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modelos

El propósito del modelo es capacitar al usuario para afrontar mejor las enormes complejidades de la vida. Al usar modelos, vemos y probamos cómo funcionan las cosas e incluso podemos predecir cómo serán las cosas en el futuro.

Edward T. Hall, Beyond Culture

1. El uso de modelos

Ninguna otra criatura conocida está tan encaprichada con la construcción y el uso de modelos como al parecer lo estamos nosotros, los seres humanos. Como señala Hall: «Somos el “organismo creador de modelos” por excelencia» (1976, p. 13). Usamos estos modelos para representar casi todos los aspectos de nuestro entorno, nuestras organizaciones sociales, nuestra tecnología e incluso nuestros mismos procesos vitales. Modelos de máquinas, edificios o puentes nos ayudan a ver y evaluar diseños y estructuras. Modelos de gobierno nos capacitan para comprender complejos sistemas de conducta social humana. Modelos científicos nos ayudan a percibir relaciones y propiedades de problemas y procesos teóricos.

Nuestra finalidad es que los modelos psicológicos y de comportamiento presentados en este libro funcionen como sugiere Hall. Es decir, reducirán las complejidades de la comunicación humana en un marco comprensible y percibido más fácilmente que, en último término, nos capacita para dirigirnos nosotros mismos y para dirigir a otras personas hacia un futuro sano y positivo.

Base neurológica

Nuestro romance con la construcción de modelos de nuestra experiencia del mundo podría tener una base en los procesos psicobiológicos. No podemos librarnos de las limitaciones impuestas por nuestros orígenes biológicos.

Como observó Carl Jung:

El hombre… jamás percibe cosa alguna por entero o la comprende completamente. Puede ver, oír, tocar y gustar; pero hasta dónde ve, cuánto oye, qué le dice el tacto y qué saborea dependen del número y la calidad de sus sentidos… Independientemente de los instrumentos que use, en determinado punto alcanza el límite de certeza más allá del cual no puede pasar el conocimiento consciente (1964, p. 21).

En nuestros intentos constantes por comprender, conducidos por una necesidad intrínseca de explorar y explicar, creamos nuestros modelos. Pero estamos separados inexorablemente del mundo que está fuera de nosotros1. La transmisión neuronal, que constituye la base de lo que llamamos percepción, es un fenómeno bioeléctrico. El sistema nervioso humano está constituido por miles de millones de neuronas. Aun cuando la entrada (input) sensorial varía de la presión a la temperatura, pasando por el sonido y las ondas electromagnéticas, todos estos elementos son transformados finalmente en impulsos electroquímicos cuando son transmitidos al sistema nervioso central. El estudio de esta transmutación milagrosa de energía nos lleva a un aspecto fundamental de la experiencia: no percibimos la realidad, sino más bien un modelo neurológico de la realidad. Esto es lo que forma la base para lo que llamamos nuestro modelo del mundo2.

La célula nerviosa

La célula nerviosa representa el primer paso en la creación de nuestros modelos del mundo. A continuación se muestran las unidades básicas de la célula nerviosa.

1. El cuerpo de la célula contiene el núcleo.

2. Las dendritas. Se extienden a partir del cuerpo de la célula y forman el «área de recepción» para la estimulación desde el exterior del cuerpo y de otras células adyacentes.

3. Axón. Esta fibra transmite el impulso bioeléctrico al axón terminal.

4. Axón terminal. Esta es la parte de la célula nerviosa que activa a otras neuronas en el camino hacia (o desde) el sistema nervioso central y también dentro de él. Los «mensajes» neuronales son transmitidos también a los músculos y las glándulas a través del axón terminal.

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Debido a que los órganos sensoriales varían en gran medida de un individuo a otro, cada uno de nosotros percibimos el mundo de manera diferente. Estas diferencias pueden ser sutiles o grandes. Pero dado que nuestras percepciones forman la base de nuestros modelos del mundo, tenemos que asumir que cada individuo tendrá un modelo diferente.

El modelo de la realidad

Debido a las similitudes en los mecanismos neurológicos en cada uno de nosotros, somos capaces de tener experiencias semejantes. Estas, combinadas con experiencias culturales y sociales compartidas, hacen posible la creación de lo que se podría llamar «realidades de consenso», es decir, modelos compartidos que forman la base de nuestras estructuras sociales. El lenguaje es el primer ejemplo de tal modelo. Sin embargo, es un hecho que no puede haber una representación universalmente compartida y aceptada de la experiencia, ni un modelo del mundo que sea preciso para todos, que explique la maravillosa diversidad que se encuentra en la personalidad humana.

Las percepciones pueden ser engañosas

En el Exploratorium de San Francisco se expone un objeto interesante: dos tubos de cobre de 1,25 cm que rodean, uno al lado del otro, una clavija de madera; por uno de los tubos circula líquido caliente, mientras que por el otro fluye líquido frío. Tocar o agarrar el objeto causa una conmoción: las sensaciones simultáneas de calor y frío producen una sensación percibida extremadamente caliente o ardiente. ¡Resulta curioso ver cómo los incrédulos, después de leer la descripción y pensando que van a ser capaces de discernir la diferencia, se lanzan y agarran con fuerza el objeto!

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2. Patrones de conducta guiada por normas

Aunque es importante apreciar la naturaleza individual de la realidad percibida, es igualmente importante identificar patrones de conducta exhibidos por individuos y grupos. La observación de esos patrones forma el tema central de este trabajo. En su libro The Silent Language, Edward Hall afirma: «La meta del investigador que estudia los fenómenos humanos es descubrir los patrones… que existen ocultos en las mentes, en el aparato sensorial y en los músculos del hombre» (p. 115). Estos retazos de conducta observable entran en la constitución del modelo orientado al proceso de la personalidad presentado en este libro.

Durante las interacciones implicadas en la comunicación se hacen evidentes ciertas coherencias de conducta. Del mismo modo que el lenguaje que usamos está estructurado por la semántica y la gramática, así también la rica y variada conducta no lingüística de los humanos parece seguir un orden altamente estructurado. No obstante, tenemos que hacer frente al mismo dilema al que se enfrentan los lingüistas desde hace mucho tiempo. El hablante nativo de cualquier lengua forma su discurso sin necesidad alguna de tener conciencia de las normas que usa. Asimismo, las normas de la conducta no lingüística están veladas por su misma naturaleza: son procesos inconscientes. En ambos casos tenemos que estudiar esas normas analizando sus productos finales: lenguaje y conducta. Como afirman Watzlawick, Beavin y Jackson en Pragmatics of Human Communication [Teoría de la comunicación humana: interacciones, patologías y paradojas], la meta se reduce a observar esos procesos exhibidos a través del lenguaje y la conducta en un intento de identificar «un complejo patrón de redundancias» (p. 37). Watzlawick sostiene que un modelo suficientemente bueno nos dará la capacidad de evaluar la conducta, predecirla e influir en ella.

