El poeta aburrido
Ramón de la Cruz

© Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

1.ª edición: febrero de 2015

I.S.B.N. 978-84-16369-93-5



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El teatro representa la sala de ensayos, algunas señoras estarán repasando música con el guitarrista, para lo cual bastará cualquiera coro que sea festivo, y acompañe la orquesta. MARTÍNEZ se paseará pensativo, y GARRIDO y CORONADO estarán hablando, sentados a un lado del teatro.

GRANADINA
Señor autor, me parece
que tarda mucho el poeta
que nos ofreció traer
los sainetes de esta fiesta.
MARTÍNEZ
Más tarda la compañía,
que debiera estar completa,
según estaba citada
antes de las ocho y media
para oírlos, y a las nueve
aún no hay traza de que vengan.
GRANADINA
A bien que yo estoy aquí.
GARRIDO
¿Adónde se consintiera
que nosotras madruguemos
tanto y que los hombres duerman
hasta que se les dé la gana?
PONCHA
¡Si esto es una desvergüenza!
MORALES
Yo no vengo hasta las diez
mañana.
ANTONIA
Yo no viniera
muchos días a las once,
pero mi madre me arrea
que rabia.
CORONADO
Mientras que vienen,
vamos a dar una vuelta
a la plaza, a ver si hay algo
de provecho o fruta nueva
sazonada.
GARRIDO
Como usted
me convide, norabuena;
porque yo no tengo un cuarto,
CORONADO
Te llevaré a la derecha
y te dejaré pagar.
GARRIDO
Sería hacer dos ofensas
a la antigüedad de usted;
no, señor; yo iré a la izquierda
y detrás, como lacayo,
y lo que se compre, mientras
usted lo fuere pagando,
cargaré con ello a cuestas.

(Salen algunos.)

ALGUNOS
Deo gracias.
MARTÍNEZ
¡A buena hora!
RAMOS
No es tan mala que no pueda
ganar la palmeta a muchos.
NAVAS
Si se usara la palmeta,
¡cuántos compañeros hay
que sin manos estuvieran!

(Salen SOBRESALIENTA y GUZMANA.)

SOBRESALIENTA y
GUZMANA
¿Venimos muy tarde?
GRANADINA
Sí;
pero la fortuna vuestra
es que no habéis hecho falta.
GARRIDO
Sino a mí, que en tus ausencias
estoy como el olmo triste
que desampara la yedra.
GUZMANA
Quita de ahí, zalamerote.

(Llaman.)

GRANADINA
Mirad quién llama a la puerta.
MARTÍNEZ
Pase adelante quien fuere.

(Sale DON JUSTO, de militar.)

DON JUSTO
Señores, a la obediencia
de ustedes.
MARTÍNEZ
Señor don Justo,
muy bien venido.
CORONADO
El poeta.
MARTÍNEZ
¡Poeta y justo! Sin duda
que serán sus obras buenas.
CORONADO
Allá se verá.
Sentaos.
(Se sientan.)
GUZMANA
¿Me ha puesto usted alguna pieza
de primor?
NAVAS
¿Hay cosa donde
un hombre la mano meta?
DON JUSTO
No lo sé.
NAVAS
¿Pues quién lo sabe?
DON JUSTO
La idea solo; porque ella
ha de elegir los actores
más propios a sus escenas,
alternando en el trabajo
todos, según las ideas.
MARTÍNEZ
Dice bien.
CORONADO
Parece serio.
GARRIDO
Pues si lo es, haga comedias
y no sainetes, que es cosa
fácil, alegre y ligera.
CORONADO
Así dicen, pero dice
lo contrario la experiencia.
MARTÍNEZ
Señores, ¿estamos todos?
GRANADINA
No, pero no se detenga
usted, que, los que avisados
no vienen, señal que aprueban.
DON JUSTO
Pues en esa confianza,
señoritas, aquí cerca;
caballeros, atención.
(Saca algunos papeles.)
GUZMANA
¿Cuántos hay?
DON JUSTO
Media docena,
para que ustedes elijan
los que mejor les parezca.
TODOS
¡Viva!
VOZ
¿Está en casa Martínez?
(Dentro.)
MARTÍNEZ
Respondan que no. Usted lea.
DON JUSTO
El primero es de un abate
que, sin vocación ni letras,
come el pan de otro ministro
más útil para la iglesia.
TODOS
Buen asunto.

(Sale un ABATE.)

