47. El ideal personal

En nuestra espiritualidad tenemos tres estrellas orientadoras en el área de la pedagogía: la pedagogía de alianza, la pedagogía de vinculaciones, la pedagogía de movimiento, la pedagogía de ideales y la pedagogía de confianza. (Cf. Jornada pedagógica de 1950).

Precisamente en la pedagogía de ideales radicaría una de los recursos pedagógicos más originales y promisorios: el ideal personal. Por lo tanto no podía faltar en nuestro manual un texto relativo al tema. El que presentamos a continuación ha sido tomado de los ejercicios espirituales titulados “Der erlöste Mensch” (El hombre redimido), de 1935, pp. 80 - 81 de la edición mimeografiada.

La teoría del ideal personal se entiende por sí misma; no es necesario hacer aquí comentarios más detallados sobre ella. Pero vale la pena señalar la claridad con que el P. Kentenich articula su exposición. Para destacarlo se han insertado números arábigos.

Exposiciones de este género eran típicas del P. Kentenich en los años veinte y treinta, especialmente en los ejercicios espirituales para sacerdotes. Las conferencias servían como formación intelectual de los dirigentes del Movimiento. Simultáneamente se atendía a la vida espiritual, sobre todo mediante conversaciones privadas que, por lo común se prolongaban hasta entrada la noche.

Si bien el texto expone de modo minucioso el trabajo con el ideal personal, no debe pasarse por alto que el P. Kentenich aprovecha puntos de enlace que ofrecía la vida concreta o bien la perspectiva de interés de los oyentes. Obsérvese, por ejemplo, cómo al comienzo integra el punto del ideal personal al tema general del curso (el hombre redimido). O bien cómo hace una referencia a los peligros reales que puede correr un sacerdote que se dedique exclusivamente a la pastoral juvenil.

No es necesario acentuar en particular que el tema del ideal personal, aplicado aquí a los sacerdotes, vale para todos los schoenstattianos, más aun, para todas las personas.

 

Aceptemos la vida divina con gratitud procurando cooperar para que esa gracia triunfe en nuestra naturaleza. Lo principal es la acción de Dios, pero no pasemos por alto nuestro papel secundario. De ahí las cuatro preguntas: las preguntas por la esencia, conocimiento, eficacia y manera de obrar del ideal personal. Las responderemos desde el punto de vista de la filosofía natural y de la psicología. Así que por ahora dejamos un poco aparte el mundo sobrenatural.

La esencia del ideal personal

1. La esencia del ideal personal en el marco de nuestro retiro

Les presento la esencia del ideal personal desde dos puntos de vista. En primer lugar, en el contexto de nuestro retiro.

1.1. El ideal personal es una representación y una imitación de las perfecciones divinas. Una representación e imitación de alto grado y originales.

1.1.1. Una representación original: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”.[20] He sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto con todo mi ser y estructura personal represento una perfección de Dios. Soy pues una representación de la perfección divina. Pero también soy una representación original: cada ser humano es encarnación de una idea original de Dios, es diferente de los demás, posee características personales propias.

1.1.2. Una imitación: Agregamos este término para señalar que debemos desarrollar las perfecciones divinas que encarnamos: el conocimiento divino y el amor divino. En una persona quizás se encarne más fuertemente el pensar de Dios; y en otra, el amar. Pero todo ser humano encarna ambas cosas en sí. Y Dios quiere que desarrollemos esas dos capacidades germinales que ha depositado en nosotros. Recuerden todo lo que dijimos el año pasado sobre el amor.[21] “El hombre ha sido creado como un ser social para que pueda brindar y recibir amor.” Así lo considera Kolping. Según él, la familia es un hogar donde se cultiva un amor mutuo de alto grado. ¿Qué sentido tienen esas limitaciones del prójimo en el trato conmigo? Avivar la fuerza de mi amor. El amor está integrado a una comunidad; hemos de vernos como miembros de una gran comunidad y desarrollar en ella nuestra riqueza interior.

