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El Planeta Dividido (primera parte)

Cómo entenderse a sí mismo y a su Chimpanvcé

 

El primero de los siete sistemas planetarios se compone del Planeta Dividido y la Luna Guía. Representa su mente interior y la batalla que se libra dentro de su cabeza. Éste es el sistema planetario más importante de su Universo porque, si no tiene el control, no es probable que los otros planetas funcionen correctamente.

El Planeta Dividido es donde viven el Humano y el Chimpancé. Lo más habitual es que usted y su Chimpancé mantengan una relación incómoda, que frecuentemente le lleva a hacer concesiones y a sufrir conflictos. A menudo es una lucha de poder entre los dos. Dado que el Chimpancé es mucho más fuerte que usted, es de sabios comprenderlo, para luego alimentarlo y gestionarlo.

Para entender de qué maneras tan distintas operan usted y su Chimpancé, abordaremos este tema de forma sistemática, considerando cuatro aspectos:

  Formas de pensar
  Programas
  Modos de funcionamiento
  Personalidades

DOS FORMAS DE PENSAR DIFERENTES

Usted y su Chimpancé piensan de maneras muy distintas. A lo largo del día, recibimos información de nuestro entorno constantemente. El Humano y el Chimpancé reciben esta información y la interpretan.

El Chimpancé interpreta esta información mediante sentimientos e impresiones. Cuando tiene un mapa sensorial de lo que está pasando, utiliza el pensamiento emocional para cohesionar los datos, descubrir qué sucede y trazar una línea de actuación. Todo este proceso se basa en la emoción. El pensamiento emocional supone que el Chimpancé establece hipótesis y completa los detalles recurriendo a datos que suelen basarse en impresiones, sentimientos paranoides o pensamientos defensivos. Por consiguiente, las probabilidades de que el Chimpancé llegue a la interpretación correcta sobre lo que está pasando no serán muy buenas. Sin embargo, a veces su impresión es correcta. Sólo puede pensar y actuar emocionalmente.

Por otro lado, el Humano interpretará la información buscando los hechos y decidiendo cómo es la realidad. Cuando lo haya hecho, ordenará las cosas en una secuencia lógica usando el pensamiento lógico, y trazará una línea de actuación basada en él. Por lo tanto, la lógica es el fundamento del Humano para pensar y actuar.

Ambos procesos pueden ser saludables, pero conducen a interpretaciones diferentes de lo que está pasando y de cómo gestionar la situación.

Por lo tanto, haga lo que haga, son dos quienes interpretan lo que está pasando y forman una opinión sobre lo que debería hacer. A veces sus dos «yo» se ponen de acuerdo sobre lo que hay que hacer, y entonces no hay problema, pero no están de acuerdo a menudo. Cuando se produce un desacuerdo, el Chimpancé es el más fuerte y, por tanto, controla sus pensamientos y sus actos. Sin embargo, si usted se da cuenta de que está pasando esto y dispone de estrategias para gestionarlo, asumirá el control de su pensamiento y podrá actuar de forma lógica.

John y el coche aparcado

Empecemos con un ejemplo sencillo para demostrar las diferencias de pensamiento entre el Chimpancé y el Humano dentro de la cabeza de un hombre llamado John.

John le cuenta a su esposa, Pauline, que el vecino de al lado aparcó su vehículo en mitad del camino de salida, cerrándole el paso, y que tuvo que ir a pedirle que lo moviese. John (el Humano) cuenta el episodio ciñéndose a los hechos, mientras su Chimpancé interior le escucha en silencio.

Entonces Pauline le responde: «No sé por qué le das tanta importancia. Lo pudiste arreglar, ¿no?».

John y su Chimpancé han escuchado esta respuesta, pero interpretan y reaccionan ante el comentario de Pauline de formas muy distintas. Como es razonable, el Humano que hay dentro de John puede pensar: «La verdad es que no le he dado mucha importancia, pero está claro que Pauline no quiere escucharme, de modo que lo dejaré pasar», o «Ya lo he arreglado, así que seguramente ella tiene razón y tengo que seguir adelante y no reaccionar exageradamente». El Humano se ha mantenido tranquilo y ha seguido su camino sin ningún problema.

Sin embargo, el Chimpancé de John puede reaccionar de un modo muy diferente. El Chimpancé se ha tomado el comentario como una ofensa personal, y se ha puesto nervioso. Es posible que lo interprete como una crítica directa, y que por consiguiente se ponga a la defensiva o pase al ataque. Es probable que levante la voz y diga algo como: «¿Por qué nunca me apoyas?» o «¡Pero si no le estoy dando importancia! ¿Qué problema hay?», o «Sólo he hecho un comentario que pensaba que a ti, al ser mi esposa, podría interesarte».

Es fácil imaginar que la conversación irá mal a partir de ese momento. Si hubiéramos detenido el proceso en el momento en que Pauline contestó y le hubiésemos preguntado a John cómo le gustaría responder, es probable que hubiera elegido el Humano y lo hubiese dejado pasar. Sin embargo, como el Chimpancé que llevamos dentro es mucho más fuerte que el Humano, es más probable que hable antes de que el Humano tenga oportunidad de hacerse con el control, lo cual hará que al final John se pregunte por qué no se calló cuando estuvo a tiempo.

El comentario de Sarah

Veamos otro ejemplo de los distintos patrones de pensamiento entre el Humano y el Chimpancé. Rachael está en el trabajo cuando Sarah le hace un comentario, diciéndole que Rachael tiene pinta de estar cansada.

El mensaje siempre le llega primero al Chimpancé (ésta es una de las reglas del funcionamiento cerebral). El Chimpancé reacciona de forma emocional, y lo más típico es que piense que le critican, de modo que se siente agitado, posiblemente molesto, posiblemente furioso (todo depende de la naturaleza de ese Chimpancé concreto, y de su estado de ánimo en ese momento). Ahora el Chimpancé utiliza el paradigma emocional para comprender el comentario. Por consiguiente, es posible que diga algo como «Lo que realmente ha querido decir es que pareces mayor» o «Insinúa que no trabajas con el ritmo adecuado». También puede ofrecer alguna otra interpretación inútil o destructiva. Por otro lado, el Chimpancé también puede pensar positivamente, como por ejemplo: «Se preocupa por mí» o «Seguramente tiene razón y tengo que aflojar un poco el ritmo», o algún otro pensamiento constructivo.

