Capítulo I

La producción de programas

1. La naturaleza del trabajo de producción

La producción de un programa audiovisual o multimedia es un trabajo complejo que requiere una cuidadosa planificación para que en cada una de las etapas del proceso productivo se alcance el mejor rendimiento. En los medios profesionales se mueven elementos parecidos a los de cualquier rama industrial: capital, medios y trabajo. Ante un mercado determinado, una empresa productora dirige su obra audiovisual conseguida mediante trabajo y medios técnicos y apoyada por una inversión de capital. Se conjugarán factores de calidad, plazos y coste de forma similar al planteamiento productivo de cualquier empresa. En este sentido, no existe demasiada diferencia entre el negocio audiovisual o multimedia y cualquier otra actividad comercial.

Dicho esto podría pensarse que el rendimiento del producto se relacionará directamente con el volumen del capital invertido y la calidad y adecuación del programa en el medio, sin embargo es un hecho generalmente admitido que no necesariamente existe relación directa entre las inversiones realizadas en una obra audiovisual y la bondad de su resultado.

No existe norma o criterio para realizar obras audiovisuales de seguro éxito comercial y, en consecuencia, no es posible calcular a priori el valor económico final del producto, ya que la demanda varía en función de una calidad apreciada de forma subjetiva por el espectador.

La fabricación de una obra audiovisual supone el empleo de elevados capitales, cuya posible recuperación, sometida a la explotación comercial, es lenta por ser su consumo de carácter sucesivo.

Por consiguiente:

• La industria audiovisual en general se enfrenta a un nivel de riesgo muy superior a la mayor parte de las producciones de bienes y servicios.

• Es una de las pocas actividades económicas donde el consumidor del producto abona una cantidad uniforme por el visionado, con independencia del coste de producción, del nivel técnico o artístico y de su origen.

• La calidad es un criterio que puede variar y en todo caso no implica éxito de audiencia.

• La producción audiovisual se considera de interés cultural y social, mereciendo protección frente a los productos foráneos.

• Muchos países protegen su industria audiovisual mediante subvenciones económicas automáticas y selectivas con ayudas a la producción, ayudas a la comercialización, con medidas que garanticen la exhibición y con estímulos a la exportación.

1.1. Principales misiones de la producción

Producir un filme cinematográfico, un programa concurso para televisión, un vídeo industrial, un vídeo interactivo, un filme de animación, un producto multimedia o cualquiera de las múltiples variantes de la cada vez más extensa gama de productos audiovisuales existentes sigue, necesariamente, un proceso que pasa por diversas etapas.

Aunque estas fases no puedan ser unificables para un elenco de productos tan variado como el que acoge la industria audiovisual, en todos los casos deberemos dar respuesta a preguntas tales como «qué» es lo que se registrará, «quién» deberá estar presente en cada momento, «dónde» se producirá el registro, «cuándo» tendrá lugar y «cómo» se realizará. También será preciso disponer de recursos económicos para acometer el proyecto e incluso tener ideas de explotación comercial de la producción que faciliten la financiación. Sea cual sea la producción habrá que definir, analizar, diseñar, planificar, programar, financiar, ejecutar y explotar.

De este trabajo se encarga el equipo de producción que adopta diferentes modalidades estructurales y organizativas según la dimensión y las características específicas del programa. No requiere el mismo esfuerzo de planificación una superproducción cinematográfica que una película modesta, un vídeo corporativo o un programa televisivo. También pueden ser distintos los planteamientos de una producción. En ocasiones existe un cliente que solicita resolver un programa a una entidad productora, otras veces alguien presenta una idea de programa a una televisión, o se apuesta por una idea sustentada por una persona física (director de prestigio, productor, actor, guionista, etc.) para cuya realización se buscan medios de financiación, o se produce para uno mismo, entre otras posibilidades.