En The Structure of Magic, Vol. I [La estructura de la magia. Vol. I], Richard Bandler y John Grinder introducen una serie de herramientas elegantes para organizar y describir nuestras observaciones. Hay tres mecanismos comunes a todas las actividades de construcción de modelos: generalización, supresión y distorsión. Bandler y Grinder las llaman «procesos de modelado humano universal»3. Estos tres procesos operan en todas las etapas de la construcción y el uso de nuestros modelos del mundo. Ellos subyacen en nuestras capacidades de concentrarnos, de planificar y aprender, y de soñar. Resultan evidentes para el observador entrenado a través del lenguaje y la conducta de una persona; aprender a detectar y utilizar esos procesos universales es un tema central de este libro.

Generalización

El proceso de generalización proporciona una parte de la explicación de cómo somos capaces de aprender con tanta rapidez como lo hacemos. Muchas conductas «nuevas», por ejemplo, están compuestas en realidad de retazos de conductas experimentadas previamente que son semejantes a la nueva conducta. Debido a esta similitud, somos capaces de generalizar a partir de la experiencia de la conducta anterior, aliviando la necesidad de aprender «desde cero» la nueva conducta. La capacidad de generalizar a partir de experiencias del pasado significa que no es necesario invertir grandes cantidades de tiempo y de energía aprendiendo conductas nuevas. Este mismo proceso es utilizado para aprender nuevos conceptos y en otras actividades asociadas con lo que llamamos «pensamiento». En lo esencial, la generalización elimina la necesidad de aprender de nuevo un concepto o una conducta cada vez que nos enfrentamos a una variación del original.

Generalización

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Una forma de este proceso que a menudo se da por supuesta es nuestra capacidad de aprender un símbolo-palabra, como la palabra «silla», y después aplicar el símbolo a otras formas con funciones similares. Esta capacidad de generalizar promueve la rápida asimilación de diferentes clases de información.

Supresión

Se dice que el sistema nervioso central humano recibe más de dos millones de informaciones cada segundo. Planteado justo en términos de eficiencia, si cada una de estas informaciones tuviera que ser procesada y usada, el tiempo y la energía necesarios serían astronómicos. Aquí es donde interviene el proceso de supresión. Nuestro sistema nervioso central funciona en realidad como un «mecanismo de exploración» que nos permite operar en un nivel óptimo de eficiencia. Como dice Aldous Huxley en The Doors of Perception [Las puertas de la percepción], la experiencia «tiene que ser canalizada a través de la válvula reductora del cerebro y del sistema nervioso. Lo que sale por el otro extremo es el hilo diminuto de la clase de conciencia que nos ayudará a mantenernos vivos sobre la superficie de este planeta» (p. 23).

Evidentemente, nuestra capacidad para suprimir partes del aluvión de informaciones es esencial para nuestra supervivencia.

Supresión

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Uno de mis ejemplos favoritos de supresión se presenta en las tres oraciones anteriores. Con el fin de dar sentido a lo que vemos, tendemos a suprimir la parte de la oración que no tiene sentido. Fíjate en el artículo «el» que sobra en cada una de las oraciones. Muchas personas tienen dificultades para verlo, aun cuando se lo muestren. Como veremos, este proceso tiene algunas implicaciones profundas en el área de la comunicación humana.

Distorsión

El tercer proceso de modelado humano universal forma la base para la mayoría de los actos creativos. La distorsión es el proceso por el cual alteramos nuestras percepciones, cambiando nuestra experiencia de la entrada sensorial. Usando este proceso, creamos obras de arte, música y literatura y disfrutamos de ellas. También hace posible nuestra capacidad de soñar, fantasear y planificar para el futuro. Al permitirnos manipular nuestras percepciones de la realidad, del mundo tal como lo sentimos o lo recordamos, la distorsión hace posible que creemos variables totalmente únicas. Algunas de nuestras «creaciones» podrían incluso estar fuera del ámbito de posibilidad tal como es definido por nuestro modelo de la realidad. Pero tanto si da como resultado un «salto espectacular» en nuestro pensamiento como si sencillamente nos permite «interpretar» un Picasso, la distorsión es un proceso importante en nuestro modelado del mundo.

Distorsión

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Esta figura representa una «paradoja visual». Debido a que presenta información contradictoria, el observador trata de dar sentido a una figura aparentemente irracional. La distorsión se produce por la capacidad del cerebro de captar ciertas clases de información, en este caso un conjunto bidimensional de líneas, y transformarlo en algo que no existe: una forma tridimensional.

No obstante, estos notables procesos de construcción de modelos de generalización, supresión y distorsión, son como un arma de doble filo. Aun cuando son importantes para nuestra capacidad de aprender, pensar y crear, esos mismos procesos pueden también causar pena y sufrimiento en un individuo. ¿Cómo pueden causar dolor esas herramientas indispensables? ¿Cómo limitan la percepción y anulan la conducta? ¿Cómo se vuelven contraproducentes para la vida y el crecimiento normales de una persona? Hacen estas cosas realizando sus funciones tal como están diseñados. Los siguientes ejemplos demostrarán cómo estos procesos pueden funcionar tanto a favor como contra los mejores intereses de un individuo.

Estudio de un caso

Hace varios años tuvimos un cliente que demostraba perfectamente la dualidad en la función de los procesos de modelado humano universal. A continuación reproducimos extractos de alguna de nuestras sesiones que ejemplifican esos procesos en acción.

Durante la infancia, Sharon había tenido varias experiencias muy agradables en un grupo de lectura. Sharon generalizó pronto esas experiencias a todas las lecturas y se convirtió en un apasionado «ratón de biblioteca». Este puede ser considerado un ejemplo positivo del proceso de generalización.

Una de las razones por las que Sharon decidió acudir al counseling fue lo que ella llamaba «miedo a los hombres». Este «miedo» le impedía relajarse lo suficiente como para tener relaciones íntimas y afectuosas. «Los hombres me aterran. Me dan miedo porque lo único que quieren es aprovecharse de mí», eran sus palabras. Pronto descubrimos cuál era el origen de su miedo: Sharon narró una experiencia muy traumática que había tenido en la primera adolescencia con un hombre. A partir de aquella experiencia terrible empezó a generalizar sobre los «motivos» de los hombres. Esas generalizaciones se habían convertido en una parte de su modelo del mundo y habían impedido eficazmente que ella disfrutara de las relaciones cercanas y de amor que tanto deseaba. Como sucedió con sus experiencias con la lectura, este proceso de modelado ocurrió «de manera automática», totalmente fuera de su percepción consciente.

Presuposiciones y generalizaciones

Unos conocidos hicieron un experimento con la puerta de su baño. Quitaron el pomo de una puerta normal y lo pusieron en una puerta de vaivén sin pestillo y que se abría en un solo sentido. Para abrir esa puerta, lo único que había que hacer era empujar; y después se cerraba automáticamente. El truco consistía en que habían colocado el «falso» pomo en el mismo lado de la puerta en que estaban las bisagras. Los resultados del experimento fueron interesantes.

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Por lo general, los niños no tenían problema para descubrir el «truco» y eran capaces de entrar en el baño. Sin embargo, cuando los adultos trataban de girar el pomo y descubrían que la puerta no se abría, asumían que estaba bloqueada o cerrada. Naturalmente, su suposición se basaba en generalizaciones realizadas a partir de experiencias del pasado con puertas cerradas o bloqueadas. Esta parte de sus modelos del mundo no les permitía la exploración necesaria para descubrir el truco y, consecuentemente, eran incapaces de entrar sin la «ayuda» de sus anfitriones.