1.1.3. Una representación de alto grado: Nuestra representación e imitación es y debe ser de alto grado. Si somos sacerdotes somos entonces, marcadamente, pensamientos de Dios encarnados y originales. De ahí que nuestra imitación, vale decir, el desarrollo de esa imagen y semejanza, deba ser también de alto grado.

Enfoquemos ahora esta misma idea desde otro punto de vista, siempre en contexto orgánico con lo elaborado antes.

1.2. El ideal personal es una representación e imitación de las perfecciones divinas. Una representación e imitación de alto grado y originales:

He aquí el pensamiento central de san Pablo. El Dios encarnado se halla en el punto central de la historia universal. Dios nos contempla asociados a Cristo; y en el cuerpo místico del Cristo cada uno de los miembros cumple una función particular. Nosotros tenemos que realizar la tarea del Dios encarnado de un modo muy personal y original. Vale decir, cada tarea personal es una participación en las tareas de Cristo. Toda tarea está tomada de él.

2. La esencia del ideal personal fuera del marco de nuestros ejercicios

2.1. El ideal es la idea exemplaris in mente divina praeexistens:[22] La idea que Dios tiene de mí y ha querido que fuese realidad.

“Cada persona tiene una imagen de lo que debe llegar a ser. Mientras no alcance a realizar dicha imagen, no tendrá paz completa”.[23] No ahondaré en estas definiciones, porque quizás podría parecer muy abstracto.

3. Fuentes de conocimiento del ideal personal

Según la ascética tradicional, la pregunta por las fuentes de conocimiento equivale a la “elección para reformar la propia vida”.[24] Volvamos a revisar y reformular nuestra vocación de vida, como si la eligiésemos por primera vez. Esto mismo vale también para los propósitos que tomamos para cumplir en lo futuro perfectamente nuestra vocación. Sólo hay que hacer una recomendación: los propósitos han de estar relacionados adecuada y orgánicamente con nuestro ideal personal. De lo contrario no tendrán eficacia, serán olvidados, no se los cumplirá. Quizás ésta sea también una de las razones de por qué a menudo somos tan poco consecuentes con lo captado en los ejercicios. ¿Cómo descubrir mi ideal personal?

3.1. Dos fuentes de conocimiento:

3.1.1. El camino extraordinario:

3.1.1.1. Es el camino de las revelaciones, por ejemplo, el modo como Dios revelaba a los profetas cuál era la misión e ideal de su vida. Pensemos en la vocación de Isaías. Pero nosotros no hemos tenido esas revelaciones.

3.1.1.2. El camino de las providencias y conducciones extraordinarias. Éste sí es un camino que hemos recorrido la mayoría de nosotros. Por ejemplo, Dios nos ha llevado a una determinada situación sin que lo hayamos buscado nosotros mismos, sin nuestra culpa. Lentamente, sin advertirlo, hemos construido un mundo que no imaginábamos: fue una providencia y conducción de Dios.

O en el caso de haber crecido silenciosamente respondiendo a las exigencias que se nos planteó, o a las vicisitudes que tuvimos que afrontar: Todo fueron providencias y conducciones de Dios por las cuales se nos mostró claramente nuestra tarea.

El tiempo en el que vivimos constituye una fuente extraordinaria de conocimiento para discernir nuestra tarea. Basta saber escuchar y comprender a Dios que nos está hablando en el acontecer de la época. Nos hemos esforzado por escuchar y comprender a Dios en los sucesos de estos tiempos, a fin de detectar con mayor detalle cuáles son nuestras tareas.

3.1.2. El camino ordinario:

Para comprender las fuentes ordinarias de conocimiento, recordemos que Dios no solo se comunica a través de palabras, sino también de hechos. A través de palabras se comunica, por ejemplo, en las Sagradas Escrituras, o bien en las inspiraciones y luces del alma. Pero más allá de ellas, lo hace también a través de sus obras. Dios me ha dado una manera de ser muy original, y por eso me ha preparado para una tarea muy determinada. Las fuentes naturales para descubrir nuestro ideal personal son el examen de nuestras inclinaciones y capacidades, las mociones de la gracia que por lo común se adecuan a nuestra naturaleza, a nuestras inclinaciones y capacidades, y las providencias ordinarias de Dios que él nos manifiesta a través de nuestros superiores. Así pues hemos de reparar en nuestras inclinaciones naturales y en las conducciones de la gracia.