En todos los casos, el equipo de producción, a lo largo del proceso de producción, deberá plantearse y responder con su trabajo a las siguientes cuestiones:

  1. ¿Qué es lo que se quiere producir? Habrá que partir de la descripción minuciosa del producto audiovisual (contando con un guión detallado).
  2. ¿Cuáles son los medios necesarios para poner en marcha el proyecto? Se determinarán los recursos humanos, técnicos y materiales.
  3. ¿Cómo se organizan estos medios? ¿Dónde y cuándo se aplican? Deberá diseñarse un plan de trabajo detallado que asegure la eficacia organizativa de la producción en el tiempo (de preparación, de registro, de montaje y acabado) y en el espacio (localizaciones, estudios, etc.).
  4. ¿Cuánto cuesta la aplicación del plan de trabajo? Se elaborará un presupuesto que contemple todos los apartados de la producción.
  5. ¿Cómo se está efectuando el trabajo? Será preciso controlar la forma en que se está aplicando el plan propuesto, en los plazos, en la calidad y en los costes.
  6. ¿La solución adoptada es óptima? Un balance nos permitirá detectar los posibles errores susceptibles de mejora para su aplicación en futuros proyectos.
  7. Finalmente habrá que considerar si la orientación respecto al mercado es buena o no. Un producto audiovisual tiene siempre sobre sí la imprevisibilidad de sus resultados respecto a la satisfacción final de quien nos lo ha encargado o, en múltiples casos, la respuesta del público.

1.2. Complejidad del trabajo de producción

En síntesis, podemos apreciar que en la producción intervienen elementos de muy diferente carácter: creativos, relacionados con la originalidad de los guiones y las soluciones de realización adoptadas; de dirección y gestión, centrados en la organización y programación de las necesidades que plantea la obra; aspectos de seguimiento y control, para asegurar un perfecto cumplimiento del plan de trabajo o para introducir las rectificaciones oportunas; económicos, ligados al mantenimiento de unos costes de producción que no sobrepasen las posibilidades de la entidad promotora; técnicos, relacionados con la tecnología y los formatos empleados en su realización e incluso aspectos relacionados con el mercado, que afectan al conocimiento de las motivaciones y deseos del cliente y de los espectadores (en el caso de una obra cinematográfica o televisiva).

Se desprende de estas anotaciones que el trabajo de producción es complejo y que no es simplemente una labor de organización alejada de la creatividad y de la expresividad de las obras audiovisuales. De hecho, el productor, con su elección de equipos artísticos y de realización, influye decisivamente sobre la calidad final del programa. Aunque en otros tiempos la imagen del productor era la de una persona preocupada solo por el ajuste y control del gasto, la realidad actual es que forma un tándem fundamental con el realizador o director. Cada vez más se produce una integración positiva entre el trabajo del equipo de producción y el equipo de realización o dirección. El realizador crea dentro de una estructura asignada por el productor y de la conjunción del esfuerzo se beneficia el producto. La delimitación exacta de los dos campos de actuación repercute positivamente sobre el trabajo creativo y sobre la rentabilidad económica del programa.

De todas formas debe decirse que esta tarea es, quizás, la labor más desconocida de la industria audiovisual, aunque su papel es decisivo en la realización de cualquier filme o programa.

Las diferentes etapas que conducen a la elaboración de un proyecto audiovisual permiten hacerse una clara idea de que el trabajo productivo requiere diversidad, competencia (técnica, audiovisual, derecho público y privado, contabilidad, don de gentes, etc.) y, especialmente, meticulosidad en el cumplimiento del trabajo. Puede asegurarse, sin duda, que la producción es una actividad de síntesis que reclama un poderoso esfuerzo organizativo.

Por ello, exige conocimientos muy amplios sobre todo el universo audiovisual. Es preciso conocer a los agentes que intervienen en el mercado televisivo y cinematográfico, conocer el funcionamiento de las estructuras productivas de cine, vídeo y televisión y disponer de amplios conocimientos sobre todo lo que las alimenta y las rodea.

