Cambie su historia.
 Cambie su cuerpo

 

Puntos clave

Está escribiendo la historia de su propia vida. Su cuerpo es una proyección física de su historia.
Su historia consiste en sus experiencias y en cómo las procesa, física y mentalmente.
Si tiene exceso de peso, es probable que su historia refleje temas negativos recurrentes sobre la comida, el comer y la imagen corporal.
Antes de cambiar su historia, debería conocer algunos hechos sobre la conexión mente-cuerpo. El conocimiento es poder.
Para activar la conexión mente-cuerpo, declare para usted mismo cuáles son sus metas conscientes. Este es el mensaje más poderoso que puede enviarle a su cuerpo.

 

En este momento, usted y yo, aunque seamos unos completos extraños, estamos haciendo lo mismo. Estamos viviendo la historia de nuestra vida. La parte más importante de la historia de cualquiera se podría titular «Cómo me hago feliz». Todas las historias contienen el mismo objetivo, porque incluso si la persona A juega al fútbol profesional para alcanzar la Super Bowl, la persona B se desplaza al trabajo cada día, y la persona C está criando a dos niños pequeños en casa, estas diferencias desaparecen ante el propósito primordial de ser felices lo mejor que podamos.

Puede cambiar su historia para que un capítulo diga: «Como perdí todo el peso que quería perder (y no lo he recuperado, gracias)». En todas las historias hay temas que están presentes de modo permanente y, en estos momentos, en su caso, las ideas en torno a la comida y comer probablemente son negativas. Cuando hablo con pacientes con sobrepeso, los mismos temas se repiten, con frecuencia durante décadas. ¿Algo de esto le suena familiar?

«Lo he intentado todo y he leído todo tipo de libros sobre dietas, pero nada ha dado resultado. Mejor será que lo deje correr.»
«Debo de estar genéticamente programado para estar gordo.»
«De todos modos, no soy atractiva. Mi aspecto me hace sentir desgraciada.»
«Soy demasiado viejo para empezar otra vez desde cero.»
«Este es mi cuerpo, y tengo que vivir con él.»
«Sé que debería hacer ejercicio, pero no puedo mantenerme motivada.»
Sé qué alimentos me convienen, pero cedo a la tentación y los antojos.»
«Todo es demasiado difícil.»

Cuando la mayoría de médicos oyen estos comentarios, no prestan atención a lo que implican psicológicamente; el médico trata de aislar una dolencia física. Por añadidura, la mayoría, yo incluido, no recibimos formación en nutrición cuando estábamos en la Facultad de Medicina; sólo la preparación más básica respecto al peso (en conferencias sobre endocrinología) y pasamos casi cero horas estudiando los efectos de hacer dieta. En cuanto a las emociones, requieren a un psicólogo o algún otro terapeuta. No forman parte de la descripción de las tareas de un médico típico.

Es una medicina incompleta cuando se ignora la conexión mente-cuerpo. En la historia de cualquiera, los temas principales no son secundarios ni irrelevantes. Cuando introducimos cosas negativas en el cerebro, este cambia moldeándose para adaptarse a los mensajes que recibe. El cerebro no tiene opinión propia. No puede decidir qué instrucciones obedecer y cuáles desechar. Es usted quien tiene una opinión y es el autor que escribe su historia. Lo cual significa que tiene el máximo control. Puede alimentar su cerebro con mensajes negativos o positivos; usted elige.

Me doy cuenta de que la neurociencia trata el cerebro y la mente como una única y la misma cosa. Es así porque la mente es invisible, mientras que el cerebro es un objeto semisólido que se puede tocar y medir. Mi postura es diferente y creo que está más cerca de la vida real. El cerebro es como un aparato de radio que recibe lo que la mente tiene que decir. Cuando oímos la retrasmisión de un concierto, no confundimos la radio con Mozart. Si alguien te susurra «Te quiero» al oído, eres tú quien se enamora, no tu sistema límbico. La mente es lo primero porque la persona es lo primero.

El cuerpo es el registro físico de nuestra vida tal como la hemos vivido hasta hoy. Cada kilo representa la decisión de comer de una cierta manera, y cada bocado está influido silenciosamente por un conjunto de hábitos, una lista de gustos y desagrados, y la forma en que comen los que nos rodean. Si está descontento con su peso, es probable que esos kilos extra representen algunas experiencias desdichadas: momentos de frustración, niveles altos de estrés, ansiedad respecto a un trabajo o una relación. Si su cuerpo representa su historia hasta ahora, la manera natural de cambiarlo es cambiar su historia.