Por otra parte, el Humano, si no estuviera seguro de qué quiso decir Sarah, habría analizado con calma las implicaciones de su comentario. Esto lo habría hecho al establecer cuáles fueron los hechos contenidos en la frase. Entonces, tras haber clarificado lo que quiso decir Sarah, habría respondido de forma racional. Y ahora podemos responder una de las preguntas que planteamos al comienzo de este libro.

¿Por qué a veces tengo pensamientos tan irracionales?

Una de las primeras preguntas era: «¿Por qué a veces tengo pensamientos tan irracionales?» Ahora tenemos clara la respuesta. No es usted el que piensa, sino el Chimpancé quien toma el control y piensa por usted. Por lo tanto, la solución consiste en comprender cómo piensa su Chimpancé, darse cuenta de cuándo se hace con el control, e intervenir.

Lo que usted experimenta cuando tiene reacciones emocionales intensas es muy natural, y es indicativo de una mente sana. Sin embargo, las emociones pueden cambiar rápidamente y por eso el pensamiento del Chimpancé es relativamente inestable e incoherente. Por consiguiente, a la hora de tomar decisiones, el Chimpancé es menos predecible que el Humano, y a menudo el proceso es irracional. Debido a esta naturaleza impredecible, no suele servir de nada permitir que el Chimpancé piense por nosotros, de modo que éste es el primer punto que debemos abordar. Primero entenderemos cómo piensa un Chimpancé interior sano.

COMPRENDAMOS AL CHIMPANCÉ: EL PENSAMIENTO EMOCIONAL

El fundamento del pensamiento emocional es la impresión y el sentimiento

El Chimpancé no trabaja necesariamente con hechos, sino con lo que cree que es verdad o con una percepción de la verdad o, lo que es peor, con una proyección de lo que podría ser verdad. Forma rápidamente una impresión partiendo de evidencias reducidas o inexistentes y, por lo general, no cede terreno. Por supuesto, algunas de las impresiones que nos ofrece el Chimpancé son precisas y útiles, pero tienen las mismas posibilidades de no serlo. Buscar cierta precisión y verdad nos ayudaría a alcanzar una conclusión sensata.

Cuando a usted le presentan a alguien, su Chimpancé suele formarse una primera impresión basándose en el lenguaje corporal. Si usted sabe que a menudo su Chimpancé se equivoca, puede serle útil comprobar si al Chimpancé de un amigo se le da mejor juzgar a las personas. ¡Y fiarse de él! Sabemos que los Chimpancés de algunas personas son eficientes por naturaleza para juzgar el carácter de la gente, mientras que otros tienen más problemas para hacerlo.

A los Chimpancés les gusta trabajar con los sentimientos, y a menudo empiezan sus conversaciones diciendo «Me da la sensación que...» o «No me siento...». Para ellos sus sentimientos son muy importantes, y normalmente no se dan cuenta de que todos los sentimientos vienen y van. Por supuesto, está bien que el Chimpancé aporte sentimientos, porque pueden ser una indicación muy útil para que sepamos qué hacer. Sin embargo, esos sentimientos no siempre son fiables, y pueden cambiar rápidamente. Por lo tanto, trabajar con sentimientos puede ser o muy útil o verdaderamente inútil. A veces el Humano tiene que decirle al Chimpancé: «Me da lo mismo cómo sientas que hemos de hacerlo» o «Me da igual si te apetece hacerlo, lo importante no es tu estado de ánimo».

Algunas características del pensamiento emocional

  Saca conclusiones rápidas
  Piensa en blanco y negro
  Paranoide
  Catastrofista
  Irracional
  Juicio emocional

Saca conclusiones rápidas

El Chimpancé se apresura en llegar a una conclusión, y antes de alcanzarla no espera a que le llegue toda la información. El Chimpancé forma su opinión basándose en sus sentimientos e impresiones, y luego la refuerza. A continuación busca evidencia que respalde su opinión y demuestre su pertinencia. Al hacerlo, por lo general desvirtúa los hechos para que encajen con su opinión y, si se le lleva la contraria, es muy arbitrario e irracional.

Piensa en blanco y negro

Los Chimpancés interiores se parecen mucho a los niños: piensan en términos de blanco y negro. Pueden ser implacables y no quieren saber nada de los matices de gris. Los Humanos adultos reconocen que en esta vida muy pocas cosas son blancas o negras. Dado que los Chimpancés piensan en blanco y negro, se vuelven muy críticos y reaccionan enseguida. Cuando usted piensa con su Chimpancé tiende a ver una sola posibilidad. Por lo general, los Chimpancés no tienen en cuenta las interpretaciones alternativas de lo que está sucediendo.

Paranoide

El Chimpancé necesita saber que está a salvo, de modo que siempre está alerta y busca peligros, por lo que es propenso a la paranoia. Piensa que es mejor ser un poco paranoico y recelar de los demás o de una circunstancia que relajarse y perder la vida. Por lo tanto, no es raro que un Chimpancé sospeche de la gente y sea desconfiado. Cuanto más vulnerable se sienta un Chimpancé, más paranoico se mostrará de cara a los demás.

Los Chimpancés inseguros pueden ver peligros inexistentes en situaciones inocuas. También detectan intrigas o malicia en comentarios o afirmaciones que hacen otros, tras lo cual permiten que su imaginación se desboque. Cuando el Chimpancé tiene una opinión, para defenderla se volverá incluso más paranoide. A menudo el Chimpancé sacará las cosas de su contexto, y se pondrá a la defensiva. Controlar la paranoia de su Chimpancé es un trabajo delicado, y lo abordaremos en la sección de Gestión del Chimpancé.

Catastrofista

Como los Chimpancés están constantemente alerta ante los peligros, tienden a pensar de un modo catastrofista. Reaccionan de manera exagerada a las circunstancias, y las cargan de fuertes e intensas emociones. Siempre que detectan que algo va mal, tienen tendencia a empezar a preocuparse por lo que podría pasar, y en ese punto pierden por completo la perspectiva de las cosas. Esto les suele producir unos terribles sentimientos de abatimiento y desesperanza, e instantes en que se les encoge el corazón. Esos momentos a menudo están vinculados con el pensamiento en blanco y negro, lo cual significa que a usted le embarga la sensación de que no hay escapatoria, o que no podrá recuperarse de aquello por lo que está pasando.

La emoción que el Chimpancé proporciona al Humano en esas circunstancias es espantosa y extrema, y produce mucho sufrimiento. Piense en la cantidad de veces que ha padecido turbulencias emocionales gracias a su Chimpancé y, al final, al mirar atrás, se ha preguntado por qué permitió que le sometiera a algo así.