Una de las maneras en que Sharon fue capaz de llegar a ser una lectora tan buena fue su capacidad para evitar que los ruidos y los estímulos visuales externos la distrajeran. Había aprendido a suprimir sistemáticamente de su conciencia cualquier cosa que pudiera reducir su capacidad de concentrarse en el libro que estaba leyendo. Esta puede ser una utilización muy productiva del proceso de supresión.

La atención selectiva es supresión

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En los años que siguieron a su traumático encuentro, Sharon eliminó sistemáticamente de su memoria las respuestas positivas y normales de los hombres que se interesaron sinceramente por ella. Su «atención selectiva» le permitía únicamente ser consciente de las cosas que ellos hacían para «aprovecharse» de ella. Debido a que su modelo del mundo no incluía la posibilidad de atención cálida, amable y honesta entre hombres y mujeres, ella no era consciente de esas cualidades cuando estaban presentes en un admirador masculino. Sin esta conciencia no es posible que se desarrolle una relación sana.

Por otro lado, al operar sin conocimiento consciente, la supresión puede ayudarnos centrando nuestra atención cuando es necesario, como en el ejemplo de la lectura de Sharon. Sin embargo, el mismo proceso puede ser a menudo la fuente principal de la angustia emocional de una persona. Puede crear limitaciones sobre nuestros modelos del mundo que nos impiden ser capaces de percibir lo que necesitamos con el fin de alcanzar nuestras metas.

A Sharon le encantaba leer novelas. Al emplear creativamente el proceso de distorsión, ella podía transformar palabras en experiencias plenas y ricas. De hecho, «vivía» los personajes cuando leía sobre ellos. Sentía sus alegrías y sus penas, trabajaba en sus campos embarrados y tomaba el té con la reina. En su juventud, Sharon había aprendido a leer palabras y luego a distorsionarlas transformándolas en imágenes, sensaciones, sonidos, sabores y olores de una manera tan viva que devenían «reales» para ella. Podía hablar sobre diferentes tiempos y lugares lejanos como si de hecho hubiera vivido en ellos. Y también podía «proyectarse» en un libro de historia o en una enciclopedia. Este talento desempeñó un papel importante en su elección de la carrera de escritora y profesora.

Sharon utilizaba también el proceso de distorsión como un medio para explicar su «problema» con los hombres. Aunque su miedo era un factor principal, ella atribuía gran parte de la dificultad a una serie de «relaciones malas». Como ella decía: «Si esas relaciones hubieran sido diferentes, si me hubieran dado lo que yo quería y necesitaba, entonces probablemente yo sería ahora mucho más feliz». Usando el mismo proceso que usaba para ponerse en la piel de los personajes de sus lecturas, Sharon indicaba con esas palabras que ella se había apartado realmente del mundo exterior durante determinados periodos de su vida.

En su modelo del mundo, fueron las «relaciones» las que le causaron problemas. Sin embargo, esto indica una distorsión de su percepción de la situación. Una relación es un proceso que implica participación activa4. Al decir que «las relaciones» no le habían dado lo que ella quería, ignoraba su propia responsabilidad y participación en el proceso de relación. Se había apartado del papel de participante y se había convertido en una observadora indefensa. Esta distorsión, incrustada en su modelo del mundo, le impedía realmente ser capaz de cambiar y de introducir elementos que harían su vida más cómoda y feliz. Solo si retrocedía en el proceso de relación, podría introducir esos cambios y recuperar una sensación de control sobre su propia vida.

La construcción de nuestros modelos del mundo podría ser aquello a lo que James Coleman (1972) se refiere cuando dice que un individuo construye «un marco de referencia» o «un conjunto de presuposiciones relativas a los hechos, las posibilidades y los valores». Coleman describe cómo este «mapa interior cognitivo» determina la manera en que una persona percibe la realidad y se comporta. Aquí es importante lo que sucede cuando el mapa o el modelo de una persona tienen incrustados errores. Como él dice, «las presuposiciones imperfectas tienen implicaciones importantes para la conducta adaptativa». Una persona que sigue este mapa erróneo «podría tener miedo a duendes inexistentes y no percibir los verdaderos peligros. En la medida en que su visión está desordenada, se ajustará a un mundo que no existe e inevitablemente realizará cálculos erróneos que conducirán al fracaso y a la autodevaluación» (p. 167).

La fantasía es distorsión

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3. Confianza: establecer rapport

¿Quién puede negar que el vector importante en cualquier tipo de relación psicoterapéutica es el establecimiento de un buen rapport?

W. S. Kroger y W. D. Fezler,
Hypnosis and Behavior Modification

En su libro Persuasion and Healing [Persuasión y sanación], Jerome Frank aísla algunas de las variables que forman una relación terapéutica exitosa, especialmente aspectos de la relación que dan como resultado la «susceptibilidad del paciente a la influencia del terapeuta» (p. 197). Aquí es particularmente interesante el énfasis puesto en varias variables: las expectativas del cliente y su confianza en el terapeuta, y lo que él llama «atributos personales del terapeuta». Frank descubrió que esos factores influyen en gran medida en el resultado de la terapia.

Un estudio realizado por Strupp, Fox y Lessler (1969) identificó la confianza del paciente en el terapeuta como una variable singularmente importante. Estos autores afirman: «Esta fe en la integridad del terapeuta como persona podría ser definida como la piedra angular de una relación terapéutica exitosa que subsume otras características» (p. 36).

En cualquier relación próxima o íntima, la confianza se convierte en un elemento primario. Esta sección empezará a explorar las diferentes formas en que esta confianza se desarrolla y los efectos que tiene sobre el rapport, tan esencial para una relación efectiva. Como hemos mencionado anteriormente, Frank (1973) notó que determinados atributos particulares del terapeuta son ingredientes importantes de la relación terapéutica. A partir de cuestionarios completados por sus pacientes, Frank descubrió que esos atributos incluyen la habilidad de terapeuta para ser un «oyente vivamente interesado… atento… que habla el lenguaje del cliente [y] sabe darle sentido» (p. 185). El desarrollo de la confianza, por tanto, podría empezar cuando una persona tiene la sensación de que está siendo entendida, de que ella y la otra persona «hablan el mismo lenguaje». Piensa por un momento en las personas de tu vida a las que consideras influyentes. Esta capacidad de influir sobre ti y sobre los demás se basa en gran medida en la confianza que les dan aquellos que creen que ellas son «comprensivas». Naturalmente, esto es una simplificación excesiva. Sin embargo, especialmente en el contexto terapéutico, esta confianza es a menudo una condición necesaria para una relación terapéutica exitosa. La confianza tiene que existir también entre amigos; de lo contrario, la relación fracasa. Un acuerdo comercial no se puede consumar hasta que existe una confianza mutua basada en la creencia de que cada una de las partes es comprendida por la otra.

¿Qué hay en los individuos particularmente influyentes que conduce a esta confianza? ¿Qué conductas observables exhiben esos genios de la comunicación que nosotros podríamos identificar y usar en nuestras relaciones profesionales y personales? A medida que respondas a estas preguntas empezarás a descubrir algunas estrategias prácticas para crear un cambio positivo.