ABATE
Si está usted
en casa, ¿por qué se niega?
GRANADINA
Sin duda el diablo le dijo
que a tan buena ocasión venga.
MARTÍNEZ
Estábamos ocupados.
Si a usted le parece..., vuelva
otro día.
ABATE
Mi visita
será muy breve y mi arenga
mucho más.
MARTÍNEZ
Pues diga usted
todo lo que se le ofrezca.
ABATE
Que usted no vuelva a sacar
en entremés, en comedia,
tonadilla ni sainete
abate alguno, so pena
de amotinar medio pueblo
contra las mejores fiestas;
darles palmadas de moda
y no permitir que vengan
las damas que protegemos
por ningún motivo a verlas.
DON JUSTO
Señor, es pleito vencido
que en toda la Europa sean
los abates el objeto
ridículo de la escena.
ABATE
Aquí no queremos serlo,
porque no nos tiene cuenta;
esto es en pocas palabras.
Haga lo que le convenga.
(Vase.)
MARTÍNEZ
Aguarde usted.
Déjalo,
que si por todos se empeña
en perseguirnos a todos,
es preciso que obedezcas;
que es mal contrario un abate
cuando declara la guerra.
GARRIDO
¿Guerra? ¿Y dónde están las armas?
DON JUSTO
¿Qué más armas que la lengua?
Conque este no sirve; vamos
a otro.
GUZMANA
La dicha nuestra
es que haya en qué escoger.
DON JUSTO
Este es de una petimetra
que gasta en sus diversiones
y sus adornos más renta,
en un mes, que su marido
tiene de salario en treinta.
SOBRESALIENTA
¿Y qué se mete usted en eso?
(Se levanta.)
¿Saca de la papelera
suya el dinero que gasta,
ni usted le paga sus deudas?
GRANADINA
¿Si ella tiene algún arbitrio,
(Se levanta.)
o alguna mina encubierta,
dice muy bien: cada uno
se ingenia como se ingenia.
GUZMANA
Pero ¿qué le importa a nadie
(Se levanta.)
que gasten y se diviertan,
ni por qué se han de quejar
si el marido no se queja?
DON JUSTO
Por lo mismo es el asunto
más propio para la escena,
donde ese mal matrimonio
se ve copiado y se afrenta;
y lo que hoy le desazona,
quizá mañana lo enmienda.
TODAS
Sin embargo, es mal asunto.
UNOS
Vaya fuera.
OTROS
Vaya fuera.
DON JUSTO
Vaya otro sobre cortejos.
GRANADINA
¿Se trata de que no sean
miserables ni celosos
y den a las que cortejan
cuanto pidan?
DON JUSTO
Al contrario.
GRANADINA
Pues tampoco es buena idea.

(Sale un VIEJO, con capa de grana, y una MUCHACHA.)

VIEJO
¡Alabado sea el Señor!
No te quedes a la puerta.
MUCHACHA
Despacha, que aquí te espero.
VIEJO
¿Qué te tapas? Vamos, entra,
que bien se puede saber
que me quieres sin vergüenza.
MARTÍNEZ
¿Qué manda usted?
VIEJO
Lo que mando
es que usted no se me atreva
hacer otra vez sainetes
de viejos que galantean,
ni a enseñar a las muchachas
que nos saquen la moneda
y nos dejen luego alpiste,
que bastante saben ellas,
DON JUSTO
Esos caracteres nunca
se sacan porque no sepan
ellas más de lo preciso,
sino porque ustedes vean
lo desairada que está
la nieve en la primavera.
GARRIDO
Me parece que usted sabe
muy poco de esas materias:
nunca es más útil la nieve
que cuando el calor aprieta.
SOBRESALIENTA
¿Y usted gusta de este mueble,
siendo tan niña y tan bella?
MUCHACHA
Amiga, ¿qué quiere usted?
Si de la elección pendieran
patria, padres y cortejos,
habría pocas plebeyas,
todas las mozas serían
de Cádiz o aragonesas
y no tendrían jamás
vacaciones ni cuaresma.
Pero como es necesario
que se sujete a su estrella
cada una, se conforma
con lo más útil que encuentra.
VIEJO
Señor Martínez, cuidado,
que no quiero yo que sepan
que cortejo esta muchacha,
y si vengo a la comedia
me señalen con el dedo.
DON JUSTO
Pues dígame usted: ¿no fuera
más propio que la dejase?
VIEJO
¿Dejarla yo?¡Qué simpleza!
Cuatro muelas tengo, y antes
dejaré las cuatro muelas.
GARRIDO
Y el corazón y los ojos
dejarían, como dejan
la vida, los viejos antes
que los vicios y pesetas.
VIEJO
¿En qué quedamos?
GRANADINA
En que
para siempre se destierran
los sainetes de cortejos,
que no divierten las hembras
y escaman a los varones,
VIEJO
Sea muy enhorabuena.
(Vanse los dos.)
TODOS
Vaya otro.
DON JUSTO
¡Qué brava gente!
Dios me dé por hoy paciencia.
Trata el cuarto de una junta
de la compañía entera,
sobre la elección de autor,
suponiendo que lo era
usté y murió de repente.
MARTÍNEZ
Agradezco la fineza.

