Capítulo I

Concepto de comunicación

Los estudiosos han realizado muchos intentos para definir el concepto ‘comunicación’ pero establecer una única definición ha sido imposible y además no creemos que pueda llegar a ser muy fructífero (Clevenger, 1991). En estos momentos existen más de trescientas definiciones de cultura (Miller, 2002).
Frank Dance (1970) dio un paso esencial en el esclarecimiento de este concepto escurridizo. Ha esbozado tres puntos de «diferenciación conceptual crítica» que forman las dimensiones básicas de la comunicación.
La primera dimensión es el nivel de observación o abstracción. Algunas definiciones, nos dice, son amplias e inclusivas; otras son restrictivas. Por ejemplo, la definición de comunicación como «el proceso que conecta partes discontinuas del mundo vivo» es sin duda una definición general. En cambio, la comunicación como «un sistema (como los teléfonos o telégrafos) para comunicar información y órdenes (como en un servicio naval)», es una definición restrictiva.
La segunda dimensión es la intencionalidad. Algunas definiciones sólo incluyen el propósito de enviar y recibir el mensaje y otras no conllevan o no imponen esta limitación. El siguiente es un ejemplo de una definición que incluye intención: «Aquellas situaciones en las cuales una fuente transmite un mensaje a un receptor con la intención consciente de afectar la conducta posterior». En cambio una definición que no conlleva ninguna intención es la que sigue: «Es un proceso que hace comunes a dos o más lo que fue el monopolio de uno o algunos».
La tercera dimensión que Frank Dance utiliza para distinguir entre las definiciones de comunicación es la sentencia normativa. Algunas definiciones incluyen un proceso de éxito, eficacia o exactitud; otras definiciones no contienen estos tipos de sentencias implícitas. Por ejemplo, la siguiente definición presume que la comunicación es satisfactoria: «La comunicación es el intercambio verbal de un pensamiento o idea». Es decir, la hipótesis en esta definición es que un pensamiento o una idea ha sido intercambiado con éxito. Otra definición, por otra parte, no juzga si el resultado es exitoso o no: «La comunicación [es] la transmisión de información.» Aquí se transmite la información, pero no es necesariamente recibida o entendida.
Los debates sobre lo que es la comunicación y las dimensiones que la caracterizan sin duda continuarán. La conclusión de Frank Dance es ciertamente acertada: «Estamos tratando de hacer del concepto de «comunicación» algo demasiado costoso para nosotros». Considera que lo importante es tener en cuenta una familia de conceptos, en lugar de una sola teoría o idea, que defina colectivamente lo que es «comunicación». Como nos recuerda Andersen (1991), las cuestiones sobre el tema de la definición son importantes: si bien no existe una perspectiva correcta o incorrecta, escoger una u otra no es en absoluto una cuestión trivial Estas perspectivas empujan a los estudiosos a diferentes trayectorias teóricas; los predispone a preguntarse sobre diferentes cuestiones, y a llevar a cabo diferentes tipos de estudios sobre comunicación. Las variadas definiciones tienen distintas funciones y abren el camino para realizar investigaciones diferentes.
Una definición debe evaluarse sobre la base de si ayuda a los investigadores a dar respuesta a las cuestiones sobre las cuales se preguntan. Diferentes tipos de investigaciones requieren distintas definiciones de comunicación, incluso contradictorias. Las definiciones son, por tanto, instrumentos que deben utilizarse con extrema flexibilidad.
Debido a que las teorías ordenan y sintetizan conocimientos existentes, no necesitamos volver a empezar con cada investigación. Las teorías o conocimientos organizados de un campo en particular, y desarrollados por generaciones de estudiosos, nos proporcionan un punto de partida para el estudio de cualquier especialidad. El termino teoría puede referirse a una única teoría, o se puede utilizar para referirse al conocimiento global de todas las teorías relacionadas con la comunicación.