Irracional

El Chimpancé no funciona racionalmente. No intenta decidir si algo es probable o factible, sino que suele apresurarse a extraer conclusiones, llenando los agujeros del razonamiento con los detalles que más le apetezcan. Por consiguiente, puede volverse muy poco razonable y acabar pareciendo tonto. Si el Chimpancé consigue hacerse con el control de su mente e interpretar lo que está viviendo, es probable que el razonamiento que le ofrezca sea absurdo y carente de fundamento. Será poco o nada lógico. Tristemente, este proceder irracional nos conducirá a situaciones incómodas y, cuando descubramos la verdad, quizá nos apetezca que nos tragara la tierra. Veamos un ejemplo de cómo opera el Chimpancé:

 

 

Rob espera a su novia, Sally, a la puerta de un cine, y han quedado en encontrase a las 8:30. Ya son las 9, y ella no aparece. El Chimpancé de Rob ha tomado las riendas, y ya está en pie de guerra. Su Chimpancé piensa emocionalmente: «Es tarde. No me ha dicho qué pasa. Estoy perdiendo el tiempo. Casi sería mejor que entrase en el cine. Ella no vale la pena. Me ha dejado plantado. No debería hacerme esto. Me ha humillado, estoy furioso, estoy molesto», y sigue y sigue. De repente llega Sally y, antes de que ella pueda abrir la boca, el Chimpancé de Rob ataca: «¿Por qué has llegado tarde? ¡Me has hecho quedar como un idiota! ¿Qué sentido tiene entrar ahora, que ya es tan tarde?», y muchos ataques más. Entonces se calla y Sally interviene:

«Han agredido a una mujer justo a la vuelta la esquina. Acudí a ayudarle y me han pedido el móvil para llamar a una ambulancia y a la policía. Le sostuve la mano a la mujer mientras estaba tirada en el suelo. He venido corriendo en cuanto ha llegado la ambulancia. Siento no haber podido avisarte, pero es que estaban usando mi teléfono». Ahora Rob se siente bastante mal, y su Chimpancé cambia la emoción por la del remordimiento. Pero el daño ya está hecho.

 

 

Esta sencilla historia representa el modo en que el Chimpancé piensa muy emocionalmente. No esperó a conocer los hechos, sino que hizo suposiciones y se ofendió. En este caso, el Chimpancé se enfadó, pero hay muchas otras maneras en que podría haber reaccionado y que también habrían hecho que Rob actuase mal. Esto nos pasa mucho a todos cuando no gestionamos nuestro Chimpancé. Si consiguiéramos gestionarlo, viviríamos en un mundo muy diferente.

El juicio emotivo

Los Chimpancés juzgan a otros rápidamente y sin piedad. Su juicio se basa en todos los criterios que usa para pensar. Por consiguiente, puede basarse en meros sentimientos o impresiones, o en su propia paranoia. Estos juicios no están abiertos al razonamiento, de modo que no es probable que se pueda convencer al Chimpancé de que puede estar equivocado. También es posible que los Chimpancés juzguen a otros para cumplir sus propios programas, como vengarse o ganar poder sobre alguien.

El fundamento del Chimpancé para tomar decisiones es su uso del «pensamiento emocional»

Cuando pensamos con el Chimpancé, usamos el «pensamiento emocional» para encajar nuestras ideas de lo que sucede. Usamos poca o ninguna lógica, sólo energía emocional. Por lo tanto, el Chimpancé organiza sus impresiones irracionales, de blanco y negro, catastrofistas, sus sentimientos y su paranoia, de una forma que a menudo es absurda, para sacar conclusiones y elaborar una línea de actuación. El Chimpancé no usa un razonamiento sólido. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que ésta no es una buena base sobre la que edificar. Afortunadamente, hay una manera alternativa de pensar, y podemos aprender a desplazar el riego sanguíneo de nuestro cerebro para recurrir a esa alternativa. Este sistema es el del Humano.

COMPRENDAMOS AL HUMANO: EL PENSAMIENTO LÓGICO

El fundamento del pensamiento lógico son los hechos y la verdad

El cerebro Humano empieza a analizar lo que está pasando mediante un establecimiento de los hechos. Reúne toda la información disponible antes de empezar a trazar planes. Una vez ha recopilado los hechos, el cerebro Humano trata de averiguar la verdad para fundamentar sus creencias en ella.

En nuestra sociedad, invertimos mucha energía y centramos muchos debates en conocer la verdad, tanto si es sobre algo importante o sobre un tema trivial. Existe el deseo Humano innato de hacer lo posible por alcanzar la verdad en cualquier circunstancia, y cuando la verdad nos elude, puede angustiar tanto a nuestro Humano como a nuestro Chimpancé. Una experiencia especialmente desagradable que el cerebro Humano intenta corregir es que nos malinterpreten. ¡Si no lo consigue, el Chimpancé a menudo une sus fuerzas con el Humano para mostrar su indignación!

Algunas características del pensamiento lógico

  Se basa en evidencias
  Racional
  Dentro del contexto y con perspectiva
  Matices de gris y juicio equilibrado

Se basa en evidencias

Nuestro cerebro Humano trabaja con evidencias y busca pruebas. Está abierto a nuevos datos y tiene la capacidad de cambiar su forma de pensar y de entender el punto de vista de otros. No personaliza su punto de vista o su creencia y, por eso, si alguien le lleva la contraria, no se pone a la defensiva.

Racional

El pensamiento es racional cuando usamos el sentido común y decidimos si algo es factible y realista. Irónicamente, el pensamiento racional parte a menudo del Chimpancé, que activa el cerebro Humano. El Chimpancé lo hace por un estímulo intuitivo, una campanilla que suena en su cabeza y que le indica que algo no parece cierto. Sin embargo, el Humano debe mantener el control y buscar evidencia que respalde el estímulo del Chimpancé. Si no hacemos esto y permitimos que nuestro Chimpancé nos domine, desaparece el sentido común y, en determinado momento del futuro, es posible que esa incitación del Chimpancé actúe contra nosotros. Entonces miraremos atrás y diremos: «¿En qué estaba pensando?».

Dentro del contexto y en perspectiva

Mantener las circunstancias dentro de su contexto y en perspectiva demuestra el pensamiento del cerebro Humano. El hecho de querer saber cómo pasaron las cosas y qué sucedió en aquel momento es un rasgo humano. Esto nos ayuda a dotar de contexto a los actos y los comentarios. Los humanos también son conscientes de que los sucesos vienen y van y, por consiguiente, adquieren una perspectiva de lo que sucede y hasta qué punto tiene importancia dentro del contexto.

