LAS ENZIMAS son vitales para la salud, para la vida misma. Estas proteínas especiales son necesarias para cada una de las reacciones químicas que ocurren en nuestro cuerpo y para la actividad normal de nuestras células, tejidos, fluidos y órganos. Las enzimas digieren los alimentos que comemos y son esenciales para la producción de la energía que requiere el funcionamiento de nuestro organismo. Las vitaminas, las sales minerales y las hormonas no pueden hacer nada sin enzimas. Con todas estas funciones que hay que realizar, en nuestro cuerpo existen literalmente cientos de miles de estos «trabajadores de la naturaleza» en nuestro cuerpo.
Las enzimas pueden dividirse en tres categorías principales: enzimas metabólicas, enzimas pancreáticas y enzimas de los alimentos o de las plantas.
Enzimas metabólicas
Hay cientos de miles de enzimas metabólicas, que son fabricadas por nuestro cuerpo y que son responsables de su funcionamiento químico. Estas enzimas están involucradas en todas las actividades corporales,, como respirar, pensar, hablar o moverse, además de en la defensa inmunitaria. Puede que le resulten familiares las enzimas antioxidantes, un tipo de enzimas metabólicas elaboradas por nuestro cuerpo. Estas ayudan a la eliminación de los radicales libres, componentes no saludables que, de no ser tratados, pueden provocar el desarrollo de enfermedades.
Enzimas pancreáticas
Además de las enzimas metabólicas, los humanos (y los animales) tienen enzimas digestivas segregadas principalmente por el páncreas, pero también por la boca, el intestino delgado y el estómago. Estas enzimas desempeñan un papel vital en la digestión de los alimentos.
El páncreas es un órgano complejo, responsable de muchas funciones. Un páncreas sano segrega insulina a la sangre y también segrega un fluido alcalino (bicarbonato sódico) a la parte superior del intestino delgado, que alcaliniza los contenidos ácidos que llegan desde el estómago. Hay aproximadamente 22 enzimas pancreáticas, entre las que se cuentan la amilasa, la lipasa y enzimas proteolíticas como la peptidasa, encargadas todas ellas de continuar la digestión de los alimentos en el duodeno (el primer tramo del intestino delgado), después de que las enzimas de los alimentos (o de las plantas) hayan empezado el proceso digestivo en el estómago.
Enzimas de los alimentos o de las plantas
Las enzimas de los alimentos o de las plantas son esenciales para una digestión adecuada. Están presentes en todas las plantas (también están disponibles en forma de suplementos), e incluyen la peptidasa (digiere proteínas), la amilasa (digiere los carbohidratos), la lipasa (digiere la grasa), la disacaridasa, (digiere el azúcar) y la celulasa (digiere la fibra). Al contrario que las enzimas pancreáticas, las enzimas vegetales trabajan en la boca y en el estómago, donde predigieren los alimentos. También cooperan en el intestino delgado, ayudando a las enzimas pancreáticas a continuar el proceso digestivo.
Cada enzima de las plantas realiza su trabajo solo a un pH específico (VÉASE DEFINICIÓN RÁPIDA), dentro de un intervalo de temperatura concreto y en presencia de humedad (agua). Si está fuera de su intervalo de pH, la enzima se desactiva pero no se destruye, mientras que si está fuera de su rango de temperatura, la enzima se desnaturaliza (se destruye). Las enzimas, más sensibles al calor que las vitaminas, se destruyen al cocinar a temperaturas de más de 50º C, al pasteurizarlas, enlatarlas o meterlas en el microondas.
Las enzimas vegetales, o de los alimentos, son responsables de tres funciones diferentes: la predigestión, el aporte de nutrientes y la ayuda contra las enfermedades agudas y crónicas.
Predigestión
Como hemos dicho, las enzimas vegetales inician la predigestión de los alimentos en la parte superior del estómago. Pueden eliminar los problemas digestivos que dan lugar a las alergias alimentarias al incrementar el suplemento del déficit enzimático durante estos procesos predigestivos.
Las principales enzimas de los alimentos que inician este proceso de digestión son la peptidasa para la digestión de las proteínas; la lipasa para la digestión de la grasa; la amilasa para la digestión de los carbohidratos; la disacaridasa para la digestión de los disacáridos (sacarosa, lactosa, y maltosa) en azúcares simples; y la celulasa para la digestión de las partes solubles de la fibra hasta convertirlas en unidades más pequeñas. Como la celulasa no es producida por el cuerpo humano, es importante masticar bien todos los alimentos crudos para poder obtener esta enzima.