Ser comprendido

Uno de los ingredientes más importantes para ser influyente es la capacidad de suscitar en el otro la creencia de que lo comprendes. La comprensión implica que puedes «unirte» a una persona en su modelo del mundo. Esto es importante porque las personas tienden a obrar como si su modelo del mundo fuera el mundo real. La comprensión es el puente crucial entre nuestro modelo del mundo y el suyo.

Errores en la transcripción de la lógica

Gregory Bateson ilustra la distinción entre «realidad» y nuestros modelos de la realidad con la analogía de una carta de menú5. Tendemos a obrar asumiendo que una «cosa» y su «nombre» son lo mismo. Bateson llama a esto «errores en la transcripción de la lógica». Es como si fuéramos a un restaurante, dice Bateson, y nos pasaran una carta de menú. Dado que el menú es una mera representación de la comida, podríamos considerar que es un mapa o modelo de la realidad. Sin embargo, si tratamos el menú como tratamos a menudo nuestros propios modelos del mundo –como si de hecho fuera la realidad–, ¡empezaríamos a comer el menú! Como señala Bateson: «Como es de esperar, los organismos que se comunican… confunden el mapa con el territorio» (1972, p. 402).

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Para dar un paso más en la metáfora, a veces nos sorprende la comida del menú que hemos pedido. Cuando llega, puede ser que ni siquiera nos guste, aunque nos gustaba lo que se nos presentaba en el menú. Para evitarlo, podríamos ir a un restaurante, entrar en la cocina y probar la comida antes de decidir. Sin embargo, ni siquiera entonces podríamos estar absolutamente seguros de lo que el camarero iba a traernos cuando nos sirviera la comida. Pero al menos tendríamos una idea más precisa.

De hecho, no podemos «probar» la realidad como sugiere la metáfora. Todos tenemos menús: modelos de realidad que tendemos a pensar que son lo que meramente representan.

Son diferentes las formas en que te puedes «unir» a una persona en su modelo del mundo. Las abordaremos en las siguientes secciones y capítulos. Al reconocer el modelo del mundo de un individuo uniéndote a él con tu lenguaje y con otras conductas que le dan a entender que lo comprendes, preparas el camino para que tenga lugar una comunicación altamente efectiva e influyente. Esto no significa que aceptes su modelo como si fuera tuyo, sino que más bien instilas la confianza y el rapport tan importantes en las relaciones cercanas o íntimas y creas el clima ideal para el crecimiento y el cambio positivos.

4. Limitaciones sobre el modelo

Para todo organismo hay limitaciones y regularidades que definen lo que se aprenderá y bajo qué circunstancias tendrá lugar ese aprendizaje.

Gregory Bateson,
Pasos hacia una ecología de la mente

La construcción de nuestros modelos del mundo no es un proceso desordenado ni desorganizado. Es un proceso continuo altamente eficiente que opera a lo largo de toda nuestra vida. La «información» usada en la construcción de nuestros modelos, las experiencias y los recuerdos de experiencias que forman los elementos esenciales de la estructura, son impuestos a través de ciertas limitaciones o «filtros» sobre el proceso de construcción del modelo. Hay tres limitaciones o «filtros» que han sido identificados por Bandler y Grinder6. Son las limitaciones neurológicas, sociales e individuales. El hecho de conocer las formas en que esos filtros afectan a nuestros modelos del mundo puede ayudarnos a observar mejor los patrones de comportamiento que nos permitirán predecir –e influir con éxito notable en– la conducta de nuestros clientes, estudiantes y otras personas con las que nos comunicamos.

Limitaciones neurológicas

A través de nuestra constitución neurológica, nuestros órganos sensoriales y nuestros nervios recibimos inicialmente información sobre el mundo. Sin embargo, debido a las diferencias individuales y al hecho de que la información «cruda» se traduce en impulsos bioeléctricos, estamos separados inexorablemente del «mundo real». Nuestro sistema neurológico filtra la experiencia y, dado que los «filtros» de cada uno son ligeramente distintos, asumimos que cada persona tiene un modelo diferente del mundo. Este fenómeno subraya la idea de que no reaccionamos al «mundo real», sino más bien a nuestro modelo personal del mundo.

El estudio de la percepción

Un término común al estudio de la percepción es umbral absoluto, es decir, la cantidad mínima de energía física necesaria para estimular un órgano sensorial de modo que envíe una señal hacia el sistema nervioso central (SNC). Esto significa que hay posibles señales sensoriales de nuestro entorno que no son nunca «recibidas» o sentidas. Nuestros órganos sensoriales no solo canalizan la información hacia nuestro SNC, sino que también filtran efectivamente la forma en que llega a él. Por ejemplo, sabemos que hay sonidos por encima y por debajo de la capacidad auditiva del oído humano y sabemos que hay áreas no visibles del espectro electromagnético. Este conocimiento se ha adquirido gracias al uso de mecanismos artificiales que traducen o re-presentan esas áreas en estímulos perceptibles. Una buena porción de nuestro trabajo como profesores y counselors consiste en operar en buena medida como esas máquinas. Es decir, actuamos para representar aspectos del entorno que las personas están eliminando o borrando de su experiencia. Ofreceremos más información sobre ello en las secciones siguientes.

Umbral de diferencia es otro término usado en el estudio de la percepción. Es la cantidad mínima de estimulación necesaria para ser capaz de detectar una diferencia entre dos estímulos similares. Esta diferencia apenas perceptible (DAP) sirve de apoyo a la idea según la cual nuestros órganos receptores actúan como filtros para nuestra percepción del mundo.

Otro concepto importante en el estudio de la percepción es el hecho de que nuestros mecanismos sensoriales operan sobre un proceso llamado inhibición recurrente. Debido a este mecanismo neuronal, tendemos a recibir información de nuestros sentidos antes sobre los cambios en nuestro entorno que sobre aspectos constantes o invariables de la experiencia. Una de las razones para incluir una buena botella de vino en una comida es estimular nuestros órganos sensoriales gustativo-olfativos entre los sucesivos bocados. El vino cambia literalmente el interior de nuestra boca de modo que cada bocado tiene tanto sabor como el primero.

La inhibición recurrente es lo que subyace en la tendencia a dejar de prestar atención a los aspectos estáticos e invariables de nuestro entorno. Es interesante especular sobre cómo este mecanismo neurológico podría afectar a nuestra experiencia del mundo en una escala más amplia. Citando a Viktor Shklovskij, Noam Chomsky (véase el capítulo 3) escribe:

Las personas que viven a la orilla del mar están tan acostumbradas al murmullo de las olas que nunca lo oyen. Por la misma razón, apenas oímos las palabras que emitimos… Nos miramos unos a otros, pero no nos vemos. Nuestra percepción del mundo se ha marchitado, lo que permanece es mero reconocimiento (1972, pp. 24-25).

