La relación entre cine y Antigüedad es casi tan antigua como el séptimo arte. Muchas han sido las películas que, de forma directa o indirecta, han planteado, revisado o versionado temáticas, historias o personajes de la historia antigua a través de la pantalla. El celuloide ha dado, con ello, una herramienta fundamental al imaginario colectivo para poder comprender y sobre todo recrear de un modo tópico las realidades del mundo antiguo, a la luz de la cámara. Ello ha configurado, efectivamente, la más sólida y popular imagen de los momentos fundamentales de la historia antigua para consumo masivo de la sociedad, hasta el punto de llegar a menudo a crear nuevos mitos sobre la Antigüedad o incluso a sustituir la realidad histórica por la propuesta ficcionada del cine. ¿Cómo medir, siguiendo con ello, el impacto que Elizabeth Taylor pudo imprimir a la imagen que la gente debía tener de Cleopatra? ¿Acaso cuando imaginamos a Nerón no es frecuente que, de modo irrefrenable, recurramos aunque sea por un momento a la imagen mental del personaje tal y como nos lo ha transmitido el genio interpretativo de Peter Ustinov? Los ejemplos son tantos que no cabrían, efectivamente, en estas líneas, y sería necesario ya no un libro, sino una auténtica enciclopedia para poder compilarlos. No es este, sin embargo, el objetivo del presente volumen.
Cine y Antigüedad: films, historia antigua y arqueología. La intensa relación entre estos elementos no se somete sencillamente a lo que se ha dado en llamar cine péplum o, más comúnmente, cine de romanos, denominación en la que se engloban películas que no solo tratan sobre Roma, sino que incluyen cualquier película ambientada en el mundo antiguo. En efecto, el campo de análisis es tan fructífero como interesante. En el ámbito anglosajón, este tipo de estudios, que engloban lo que en España se ha dado en llamar comúnmente tradición clásica (pese a que existen matices que merecerían análisis y que diferencian los estudios de tradición clásica de cuantas investigaciones se realizan sobre la imagen de la Antigüedad en el cine), ha recibido recientemente la denominación de classical reception studies on cinema, un género de la investigación que goza de una muy buena salud, a juzgar por estructuras supranacionales como la Classical Reception Studies Network recientemente desarrollada desde la Open University, en el Reino Unido. No es para menos, teniendo en cuenta que el estudio de la relación entre cine y Antigüedad permite formular una serie de preguntas fundamentales para el investigador dedicado al mundo antiguo. En primer lugar, desde el punto de vista de la construcción de las imágenes y conceptos populares de nuestra sociedad en relación con la historia antigua y el periodo clásico. En segundo lugar, como historiografía de las concepciones que cada época pudo haber tenido en relación con la Antigüedad, o al menos, con ciertos episodios, y más aún, el uso y utilidad que de ellos pudo haberse obtenido desde un punto de vista político, cultural o social, así como la recepción que de este uso resultó por parte del público general. Asimismo, la aproximación al cine desde la Antigüedad permite la incorporación al trabajo y la perspectiva del historiador de parámetros provenientes de disciplinas con mayor o menor proximidad con respecto al estudio de la historia, como son la historia del arte, las tendencias culturales, la filosofía, el análisis del lenguaje, tanto verbal y filosófico como cinematográfico, entre muchas otras, que al aproximarse también al cine han enriquecido las perspectivas meramente históricas de la representación de la Antigüedad en el cine, dando lugar a nuevas líneas de interpretación, que podemos compartir o no, y a diferentes métodos y conclusiones, enriqueciendo todo ello, como no puede ser de otro modo, la mirada en relación con el trinomio films, historia antigua y arqueología.
Por último, el análisis del cine sobre la Antigüedad permite el establecimiento de un extraño diálogo, aunque absolutamente necesario y más que saludable, entre el historiador y la época desde la cual escribe. Normalmente, el historiador está abocado, a veces incluso obcecado, en un tiempo que no es el suyo, sino que se trata de un momento pretérito que comporta para el historiador un objeto de análisis. La percepción del historiador con respecto al presente, a su presente, por tanto, aparece muy a menudo marcada, en múltiples formas, por la perspectiva que el sujeto tiene sobre su objeto de análisis, es decir, por lo que el historiador ha pensado sobre la época del pasado a la cual dedica sus esfuerzos de comprensión. No obstante, la relación entre historia (antigua) y cine obliga al historiador a cambiar el foco, la perspectiva, y a atender al presente en primera instancia, y a la imagen y uso que del presente se colige a través del empleo cinematográfico del pasado.
No ha existido, sin embargo, una buena óptica, o una óptica óptima, por parte de la comunidad de historiadores de la Antigüedad, en relación con los investigadores que dedicaban sus esfuerzos al análisis de la relación entre cine y Antigüedad, al estar concebido este campo de análisis como un mero divertimento, pero en modo alguno como una cuestión seria que mereciese auténtica atención y esfuerzo. Recientemente, los múltiples trabajos de diversos autores, y la trayectoria de ciertos investigadores que en fecha temprana rompieron con los tópicos en relación con el cine y la Antigüedad, han permitido modifica esta perspectiva. Una magnífica prueba de todo ello es la que pretendemos recoger en el presente volumen, donde se multiplican las perspectivas y apreciaciones de carácter diverso, y curiosamente, a menudo también coincidentes en aspectos, lo que en cierta forma serviría para proponer nuevas perspectivas y reflexiones.
A tenor de los artículos recogidos en las próximas páginas, el lector puede revisar en buena medida las formas de realizar una historia antigua a través del cine, y una historia de la Antigüedad y el cine. En este sentido, contamos con estudios y perspectivas amplias y, posteriormente, con trabajos de tipo más concreto, como si realizásemos un zoom de lo genérico para percibir sus ejemplos en la observación de lo puntual. Sin duda, todos los trabajos ponen de manifiesto una forma de entender el cine, y también una forma de entender la historia (antigua). Es probable que todo ello sea fruto, ciertamente, de una influencia común, o de unos intereses ciertamente compartidos: una perspectiva, una óptica participativa.
En última instancia, el presente volumen es, por voluntad propia, un homenaje, profundo y sincero, a una forma de entender la historia (antigua) y la relación de esta con el mundo actual, su constante y vigente actualidad, pese a los siglos transcurridos, en relación con el presente. Y es un homenaje, sobre todo, a la figura del profesor Alberto Prieto, quien ha trabajado intensamente en las últimas décadas con este tipo de análisis y perspectiva, con resultados a menudo monumentales, en especial en el campo de la reflexión, auténtico baluarte definidor y definitivo del proceso de investigación del historiador. Una reciente reunión en su honor ha dado lugar a la celebración del binomio cine y Antigüedad, y a la necesidad de compilar, en un solo volumen, muchas formas de análisis, y un solo objetivo: pensar la historia.
Los editores