panorámica ni de la diversidad de la comunicación
general. No las necesita porque su ámbito de recepción le exige detalle y concreción,
a diferencia de los medios que tienen que atender a públicos más universales.
Está claro que el concepto local no tendría que representar la antítesis del concepto
global. Pensar localmente y actuar globalmente, esta es la fórmula que da sentido
a los procesos comunicativos, lo que se conoce como «glocalización», un modismo que
define esta realidad. De hecho, las tecnologías actuales no únicamente multiplican
los espacios globales, sino que también multiplican los espacios locales. En esta
paradoja aparente se puede interpretar la revitalización del interés por la idea de
local.
Es bien cierto que la sociedad digital ha representado un instrumento muy valioso
para el desarrollo de la comunicación local, puesto que le ha permitido disponer en
igualdad de condiciones de los elementos que, hasta entonces, eran exclusivos de la
comunicación general, es decir, el acceso a los datos, su tratamiento y el proceso
tecnológico de elaboración del producto y, finalmente, su difusión.
El buen comunicador es el que sabe buscar la relación de la información local con
contextos geográficamente más amplios, ya sean nacionales, estatales o internacionales,
el que investiga e interrelaciona, aquel a quien no le satisface la publicación de
un simple comunicado oficial o la información que se ofrece en una rueda de prensa
y se apresura a interpretar y contextualizar la información.
El sociólogo Manuel Castells ha reflexionado en torno a la necesidad de incardinar
escenarios locales para las actuaciones globales, y ha descrito internet como el instrumento
que ha permitido, por primera vez, la comunicación de muchos a muchos en un tiempo
escogido y a una escala global, pero con importantes repercusiones en los escenarios
locales. De hecho, resulta indispensable la participación ciudadana en la elaboración
de información de calidad vehiculada desde la red.
La intención de preservar la cultura propia y la necesidad que tiene cualquier receptor
de sentirse partícipe del contenido de los medios que lo rodean representan la única
arma que tienen los medios locales para equipararse al resto en el proceso de globalización.
Y fijémonos atentamente en el hecho de que la globalización no tiene que comportar
necesariamente homogeneización cultural y social. La comunicación local insertada
en el contexto global representa, en la época de las nuevas tecnologías, la confirmación
de una realidad: la articulación y pervivencia de las identidades locales y nacionales.
Global y local constituyen las dos caras de una misma moneda. Mientras que en los
últimos años se han extendido sin freno las redes que posibilitan la intercomunicación
en tiempo real a lo largo y ancho del planeta, el valor social de la información local
ha experimentado un adelanto impensable.
1. La figura del comunicador local
El imaginario popular ha mantenido, con demasiada frecuencia, una actitud de cierto
desprecio hacia la figura del comunicador local. Se ha establecido una jerarquía convencional
que pretende relegar a un estrato inferior la comunicación de proximidad. Este análisis
valorativo de la profesión resulta absolutamente contradictorio, más aún si nos atenemos
a la inequívoca realidad de que, en esencia, el buen comunicador fundamenta sus conocimientos
en la práctica de la comunicación local.
El periodista del medio local tendrá a su disposición los elementos necesarios para
desplegar los auténticos valores profesionales: acceso directo a las fuentes, dominio
del entorno inmediato, capacidad real para generar debate y participación ciudadana.
Además, las nuevas tecnologías le proporcionan los instrumentos de los que tradicionalmente
carecía para poder contextualizar, de manera más general, sus informaciones. Aun así,
asumirá un notable riesgo: la injerencia o presión –directa o indirecta– de los poderes
locales.
No obstante, no podemos olvidar que la información local, además de ofrecer e interpretar
una noticia e interrelacionarla, si se tercia, con ámbitos más generales, no puede
obviar la información detallada y precisa de los teléfonos útiles, de las farmacias
de guardia o de las carteleras de cines y teatros, porque esta es la información de
servicio que le corresponde dar y que le otorga buena parte de su personalidad.
La comunicación de servicio es indispensable para orientar al usuario hacia una dirección
determinada o situarlo de un modo concreto ante un acontecimiento, y todo ello porque
esta información lo afecta personalmente, porque responde a sus necesidades y a sus
inquietudes.
El periodista local no obtendrá pleno éxito en su tarea profesional si no tiene un
conocimiento absoluto de su entorno inmediato y de las características esenciales
del funcionamiento de la sociedad local, de las fuentes imprescindibles para conocer
el cómo y el porqué de las noticias y de los servicios básicos que afectan a los ciudadanos.
Todo este conocimiento es indispensable e, incluso, en ocasiones habría que considerarlo
como tanto o más importante que la supuesta condición, en un periodista, de saber
escribir correctamente y saber aplicar la preceptiva del oficio periodístico.
En este ámbito de proximidad, las fuentes de los periodista tendrán que ser, en gran
medida, muy cercanas: personas, instituciones y organismos que facilitarán la información
que necesitan los medios para suministrar las noticias. Y, naturalmente, serán fuentes
de doble recorrido, de ida y vuelta. O sea, en ocasiones el periodista buscará, a
través de sus contactos la información y, a veces, la noticia le llegará por iniciativa
del productor o protagonista, que tendrá interés en difundir determinada información.
Como explica el profesor de comunicación Héctor Borrat, la obtención de fuentes fiables,
que actúan con rigor y seriedad, constituye una tarea prioritaria del periodista que
pretende hacer un trabajo de calidad. Sin duda, el número, la calidad y la diversidad
de las fuentes otorga credibilidad a los periodistas y a los medios y, al fin y al
cabo, refuerza la influencia.
La dimensión y proyección de la agenda de contactos del periodista será clave para
desarrollar con garantías su función informativa. Está claro que las ventajas que
proporciona la proximidad a la hora de disponer con facilidad de fuentes orales, se
pueden ver enturbiadas por los riesgos que comporta la relación directa con el poder
político local, demasiado a menudo dispuesto a presionar al informador.
El especialista en temas de comunicación David Randall pone de relieve los riesgos
generados por las presiones de los anunciantes y de los principales actores en los
medios locales, en el marco de la concepción del periodismo universal, la importancia
del periodismo veraz, profundo y contrastado en todos los ámbitos, incluso, naturalmente,
los de proximidad.
En definitiva, las características fundamentales del ejercicio profesional del comunicador
local se sustentan en unas características muy definidas y diferenciadoras de la comunicación
general y que se refieren a la proximidad –relación muy cercana entre las fuentes
y el destinatario final de los mensajes–, a la interactividad –proximidad que se establece
entre el sujeto emisor y el sujeto receptor que facilita la intercomunicación entre
ambos actores de los proceso comunicativo–, a la función de servicio –la información
está pensada para satisfacer necesidades cotidianas y básicas del receptor– y al lenguaje
directo –en ocasiones, incluso las expresiones son muy propias del territorio y susceptibles
de resultar ininteligibles para un receptor de fuera del área de difusión de la comunicación.
1.1. El papel de los blogs
La introducción de las nuevas tecnologías ha afectado, y mucho, el ejercicio profesional
en todos los ámbitos de la comunicación, tanto general como local. Esto es una realidad
indiscutible, desde los puntos de vista de la obtención y de la difusión de información.
La posibilidad de que cualquier persona con unos mínimos medios tecnológicos pueda
recibir y emitir información, desvirtúa, sin duda, la imagen tradicional del proceso
de comunicación.
La figura del blog toma un protagonismo progresivo y, en casos concretos, se convierte
en una fuente complementaria o alternativa de información y opinión. A menudo el periodista
tiene que recurrir a la información de un blog para construir una noticia. Es el periodismo
3.0: las redes sociales permiten socializar la información y se manifiesta una dificultad
para definir los actores del proceso de comunicación descrito por el pionero de la
ciencia política y de las teorías de la comunicación Harold Laswell, cuando los roles
del emisor y el receptor se confunden. Aparentemente, cualquier persona puede ser
periodista e, incluso, cualquiera puede ser editor.
Hasta hace poco había algunos emisores y la masa receptora –el público. Ahora no,
actualmente el público puede convertirse en emisor. Esto nos sitúa en un debate eterno:
¿el blog es periodismo? No entraremos a discutirlo, pero hay que reivindicar que los
blogs cumplan con unos preceptos básicos: publicar textos de calidad, ofrecer las
fuentes a los lectores, documentarse y ofrecer esta documentación a los lectores y
atender a la máxima «enlaza y te enlazarán».
Es evidente, pues, que se rompe, y de qué manera, con todo el peso de la tradición
histórica en el desarrollo del oficio de periodista. Este nuevo estadio en la producción
y difusión de información ha tenido también una incidencia absoluta en los ámbitos
locales, donde hay cada vez una mayor demanda social de una información más útil y
participativa, orientada a satisfacer la demanda y los intereses cotidianos de los
usuarios.
Sin embargo, si trasladamos la reflexión a un ámbito más moral y nos interrogamos
sobre la responsabilidad que tiene el comunicador local, tendremos que convenir en
que tiene exactamente la misma responsabilidad que cualquier otro comunicador, es
decir, es responsable de informar con claridad y veracidad, y naturalmente informar
y entretener no se diferencia en lo más mínimo de la responsabilidad de formar. En
una sociedad en que el factor de socialización más importante son los medios y la
publicidad, mucho por encima de los factores tradicionales –o sea, la familia y la
escuela–, la responsabilidad del emisor se multiplica enormemente.
Un profesional de la comunicación es, sobre todo, un profesional de la comunicación
que, posteriormente, aplica el conocimiento específico que puede tener sobre la comunicación
a un contenido especializado. Es decir, el periodista económico es primero periodista
y después aplica el periodismo a la economía. Pasa lo mismo con el periodista científico
o el periodista local.
2. La información y el territorio, pero ¿qué territorio?
En la dicotomía entre comunicación local y comunicación global es importante insertar
el concepto de identidad cultural, el cual expresa un sentimiento de pertenencia a
un lugar, a una época y a una comunidad. La globalización puede alterar los principios
de identidad, sobre todo si pensamos que las relaciones de las personas ultrapasan
las fronteras naturales y tradicionales. Es evidente que en este contexto los medios
tienen un papel protagonista indiscutible.
Ciertamente, desde la aparición de la imprenta en el siglo xv, la reproducción y la difusión de textos a gran escala propicia la creación de nuevas
formas de difusión de ideas, especialmente las publicaciones periódicas. No insistiremos
en la gran influencia y capacidad de persuasión que han tenido estos medios, habitualmente
controlados y dirigidos por el poder.
Los medios de masas son medios de difusión de ideas que tienen una influencia muy
superior a la que nunca hayan podido tener otros instrumentos tradicionales de transmisión
ideológica, como por ejemplo la escuela, la religión o la edición de libros. Y estos
medios de comunicación de masas tienen en el ámbito de la sociedad el efecto de la
lluvia fina, puesto que inyectan en sus receptores, de una forma poco perceptible
pero muy eficaz, todo tipo de ideas, actitudes y comportamientos pasivos.
La prensa escrita, la radio, la televisión y ahora más que nunca internet, nos hacen
llegar a casa, día a día, mensajes –a menudo informaciones llenas de opinión–, que
nosotros recibimos –aceptamos– quizás sin mucho interés, pero a buen seguro también
sin mucho esfuerzo. Los medios, pues, transitan por nuestras vidas, se convierten
en persuasión constante y prefiguran nuestra manera de pensar y de entender el mundo.