DEFINICIÓN RÁPIDA
Llevar una dieta rica en alimentos crudos y/o tomar suplementos de enzimas vegetales no hará que su páncreas se atrofie porque las enzimas pancreáticas no actúan en el estómago. Al contrario, solo las enzimas de los alimentos hacen que el páncreas no tenga que compensar una predigestión inadecuada. El páncreas nunca ha estado destinado a ser el responsable total de la digestión, ya que los primeros humanos consumían principalmente comida cruda.
Soporte nutricional
Las enzimas de los alimentos mejoran la obtención de nutrientes al asegurar la digestión de los que se necesitan. Las carencias de vitaminas y minerales que resultan de una dieta con muchos alimentos procesados, o la incapacidad de digerir alimentos naturales y ecológicos, pueden tratarse combinando pequeñas cantidades de alimentos con alto contenido en los nutrientes deseados, con las enzimas vegetales necesarias para digerirlos. De este modo, la asimilación de estos nutrientes está garantizada. Esta es una manera mucho mejor de corregir las carencias nutricionales que tomar vitaminas o minerales como suplemento.
Por ejemplo, si usted tiene una deficiencia de vitamina B, tomarla aisladamente no solucionará el problema. Sin embargo, tomar levadura de cerveza y, además, una cantidad adecuada de las enzimas requeridas para predigerir esta levadura, proporciona una asimilación correcta de la vitamina B que faltaba en el organismo.
Ayuda contra las enfermedades agudas y crónicas
Si las tomamos como suplemento con el estómago vacío, las enzimas vegetales entran en el torrente circulatorio, donde ayudan al sistema inmunitario a digerir y a deshacerse de las toxinas (cualquier sustancia que no pertenezca a la sangre) y a «comer» la cubierta proteica de algunos virus, permitiendo que los agentes del sistema inmunitario los destruyan. Así, tomar enzimas de este modo puede ayudar a bajar la inflamación. Cada tipo de enzima tiene una acción antiinflamatoria específica y aliviará los problemas de salud inflamatorios relacionados con el déficit de esa enzima.

LAS ENZIMAS Y EL TUBO DIGESTIVO
Ya que las enzimas vegetales digieren las toxinas en vez de destruirlas (lo que hacen los antibióticos en el caso de una infección bacteriana, por ejemplo), este procedimiento no conlleva efectos secundarios si las toxinas se digieren de manera adecuada y se eliminan por las vías urinarias, el colon, la piel y los pulmones.
Los suplementos de enzimas vegetales pueden usarse como terapia de tres maneras, dependiendo del estado de salud y de las necesidades de cada persona: para optimizar la digestión, la absorción y la asimilación de los alimentos, de lo que resulta un pH sano y equilibrado en la sangre; para suplir carencias nutricionales; y como agente desintoxicante y antiinflamatorio.
Con independencia de los alimentos específicos que comamos, nuestras dietas están compuestas por proteínas, grasas, carbohidratos, azúcares (disacáridos) y fibra, y necesitamos las enzimas apropiadas (peptidasa, lipasa, amilasa, disacaridasa y celulasa) para descomponerlos en la digestión. Cuando a una persona le faltan una o más de estas enzimas digestivas, el tipo de nutriente del cual se encarga ese enzima no se digiere correctamente y se dice que esa persona presenta intolerancia a ese nutriente. Por ejemplo, sin peptidasa suficiente, se desarrolla una intolerancia a las proteína; sin niveles adecuados de lipasa el individuo no tolera las grasas, simplemente porque la grasa no se digiere de manera adecuada. Cuando la deficiencia enzimática no se trata, inevitablemente se producen problemas de salud. Se desarrollan síntomas específicos y condiciones determinadas con relación a cada deficiencia enzimática particular. A continuación se expone una información más detallada sobre las enzimas digestivas primarias y sobre algunos de los problemas de salud que se producen cuando esas enzimas no están presentes en cantidad suficiente.
Peptidasa (digiere las proteínas)
La peptidasa digiere las proteínas convirtiéndolas en unidades más pequeñas llamadas aminoácidos (VÉASE DEFINICIÓN RÁPIDA), y no solo las proteínas de la comida sino también las de otros organismos compuestos por proteínas, como la cubierta de algunos virus, las toxinas de bacterias muertas y otros microorganismos y algunas sustancias dañinas que se producen en lugares en donde hay una lesión o inflamación.
