Introducción

La intuición y el conocimiento verdaderos
solo se alcanzan con el corazón.

Hace un año aproximadamente, sentada en un café de Hamburgo, acariciaba la idea de escribir un nuevo libro: este, concretamente. En el congreso al que había asistido el día anterior como ponente había impartido ante un público de unas mil personas una conferencia sobre el tema «Una vida más plena y exitosa mediante la conexión espiritual consciente». Reflexionaba entonces sobre si debía dar forma de libro a las ideas allí expuestas. El libro había comenzado a gestarse en mi pensamiento y pugnaba por manifestare. Así que me encaminé a la habitación del hotel y empecé a teclear en el ordenador portátil las ideas que se agolpaban en mi mente con el fin de perpetuarlas. El resultado es el libro que sostiene usted entre las manos.

LA CONEXIóN ESPIRITUAL EN NUESTRO VERTIGINOSO MUNDO

En las últimas décadas la vida se acelera y embarulla cada vez más, todo transcurre de forma vertiginosa. La velocidad de nuestros medios de transporte aumenta tanto como la de la concatenación de las imágenes e impresiones con las que nos bombardean. Estudios científicos revelan que nuestro cerebro tiene que procesar decenas de miles de estímulos por segundo. Si todos esos inputs tuvieran que ser realmente contrastados, procesados y digeridos, nuestro cerebro se colapsaría, dejaría de funcionar. Para que esto no suceda, nuestro cerebro se vale de un truco tan sencillo como necesario: lo que parece importante se guarda, mientras que lo irrelevante se desecha. Simplificando, la cosa funciona así: imagine que viaja por carretera de Flensburgo a Garmisch-Partenkirchen y cruza ciudades y pueblos. Durante el trayecto pasa por cientos de señales de stop y semáforos en rojo ante los que se detiene y que ha de observar atentamente antes de continuar viaje hacia su destino. Cuando al fin llega a Garmisch-Partenkirchen solo recuerda una pequeña fracción de todas las paradas que ha realizado. Si no se ha presentado ninguna situación reseñable, por ejemplo, un amago de accidente de tráfico, el filtro del cerebro ha desechado innumerables acontecimientos irrelevantes.

El cerebro actúa del mismo modo ante las impresiones cotidianas. Lo importante se percibe —siempre y cuando la persona esté aún capacitada para ello y no haya sucumbido tiempo antes al burn out. Lo irrelevante se filtra, se desvía, se desecha. Ahora bien, ¿qué es importante y qué irrelevante? ¿Quién o qué instancia toma esa decisión? ¿No es posible que entre esa enorme cantidad de impresiones que desechamos como irrelevantes se oculten inspiraciones importantes, intuiciones vitales de las que dependen nuestra felicidad y éxito? ¿No puede ocurrir que las desechemos junto con las irrelevantes y superficiales, y que corran su misma suerte, a saber: que vuelvan a salir inmediatamente por la puerta de atrás?

Quien permite que esto ocurra sin oponer algún tipo de resistencia o tomar cartas en el asunto no debe extrañarse de que la vida le dé de lado, ni de que tenga dudas sobre sí mismo, o incluso caiga en una depresión. Todos vivimos bajo el mismo cielo y tenemos acceso directo a través de nuestro espíritu no solo al campo mórfico descrito por Rupert Sheldrake, sino también a la crónica de Akasha.

El campo mórfico es un campo en el que se almacena todo pensamiento, invención y acto consumado. El vertiginoso aumento del conocimiento en la tierra se nutre de él. La crónica de Akasha es el ordenador central divino que almacena tanto los conocimientos como la sabiduría divinas. Accedemos a través de ellas y por medio de la inspiración espiritual al conocimiento cósmico. Más adelante, en el capítulo tercero, abordaré el concepto de campo mórfico y de crónica de Akasha.

Ahora bien: para percibir y acoger los contenidos y estímulos procedentes de estas dimensiones de conocimiento y sabiduría se requiere paz interior, atención y conexión consciente con los mundos espirituales. Solo así es capaz el ser humano de desenredar sus embarullados pensamientos y distinguir por sí mismo lo importante de lo irrelevante, lo razonable de lo menos razonable, lo que promete felicidad y éxito de lo que lo que es menos prometedor.