La identidad, pues, insistimos, está íntimamente asociada a un territorio, pero con
la mirada desde la globalización. Es lícito e, incluso, necesario preguntarse de qué
territorio se trata.
Para aclarar algunas incógnitas que se suscitan cuando se vincula información y territorio,
hay que tener presente dos elementos del proceso comunicativo: las características
del mensaje y la percepción del receptor. Con las nuevas tecnologías se diluyen otros
elementos que tradicionalmente han sido fundamentales para definir la condición de
proximidad: la sede del emisor y el ámbito geográfico de la difusión.
Sin embargo, la aplicación de estos preceptos permite mantener el esquema territorial
clásico de los medios de comunicación, o sea, los medios estatales, los nacionales,
los interprovinciales, los provinciales, los comarcales y los locales. El modelo menos
habitual en Cataluña sería el del medio interprovincial, aquel que tiene la sede editorial
en una ciudad o capital de provincia y cuya difusión supera los límites geográficos
de esta.
La experiencia más diáfana la representa el diario gerundense El Punt, que aplicó una estrategia de implantación territorial fundamentada en ediciones
comarcales –alcanzaba territorios no coincidentes con la división provincial del país–,
con una clara vocación de convertirse en un diario nacional, pero que se quedó a medio
camino del proyecto.
La definición de un modelo de comunicación territorial no implica que sus contenidos
se circunscriban exclusivamente a su ámbito geográfico, a pesar de que estén muy condicionados
en su territorio. Huelga decir que las noticias de cariz internacional o estatal también
están presentes en los medios nacionales y, en mucha menor medida, en los de ámbito
comarcal, si bien desaparecen casi del todo en los medios locales.
Si los contenidos se pueden disociar del área geográfica, lo que resulta incontestable
es el papel determinante de la frontera lingüística. La comunicación será difundida
solo con la lengua o las lenguas en que se puede entender. La penetración social de
cualquier medio de comunicación –también del local con vocación universal– está sujeta
a la lengua. A pesar de que las posibilidades de difundir mensajes son hoy casi infinitas
–los destinatarios potenciales son prácticamente ilimitados–, se tienen que expresar
en una lengua que estos destinatarios potenciales puedan entender. Es absurdo y no
tiene sentido llegar a un público que no entienda la lengua del medio. Medimos y relativizamos
el impacto de las nuevas tecnologías en la transmisión de los mensajes.
Otra cosa es la recreación de la identidad a miles de kilómetros de distancia gracias
a los medios de comunicación y a su difusión global. Pensamos en un catalán residente
en Estados Unidos que puede leer a través de la red los diarios editados en Cataluña,
o bien puede escuchar sus retransmisiones radiofónicas favoritas, como por ejemplo,
y a guisa de ejemplo, los partidos de fútbol del Barça del periodista Joaquim M. Puyal.
Es una forma inmejorable de entender que las nuevas tecnologías no solo han permitido
la globalización, sino que también han multiplicado los espacios locales.
En los tiempos en que vivimos, es imprescindible poner en práctica una estrategia
local y global, como fórmula para garantizar la presencia en el mundo y como antídoto
contra los riesgos de asimilación que comporta la globalización. Un medio local ya
no puede conformarse en pensar únicamente en su territorio. Hace falta una proyección
exterior, una proyección global.
Pero, si orientamos la mirada hacia adentro, ¿cómo puede afectar a nuestra identidad
el sinnúmero de medios y mensajes que nos llega a través de la red? La identidad no
es algo inamovible, sino que la tenemos que considerar, tal y como propone el filósofo
alemán Jürgen Habermas, como un proyecto en construcción.
La globalización se caracteriza, desde un punto de vista cultural, por haber facilitado
la universalización de las relaciones entre los pueblos. Se diluye la mirada única
y etnocéntrica para dar paso a nuevas formas culturales y a nuevas dinámicas que conjugan
la realidad global con la local. La mirada y el diagnóstico del fenómeno local es
moderadamente optimista: la cultura se va construyendo a través de la interacción
social y el uso de los medios de comunicación.
Los medios actúan, pues, como unos elementos poderosos de consolidación de una identidad
cultural y como verdaderos actores sociales. Su función va mucho más allá de reflejar
la realidad y se convierten en constructores sociales. Participan activamente en la
elaboración del espacio y del tiempo social, en la forma de establecer las relaciones
culturales y las formas de representarlas.
El concepto de identidad cultural, étnica o nacional, en tiempo de globalización,
permite cuestionar visiones esencialistas y estáticas y abre espacios de dinamismo
en reelaboración constante. El concepto de asimilación o destrucción de la identidad
pierde consistencia a favor del concepto de integración de otras culturas en la del
país.
Los medios locales tendrían que defender con decisión y firmeza la realidad intercultural,
asegurar la cobertura de espacios y definir la identidad de los productos como reclamo
y como manera de propiciar la participación en régimen de igualdad en el contexto
global. Los medios deben tener un papel decisivo como factor de cohesión y de creación
de nuevas relaciones sociales, también en la era de la globalización y de la revitalización
de la realidad local, sobre todo en esta época en que las migraciones aumentan significativamente
en cantidad y variedad como consecuencia de la debilidad y la flexibilidad del mercado
laboral, que propicia promiscuidades no exentas, a veces, de conflicto.
Se han dilatado las posibilidades de compaginar una mayor intercomunicación entre
el mundo y el entorno propio. Aquí reside el gran valor de la información de proximidad
y se pone en valor su importancia para reafirmar los rasgos de identidad con esta
sociedad más local y, a la vez, más global.
3. De un tiempo, de un país
La efervescencia política que comportó la democracia después de la desaparición física
del general Franco activó un proceso de concienciación ciudadana que necesitaba instrumentos
de participación y que en el aspecto periodístico tuvo su reflejo en los boletines
de asociaciones de vecinos, partidos políticos y entidades cívicas. Sin duda, la vida
social de los barrios no se veía reflejada en las páginas de los diarios, y mucho
menos en los nacionales y estatales.
En consecuencia, a finales de los años sesenta y sobre todo en los setenta –con la
muerte del dictador–, la prensa vecinal y asociativa presenta alternativas periodísticas
hasta entonces desconocidas en el ámbito de la información. La comunicación de proximidad
tomaba carta de naturaleza y las reivindicaciones de la calle empezaban a encontrar
canales de expresión, con modestia pero también con una clara vocación de participación
ciudadana.
Las iniciativas periodísticas de cariz popular se diluían, a menudo, por problemas
de financiación o de falta de profesionalidad. Mientras que la euforia se manifestaba
con plena intensidad, la ilusión mantenía los proyectos de comunicación, pero cuando
aparecían los problemas económicos o de dedicación, el diario o la revista se resentía.
A pesar de todo, el nuevo contexto político y social, la renovación empresarial y
el resurgimiento de la prensa en catalán hicieron florecer un abanico de publicaciones
periódicas en varias ciudades y municipios de Cataluña. Los periódicos oficiales que
monopolizaron la prensa local a lo largo del franquismo iniciaron un proceso de reconversión
a partir de la disolución del Movimiento en abril de 1977, hasta la liberalización
definitiva de la prensa, que culminó con la privatización de estos antiguos diarios
provinciales del Movimiento en 1983.
Durante los años setenta, los proyectos de diarios comarcales tenían una base muy
poco empresarial –y por lo tanto, poco profesional–, y sustentaban su estructura económica
en sociedades de accionariado popular, como ya lo habían hecho Presència en Girona o El Maresme en Mataró. A raíz de esta estrategia popular surgieron diarios como Regió 7 en Manresa o El Nou 9 en Vic.
Pero la gran noticia en el ámbito de la prensa comarcal se produjo en Girona, el día
24 de febrero de 1979, con la aparición del Punt Diari, inicialmente con una débil base empresarial y bajo los condicionamientos políticos
de la transición democrática. A la cabo de poco tiempo se hizo cargo la empresa editora
Edicions Periòdiques de les Comarques, SA, y progresivamente el diario mejoró la infraestructura
y se confirmó como un medio de información «independiente, catalán, comarcal y democrático»,
según su propia definición. Se trataba del segundo diario escrito en catalán –después
del Avui–, pero con una filosofía mucho más cercana a la comunicación de proximidad que el
diario barcelonés, que tenía una clara pretensión generalista.
El Punt es un diario con vocación comarcal que progresivamente ha ido dilatando su radio
geográfico. Así, si el planteamiento inicial contemplaba únicamente cubrir las comarcas
gerundenses, posteriormente se ha extendido hasta llegar a otras comarcas catalanas.
A partir del año 1991 la editora del diario emprendía un proyecto empresarial cuyo
objetivo era dotar el suplemento dominical –la histórica revista Presència– de argumentos para que en un futuro se convirtiera en un modelo de prensa nacional
catalana. Así, desde entonces, además de El Punt, repartían semanalmente el suplemento Presència las publicaciones El 9 Nou de Vic y Granollers, el Diari de Lleida, el Nou Diari de Reus y Tarragona, El Punt de Perpiñán y Regió 7 de Manresa, que se incorporó al proyecto unos meses después. De este modo, Presència pasaba a una tirada de 70.000 ejemplares y se convertía en la primera publicación
en catalán. Posteriormente, se añadieron nuevas cabeceras al proyecto hasta llegar
a cubrir de manera regular todo el territorio catalán.
La expansión de El Punt, cada vez con más ediciones propias en diferentes comarcas catalanas, ha permitido
que el diario vaya cubriendo progresivamente todo el conjunto de comarcas catalanas,
eso sí, con algún intento sin éxito, como el del semanario Punt Catalunya Nord, que empezó a salir en 1987 como una apuesta por la recuperación cultural de la lengua
catalana en aquel territorio. Se tuvo que abandonar la iniciativa siete años después.
No obstante, la fórmula de El Punt de particularizar al máximo la información local de cada territorio –excepto las
comarcas gerundenses, donde después de un intento descentralizador, con páginas diferentes,
se terminó por unificar contenidos– ha funcionado y ha permitido a la editora actual,
Hermes Comunicacions, ir construyendo un diario nacional por ediciones que cubre todo
el territorio catalán.
A modo de ejemplo apuntamos que los datos de tiradas del año 1996, ofrecidos por la
OJD, de los cuatro diarios con más presencia en la demarcación de Girona permiten
establecer la incidencia social de medios locales/comarcales en relación con los nacionales:
La Vanguardia vendía 15.331 ejemplares, El Punt 14.590, El Periódico ocupaba el tercer lugar de ventas, con 13.533 y, finalmente, el Diari de Girona con 5.175 ejemplares ocupaba el cuarto lugar.
Sin duda, el modelo planteado y ademán en práctica por El Punt tiene un gran interés, puesto que la fórmula se sustenta en la irradiación de la
comunicación de proximidad hacia múltiples espacios locales de la geografía catalana.
El fenómeno de la recuperación de la prensa comarcal era evidente, a pesar de algunos
fracasos bastante sonados. El Correo Catalán publicó, entre los años 1984 y 1985, dos suplementos con el nombre de El Correu del Bages y El Correu del Maresme. El Correo ya había puesto en práctica la fórmula de sacar en la calle ediciones comarcales,
sin demasiado éxito, en los años sesenta y comienzos de los setenta.