Según mi experiencia, cuando alguien tiene exceso de peso, dice cosas negativas sobre sí mismo una y otra vez. Recuerde: cuando cambia sus mensajes internos, no sólo se habla a sí mismo. Está escribiendo nuevas páginas en el libro de su vida. La clave es cambiar los mensajes negativos, de forma que en lugar de reforzar malas conductas, empiece a reforzar otras buenas.

Pase a la acción
 Invierta el sentido de los mensajes

Cuando no nos sentimos realizados, no podemos engañarnos para sentirnos realizados. Pero sí que podemos cambiar los mensajes negativos que nos hacen sentir atascados. La infelicidad prospera con la inercia; es fácil sentirnos hoy igual que nos sentíamos ayer. El cerebro sustenta la inercia, a menos que le demos algo nuevo que procesar.

Así pues, empecemos a hacerlo. Siempre que le vengan a la mente esos temas familiares expresados por las personas con sobrepeso, deténgase y observe qué está pensando. Luego sustituya esas ideas por otras contrarias, un antídoto positivo. De esta manera, al hacerlo, pondrá en marcha el proceso de reescribir su historia y cambiar su cuerpo.

En la lista que sigue, los mensajes positivos son sólo sugerencias. Siéntase libre de inventar sus propios mensajes. Es la mejor manera de tomar realmente el control de la información que le aporta a su cerebro.

1. Negativo: «Lo he intentado todo y he leído todo tipo de libros sobre dietas, pero nada ha dado resultado. Mejor será que lo deje correr».

Positivo: «Hoy es un nuevo día. Lo que haya sucedido en el pasado no cuenta. Siempre hay una solución».

2. Negativo: «Debo de estar genéticamente programado para estar gordo».

Positivo: «No puedo cambiar de genes, pero puedo activar otros genes que regulan un apetito normal. En cualquier caso, sé que hay personas que han perdido una enorme cantidad de peso. Sus genes no los frenaron, y los míos tampoco lo harán».

3. Negativo: «De todos modos, no soy atractiva. Mi aspecto me hace sentir desgraciada».

Positivo: «El patito feo también era desgraciado, hasta que los sorprendió a todos volviéndose hermoso. Yo voy a ser así. Ya tengo aspectos hermosos que otros aprecian. Voy a acentuar esas cualidades con un cuerpo a su altura».

4. Negativo: «Soy demasiado viejo para empezar otra vez de cero».

Positivo: «La edad no cuenta, porque cuando pierda peso, voy a retroceder en el tiempo. Voy a invertir el proceso de envejecimiento para volver donde mi cuerpo solía estar, y quiere estar».

5. Negativo: «Este es mi cuerpo, y tengo que vivir con él».

Positivo: «Cada célula de mi cuerpo se está renovando constantemente. Hoy no tengo el mismo cuerpo que tenía hace un año. Así que si siempre estoy renovando mi cuerpo, puedo renovarlo para que sea mejor».

6. Negativo: «Sé que debería hacer ejercicio, pero no puedo mantenerme motivada».

Positivo: «No es necesario que haga ejercicio, si eso me resulta demasiado difícil en este momento. Lo único que tengo que hacer es moverme, y hay muchas maneras de hacerlo. Algunas, como bailar o hacer yoga, incluso son divertidas. Una vez que recuerde lo bien que te sientes caminando y moviéndote, la motivación no será un problema».

7. Negativo: «Sé qué alimentos me convienen, pero cedo a la tentación y a los antojos».

Positivo: «Mis antojos significan que mi cuerpo quiere que lo satisfaga. Le daré lo que quiere sintonizando con él y escuchándolo. Me gustaría estar satisfecho y la comida no es la única manera de lograrlo. Cuanto más feliz consiga ser, menos usaré la comida como muleta».

8. Negativo: «Todo es demasiado difícil».

Positivo: «La parte difícil fue la privación, la disciplina, luchar contra el hambre. No voy a hacer ninguna de estas cosas nunca más. Encontrar satisfacción es fácil, y es mi nuevo camino».

Sustituir las viejas ideas por otras nuevas es, realmente, una especie de terapia cerebral, usando la capacidad de creer del cerebro superior. Pensar es un asunto complejo, pero lo que creemos gana poder al unirse a las emociones. Es bien sabido que, en gran medida, los recuerdos permanecen con nosotros porque invertimos en ellos emocionalmente. Todo, desde el primer beso a la regañina de la maestra de primer curso, puede seguir con nosotros durante años, mientras que los acontecimientos que no tienen ningún valor emocional se desvanecen rápidamente. (¿Recuerda la primera vez que se lavó los dientes o se hizo la cama? ¿La primera botella de detergente que compró o las veces que aparcó el coche la semana pasada?)