Existe un gran desacuerdo sobre lo que constituye una teoría adecuada para la comunicación. Las teorías varían en función de cómo fueron generadas, la clase de investigación utilizada, el estilo en el cual son presentadas y el aspecto de la comunicación al cual se refieren. Esta diversidad es un rico recurso para el desarrollo de un entendimiento más detallado y complejo de la experiencia de la comunicación. Cada teoría estudia el proceso desde un ángulo diferente, invitándonos a considerar su significado y cómo funciona desde su punto de vista. Es necesario que entendamos la orientación multi-teórica que forma la naturaleza de la teoría de la comunicación (Browers y Bradac, 1982). Además existen diferentes tipos de investigación que preguntan diferentes cuestiones, usan diferentes métodos de observación y lideran diferentes tipos de teorías. Los métodos de investigación pueden ser agrupados en tres amplios enfoques: científico, humanístico y científico-social. Para una excelente recién distinción entre los tres enfoques, ver Littlejonh y Foss (2005).
Pero ¿qué es una teoría? Hemos estado hablando sobre ello sin definir el concepto de teoría. Los usos del término van desde la teoría del Granjero Jones sobre cuándo sus gallinas empezarán a poner huevos, hasta la teoría de la relatividad de Einstein. Incluso los científicos, escritores y filósofos usan el término en una variedad de formas distintas. No es el propósito de este libro representar la amplia gama de pensamiento –o teorías– sobre el proceso de la comunicación. Igualmente utilizamos el término teoría en su sentido más amplio, como un conjunto de conceptos organizados, explicaciones y principios sobre algún aspecto de la experiencia humana.
Las teorías aspiran a captar la complejidad de la vida en conceptualizaciones formalizadas. Todas las teorías son abstracciones; reducen la experiencia a una serie de categorías y, por tanto, no lo explican todo, siempre dejan algo fuera. Una teoría focaliza nuestra atención hacia cosas específicas –modelos, relaciones, variables– y ignora otras. Este hecho es importante porque revela las deficiencias básicas de cualquier teoría. Ninguna teoría por si sola revelará la entera verdad, o podrá ser usada totalmente en el campo de la investigación. Las teorías funcionan como guías para ayudarnos a comprender, explicar, interpretar, juzgar y comunicar.
Con el paso del tiempo, nuestra comprensión se amplía y, al mismo tiempo, se hace más precisa. Las teorías se someten a un proceso continuo de revisión y perfeccionamiento, y algunas desaparecen y se sustituyen por otras que se adaptan mejor. Las teorías no lo son sólo acerca de la vida, también tienen sus propias vidas. Para las teorías como para las personas, los hitos como el cambio de siglo (o milenio), o completar décadas, son ocasiones para una reevaluación crítica de los logros alcanzados y una mirada hacia el futuro.
Las teorías son también construcciones. Son creadas por personas, no ordenadas por un ente superior. Cuando los estudiosos examinan algo en el mundo, hacen selecciones –cómo categorizar lo que observan, cómo nombrar los conceptos que estudian, si el enfoque será amplio o concreto, etc. Por lo tanto las teorías representan las diferentes maneras en que los observadores ven su medio ambiente más que la realidad que captan. Son menos un historial de la realidad, que un historial de las concepciones de los investigadores sobre esta realidad. Escribe Kaplan (1964), «la formación de una teoría no es solamente el descubrimiento de un hecho oculto, la teoría es una manera de ver los hechos, de organizar y representarlos.» Deetz (1992) agrega que «una teoría es una manera de ver y pensar el mundo. Como tal, es mejor verla como el «prisma» que se usa para observar, que como un «espejo» de la naturaleza.»
Dos observadores usando microscopios podrían ver cosas diferentes dentro de una ameba, depende del punto de vista teórico de cada observador. Uno ve un animal de una célula; el otro ve un organismo sin células. El primero hace hincapié en las propiedades de una ameba que son como todas las otras células –la pared, el núcleo, el citoplasma. El segundo compara las actividades de la ameba con las de otros animales completos, incluyendo la ingestión, excreción, reproducción y movilidad. Ninguno se equivoca. Sus esquemas teóricos simplemente enfatizan aspectos diferentes del objeto observado.
Puesto que las teorías son construcciones, cuestionar su utilidad es más juicioso que cuestionar su veracidad. Cualquier verdad puede ser representada de varias maneras, dependerá de la orientación del teórico. Añadimos un ejemplo sencillo:
El profesor presenta cuatro cajas. En cada una hay una imagen –de un árbol, un gato, un perro y una ardilla respectivamente. Se pregunta al niño que cuál es diferente. Un niño de primaria inmediatamente escoge el árbol. El niño sabe no solamente cómo dividir animales de plantas, pero también que la distinción planta/animal es la preferida… (pero) la selección es arbitraria y no es un enfoque muy interesante para pensar en el problema. Se podía haber escogido la ardilla también, si el niño hubiera basado su decisión en la domesticidad o cosas que compramos en las tiendas. O se podía haber escogido el perro porque el gato, la ardilla y el árbol se relacionan de una manera juguetona y interactiva. O el niño podía haber escogido el gato porque los otros tres están es su jardín (Deetz, 1992).