El Periódico de Cataluña había ensayado pocos años antes –en 1982– una serie de ediciones descentralizadas
en varios puntos de Cataluña –una propuesta similar a la de la prensa regional francesa–,
pero la iniciativa del diario de Antonio Asensio no acabó de funcionar.
En definitiva, en aquella época, la de los años ochenta, a veces con más voluntad
que recursos, se consolidó la comunicación local, prueba inequívoca de que la información
de proximidad tenía un peso específico de gran notoriedad en los deseos de la ciudadanía.
Posteriormente, en el bienio 2005-2006, la prensa local y comarcal experimentó una
ligera bajada de difusión de los diarios y un incremento moderado del número de publicaciones
semanales, quincenales y mensuales, por la incidencia sobre todo de las publicaciones
gratuitas. Esta tendencia a la baja ha sido la constante en los últimos años. El gráfico
que presentamos a continuación indica, claramente, el descenso en la tirada de los
diarios y bisemanarios locales y comarcales:
Difusión de semanarios y bisemanarios locales y comarcales (2011-2012)
|
|
|
|
|
|
|
Cabecera
|
Empresa
|
Lugar de edición
|
2009- 2010
|
2011- 2012(A)
|
Diferencia (%)
|
|
El Punt Avui(B)
|
Hermes Comunicacions
|
Girona
|
21.487
|
28.465
|
32,4
|
|
Segre(C)
|
Diari Segre
|
Lleida
|
11.932
|
10.649
|
-10,7
|
|
Diari de Tarragona
|
Promicsa
|
Tarragona
|
11.505
|
10.358
|
-9,9
|
|
Regió 7
|
Edicions Intercomarcals (Prensa Ibérica)
|
Manresa
|
7.395
|
6.391
|
-13,5
|
|
Diari de Girona
|
Diari de Girona (Prensa Ibérica)
|
Girona
|
6.876
|
6.231
|
-9,3
|
|
Diari de Terrassa
|
Julián Sanz Soria, SL
|
Terrassa
|
4.887
|
3.893
|
-20,3
|
|
La Mañana
|
Diari de Ponent, SA
|
Lleida
|
4.592
|
3.425
|
-25,4
|
|
Diari de Sabadell(D)
|
Vallesana de Publicacions, SA
|
Sabadell
|
4.324
|
3.215
|
-25,6
|
|
El 9 Nou(E)
|
Premsa d’Osona, SA
|
Vic/Granollers
|
14.005
|
13.422
|
-1,2
|
|
Hora Nova
|
Noves Edicions Altempordaneses, SL
|
Figueres
|
2.298
|
2.425
|
9,3
|
|
(A) La difusión de los diarios corresponde a actas de la OJD de julio de 2011 a junio
de 2012 en algunos casos, y de enero a diciembre de 2012 en otros, mientras que la
de los bisemanales es la de las actas de 2011. (B) Difusión de las dos ediciones de El Punt Avui desde la fusión de las dos cabeceras: edición nacional (16.838) y edición de las
comarcas de Girona (11.627). La difusión de la edición gerundense, única que se ha
mantenido, ha bajado un 15,8% respecto a la de 2010. (C) Difusión de las dos ediciones del diario Segre: en catalán (5.535) y en castellano (5.114). (D) Diario de Sabadell no tiene control de la OJD desde el final de 2009. Los datos de 2012 son una proyección
de acuerdo con el número de lectores contabilizados por el Barómetro de la Comunicación
y la Cultura. (E) Ediciones del periódico bisemanal El 9 Nou (2009 y 2011): Osona y El Ripollès (9.372 y 9.127) y El Vallès Oriental (4.215 y
4.295).
Fuente: Informe de la comunicació a Catalunya, 2011-2012, InCom, UAB, 2014.
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4. La prensa municipal, ¿heredera de la prensa comarcal?
En aquellos primeros años de la transición, y tomando como punto de partida 1979,
con la celebración de las primeras elecciones municipales, se activa un nuevo fenómeno,
el de la prensa municipal, que con el paso del tiempo ayudará a consolidar un modelo
de comunicación de proximidad, pero que también podrá llegar a fomentar una práctica
periodística institucional con tentaciones de manipulación de la opinión ciudadana.
El panorama de la información periodística y de la comunicación en ámbitos locales
o de proximidad ha evolucionado notablemente en el Estado español, y especialmente
en Cataluña, con los cambios sociales y políticos desarrollados a partir del fin de
la dictadura y durante la transición. En esta evolución los ayuntamientos han tenido
un papel protagonista, no solo como fuente informativa básica en su territorio sino
como responsables directos de nuevos medios informativos (radios, televisiones, páginas
web y boletines de información municipal).
La prensa local –y por lo tanto, también, la municipal– se ha convertido en un instrumento
de transmisión de información, si bien a menudo, sobre todo la municipal, ha tenido
como objetivo complementario –a veces prioritario– la transmisión de valores y de
modelos ideológicos. Y no debe olvidarse que el poder y el impacto de estos medios
de comunicación no se explica por una actividad espectacular y excepcional, sino que
precisamente su influencia radica en su presencia constante y reiterada en los domicilios
de los ciudadanos.
Desde una óptica local, estos medios son susceptibles de tener un protagonismo notable
en el proceso de concienciación ciudadana, puesto que pueden llegar a incidir en la
configuración de determinadas estructuras mentales de los ciudadanos. Desde este punto
de vista, la prensa municipal se sitúa en la línea vaporosa que separa la información
de la propaganda.
Jaume Guillamet, a pesar de reconocer la novedad que significaba la prensa municipal
dentro de la prensa local, y su papel substitutorio de publicaciones privadas inexistentes
en algunos municipios metropolitanos, recordaba, ya en 1986, que esta prensa «sufre
todavía un cierto prejuicio derivado de su propia condición de prensa oficial», pero
que «su función social trasciende con mucho las lógicas tentaciones propagandísticas
de cualquier gobierno».
La prensa municipal –conocida también como BIM (boletín de información municipal)–
es uno de los ejemplos más claros de las dificultades conceptuales y prácticas que
comporta distinguir la información de la propaganda, a pesar de que las aportaciones
de varios investigadores y sobre todo de profesionales del periodismo han apuntado
en esta dirección ya desde los primeros años de existencia de los BIM.
Las intenciones y voluntades de los primeros años de democracia municipal han contrastado
a menudo con la utilización de la prensa municipal como herramienta partidista y,
finalmente, como instrumento para potenciar la imagen de los equipos de gobierno y
los alcaldes respectivos. La investigación sistemática de la prensa municipal tendría
que abrir perspectivas en la investigación sobre la comunicación política local, la
generación de opinión pública en las comunidades locales y, por qué no, aportar elementos
al debate sobre la línea divisoria ambigua entre información y propaganda.
La dicotomía entre información y propaganda aparece ya desde los primeros tiempos
de la prensa municipal, y todavía hoy es el núcleo del debate entre los mismos profesionales
periodísticos y entre estos y los políticos. La carencia de estudios exhaustivos sobre
las tipologías y las funciones de estas publicaciones dificulta acercarse a las líneas
divisorias entre estos fenómenos comunicativos y obliga a contrastar versiones y opiniones
personales, como la de Maria Rosa Cal, colaboradora del catedrático Timoteo Álvarez,
que a finales de los años ochenta destacaba que la prensa municipal intentaba copiar
la estructura de los periódicos de información general, pero sin información negativa,
con poca opinión: «Información y propaganda se entrelazan fraternalmente en estos
órganos de los gobiernos municipales», acababa afirmando.
El periodista Jaume Valls, presidente de la Asociació Catalana d’Informadors de l’Administració
Local (ACIAL), introducía un elemento capital cuando recordaba que no se podía confundir
el papel esencial de la información «como derecho y deber de las instituciones, como
pedagogía y cebo para la participación..., con la imagen y el sentido de envoltorio
vacío de contenidos que en los últimos años se ha instalado en algunas corporaciones».
Consideramos adecuado apuntar las fórmulas de boletines que definían los teóricos
franceses de Correspondance Municipal atendiendo a su contenido: el boletín del alcalde,
el del consistorio y el del municipio. Estas tres formas, con las matizaciones correspondientes,
son las que se reflejan en la prensa municipal que se edita en Cataluña. El primer
modelo correspondería a un enfoque claramente propagandístico; el segundo sería más
informativo pero con una limitación de contenidos y sin garantía de no resbalar hacia
la propaganda, y el tercero sería el modelo de revista local o prensa local para sustituir
la función de estos medios limitados o inexistentes en un municipio concreto.
Conceptualmente, es indispensable definir qué se entiende por prensa municipal. Los
boletines de información municipal son aquellas publicaciones informativas editadas
por ayuntamientos que tienen una periodicidad más o menos regular y unos contenidos
convencionalmente entendidos como periodísticos. En el campo de la comunicación local
o de proximidad, esta prensa ha sido el fenómeno menos tratado por la investigación,
hasta el punto de que más de veinticinco años después del primer impulso de la prensa
municipal, sobre todo en zonas con tradición mediática local o comarcal, no hay censos
fiables que profundicen en sus tipologías y funciones.
Nuestra hipótesis de trabajo considera la prensa municipal como un modelo, en parte
análogo, de la prensa comarcal, sobre todo cuando se convierte en un auténtico modelo
de información, de participación y de democracia. En general, la información municipal
liga plenamente con la contextualización de los boletines municipales como fenómeno
mesocomunicativo.
El profesor en comunicación Miquel de Moragas parece que pensaba en los ayuntamientos
democráticos cuando afirmaba que «un cambio en el poder de los medios, su apropiación
por una autoridad democráticamente constituida, no es suficiente para poder hablar
de democratización de la comunicación», ni para garantizar la democracia participativa.
A pesar de ello, este autor parte de la base de que las políticas de comunicación
también son competencia de los ayuntamientos y postula que la intervención correctiva
de los poderes públicos no se contradice con la libertad, pero matiza que «política
de comunicación no quiere decir sustitución de la participación, ni significa eliminar
la iniciativa privada, ni la asunción de todo el poder comunicativo, sino control
de las lagunas que se puedan haber descubierto una vez analizadas las iniciativas
públicas y privadas de comunicación».
En todo caso, la consolidación de la prensa municipal era una realidad, pero, en cambio
lo que podríamos considerar implantación masiva del modelo periodístico no se acababa
de producir. Diez años después de las primeras elecciones municipales, el fenómeno
de la prensa municipal todavía se mantenía en unos parámetros dominados por la modestia
y muy alejados del volumen del que disponen en la actualidad.
Si nos atenemos al informe del Anuario del Centro Internacional de Prensa del Colegio
de Periodistas de Cataluña, editado en 1989 y que recoge unos datos de la Diputación
de Barcelona referidos a la prensa municipal de aquel año, el 8,96 por ciento de las
revistas municipales correspondía a las ciudades de más de 100.000 habitantes, el
8,16 a ciudades entre 50.000 y 100.000 habitantes, el 34,42 a ciudades entre 10.000
y 50.000 habitantes, el 17,89 a localidades con una población entre 5.000 y 10.000
habitantes, el 24,14 a pueblos entre 1.000 y 5.000 habitantes y el 6,41 restante a
poblaciones de menos de 1.000 habitantes.