Nuestros sistemas sensoriales pueden proporcionarnos experiencias muy agradables de muchas maneras. Las películas, que de hecho son solo imágenes «fijas» que se mueven muy rápidamente, crean en nosotros la ilusión del movimiento. Podemos sentir también emociones muy fuertes mientras estamos sentados en un cine viendo y escuchando un filme. Es importante comprender que esas mismas habilidades, esos procesos neurológicos que nos permiten tener experiencias agradables, operan a veces produciéndonos dolor al limitar nuestras percepciones y nuestra capacidad para responder adecuadamente a nuestro entorno.

Al avanzar en el análisis de estos procesos, esperamos demostrar que hay ciertas coherencias en la forma en que las personas experimentan el mundo y crean sus modelos de lo que experimentan. Esas coherencias pueden ayudarnos a comunicarnos con ellas de un modo más eficiente. Al permitirnos predecir –e influir en– el comportamiento, el hecho de observar y utilizar esas coherencias puede servirnos para ayudar a las personas con las que vivimos y trabajamos a tomar diferentes decisiones sobre cómo sentir y cómo responder, decisiones que aumentarán una percepción positiva y enriquecida del mundo.

El diagrama siguiente muestra el primer paso en la formulación de nuestros modelos del mundo. La experiencia cruda es filtrada a través de nuestros órganos sensoriales (limitaciones neurológicas). La experiencia es «transformada» en un modelo neurológico que incluye cuatro parámetros básicos: vista / sensación (sentimiento) / oído / olfato y gusto. Siguiendo el modelo propuesto por Bandler y Grinder, esos parámetros son designados, respectivamente, con las siguientes letras: V para «vista», K para «sensaciones (sentimientos)», A para «sonido», y OG para «olfato y gusto»7. Para cada momento, hay un «conjunto» completo de esas experiencias. Cada uno de esos conjuntos es llamado 4-duple. En el diagrama siguiente designamos «olfato y gusto» con la sigla «OG» para indicar los procesos olfativos y gustativos. En el capítulo 2 adoptaremos la notación alternativa y usaremos sencillamente «O» para simplificar el modelo.

Creamos el 4-duple

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Limitaciones sociales

Otra forma en la que creamos diferencias en nuestros modelos es a través de limitaciones sociales, que Bandler y Grinder (1975) llaman factores genéticos sociales «para recordar al lector que las limitaciones sociales tienen un efecto tan profundo como las limitaciones neurológicas en la configuración de sus percepciones» (p. 19). Se podría concebir este filtro como el segundo nivel en el proceso de construcción del modelo, inmediatamente después de las limitaciones neurológicas. El ejemplo primario de las limitaciones sociales es el lenguaje, que opera sobre nuestros modelos del mundo de dos maneras primarias y aparentemente opuestas. Una de ellas consiste en aumentar nuestra percepción del mundo que nos rodea y la otra consiste en limitarla. Lo hace codificando fenómenos de percepción en etiquetas (palabras) que son manipuladas por la mente en sus esfuerzos para dar sentido a la experiencia8. Por ejemplo, los esquimales tienen setenta palabras diferentes para «nieve» (en realidad, esto es un mito; léase la nota, por favor)9. Tienen una capacidad de distinguir la cualidad y la estructura de la nieve que está muy por encima de la capacidad de la mayoría de los individuos en el resto del mundo. Obviamente, esto tiene una gran importancia para la supervivencia en la cultura esquimal. Esta limitación social profundamente arraigada, manifestada en el lenguaje esquimal, amplía sus modelos del mundo para incluir percepciones que personas de otros trasfondos lingüísticos son incapaces de observar. Un fenómeno interesante tiene lugar cuando alguien habla con soltura un idioma diferente de su lengua materna. Como observa J. Samuel Bois, semiólogo general, en The Art of Awareness: «No veo las mismas cosas, no observo los mismos acontecimientos, cuando cambio de mi cerebro francés a mi cerebro inglés». Y añade: «Cambiar mi lenguaje me cambia como observador. Y al mismo tiempo cambia mi mundo» (p. 20).

El diagrama siguiente muestra cómo se añade el componente lingüístico al 4-duple. Esto acentúa ciertos aspectos del modelo neurológico, o bien los elimina o los distorsiona. Puede aumentar la percepción, como en el caso de los esquimales (siguiendo con el «mito» antes citado). Aun cuando pudiéramos estar al lado de un esquimal observando la nieve, no podríamos «ver» lo mismo porque nuestros modelos del mundo son diferentes. Se dice lo mismo de los individuos que acuden a la terapia. Como veremos, a menudo se puede conocer su percepción limitada o distorsionada del mundo a través de su lenguaje. Con este conocimiento, podemos ayudarlos a aprender nuevas maneras de hablar sobre sus experiencias, maneras que, en último término, cambiarán sus modelos del mundo.

Añadimos el lenguaje

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Hay otras formas de limitaciones sociales que afectan al proceso de modelado de una persona. Como indica Coleman (1972), «el desarrollo de su personalidad refleja la sociedad más amplia en la que vive –sus instituciones, tradiciones, valores, ideas y tecnologías– y la familia inmediata y otras relaciones interpersonales» (p. 78). La persona aprende las costumbres y convenciones sociales y las integra en gran medida del mismo modo que aprende el lenguaje. Al observar y escuchar a los demás, y cuando nos corrigen si nos «equivocamos», llegamos a conocer lo que se espera por convención social. Como el lenguaje, esas normas sociales varían de una generación a otra y entre las subculturas que constituyen el conjunto de la sociedad. De modo muy similar a las normas que gobiernan el lenguaje, esas limitaciones sociales son filtros poderosos sobre nuestros modelos del mundo, que afectan tanto a nuestra percepción como a nuestra conducta. Como muestran las ilustraciones siguientes, las limitaciones sociales forman algunos de los límites entre lo que creemos que es posible e imposible, bueno y malo, apropiado e inapropiado, etcétera.

En el pasado reciente, tanto en Estados Unidos como en algunas partes de Europa occidental, era costumbre que una mujer se desmayara o «se desvaneciera» en ciertas situaciones. En las películas de ese periodo había siempre en la multitud alguien dispuesto con sales aromáticas a ayudar a revivir a la doncella en apuros. Las situaciones en que el desvanecimiento tenía lugar estaban muy estandarizadas y la conducta se limitaba únicamente a algunas subculturas aquí y en Europa.

Otro fenómeno muy regulado y que hoy sucede muy raramente era el «duelo». Esta lucha formal entre dos individuos seguía una forma específica dictada por la costumbre social. Ambas partes representaban cada paso de la secuencia de respuestas prescrita. La forma era rígida y predecible y todos sabían lo que se esperaba.

Limitaciones sociales

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Un ejemplo más corriente de limitaciones sociales es el relativo a las «normas» impuestas socialmente que regulan el contacto ocular directo10. Hay subculturas en los Estados Unidos que creen que si un varón mira fija y directamente a los ojos a otro varón es un «desafío», algo muy parecido al tradicional «golpe en la cara con un guante» que iniciaba el rito del duelo. En esas situaciones, muy reguladas por la costumbre, hay conductas específicas que se espera que sean observadas por cada uno de los varones. El desafío es aceptado o declinado, dependiendo de la respuesta del segundo varón a la mirada fija inicial.