Visto más de cerca, aquí se hace necesario distinguir dos caminos:

3.1.2.1. El camino racional: Es el que pasa por el conocimiento reflexivo de mis inclinaciones, pasiones y temperamento. Evaluando la fuerza de mis inclinaciones fundamentales puedo detectar con relativa seguridad qué espera Dios de mí.

Jamás apliquemos este camino al pueblo fiel, tampoco a los jóvenes. En cambio nosotros, en cuanto dirigentes, hemos de tener claridad intelectual al respecto, a fin de poder guiar cabalmente a otros.

3.1.2.2. El camino no racional: Es el adecuado para la educación del pueblo y de la juventud.

Veamos un ejemplo. Había un muchacho (Hans Wormer) que siempre quería construir iglesias. Toda su interioridad giraba en torno a ese deseo. A partir de tal deseo se fue configurando un ideal: “Quiero ser un pilar de la Iglesia”. En suma, por el camino no racional llegó a formular su ideal personal.

Cuando hagan acompañamiento espiritual de personas que ya cultivan la vida espiritual, pregúntenles más bien por sus jaculatorias predilectas. Si las conocemos podremos detectar certeramente la pasión dominante, el ideal personal y el temperamento. Si los detectamos enseguida, no lo digamos enseguida, porque eso entorpecerá el desarrollo. Por cierto que no hace falta que sean jaculatorias formuladas en palabras. Puede tratarse simplemente de un impulso, de una elevación del alma hacia Dios. Cuando haya varias jaculatorias, fácilmente detectaremos su denominador común. Una vez descubierto, trataremos que esa jaculatoria sea rezada con frecuencia y se proyecte sobre la vida cotidiana. Procuraremos además que el ideal no sea solo ideal personal sino también ideal de tarea. De lo contrario se caerá en un individualismo no sano.

Otra posibilidad es plantear la pregunta por la idea predilecta o por las principales dificultades.

Para completar esta reflexión, algunas consideraciones sobre aceleración o impedimentos en el camino de descubrimiento del ideal personal.

3.2. Aceleración

Por ejemplo, siento el impulso de ingresar a una determinada orden religiosa. Eso quiere decir que en el ideal de dicha orden está resonando una buena parte de mi ideal personal. He aquí pues una manera de acelerar el descubrimiento de mi ideal personal. Pero no olviden que un aceleramiento de ese descubrimiento entraña muy a menudo ciertos peligros para la puesta en práctica del ideal. Los peligros para los religiosos estriban en que, luego de ingresar a la comunidad, simplemente se dejen llevar por la atmósfera allí reinante y no cumplen con su ideal personal sino que, reitero, “se dejan arrastrar por la corriente”.

Justamente hoy, en tiempos de masificación, hay que poner énfasis en formar personas de carácter firme. Por eso Lindworsky[25] tiene razón cuando dice: “Todo religioso debe llegar a ser su propio fundador”.

O bien tomen el caso de una parroquia en la que exista una atmósfera impregnada fuertemente por el Movimiento Litúrgico. No olviden que donde solo hay atmósfera se corre un gran peligro de masificación. También en el ámbito religioso existe la masificación. Procuremos por lo tanto que las grandes ideas sean captadas siempre a nivel individual, a fin de formar personas de carácter firme.