Por demarcaciones provinciales, el 57,52 por ciento de las revistas municipales se
editaban –en 1989– en las comarcas de Barcelona, el 16,81 en Tarragona, el mismo porcentaje
en Lleida y el 8,84 en las comarcas gerundenses. En cuanto a la periodicidad, dominaban
las revistas mensuales con un 35,39 por ciento, seguidas de las trimestrales con un
23,89 y las bimestrales con un 19,46. Hay que tener en cuenta que el 10,61 por ciento
tenía una periodicidad irregular. En cuanto al tipo de información que ofrecen, apuntamos
que el 62,22 por ciento informa exclusivamente de cuestiones municipales.
A lo largo de los años ochenta, pues, los ayuntamientos catalanes toman conciencia
de que los medios nacionales minimizan la información local, bajo el argumento implícito
de que lo que pasa en las diferentes localidades catalanas solo interesa a la globalidad
de sus lectores cuando los acontecimientos toman una dimensión extraordinaria o bien
afectan directamente a la capital de Cataluña. Esta realidad, junto con la necesidad
de ofrecer información del ayuntamiento y de transmitir determinados mensajes, consolida
en gran parte el modelo de comunicación municipal.
Evidentemente, la edición de prensa municipal respondía a intereses muy determinados
que buscaban el mantenimiento en el poder del equipo de gobierno. El profesor José
Ignacio Bel Mallen ha detectado aspectos poco edificantes en los boletines municipales,
que entran en contradicción con lo que tendría que ser el gran objetivo de defender
la transparencia informativa.
Así mismo, Bel Mallen denuncia la escasa presencia de los grupos políticos de la oposición,
el gran nivel de autocomplacencia informativa, los escasos niveles de opinión (casi
siempre al servicio del equipo de gobierno), la falta de credibilidad y la poca amenidad
por falta de profesionalidad. Hoy en día, todavía hay pocos instrumentos participativos
y un gran poder de decisión sobre los contenidos de la revista concentrados en manos
del alcalde o de algún otro responsable político. Poco más de un 25 por ciento de
estos medios dispone de consejo de redacción y solo un 7 por cierto cuenta con un
consejo asesor con participación de la ciudadanía.
4.1. Una función imprescindible
No obstante, la prensa municipal participa activamente en el tejido periodístico catalán
y su función, actualmente, resulta casi imprescindible. Es cierto que hay un modelo
de prensa municipal claramente propagandístico, pero a su lado existen publicaciones
rigurosas que asumen plenamente las características de una revista local que aúna
la información municipal con noticias más generales –de ámbito local– y la difusión
cultural.
Cómo expresaba la revista municipal de Torroella de Montgrí, El Montgrí, en su número 0 del mes de febrero de 1993: «La democracia la garantizan por encima
de todo las elecciones libres y también la transparencia del gobierno, que en el municipio
se hace patente en la reunión del Pleno, que es público, y en las actas, que puede
consultar cualquier vecino. Pero todavía demasiado a menudo, la información no llega
a todos los vecinos, no todos tienen conocimiento de los elementos necesarios para
poder opinar con entera libertad; elementos que van desde el conocimiento físico,
económico, social, cultural... histórico y, sobre todo, actual del municipio hasta
la información puntual, y que tienen que permitir la auténtica participación democrática
que no se puede basar en el “me han dicho que dicen que...”».
A menudo la falta de profesionalización deriva hacia la elaboración de productos periodísticos
de escasa calidad, con tratamientos informativos poco dinámicos y atractivos, con
poca imaginación en la presentación de los contenidos y en la maquetación de la revista
y con una exigua participación de la ciudadanía. Sin embargo, hay que destacar que
en Cataluña convive un modelo de revista que sobrepasa los objetivos de ser simplemente
un medio de información municipal y que actúa, así mismo, como un vehículo de expresión
y participación popular e instrumento de difusión de la historia y de la cultura del
municipio donde se edita.
Es en este punto donde convergen los intereses de la prensa municipal y de las revistas
locales, es decir, cuando la publicación desarrolla una función fundamental como medio
de comunicación local, como aglutinador y propulsor de iniciativas culturales, y como
herramienta imprescindible para la proyección del municipio.
Con el paso del tiempo, el fenómeno de la prensa municipal, editada en papel, se afianzaba
plenamente. Según el Cens de mitjans públics catalans de comunicació local, impulsado por la UAB, bajo la dirección de Pere Oriol Costa y la realización de
Marta Corcoy y Patricia L. Gómez, editado en septiembre de 2006, casi la mitad de
los municipios de Cataluña –un 49 por ciento– disponía de prensa municipal.
En cuanto a la periodicidad, la más habitual era la trimestral, con un 32 por ciento
de los municipios, seguida de la mensual con un 19 por ciento, la semestral con un
14 por ciento y la anual con un 6,7 por ciento, si bien este esponjamiento en la aparición
hace que sea difícil considerarla como una publicación periódica. El área barcelonesa
es la que presenta un número más elevado de publicaciones mensuales (29 por ciento).
El fenómeno de la prensa municipal se ha extendido por los municipios catalanes progresivamente
con la instauración de la democracia. Si antes del año 1979 solo un 4,1 por ciento
de los municipios editaba un boletín, el incremento año tras año ha sido muy significativo.
La importancia y significación de la prensa municipal en el ámbito catalán es incontestable:
los datos mensuales sobre el número de ejemplares que se editaban en el año 2006 representaban
más de 1.600.000 ejemplares en toda Cataluña, distribuidos en su gran mayoría de buzón
en buzón. Podemos aplicar, en este contexto, lo que ya hemos dicho más arriba: el
efecto social de estos medios es el de la lluvia fina, puesto que inyectan en sus
receptores, de una forma poco perceptible pero muy eficaz, todo tipo de ideas, actitudes
y comportamientos pasivos.
5. La radio y las iniciativas de comunicación local
En plena transición democrática, la red de comunicación local de Cataluña constituida
por la prensa comarcal encontraba un complemento de gran valía: la creación de las
Ràdios Lliures (1978), que se instituyeron gracias al decreto que dio libertad a las
emisoras para elaborar informativos y a las radios municipales que se empezaron a
crear a partir del año 1979, impulsadas por los ayuntamientos democráticos.
En el marco del I Congreso de Periodistas de Cataluña, que tuvo lugar en Barcelona
en 1979, reclamaron su espacio en el mapa comunicativo catalán medios que podríamos
considerar alternativos, pero que desempeñaron un papel importante en el ámbito de
la comunicación de proximidad: las radios libres y las llamadas piratas, emisoras
de radio que, sin vínculos ni servidumbres políticas ni económicas, transmitían mensajes
de cambio y de renovación política y cultural muy propios del contexto del momento.
En aquella época algunos grupos de jóvenes y radioaficionados intentaban poner en
marcha emisoras de radio en FM en varios pueblos y ciudades con el objetivo de llegar
a una ciudadanía ávida de informaciones y muy activa desde el punto de vista político
y cultural.
Los protagonistas de las diferentes iniciativas radiofónicas, algunos jóvenes incluso
con una cierta formación periodística y otras personas aficionadas al mundo de la
radio, constituyeron el embrión del fenómeno radiofónico local de la Cataluña democrática.
Se abría un espacio para un segmento de población que aspiraba a encontrar medios
de comunicación más directa que la prensa escrita. Y la radio, con la aparición de
las FM, les ofrecía el instrumento adecuado para desarrollar sus objetivos. Esto,
que era impensable con las emisoras convencionales de OM, se convirtió con la FM en
una aspiración mucho más fácilmente asequible.
Como recuerdan las periodistas Rosa Gil y Montserrat Minobis, esta juventud se lanzó
a la aventura –con o sin permiso– de crear emisoras de radio en FM para poder ampliar
la oferta radiofónica al margen de los grandes grupos empresariales o de las grandes
cadenas que hasta entonces ostentaban el monopolio radiofónico. Por lo tanto, la aparición
de varias emisoras de cariz local-comarcal favoreció la recuperación lingüística.
La expansión de las emisoras de proximidad se produjo con pocos recursos económicos
pero con una voluntad indiscutible –y en algunos casos con riesgos para las economías
personales– y con ganas de incidir en la sociedad del momento. Aportaban un plus que,
de entrada, ya las hacía especialmente importantes y deseadas: el modelo se sustentaba
en la información local.
La pervivencia económica de algunas iniciativas solo se explica por la aportación,
en forma de subvención, de dinero público a través de las administraciones municipales
y de las aportaciones económicas que generaba la publicidad del comercio local. Esto
permitió que, al cabo de un tiempo, muchas emisoras que habían nacido gracias a la
iniciativa y el esfuerzo personal y colectivo pasaran a manos de los ayuntamientos.
El sector privado, que fue el auténtico impulsor de la radiodifusión catalana, no
fue capaz de mantener el dominio y el monopolio del sector. Ya en la década de 1990,
y con unos cuantos años de autonomía, quedaba claro que la presencia de empresas de
ámbito estatal en el sector era muy representativa. Casi un 60 por ciento de las emisoras
privadas que había en Cataluña formaba parte de alguna cadena estatal, a pesar de
que las desconexiones han contemplado, a veces de forma muy desigual, la inmersión
en el contexto de la información de proximidad. La radio comercial privada catalana
no parece haber resultado lo bastante atractiva para los empresarios de la comunicación.
Igual que en el caso de la prensa escrita, los ayuntamientos han tenido un protagonismo
muy notable en el ámbito de las radios locales, especialmente en el proceso de absorción
de proyectos y realidades que nacieron de la iniciativa privada. Según consta en el
Cens dels mitjans públics catalans de comunicació local, editado por la UAB en 2006, el 21,7 por ciento de los municipios catalanes dispone
de emisora municipal de radio, con la proporción geográfica siguiente: el 34,7 por
ciento en los municipios del área de Barcelona, el 19,1 en Tarragona, el 18,6 en Girona
y el 9,1 en Lleida. La gran mayoría, un 48 por ciento, se creó en los años de mayor
ebullición política, social y cultural, los ochenta, si bien progresivamente se ponen
en marcha otras nuevas.
En este sentido, hay que apuntar que la inversión económica municipal en radio tiene
que ser necesariamente mucho más potente que en prensa, ya que los equipamientos técnicos
son más caros. Esto provoca, por un lado, un cierto retraso de los proyectos y, por
el otro, según ha puesto de manifiesto un estudio que hemos elaborado con los alumnos
de publicidad y relaciones públicas de la Universidad de Girona, que muchas radios
que oficialmente constan como operativas no emitan o hagan emisiones de cariz musical
y todavía sin ningún tipo de regularidad.
Hay que decir que para completar la programación, en especial los informativos no
locales, un 64,4 por ciento –según el censo de la UAB– conectan con otras cadenas
generalistas. ComRàdio es la cadena a la que más se conectan (un 59,8), seguida de
las emisoras de la Generalitat (un 32,6). Sin duda, esta estrategia, que responde
a la incapacidad humana para generar más informaciones del municipio, redunda negativamente
en el papel de las emisoras de radio municipales como instrumentos de comunicación
de proximidad.
Según el Informe de la comunicación a Catalunya, a finales del año 2006 había 240 emisoras municipales de FM y una de OM (Ràdio Sabadell-COMRàdio).
Se podría añadir, en el cómputo general del espacio radiofónico, alrededor de un centenar
de emisoras de signo diverso: asociativas, culturales, piratas... La radio local en
Cataluña se caracteriza porque emite y trabaja solo para la población que alcanza
su potencia de emisión, teniendo en cuenta las particularidades del territorio y su
gente, y que cada vez más va quedando reducida al sector público. Por eso, en el ámbito
de la radio, hay que considerar que el término «local» hace referencia o bien al tiempo
de desconexión programática de la cadena o bien a la radio municipal o asociativa,
cultural o de barrio.