Los matices de gris y el juicio equilibrado

Cuando somos muy pequeños solemos funcionar recurriendo al Chimpancé, y vemos la mayoría de las cosas en blanco y negro. Esta manera de proceder queda de manifiesto en los niños, cuando son bastante duros en su forma de juzgar las situaciones.

Los humanos adultos piensan en tonos de gris. De mayores aprendemos a tener en cuenta la existencia de numerosos factores cuando intentamos comprender algo, y admitimos que quizá no dispongamos de todos ellos. Por esto, es poco probable que juzguemos con dureza, y en cambio es más probable que veamos las cosas en sus matices de gris, o nos abstengamos de juzgar. También modificamos nuestra forma de pensar gracias a las experiencias que nos da la vida.

Los humanos aceptan que pueden equivocarse y reflexionan sobre ello, abriéndose más a las sugerencias de otros. También aceptan que en ocasiones quizá no alcancen la verdad, que a lo mejor no hay una respuesta, o que todo puede ser cuestión de opinión.

El fundamento Humano para tomar decisiones consiste en el uso del «pensamiento lógico»

El «pensamiento lógico» significa que seguimos unos patrones intelectuales que están vinculados entre sí y tienen sentido, y luego razonamos nuestras conclusiones sobre cuál de ellos guiará nuestra actuación. Por ejemplo, si alguien está irritado, podemos decir que tiene que haber un motivo para ello. El argumento contrario también sería cierto: si alguien tiene una experiencia desagradable es probable que se irrite. Empleamos distintas formas de lógica. Éstos son algunos ejemplos:

 

  Deducir cosas usando una serie de pasos
  Trabajar con evidencia y hechos para llegar a una conclusión
  Seguir un argumento recopilando datos
  Emplear el razonamiento para organizar las cosas

Un resumen de las dos maneras de pensar diferentes

DOS PROGRAMAS DISTINTOS

El propósito y el programa del Chimpancé es la supervivencia.

El programa del Humano es realizarse, lo que habitualmente consiste en convertirse en la persona que se quiere ser y conseguir las cosas que se desea alcanzar. A menudo el Humano busca el sentido de la vida.

Muchas personas podrían decir que el Humano contiene el alma o el espíritu de la persona. Cuando analicemos las diferencias entre el programa del Chimpancé y el del Humano, veremos por qué a menudo se produce un choque violento entre los dos seres.

Comprendamos el programa del Chimpancé

  La perpetuación de la especie y la supervivencia de uno mismo
  Otros objetivos

La perpetuación de la especie y la supervivencia de uno mismo

El Chimpancé puede tener muchos objetivos, y esos objetivos pueden cambiar según el momento, pero el programa principal del Chimpancé es engendrar la siguiente generación. Ésta es la forma que tiene la naturaleza de perpetuar la especie.

El Chimpancé utiliza su impulso sexual junto con otros impulsos para intentar cumplir su programa. ¡Por consiguiente, el Chimpancé sitúa este impulso en lo más alto de su lista de prioridades! Un potente impulso sexual es evidencia de un Chimpancé sano.

Un segundo objetivo importante del Chimpancé es su supervivencia, que incluye protegerse de todo daño.

Estos dos programas del Chimpancé juegan un papel muy importante en su forma de actuar. Todos los Chimpancés son diferentes y pueden tener programas distintos, pero vamos a centrarnos en el Chimpancé típico.

Estos dos impulsos extremadamente fuertes son comunes a todas las especies superiores, no sólo a nosotros mismos, y son necesarios para la supervivencia de dichas especies. Por lo tanto, el Chimpancé debe sentir el deseo de procrear la siguiente generación, o al menos tener algunos impulsos (como el sexual, o el parental) que den como resultado la producción de la siguiente generación. Para conseguir esto, también debemos tener el deseo de sobrevivir personalmente.

Si se sitúa al Chimpancé típico ante una disyuntiva, es bastante probable que proteja a la especie por encima de sí mismo. Una araña, la viuda negra, demuestra este principio. Aquí tenemos un conflicto entre el impulso de producir la siguiente generación y el impulso de sobrevivir. El impulso que siente el macho de copular, y por consiguiente perpetuar la especie, puede más que su seguridad, y se aparea con la hembra sabiendo que es muy probable que ésta se lo coma si no logra escapar con la suficiente velocidad.

¡Este tipo de conflicto también se encuentra en las personas, aunque afortunadamente no es tan radical! Un ejemplo de esto último es el de quienes mantienen relaciones sexuales sin preservativo aun encontrándose en una situación en la que existe un riesgo elevado de contraer el VIH. Afortunadamente, gracias a la medicación, este virus ya no es el asesino de hace unos años. Sin embargo, cuando se manifestó, la gente corría riesgos increíbles, sabiendo que sus actos podían tener consecuencias letales.

No se puede infravalorar el instinto sexual en muchas personas, porque es el modo en el que la naturaleza garantiza la perpetuación de la especie. Por eso algunas personas que tienen una relación sentimental y desean seguir siendo monógamas descubren que les resulta casi imposible ser fieles a sus parejas. El Humano dice y quiere una cosa, y el Chimpancé dice y quiere otra.

Otros objetivos

Es evidente que el Chimpancé tendrá otros objetivos que apoyen la supervivencia individual o de la especie, objetivos que pueden cambiar de un momento a otro. Algunos ejemplos son: atraer a una pareja, marcar un territorio, buscar alimento y encontrar refugio. Hablaremos de estos impulsos en la sección de este mismo capítulo titulada «el Centro Selvático».

Comprendamos el programa del Humano

  Programa para su vida
  Programa social
  Otros objetivos

Programa para su vida

Los seres humanos tienen opiniones muy diferentes sobre cuál creen que es el propósito de la vida. Algunos llevan una vida que se basa en alcanzar lo mínimamente necesario para sobrevivir, y se quedan ahí. Otros Humanos intentan realizarse y sentirse satisfechos con su vida, por ejemplo mediante la ayuda a los demás.

Se puede alcanzar la realización personal de muchas maneras diferentes, y en realidad depende de usted descubrir qué quiere hacer con su vida. Cada persona es única, y en este terreno no hay opciones correctas e incorrectas. Muchas personas quieren desarrollarse como tales, y parece que quienes se dedican a esto y a la realización personal se sienten más satisfechos con su vida. Una cosa está clara: tener un objetivo en la vida es algo que beneficia a los Humanos.