1.3. La agenda del productor

Nada mejor para poder dar idea de las actividades ante las que se enfrenta el trabajo de producción que presentar su agenda, entendida como su herramienta de contactos, donde anota no solo las direcciones y datos de todos aquellos con los que se relaciona para cumplir con su trabajo, sino también su historial de relaciones, las especificidades de cada contacto empresarial o profesional, sus motivos para elegir unas u otras personas o empresas para diversas tipologías de proyectos, en fin, su historia profesional. La agenda de un productor puede contener, entre otros, datos referidos a:

El productor se inscribe siempre en un tiempo, una sociedad y unas estructuras industriales determinadas. No siempre se ha trabajado de la misma forma, ni siquiera ahora se trabaja igual en todos los sitios. Ya hemos comentado cómo las dimensiones de la producción o las características especiales de los distintos productos determinan diferentes formas de encarar el trabajo de planificación. De igual forma, las estructuras productivas europeas son también diferentes a las estructuras y a los métodos de trabajo de los Estados Unidos, por ejemplo. Por ello, tiene sentido que el productor sepa cuál ha sido la evolución de la producción a lo largo de la historia de los medios audiovisuales. Debe conocer, asimismo, la tipología de productos audiovisuales y multimedia desde su particular óptica organizativa, y las profesiones que intervienen en las diferentes producciones.

Todo ello se tratará en esta disciplina como anticipo de lo que constituirá el tronco fundamental de contenidos: la producción ejecutiva. Es decir, la resolución práctica de un programa en las distintas fases detalladas de proyecto, búsqueda de la financiación, preparación, registro, montaje, edición y postproducción, explotación y comercialización.

2. Fases del proceso de producción

Una producción audiovisual pasa, necesariamente, por diferentes fases desde el momento de su gestación hasta su presentación definitiva. En este apartado vamos a exponer en forma sintética un proceso típico de producción de una obra audiovisual presentado desde el interés que tiene para el productor.

En primer lugar, la entidad productora tiene que estudiar el proyecto audiovisual. La idea o concepto del producto a realizar puede estar más o menos elaborada. Puede ser un mero esquema de lo que el programa ha de ser, o una sinopsis (breve resumen de la narración), o un guión perfectamente elaborado, o un auténtico proyecto en el que todo está expresado, escrito y listo para producir.

En cualquier caso se parte de un documento descriptivo que define el proyecto y que lo presenta su propio autor o un director creativo encuadrado en una estructura de producción.

La figura del productor promotor está en el origen de toda producción audiovisual. Propone, encarga y analiza propuestas y valora estas propuestas en su desarrollo desde la idea al guión literario o técnico dando el visto bueno para iniciar el estudio de viabilidad, o rechazando el trabajo por no adecuarse a las exigencias artísticas o comerciales deseadas.

El productor promotor se implica personalmente y de forma especial en la selección y definición del producto cuya producción solo se iniciará si este se ajusta a sus necesidades, intereses y expectativas. La selección del producto implica una valoración artística del mismo y su definición añade las condiciones de plazo y costo asumibles por el productor. La viabilidad de sus previsiones suele ser estudiada por un director de producción y a partir de su análisis el productor promotor podrá realizar una definición de objetivos del proyecto.

El director de producción y su equipo efectuarán la planificación y llevarán a cabo la preparación y programación definitiva del proceso de producción que quedará plasmada en un plan de trabajo a partir del cual se guiará la ejecución, fase en la que tomará especial protagonismo la figura del director o realizador y los equipos técnico y artístico, si bien el equipo de producción continuará su labor haciendo posible que todas las actividades se realicen de acuerdo con lo establecido en el plan de trabajo.

2.1. Valoración artística del producto

La selección del producto a realizar es la primera y principal misión del productor promotor: el origen de un producto audiovisual o multimedia puede ser una idea original o bien puede ser una adaptación de una novela, de una obra de teatro e incluso de un filme anterior. Los productores buscan ideas y contratan guionistas para que las desarrollen. Analizan y valoran las propuestas de guionistas y directores, compran reservas de derechos de obras de teatro y novelas y, cuando ello es posible, controlan el proceso de elaboración o adaptación de los guiones en todas sus fases para asegurarse de que el producto responde a sus intereses.