Como se menciona arriba, alguien que tenga carencia de peptidasa presenta intolerancia a las proteínas. Aunque las personas que no toleran las proteínas pueden hacerse vegetarianos, ya que la carne y otros alimentos con alto contenido en proteínas no «congenian» con ellos, ello no soluciona su problema. Sus cuerpos no pueden digerir ninguna forma de proteína, ni siquiera la que se encuentra en los vegetales. Tanto el proceso digestivo defectuoso como la carencia de proteínas resultante, dan lugar a un deterioro de la salud.
La digestión comienza en la boca, si se mastica adecuadamente la comida, con las enzimas digestivas segregadas por las glándulas salivales. Estas enzimas incluyen la amilasa, la lipasa y la peptidasa. También trabajan en la boca las enzimas presentes en cualquier alimento crudo que se esté ingiriendo. Además de la amilasa, la lipasa y la peptidasa, las enzimas vegetales incluyen la celulasa, que no es producida por el cuerpo humano.
Las enzimas salivales combinadas con las enzimas vegetales (ya sean de alimentos crudos o tomadas como suplemento) continúan el trabajo de la digestión en la parte superior del estómago. Por ejemplo, la amilasa digerirá hasta el 60% de los carbohidratos, la peptidasa hasta el 30% de las proteínas y la lipasa hasta el 10% de las grasas, antes de que el ácido clorhídrico y la pepsina (la principal enzima segregada por el estómago) empiecen a actuar sobre el alimento contenido en el estómago.
Después de 1 hora las células del estómago, llamadas células parietales, segregan suficiente ácido clorhídrico como para hacer más ácido el alimento predigerido y llevarlo a un pH más bajo (de 3 a 1,5). Este pH ácido desactiva temporalmente las enzimas vegetales y los alimentos predigeridos pasan a la porción inferior o pilórica del estómago, donde las células también segregan pepsina. Es aquí donde la pepsina continúa la digestión de las proteínas. Un nivel adecuado de ácido clorhídrico es necesario para activar la pepsina desde su forma inactiva, el pepsinógeno, dentro de estas células y mantener el pH por debajo de 3 que es el pH óptimo al que la pepsina hace su trabajo.
En el siguiente paso de la digestión el alimento parcialmente digerido y las enzimas vegetales (de los alimentos) desactivadas, pasan a través de la válvula pilórica (píloro) hasta el tramo superior del intestino delgado (el duodeno). Aquí continúa la digestión con ayuda de la bilis, las enzimas pancreáticas y una sustancia alcalinizante (bicarbonato) que reactiva las enzimas de la comida ingerida, si hay una alcalinidad adecuada. Después la digestión continúa en el yeyuno (la sección siguiente del intestino delgado) donde la disacaridasa (enzima que digiere los azúcares) es segregada si el yeyuno está sano. Desde el intestino delgado, la mayoría de los nutrientes del alimento digerido se absorben a la sangre.
Una deficiencia de peptidasa compromete al sistema inmunitario, haciendo que la persona sea propensa a infecciones crónicas o frecuentes, ya sean producidas por bacterias o virus, y a otras enfermedades más serias, como el cáncer. La carencia de esta enzima también puede dar lugar a edema (retención de fluidos) en cualquier lugar del cuerpo, incluida la hinchazón de las manos y los pies o presencia de fluidos en las orejas. El síndrome del colon tóxico (acumulación de toxinas en el intestino grueso) es otra consecuencia de la incapacidad de digerir proteínas. Puede dar lugar a varios problemas intestinales incluyendo estreñimiento crónico, apendicitis e incluso cáncer de colon.
Además, ya que aproximadamente la mitad de la proteína que se digiere se convierte en azúcares, la deficiencia de peptidasa y una digestión inadecuada de las proteínas pueden dar lugar a hipoglucemia (bajo nivel de glucosa en sangre), que produce síntomas tales como la depresión, la irritabilidad y el mal humor.