El sistema de creencias de las personas con sobrepeso puede etiquetarse con palabras cargadas de emoción: gordo, perdedor, fracasado, perezoso, glotón, descuidado, comilón, feo, etcétera. Es preciso que cambiemos esos términos cargados de negatividad por otros que estén igualmente cargados de emociones pero que sean positivos. Sentirnos bien exige que el cerebro llene unos receptores específicos con mensajes químicos. Si llegamos a sobrecargar estos receptores positivamente, la comida no nos dará el chute que antes nos daba; es como los adictos a las drogas cuyos receptores de dolor y placer están tan sobrecargados que deben tomar cada vez más droga para conseguir colocarse, aunque sea poco. Si no dejamos de comer todo el día, la respuesta del cerebro se adormece. El equilibrio natural de hambre y saciedad desaparece. Básicamente, estamos echando leña mojada al fuego. El combustible es el acertado, pero no se enciende.

Nutridos en todos los niveles

Permítame introducir unas palabras que llevan un tono emocional positivo: ligero, vital, exitoso, ganador, satisfecho, optimista, renovado, libre. Cuando las introducimos en el cerebro, reforzamos nuevos caminos que afectan a todas las células del cuerpo. Gracias a la conexión mente-cuerpo, que es holística, cada palabra nos influye en tanto que persona completa. Se nutren todos los niveles de nuestra vida. De hecho, nutrir es el término mejor para describir cómo vamos a cambiar la historia de nuestra vida. Sin duda, ya ve por qué. La comida satisface nuestra necesidad de sentirnos nutridos; es lo opuesto de la privación. Como somos criaturas complejas, asociamos la comida a toda clase de experiencias relacionadas: el hogar, la madre, la infancia, la familia, la unión, la calidez, la protección, la abundancia, la entrega.

Son unas etiquetas poderosas para unas experiencias poderosas. Cuando se mezclan con experiencias negativas que también son poderosas, las buenas se contaminan. No estoy diciendo que su historia deba ser toda dulzura y luz; alimentar el cerebro con propaganda está mal y no tiene sentido. En la vida de todos, esos poderosos aspectos —madre, hogar, familia, infancia— encierran, también, recuerdos de dolor y pesar. Pero la realidad se renueva sin cesar. Si quiere avanzar en la vida, puede y debe inyectar mensajes frescos. No hay ninguna razón para ser prisionero de viejos condicionamientos y recuerdos negativos.

Pase a la acción
 Nutrido por lo «ligero»

Se puede demostrar a sí mismo lo nutritiva que puede ser una nueva palabra, una vez que se convierte en su tema personal. Usemos la palabra light (ligero y luz en español). Dado que es lo opuesto de pesado y oscuro, esta palabra es una de las mejores para nuestros propósitos. Cuanta más ligereza y luz lleve a su vida, más fácil le será perder peso. ¿Por qué? Porque estas palabras abarcan muchas experiencias positivas. Veamos los siguientes usos:

Lighthearted (Con el ánimo ligero, alegre)

Light-handed (Con manos ligeras, delicadas)

Enlightened (Ilustrado, esclarecido)

Feeling light and bright (Sentirse ligero y lleno de vida)

The light of inspiration (La luz de la inspiración)

Lightness of being (Ligereza o levedad del ser)

The light of the soul (La luz del alma)

The light of God (La luz divina)

Si tuviera esas cosas en su vida, a su cuerpo le sería mucho más fácil ser ligero. Su mente enviaría mensajes opuestos a pesado, torpe, inerte, cansado, oscuro, atrasado. Empiece a librarse de estos mensajes y deje que su cuerpo se ajuste a la ligereza, a la luz y a todas sus connotaciones positivas.

Con estos antecedentes, puede proceder a usar ligereza o luz de diversas maneras, empezando con la sensación física de ser ligero.

Ejercicio: Llenarse de luz

Siéntese, solo, en una habitación tranquila. Cierre los ojos y respire hondo varias veces hasta que se sienta centrado y dispuesto. (Si puede, es mejor sentarse con la espalda muy recta, en lugar de repantingado en la silla.)

Mientras respira normalmente, visualice como la luz le llena el pecho cada vez que aspira. La luz es suave, cálida y blanca. Observe como le inunda el pecho. Ahora espire normalmente, pero deje la luz dentro.

En la siguiente respiración, absorba más luz. Vea como la luz que le llena el pecho ahora empieza a inundar el resto de su cuerpo, bajando hasta el abdomen. No fuerce la visualización y no se preocupe si le cuesta ver la luz; incluso una leve percepción de luz blanca está bien.

Con cada respiración, deje que la luz le inunde los brazos, luego las manos hasta alcanzar la punta de los dedos. Deje que le inunde las piernas, hasta los dedos de los pies. Finalmente, envíe la luz al interior de la cabeza y al exterior en un rayo que alcance muy alto.