Se manifiesta con rotundidad, y de acuerdo con los tiempos actuales, un interés creciente
del ámbito local radiofónico por las nuevas tecnologías, y sobre todo por internet.
6. Las televisiones locales
Del mismo modo que los otros medios de comunicación local, la televisión hace su aparición
buscando las rendijas informativas que dejan las grandes televisiones nacionales y
transnacionales. Ciertamente, las informaciones difundidas por los grandes medios
de comunicación social –informaciones que se presentaban cada vez más uniformadas
y que tenían en común una tendencia a la universalidad– creaban una notable insatisfacción
en muchos colectivos. Establecer canales de comunicación local respondía, pues, a
una necesidad que se concretaba en la creación de una información política y cultural
diversificada, susceptible de interesar y hacer participar al conjunto de la ciudadanía.
Este tipo de iniciativas no eran, en general, el resultado de una política de comunicación
planificada por las administraciones públicas, sino que acostumbraban a surgir bajo
el impulso de colectivos o, incluso, de ciudadanos individuales, lo cual demuestra
la potencia y la vitalidad remarcables de la sociedad civil catalana. La efervescencia
política que había traído la democracia activó un proceso de concienciación ciudadana
necesitada de participación.
Los medios se convirtieron en el instrumento de expresión idóneo de muchos segmentos
sociales que hasta entonces habían tenido muchas dificultades para acceder a los canales
de comunicación oficiales. La televisión, por su complejidad técnica y los costes
de producción y emisión –y también por el estricto control social que tiene–, fue
el último medio de comunicación que pudieron utilizar los movimientos sociales populares
o alternativos.
Las propiedades de la mesocomunicación favorecían la participación directa de la ciudadanía
en el nuevo medio. La sociedad civil encontraba una excelente plataforma para hacer
sentir su voz, circunstancia altamente impensable en las televisiones de ámbito nacional
y estatal. La década de los ochenta se inició con un nuevo panorama comunicativo que
creó expectativas amplias y desconocidas.
A principios del verano de 1980 la pionera de las televisiones locales en Cataluña,
Radiotelevisió de Cardedeu, hizo su primera emisión experimental. Pocos días después
se activaron otras experiencias: Televisió de Granollers y Ràdio i Televisió per Catalunya,
en Figueres, y al año siguiente, TV Solsona, TV Tordera, TV Sabadell, Anoia TV, TV
Comarcal Baix Llobregat, Televisió de Mataró. En aquella época aparecieron diferentes
casos bastante insólitos en pueblos pequeños que emitían los días de la Fiesta Mayor,
pero que suspendían casi inmediatamente las emisiones al no tener suficiente capacidad
técnica ni humana.
A lo largo de los ochenta, todas estas iniciativas dieron paso a una etapa muy activa,
llena y vigorosa en cuanto al desarrollo y consolidación de este nuevo fenómeno comunicativo.
Era el fruto de una época, o sea, como ya hemos recordado insistentemente, una consecuencia
directa del proceso de recuperación de libertades políticas y de la transición democrática.
Ante la situación creada por el impulso de las televisiones locales, los mismos actores
del fenómeno vieron la necesidad de establecer algunos principios básicos que definieran
el incipiente medio de comunicación local. A estos efectos, el 27 de octubre de 1984
se reunieron en Cardedeu los representantes de treinta y dos poblaciones que ya tenían
televisión local o bien que disponían de un proyecto muy avanzado para empezar a emitir,
y redactaron unas bases de autorregulación que se podrían considerar programáticas
y elementales, como por ejemplo las del cuadro siguiente.
Las bases de autoregulación
-
La televisión local tiene que ser un servicio público para la comunidad (...). Su
objetivo es dinamizar las actividades de interés social en el ámbito local.
-
No tiene sentido que haya dos televisiones locales en un mismo municipio, puesto que
la televisión local es un instrumento de participación y de acceso directo.
-
La programación tiene que ser fundamentalmente de producción propia.
-
La televisión local excluye los objetivos de afán de lucro.
-
Las televisiones locales tienen que ofrecer su colaboración a las televisiones públicas.
-
La cobertura de las televisiones locales será de ámbito local.
-
Las televisiones locales pueden admitir «información local de carácter comercial»,
después de una regulación y evitando ser motivo de presión hacia los promotores.
-
La televisión local tiene que ser una iniciativa popular entendida de dos posibles
maneras: como entidad municipal con participación del pueblo o como televisión comunitaria
gestionada por una entidad ciudadana.
El 1985, la asamblea se reunió en Sabadell e introdujo una novedad relacionada con
el año anterior: la cobertura podía ir más allá del ámbito puramente local o municipal,
siempre que las emisiones dispusieran de la autorización de los ayuntamientos afectados.
Unos meses después, la asamblea se transformó en la Federació Pro-legalització de
les Televisions Locals de Catalunya.
Las primeras asociaciones y federaciones de televisiones locales se crearon con el
objetivo inequívoco de velar por la defensa y la promoción de este medio de comunicación
incipiente. Algunas iniciativas asociativas respondían, de forma sutil, a intereses
partidistas, sobre todo cuando estaban patrocinadas por instituciones públicas.
Sin embargo, la notable diversidad asociativa que ha ido surgiendo a lo largo de los
años permite disponer de una amplia oferta con características tipológicas variadas,
a pesar de que, en general, todas tienen en común el objetivo de facilitar el buen
funcionamiento de las televisiones locales, y algunas más que otras, el de exigir
la observación estricta de los principios que las definen.
Con el tiempo, la Federació Pro-legalització de les Televisions Locals de Catalunya
se convirtió en la Federació Catalana de Televisions Locals. En sus estatutos se definía
claramente la orientación que querían dar a un fenómeno comunicativo, el de las televisiones
locales, que se encontraba en una etapa de plena consolidación. El modelo de televisión
propugnado por la Federació admitía dos tipos de concesión a sus asociados: las emisoras
municipales y las emisoras de entidades culturales sin afán de lucro, con voluntad
de ser reconocidas de interés público.
Las emisoras de la Federació tenían que fundamentar su programación en la producción
propia, hecha íntegramente en catalán, y en la producción ajena que la complementaba,
que podía ser de carácter informativo, docente, cultural o de entretenimiento, pero
que en ningún caso tenía que superar el 20 por ciento de las emisiones.
A iniciativa de la Federació Pro-legalització de les Televisions Locals de Catalunya,
en 1999 nace el Circuit de Televisions Locals (CTVL), que dos años más tarde ya estaba
integrado por treinta y dos televisiones y que actuaba en dos direcciones: facilitar
asesoramiento jurídico, tecnológico y económico y distribuir programas producidos
por las propias televisiones asociadas. Desde esta instancia se creó la Xarxa de Televisions
Locals, que se convirtió en un instrumento importante para lograr un notable grado
de cohesión y colaboración entre las televisiones locales.
Más de cuarenta televisiones locales de toda Cataluña integraban la Xarxa. A partir
de una estructura básica de coordinación y distribución de programas mediante el satélite
HISPASAT, se fomentaba el intercambio de experiencias y de programas. El objetivo
era mancomunar esfuerzos para rentabilizar producciones temáticas (cine, teatro, naturaleza...),
incrementar la calidad y así complementar las propuestas de programación de las televisiones
locales.
Por otro lado, las diputaciones de Lleida, Girona y Tarragona –con mayoría de CiU
en sus órganos de gobierno– crearon, junto con algunos consejos comarcales y ayuntamientos,
el Consorci Local i Comarcal de Comunicació (CLCC), un organismo destinado a contribuir
a reforzar el sector de la comunicación local en Cataluña. En 1999, este organismo
creó la empresa instrumental Intracatalònia, cuyo principal servicio es la Agència
Catalana de Notícies. Se trata de una de las primeras agencias de noticias digitales.
En la actualidad la sociedad es mayoritariamente de capital público de la Generalitat
de Catalunya.
No todas las televisiones locales estaban asociadas, pero lo cierto es que una gran
mayoría sentía la necesidad de compartir con otras cadenas una problemática común,
lo cual facilitó la creación de estructuras asociativas. En Cataluña las televisiones
locales habían nacido fuera de la legalidad, si bien más que ilegales eran alegales,
dado que la legislación española no las preveía, ni para autorizarlas ni para prohibirlas.
No obstante, en aquellos primeros años, la situación de riesgo no era tanto el hecho
de emitir, sino el de salir en los diarios, puesto que esto desencadenaba el cierre
inmediato por parte del Gobierno Civil. La coyuntura era altamente paradójica: se
trataba de continuar emitiendo, pero sin dar difusión, puesto que ante la evidencia,
la autoridad gubernativa se veía «obligada» a actuar.
6.1. Los sectores privado y público
Las iniciativas de creación de la televisión local tenían que surgir más del sector
privado que del público. La Administración municipal intentó aplicar a la televisión
–eso sí, con una intensidad y una decisión muy inferiores– un modelo similar al que
aplicaba en las emisoras de radio municipales.
Si cuando hemos hablado de las radios municipales, hemos hecho referencia al coste
de creación, a menudo excesivamente oneroso para los presupuestos de muchos ayuntamientos
catalanes, la puesta en funcionamiento de las televisiones municipales es todavía
más complicada. Según el Cens dels mitjans públics catalans de comunicació local en 2006 solo un 6,8 por ciento de los pueblos y las ciudades de Cataluña disponía
de emisoras municipales de televisión, concentradas la gran mayoría en la provincia
de Barcelona, con un 12,2 por ciento, mientras que en Tarragona había un 6,6, en Girona
un 5,4 y en Lleida solo un 0,9. En los años ochenta se crea el 31 por ciento de las
emisoras municipales, mientras que esta cifra aumenta hasta el 38,5 por ciento en
la década de los noventa y disminuye hasta el 30 por ciento en el siglo xxi.
De acuerdo con el Informe del Audiovisual en Cataluña del año 2003, publicado en el
número extraordinario del CAC del mes de septiembre de 2004, las televisiones públicas
se situaban preferentemente en municipios pequeños, a pesar de que también estaban
presentes en 8 de las 19 ciudades catalanas de más de 50.000 habitantes. De las capitales
catalanas, solo Barcelona tenía televisión municipal, mientras que en Tarragona, Lleida
y Girona solo hay oferta privada, aunque tanto en Lleida como en Girona el Ayuntamiento
participaba en el accionariado más o menos minoritariamente.
En cambio, la oferta de televisión local privada se concentraba en los municipios
más grandes o en los municipios cercanos que les podían dar cobertura. De las 19 ciudades
de más de 50.000 habitantes de Cataluña, 12 tenían televisión comercial. En los municipios
pequeños resultaba muy excepcional que se pudiera estructurar una televisión local,
sobre todo por razones específicamente comerciales y, por lo tanto, de financiación.
La gestación de varios proyectos de televisión local a la década de los ochenta se
tendría que enmarcar en la convergencia de varios factores, muchos de los cuales ya
han quedado convenientemente explicitados a lo largo del libro. Sin embargo, habría
que poner acento especial en la tecnología. Los adelantos en la microelectrónica propiciaron
mejoras sensibles en los equipos de emisión y de producción y abarataron los costes.