El programa social

Por naturaleza, los humanos son animales típicamente gregarios, aunque hay excepciones claras. Uno de los programas principales del Humano es crear una sociedad en la que todas las personas puedan vivir en armonía y en paz. Éste es un programa que vemos en todas las sociedades humanas. Por consiguiente, los humanos, por su propia naturaleza, intentarán establecer constantemente normas sociales y tener una vida gregaria. Estas normas se basan en la igualdad y en la oportunidad, y están ahí para refrenar al Chimpancé cuando está entre las personas. El Humano busca justicia y estructura, y opera con principios éticos y morales para establecer los derechos y los valores humanos en función de los que vivir. Se fundamentan en juicios de valor sobre el bien y el mal, que acarrean consecuencias distintas.

Otros objetivos

Los otros objetivos humanos varían mucho entre uno y otro individuo, pero la mayoría se basa en la felicidad y el éxito, independientemente de cómo se defina estos conceptos. El problema de estos programas es que, si no tenemos cuidado, el Chimpancé se hace con ellos y aplica «la ley de la selva» para cumplirlos. Por ejemplo, a los Humanos les gustaría que las empresas se basaran en principios éticos y tuvieran un programa para triunfar. Sin embargo, a menudo se recurre al acoso y a la intimidación en su lugar, cuando el Chimpancé adopta este programa Humano para el éxito y lo combina con sus propios programas, como puede ser satisfacer su propio ego o marcar su territorio.

DOS MODELOS OPERATIVOS DISTINTOS

El Chimpancé y el Humano tienen programas diferentes, y para cumplirlos funcionan usando dos principios muy distintos. El Chimpancé se rige por la ley de la selva, mediante impulsos fuertes e instintos poderosos. El Humano opera mediante las leyes sociales, usando los impulsos éticos y morales intensos, por lo común con conciencia.

El mayor reto para el humano individual es, con diferencia, vivir con un animal que está decidido a vivir según la ley de la selva, y a usar impulsos e instintos tremendamente poderosos para conseguir sus propósitos.

Comprendamos al Chimpancé: el Centro Selvático

El Chimpancé trabaja con un «Centro Selvático» basado en instintos y en impulsos. El Centro Selvático es una zona dentro del cerebro del Chimpancé que le confiere las características y las actitudes necesarias para sobrevivir en una selva. ¡Este centro contiene creencias y comportamientos que funcionan bien en la selva, pero no tanto en una sociedad! Cuando el Chimpancé aplica sus impulsos selváticos en una sociedad Humana surgen muchos problemas.

Algunas de las características operativas del Centro Selvático

  Instintos
  Impulsos
  La postura vulnerable
  Chimpancés macho y hembra
  Lenguaje corporal

Instintos

Un instinto es una respuesta o reacción integrada, habitualmente innata, frente a un estímulo o activador concreto. Los instintos están ahí para garantizar nuestra supervivencia. Son conductas automáticas y preprogramadas, y no nos piden que intervengamos en lo que pasa, sólo necesitan un estímulo.

Por ejemplo, cuando un bebé nace tiene una reacción automática (instintiva) al contacto de un dedo en su mejilla. Se girará hacia el dedo y empezará a chupar. Esta reacción garantiza que, cuando esté cerca de un pezón, lo busque y mame. Todas las crías de animales tienen una serie de instintos que les ayudan a sobrevivir. Su Chimpancé recurre a unos instintos muy fuertes para proteger tanto su propia vida como la de usted.

La respuesta «lucha, huida o inmovilidad» (LHI o FFF, por sus siglas en inglés, de fight, flee, freeze) es posiblemente la que nuestro Chimpancé usa con mayor frecuencia y el instinto más importante que posee. Todos los miembros del reino animal poseen este instinto concreto, y lo usan cada día todas las especies, entre ellas los humanos. Este instinto FFF es la respuesta automática de la naturaleza ante un peligro real o imaginario. Es una reacción que se produce instantáneamente para protegerle. Es muy poderosa, y suscita una emoción intensa para inducirle a actuar rápidamente. Está diseñada para evocar esa emoción intensa, porque está ahí para garantizar la supervivencia en situaciones que pueden amenazar la supervivencia. En nuestra Mente Psicológica el Chimpancé trabaja con el instinto FFF y se lo ofrece al Humano.

Elegir rápidamente la respuesta acertada es crucial para la supervivencia. Si opta por luchar cuando debería haber huido, no sobrevivirá. La lucha consiste en enfrentarse a la amenaza; la huida, en alejarse de ella; la inmovilidad, en quedarse quieto con la esperanza de que la amenaza se aleje sin detectar su presencia. Esta inmovilidad también se puede interpretar como evitación, como ponerse de parte de la amenaza o rendirse a ella con la esperanza de que no resulte demasiado perjudicial.

La respuesta que elija el Chimpancé depende de lo vulnerable que se sienta. Por lo tanto, la mayoría de Chimpancés elegiría la huida, y saldría corriendo siempre que pudiera u optaría por la inmovilidad para evitar todo conflicto.

En la selva, el instinto FFF del Chimpancé es una reacción de supervivencia eficaz. El problema para nosotros, como humanos, es que su Chimpancé interior sigue pensando que está en la selva, e intenta usar ese instinto en la vida cotidiana. El uso del mecanismo FFF no siempre resulta adecuado en la sociedad contemporánea.

Por ejemplo, cuando tenemos que entrar en una habitación llena de desconocidos, muchos de nuestros Chimpancés activan el modo huida y quieren marcharse. Algunos entran en el modo inmovilidad, e intentan que nadie les detecte, mientras que otros pueden optar por el modo lucha e intentar dejar claro que han llegado. Estas reacciones se producen porque nuestro Chimpancé ha enviado un mensaje diciendo: «Me siento amenazado, y quiero hacer algo». De vez en cuando estas respuestas son intensas, y nos producen una ansiedad difusa. Para tranquilizar al Chimpancé, el Humano tiene que hablarle y usar la lógica. Los Chimpancés de algunas personas no detectan ninguna amenaza, y por tanto manifiestan una reacción leve o inexistente.

Si su Chimpancé intenta decirle que reaccione ante una situación y usted no tiene algún tipo de reacción eligiendo una de las opciones FFF que tranquilicen al Chimpancé, su cuerpo, por naturaleza, liberará adrenalina. Cuando ésta se combina con pensamientos negativos, su Chimpancé entrará en un estado de ansiedad. La ansiedad en este ejemplo es la forma que tiene la naturaleza de incitarnos a tomar una decisión cuando estamos amenazados. Normalmente, la ansiedad se produce cuando usted no toma una decisión. Es una reacción totalmente natural de su Chimpancé, que demuestra que está sano. Por lo tanto, la respuesta es tomar una decisión. ¡O tranquilizar al Chimpancé!