Cuando se digieren bien, las proteínas acidifican la sangre. Si no se digieren, aumentan las reservas alcalinas de la sangre, que deben ser continuamente eliminadas por la orina a través de los riñones. Este exceso de reservas alcalinas puede producir ansiedad, normalmente tratada con tranquilizantes que no arreglan este desequilibrio subyacente. Ya que el calcio se transporta en la sangre y por un lado va destinado a digerir las proteínas y por otro se presenta en forma de sales, una digestión inadecuada de las proteínas y el exceso resultante de reservas alcalinas, pueden dar lugar a problemas metabólicos con respecto al calcio, como la osteoporosis, la artrosis, problemas degenerativos de los discos intervertebrales y espolones óseos. La peptidasa desempeña también un papel muy importante a la hora de prevenir y eliminar trombos.
Se pueden tomar suplementos de peptidasa con las comidas para mejorar la digestión de las proteínas. Entre las comidas la peptidasa ayuda a aliviar infecciones bacterianas y víricas y mejora el sistema inmunitario en general. La peptidasa alivia los problemas inflamatorios de cualquier tipo, especialmente los que están asociados a traumatismos en los tejidos blandos, como puede ocurrir en un accidente o una intervención quirúrgica. También he tenido pacientes que han eliminado gusanos parásitos mientras estaban tomando altas dosis de peptidasa (no preparados que se expenden sin receta) seguido de un total alivio de los síntomas (sarpullidos, irritación anal y otros). Algunos, aunque no todos los tipos de problemas de riñón, como la nefritis o el daño inducido al riñón por los medicamentos, pueden aliviarse con peptidasa.
DEFINICIÓN RÁPIDA
Cuando carece de una o más de estas enzimas digestivas, el tipo de nutriente del cual se encarga esa enzima no se digiere correctamente y se dice que esa persona presenta intolerancia a ese nutriente. Si la deficiencia enzimática no se trata, inevitablemente se producen problemas de salud.
Las personas que no pueden tolerar altas dosis de peptidasa son las que sufren de úlceras, gastritis (inflamación del estómago) o hernia de hiato (en el estómago), ya que el tejido mucoso dañado del estómago no puede soportar la acidez extra de la proteína digerida. Muchas personas han preguntado si los inhibidores de la peptidasa que se usan actualmente para tratar a pacientes del sida interfieren con la peptidasa vegetal. La respuesta es no, pueden usarse de manera simultánea.
Amilasa (digiere carbohidratos)
La amilasa digiere los carbohidratos (polisacáridos), descomponiéndolos en unidades más pequeñas llamadas disacáridos, que después se convierten en monosacáridos (azúcares simples) como la glucosa y la fructosa. Las personas que no pueden digerir las grasas normalmente comen y toleran grandes cantidades de azúcar para suplir la falta de grasa en su dieta. Si su dieta contiene cantidades excesivas de azúcar, puede que llegue a desarrollar una deficiencia de amilasa, además de la carencia original de lipasa.
Al poseer propiedades antihistamínicas, la amilasa puede aliviar muchos tipos de problemas de la piel, como urticaria y sarpullidos, dermatitis de contacto y reacciones alérgicas producidas por picaduras de abejas y otros insectos y alteraciones de la piel producidas por contacto con plantas como la hiedra o el roble venenosos. La amilasa, combinada con determinadas hierbas, alivia los efectos de los herpes de cualquier tipo, incluyendo las aftas, el herpes genital, el herpes zóster y la varicela. Combinada con algunas hierbas con propiedades curativas de la piel, puede curar el acné, el eccema y la psoriasis.
Aunque el asma es consecuencia directa de la intolerancia a los azúcares, la amilasa combinada con hierbas medicinales que actúan sobre los pulmones, ayuda a tratar las dificultades respiratorias de los pacientes asmáticos. Esta combinación actúa como expectorante de los pulmones y alivia la tos que acompaña a resfriados y a la bronquitis. La amilasa es muy útil para los deportistas, porque disminuye la tensión y el dolor de os músculos que se producen después de hacer ejercicio. También puede servir para tratar el llamado calambre de los escribientes y la rigidez de las articulaciones, que empeora por la mañana o después de estar sentado durante largos periodos de tiempo.
La amilasa es importante para prevenir un gran aumento de leucocitos muertos (glóbulos blancos de la sangre) que se manifiestan en forma de pus. Por ejemplo, si tiene una encía infectada y no se cura con antibióticos, cabe la posibilidad de que no se trate de una infección sino de un absceso, es decir, de una acumulación de pus sin bacterias.
Con la amilasa, el absceso puede desaparecer, o al menos disminuir notablemente, en unas 48 horas.