Todas las fases de creación de un guión pueden ser valoradas por el productor promotor. En un proceso académico de creación las fases serían las que enumeramos a continuación, subrayando en cada una el interés o actuación probable del productor:

1. Idea: todo producto audiovisual tiene su origen en una idea más o menos elaborada. Los productores buscan en ella dos tipos de información, en realidad dos tipos de ideas:

– La idea dramática: es la anécdota o historia con principio, desarrollo y fin que vehicula la idea temática y la desarrolla mediante un caso. La idea dramática se concreta en el argumento o estructura argumental.

– La idea temática: es la tesis de la película y la temática a tratar. Puede ser descriptiva o prescriptiva. Normalmente las obras de ficción dramática suelen ser prescriptivas, es decir tienen un mensaje final que valora una opción de pensamiento y/o actuación, mientras que los documentales o las películas didácticas suelen ser esencialmente descriptivas.

2. Sinopsis: es un relato de cinco a quince páginas que desarrolla toda la trama de la historia de modo que puede analizarse su estructura. Suele incluir también las principales subtramas (historias o relatos que acompañan al relato principal y que normalmente redundan en la ejemplificación de la idea temática).
La sinopsis es ya el primer instrumento válido para la evaluación desde el punto de vista artístico y suele acompañarse de una descripción de caracteres (personajes protagonistas y principales) así como de elementos de dirección de arte (imágenes de vestuario, ambientes, decisiones escenográficas, vestuario, cromatismo, etc.).

3. Escaleta y tratamiento: la escaleta y el tratamiento permiten realizar ya un análisis desde el punto de vista de la producción.

– La escaleta o continuidad de escenas es una enumeración ordenada de localizaciones, escenas y situaciones que componen el relato.

– El tratamiento añade a la escaleta los personajes y la descripción detallada de la acción (en muchos países es imprescindible su presentación para poder optar a financiación oficial). A partir de él pueden hacerse los desgloses de las necesidades de producción.

4. Guión literario: es un posterior desarrollo del tratamiento al que se han añadido los diálogos definitivos. Es, en sí mismo, una obra literaria, aunque con características propias del lenguaje cinematográfico más que literario que en algunos casos se publica paralelamente en forma de libro dirigido a los aficionados o profesionales de los medios audiovisuales.

5. Guión técnico: descripción de los planos que componen las secuencias audiovisuales (lo hace el director o realizador) acompañado, en muchas ocasiones, del storyboard o descripción gráfica dibujada del contenido de cada plano. Es frecuente añadir la representación en planta de los espacios y las posiciones de cámara, lo que facilita la evaluación de los requerimientos de producción que precisará el registro definitivo.

El productor puede realizar una valoración creativa inicial a partir de la sinopsis, ya que en ella se ofrece una descripción concreta y original del relato con suficiente detalle para valorar el interés de la trama y la estructura narrativa. Es común que además cuente con los caracteres, que es una descripción detallada de los personajes protagonistas (física, psicológica e historia pasada del personaje que no se verá en la pantalla) así como con documentación de ambientación.

A partir de la sinopsis se puede valorar la estructura del relato, pudiendo establecerse la adecuación de cada acto y sus puntos de acción al desarrollo narrativo deseado.

Podemos apreciar en el siguiente esquema cómo el productor promotor o el productor ejecutivo participa activamente en el proceso de análisis de la idea al guión literario. En la toma de decisión interviene no solo el resultado de su evaluación a nivel temático y de estructura dramática de la sinopsis argumental o del propio guión literario, sino que también tendrá en cuenta, de forma determinante, la valoración económica que generalmente aporta el director de producción. Si el proyecto sigue adelante y en función de su tamaño y características, intervendrán el jefe de producción y los diferentes puestos de responsabilidad que configuran un equipo completo de producción.

esquema de cómo el productor promotor o el productor ejecutivo participa activamente en el proceso de análisis de la idea al guión literario

Subrayamos el hecho de que es el productor promotor quien tiene la capacidad de decisión para continuar o no el estudio desde el punto de vista de producción, cosa que solo hará si la valoración temática y dramática de la historia planteada en términos cinematográficos le complace.