Dado que el instinto FFF tiene que ver con la supervivencia, la intensidad de la emoción es tremenda, y generalmente desproporcionada respecto al suceso. Por ejemplo, si usted tiene que hablar en público, puede que sienta que se le encoge el estómago y sienta una gran ansiedad a medida que se acerque el momento de su intervención. Esto se debe a que el Chimpancé ha activado el FFF porque percibe un peligro, y le está diciendo que es cuestión de vida o muerte, y que usted debe salir huyendo. Por consiguiente, al pensar emocionalmente, tiene una reacción catastrofista para ponerle a salvo. La realidad es que no es cuestión de vida o muerte, pero el Chimpancé no lo sabe. Así que, cuando está a punto de levantarse para hablar, el Chimpancé, para muchos de nosotros, se ha puesto histérico y grita: «Pero, ¿qué haces? ¡Es un peligro terrible, y vas de cabeza hacia él! ¡Puedes perder la vida!». Si usted, el Humano, intenta calmar al Chimpancé, éste sigue contraatacando: «¿Y si parezco idiota?», «¿Y si cometo un error?», «¿Y si sale algo mal?». Y sigue y sigue. Por el contrario, el Humano le dice: «No es más que un discurso», «Puedo encajar las críticas», «Lo haré lo mejor que pueda», «Deja de reaccionar a la tremenda y de sacar las cosas de quicio», etc. Gracias a estos ejemplos podemos empezar a darnos cuenta de cuál es la lucha por el pensamiento entre el Chimpancé y el Humano.

Impulsos

Además de los instintos, el Chimpancé tiene fuertes impulsos. Un impulso es algo que nos incita a levantarnos y a emprender una acción. Si no tuviéramos impulsos, estaríamos todo el día sin hacer nada. Los impulsos satisfacen necesidades que tenemos, tanto físicas como emocionales.

El Chimpancé tiene impulsos poderosos, como el sexo, la dominancia, el alimento, la seguridad, la reproducción, el territorio y la búsqueda de una manada. El sentido de estos impulsos es perpetuar la especie. Como los instintos, los impulsos están integrados, vienen de nacimiento, pero no requieren un activador o un estímulo. Como los impulsos son necesarios para sobrevivir, su naturaleza apremiante los hace difíciles de resistir. Por ejemplo, el impulso de comer es tremendamente poderoso, y es probable que su Chimpancé se atiborre cuando haya abundancia de alimentos, porque no hay garantía de cuándo podrá volver a comer. Una vez más, el Humano que usted lleva dentro le dirá que comerse una pieza de bollería está bien, mientras que el Chimpancé querrá zamparse todas las que pille antes de sentirse lleno. ¡Y dejar que el Humano cargue luego con la culpa!

Podría decirse que los chimpancés hembra son más propensos a tener impulsos alimentarios más intensos que los machos, quizá porque normalmente están embarazadas o alimentando a una cría. Por consiguiente, para cumplir esa tarea deben comer mucho. Una cría en gestación en el vientre materno puede agotar los recursos físicos de la madre, que deberá reponerlos cuanto antes. En la naturaleza, el estado normal de una hembra es el embarazo o la lactancia, por lo que no es de extrañar que su impulso de alimentarse sea intenso. El impulso que tiene el Chimpancé interior para alimentarse es muy sano y normal. Sin embargo, no estamos en la selva sino en la sociedad, y la intensidad de ese estímulo de comer no resulta muy adecuada. Por consiguiente, debemos contenerlo y gestionarlo con cuidado. Muchas personas, tanto hombres como mujeres, sufren tremendamente cuando intentan gestionar los hábitos alimentarios de su Chimpancé, y esto puede causarles una terrible angustia como resultado de los problemas que encuentran para controlar su peso. Si el Humano entiende las consecuencias de comer en exceso y de tener sobrepeso pero le da lo mismo, entonces no habrá conflicto entre Humano y Chimpancé. Cuando los dos discrepen, se producirán intensas batallas internas.

Los impulsos tienen que ser fuertes para hacer que la especie salga adelante y para mantener con vida al individuo, de modo que el cerebro dispone de poderosos recursos de recompensa para que les hagamos caso. Estos recursos liberan sustancias que suelen ir asociadas a una sensación agradable o apremiante, lo cual hace que el individuo desee repetir la conducta. Esto explica por qué tomar alimentos es una experiencia placentera que no sólo forma parte de un impulso primitivo para sobrevivir, sino que también constituye un hábito adictivo.

Cuando empezamos a ver cómo influyen los impulsos en nuestra vida cotidiana entendemos por qué hay una lucha de poder entre el Humano y el Chimpancé.

La postura vulnerable

En la selva, el chimpancé no ocupa la posición más elevada de la cadena alimentaria, por eso tiene que estar siempre alerta: siempre hay leopardos de caza. El chimpancé sabe que es potencialmente vulnerable en cualquier momento, de modo que solamente se relaja cuando está bastante seguro de estar a salvo. Casi siempre es cuando se encuentra entre los miembros de la manada. Dado que no deja de buscar peligros, suele estar nervioso, se enfada o se pone agresivo con frecuencia y, generalmente, carece de estabilidad emocional.

Esto explica por qué la mayoría de los Chimpancés internos sienten ansiedad cuando están inseguros o avanzan por un territorio desconocido. Ésta es una reacción muy natural de su Chimpancé, que le advierte de posibles peligros. Sin embargo, la mayoría de las veces este estado es tan inadecuado como inútil. También contribuye a explicar por qué hay tantas personas que buscan significados ocultos en cosas que les dicen otros, porque sus Chimpancés buscan amenazas potenciales. El Chimpancé es inseguro por naturaleza.

Chimpancés macho y hembra

Podríamos decir que hay dos tipos distintos de Chimpancé: el macho y la hembra. Estas dos máquinas emocionales que llevamos dentro tienen impulsos e instintos. No obstante, desempeñan roles distintos en el macho y en la hembra, por lo que el énfasis que cada uno aplica sobre los impulsos es diferente y no funcionan exactamente igual, tanto física como psicológicamente, dentro del cerebro. Cada Chimpancé es único pero, para entenderlo mejor, estableceremos unas generalizaciones sobre los Chimpancés macho y hembra típicos.