Se pueden presentar problemas cuando conviven dos o más individuos de diferentes subculturas con diferentes normas o costumbres. En un marco institucional, por ejemplo, donde muchas subculturas diferentes están obligadas a mezclarse, la incapacidad de predecir respuestas esperadas crea las condiciones para que se produzcan interacciones muy volátiles. Para los responsables de mantener el orden, el proceso de «mantener la paz» puede resultar una experiencia muy laboriosa y a veces angustiosa.

Cada vez que nos enfrentamos a una situación donde dos modelos difieren, como en el ejemplo anterior, se hace crucial determinar cuáles son las normas para cada uno de los modelos. Esas limitaciones sociales sobre los modelos, utilizadas de manera apropiada, son muy valiosas en el proceso de establecer rapport, a la hora de «hablar el mismo lenguaje» como partes implicadas. El hecho de usar esas normas puede ayudar a crear la confianza y la necesaria comunicación fluida para intervenciones positivas con éxito. Comprender el impacto de las limitaciones sociales sobre el proceso de comunicación es una de las formas de orientarnos en medio de las inevitables diferencias en el modelo del mundo de cada individuo. Identificar esas limitaciones y, después, respetarlas impedirá que bloqueen el proceso de comunicación.

Limitaciones individuales

Como señala Lucy Ferguson en Personality Development [El desarrollo de la personalidad], «personalidad es un término que tal vez haya sido definido de formas más variadas que cualquier otro concepto psicológico general» (p. 2). Teniendo en cuenta la constitución genética de un individuo, Ferguson argumenta con razones de peso a favor de una interpretación de la personalidad basada en el conocimiento de la historia personal de ese individuo. Las limitaciones individuales –que constituyen el tercer grupo en la serie analizada aquí– son el resultado directo de experiencias personales. Tomadas en conjunto, son lo que constituye el «trasfondo histórico» de una persona.

Las limitaciones individuales se basan en limitaciones neurológicas y sociales, los dos filtros subyacentes de la experiencia. A medida que una persona continúa el proceso de construcción y modificación de su modelo del mundo, son las limitaciones individuales las que constituyen la estructura de sus sistemas de creencias y valores. Desempeñan un papel importante en lo que constituye el «rosa» en «las gafas [para verlo todo] de color rosa» de una persona. Es en parte la historia personal la que explica por qué es probable que un joven de un gueto tenga una puntuación más baja en el test de inteligencia Stanford-Binet que un joven de una familia de «clase alta». Estas limitaciones explican también en parte la diversidad de puntuaciones en otros test, como el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota (Minnesota Multiphasic Personality Inventory [MMPI]).

Para nuestra comprensión de los modelos individuales del mundo es importante el concepto de estímulos producidos internamente. Como hemos mencionado anteriormente, para cada momento temporal creamos un 4-duple de experiencia. Esto incluye los siguientes parámetros: experiencia visual (V); sensaciones, que incluyen experiencias táctiles, propioceptivas y somáticas (K); la experiencia del sonido (A); y el olfato y el gusto, conocida también como experiencia olfativa y gustativa (OG). Tenemos también una inmensa colección de experiencias almacenadas llamadas recuerdos. Estos recuerdos pueden ser manipulados, relegados y reorganizados de formas muy creativas, algo que generalmente llamamos «pensamiento». Sin embargo, el pensamiento es una experiencia meramente sintética, extrapolaciones y recombinaciones (de formas nuevas y únicas) de material corriente y experimentado previamente. Es posible sustituir elementos sintetizados por otras experiencias con base sensorial en un 4-duple. En otras palabras, una persona puede, en un momento dado, experimentar combinaciones de representaciones, imágenes, sensaciones, sonidos, olores y gustos junto con estímulos de origen externo. El olor de un árbol de Navidad, por ejemplo, podría tener su origen en el ambiente externo. Sin embargo, podría suscitar instantáneamente recuerdos visuales, sensaciones y sonidos producidos internamente, asociados con ese olor particular. Esos elementos sintetizados en el 4-duple están basados en las experiencias previas que una persona tiene de su historia personal pasada, junto con varias carencias y necesidades del momento. Las experiencias sintéticas están sujetas también al proceso de modelado universal de generalización, supresión y distorsión.

Experiencia interna

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Las experiencias «con carga emocional» son suscitadas a menudo por señales en el entorno externo. Pueden ser agradables, como en el ejemplo anterior, o pueden ser terribles. Un ejemplo de una respuesta disfuncional producida interiormente a señales externas aparece descrito en una transcripción de una sesión de counseling en el capítulo 4 (a partir de la página 219).

El diagrama siguiente (p. 65) muestra el 4-duple que pasa a través del filtro individual. En este instante de la formación de la experiencia –la percepción de «un momento en el tiempo»–, la persona añade al 4-duple elementos sintetizados. El modelo muestra esas experiencias producidas internamente, emparejadas con su equivalente externo en el 4-duple. Para cada elemento en un 4-duple, una persona es consciente generalmente solo de un aspecto, ya sea la experiencia interna o la externa, pero no de ambos al mismo tiempo. También es importante notar que, aun cuando siempre habrá entradas del entorno externo (excepto en casos de daño neurológico, como la ceguera), no tiene que haber necesariamente una experiencia producida internamente asociada a cada elemento del 4-duple. Por razones de sencillez, el modelo siguiente muestra un conjunto completo de esas experiencias «sintetizadas» bajo el 4-duple externo.

Como veremos en los capítulos siguientes, las personas pueden borrar sistemáticamente un elemento particular de sus 4-duples. La habilidad de un terapeuta para detectar y utilizar esta clase de información cuanto trabaja con un individuo puede facilitar en gran medida el proceso de crecimiento y cambio terapéutico. El ejemplo de la página 219 demuestra cómo se puede usar esta información eficazmente.

Como muestra el diagrama siguiente, los 4-duples quedan recogidos finalmente en la Caja de la Memoria. Este es el depósito de todas las experiencias y representa nuestra historia personal, nuestro heterogéneo modelo del mundo. Este conjunto de experiencias contribuye en gran medida a configurar nuestro pensamiento y nuestra percepción del mundo que nos rodea. La información para experiencias sintéticas en este sencillo diagrama procede de la Caja de la Memoria a través del Tubo de la Memoria. Esta información puede adoptar la forma de un 4-duple completo producido internamente o puede consistir en elementos singulares de varios 4-duples almacenados que «reemplazan» a una o más de las piezas de origen externo. Cuando un individuo accede a un recuerdo –como, por ejemplo, el color de su cocina–, la notación formal asocia un superíndice r (Vr) para denotar esas porciones del 4-duple que son experiencia recordada. Además, tenemos también la capacidad de producir nuevas experiencias internas como, por ejemplo, imaginar qué aspecto tendría la cocina si estuviera pintada de azul. En esos casos usamos el superíndice c (Vc) para denotar un componente construido internamente del 4-duple. Estas distinciones, junto con las notaciones internas-externas descritas al comienzo de este capítulo, son extremadamente importantes cuando empezamos a utilizar modelos de la experiencia de una persona para ayudarla a cambiar estrategias mentales (secuencias específicas de pasos mentales implicados en la solución de problemas, la toma de decisiones, la creación, el aprendizaje, etc.) que limitan su capacidad para sentir o actuar del modo que quieren11.

