Jon Elster, un teórico social analítico

Uno de los retos más apasionantes a los cuales siempre se ha enfrentado la especie humana es comprenderse, llegar a una explicación de su conducta, de su evolución cultural y social, de las dinámicas de interacción social, de las instituciones que los seres humanos crean y transforman. Este es el reto al cual intentan encontrar respuesta las ciencias sociales contemporáneas. La visión científica del mundo, aplicada con éxito considerable al conocimiento de la naturaleza, ya hace años que también consigue hitos importantes (aunque más desconocidos por el gran público) cuando se aplica al estudio de la mente, las acciones y las sociedades creadas por los humanos.
Pero hay que decir que no todo lo que hoy en día pasa por “ciencia social” (no digamos ya por “sociología”) comparte esta visión científica del mundo, esta vocación para encontrar modelos explicativos de los fenómenos sociales y humanos de la forma más objetiva y controlada posible, para aumentar así nuestro conocimiento, y, de paso, nuestras posibilidades de intervenir con éxito en la realidad. Jon Elster es uno de los máximos exponentes de una determinada manera de entender y de hacer la ciencia social, que él mismo ha presentado como un “giro analítico”, y otros han bautizado como “sociología (o ciencia social) analítica”. Se trata de una manera lógicamente rigurosa e intelectualmente honesta de estudiar los fenómenos sociales, que abre la puerta a las mejores oportunidades de estas ciencias para dar respuesta a las grandes preguntas a las cuales se enfrentan y, así, dejar de ser las “hermanas pobres” de las ciencias naturales (Hedström y Bearman, 2009; Noguera, 2010).
Escribir un libro breve sobre la totalidad de la obra de Jon Elster es probablemente un objetivo imposible. Como se puede comprobar en el catálogo de cualquier biblioteca universitaria, la obra de Elster es amplísima, compuesta por centenares de libros, artículos y capítulos de una gran variedad de temáticas diferentes. Además, a pesar de lo que pudiera sugerir una interpretación precipitada de este hecho, su trabajo se encuentra en las antípodas del ensayo insustancial y superficial tan habitual, por desgracia, en algunos pretendidamente grandes teóricos sociales. Los escritos de Elster son meticulosos y sistemáticos, y rehúyen cualquier intento de resumirlos con cuatro frases hechas. Finalmente, encontramos aportaciones relevantes del noruego en campos tan variados como la historia del pensamiento social y político, la epistemología, la metodología, la sociología, las teorías normativas, la psicología o la teoría política.
Dado que este es un libro introductorio y con intención divulgativa, hemos optado para hacer hincapié en las aportaciones básicas de Elster en el campo de la ciencia social. Después de una breve biografía intelectual de Elster, encontraréis una presentación de las que creemos que son las dos principales contribuciones del autor en este campo, a saber, su concepción de la explicación de los fenómenos sociales y su teoría de los tres principios motivadores de la conducta humana: la racionalidad, las normas sociales y las emociones. Concluiremos con una breve reflexión sobre cómo se sitúa su obra en el contexto de la teoría social contemporánea. Además, el libro cuenta con una bibliografía, una cronología de su vida y un glosario de los conceptos más importantes.
Un objetivo importante de cualquier libro introductorio sobre un autor es que al menos una parte de sus lectores se animen a leerlo. En el caso de Elster, gran parte de su obra se encuentra traducida al español, y aunque algunos de sus escritos incorporan una cierta complejidad, otros muchos pueden ser leídos sin ningún tipo de dificultad. Pero si la obra de Elster resulta fácil y agradecida es también por otra razón: Elster escribe sobre cosas difíciles pero sabe qué quiere decir y trata de expresarlo de manera clara, sin ambigüedades y huyendo de la práctica habitual de hacer juegos de palabras vacíos que por desgracia abunda en tantas facultades de ciencias sociales. Jon Elster huye de utilizar un lenguaje solemne y retorcido para disfrazar simples trivialidades o incluso meros absurdos. Como denuncia Domènech (1991, p. 43), y también el mismo Elster (2010), esta técnica no pasa de ser un truco de ciertos autores para conseguir la adhesión de los lectores ofreciéndoles un mensaje trivial codificado en un argot oscuro y laberíntico.
Para Elster, como para todos aquellos que aspiran a una comprensión científica y racional del mundo (y a que los recursos públicos destinados a la academia y la universidad no se derrochen), las ciencias sociales no pueden convertirse en un ritual sectario destinado a descifrar discursos herméticos emitidos por gurús que pretenden escapar a las reglas de la lógica, al control y a la crítica de la comunidad científica, y al contraste con la evidencia empírica disponible. Si Elster resulta un autor simpático, aunque a ratos muy técnico, es precisamente por su honestidad intelectual: su claridad y precisión a la hora de defender sus ideas, poniendo todas las cartas a la vista; su irreverencia a la hora de criticar tesis lógicamente defectuosas o faltas de apoyo empírico, vengan de donde vengan y las defienda quien las defienda; su humildad al reconocer hasta dónde llega su competencia y sus conocimientos; y su transparencia para mostrar sus deudas intelectuales y las limitaciones de la racionalidad y el conocimiento humano.
Según Elster, las emociones son una de las grandes fuentes de motivación de la conducta humana, y antes de finalizar esta introducción, querríamos poner de manifiesto que el proceso de elaboración de este libro se ha guiado también por las emociones. Sin duda ha sido Elster uno de los autores responsables de despertar en nosotros la pasión por la ciencia social que realmente importa (para utilizar una expresión de Raymond Boudon, 2004). Es por eso por lo que uno de nuestros objetivos es empezar a despertar en algunos lectores esta misma pasión. Esperamos conseguirlo. Pero, sin embargo, queremos recordar una de las principales lecciones que Elster nos hace aprender: “Beliefs born of passion serve passion badly”, ‘Las creencias surgidas de la pasión hacen un mal servicio a esta misma pasión’ (Elster, 1993b). El objetivo aristotélico de la autonomía, básico para el ser humano, así como la honestidad intelectual, requieren un equilibrio adecuado entre racionalidad y emociones. También cuando escribimos y leemos teoría social.