Es importante destacar que, aunque los Chimpancés macho y hembra difieren considerablemente entre sí, los Humanos macho y hembra NO somos muy distintos. Las características de los Chimpancés macho y hembra también se solapan mucho.

Esta sección no pretende ofender a nadie, sino que se basa en las diferencias físicas y fisiológicas que presentan los cerebros de los hombres y de las mujeres. Por ejemplo, en los hombres la amígdala derecha (un centro emocional situado en el cerebro) tiene más sinapsis cerebrales con el lado derecho. En cambio, en las mujeres la amígdala izquierda tiene más conexiones con el lado izquierdo del cerebro. Esto nos ayuda a comprender de dónde procede buena parte de nuestras emociones. También ayuda a muchas personas a ser conscientes de que muchos de los rasgos emocionales que presentan, y que es posible que no les gusten, no proceden de sí mismas, sino que se los impone su Chimpancé.

Si reflexionamos sobre el propósito del macho y la hembra en la selva, es evidente por qué los impulsos e instintos concretos requieren énfasis diferentes.

En la naturaleza, el chimpancé macho debe ser musculado y fuerte, y debe impresionar a la hembra y a la manada, para hacer que se sientan seguros. Cada día recorre los límites del territorio que debe proteger, acompañado sólo de los machos de su manada.

Las hembras de chimpancé sólo son la mitad de grandes que los machos, y no pueden competir con su fuerza. Sin embargo, pueden ser fuertes y agresivas, si hace falta. Esto quiere decir que las hembras deben tener cuidado con el macho y saber muy bien cómo detectar su estado de ánimo y anticipar sus actos. En otras palabras, las hembras saben leer estupendamente el lenguaje corporal. Tienen que hacerlo para protegerse.

El chimpancé macho debe tener impulsos sexuales porque, si se muestra indiferente, la especie no se perpetúa. Puede ser buen o mal padre, pero siempre entenderá que la hembra es de su propiedad, y alejará a otros machos de ella.

La hembra debe tener un fuerte impulso maternal, y mantenerse cerca del macho para perpetuar sus genes y satisfacer su propio impulso de madre. Al mantenerse cerca del macho estará a salvo de los depredadores, porque el macho es físicamente más poderoso. El macho permanecerá con ella para recibir gratificación sexual.

El chimpancé hembra tiene un impulso maternal increíblemente poderoso. De no ser así, las crías no sobrevivirían. Si hace falta, protegerá a sus crías hasta la muerte. También siente el profundo impulso de fabricar un nido para ofrecer refugio a los pequeños. Si se para a pensarlo, verá que la hembra de chimpancé que sea muy insegura es la que tiene más probabilidades de sobrevivir, y de estar lo bastante alerta como para que sobrevivan sus descendientes. ¡Lo más probable es que una chimpancé segura de sí misma no viva mucho!

Por lo tanto, parece razonable que los Chimpancés hembra interiores a menudo carezcan de confianza en sí mismos y sean recelosos. Se pueden poner ansiosos muy rápidamente y, por lo tanto, evitan la toma de decisiones por miedo a equivocarse.

Algunas mujeres se lamentan amargamente de que les cuesta tomar decisiones, incluso la de elegir qué ropa ponerse cada día. Entonces se sienten mal consigo mismas porque no les gusta ese rasgo de su personalidad. En realidad, no se trata de un rasgo, sino simplemente de un Chimpancé descontrolado que no han aprendido a gestionar. La mujer es muy capaz de tomar decisiones, lo que pasa es que su Chimpancé emocional le ha arrebatado el control.

El motivo por el que menciono esto es que, con el paso de los años, he conocido a muchas mujeres preocupadas que intentan comprender por qué les falta la confianza en sí mismas necesaria para tomar decisiones o por qué nunca dejan de hacerse de menos. Espero que, al comprender el Chimpancé interior, se den cuenta de que esos rasgos no proceden de ellas, sino de su Chimpancé. Es natural que el Chimpancé interno sea inseguro, pero resulta muy destructivo para la mujer, y es evidente que hay hombres que padecen el mismo problema. Para que el individuo se vea libre de estas influencias tiene que dominar al Chimpancé que lleva dentro.

 

Idea clave

El Humano varón y el Humano hembra son muy parecidos, pero están sometidos a la influencia del Chimpancé interno, que tiene un carácter típicamente más masculino o femenino.

 

Las hormonas impulsan estos roles distintos al potenciar los genes y sistemas dentro del cerebro. Los hombres y las mujeres tienen niveles de estrógeno y de testosterona. La hormona femenina principal, el estrógeno, fomenta el impulso maternal, el instinto de crear un nido y la pasividad. La hormona masculina principal, la testosterona, proporciona un impulso sexual elevado, fomenta la agresividad y forma los músculos. Hace muchos años, antes de que la práctica se volviera ilegal, a los reclusos varones se les suministraba estrógenos, que contribuían a calmarlos y a volverlos más pasivos. Es posible que el estrógeno que les daban les relajase, pero también tuvo algunos efectos secundarios extraños. ¡Como es lógico, a un hombre no suele entusiasmarle que le crezcan los pechos!

¿Hay otros aspectos que no sean la masculinidad
 y feminidad?

Por lo tanto, las diferencias entre Chimpancés interiores macho y hembra se basan en los roles que desempeñan en la perpetuación de la especie y en su cuidado personal, además de las hormonas que alimentan esos impulsos. Los impulsos y los instintos son diferentes en el sentido de que reciben una importancia distinta, pero también se solapan mucho. Sería incorrecto decir que ciertas características son masculinas y otras femeninas. Es mejor decir que algunas características se encuentran con mayor frecuencia en los machos y otras en las hembras. Por tanto, no hay características específicas que sean puramente masculinas o femeninas y, por eso, se puede deducir también que los hombres no tienen una faceta femenina ni las mujeres una masculina: sólo hay características.

Comprendamos al Humano: el Centro Humano

El Centro Humano se fundamenta en la ética y la moral, y es la parte del cerebro Humano que se ilumina en un escáner cerebral cuando presentamos las características de lo que es necesario para vivir en sociedad. Así, por ejemplo, cuando las personas muestran empatía o culpabilidad, este centro se ilumina, porque recibe un aumento del riego sanguíneo y utiliza más oxígeno para funcionar. Esto demuestra que se ha activado. Este centro contiene las reglas no escritas de la Humanidad.

