Capítulo I

Los pilares de la comunicación

Si tuviéramos que resumir el contenido de esta obra en una sola idea que lo sintetizara todo, mi elección estaría alineada con la traducción etimológica del latín de la palabra «comunicación», algo así como «compartir». Y es que comunicar es compartir, es decir, tal y como reza el diccionario, el disfrute en común de un mensaje, ya sea una historia, una experiencia, un sentimiento... en un determinado lugar o momento. ¿Y no es eso lo que pretendemos cuando nos comunicamos con los demás?

La comunicación, en su estadio más esencial, forma parte de nuestra vida como seres humanos y es inherente a ella. La felicidad no puede existir como tal si no somos capaces de comunicarnos. Somos seres sociales y necesitamos poder compartir con los demás. Charles Darwin, padre de la biología evolutiva, en su obra The expression of the Emotions in Man and Animals, de 1872, explica como anécdota que le preguntó a un niño qué necesitaba para ser feliz. Este, parece ser que le contestó «hablar, reír y dar besos». En definitiva, comunicación en estado puro.

Así pues, para la presentación que tenemos entre manos, podemos marcarnos ya un primer reto: exprimir al máximo las posibilidades que nos brinda la comunicación de compartir nuestro proyecto, las ilusiones vertidas... generando felicidad, no solo la propia por el hecho de hacerlo, sino también al auditorio en forma de aprendizajes y momentos agradables.

a. Principios básicos de la comunicación

La comunicación como proceso es algo conceptualmente simple. Solo hace falta echar la vista atrás y recordar cuando, en la etapa escolar, nos enseñaron este esquema:

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Fuente: adaptado del modelo de Shannon y Weaver

La síntesis sería algo así como que un emisor dice algo a un receptor mediante un canal, con un determinado objetivo y esperando generar un efecto en este último. De este hecho casi baladí se derivan algunos principios que, si bien tienen este carácter sencillo, sus implicaciones son complejas de certificar. Así pues, la comunicación es:

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Reflejo de este juego es la manifestación empírica de que la comunicación se desintegra por las distorsiones que padece. Esta pérdida progresiva de la identidad del mensaje está provocada por los ruidos físicos externos y las barreras psicológicas internas. El jolgorio de los demás niños jugando en el patio no ayudaba a comprender bien la historia y también es más que posible que cada niño relacionase esa historia con sus propias experiencias o ideas preconcebidas y que acabase añadiendo al relato detalles de su cosecha.

A continuación presentamos un ejercicio, el primero de una serie que encontrarás en los diferentes apartados. El objetivo es que los puedas realizar solo, en el caso de que la presentación sea individual, o en grupo. Es mejor hacerlos en el momento en que te los encuentres en tu lectura pues te permitirán profundizar y consolidar los conocimientos adquiridos.

Ejercicio 1

1ª parte
1. Una persona del grupo tendrá el rol de locutor de radio. El resto del grupo jugará el rol de oyente.
2. La persona que ejerce de locutor de radio se pondrá al final de la clase donde sus compañeros no podrán verle pero sí oírle. Su cometido será describir el dibujo siguiente lo más exacto posible.
3. Las personas que actúan como oyentes deberán dibujar aquello que entiendan del locutor. Es importante remarcar que, como sucedería en la radio, los oyentes no pueden decir ni preguntar nada (lógicamente, el locutor no podrá contestar preguntas ni atender a nadie) durante el tiempo que necesite para realizar la descripción.



2ª parte
Repetiremos el ejercicio con un nuevo dibujo, si bien ahora el locutor podrá ser interrumpido y contestará requerimientos y preguntas.



Solución
Finalmente, se mostrarán los dos dibujos y cada oyente evaluará con un 0, un 0,5 o un 1 la calidad de cada cuadro dibujado en función de la forma, la posición... Nos podemos ayudar de la siguiente tabla:

PUNTUACIONES Dibujo 1 Dibujo 2
Cuadro 1    
Cuadro 2    
Cuadro 3    
Cuadro 4    
Cuadro 5    
TOTAL    


El ejercicio pretende demostrar que el monólogo es una comunicación incompleta y que, por tanto, necesitamos que la comunicación sea adaptable, franqueable, íntegra... También pone de manifiesto que cuando nuestro interlocutor no está presente o justo delante nuestro, como por ejemplo en la radio, el esfuerzo por comunicar de manera completa debe ser mucho mayor.

b. Escenarios comunicativos

Más allá de las variables que configuran el proceso comunicativo (emisor, mensaje, canal...), si queremos conseguir el objetivo esencial y etimológico de compartir, deberemos poner el gran foco de atención en el receptor. Para ello, casi deberíamos invertir el esquema anterior, haciendo lo que se denomina una «inducción hacia atrás», para ejecutar el mensaje no desde el emisor, sino desde el receptor.