Permanezca sentado con la luz unos momentos, luego alce los brazos, dejando que floten hacia arriba, como si la luz hiciera que se elevaran. Es como un globo totalmente lleno de luz. Disfrute de la sensación, luego abra los ojos.

Es un buen ejercicio para contrarrestar sentimientos de embotamiento, pesadez, fatiga y tristeza. La sensación de ser físicamente luz, emparejada a la visualización de la luz interna, crea un cambio enorme en el modo en que se relaciona con su cuerpo. Pero es mucho más lo que puede hacer con el tema de la luz:

Favorezca los alimentos más ligeros, cuanto más frescos y naturales, mejor.
Tome bebidas más ligeras: agua de manantial saborizada, en lugar de refrescos, por ejemplo, o cerveza sin alcohol.
Haga, cada día, algo que le haga sentir con el ánimo ligero.
Sea más amable con usted mismo y con los demás, usando una actitud más ligera y delicada.
Vista con colores más claros y tejidos más ligeros.
Cuando se sienta feliz, deje que su luz brille para que los demás puedan verla.
Permanezca dentro de la luz, asociándose con personas que le inspiren.
Lea poesía inspiradora y literatura espiritual, nutriéndose al nivel del alma.

Una vez que lo comprenda —que la luz nutre todos los niveles— este es un tema maravilloso con el que jugar. Cada significado de una única palabra puede transformarse en innumerables actos. Una vida vivida en la luz es lo mejor que cualquiera podría desear.

Dado que cualquier vida es compleja, es necesaria la simplicidad para que pueda cambiar sin perderse en la maleza; y reconozcámoslo, la existencia cotidiana está llena de maleza, distracciones, complicaciones, accidentes y obstáculos. Todos podemos beneficiarnos usando el sencillo modelo de los temas o etiquetas. Si sólo se dedicara a dos de los temas de que estamos hablando —la luz y el nutrimento— su existencia se vería totalmente transformada.

Comprender el mensaje

Profundicemos en la conexión mente-cuerpo. Las palabras que hay en nuestra cabeza siguen un camino circular conocido como bucle de retroalimentación.

Pensamos algo.

Se registra en el cerebro.

El cerebro envía señales químicas a todas las células del cuerpo.

Las células reaccionan y envían un mensaje de vuelta al cerebro.

Cuando esa información de vuelta recorre el bucle, experimentamos una sensación, emoción o pensamiento nuevos. No obstante, algunos aspectos pasan desapercibidos, razón por la cual transcurrieron décadas antes de que la medicina moderna descubriera que todo lo que sucede en el cerebro afecta también al cuerpo. Las investigaciones para descubrir los neurotransmisores cerebrales, microscópicos y fugaces —que transportan los mensajes de célula en célula— fueron arduas y concienzudas.

Cambiar las entradas negativas en positivas representa todo un mundo de diferencia. Unos cuantos principios básicos son aplicables a todos (suponiendo la ausencia de trastornos físicos o mentales graves). Ya hemos estado hablando de ellos, pero vale la pena ser específicos.

Principio n.º 1: Para cambiar el cuerpo, cambie primero su historia.

Principio n.º 2: Todas las historias giran en torno a cómo ser feliz.

Principio n.º 3: Si encuentra un medio mejor para ser feliz que comer en exceso, su cuerpo volverá naturalmente a su estado de equilibrio.

Si tiene un sobrepeso crónico, es necesario que preste atención a uno o más de estos principios básicos. Es usted el autor de su propia historia. Permítame que le dé un ejemplo de cómo el argumento puede descontrolarse, aunque no tiene por qué ser así.

Jerry tiene cuarenta y cinco años y un empleo seguro. Este año ha pasado por un divorcio tempestuoso. Ahora, diez meses más tarde, debe de haber empezado a buscar consuelo comiendo en exceso, porque empieza a mostrar un bonito michelín en la cintura. Pero esto no le preocupa, porque no busca una nueva relación. Puede permitirse dejarse ir un poco; es una de las ventajas de volver a estar soltero.

Un mes más tarde, Jerry va al médico para un examen de rutina. Le dice a la enfermera que se ha equivocado al pesarle y decirle que pesa nueve kilos más que el año pasado. Pero la báscula no se equivoca y el médico observa un aumento de la presión arterial y lo que llama un nivel «prediabético» de azúcar en la sangre. Hay que hacer algo. Jerry se apunta de inmediato a un gimnasio. Elimina la pizza congelada, un pilar de su dieta desde que su esposa lo dejó, pero resulta que trabaja demasiado para ir al gimnasio más de una o dos veces a la semana. Empieza a salir con una mujer que, según dice, no tiene problemas con su peso extra. También ella ha estado engordando un poco, y aunque Jerry no está demasiado contento con el lado médico de las cosas, los dos se dan, alegremente, el gusto de ir a restaurantes caros. Una serie de pequeñas racionalizaciones empiezan a acumularse en su mente:

Tengo buen aspecto para mi edad, y me siento bien.