3.3. Impedimentos

En este punto les doy un ejemplo: Me viene a la mente la idea de llegar a ser un faro de la verdad. Me decido entonces a ser profesor. Pero enfermo, y la enfermedad impide esa carrera. Quizás puedo ser entonces escritor y cumplir así mi ideal. Y vuelvo a enfermar. No obstante aun me resta algo: ser un faro de la verdad con mi propio ser. Mi ideal siguió siendo siempre el mismo, pero hube de vencer los diversos impedimentos. No siempre resulta sencillo adaptarse a las nuevas situaciones. Es importante esa readaptación, porque hemos de ser fieles a nosotros mismos. De otra manera muy fácilmente me sentiré en el mundo como una persona que está de más, padeceré un complejo de inferioridad.

4. Eficacia del ideal personal

En este punto consideraremos tres aspectos: la eficacia de una gran idea original, de un gran amor original y de una gran gracia original.

4.1. Eficacia de una gran idea original

Desde el punto de vista puramente psicológico, una idea original posee gran eficacia. “Quiero saber cuál es tu gran idea…” dijo cierta vez Nietzsche. Observen cómo nuestros adversarios están fanatizados por una idea claramente reconocida e idolatrada. Contemplen la vida de los santos: ellos siempre tuvieron grandes ideas. La Iglesia primitiva abrazaba con fervor grandes ideas; y esas ideas estaban vivas.

4.1.1. Una gran idea educa un carácter firme

Es lamentable cómo se envenena hoy las fuentes de la conciencia. [26] Este azote es quizás mucho peor que las crisis económicas y similares. Las personas se comportan ante los demás de una manera, pero en su interior mantienen una actitud totalmente distinta. Por eso el educador enfrenta grandes problemas ligados al concepto “carácter”.

4.1.1.1. Esencia del carácter

Carácter es la capacidad y disposición para mantener continuamente una actitud y convicción; y de dar testimonio de ellas cuando sea necesario, aun poniendo en juego la vida. Es recomendable dar definiciones enmarcadas en principios fundamentales, pero también adecuándolas a nuestro tiempo.

4.1.1.2. Falta de carácter

¿Por qué hoy hay tan pocas personas de carácter firme? ¿Cuáles son los escollos que impiden mantener las convicciones y dar testimonio de ellas?

a. Amenaza de ruina económica

Muchos hoy se quebrantan ante este problema. Temen que si otros llegasen a conocer sus convicciones, si se mantienen fieles a ellas, se vean amenazados laboral y económicamente. Por ejemplo, en el caso de los empleados estatales: la situación de esta época es extremadamente difícil para ellos.

b. Una escala de valores totalmente alterada

Otra razón mucho más importante y profunda es la existencia de una escala de valores totalmente alterada. Si considero la economía como el valor más alto, si no reconozco que la idea de la verdad y la justicia constituye un valor sumamente elevado, pronto estaré dispuesto a abjurar de mis convicciones por un plato de lentejas. Más aun, se plantea la pregunta de si habrá lugar todavía para convicciones íntimas y profundas. Pregúntense por su propia escala de valores. Todos deberíamos esforzarnos por amar la verdad y la justicia por sí mismas, aceptando incluso sufrir desventajas económicas por amor a ellas. Negarlas acarrea siempre grandes trastornos, aun cuando por el momento no se lo sienta así.

c. Al hombre moderno le falta cultivo del silencio y de la soledad

Sin silencio y soledad prácticamente es imposible la formación de principios, actitudes y convicciones, en suma, la formación de una conciencia noble. Examinen ustedes mismos cuánto falta al hombre de hoy silencio y soledad en medio del trajín y prisa de la vida cotidiana.

Aplicado a uno mismo: ¿No debería buscar también yo más soledad y silencio? Todos los grandes reformadores pasaron por la experiencia de la soledad. Si durante la oración, durante los ejercicios, cultivamos la soledad, haremos luego mucho más por los que nos fueron confiados, aun cuando debamos afrontar una cantidad enorme de trabajo. Esto es aconsejable especialmente para personas emotivas que no pueden reflexionar sobre sí mismas si no lo hacen en soledad.

