22. Anónimo, Discóbolo, copia romana
de un original griego, creado alrededor
de 450 a.C. por Mirón. Mármol, alt: 148 cm.
Museo Nacional de Roma, Roma (Italia).
En el Discóbolo de Mirón, vemos la forma humana liberada de la posición frontal de pie de estatuas anteriores. Aquí, el artista está claramente interesado no sólo en el cuerpo del atleta, sino en el movimiento del lanzador de disco. Los músculos tensos y el esfuerzo en la preparación para su tiro, el rostro concentrado en su actividad. Aunque la postura, con los brazos formando un amplio arco, es revolucionaria, la pieza todavía está creada para verse desde el frente. No sería sino hasta el siglo siguiente que los artistas comenzarían a concebir la escultura que puede verse desde todos los lados.
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MIRÓN (Activo durante la primera mitad del siglo V a.C.)
Mediados del siglo V a.C. El escultor griego Mirón trabajó casi exclusivamente en bronce. Aunque hizo algunas estatuas de Dioses y héroes, se hizo famoso principalmente por sus representaciones de atletas, en las que demostró ser un revolucionario al introducir una mayor audacia en las poses y un ritmo más ideal. Sus obras más famosas, de acuerdo con Plinio, fueron una vaca, Ladas el corredor, que cayó muerto al momento de la victoria, y el lanzador de disco, el Discóbolo. La vaca parece haberse hecho famosa, en gran parte, por servir de gancho para colgar epigramas, lo que no nos dice nada de la postura del animal. No existe una copia conocida de Ladas; sin embargo, somos afortunados al poseer varias copias del Discóbolo. El atleta está representado en el momento mismo en que columpia el disco con toda la fuerza de su brazo, listo para lanzarlo con todo el peso del cuerpo. Su rostro es sereno y tranquilo, pero cada músculo del cuerpo se concentra en el esfuerzo. Otra figura del mármol, casi con certeza una copia de un trabajo de Mirón, es un Marsias ansioso de recoger las flautas que Atenea había tirado. El grupo completo está copiado en monedas de Atenas, en un jarrón y en un relieve que representa a Marsias, dividido entre la curiosidad y el temor a provocar la ira de Atenea. El rostro de Marsias es casi una máscara; pero a partir de la actitud nos deja una impresión vívida de las pasiones que lo atormentan. Los críticos de la antigüedad dicen de Mirón que, aunque logró de forma admirable dar vida y movimiento a sus esculturas, no pudo transmitir las emociones de la mente. Hasta cierto punto, esto concuerda con la evidencia existente, aunque no en su totalidad. Los cuerpos de sus hombres reflejan una mayor excelencia que las cabezas. Fue contemporáneo, aunque algo más viejo, de Fidias y Policleto. |