He pasado por un tiempo muy difícil. Me puedo dejar ir un poco.

Nunca me ha gustado que se metieran conmigo por mi peso.

Soy adulto. Puedo comer lo que quiera.

Hay montones de personas que pesan más que yo.

En esta historia, no hay «malos», sólo una corriente constante de pensamientos y sentimientos que producen, gradualmente, un mal resultado. Y mientras a Jerry le pasaba todo esto, el bucle de retroalimentación mente-cuerpo prestaba una atención constante.

Su mente tiene un poder tremendo, así que cuando empiece a cambiar su historia, tiene que conocer algunas pautas:

1. Usted no es su cuerpo. Es el creador de su cuerpo.
2. Ha creado su cuerpo actual usando pensamientos conscientes e inconscientes.
3. Puede crear un cuerpo nuevo tomando decisiones conscientes.
4. Su cuerpo es un verbo (un proceso), no un nombre (un objeto fijo).
5. Continuamente recicla su cuerpo material —casi en su totalidad— una vez al año (las paredes del estómago, cada cinco días; la piel, una vez al mes; el esqueleto, cada tres meses; el hígado, cada seis semanas; el material genético, cada seis semanas).
6. Cambia constantemente la actividad de sus genes por medio de las mismas señales enviadas por los pensamientos, las emociones y la conducta.

Como nos vemos en el espejo como un objeto sólido, solo en el espacio, no percibimos que el cuerpo no es, en absoluto, una cosa. Es un proceso en constante cambio. Imagine un edificio que se parece a cualquier otro, salvo que cuando nos acercamos, vemos que los ladrillos se están saliendo de su sitio y están siendo renovados por otros nuevos todo el tiempo. Es su cuerpo. Aunque su esqueleto, por ejemplo, parece sólido, intercambia calcio constantemente con el resto del cuerpo y, según estos átomos se mueven, sus sustitutos reaccionan al cambio. Cuando lo examinamos a nivel celular, el esqueleto de un corredor de maratón tiene un aspecto totalmente diferente del de alguien que lleva una vida totalmente sedentaria. Incluso calzar unos zapatos nuevos es suficiente para cambiar la forma de los huesos de las piernas. A los veinte años, la parte superior de la pierna estaba compuesta de dos veces más músculo que grasa. En ausencia de actividad física, al llegar a los cincuenta o a los sesenta años, habrá el doble de grasa que de músculo.

Aunque los órganos conservan básicamente la misma forma, están cambiando constantemente sus componentes fundamentales. Por esa razón me gusta decir que el cuerpo es un verbo y no un nombre. La gente se sorprende al descubrir que esto se extiende hasta los genes. No podemos aumentar ni perder los genes con los que nacemos, pero no son algo fijo; se activan y desactivan debido a muchos factores. El doctor Dean Ornish y sus colegas de Harvard han demostrado que hasta quinientos genes cambian su rendimiento cuando una persona hace cambios positivos en su estilo de vida, tales como una dieta mejor, un ejercicio moderado, la meditación y el control del estrés.

El mayor obstáculo: los mensajes contradictorios

Si la mente tiene tanto poder, ¿por qué nos sentimos impotentes cuando queremos cambiar? Se trata de que, en la conexión mente-cuerpo, se procesan mensajes contradictorios. Todos los que comen en exceso saben lo que es luchar contra las ansias de comer y lograr que esas ansias ganen la partida. Es un ejemplo perfecto de dos mensajes que chocan uno contra otro; uno dice: «No debo ceder», y el otro: «No puedo evitarlo».

Si se pudiera tomar una instantánea de la mente cuando alargamos la mano para coger algo tentador para comer, debería ser fácil entender la elección entre «Cómelo» y «No lo comas». Su relato de ese momento debería decir: «No tenía mucha hambre, así que se comió una zanahoria, en lugar de una barrita de chocolate». Pero una simplicidad así no existe en la vida real. De hecho no existe casi nunca. Suceden todo tipo de acontecimientos mentales a la vez. Imagine que llegan seis telegramas al mismo tiempo, con mensajes parecidos a estos:

Tengo mucha prisa, no tengo tiempo para una comida de verdad.

Estoy nervioso.

El azúcar hace que me sienta bien.