Es lógico pensar que en la valoración de ideas y proyectos televisivos de cualquier tipo, desde el planteamiento de un informativo deportivo, un concurso, o un programa de entretenimiento basado en entrevistas y actuaciones musicales, se valorará por parte de los productores ejecutivos de las cadenas, la temática del programa, su estructura de presentación, su oportunidad en términos de gustos de la audiencia y, por supuesto, su valoración económica en aspectos similares a los empleados en la producción de ficción.

2.2. La economía en la viabilidad del proyecto

Si el productor promotor valora positivamente la propuesta creativa, se procede a la realización de un análisis de la viabilidad del proyecto estimando el coste y los plazos de realización, que sirva para tomar la decisión de llevarlo a buen fin o desecharlo definitivamente. Este plan de viabilidad se fundamenta en el estudio que efectúa, como hemos señalado en el punto anterior, un director de producción que calcula de forma aproximada, y basándose en su experiencia en proyectos de similares características, el presupuesto preciso para su ejecución práctica.

En este punto participan también los departamentos de programación (en el caso de una entidad televisiva), de comercialización (que analizan las posibilidades de explotación si se realiza) y de finanzas (que tomará buena nota de las necesidades presupuestarias que pueda pasarle el director de producción).

El estudio de viabilidad implica ya una primera planificación para evaluar el tiempo necesario para la ejecución, e implica también una primera estimación del presupuesto a partir de la valoración de los recursos humanos y materiales necesarios.

Esta estimación se realiza por debajo de la línea, es decir, considerando los costes estándar de personal y equipo, sin considerar gastos extraordinarios originados como consecuencia del caché particular de los profesionales concretos que finalmente serán contratados.

El director de producción, a partir de los desgloses del guión, podrá deducir los recursos materiales y humanos que serán necesarios y esbozará una primera planificación para valorar el plazo de ejecución. A partir de esos datos elaborará un primer presupuesto.

Considerando estas estimaciones, el promotor, con la ayuda del director de producción realizará los cambios y ajustes que considere necesarios para establecer las condiciones de calidad, plazo y coste que estará dispuesto a asumir. Una vez establecidas las condiciones se entrará en la siguiente fase donde el protagonismo pasará al director de producción y a su equipo.

Si la decisión ha sido positiva se elabora un plan de financiación y se trabajará, si es preciso, en la consecución de fondos para la producción. Normalmente, esta tarea compete a la dirección de la entidad productora así como a su director de finanzas, los cuales habrán de proveer de fondos propios o ajenos el monto económico preciso para la realización del programa.

2.3. Preparación y programación

Conseguidos los fondos, comienza realmente el diseño del proceso de la producción. En este momento es imprescindible contar con un guión literario que servirá de base para su transformación en guión técnico y éste, a su vez, para efectuar el diseño de la producción. Se trata de una fase eminentemente creativa en la que intervienen los guionistas, el realizador, consejeros especializados y asesores creativos según la temática del programa y también, por supuesto, el director de producción.

A continuación se entra de lleno en la labor de programación y preparación detallada donde el protagonismo es del equipo de producción. El resultado final se concretará en el plan de trabajo o plan de producción para cuya realización habrá sido preciso efectuar múltiples desgloses a partir del guión literario o el técnico, determinar las necesidades de todo tipo inherentes a la ejecución del proyecto, firmar contratos, gestionar permisos. En suma, se realizarán múltiples actividades previas a la redacción de ese plan de trabajo resultado de una extensa y meditada labor de planificación.