De modo que una teoría ofrece una manera de captar la «verdad» de un fenómeno; nunca es la única manera de verla.
Finalmente las teorías están íntimamente relacionadas con la acción. El modo como nosotros pensamos –nuestras teorías- nos guían en la actuación; y como actuamos –nuestras prácticas- nos guían en el pensamiento. En el ámbito académico, las teorías formales y las prácticas intelectuales son inseparables. Anderson (1996) dice que, «La teoría… contiene una serie de instrucciones para leer el mundo y actuar en él».
Así pues, una teoría gobierna la manera como enfocamos nuestros mundos.
Si alguien nos pregunta qué tipo de música nos gusta, probablemente le responderemos que nos gustan varios tipos, pero no podremos contestar a esta pregunta si no tenemos ningún conocimiento previo sobre las diferencias que existen entre los varios tipos de música. La música no es solamente un montón de sonidos y líricos sino que está ricamente organizada en géneros, desde la música clásica hasta el hip hop. Para poder pronunciarnos u opinar es necesario tener algún conocimiento de las similitudes y diferencias. Esto también ocurre en el mundo de las teorías. Mientras más nos adentramos en la exploración de las teorías, más necesitamos pensar en grupos o géneros. Ello nos conduce a la necesidad de disponer de algún esquema para organizarlas. En el Capítulo II (Teorías de la comunicación) ofreceremos un esquema que nos servirá de guía o de herramienta para poder encuadrar las diferentes perspectivas y los aspectos más importantes de las teorías de la comunicación; un esquema a través del cual podríamos analizar sus similitudes y diferencias. De hecho, este esquema resulta ser un método útil para entender el campo de la comunicación en general y las varias tradiciones dentro de las cuales han trabajado los estudiosos.
Pensemos en el mundo de la comunicación en el cual estamos inmersos. ¿Qué aspectos nos intrigan? Quizás observamos primero a los símbolos de nuestro medio ambiente y las formas en que estos símbolos nos muestran cosas que son importantes para nosotros y para otros. O quizás nos concentramos en las percepciones y los sentimientos que tenemos en relación con dichos símbolos y como afecten nuestra vida. Quizás vamos más allá de ver solamente los objetos, las palabras y los actos como símbolos para fijarnos en la complejidad del mundo que nos rodea y cómo todo parece interconectado. O quizás no pensamos demasiado sobre estas fuerzas exteriores y, en cambio, nos sentimos cautivados por las diferencias individuales y pensamos en cómo funciona nuestra mente, en cómo persuadir a otros e influir sobre su pensamiento, y cómo los medios de comunicación afectan a la audiencia.
Otro camino sería preguntarnos sobre la manera en la cual los grupos y las culturas se configuran; cómo se desarrollan sus propios códigos y significados, y como nuestra identidad dentro de un grupo está afectada por el género, la cultura, la familia o las redes sociales. Quizás terminaremos concentrándonos en como la sociedad y sus instituciones se ha constituido a partir de interacciones y manejos sociales, hasta el punto de que marginan algunos grupos y privilegian a otros. Finalmente, quizás lo que más nos interesa de todo es la práctica; o como interactuar con la audiencia y el público en general con el noble objetivo de cambiar la sociedad. Lo que casi podemos asegurar es que no encontraremos igualmente atractivas o valiosas cada una de estas cuestiones. Algunas de estas consideraciones no llamarán nuestra atención, mientras que otras sí. Lo que observamos y el modo cómo enfocamos el tema de la comunicación se basará en lo que consideramos importante, cómo consideramos que se tendría que estudiar y lo que creemos que las teorías deben aportar. Eso es exactamente lo que ha ocurrido en el campo de la comunicación: los estudiosos e investigadores tratan el tema de la comunicación de maneras muy diferentes (Littlejohn y Foss, 2005).