En este momento, no me puedo preocupar de la nutrición.

La máquina de dulces está aquí mismo.

Ojalá pudiera evitarlo.

Los seis telegramas llegan juntos al mismo sitio. Lo que pasa a continuación es que tomamos una decisión. ¿Cuál será? La mayoría de adultos saben que la elección racional —en cuanto a salud, peso, nutrición y satisfacción general— es pasar de largo por la máquina. Pero cinco de los seis telegramas le animan a hacer lo contrario; sólo uno es claro y racional. El sector de la comida para picar hace una fortuna contando con que ignoremos la razón y cedamos a nuestros impulsos, olvidando lo que es bueno para nosotros y cogiendo una barrita de chocolate para comerla deprisa y corriendo.

La ironía, cuando millones de personas almacenan comida azucarada, vacía, en su cuerpo es que nosotros y sólo nosotros tenemos el control de nuestra conexión mente-cuerpo. Las palabras si y no no nos son desconocidas, y sabemos cómo sopesar los pros y los contras de las decisiones que tomamos. Toda nuestra vida la pasamos tomando decisiones. Pero la conexión mente-cuerpo se estropea por una única razón. Los seis telegramas traen mensajes que luchan unos contra otros. Esto lleva a un estado, descubierto sólo recientemente por la neurociencia, conocido como inhibición cruzada. Es una especie de jerga que explica los mensajes en conflicto en nuestra cabeza. Todos los que luchan con el peso saben cómo se desarrolla generalmente la pelea:

«No debería ceder», frente a «Lo voy a hacer de todos modos».

«No es bueno para mí», frente a «Pero sabe tan bien».

«No puedo abandonarme de esta manera», frente a «¿Y qué? Lo hago todo el tiempo».

Inhibición cruzada: ¿Quién ganará?

Los mensajes que hay dentro de nuestra cabeza hacen más que hablarnos. Tratan de derrotar a los otros mensajes. Esto sucede muy literalmente, como ha revelado la investigación cerebral avanzada. El grupo de neuronas que envía un mensaje («No cojas ese helado») emite unas señales químicas para bloquear el mensaje contrario que envía otro grupo de neuronas («Adelante. Cómete ese helado»). En este sentido, el cerebro actúa igual que algunos árboles, como la secuoya y el nogal negro, cuyas raíces secretan unas sustancias que impiden que broten otros árboles cerca. Sólo que, en este caso, las sustancias destructivas vienen de ambos lados. No obstante, hay que tomar una decisión y nuestro cerebro está programado para que sólo acabe ganando un mensaje; de lo contrario, estaríamos en un estado de indecisión permanente.

La inhibición cruzada es buena, si el mensaje ganador es el bueno. El cerebro es increíblemente eficaz reduciendo decisiones complejas a sí o no. Piense en todos los elementos que entran en la decisión de a qué universidad ir o con quién casarse o si tener un hijo. Sería insoportable vivir en una indecisión perpetua. El cerebro está programado para llevarnos a tomar una decisión, pero lo que es incluso más fascinante es que, una vez que el ha derrotado al no, la decisión parece definitiva. Por lo general, también parece buena y acertada.

Pero, a veces, los mensajes malos perjudican injustamente a los buenos y entonces empiezan los problemas. Nuestras elecciones no nos sientan bien. Tenemos el equivalente del remordimiento del comprador («No puedo creerme que me lo comiera todo»). ¿Qué hace que el impulso de comer en exceso sea mucho más fuerte que el de no comer? No es hambre. La conexión cuerpo-mente nos cuenta una historia diferente. A través de la repetición, los mensajes malos han alcanzado un peso superior injusto que cambia el cerebro a favor de ceder.

Por qué los mensajes malos ganan

1. Costumbre.
2. Un historial de decisiones erróneas.
3. Una sensación de fracaso.
4. Falta de control de los impulsos.
5. Presión de la familia y de los demás.

Es posible que no recuerde todas las veces que estos mensajes malos ganaron a los mensajes buenos, pero el cuerpo sí que se acuerda, gracias a unos caminos del cerebro ya muy recorridos.

Overeaters Anonymous y otros grupos de apoyo tratan de impulsar el equilibrio hacia el otro lado. Se puede telefonear a un padrino o un compañero del grupo y esa persona refuerza los mensajes buenos que tienen que llegar. Son el reverso de los malos. Lo que parece un refuerzo moral es, en realidad, una táctica para alterar la programación del cerebro.

Cuando ganan los mensajes buenos

1. Descubrimos un medio de romper una mala costumbre.
2. Establecemos un modelo de buenas decisiones.
3. Conseguimos una sensación de éxito.
4. Tenemos control de los impulsos.
5. La presión de la familia y los amigos no nos influyen para que comamos sólo para seguirles la corriente.