Las innovaciones en los emisores y en las antenas posibilitaron una disminución de
la anchura de espectro efectivo ocupado por cada punto de emisión, con lo cual se
evitaron los desagradables riesgos de provocar interferencias.
Ahora bien, el salto tecnológico definitivo y cualitativo se produjo en los albores
del siglo xxi con la digitalización de todo el proceso televisivo, desde la grabación hasta la
edición y la posproducción de la imagen y el sonido. Cámaras de filmación, de un volumen
discreto y manejable, han sustituido los voluminosos aparatos de grabar, mientras
que las redacciones se han llenado de ordenadores.
6.2. Un panorama nuevo
Con la implantación de la televisión digital terrestre (TDT), es decir, la plataforma
que usa la misma red de distribución que la televisión analógica de siempre, pero
mediante tecnología digital, el panorama cambiaba radicalmente. Así pues, la TDT es
un sistema de difusión de la señal de televisión que utiliza la tecnología digital
para la transmisión de la imagen, el sonido y otros servicios interactivos mediante
los mismos centros emisores y las mismas antenas que la televisión analógica. El cambio
comportaba una mejora de la calidad de la imagen y el sonido, una multiplicación del
número de canales y, sobre todo, la posibilidad de ofrecer servicios interactivos
de valor añadido, relacionados con los programas o bien autónomos.
El plan dividía el mapa catalán en 44 zonas que denominaba «islas» y que se constituían
según criterios técnicos –por áreas de cobertura de los centres emisores– y que no
necesariamente coinciden con las divisiones territoriales. El Gobierno catalán ha
ido implantando la TDT por islas agrupadas. La TDT permitía ofrecer más canales porque
ocupaban menos espacio en el espectro radioléctrico que el sistema analógico. En el
territorio catalán, hay 16 cadenas de televisión digital, como las de la Corporació
Catalana de Ràdio i Televisió y las Emissions Digitals de Catalunya del grupo Godó
y otras locales y estatales, como Tele 5 y TVE-1.
En síntesis, la implantación definitiva del plan técnico de la TDT representaba, por
un lado, completar la regulación de las televisiones locales y, por el otro, comportaba
una profunda reordenación del sector en Cataluña. Los concursos de concesión de frecuencias
de televisión local digital habían de suponer el pleno reconocimiento legal de las
emisoras. Las excelentes perspectivas que generó la implantación de la TDT, se vieron
pronto matizadas. Así, en la actualidad, las razones que explican la delicada situación
de la TDT local catalana son, por un lado, la persistencia de la crisis económica
general y la crisis financiera de las administraciones públicas a partir de 2010.
En un país con un sector público local relativamente potente y un sector privado acostumbrado
a recibir subvenciones y firmar contratos con las administraciones, la disminución
de los recursos públicos disponibles se ha traducido en problemas generalizados para
el conjunto del sector. La profundidad de la crisis afecta, sin duda, a las televisiones
privadas de proximidad, que habían afrontado con mejores condiciones tanto el proceso
de apagón analógico como el inicio de la crisis económica.
A pesar de todo, la TDT ha revolucionado el panorama audiovisual y ha supuesto un
cambio radical en la manera de concebir la televisión. A partir del nuevo modelo televisivo
la televisión de proximidad tiene que tener una cobertura comarcal o, en algunos casos,
supracomarcal. Sin embargo, el cambio exige que las televisiones locales de una comarca
se unan y formen una sola emisora para poder emitir en digital.
El concepto de proximidad es un activo indiscutible –e incluso de observación obligada–
en las televisiones locales. Las condiciones para conceder licencias de la TDT por
parte de la Dirección General de Medios y Servicios de Difusión Audiovisuales del
Gobierno de la Generalitat, avalados por el CAC, definían para Cataluña un modelo
de televisión digital terrestre de carácter local y de proximidad. Los proyectos televisivos
tienen que estar vinculados al territorio, con infraestructuras y capacidad de producción
en su demarcación, tienen que promover el acceso y la participación de la ciudadanía,
y tienen que dar impulso a la industria audiovisual local y dedicar la mayor parte
del tiempo de emisión a contenidos relacionados con el ámbito de cobertura.
7. Los grandes grupos de comunicación
En las últimas décadas, la prensa escrita de alcance general ha ensayado varias fórmulas
para aproximarse a la información local, con el objetivo de atraer al lector interesado
a las noticias que le resultan más cercanas. Normalmente, han sido estrategias aplicadas
con poca convicción que se han traducido en ediciones territoriales con la inclusión
de un número ínfimo de páginas dedicadas a la zona geográfica en cuestión. Es más,
estos diarios de alcance estatal –para mencionar algún ejemplo citamos El País o El Mundo– tienen ediciones que denominaremos autonómicas, pero –y es muy significativo– en
las cuales la información «local» (o sea la que se distribuirá en un territorio específico)
ocupa poco más que un minúsculo sumario.
Además, esta práctica de edición descentralizada se ve perjudicada por una realidad
evidente: el lector desea, esencialmente, que lo que se publica en su área geográfica
se difunda, también, al resto de la zona de difusión del periódico.
Los grandes grupos de comunicación, conscientes de la demanda progresiva de información
local, han procurado ocupar espacios propios en el ámbito de la comunicación de proximidad,
empezando por la prensa comarcal y local; pero, a menudo, la indefinición de los proyectos
no han conducido a tener éxito en sus objetivos.
Seguramente, en Cataluña, la incursión más decidida en el campo de la prensa comarcal
y provincial ha sido la protagonizada por el Grupo Moll-Prensa Ibérica, que a través
de su propietario Francisco Javier Moll de Miguel adquirió sus primeros periódicos
en la subasta que en 1984 convocó el gobierno socialista a fin y efecto de privatizar
los periódicos que habían sido propiedad de la empresa pública Medios de Comunicación
del Estado, provenientes de la antigua prensa del Movimento franquista. De este modo,
el Grupo Moll se hará con la propiedad, después de pasar a manos de un grupo de empresarios
gerundenses, de la cabecera del Diari de Girona y más tarde, en marzo del 2006, del Regió 7 de Manresa.
Es de una evidencia notoria que las dificultades de funcionamiento de las ediciones
de prensa descentralizadas no se corresponden en el ámbito de la radio, donde las
desconexiones de las emisoras de alcance estatal y local han permitido fidelizar un
perfil de oyente interesado en su realidad más inmediata.
En el ámbito de las televisiones locales, los grupos de comunicación también mostraron
desde buen principio su interés. Como ejemplo muy claro de sus estrategias mencionamos
el caso del Grupo Zeta y su vinculació con Televisión de Girona. El 15 de septiembre
del año 2000 se modificó la estructura del accionariado de Televisió de Girona, con
la introducción del Grupo Zeta, que a través de Antena Local –participada en gran
parte por El Periódico de Cataluña–, practicaba una política de absorción de televisiones locales creadas en toda Cataluña.
En el caso de Televisió de Girona no se produjo la absorción, si bien el Grupo Zeta
entró en el Consejo de Administración de Televisió de Girona e hizo una notable aportación
de capital. El Grupo Zeta, que disponía de la condición de socio mayoritario en Antena
Local, compartía capital con la productora audiovisual Ovideo TV y con Manuel Huerga,
a título personal (Huerga tenía una larga trayectoria en la industria audiovisual
y como productor de BTV).
El representante de Antena Local, como subdirector de El Periódico y vicepresidente del nuevo consejo de administración de Televisió de Girona, Rafel
Nadal, expresó, en la presentación del nuevo proyecto, que El Periódico –barco insignia de sus medios de comunicación, que vivía unos momentos de euforia
expansiva con el lanzamiento al mercado de varios productos– necesitaba otros medios
que complementaran su oferta comunicativa en el ámbito de la radio, de la televisión
y de internet, porque «es importante que desde Cataluña se puedan constituir grupos
que directamente o indirectamente, con respeto por las empresas con las cuales se
colabore, puedan crear un entramado que permita multiplicar los efectos de las cosas
a las que todos juntos nos dedicamos».
Los responsables de Antena Local manifestaron que la estrategia de su grupo no se
sustentaba en parámetros estrictamente económicos: «Las televisiones locales no son
un gran negocio», pero son «importantes de cara a constituir empresas solventes, que
lleguen a dar un buen servicio» y señalaron que «apostaban por una televisión local
arraigada en el territorio, que se haga de verdad desde el territorio». No obstante,
el proyecto –sin éxito– del Grupo Zeta, según nos explicó Rafel Nadal, era constituir
una organización de carácter privado capaz de producir programas e intercambiarlos
con las televisiones locales de ámbito mediano. Un tipo de red estrictamente privada
con una vocación inequívocamente comercial.
El Informe de la comunicació de Catalunya 2005-2006 interpretó la intencionalidad del grupos de comunicación en la esfera local: reproducir
en su pequeño espacio el mismo modelo que los grandes grupos multimedia españoles
(como por ejemplo Prisa o Vocento) y consolidarlo a mayor escala, dado que los empresarios
mediáticos se han dado cuenta que es más rentable disponer a la vez de periódicos,
revistas, emisoras de radio y canales de televisión, puesto que los paquetes publicitarios
multimedia resultan más atractivos para los anunciantes, pero no solo los locales,
sino todos aquellos que quieran dirigirse directamente a los públicos locales y comarcales.
8. El periodismo electrónico en el ámbito local
Internet ha generado no solo una transformación en el ámbito de la recepción y la
difusión de la información, sino que ha provocado un cambio profundo en las estructuras
mentales y culturales de la sociedad. La aparición de internet ofreció múltiples posibilidades
al sector de la comunicación local –más allá de la comunicación institucional que
analizaremos enseguida– para difundir sus mensajes con unas inversiones económicas
muy discretas.
Una de las características más destacadas de la sociedad de la información es la incorporación
de las audiencias como parte activa de los medios. Y es que la interactividad es uno
de los activos más preciados de la comunicación de proximidad y que se manifiesta
mucho antes de la introducción masiva de las nuevas tecnologías.
Es el caso de las cartas al director de la prensa escrita, las llamadas telefónicas
o los correos electrónicos para participar en tertulias y otros espacios radiofónicos,
o bien para opinar o preguntar en programas de televisión local. Un caso muy emblemático
es el de la Televisió de Girona: a través del programa «Fil directe» el ciudadano
puede plantear preguntas, quejas o sugerencias a la alcaldesa de la ciudad. Este modelo
ya lo utilizó hace muchos años y en el mismo canal televisivo el anterior alcalde,
Joaquim Nadal, quien también, en la década de los ochenta, fue el protagonista de
un programa radiofónico en directo del mismo formato que el televisivo.
Sin duda, la posibilidad de la opinión pública de interactuar a través de los medios
con personas, personajes y cargos públicos que se podrá encontrar más tarde por la
calle representa una de las mayores virtudes de la comunicación de proximidad. Es
más, hay que decir que es en este contexto donde los periodistas y los receptores
conviven cada día y donde los primeros no solo actúan como transmisores de noticias,
sino también como protagonistas, y donde los receptores tradicionales pueden ser a
menudo objeto de la información o, más aún, fuentes informativas de primer orden.
Es un proceso de retroalimentación y de máxima interactividad.
8.1. El papel de internet
La incorporación de internet durante la segunda mitad de los años noventa obligó a
los medios a plantearse el hecho comunicativo. Los diarios fueron los primeros medios
de comunicación que distribuyeron sus informaciones por internet. Inicialmente las
cabeceras digitales eran copias facsímiles de las impresas. No aportaban nada nuevo.