En el Apéndice A se presenta un diagrama completo que muestra los tres procesos.

Añadimos las limitaciones individuales

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Metaestados

Susie Linder-Pelz (2011) expone cómo el modelo de metaestados desarrollado por Hall (2002 [1995]) describe la manera en que las personas procesan la información. Ella explica que las personas «sitúan en capas» la información del mundo exterior y, después, «enmarcan o aplican meta-estados a esa información cuando se proporcionan a sí mismas más información sobre esa información; es decir, se proporcionan a sí mismas una capa sobre otra de ideas, creencias y comprensiones. Cada nueva capa establece el marco para las capas anteriores. Después, las personas emiten esa información de nuevo hacia los «niveles» de su mente, cerebro y neurología. Esto literalmente in-forma: forma al individuo en su interior y se manifiesta en emociones o movimientos somáticos en el cuerpo y en la conducta» (p. 81, las cursivas son del original).

Esto es importante porque subraya el hecho de que la percepción no es un proceso de una sola dirección. De hecho, nuestras «percepciones» se suman e interactúan de tal manera que influyen tanto en las experiencias futuras como en los recuerdos del pasado.

Cuando nos comunicamos con personas, cuando tenemos éxito en la creación de cambios terapéuticos, o cuando estamos enseñando algo nuevo, siempre empezamos en el nivel neurológico con el sonido de nuestra voz y el aspecto y la sensación de nuestras acciones. Cuando tiene lugar una intervención en el nivel lingüístico (cf. capítulo 3), operamos en el 4-duple de una persona en el nivel de las limitaciones sociales. En el nivel de las limitaciones individuales, ayudamos a las personas a comprender cómo sus modelos del mundo son disfuncionales, cómo causan sufrimientos y apuros innecesarios en sus vidas, o cómo bloquean la toma de conciencia de pensamientos, sensaciones o acciones alternativos.

En último término, cualquier aprendizaje o experiencia terapéutica exitosa se convierte en parte de la historia personal de una persona. Archivado en su «Caja de la Memoria», el nuevo modelo empezará a configurar el pensamiento y la percepción de maneras nuevas, positivas y sanas.

Es importante señalar, como hicieron Bandler y Grinder12, que este análisis de las limitaciones sobre los procesos de construcción de modelos no pretende ser una presentación completa, ni pretende implicar que hay distintas divisiones entre las tres limitaciones. De hecho, se solapan. El objetivo de este libro es presentar al lector modelos para percibir, predecir e influir en la conducta. Son útiles para esos propósitos, aun cuando sean inexactos: un modelo representa meramente lo que está modelando.

5. Equivalencia compleja

Un ejemplo de limitaciones que se solapan concierne al lenguaje. Debido a la influencia de las limitaciones neurológicas e individuales, las representaciones internas del lenguaje (limitaciones sociales) son diferentes para cada persona. Para cada palabra aprendida, cada persona tiene una experiencia interna en parte diferente. Esas experiencias específicas asociadas con palabras son llamadas equivalencia compleja13. Normalmente, los diferentes matices con que las personas comprenden las mismas palabras son irrelevantes. Sin embargo, hay palabras que a veces se prestan a malentendidos entre la gente. Palabras como amor, relación, relación de pareja, temor, poder, confianza, respeto, y cualquier otra expresión asociada con la percepción que una persona tiene de sí misma y de su entorno, son críticas para el proceso de comunicación, como demuestra el ejemplo siguiente.

Equivalencia compleja

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Cuando estás aprendiendo los principios básicos de la comunicación efectiva, es importante que prescindas de la presuposición de que ya sabes lo que significan palabras como las mencionadas en el ejemplo anterior. Tu «conocimiento» está basado en tu modelo del mundo, que está sujeto también al proceso de generalización, supresión y distorsión, así como a las limitaciones neurológicas, sociales e individuales. En vez de suponer que tu comprensión de esas palabras es la misma que la del hablante, a menudo es recomendable que le preguntes qué significan para él. Esto puede evitar que caigas en la trampa de tu propio modelo del mundo. Si comprendes más plenamente lo que el hablante está diciendo, es más probable que establezcas rapport y que tengas más influencia en tu comunicación con él. En el capítulo 3 se ofrecen técnicas específicas para preguntar cómo una persona define esas palabras, así como algunas claves lingüísticas cuando se necesita más información.

6. Resumen

No intento definir lo que un ser humano es, sino que describo lo que un ser humano hace.

Joseph S. Bois, The Art of Awareness

Buscamos redundancias pragmáticas; sabemos que no serán magnitudes o cualidades sencillas y estáticas, sino patrones análogos al concepto matemático de función.

Paul Watzlawick, Janet Beavin y Don Jackson,
Teoría de la comunicación humana

Cuando se aborda el tema de la comunicación, es importante tener presente la distinción establecida por Paul Watzlawick et al. (1967), según la cual toda conducta es comunicación. De hecho, hay dos clases de conducta comunicativa. Una engloba patrones de interacción observables, lenguaje primario y gestos manifiestos. La otra es una comunicación menos obvia que tiene lugar dentro de cada uno de nosotros continuamente. Toda comunicación, ya sea exhibida abiertamente o experimentada internamente, nos afecta de maneras observables. Es la observación y utilización de conductas comunicativas específicas lo que constituye el tema principal de este libro.

Una vez que empezamos a explorar las maneras en que damos sentido a la miríada de experiencias que llamamos «vivir», muchos patrones de conducta resultan evidentes. «Los procesos de modelado humano» de Grinder y Bandler nos proporcionan una base organizativa desde la que podemos explorar las diferencias entre lo que las personas experimentan (el territorio) y el sentido que dan a esas experiencias (su mapa o modelo del mundo).

Apoyados en las pruebas de los estudios neurológicos, extendemos esta conducta de construcción de modelos para incluir tres limitaciones: neurológicas, sociales e individuales. Al comprender que esos mecanismos son importantes en la creación del modelo de un individuo y en la representación que esa persona tiene de «quién» es, damos el primer paso para establecer el rapport y la confianza tan importantes para las comunicaciones influyentes y terapéuticas. El hecho de reconocer que cada persona crea un modelo diferente del mundo nos permite apreciar en vez de juzgar o temer esas diferencias. Son esas diferencias las que nos hacen únicos a cada uno de nosotros y crean la sorprendente y maravillosa diversidad de personalidades que encontramos dentro de –y entre– las sociedades.

Compartimos una convención lingüística universal: la comprensión presupone coherencias en el lenguaje en muchos niveles. A través de esos patrones coherentes de conducta somos capaces de sobrevivir en una sociedad y de perpetuarla. Esas mismas conductas proporcionan claves acerca de cómo un individuo crea no solo alegría y comprensión sino también dolor y confusión en su vida diaria. Algunos elementos de comunicación están dentro de nuestro control consciente, pero la mayoría están completamente fuera de nuestra conciencia. Al empezar a prestar atención a la comunicación como una presentación de modelos personales únicos, muchas de las idiosincrasias que producen comunicación tergiversada y malentendidos se convierten, en cambio, en herramientas para una comunicación aún más honda y profunda. Cuanto más sagaces nos hagamos para ver, oír y sentir los mensajes totales que se envían, tanto más capaces seremos de percibir lo que realmente se quiere decir. Esta conciencia nos permitirá también usar mejor nuestros propios canales de comunicación para expresar lo que necesitamos y queremos, no solo a otros, sino también dentro de nosotros mismos.

