Agradecimientos

DESEO expresar mi gratitud a todas las personas que me han prestado sus historias, con las que he ilustrado estos capítulos.
Y a los entrevistados que me dedicaron su tiempo y compartieron sus conocimientos. También quiero manifestar mi agradecimiento a las personas que han asumido la ingrata tarea de la lectura de las primeras versiones de este libro, como Ángeles López, a quien debo, además, el regalo de su prólogo rotundo y exquisito. A M.ª José Álvarez, cuyo estímulo y orientaciones, antes de comenzar a escribir, fueron vitales para mí. A Susana Ariza, a quien he mareado con todos y cada uno de los cambios del texto mientras escribía, y a Áurea Calvo, por su paciente escucha en mis interminables conversaciones sobre lo escrito. Quiero agradecer a mi editor, Sebastián Vázquez, su estímulo e interés desde que le presenté la idea de este libro. A mi equipo de radio por quedarse después del programa —en ocasiones hasta el alba— mientras buscábamos el título que, finalmente, no encontramos. ¡Fue muy divertido! A Raúl Padilla, por dejarme sus apuntes sobre Historia de la Psicoterapia; a Santiago González Gil, por tantas lecciones de psicología y humanidad, y a Javier G. Mateo, por su entusiasmo cuando leyó la historia de Enma.
A Mamen, mi madre, a mi prima Susana, en realidad, mi hermana, y a mi sobrina, Patricia, por su apoyo y amor incondicional. Sentirse tan querida es un magnífico bálsamo emocional.