Prólogo

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I

La experiencia de la risa ha tenido y sigue atesorando un creciente y profundo impacto en quien soy actualmente. Estudié medicina y tras finalizar el grado de licenciatura, con un interés inicial más investigador que asistencial, tuve la oportunidad de entrar a formar parte del profesorado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, donde había sido estudiante. En poco tiempo, la explosiva mezcla de docencia e investigación en el Departamento de Salud Pública acabó por seducirme totalmente y dirigir mi carrera profesional. Más de diez años transcurrieron en este entorno clínico y universitario, completando mi formación especializada y expediente académico, y consolidando mi experiencia docente e investigadora. No obstante, mis cuerdas vocales no soportaron tantas horas de oratoria (y de risas) en los incontables cursos, clases, seminarios y demás presentaciones que llegué a realizar en todo ese fructífero período. Tras la intervención quirúrgica, que coincidió con el final de mi etapa laboral universitaria, fue tremendamente emotivo experimentar cómo recobraba, casi a la velocidad de la luz, mi ya olvidada voz anterior y, en particular, mi risa, después de más de un año en continua disfonía. Varias semanas con sesiones de logopedia completaron la recuperación, que fue más que un éxito. Aprendí a "colocar" mi voz y mi risa de siempre para ejercitarlas ahora con menor fatiga y maximizar su rendimiento. Pocos años después, intensamente inmerso en la vorágine de reuniones, desplazamientos, congresos, viajes y ritmo frenético de una compañía farmacéutica multinacional, fue cuando descubrí el impacto real de mi risa en este nuevo entorno laboral y personal. Sorprendido, fascinado y conmovido por dicha revelación, me di cuenta de que la risa no había cambiado mi vida. Fue mucho mejor que esto, me había ido cambiando principalmente a mí. Todo ello ocurría hace algo más de seis años. Esta publicación es la evidencia y el resultado de lo que ha ido sucediendo desde entonces.

II

Víctor Borge, el famoso humorista danés afincado en Estados Unidos, decía que "la risa es la distancia más corta entre dos personas". La risa es, efectivamente, una herramienta poderosa para mejorar la comunicación y las relaciones sociales. Asimismo, la risa ha demostrado poseer un valor terapéutico (o más de uno); sin embargo, suele estar infrautilizada, devaluada y malentendida en el entorno sanitario y sociolaboral en general. En exceso identificada con el humor, la risa se reserva frecuentemente para aspectos más frívolos y situaciones divertidas o graciosas. Por un lado, los profesionales sanitarios tienden más bien a ser prudentes si se trata de reír con sus pacientes. Nuestro entorno educativo implica que el acto médico es un proceso serio. La frivolidad es cuestionable porque los pacientes, y quizás los propios colegas de profesión, podrían llevarse una idea equivocada. La diversión no suele tener cabida en una relación terapéutica. ¿Cómo debería entenderse la risa en dicho proceso cuando se presupone un marco de trabajo tan responsable y formal? Por otro lado, cuando se toman las cosas excesivamente en serio se acaba desarrollando una "visión de túnel", la cual puede limitar y distorsionar la percepción de la realidad. Es perfectamente compatible trabajar seria y tenazmente y a la vez ser algo más "informal" para uno mismo y para los demás. Por ejemplo, la risa puede ser un canal útil para expresar rabia y hostilidad de un modo mucho más aceptable socialmente. Pero hay que tener también muy en cuenta que los efectos de una risa inadecuada pueden ser devastadores. En particular, el humor y la risa resultarán contraproducentes cuando magnifican distancias en un relación cualquiera, infravaloran o menosprecian o se usan fuera de tiempo o de lugar.

Para aplicar o ejercer la "medicina y terapia de la risa" no se tiene porqué ser humorista, comediante, mago o malabarista de la diversión en la consulta. En realidad, tiene muy poco que ver. Afortunadamente, la risa no se desencadena o experimenta exclusivamente a través del humor (bromas, parodias, pantomimas, chistes o "espectáculos cómicos" en general). La risa es mucho más que eso. Es un sentimiento de pleno deleite de que la vida es divertida. Es facilitadora de las relaciones sociales y laborales. Es energía positiva y también espiritual. Es una práctica y un estilo de vida saludable, con beneficios fisiológicos y psicológicos avalados por datos empíricos. Y se puede aprender a reír o a ensayar la risa a voluntad para experimentar todos sus efectos. Según el psicólogo William James, "no reímos porque somos felices; somos felices porque reímos". Por todo ello, la risa merece una atención especial, tanto en el entorno sanitario, como en el comunitario, social, laboral, familiar e incluso individual. Tan sólo el reconocimiento de que la risa es importante es ya un buen comienzo. La finalidad de esta obra es revisar el valor terapéutico de la risa y proporcionar algunas herramientas básicas para emplear "medicina y terapia de la risa" a nivel individual y en la comunidad, a modo de guía práctica de aplicación fundamentalmente preventiva y sociolaboral. Este manual está preferentemente dirigido a profesionales sociosanitarios y otros profesionales, profesorado y estudiantes de ciencias de la salud, ciencias sociales y otras, aunque también puede ser de utilidad para el lector en general que estuviera interesado.

Barcelona, abril de 2009