Lipasa (digiere las grasas)
La lipasa descompone las grasas neutras (triglicéridos) en glicerol (un alcohol) y en ácidos grasos (VÉASE DEFINICIÓN RÁPIDA). Antes de que la lipasa pueda digerir la grasa, la bilis, un emulsionante, debe fraccionar la grasa en unidades más pequeñas. Las personas que tienen bajo el nivel de ácido clorhídrico, no pueden producir una adecuada cantidad de bilis. La carencia de ácido clorhídrico es provocada por la falta de peptidasa (que se requiere para una acidez adecuada) y de lipasa (requerida para transportar los cloruros). Por ello la deficiencia de la lipasa, un nivel inadecuado de ácido clorhídrico y la inactividad de la bilis están relacionadas entre sí.
Hay dos tipos de personas con carencias de lipasa. El primer tipo es el de aquellos que realmente no toleran las grasas, se ponen enfermos cuando toman grasas y tienen problemas en la vesícula biliar. Estas personas sustituyen las grasas por azúcares. El segundo tipo se corresponde con el de aquellas personas que no toleran los carbohidratos complejos y los suplen comiendo muchas grasas. Estas personas desarrollan gradualmente una deficiencia de lipasa.
La lipasa es muy importante para mantener la permeabilidad óptima de las células, que permite que los nutrientes fluyan fácilmente hacia las células y que el desecho fluya hacia fuera. Dos enfermedades que surgen de la deficiencia de lipasa son la diabetes y la glucosuria (azúcar en la orina sin síntomas de diabetes). La mayoría de gente asocia la diabetes con la intolerancia a los azúcares, aunque la principal responsable es la intolerancia a las grasas. La incapacidad de digerir grasa interfiere con el metabolismo de la insulina y el transporte de la glucosa hacia las células.
Las personas que tienen déficit de lipasa presentan también en ocasiones una o más de las siguientes enfermedades o tendencia a padecerlas: niveles altos de colesterol y/o triglicéridos, presión arterial elevada, dificultad para perder peso y venas varicosas. Asimismo es posible que sufran carencias de diversos nutrientes liposolubles, incluidas las vitaminas A, D y E.
Disacaridasas (digieren el azúcar)
Las personas que no toleran el azúcar o los disacáridos suelen consumir, a cambio, muchas proteínas. Esta es una buena opción porque el 46% de las proteínas que se digieren se convierten en glucosa según la demanda, y la glucosa es la mayor fuente de energía para el cerebro y para las células. Las disacaridasas (algunas veces llamadas carbohidrasas) descomponen los disacáridos en azúcares simples como la glucosa y la fructosa. Los tres disacáridos principales son la sacarosa (azúcar de caña), la lactosa (el azúcar de la leche) y la maltosa. Concretamente, la digestión de la sacarosa produce glucosa más fructosa; la lactosa produce glucosa y galactosa; y la maltosa produce dos unidades de glucosa.
Probablemente la causa principal de la intolerancia a los azúcares es el consumo excesivo de azúcares refinados. Del mismo modo que la carencia de una enzima puede producir intolerancia a los alimentos que dicha enzima digiere, comer muchos de tales alimentos da lugar también en ocasiones a intolerancia, porque el cuerpo no puede mantener el ritmo de demanda de esa enzima necesaria para digerirlos y se produce una carencia.
DEFINICIÓN RÁPIDA
Por ello, el hecho de tomar mucha azúcar determina una deficiencia de disacaridasa y se produce una intolerancia a los azúcares. En Estados Unidos, para la mayoría de las personas es bastante probable que estén presentes los dos factores: una deficiencia enzimática inicial y un exceso en el consumo de azúcar, debido a la falta de enzimas en los alimentos procesados y refinados de la dieta norteamericana estándar y al consumo medio por persona de 70 kg de azúcar al año. Antes del auge de la industria de alimentos procesados, los estadounidenses consumían una media de solo 2 kg y medio de azúcar al año. Este consumo excesivo de azúcar es muy superior a la capacidad del intestino delgado para producir suficientes disacaridasas con el fin de digerir toda esa azúcar.