La identificación del receptor, su personalidad, su carácter, sus necesidades..., en adelante el «otro», es crítica para asegurar el cumplimiento de los principios comunicativos explicados en el apartado anterior. De momento, y con el objetivo de diferenciar los posibles escenarios comunicativos, vamos a centrarnos solamente en cuantificar el número, singular o plural, de receptores del mensaje:

c. Comunicación inteligentemente emocional

Si aunamos el esquema más primario de la comunicación, sus principios generales y los diferentes escenarios comunicativos, concluiremos que la comunicación relacional es esencial. Dominada esta, se pueden llegar a dominar las demás.

La comunicación relacional es el origen. Y si no, ¿qué comunicación existe más básica, pero no por ello de menor trascendencia sino todo lo contrario, que la que mantiene la madre con su embrión cuando este place en su vientre? Una relación, sin duda, de cercanía, de conexión, de auténtico compartir un mismo espacio y un mismo mensaje de amor e incondicionalidad. De hecho, las mujeres tienen una mayor capacidad para la comunicación relacional y emocional debido a que la amígdala cerebral (cerebro emocional) de la mujer es mayor que la del hombre, como también tienen una mayor presencia de neuronas espejo, resorte clave para ponerse en la piel del receptor.

Daniel Goleman, en su obra imprescindible, Inteligencia emocional, más allá de derrocar el paradigma del coeficiente intelectual como garante de éxito en la vida personal-pro-fesional establece los vectores de la comunicación relacional aunando en una inteligencia intrapersonal o introspectiva y otra de carácter interpersonal o social.

Inteligencia intrapersonal o introspectiva Inteligencia interpersonal o social
Emisor («Uno» o «Yo») Receptor (El «Otro»)
Conocer 3. ASERTIVIDAD 1. ESCUCHA ACTIVA
Gestionar 4. NO AGRESIVIDAD 2. EMPATÍA

Fuente: adaptado de Daniel Goleman

Por lo tanto, Goleman pone de manifiesto que para desarrollar una buena comunicación se requiere, primero, conocer al «otro» para gestionar sus necesidades y deseos. Luego, conociéndose y reconociéndose a uno mismo, deberemos emitir mensajes que controlen los instintos de ataque o lucha.

Así pues, antes de emitir mensaje alguno, y siguiendo la inducción hacia atrás que proponíamos en el apartado anterior, debemos actuar respecto al «otro»:

NIVELES DE ESCUCHA
Fingida (sin nivel) Oír simulado
Selectiva (nivel I) Oír con diálogo interno
Atenta (nivel II A) Escuchar atendiendo al Qué dice
Escuchar atendiendo al Qué y Cómo lo dice

Fuente: elaboración propia

Más adelante veremos que para conseguir una escucha completa captando el cómo lo dice, tendremos que utilizar otro sentido, padre de la observación y madre de la percepción, llamado vista. ¿Será por eso que tenemos también dos ojos?

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Como reza Luigi Pirandello, dramaturgo y novelista italiano: «Cada uno de nosotros posee dentro de sí su propio mundo. Pero, ¿cómo podremos entendernos si en las palabras que yo pronuncio encierro el sentido y el valor de las cosas tal cómo son dentro de mí, mientras quién las escucha las asume inevitablemente con el sentido y el valor que tienen en su mundo? Creemos entendernos, pero no nos entendemos».

Una vez hemos escuchado y comprendido a nuestro interlocutor, debemos trabajar internamente con nosotros mismos para poder comunicar aquello que somos y creemos de manera controlada, evitando así hacer daño al «otro». Nuestro cometido como emisores del mensaje será:

En un ámbito más psicológico, y utilizado aquí como síntesis de la comunicación emocional, se define rapport como la sintonía y la buena relación que existe entre dos personas. Es la metáfora de los buenos bailarines que siguen el compás al unísono, que no se pisan y que fluyen por la pista. Para conseguir esta armonía, es necesario calibrar el estado interior del «otro» y acompasar nuestros mensajes, en el qué y en el cómo. Incluso, si somos expertos bailarines de la comunicación, podremos liderar y direccionar el proceso, generando sincronía con nuestro inter-locutor (convirtiéndonos en espejo para él o ella) y contagiándole estados emocionales positivos.

d. Comunicación 100 %

El término «comunicación» se asocia principalmente a la palabra. De hecho, cuando nos queremos referir a un buen orador, decimos de él o de ella que tiene «facilidad de palabra». Pero desde que el mundo es mundo, las especies animales se han comunicado sin mediar palabra. Incluso los animales más racionales, los seres humanos, lo hicieron de igual modo hasta la evolución del lenguaje. La ausencia de comunicación verbal no fue impedimento, potenciando la comunicación paraverbal (sonidos) y la no verbal (gestos). Así es como se comunican los bebés y los niños más pequeños hasta que no aprenden a hablar.