La programación o plan de rodaje estará en función de las actividades de preparación, mediante las cuales se contacta y se contrata o adquiere el compromiso de la provisión de personal y medios para unas fechas determinadas, lo que permitirá la asignación fiable de esas fechas a los recursos comprometidos.

Esquema de las actividades previas al registro

actividades previas al registro

El guión (sea partiendo de un guión literario o mejor de un guión técnico) se convertirá en guión de producción después de múltiples operaciones entre las que destaca la operación de marcaje, o codificación de todos los aspectos a desglosar. Esta operación se realiza con la intervención principal del ayudante de dirección o de realización que, aunque pertenece al equipo de dirección o realización, es el más importante colaborador del equipo de producción y actúa de puente entre este y el director o realizador.

La operación de marcaje y la extracción de los desgloses se realizan con el empleo de herramientas informáticas y programas específicamente desarrollados a tal efecto.

Tras realizar los desgloses a partir de la información contenida explícitamente en el guión, se traslada este a los diferentes departamentos para que añadan aquellos aspectos que sin ser contemplados en el guión serán igualmente necesarios para la producción.

De acuerdo con el plan de rodaje y con el fin de cumplir lo establecido en él, se contratan profesionales diversos y servicios, se buscan las localizaciones o lugares donde se grabará o rodará, se construyen los decorados, se consuma toda la burocracia y todas las operaciones necesarias para que las fases posteriores se desarrollen con el máximo de planificación y el mínimo de imprevistos.

Es evidente el esfuerzo productivo efectuado en esta fase (la más importante desde el punto de vista del equipo de producción pues de su correcto planteamiento puede depender el ajuste económico del presupuesto). Además de los miembros del equipo de producción es preciso contar con el director o realizador y sus ayudantes, con algunos técnicos, con directores de personal y de recursos humanos, con servicios jurídicos a la hora de las contrataciones, con personal artístico, con empresas subcontratadas y proveedores, etc.

2.4. Fase de ejecución

Una vez disponibles los recursos requeridos para la puesta en marcha del plan de trabajo es posible comenzar la grabación o el rodaje de la obra. Aquí se demuestra si el esfuerzo de producción ha sido acertado o no. Hay que tener en cuenta que en el registro participa un elevado número de personas y que los errores cometidos en el plan de trabajo pueden afectar muy negativamente a la ejecución del proyecto, pues traducidos en términos económicos las cargas pueden ser considerables.

En el trabajo televisivo, la grabación se convierte, con frecuencia, en la última fase si se trabaja en directo y en multicámara, es decir, con varias cámaras a la vez cuyas señales se seleccionan mediante una mesa de mezclas que permite escoger en cada momento la señal de la cámara que se desea que salga en programa. Si es en diferido y después va a haber postproducción, suele registrarse por bloques de grabación que luego serán debidamente montados.

A partir del registro tiene lugar el montaje, edición y postproducción del programa. Se trata de darle forma a partir de las imágenes y sonidos disponibles. En esta fase se produce la incorporación de efectos de tipo electrónico, imagen sintética generada por ordenador, trucos cinematográficos, etc.

Como último paso, se procede a la elaboración de la banda sonora del programa y a la realización de las mezclas de sonido que una vez complementadas con las imágenes darán lugar a la obtención del máster definitivo.

El montaje, tanto en cine como en vídeo, se realiza con estaciones o sistemas de edición no lineal. Consiste en el vuelco de las imágenes originales a sistemas informáticos provistos de discos duros de gran capacidad. A partir de esta transformación, la edición se caracteriza por su similitud a la operación de un tratamiento de textos convencional. El acceso a cualquier imagen o sonido es inmediato, pueden hacerse todo tipo de pruebas, efectos, acortamiento o alargamiento del tiempo del programa y, una vez terminado, el producto final puede volcarse a cualquier tipo de formato o sistema de grabación, emisión o distribución.