Este libro es una presentación de varios modelos de conducta humana. Esos modelos pueden ser extremadamente útiles como herramientas cuando se usan para comprender, predecir y configurar las interacciones humanas que llamamos comunicación. Pero esos modelos pueden ser también muy limitadores si olvidamos que no son de hecho la realidad. Hemos de tener presente la idea afirmada con tanta precisión por Edward Hall:

Todos los modelos teóricos son incompletos. Por definición son abstracciones y, por tanto, excluyen cosas. Lo que dejan fuera es tan importante como –si no más importante que– lo que no excluyen, porque lo que se deja fuera es lo que da estructura y forma al sistema (1976, p. 14).

1. Es importante traer aquí a colación un análisis de Tosey y Mathison (2009) sobre el representacionalismo. Citando a Brockman (1977), escriben: «He descubierto que cuando veo algo, u oigo un sonido, o saboreo algo, es mi cerebro –o tal vez debería más bien decir “mente”–, soy yo quien creo una imagen en la modalidad del órgano sensorial apropiado. Mi imagen es mi agregación y organización de información sobre el objeto percibido, agregada e integrada por mí de acuerdo con unas normas de las que soy totalmente inconsciente» (p. 66). En los diagramas 4-duple que presentamos más adelante en este capítulo y en el Apéndice A, proporcionamos al lector una «metáfora visual» del proceso por el que transformamos la entrada sensorial y la codificamos en un «mapa» de «realidad». Sin embargo, como señalan Tosey y Mathison (2009), «nuestras percepciones no se limitan a recibir y representar un mundo “externo”, sino que más bien crean nuestra experiencia» (pp. 66-67). Nuestro uso de la palabra «representación» y, especialmente, del término «sistema representacional» más adelante en esta obra incluye esta compleja interacción de mente-mapa-territorio que no refleja la visión representacionalista según la cual lo que llamamos experiencia es simplemente una re-representación del mundo entendida como una réplica de él.

2. Para la finalidad de este libro, la distinción entre «nosotros» y el entorno que nos rodea es funcional. No implica que no existan otras maneras de describir la relación. Como señala Jung en Psychological Types [Tipos psicológicos] (1971 [1923]), la psicología se centra en procesos internos que operan dentro del sujeto y del observador. Por consiguiente, «el observador debería ser… capaz de ver no solo subjetivamente, sino también objetivamente. La exigencia de que debería ver solo objetivamente está totalmente fuera de lugar, ya que es imposible. Debemos sentirnos satisfechos si no ve demasiado subjetivamente» (p. 9). Roger Walsh (1979) hace también una aportación al análisis: «Lo que se puede conocer es la interacción entre el observador y lo observado, y nunca las propiedades independientes de lo observado exclusivamente. Toda observación es una función del observador y, por tanto, el universo conocido está inextricablemente ligado a la conciencia» (p. 180).

3. Bandler y Grinder (1975) analizan muchos de los modelos presentados en esta obra. Los «procesos de modelado humano universal» se presentan en las pp. 14-18. Recomendamos encarecidamente cualesquiera de los libros de Bandler y Grinder (véase infra, «Bibliografía»).

4 4. Esta es una forma lingüística llamada «nominalización». Véase el capítulo 3 para un análisis completo de esta y otras indicaciones lingüísticas de la estructura del modelo del mundo propio de una persona.

5. Véase el análisis de Bateson en Steps to an Ecology of Mind [Pasos hacia una ecología de la mente] (1972) sobre la «teoría de los tipos lógicos», cuya exposición empieza en la página 280.

6. La interpretación de Bandler y Grinder (1975) aparece en The Structure of Magic [La estructura de la magia], Vol. I (1975, pp. 8-13). Watzlawick et al. (1967) ofrecen la siguiente definición de «limitación»: «Según la teoría de la información, los procesos estocásticos muestran redundancia o limitación, dos términos que pueden ser usados de manera intercambiable con el concepto de “patrón”» (p. 34). En el uso de este libro, por tanto, las limitaciones son patrones que operan en los procesos de construcción de modelos. Y pueden ser conceptualizadas como «rejilla» o «filtro» a través del cual la información es procesada hasta convertirse en experiencia.

7. Véase Bandler y Grinder (1976, pp. 4-12).

8. Las «hipótesis de relatividad lingüística» de Whorf son una presentación gramatical de la idea según la cual el pensamiento es relativo al lenguaje en el que es construido. En Language, Thought and Reality [Lenguaje, pensamiento y realidad] (1956) propone que es la estructura del lenguaje lo que causa diferencias en la percepción establecidas culturalmente.

9. Véase Bandler y Grinder (1979, p. 15). Presentamos sinceramente nuestras disculpas por nuestra aceptación acrítica y consiguiente perpetración del engaño antropológico de las palabras esquimales para «nieve». La cita se ha mantenido de manera intencionada en esta edición revisada expresamente para subrayar esta idea. Invitamos al lector a escribir las palabras en cursiva en un buscador de Internet y a leer algunos de los artículos informativos y a veces humorísticos sobre este mito urbano. Se puede encontrar también un estudio divertido del tema en Geoffrey Pullman, The Great Eskimo Vocabulary Hoax (1976). Pullman nos acusa de «pereza intelectual» (p. 171) y escribe: «Tristemente, la profesión académica muestra una vigorosa tendencia a crear por su cuenta leyendas estables y que se auto-sostienen, pero completamente falsas, y se aferra a ellas denodadamente, transmitiéndolas de un artículo a otro y de un manual a otro como virus informáticos que se propagan entre los ordenadores de los estudiantes» (p. 159).

10. Esto es algo diferente de la norma del contacto ocular analizada en relación con la categoría de comunicación visual en el capítulo 2. No obstante, no es insólito que el conflicto tenga lugar como resultado de un encuentro entre alguien que opera con el modelo de contacto ocular social y alguien que opera fuera del sistema visual.

11. Dilts y DeLozier (2000) vinculan el proceso de identificación de estrategias en el desarrollo temprano de la PNL con su nombre final. Escriben: «Al observar patrones de lenguaje y movimiento ocular de las personas, Bandler, Grinder y sus estudiantes empezaron a reconocer secuencias específicas y coherentes en la manera en que las personas usan sus modalidades sensoriales con el fin de recordar, tomar decisiones, aprender o realizar otras tareas cognitivas. Fue el intento de analizar y trazar el mapa de esas secuencias de actividad sensorial lo que dio origen al nombre “Programación Neuro-Lingüística” [“Neuro-Linguistic Programming”]» (p. 1318).

12. Véase Bandler y Grinder (1975, p. 19, nota 2).

13. Bandler et al. (1976) ofrecen la siguiente definición: «Equivalencia compleja es la relación entre una palabra o un conjunto de palabras y alguna experiencia nombrada por esas palabras» (p. 90; las cursivas son del original).