Al contrario, añadían inconvenientes como la incomodidad de la lectura a través de
una pantalla de ordenador o la falta de transportabilidad. Pese a ello, el cambio
ha sido brutal y ha sobrepasado los términos de lo que podríamos considerar una transformación
tecnológica para situarse plenamente en lo que sería una verdadera revolución cultural.
Las empresas periodísticas más modestas, especialmente las de carácter local y comarcal,
se ven en dificultades para hacer rentable y operativa la tecnología. Muchas empresas
parecen no tener clara su política informativa en la red, ni cómo financiar esta presencia.
En la comunicación local y comarcal, la dimensión reducida de los proyectos los ha
hecho muy vulnerables ante los progresos de la tecnología digital. La falta de ingresos
publicitarios y la dificultad para encontrar un modelo de negocio sostenible constituyen
el problema principal para los editores. También hay publicaciones que crearon ediciones
digitales por una cuestión de inercia –la aparente necesidad de estar presentes en
internet– más que por convicción.
Un inconveniente muy significativo en el ámbito de la prensa local y comarcal en internet
es precisamente la actualización constante de los webs. La mayoría los actualiza solo
una vez al día, como las ediciones impresas. En el caso de los semanarios, la indefinición
todavía es más patente, en el sentido de que no saben si tienen que colgar noticias
diarias o mantener la periodicidad semanal de las ediciones impresas.
Lo que se pone de manifiesto, en cualquier caso, es que los medios tradicionales están
muy preparados para afrontar esta nueva «era digital» por su capacidad de generar
contenidos. Pero esta materia prima se tiene que manufacturar de forma diferente,
con profesionales formados en el lenguaje multimedia y desde estructuras «menos jerarquizadas»,
según lo que apuntan algunos expertos en la materia. En todo caso, estar en internet
tiene sentido si se obtiene un provecho. Las opciones multimedia, la interactividad,
la personalización, la documentación en línea y la comunidad virtual se tienen que
poder explotar de forma efectiva, y esto quiere decir dedicar más recursos.
La prensa tradicional ha experimentado una fase de desconcierto muy notable que, a
estas alturas, todavía no se ha superado. En el sector de la prensa en papel, la crisis
económica ha acabado por extender un estado de gran desaliento.
Pero la euforia de internet de la última etapa del siglo xx no ha sido progresiva. La llamada «burbuja digital» explotó en 2001. Grandes grupos
como Zeta o Planeta habían invertido muchos millones en negocios relacionados con
internet y empezaban a perder la paciencia porque no había beneficios. El pesimismo
sustituyó la euforia inicial y algunas divisiones digitales fueron desmanteladas.
Afortunadamente, esta actitud también fue transitoria.
La prudencia dictaba que había que plantearse si sería rentable cobrar por las versiones
en línea de las publicaciones en papel. El Extra!-Net de Alfons Cornella, por ejemplo, se reconvirtió en Infonomia.com, un portal con artículos de pago. Muchos de los diarios comarcales que aún no tenían
web entraron en el ciberespacio en 2001: Diari de Tarragona, El 9 Nou, El Punt... Este último lo hizo a través de Vilaweb. Los portales COMEmissores.com y XTVL.org
permitieron que las radios y las televisiones locales dispusieran de una página propia,
con un sistema automático para colgar piezas audiovisuales.
Los medios digitales han vivido una transición hacia el optimismo desde la explosión
de la «burbuja digital», si bien más a escala estatal y nacional que local, donde
la efervescencia se ha manifestado de forma mucho más discreta. En el mes de febrero
de 2009, coincidiendo con el trigésimo aniversario del diario, El Punt de Girona comenzó una nueva versión del web, desvinculada de Vilaweb con la que había
mantenido una estrecha relación a lo largo de ocho años.
9. La Administración electrónica
El desarrollo y la universalización –sobre todo, a partir del final de los años noventa
y comienzo del 2000– de la llamada red de redes ha generado un amplio debate y un
estudio sobre su impacto en el periodismo y en los medios de masas conocidos hasta
ahora: la prensa, la radio y la televisión. Uno de sus efectos más subrayados es la
desaparición de la necesidad de usar un intermediario –los medios mencionados– para
hacer llegar el mensaje al receptor.
Actualmente, sin necesidad de las inversiones requeridas para poner en marcha un diario,
una radio o una emisora de televisión, cada institución, organización, asociación
o individuo puede crear una página o portal web con el que pueda explicar y mostrar
los contenidos que considere adecuados a una audiencia potencial masiva.
A este factor se le suma el hecho, no menos relevante, de que internet posibilita
la interactividad entre emisor y receptor, lo cual abre un anchísimo abanico de posibilidades
que sobrepasan el objetivo comunicativo de los medios tradicionales. Con estos dos
elementos, descritos breve y concisamente como referencia, resulta claro que la comunicación
institucional se convierte en una de las áreas en las que los beneficios potenciales
y la influencia de esta realidad abre un mayor número de expectativas.
Tal y como apunta el autor Carlos Soria, la comunicación institucional, finalmente,
se configura como una mediación entre la institución y el público o públicos a los
que se destina el mensaje comunicativo. El trabajo de la comunicación institucional
está entrecruzado, es decir, se mueve en el escenario de una concentración de intereses
de públicos diferentes: el público interno de la institución; la propia institución;
y los públicos externos que de acuerdo con la naturaleza de la institución estarán
más o menos fragmentados: clientes potenciales, anunciantes, patrocinadores, organismos
públicos, creadores de opinión, medios de comunicación, inversores, legisladores,
organismos profesionales.
También forman parte de los públicos externos las asociaciones vecinales, ecologistas,
plataformas y coordinadoras que actúan como líderes de opinión y denuncian continuadamente
la falta de comunicación entre esta parte de la ciudadanía y la Administración.
Dentro de esta, destaca especialmente la circunscrita a las administraciones públicas.
Cómo escribe el investigador Pedro Lozano Bartolozzi, «las nuevas tecnologías y las
llamadas infovías o autopistas de la información han alterado completamente los sistemas
anteriores de conexión y transporte de mensajes entre las personas, las empresas,
los grupos sociales, las instituciones de todo orden y, por supuesto, las administraciones
públicas, y han facilitado la generación de un diálogo multitudinario y multidireccional,
pero a la vez más fluido, incontrolado y fraccionado».
Es evidente, pues, que los sistemas de información y comunicación de las administraciones
municipales en formato más tradicional, o sea en papel –los boletines–, se han visto
complementados –o sustituidos– por nuevos instrumentos, eso sí, al servicio de los
mismos objetivos.
Cada vez resulta más común el uso de expresiones como e-administración o administración
electrónica. Esta última es la que utiliza el experto en comunicación Douglas Holmes,
que la define como «la [administración] que utiliza las tecnologías de la información,
especialmente internet, para dar servicios públicos de una forma más adecuada, orientada
al destinatario, eficiente, mejor y diferente». Una mayor proximidad y utilidad son
los objetivos que persigue una nueva forma de administración, cuya aplicación y extensión
forman parte de las políticas estratégicas de entidades como la Unión Europea, que
incluyó el e-government como una de las bases del Plan de acción eEurope 2005.
La meta marcada en este apartado contemplaba el logro de la plena prestación telemática
de veinte servicios esenciales, perfectamente identificados, antes del 1 de enero
de 2005: doce para ciudadanos y ocho para empresas. Estos servicios afectan campos
muy diversos: documentos personales, impuestos, certificados de hechos viales, obtención
de permisos y licencias, etc.
El verdadero peso de la Administración electrónica recae en la escala más local, es
decir, los ayuntamientos. Es en el nivel local donde el potencial de la Administración
en línea es mayor porque hay numerosos contactos entre las autoridades locales y los
habitantes y son múltiples los servicios que se prestan en este ámbito.
Así pues, prestación de servicios, internet como apoyo y carácter local son tres de
las principales características que definen el presente y el futuro de la Administración
electrónica. Las páginas web de los ayuntamientos se convierten, por lo tanto, en
un ejemplo apropiado de fusión de comunicación institucional y de servicios con el
ciudadano como principal referente.
Así, se está produciendo una transformación donde el concepto de servicio aparece
bajo un molde nuevo. En los últimos tiempos hemos asistido a la conversión de páginas
web municipales en un tipo de portales donde el usuario encuentra valor añadido en
forma de listas de teléfonos, acceso a diferentes impresos municipales, información
especializada, etc.
Además, sus responsables han descubierto que los ciudadanos que acceden a sus páginas
no solo buscan información, por lo cual ya incluyen otros servicios de valor añadido
que hasta ahora no habían previsto como por ejemplo el correo electrónico, el tiempo,
el tráfico, la solicitud de certificados o becas, etc.
Las páginas web de los municipios sacan provecho de la capacidad de recuperación,
las posibilidades multimedia, la hipertextualidad y la interactividad que ofrece la
red con el fin de convertirse en la referencia más próxima para todos aquellos grupos
de ciudadanos que quieren acercarse a su ayuntamiento. Convierten sus páginas en entornos
virtuales, en algunos casos cercanos a los audiovisuales, en los que se funden la
información y los servicios, puesto que de lo que se trata es de hacer de la información
habitual un instrumento útil para la vida diaria, no un mero objeto de conocimiento.
Ya no se trata de ser simples apoyos de noticias, sino que hay que aprovechar las
ventajas interactivas de la red y presentar una oferta de servicios, entre los que
destacan la comunicación por correo electrónico con los miembros de la corporación,
la obtención de documentos personales o la información especializada para grupos particulares,
que cada vez son más exigentes en sus demandas informativas.
Del mismo modo que sucede en los diarios digitales, la oferta de servicios, como la
interactividad, ha sido desde el primer momento uno de los principales pilares sobre
los cuales se sustenta la oferta de los portales municipales. Son páginas enteras
dedicadas a servicios e información sobre las diversas facetas que conforman la vida
diaria de los municipios. Aunque su horizonte es ofrecer un producto que el usuario
medio pueda manejar de modo sencillo e intuitivo, este tipo de servicios requieren
todavía especialización y conocimiento por parte de los ciudadanos.
Según el Cens dels mitjans públics catalans de comunicació local, en 2006 un 79,6 por ciento de los municipios catalanes disponía de una página web
con información de carácter municipal y ciudadano. En la actualidad se ha alcanzado
el pleno: el 100% de los ayuntamientos catalanes dispone de su propio web.
Como conclusión podemos decir que las administraciones municipales han hecho una apuesta
irreversible por la aplicación de las nuevas tecnologías en el ámbito de la comunicación.
Sin embargo, se hace patente que persisten algunos problemas e inconvenientes –en
algunos casos, atávicos– que cuestionan el funcionamiento correcto de las actividades
comunicativas e informativas de determinadas instancias oficiales. El tema de la falta
de profesionalización es todavía demasiado común en la mayoría de administraciones
municipales.
Habría que tomar conciencia –incluso en los ayuntamientos demográficamente más modestos–
de que el profesional de la comunicación debe tener una formación específica y, por
lo tanto, hay que describir el puesto de trabajo adecuadamente y cubrirlo con concursos-oposiciones
libres y transparentes, para que los aspirantes sean titulados universitarios en periodismo,
publicidad y relaciones públicas o en comunicación audiovisual.