En esta parte del proceso, el equipo de producción se ocupa, entre otras cosas, del alquiler de salas de montaje, postproducción y sonorización, control de convocatorias y supervisión del montaje. En la producción europea, el realizador o director suele asumir la mayor responsabilidad. En los Estados Unidos solamente los directores consagrados logran el control de esta fase, cuestión que se estipula por contrato. Allí, en la mayor parte de la producción convencional, la responsabilidad de muchas de las decisiones finales recae sobre el productor.

Es habitual que el proceso finalice con la realización de duplicados o copias del máster definitivo para su distribución. También se puede incluir en esta fase la presentación del producto al cliente y el inicio de las actividades de explotación, comercialización y distribución del programa, facetas todas ellas que se escapan del objetivo de este apartado pero que constituyen la base de sostenimiento principal de la industria audiovisual.

El esquema siguiente muestra un proceso válido para estructuras de producción de cine y televisión.

Esquema de un proceso típico de producción

3. Diversidad de programas y producción

La mera clasificación de programas establecida según los contenidos o el público al que va dirigida no aporta datos relevantes para emprender las tareas de producción. El productor precisa de datos sobre los que asentar su trabajo que solo el desarrollo completo de cada proyecto particular puede aportarle con la máxima exactitud. Ello no es obstáculo para establecer el principio general de que ciertos tipos de productos entrañan mayores esfuerzos productivos que otros y que el productor debe tener claro el abanico de posibilidades que el cine, el vídeo, la televisión y la producción multimedia le ofrecen.

Si bien las fases genéricas de la producción son aplicables a la mayoría de los productos, lo cierto es que cada tipo de programa tiene particularidades específicas que el productor debe considerar en cada caso.

Para dar respuesta al preciso conocimiento sobre la tipología de programas y productos audiovisuales presentaremos, en primer lugar, una de las posibles clasificaciones existentes. Para encarar con rigor resolutivo la concreción de un determinado programa expondremos, al final, algunas consideraciones sobre un ejemplo centrado en los programas concurso.

3.1. Tipología de productos audiovisuales

El medio receptor por excelencia de productos audiovisuales es la televisión. Por ello, nos servirá como referencia para establecer una clasificación de los diferentes programas que tienen cabida en su programación. No haremos una distinción entre productos estrictamente cinematográficos (que finalmente acaban pasando también por televisión) y televisivos. En lo que se refiere a la planificación propia de la producción de programas, los distintos productos audiovisuales imponen sistemas de trabajo que, aun partiendo de unas necesidades de resolución comunes, entrañan, no obstante, notables diferencias.

La programación de una emisora es el conjunto de piezas audiovisuales que conforman la emisión diaria de un medio de comunicación.

Estas piezas son individuales, sin relación las unas con las otras, pero la programación es un continuum narrativo. Por ello existen pausas e inserciones como spots publicitarios, avances de programación y de películas, presentadores que introducen programas, etc. Todo ello para dar continuidad a la emisión.

Hay una fuerte relación entre la programación y el ámbito de la producción, pues de su determinación con la máxima exactitud y antelación dependerá la puesta en marcha de los mecanismos precisos para su realización efectiva.

En la actualidad, el principal activo para el éxito o fracaso de una emisora de televisión radica en su programación. La lucha entablada entre emisoras competidoras por alcanzar las máximas cuotas de audiencia hace que se preste una atención prioritaria a la construcción de una parrilla de programas que responda a los intereses de la audiencia. No puede complacerse a todo el mundo, pero, ateniéndose a unos criterios medios de gustos y de disposición de tiempo a lo largo de la jornada, se puede diseñar la programación diaria. Además, la parrilla de cada emisora se construye teniendo muy en cuenta los productos que ofrece la competencia.

Muchos son los criterios que pueden emplearse en la clasificación de productos audiovisuales: la consideración de productos únicos o seriados, su estructura, su contenido y también su cadencia de repetición. A falta de una nomenclatura normalizada, distintos autores han propuesto variadas clasificaciones. Aquí, no obstante, nos hemos basado en la que propone la Unión Europea de Radiodifusión (UER).