Antes de 1950, exceptuando el trabajo y la obra de Charles Darwin, se conocían pocos estudios que profundizaran en aspectos de la comunicación no verbal. En cambio, la década de 1950 fue el período de investigación más fértil a este respecto. Más adelante tendremos ocasión de profundizar en los conceptos que diversos autores aportaron al respecto.

Unos años más tarde, en 1971 el psicólogo y actualmente profesor emérito de la universidad UCLA, Albert Mehrabian, en su obra Mensajes silenciosos, concretó y ponderó los diferentes factores que intervienen en la comunicación. Es un estudio que hizo fortuna pues desde entonces aparece en cualquier obra sobre la comunicación. Nosotros, evidentemente, no seremos los primeros en negar la certeza de su tesis.

VOZ
NO
PALABRA VERBAL COMUNICACIÓN ESCRITA
NO PARAVERBAL NO VERBAL

Fuente: elaboración propia

Ejercicio 2

Repetiremos el ejercicio de la radio del apartado a con un tercer dibujo.

Ahora el que hace el rol de locutor, además de poder ser interrumpido como anteriormente contestando a cuantas preguntas le formulen, se pondrá frente a los oyentes, como si fuera un presentador de televisión, y podrá gesticular y utilizar su cuerpo para describir el dibujo.

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Solución
Volveremos a puntuar de igual modo utilizando la tabla correspondiente:

PUNTUACIONES Dibujo 3
Cuadro 1
Cuadro 2
Cuadro 3
Cuadro 4
Cuadro 5
TOTAL

Se espera que utilizando todo el potencial de comunicación verbal, y ahora no verbal, el resultado sea aún mejor que con el Dibujo 2.

A pesar de que el mundo que nos abre la comunicación no verbal es infinito para poder acompañar al mensaje y ganar mayor efectividad, esta es un arma de doble filo. Al igual que somos bastante conscientes o podemos preparar en gran medida nuestra comunicación verbal (palabras) y paraverbal (voz), la comunicación no verbal se mueve en el nivel de la inconsciencia, expresando «la verdad» de lo que pensamos o creemos sin filtros. Muchos de los gestos o muecas que hacemos son actos reflejos, difíciles de controlar y gestionar.

Ésa, y no por miedo a constiparse, es la verdadera razón por la que los jugadores de póquer van tapados hasta las orejas.

Unas buenas cartas en el reparto inicial, aunque se afirme lo contrario o intentemos fingirlo, se pueden ver reflejadas en una subida del tono de voz (se dice que una octava, aproximadamente), en la aceleración del ritmo respiratorio, en una consecuente subida del color en la cara, una mirada baja, al suelo o apartada de la del compañero de partida... Nietzsche ya lo dijo: «Se puede mentir con la boca, pero la mueca que lo acompaña siempre dice la verdad».

Cuando el interlocutor detecta una incongruencia o la detección de dicha mentira echa por tierra los planteamientos del profesor Mehrabian y su atención se centra al 100 % en lo no verbal (y en parte en lo paraverbal), marginando por completo a la comunicación verbal. Parafraseando a Peter Drucker, lo importante será entonces atender a lo que no se dice.

Ejercicio 3

Se les pide a tres personas que hagan un dibujo libre en una hoja de iguales características. Se recogen y amontonan los tres dibujos sin que se vea de quién es cada uno.

Una persona diferente (primero puede ser un hombre y luego repetirlo con una mujer), que tiene por objetivo adivinar la autoría de cada uno de los dibujos, coge uno cualquiera de los tres y se lo enseña a cada uno de los dibujantes. A la vez, mirándolos a los ojos, les debe preguntar: ¿es tuyo el dibujo? Estos, sea o no sea el suyo, deben contestar: «Este dibujo no es mío».

Solución
Se trata de poner el foco en la comunicación no verbal para saber si mienten o dicen la verdad. Puede parecer magia pero es simple observación. Seguramente las mujeres tienen más probabilidades de acertar más autorías pues está demostrado que son mejores observadoras.

Así pues, la conclusión es clara: el 93 % del impacto de la comunicación no está en lo que se dice. De este hecho, los mimos hacen un arte. Aun así, no seamos reduccionistas y pensemos que trabajando solamente en lo paraverbal y lo no verbal conseguiremos la excelencia (93 sobre 100). Más bien la derivada está en que las palabras son necesarias pero no suficientes. Si no las atendemos, no conseguiremos ni el aprobado.