Hay síntomas físicos, mentales y emocionales que pueden ser producidos por una deficiencia de disacaridasas y la consiguiente intolerancia a los azúcares. Muchos de esos síntomas pueden producirse también en personas con una glándula tiroides que no está activa (hipotiroidismo), (VÉASE DEFINICIÓN RÁPIDA). Entre los síntomas físicos más comunes se encuentra la diarrea, especialmente producida por la intolerancia a la lactosa, pero también, tanto la diarrea como el estreñimiento pueden ser resultado de la intolerancia a la maltosa y a la sacarosa. Ciertos problemas en los pulmones, especialmente el asma, son comunes entre las personas que no toleran los azúcares. Los afectados por enfermedades medioambientales (VÉASE DEFINICIÓN RÁPIDA) se encuentran también en esta categoría.
Los mareos que se agravan cuando la persona se inclina hacia delante están también relacionados con la intolerancia a los azúcares. Si son lo suficientemente graves, cabe la posibilidad de que se desarrolle una enfermedad convulsiva, especialmente si se consume azúcar refinado. Las personas que no toleran los azúcares se quejan habitualmente de que se duermen fácilmente pero no pueden mantenerse dormidas durante mucho tiempo.
Los problemas mentales y emocionales incluyen depresión, cambios de estado de ánimo, enfados, agresividad o comportamientos violentos, ataques de pánico muy graves (que requieren normalmente tratamiento médico), depresión maníaca (bipolaridad) e hiperactividad o trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
La proliferación del hongo Candida albicans (VÉASE DEFINICIÓN RÁPIDA), denominada candidiasis, también está unida a la deficiencia de disacaridasas y a la intolerancia a los azú-cares. Hay unas 2.500 variedades de hongos y todas viven en el azúcares, especialmente en la sacarosa. De hecho, el hongo produce una enzima que puede digerir el azúcar para su consumo. Todos estos hongos pueden ser digeridos por la celulasa (descrita más abajo), pero una causa principal del crecimiento patógeno de los hongos es el consumo excesivo de azúcar unido a uso frecuente de antibióticos.
DEFINICIÓN RÁPIDA
Celulasa (digiere las fibras solubles)
El páncreas puede elaborar enzimas similares a todas las que se encuentran en las plantas (incluidas la peptidasa, la amilasa, la lipasa y la disacaridasa) con la excepción de la celulasa. Como se ha indicado anteriormente, la celulasa no se fabrica en el cuerpo y puede obtenerse solamente a través de los alimentos o de suplementos enzimáticos.
La celulasa digiere las partes solubles de la fibra convirtiéndolas en unidades más pequeñas que se transformarán en glucosa. Durante este proceso se liberan fibras soluble beneficiosas. Todas las frutas crudas, las verduras y los cereales integrales contienen celulasa.
Hay enfermedades cuyo origen radica en las carencias de otras enzimas, que se curan gracias a la celulasa. Por ejemplo, en el caso mencionado anteriormente de Candida albicans, la enfermedad, provocada por la intolerancia a los azúcares entre otros factores, puede aliviarse gracias a la celulasa, que digiere el hongo.
La celulasa también digiere algunas neurotoxinas en el colon que causan dolor facial o neuralgia y parálisis facial (parálisis de Bell). Una fórmula enzimática que contenga celulasa y antioxidantes puede remediar estos problemas de salud en unas dos semanas. Finalmente, la celulasa, junto con otras enzimas, puede aliviar alergias a algunos alimentos, las cuales, como ya hemos dicho, se producen por digestiones incorrectas, debido a carencias de ciertas enzimas.
DEFINICIÓN RÁPIDA
Para asegurar que el cuerpo obtiene las enzimas que necesita para una digestión óptima, lo mejor es recurrir a la fuente principal, es decir, la dieta. Esta debe ser rica en enzimas, con una amplia variedad de alimentos naturales y ecológicos no procesados.
Los alimentos, en su estado natural e inalterado, tienen una proporción de las enzimas necesarias para digerirlos. Por ejemplo, una manzana, de alto contenido en carbohidratos, tiene más amilasa que un aguacate que, con alta concentración de grasa, contiene más lipasa.