1. educativos:

2. grupos específicos:

3. religiosos:

4. deportivos:

5. noticias:

6. divulgativos y de actualidad:

7. dramáticos:

8. musicales:

9. variedades:

10. otros programas:

11. publicidad:

12. cartas de ajuste y transiciones:

Tras este repaso clasificatorio no exhaustivo de los diferentes productos que componen la programación general de las cadenas de televisión, no podemos perder de vista que existen muchos otros ámbitos de actuación de la industria audiovisual que nunca se ven ni en las salas de exhibición cinematográfica ni tampoco en la programación de las cadenas televisivas. Nos referimos a otras modalidades audiovisuales que tienen un peso específico importante y en franca expansión en el conjunto de la producción audiovisual. Podemos destacar:

Se trata, en definitiva, de comprender que cada programa, cada formato y cada fin comunicativo requiere, para la optimización de su rendimiento, de un proceso organizativo para su realización que, manteniendo problemáticas y respuestas específicas, permite la generalización y la agrupación en una lógica productiva.

3.2. Un programa concurso como ejemplo práctico

El productor precisa conocer algunas características del programa a producir desde el mismo instante en que es planteado. Sin ellas, a efectos de producción, la naturaleza cultural, deportiva, musical o científica del programa, apenas aporta datos relevantes.

Vamos a centrarnos, como demostración de lo antedicho, en un ejemplo: los programas concurso.

Hay concursos donde el tema es invariable ( concurso monotemático) y otros en los que los temas cambian en cada programa.

En estos últimos casos, cambian el hilo conductor y la ambientación, que se construyen a propósito para conseguir la atmósfera del tema del día, pero el espacio de plató y el decorado fundamental (situación de los concursantes, gradas del público, colocación del conductor presentador, etc.) permanecen invariables. Un cambio total afectaría a la imagen de marca y a las referencias corporativas del programa.

Es evidente que en los concursos monotemáticos se simplifican las tareas para la producción, al menos en lo que respecta a la ambientación, que se mantiene invariable.

Una vez que el productor sabe que el concurso es monotemático, sea cual sea su fórmula, podrá prever las necesidades espaciales para toda la serie de programas con solo dar respuesta a tres preguntas:

1. De cuántas partes consta el concurso.

Despejadas estas tres incógnitas podrá saber el coste aproximado de producción porque ya tiene los datos respecto al grado de complejidad del programa en cuanto a espacio (decorado principal, decorados secundarios, etc.), y tiene la información del espacio que ocupa cada decorado o cada set (espacio de decorado) pues conoce qué hacen los concursantes en cada lugar, si están de pie o sentados, si han de desplazarse o no, si deben resolver pruebas de habilidad, etc. Todo ello permite deducir los metros cuadrados de plató precisos.

Independientemente de que el concurso sea o no monotemático, el productor necesita otros datos para decidir el tipo de producción y el presupuesto final para el programa. Precisa saber si se trata de un programa en directo o grabado y, si es en directo, conocer su periodicidad.

En este último caso, habrán de enlazarse las partes del concurso en tiempo real y para ello se diseñará un decorado que posibilite el paso fácil de un lugar a otro. Las cámaras tendrán que desplazarse y, si hay público, no tendrá que entorpecerse el campo de visión de la gradería.

Las soluciones serán más simples en un programa grabado. En este caso también influirá decisivamente la periodicidad. Así, si es diario, podemos optar posiblemente por una producción de tipo directo, y si es semanal, por un tipo de producción donde la grabación se haga por bloques.

Puede verse que la clasificación por tema o por público al que se dirige aporta menos información para la producción que saber si se trata de un programa directo o grabado, diario o semanal, con público o sin público, con localizaciones cercanas o lejanas, con actores o sin actores, etc.

La mejor clasificación para el productor será, sin duda, aquella que aporte más información sobre las necesidades de producción.