Estas dos listas llevan a una conclusión valiosa. Engordamos porque los mensajes que llevan a comer en exceso han estado derrotando a los que dicen: «No tienes por qué comer esto». (Un control cuidadoso respalda esta conclusión. Cuando se dice a las personas con sobrepeso que anoten todo lo que comen durante el día, resulta que casi todas están consumiendo más calorías de las que creen.) Después de bastantes derrotas, el mensaje de «come» ha abierto un surco en el cerebro y este condicionamiento garantiza que las futuras ansias de comida triunfen.

Del mismo modo, si acumulamos victorias sobre el mensaje de «come», se restablece un estado de equilibrio. Se forman nuevas rutas en el cerebro. Cuando surge el impulso del hambre, el enfrentamiento estará más igualado y, con el tiempo, las ansias de comida desaparecerán. En ese momento, la conexión mente-cuerpo volverá a ser sana. El peso adecuado se mantendrá automáticamente.

Lo que debemos extraer de nuestro análisis de la inhibición cruzada son dos lecciones:

1. Los mensajes antagónicos tratan de derrotarse mutuamente en el cerebro.
2. Cuanto más escuchemos los mensajes buenos, más fácil será que derroten a los mensajes malos.

Pase a la acción.
 Elija un mensaje mejor

Cuando siente el impulso a comer fuera, ese es un mensaje enviado por el cerebro. Los impulsos son mensajes rápidos y poderosos, razón por la cual es casi imposible controlarlos en el acto. En lugar de luchar contra el impulso del hambre, es mejor dejar que el resto del cerebro le dé alcance. La parte de la toma de decisiones reacciona más lentamente, pero si volvemos a entrenar al cerebro, la toma de decisiones será cada vez mejor, mientras que los impulsos recuperarán el equilibrio.

La próxima vez que sienta ansias de comida, use la técnica del S-T-O-P:

S = Stop. Pare lo que esté haciendo.

T = Tómese un minuto para respirar. Mientras inspira y espira, cuente hasta 20, de esta manera: 1 al inspirar, 2 al espirar, 3 al inspirar, y así sucesivamente.

O = Observe la sensación de hambre del cuerpo. Puntúela del 1 al 5, donde 5 representa «muerto de hambre» y 1 «no realmente hambriento».

P = Proceda con consciencia.

El propósito de esta técnica es llevarle a «Actúe con consciencia», porque eso indica que, ahora, su cerebro superior toma parte en su conversación interior. Actuar con consciencia significa que usted decide qué hacer a continuación, lo cual es mucho mejor que obedecer al impulso de comer emitido por el cerebro inferior, si este ha perdido el equilibrio.

¿Qué clase de decisión consciente puede tomar ahora? Veamos algunas sugerencias:

Beba un vaso de agua. Satisfará las ganas de sentirse lleno y el agua sofoca el apetito.
Coma diez almendras o una rebanada de pan integral o cinco galletas. Una pequeña ingestión de entre 100 y 200 calorías actúa sofocando el hambre durante una o dos horas (según un estudio en el cual se pidió a unos estudiantes universitarios que comieran una rebanada de pan integral antes de cada comida; estos estudiantes perdieron una cantidad significativa de peso sin hacer nada más).
Lea un libro o un artículo interesante durante diez minutos, luego vea si sigue teniendo hambre,

Por cierto, en mi propio caso el truco de comer diez frutos secos cuando tengo ansias de comer ha sido muy eficaz. A veces, las decisiones más sencillas dan los mejores resultados.

Si toma una decisión que le lleva a evitar sus ansias de comida, deténgase y valore su pequeña victoria. «Hice lo acertado. ¡Bien hecho!», es un mensaje poderoso cuando se repite muchas veces a lo largo de semanas y meses, porque refuerza que tomemos decisiones por encima de rendirnos a las ansias de comida.

Este acto hace que seamos conscientes de lo que estamos haciendo, y para perder peso lo importante es tomar decisiones conscientes. Como pasa con los fumadores que abandonan su hábito de consumir nicotina, la repetición es la clave. Cuantas más veces tratemos de dejarlo, mayores serán nuestras probabilidades de éxito. Esa es la razón de que las personas que consiguen dejar los cigarrillos sean las que lo han intentado repetidas veces, tantas veces como reinciden. Finalmente, gana la decisión de resistirse a las ganas de fumar. La repetición nos refuerza, paso a paso. Lo mismo es válido para decidir no comer en exceso.