Directrices para una alimentación sana
| EVITE ESTOS ALIMENTOS | SUSTITÚYALOS POR ESTOS ALIMENTOS |
| Azúcares refinados: azúcar (sacarosa), fructosa, jarabe de maíz, sorbitol, manitol. Azúcares sintéticos: aspartamo (Nutrasweet®) y sacarina. | Edulcorantes naturales: zumo de fruta, miel, jarabe de arce ecológico, melaza, cebada malteada, caña de azúcar ecológica. Deben evitarse en diabéticos o personas con intolerancia a los azúcares. |
| Harinas refinadas: blanca, sin blanquear, blanqueada, enriquecida y productos que contengan estas harinas. | Cereales integrales ecológicos: los mejores son los que no están alterados genéticamente como la quinoa, el kamut, el amaranto y la espelta. Las personas que no toleran estos tipos de cereales o fibras tal vez toleren los que no están genéticamente modificados. |
| Grasas sintéticas: margarina, aceites parcialmente hidrogenados, grasa vegetal, Mocha Mix, Olestra. | Mantequilla, preferentemente cruda y ecológica. |
| Aceites insaturados: (cualquier tipo, ya sea prensado en frío, prensado por expulsor u orgánico, con excepción del aceite de oliva virgen extra), aceite de soja, aceite de colza, aceite de maíz, aceite de linaza, aceite de cártamo y aceites de pescado. | Mantequilla, aceite de oliva virgen extra o aceite de coco. |
| Leche homogeneizada, pasteurizada, desnatada o L. acidophilus y queso procesado. | Leche cruda (sin pasteurizar), productos lácteos naturales y ecológicos (kéfir, yogur, suero de mantequilla) y leche de cabra; queso no procesado. Consúmalos con moderación si padece intolerancia a la lactosa. |
| Frutos secos y semillas: comerciales, con aceite, con azúcar o sal. Atención a las aflatoxinas de los cacahuetes rancios o mohosos. | Frutos secos y semillas preferentemente ecológicos. Deben de ser mantenidos en remojo durante 6 horas, escaldados o tostados para destruir sus inhibidores de enzimas. |
| Bebidas: comerciales, zumos de frutas azucarados, bebidas de zumo, y refrescos (tanto light como normales) | Zumos naturales: zumo hecho en casa o zumo 100% natural comprado, preferentemente natural y ecológico. Refrescos naturales que contengan solo zumo de frutas y agua carbonatada. |
| Café en lata y café descafeinado comercial. | Muela sus propio café, preferentemente de cultivo ecológico. Utilice solo granos descafeinados procesados con agua depurada. No exceda de más de tres tazas diarias. Té negro ecológico o tisanas. |
| Todas las carnes rojas comerciales y carne de aves de corral. | Cordero, ternera o aves de corral de cría ecológica. El pescado se puede comer si no viene de aguas contaminadas; el fletán es uno de los mejores. |
| Huevos comerciales o sustitutivos de huevos. | Huevos ecológicos (sin productos químicos, medicamentos u hormonas) de gallinas o patas de cría ecológica. |
| Comida basura, comida rápida y comida enlatada, precocinada, hecha en microondas o procesada. | Adquiera en primer lugar alimentos ecológicos frescos, en segundo lugar alimentos frescos no ecológicos, en tercer lugar alimentos congelados y en último lugar alimentos enlatados, si es lo único disponible. |
Lo más importante es que los alimentos deben ser ingeridos crudos o, como mucho, cocinados ligeramente al vapor. Hay algunas excepciones: las semillas, los frutos secos, los granos o cereales y las judías contienen inhibidores de enzimas que deben desactivarse al ponerlos en remojo, cocinarlos o provocar su germinación. Las hortalizas crucíferas, como el brécol, el repollo, la coliflor y las coles de Bruselas, tienen componentes que pueden inhibir la función de la glándula tiroidea y no deben comerse crudos1. Para asegurar una salud óptima, tome una gran variedad de alimentos crudos ecológicos y mucha frutas y verdura, cereales integrales cocinados y suficiente proteína de pescado, carne ecológica, carne de aves de corral, huevos y lácteos frescos; su cuerpo se encargará del resto.
Al comer una dieta sana, proporcionamos a nuestro cuerpo las enzimas que necesitamos; aunque si usted tiene antecedentes de dieta pobre en algún elemento importante o tiene una deficiencia enzimática por otras razones, su cuerpo necesitará una ayuda adicional para revertir la carencia. En este caso se recomienda tomar enzimas vegetales como suplemento nutricional, aunque ello siempre ha de combinarse con los oportunos cambios en la dieta. Es importante entender que los suplementos de enzimas no son el sustituto de una dieta saludable. Tomar enzimas mientras se está llevando a cabo una dieta alta en alimentos procesados y refinados no resolverá sus problemas de salud.