Presentación
Elisenda Ardèvol y Glòria Munilla
Ésta es una obra colectiva, fruto del esfuerzo interdisciplinario de cada uno de los autores, que tiene la finalidad de acercar al lector al fenómeno religioso desde perspectivas teóricas complementarias de dos disciplinas hermanas: la Antropología y la Historia.
Cuando nos propusimos hacer esta obra y abordar el tema de la religión desde diferentes ópticas, ideamos una metáfora, un recurso estructurador de las muchas caras que toma el estudio de este fenómeno. Quisimos, pues, reencontrar la imagen de los cuatro elementos como configuradores de la totalidad del mundo en la Filosofía clásica e imagen de la totalidad recurrente en muchas de las cosmologías de las culturas antiguas o tradicionales distribuidas por los cinco continentes.
Los cuatro elementos, aire, tierra, fuego y agua, como símbolos de la composición de la naturaleza, se encuentran interconectados con el mundo de las prácticas sociales, las emociones humanas, las ideas y las creencias. Para la alquimia medieval, por ejemplo, los cuatro elementos también poseen propiedades espirituales, de manera que la transformación de la materia en la búsqueda de la transmutación de los elementos en la piedra filosofal es también una búsqueda humana y de transformación del espíritu. Pues bien, precisamente por este motivo hemos incluido un quinto elemento, síntesis de los anteriores, y que refleja la necesidad de tratar la complejidad del fenómeno religioso como una totalidad integrada: el agente humano.
En esta obra trataremos, pues, el fenómeno religioso como un “hecho total”, como un todo integrado compuesto por diferentes aspectos, dimensiones y características, y que podemos analizar desde diferentes perspectivas. No obstante, siempre debemos tener en cuenta que ninguna de las partes puede explicar el todo ni se la puede considerar como elemento causal determinante de las demás, y que ninguna perspectiva de análisis es suficiente por sí misma para explicar de manera completa y satisfactoria la naturaleza del comportamiento humano que denominamos “religioso”.
El estudio de la religión desde una perspectiva histórica y antropológica tiene como punto de partida la consideración del fenómeno religioso como hecho histórico y cultural, que adquiere su sentido en un contexto concreto; es decir, como resultado y proceso de la actividad humana. Este punto de partida común nos conduce a la reflexión sobre la variedad de prácticas, creencias, actitudes, emociones e instituciones que englobamos dentro del concepto “religión”; nos mueve en busca de la comprensión de este fenómeno a partir de la comparación transcultural y la búsqueda de similitudes y diferencias entre los sistemas religiosos a los que tenemos acceso mediante la observación empírica o a través de la arqueología y de la documentación escrita. Finalmente, también nos plantea una reflexión sobre su universalidad y la posibilidad de establecer unos rasgos generales que pudiéramos considerar universales, esto es, que se den o podamos encontrar en cualquier manifestación religiosa concreta.
Antes de iniciar nuestra lectura de los capítulos debemos detenernos un momento para diferenciar claramente, al menos por motivos puramente prácticos y orientadores, que las teorías propuestas por antropólogos e historiadores son eso mismo, teorías científicas provisionales, sujetas a revisión y cambio. Esas teorías explican los hechos observados, pero al mismo tiempo, cuando los describen y los interpretan, los construyen. En este sentido, debemos ser muy cautelosos cuando afirmamos, por ejemplo, que la religión es un fenómeno universal, ya que lo que queremos decir es que, según la definición dada en nuestra teoría, y a partir de los hechos concretos que hemos interpretado según ésta, encontramos manifestaciones religiosas en todas las culturas estudiadas, en distintas épocas históricas y localizaciones geográficas.
Debemos, también, distinguir claramente entre el fenómeno religioso como concepto teórico y el comportamiento humano concreto al que otorgamos esta significación. Asimismo, hay que diferenciar la religión como concepto abstracto y general, de las religiones como prácticas concretas, históricamente situadas, contextualmente definidas y culturalmente específicas. Así, podemos afirmar, sin caer en contradicción, que la religión es universal, pero no se manifiesta ni en el mismo grado ni de la misma forma en todas las culturas estudiadas.
No podemos presuponer que todas las culturas dan el mismo sentido al hecho “religioso”, o que entienden sus creencias o prácticas con relación a los muertos y a los seres sobrenaturales de la misma forma. No siempre podemos separar con exactitud el mundo natural del mundo sobrenatural, el mundo profano del sagrado, cuando nos enfrentamos al estudio de una cultura particular en relación con nuestro objeto teórico: la religión.