(Sale un ERUDITO, de militar de moda.)

ERUDITO
Amigo y señor Martínez.
MARTÍNEZ
Téngalas usted muy buenas
y diga lo que me manda.
ERUDITO
Tome usted esa silleta
y oiga de un apasionado
erudito que le aprecia
un consejo.
GARRIDO
¿Si será
erudito a la violeta?
CORONADO
Sus obras y sus palabras
hablen.
MARTÍNEZ
Decid.
ERUDITO
De manera
que yo estoy interesado
en que el teatro aparezca
de repente corregido
y brillante con mi escuela.
Para esto es menester
que usted queme sus comedias,
a excepción de diez o doce
que dicen que son muy buenas.
MARTÍNEZ
¿Y cuáles son?
ERUDITO
Yo no sé,
pero queda de mi cuenta
preguntarlo y avisar.
Usted ha de hacer zarzuelas
que tengan menos defectos
que las mejores tragedias.
MARTÍNEZ
¡Ahí es nada lo que pide!
DON JUSTO
Eso no es fácil.
ERUDITO
Hacerlas.
DON JUSTO
¿Y usted por qué no las hace?
ERUDITO
Para eso sé deshacerlas.
No ha de sacar al tablado
los vicios de nuestra era
para que sirvan de risa.
DON JUSTO
Con dos preceptos enseña
todo lo contrario Horacio.
GRANADINA
Usted calle, en penitencia
del pecado de escribir
versos.
ERUDITO
Las obras que sean
de muy pocos personajes,
y de ninguna manera
ustedes como quien son
han de hacer papel en ellas;
y, sobre todo, lo que
todo el buen orden altera
de una república culta,
lo que el buen gusto reprueba,
lo que escandaliza al mundo
porque no hay en él idea
ni ejemplar de tal abuso,
es aquella expresión necia
de pedir todos, al fin,
«perdón de las faltas nuestras».
Hasta aquí pudo llegar
(Se levanta.)
mi oración y mi paciencia.
DON JUSTO
Y la mía. ¿Cómo es eso
(Se levantan todos.)
de que ejemplares no tengan
los abusos que propone
de representar escenas
entre muchos, y los mismos
actores que representan?
¿Cuántas piezas quiere usted
italianas y francesas
escritas así y escritas
por sus mejores poetas
cómicos? Y en cuanto a que
se finalicen las piezas
(que por obras puede ser
que usted y otros no lo entiendan)
con la debida atención
al público, decid: ¿qué era
el plaudite de Terencio?
¿Y qué son en Francia aquellas
entradas de los bailetes,
adonde la última letra
que se canta trata siempre
de conseguir indulgencia?
Y por esto ha de decirse
que todas las obras pecan
contra el arte y son indignas
todas...
MARTÍNEZ
Usted se contenga.
DON JUSTO
No quiero; y sepan ustedes
que en Madrid sobran poetas
que no dan muchas funciones
por no exponerse a la necia
crítica de semisabios
sin acierto ni experiencia.
Queden ustedes con Dios,
y pues hay quien tanto sepa,
salga al público, que él es
quien hace justicia seca.
(Vase.)
MARTÍNEZ
El asunto es perseguirle
de muerte. ¡Detente, espera!
(Vase.)
GARRIDO
Pues le sigues y persigues
en vano, que el otro vuela.
NAVAS
¡Pues hemos quedado frescos!
GUZMANA
La única cosa que hay buena
es haber averiguado
la causa por que se niegan
tantos a escribir.
MARTÍNEZ
Es cierto;
pues ¿a quién no desalienta
camino tan escabroso
que en cada paso tropieza
y en que hay tantos que censuren
y tan pocos que agradezcan?
GARRIDO
¿Y qué haremos sin sainetes?
GRANADINA
Tal cual para fin de fiesta
allí hay uno, sin cortejos,
abates, que pocos entran
y todos somos supuestos.
Conque en quitándole aquella
conterilla de las «faltas»,
será una cosa perfecta.
MARTÍNEZ
Por fin algo se remedia.
GARRIDO
¿Y por entremés?
GRANADINA
Se hace
una introducción ligera
y que cante Antonia Blanco
una tonadilla nueva.
ANTONIA
¿Yo? ¿No hay otra más bonita?
GRANADINA
No.
ANTONIA
Pues todas sois muy feas.
MARTÍNEZ
Ya te puedes prevenir.
ANTONIA
Yo, protestando la fuerza,
cantaré.
GRANADINA
Canta y confía,
pues sabes que te toleran.
GARRIDO
Y por alentarte, sin
que los críticos lo sepan,
pediremos muy quedito
perdón de las faltas nuestras.
TODOS
Pediremos muy quedito
perdón de las faltas nuestras.