Es cierto que, en general, cuando un responsable político llega a ocupar un cargo
institucional, mantiene la práctica de nombrar un director de comunicación como cargo
de confianza, el cual suele aplicar el viejo principio de dividir las informaciones
en negativas y positivas para evitar con la máxima diligencia que las informaciones
negativas no trasciendan en los medios periodísticos locales y, naturalmente, presionar
a los periodistas de estos medios para que aparezcan solo las noticias buenas.
9.1. El contenido de los webs
De acuerdo con un estudio relativo a la comarca de la Selva –complementado con datos
de un análisis en proceso de elaboración de la totalidad de las comarcas gerundenses–,
que en buena medida se puede hacer exhaustivo al conjunto de Cataluña, podemos extraer
las conclusiones siguientes:
-
La generalización de la información y la comunicación a través de la red es de una
evidencia incontestable.
-
La oferta informativa propiamente municipal y la centrada en la ciudad o pueblo es
ciertamente muy satisfactoria. Los contenidos de carácter histórico complementan de
manera muy efectiva esta oferta.
-
La estrategia comunicativa fundamentada en la Administración electrónica no presupone
la disminución de la oferta del medio de comunicación con apoyo más tradicional: el
papel. Por lo tanto, hemos asistido a un cierto crecimiento de la edición de las revistas
y boletines de información municipal, con una tendencia muy generalizada a proporcionarles
una doble difusión al colgarlos en las páginas web respectivas de cada ayuntamiento.
-
La comunicación a través de los webs tiene un componente propagandístico menor en
comparación con los boletines de información municipal. Los artículos de opinión política
son muy escasos y, en todo caso, habría que destilar esta función propagandística
en una interpretación de las noticias que se ofrecen, en las que no hemos sabido,
en general, detectar una intencionalidad política excesiva. Lo que sí que queda claro
es que los grupos municipales de la oposición tienen un protagonismo mínimo en los
webs, y en la mayoría de los casos quedan reducidos a una simple información del nombre
y de los correos electrónicos de sus miembros.
-
La comunicación de proximidad, propia de los medios de comunicación local, tiene unos
instrumentos muy destacados en el ámbito de la municipalidad. La mayoría de webs ofrecen
la posibilidad de dirigirse al alcalde, a los regidores del equipo de Gobierno y,
en algunos casos, de la oposición, a través de correos electrónicos personales. Ahora
bien, desde un punto de vista global, la interactividad es una virtud más teórica
que práctica de la Administración electrónica, dado que en muy pocas ocasiones se
permite la participación ciudadana a través del web (foros, encuestas) y normalmente
esta queda reducida a sugerencias propuestas por correo electrónico que, en todo caso,
se responden individualizadamente.
-
Las transacciones administrativas son, del mismo modo que la interactividad, una asignatura
pendiente de la Administración electrónica. Las páginas web de los municipios suelen
ser un complemento de la oferta presencial, no un sustituto. Ofrecer la posibilidad
de obtener impresos en PDF es un primer paso, que habría que complementar con la posibilidad
de tramitarlos virtualmente. En 2006, y según datos referidos al conjunto de Cataluña,
solo un 13,9 por ciento de las páginas webs municipales facilitaba la interactividad,
un 20 por ciento ofrecía la posibilidad de hacer trámites en línea, y un 44 por ciento
daba la posibilidad de descargar formularios o documentos para hacer los trámites.
Esta situación casi no ha experimentado ningún tipo de alteración hasta hoy.
-
En los últimos tiempos hemos asistido a la conversión de las páginas web municipales
en un tipo de portales donde el usuario encuentra valor añadido en forma de listas
de teléfonos, información especializada, etc. Además, sus responsables han descubierto
que los ciudadanos que acceden a sus páginas no solo buscan información, por lo que
ya incluyen otros servicios de valor añadido que hasta ahora no habían previsto. En
general, la calidad, el rigor, la transparencia y la accesibilidad de las webs de
los ayuntamientos catalanes ha mejorado sensiblemente en los últimos tiempos, según
se desprende de los datos ofrecidos por el proyecto de investigación infoparticip@,
impulsado por el Laboratorio de Periodismo y Comunicación para la Ciudadanía Plural
de la UAB (
www.mapainfoparticipa.com).
10. La prensa gratuita, modelo de la comunicación local
La relación entre la prensa gratuita no institucional y la comunicación local es muy
peculiar, puesto que se trata de un modelo muy característico de comunicación de proximidad
y representa la constatación de que la publicidad resulta suficiente para financiar
productos informativos dirigidos a públicos bastante definidos, siempre que dispongan
de un buen departamento comercial y de una distribución eficaz en su área de influencia.
En Francia la prensa gratuita apareció en 1960, y en poco más de tres décadas su difusión
llegó a la cifra astronómica de 24 millones de ejemplares. En Gran Bretaña y en Estados
Unidos la potencia de este modelo periodístico también es muy considerable.
En el Estado español el fenómeno se introduce de una forma algo más lenta, pero en
las últimas décadas del siglo xx su protagonismo en el mercado de la prensa escrita también es indudable, hasta el
punto de que atrae la atención de grandes grupos de comunicación, como el Grupo Zeta,
que llegó a publicar más de setenta cabeceras de prensa local gratuita, de periodicidad
quincenal o mensual, en varios puntos de la geografía estatal.
En Cataluña, en los primeros tiempos, los contenidos de la prensa gratuita –inicialmente
poco informativos– representaban un primer contacto con el idioma catalán escrito
para muchas familias procedentes de la inmigración –especialmente de Andalucía– que
cogían la revista para consultar la hora de la emisión de un programa de televisión
o para consultar las ofertas de las agencias inmobiliarias.
En 1969 se publicó el primer semanario gratuito de Cataluña, Claxon de Tarragona y también en decenas de ciudades medianas del país que, una detrás la
otra, descubrieron la prensa gratuita a través de nuevos títulos como El sac comercial de Osona (1977), Tot Mataró (1981), Tot Badalona (1981), La Fura de Vilafranca (1982), Capgrós de Mataró (1984), El Pregó del Vallès (1984), El Pregó de Sabadell (1984), Aquí (1985), Zona Alta de Barcelona (1985), Tot Sant Cugat (1986), L’Ham de Banyoles (1986), Tot Cerdanyola (1987), Reclam d’Osona (1988), Revenda (1990), Reclam La Cerdanya y Reclam Alt Urgell (1992), 3 Viles (1993), Nou Palafrugell (1993), Punt de Venda en Alt Empordà y Baix Empordà, la Garrotxa y el Gironès (1993) –en este caso, hay
que decir que se trata de prensa gratuita editada por un medio de un cierto alcance
territorial como es El Punt–, El Tot en Granollers y el Vallès Oriental (1993), Secundària (1994), Pànxing Tot Cerdanya (1995), El Pregó de Terrassa (1995), Cop d’Ull (1995), el mensual Mataró Report (1996) o El Mercat de Girona (1997) para citar solo algunos.
Estas publicaciones, la gran mayoría semanales o quincenales, en muchos casos compartían
el mercado local con otros medios de pago y ocuparon el vacío que existía en el mercado
comunicativo local. De este modo, la prensa gratuita, desde diferentes planteamientos
empresariales, formatos y modelos, se fue extendiendo por todo el territorio.
A caballo de la Associació Catalana de la Premsa Gratuïta, creada en 1997, esta nueva
prensa fue tomando conciencia periodística para convertirse definitivamente en el
medio de referencia informativa en muchas comarcas catalanas. Se podría afirmar que
el modelo más característico de la prensa gratuita en Cataluña es el de un medio que
se ha profesionalizado, y en algunos casos ha sustituido y en otros ha complementado
el papel de la prensa local tradicional.
Su distribución masiva se ha producido a través del buzoneo u ofreciéndolo en puntos
estratégicos de gran tránsito de pasajeros, como por ejemplo el metro de Barcelona.
En 2006, el conjunto de publicaciones de la Associació Catalana de la Premsa Gratuïta
(ACPG) tenía una tirada conjunta superior a los 2.800.000 ejemplares y un público
potencial de 4,5 millones de lectores.
La aparición de la prensa gratuita, y todavía más su consolidación, provocó una profunda
desazón entre los empresarios de la prensa de pago, en la medida en que podía convertirse
en una competencia directa. Seguramente era un temor sin fundamento, puesto que según
el propio sector, los consumidores de televisión y radio no necesariamente proclives,
en general, a la compra de prensa, adquirieron, en algunos casos, el hábito de una
lectura periodística que iba más allá de lo que le podía ofrecer la prensa gratuita.
Además, muchas imprentas de diarios de pago acogieron el trabajo de impresión de prensa
gratuita.
A principios del siglo xxi, la prensa gratuita se consolidó y se convirtió en un sector empresarialmente fuerte
que sigue impulsando nuevos medios en catalán, tanto de televisión, como de radio
y prensa escrita y muy especialmente en el ámbito de internet. Es, por lo tanto, un
sector clave para el desarrollo del mundo de la comunicación en Cataluña.
Las características que presenta este modelo comunicativo favorecen la introducción
en el ámbito publicitario de empresas locales modestas, que difícilmente podrían promover
sus productos en los medios tradicionales, dado el precio elevado de sus tarifas,
lo cual no excluye que marcas o empresas consolidadas no hayan recurrido a la prensa
gratuita para llegar a un público no lector de prensa de pago –son anuncios de las
llamadas centrales de medios, que distribuyen sus paquetes publicitarios y sus campañas
a escala estatal–, hecho que se magnifica si tenemos en cuenta que en el Estado español
compra diarios poco más de un 10 por ciento de la población.
Sin embargo, de hecho el perfil del lector de prensa gratuita es el de un joven de
30 a 35 años, de clase media y media alta, con estudios de segundo grado. O sea, desde
el punto de vista de la penetración publicitaria, el perfil de lector es inmejorable.
La publicidad del cliente modesto centra la atención de los promotores de los medios
de proximidad. Así, en el ámbito de la prensa local –tanto de pago como gratuita–,
la publicidad de los anunciantes modestos y los anuncios clasificados representa dos
tercios de los ingresos.
Según el Informe de la comunicació de Catalunya 2005-2006, de las 35 publicaciones integradas en la Associació Catalana de la Premsa Gratuïta
en 2003, se pasaron, dos años más tarde, a más de 80. En cuanto a la periodicidad,
47 eran semanales, 19 mensuales, una bimensual, 4 quincenales y 4 diarias. Las tipologías
de la prensa gratuita combinan productos únicamente publicitarios o comerciales con
publicaciones que incorporan cada vez más informaciones, ya sean de servicios o de
actualidad local.
La crisis económica que se empezó a manifestar con claridad en 2008 encontró como
víctima propiciatoria la prensa gratuita, dada la notable recesión del sector publicitario.
Pero en todo caso, insistimos en una idea que va más allá de las vicisitudes de financiación
coyunturales y que afecta al contenido del medio: la prensa gratuita tiene que fundamentarse
en contenidos de carácter informativo de poca extensión, notas cortas, crónicas minúsculas,
de lectura rápida y fácil, característica muy favorable a la creación de nuevos lectores.
El ámbito de la interpretación de la noticia está reservado a los medios de un alcance
superior, incluidos, está claro, los de carácter local.
En la actualidad, y según el Informe de la comunicació a Catalunya, 2011-2012, la mayoría de las publicaciones gratuitas distribuyen entre 20.000 y
30.000 ejemplares.