No debemos confundir, en cualquier caso, los universales abstractos –fruto de nuestras generalizaciones y de la aplicación de nuestros modelos teóricos– con los datos empíricos –fruto de nuestras inducciones, inferencias e interpretaciones de las realidades sociales y culturales que estudiamos. En sentido estricto, nunca podemos afirmar tajantemente que nuestros conceptos y definiciones de carácter general se corresponden con la realidad observada; son tan sólo instrumentos de análisis que nos sirven para entender el mundo, pero que no tienen que corresponderse necesariamente con conceptos o prácticas existentes en la cultura concreta o periodo histórico que queremos analizar.
Por este motivo, entendemos esta obra como una aproximación a los diferentes enfoques teóricos donde la religión no es ni más ni menos que un concepto abstracto, un objeto teórico muy complejo que hemos ido construyendo poco a poco y sobre el cual hemos intentado dibujar, interpretar y explicar universos simbólicos heterogéneos de diferentes culturas en distintos periodos históricos. Es conveniente, pues, establecer las distinciones entre estudiar una religión en sus propios términos y en su contexto histórico y cultural, y proponer una interpretación o estudiar la religión en general, intentando profundizar en los conceptos analíticos que se han ido proponiendo y desarrollando a partir de estudios específicos y locales con el fin de construir modelos teóricos de alcance universal.
El objetivo de esta obra es precisamente ése: asumir y comprender cómo se ha constituido el fenómeno religioso como objeto de estudio en la forma en que ha sido tratado y desarrollado desde la Historia y la Antropología, y para ello pondremos énfasis en los diferentes aspectos del fenómeno, formas de aproximación y líneas de análisis.
La presente obra se ha organizado a partir de seis capítulos, cada uno de los cuales trata el fenómeno religioso desde un aspecto y aproximación analítica diferentes:
1) El capítulo “Los cuatro elementos” es una introducción al estudio antropológico del fenómeno religioso, en el que se presentan las teorías de mayor relevancia desarrolladas desde el inicio de la Antropología hasta la actualidad.
2) El capítulo “Aire” estudia el fenómeno religioso a partir del enfoque de la historia de las religiones y se centra especialmente en el análisis de las creencias religiosas desde una perspectiva de la historia de las mentalidades. Analiza las creencias de las religiones antiguas, en especial la egipcia y la hebrea, y las sitúa en su contexto histórico y cultural, es decir, las interpreta desde la dinámica cultural interna de esas civilizaciones con la intención de aproximarnos a la comprensión de sus cosmovisiones.
3) El capítulo “Fuego”, organizado a partir del estudio de diferentes sociedades antiguas, está dedicado a la función ritual del fenómeno religioso. Dicho capítulo estudia y analiza, desde la perspectiva histórica, antropológica y arqueológica, los rituales relacionados con el nacimiento, la fertilidad agraria, animal y humana, la admisión del individuo en el grupo social, la vida sexual y la procreación, la cohesión social y las relaciones humanas, así como los rituales de la muerte.
4) El capítulo “Tierra” se centra en dos productos culturales, que se encuentran íntimamente relacionados con las prácticas religiosas: por un lado, los mitos, en su calidad de narraciones con un alto contenido simbólico, que tratan de aspectos importantes de la existencia humana; por el otro, las prácticas musicales tal como se presentan en diferentes culturas, las cuales, mediante sus significaciones, usos y funciones, pueden llegar a adquirir una gran importancia dentro de la dimensión religiosa.
5) El capítulo “Agua” trata del aspecto experiencial de la religión, el sentimiento religioso y la experiencia religiosa, mediante el análisis de la relación existente entre procesos culturales y procesos psicológicos, de manera que el sentimiento religioso enlaza con formas culturales como las técnicas de adivinación o los rituales de iniciación. Este aspecto de la religión será tratado a partir de los ejemplos procedentes de la cultura clásica, y en especial de la religión romana.
6) El capítulo “El agente humano” considera los aspectos más institucionales de la religión, su dimensión social y política, el sentimiento de comunidad, la formación de la identidad y la función de los especialistas, haciendo especial hincapié en el papel de la religión en las sociedades contemporáneas y en la problemática social actual en relación con las llamadas sectas o religiones minoritarias.
Los objetivos de esta obra son que el lector pueda:
–Llegar a tener una visión de la religión desde una perspectiva histórica, cultural y contextual.
–Penetrar en el conocimiento interdisciplinario de la religión (antropológico, histórico, sociopolítico y psicológico).
–Desarrollar herramientas para el análisis del fenómeno religioso desde diferentes perspectivas teóricas.
–Alcanzar una comprensión holística del fenómeno religioso mediante el estudio de sus diferentes aspectos y dimensiones.
–Reflexionar críticamente sobre el papel de la religión y de los movimientos religiosos en la historia y en el contexto de las sociedades contemporáneas.