En una cultura como la nuestra, sin embargo, que se orienta por la razón, no resulta fácil precisamente este ejercicio de criba. Nuestro cerebro quiere pensar continuamente, pero el pensamiento es el mayor obstáculo frente al mundo espiritual, bloquea nuestros sentimientos positivos, y en última instancia el conocimiento de nosotros mismos. Nuestro intelecto quiere pensar, comparar, juzgar e interpretar. Pero las intuiciones y los conocimientos verdaderos solo se alcanzan con el corazón. De ahí que la sabiduría suprema consista en abandonar la lucha interior, en abrirse con absoluta confianza a Dios y a los mundos espirituales, en reconocer en nosotros la esencia divina y no seguir negándonos. Es así como nos liberamos del yugo del entendimiento y se flexibilizan los dogmas asumidos. Cuando vencemos el miedo a tener que ocultarnos tras una fachada, nos descubrimos como realmente somos: maravillosas y mágicas criaturas de Dios. Deshagámonos de nuestro falso ego y dejemos de querer brillar con nuestra inteligencia.

Para insuflar paz y sosiego en los avatares cotidianos debemos comenzar el día con una meditación matutina que nos sintonice con él, e imaginarnos que va a transcurrir pacífica y fructíferamente. Conviene que pidamos en una oración al luminoso mundo espiritual que los acontecimientos y las disputas —acaso necesarias— del día se desarrollen tan pacíficamente que redunden en beneficio y provecho de todos los implicados. Es importante que abramos nuestro corazón a nosotros mismos y a nuestros semejantes, y que mantengamos durante todo el día tanto esa actitud de apertura como la conexión espiritual fruto de la meditación. De ese modo el mundo espiritual podrá obrar en nosotros, seremos capaces de percibir y aceptar su ayuda y sacar cada vez más partido de los infinitos conocimientos cósmicos a los que tenemos acceso.

Todos estamos conectados con todo, no hay escisión, todo es uno. Los seres humanos, como toda materia, somos la máxima concentración de la energía, y esta es flexible. Continuamente perdemos partículas, y continuamente entran otras partículas en contacto con nosotros. Todos somos seres espirituales, y aquí en la tierra estamos solo aparentemente separados por la materia. Pero todos formamos parte de lo mismo y unidos somos fuertes. No intentemos desgajarnos del todo, porque la vida es mucho más difícil para el luchador solitario. Abracemos a la comunidad, utilicemos el conocimiento espiritual y descubramos las infinitas posibilidades que existen en la conexión espiritual. Nuestros más remotos antepasados aún percibían las conexiones entre el mundo espiritual y el material. A los actuales pueblos primitivos también les sigue resultando más fácil, pues no han abandonado la senda espiritual. En nuestra cultura, sin embargo, la creencia en lo material y en la ciencia ha ignorado y desplazado cada vez más al ámbito del sentimiento.

La física moderna, sin embargo, comienza a aclarar la relación entre la energía y la materia. Este libro pretende ilustrar sobre la estructura de los mundos espirituales, sobre cómo pueden ayudarnos ante cualquier situación de la vida cotidiana y profesional, y sobre cómo disponer del conocimiento espiritual.

Una vida plena, feliz y próspera es posible si uno se confía a la guía de los ángeles. La ayuda celestial, a través del corazón y del alma, está al alcance de cualquier ser humano que esté dispuesto a recibirla y se abra a ella. Y a menudo son encuentros, intuiciones y destellos de inspiración donde se revela la ayuda celestial.

LAS VIRTUDES LUMINOSAS DEL SER

Durante el ininterrumpido camino hacia la luz y el amor, de encarnación en encarnación, de una existencia a otra, nos vemos confrontados con los siete grandes temas del desarrollo. En la vida terrenal definen el camino hacia la libertad, el éxito y la felicidad. Facilitan el desapego cuando llega el momento de despedirse de la vida terrenal, y después de pasar a las dimensiones celestiales necesitamos su redención para la ascensión.

Confío en que puedan extraer del presente libro mucho conocimiento y comprensión de los mundos espirituales y su procedencia, y les deseo una vida armoniosa, consciente, positiva y próspera en intimidad amorosa y respeto por nuestro maravilloso planeta Tierra.