Prólogo a la segunda edición
Siempre es una satisfacción constatar que un libro ha tenido el suficiente éxito (o demanda) como para que salga en una segunda edición. En líneas generales, ésta reproduce muy de cerca el texto de la primera. Con todo, no es una simple reimpresión, sino que he querido introducir en él algunos cambios que, a mi entender, ponen el libro más al día. Las principales modificaciones (aparte de eliminar las casi inevitables erratas) atañen a los capítulos dedicados al desarrollo cognoscitivo (XV y XVI). Mantengo lo que en el prólogo de la primera edición exponía a propósito de Piaget, el investigador por antonomasia de este dominio: ha de rendírsele el homenaje y admiración que le son debidos, pero está fuera de lugar reiterar devota y acríticamente muchos de los aspectos de su teoría. Al menos en el detalle con que se le sigue en muchos textos y por parte de muchos profesores. Así pues, he iniciado tímidamente una aproximación al desarrollo cognoscitivo infantil conectándolo con el lenguaje, o sea, con la comunicación social. Vuelvo a desmarcarme del prejuicio del egocentrismo piagetiano como caracterización del periodo de desarrollo entre los dos y seis años. Una aproximación mínimamente realista a cómo los niños discurren en sus conversaciones en estos años nos dice que son muy listos y captan muy bien el punto de vista y las intenciones de las personas. Probablemente por influencia de los medios de comunicación (hoy al alcance de todos) son más precoces que los ginebrinos de los años de 1920 y 1930, a los que Piaget y sus colaboradoras dedicaron tantas horas. Otro tanto cabe decir del periodo de la preadolescencia (operaciones concretas de Piaget). Por más que el descubrimiento de la reversibilidad sea un hito intelectual, es exagerado hacer de él un umbral sagrado del avance cognoscitivo. Añádase a esto el espinoso tema de la especificidad de dominios acerca del cual hay un consenso casi unánime. Ciertamente, como se comenta en algún lugar del libro, abandonar a Piaget nos deja literalmente “a la deriva”. Sin embargo, no se sabe qué es peor: si la insatisfacción con una teoría que hace aguas o la inseguridad de una navegación por mares inexplorados (en busca de otros continentes).
En el prólogo de la primera edición se anunciaba que a este texto seguiría otro dedicado a la adolescencia. Circunstancias de lo más diverso fueron demorando su publicación. Pero ya antes de que esta segunda edición de Psicología del desarrollo vea la luz, el libro Los adolescentes del siglo XXI, producto de la colaboración de un equipo de excelentes especialistas, que he tenido el placer de coordinar, estará en las librerías.
Sigue en vigor todo mi agradecimiento a las personas que han colaborado, en distintos momentos y diferentes temas, en la aparición de este libro. También a los profesores que lo han recomendado como uno de los textos que conviene consultar en su docencia universitaria. Y a los estudiantes que lo han leído, acotado, “coloreado” con sus rotuladores y apreciado, a pesar de que los libros “para estudiar” incorporan un halo de obligatoriedad de lectura que les hace menos gratos. No quiero concluir sin agradecer, una vez más, a Editorial UOC su interés y esmero en la puesta a punto editorial de esta segunda edición.
Adolfo Perinat
Catedrático de Psicología Evolutiva
Universidad Autónoma de Barcelona
Primavera de 2003