Algunas características operativas del Centro Humano

  Honestidad
  Compasión
  Conciencia
  Respeto a la ley
  Autocontrol
  Objetivo
  Plenitud y satisfacción

 

Hay que decir que no todos los Humanos poseen estas cualidades, dado que algunos son inherentemente desagradables y deshonestos. Sin embargo, en términos generales, el Centro Humano ofrece el potencial para que surjan tales cualidades.

Honestidad

Ser honesto y manifestar integridad son actitudes necesarias para que funcione una sociedad. Los humanos manifiestan sinceridad y autenticidad en diversos grados, además de lealtad y fiabilidad.

Compasión

La base de la sociedad es la compasión. Las características definitorias de una sociedad son la empatía y la comprensión de las situaciones por las que pasan otros, junto con el apoyo altruista que les prestemos. El modo en que la sociedad humana trata a sus miembros más vulnerables nos distingue de la mayoría de las sociedades animales.

Conciencia

Tener conciencia es la piedra angular de los humanos. Sin conciencia, no tenemos remordimientos y no logramos crecer. La presencia de una conciencia hace surgir sentimientos de culpa y de vergüenza, que pueden llevar al arrepentimiento y al deseo de cambiar o de compensar un daño. Curiosamente, se ha investigado mucho sobre ese tipo de personalidad que, por lo general, se define como psicopática. Existe una cantidad considerable de evidencias científicas que demuestran que el individuo psicopático no manifiesta una activación del Centro Humano, o incluso tal vez carece del mismo. Por consiguiente, el individuo no tiene conciencia.

Respeto a la ley

Las sociedades se rigen por leyes, independientemente de si están escritas y son explícitas o de si no lo son pero se las aplica. Los Humanos respetan las leyes y asumen la responsabilidad de sus actos, pero en diversos grados. Usted no puede culpar al Chimpancé de causar todos sus problemas. A veces es el Humano quien racionalmente decide transgredir las normas y amordazar su conciencia.

Autocontrol

El autocontrol es probablemente el factor más importante que nos distingue de los chimpancés. El verdadero chimpancé funciona por impulsos y carece de control emocional. Estos dos factores son probablemente los más importantes para mantener a un verdadero chimpancé en la selva. Los humanos tienen el potencial de controlar los impulsos y las emociones que el Chimpancé les lanza. El Chimpancé interior tiene poco dominio de sí mismo y exige la gratificación inmediata, mientras que los Humanos podemos demorar la recompensa y optar por no actuar basándonos en los impulsos y en las emociones.

Este factor queda demostrado gráficamente en «el experimento de la golosina de Stanford». Este experimento, realizado entre niños en edad preescolar, se ha repetido de diversas maneras y ha llevado a resultados coherentes. Consiste básicamente en ofrecer una golosina a los niños, diciéndoles que, si esperan sin comérsela, al cabo de un rato recibirán más. Se descubrió que los niños que se contuvieron y no se comieron la golosina alcanzaron más éxito de mayores que quienes no lograron controlar su impulso de obtener una gratificación inmediata.

 

Idea clave

La capacidad de controlar en la edad adulta a su Chimpancé impulsivo y emocional es uno de los factores que determinará su éxito en la vida.

Objetivo

Los Humanos funcionan mejor cuando tienen un objetivo. Parece ser que da lo mismo cuál sea, lo importante es que exista. Sin un objetivo, el Humano carece de dirección y de sentido en su vida.

Plenitud y satisfacción

Éstas son dos cualidades que, según parece, hacen sentirse realizado al Humano. En términos generales, la plenitud y la satisfacción dependen del objetivo. Pueden desprenderse de una carrera, un trabajo o de actividades de ocio.

DOS PERSONALIDADES DIFERENTES

En este libro examinaremos con más detalle su personalidad y las maneras de modificarla una vez dispongamos de una imagen completa de toda la Mente Psicológica. En este punto sólo quiero recordarle que en su cabeza conviven dos personalidades diferentes: usted y su Chimpancé. Trabajan usando dos cerebros distintos que intentan cooperar. Pueden tener personalidades parecidas o bien ser muy dispares. Si uno de ellos se hace con el control de la toma de decisiones, esta personalidad será la dominante, y es la que usted presentará al mundo que le rodea.

Admitir las dos personalidades le ayudará a comprenderse mejor y también a gestionar cada una de ellas para obtener lo mejor que pueden ofrecerle. La mayoría de personas se da cuenta de que, cuando no se dejan llevar por las emociones y mantienen la calma, piensan y actúan de una forma muy distinta a cuando las emociones les controlan y están sometidas a presión.

RESUMEN DE IDEAS CLAVE

  Usted, el Humano, tiene una personalidad, un programa y un Centro Humano. Piensa lógicamente y trabaja con hechos y con la verdad.
  Su Chimpancé tiene una personalidad, un programa y un Centro Selvático. Piensa emocionalmente y usa las impresiones y los sentimientos.
  El Chimpancé es una máquina emocional que asumirá el control de su vida si se lo permite. No es ni bueno ni malo: es un Chimpancé. Puede ser su mejor amigo o su peor enemigo. Ésta es la Paradoja del Chimpancé.

SUGERENCIA DE EJERCICIO:

APRENDA A COMPRENDERSE A SÍ MISMO Y A SU CHIMPANCÉ

La elección entre el Chimpancé y el Humano

Para introducir cambios en su vida es importante que admita las diferencias entre el Chimpancé y el Humano, por lo que respecta a los programas, formas de pensar y métodos operativos de cada uno. Examine situaciones que hayan sucedido cada día, revívalas y reflexione sobre las distintas maneras en que el Chimpancé y el Humano podrían haberlas gestionado.

¿Pensamiento emocional o pensamiento lógico?

Por ejemplo, imagine una situación frecuente como la siguiente: cuando alguien ha dicho algo que le ha molestado o preocupado, recuerde cómo reaccionó usted. Si más tarde admitió que aquella reacción no sirvió de nada, piense en cómo reaccionó el Chimpancé y luego imagine cómo podría haber respondido el Humano. Recuerde que el Humano optará por identificar los hechos y luego adoptar cierta perspectiva antes de actuar. Atribuya el modo en que reaccionó su Chimpancé al funcionamiento típico de los Chimpancés, y luego plantéese en qué sentido una reacción Humana habría sido más pertinente. Use este capítulo como referencia para comparar los modos de pensar.

El tiempo invertido en pensar

Cuanto mayor sea la cantidad de tiempo que dedique a reflexionar sobre cómo funciona su mente, más probable será que mejore su funcionamiento futuro.