 

Conviértalo en algo personal:
 Temas para la semana

Este capítulo le ha dado medios para cambiar su historia, incluyendo la poderosa herramienta de introducir los temas de luz/ligereza y nutrir en su vida. Hay otros temas que funcionan igual de bien. Si este enfoque le gusta, ¿por qué no centrarse en un tema diferente para cada día de la semana? Hay innumerables maneras para sustituir un tema antiguo por otro nuevo que sea más positivo y estimulante para mente y cuerpo.

Lunes: Convierta lo pasivo en activo.

Martes: Convierta lo aburrido en vibrante.

Miércoles: Convierta lo rutinario en sorprendente.

Jueves: Convierta lo añejo en fresco.

Viernes: Convierta lo pesimista en optimista.

Sábado: Convierta el trabajo en recreo.

Domingo: Convierta lo ordinario en inspirador.

Veamos algunas ideas específicas para ayudarle a empezar; una vez que lo haga, se le ocurrirán rápidamente nuevas posibilidades.

Lunes: Convertir lo pasivo en activo.

Tome cualquier actividad pasiva que suceda durante el día —ver la televisión ocuparía el primer lugar de la lista de la mayoría— y sustitúyala por una actividad, como dar una vuelta a la manzana. En lugar de coger el ascensor, suba por las escaleras. En lugar de dejar que sean otros los que dominen la conversación, llévela a algo que le interese a usted. Mientras hace cualquiera de estas cosas, refuerce el mensaje en su mente: «Ahora estoy siendo activo».

Martes: Convertir lo aburrido en vibrante.

Defina vibrante del modo que prefiera: un color brillante, un sabor intenso, una conversación chispeante. Hoy, inyecte vitalidad en su rutina diaria. Vístase con un color más brillante, coma algo más especioso o más lleno de color. Mire imágenes de arcoíris en YouTube o póngase junto a una fuente bañada por la luz del sol. Mientras hace cualquiera de estas cosas, refuerce el mensaje en su mente: «Ahora estoy siendo vibrante».

Miércoles: Convertir lo rutinario en sorprendente.

Hacemos que la vida sea cómoda siguiendo una rutina, pero la existencia sería aburrida sin un toque de excitación. Hoy, cambie parte de su rutina. Vaya a un nuevo restaurante atractivo o encuentre una nueva tienda interesante. En lugar de leer USA Today en el tren mientras va al trabajo, ¿por qué no leer algo inspirador? Ilusione a alguien que quiere con una nota de adoración. En su relación íntima, proponga algo excitante en la cama; comparta una fantasía o explore una nueva sensación de placer. Mientras hace cualquiera de estas cosas, refuerce el mensaje en su mente: «Ahora estoy siendo apasionante».

Jueves: Convertir lo añejo en fresco.

Cada tema tiene un sentido amplio y, con frescura, puede mirar casi a todas partes. Hoy, tire a la basura toda la comida pasada del frigorífico y compre fruta y hortalizas frescas. Ponga flores frescas en la mesa. Observe algo nuevo en una vieja amiga y dígaselo de forma elogiosa. Mientras hace cualquiera de estas cosas, refuerce el mensaje en su mente: «Ahora estoy aportando algo de frescura».

Viernes: Convertir lo pesimista en optimista.

Resulta demasiado fácil caer en la costumbre de quejarse del estado del mundo. Hoy, tome cualquier actitud pesimista y busque cómo darle un ángulo optimista. Piense en términos de esperanza, nuevas posibilidades, la bondad de la gente, la curación que trae el tiempo. Encuentre un medio de comprender a los que sufren, en lugar de culparlos de su situación. Mire su propio futuro del mismo modo, haciendo hincapié en las cosas que van a ir mejor. Mientras hace cualquiera de estas cosas, refuerce el mensaje en su mente: «Ahora estoy siendo optimista».

Sábado: Convertir el trabajo en recreo.

El fin de semana es para pasarlo bien y relajarse, pero con demasiada frecuencia seguimos trabajando, sea en la casa o con cosas extra del trabajo. Hoy, encuentre un medio para disfrutar y haga que sea un auténtico «recreo». Participe en alguna actividad que le haga sentir renovado. Plante un árbol, pase tiempo con sus hijos dibujando en la acera, explore un bosque cercano, levántese temprano y vea salir el sol. Mientras hace cualquiera de estas cosas, refuerce el mensaje en su mente: «Ahora me estoy recreando».

Domingo: Convertir lo ordinario en inspirador.

Un día de la semana debería ser extraordinario, y nada es más extraordinario que conectar con su visión más elevada. Hoy, lea poesía o escritos inspiradores. Mire grandes obras de arte, escuche piezas maestras de música; lo que sea que nutra su alma. Mientras hace cualquiera de estas cosas, refuerce el mensaje en su mente: «Ahora me siento inspirado».