4.1.1.3 Las leyes de construcción del carácter

Las mencionaré rápidamente a modo de motivación para ustedes:

a. La ley de la manifestación

Todo carácter se pone de manifiesto a través de gestos exteriores.

b. La ley de reconocimiento o semejanza

Sólo podré comprender a otra persona si tengo algo en común con ella, al menos de modo germinal. Por ejemplo un varón de carácter despótico no podrá comprender la modalidad femenina. Cuando ustedes comprenden ciertas modalidades humanas, por ejemplo la femenina, es porque han desarrollado en ustedes mismos algo de lo que precisamente logran comprender en los demás. No se puede adquirir esa capacidad sino a lo sumo desarrollarla. De entre las personas con las cuales debo trabajar, ¿con quiénes suelo tener dificultades? Puede ser que yo por cierto las entienda, pero por haber sido educado muy espartanamente jamás manifieste que las entiendo. En este caso habrá que despejar barreras.

c. La ley de la estratificación

Todo carácter presenta una cierta estratificación. Diferentes estratos de diferente intensidad.

d. La ley de la polaridad

Cuando se tiene capacidades para desarrollar una fuerte personalidad, se corre gran peligro de exagerar algunos aspectos que son parte de dicha personalidad. Vale decir, cada una de las capacidades que hay en mí pujan por desarrollarse en extremo. Por ejemplo: si soy bondadoso, puede ocurrir fácilmente que me convierta en una persona bonachona, blanda y pusilánime.

e. La ley de la complementación

¿El trato de qué personas solemos buscar? El de aquellas que para nosotros suponen naturalmente una complementación. Nos atrae lo que no tenemos o lo que no poseemos en esa medida. Esta ley de la complementación opera no solo en la relación con los demás, sino también en el fuero interno del propio individuo. Supongamos que personalmente tenemos una pasión dominante como, por ejemplo, la sensualidad. Pero también existe en nosotros el afán de valer. Observen entonces cómo el afán de valer regulará dicha sensualidad.

En este punto les llamo la atención sobre un peligro a todos los que están trabajando con un determinado grupo. Esta ley impulsa a menudo al educador a adaptarse fuertemente al educando, de modo que se resiente el desarrollo humano del mismo educador. Por ejemplo, en el caso de que seamos acompañantes espirituales. Vivimos la vida espiritual de aquellos que nos han sido confiados. Y en ello subyace un gran peligro si no nos esforzamos por generar un equilibrio, por ejemplo, aprovechar los tiempos de oración también para nosotros, y no solamente para rezar por las dificultades de los que nos fueron confiados.

Otro recurso: trabajar a la vez con otro grupo. De lo contrario puede ocurrir que, si me dedico continuamente a la juventud, jamás salga de la pubertad. Y viceversa: si Dios me envía personas que desarrollan gran ímpetu en la vida espiritual, que están por encima de mi nivel, entonces instintivamente seremos impulsados hacia lo alto. En nuestro entorno existe una particular providencia. Dios nos ama y por eso nos procura un medio que nos complemente, que nos eleve.

Pasemos a la idea central:

4.1.1.4. La gran idea forma el carácter

a. Condición para dicha formación es que la idea esté saturada de valores. Tengo que haber acogido en mí, íntimamente, todo el complejo de valores que entraña esa gran idea. He aquí la razón de por qué en los ejercicios hemos de empeñarnos más por abrazar los valores de cada idea que por tomar propósitos. En una época como la actual, de tanto desarraigo y que nos ha enfermado tanto, no iremos muy lejos acumulando propósitos. Esa acumulación no nos hará mejores, al contrario, nos enfermará más si no se remonta todo a un determinado valor. Procuremos que las reflexiones que hagamos desplieguen toda su riqueza de valores. Porque la idea tiene que saturarse de valores. Por esta razón habría que rechazar en general el librito de Hock.[27] Porque no alcanzaremos algo recurriendo a una simple memoria de Dios, sino que Dios debe llegar a representar para mí un complejo de valores. Por eso recordemos siempre que una idea formará el carácter, formará dirigentes, en la medida en que represente un valor, un valor central para nuestra vida.

Tomemos, por ejemplo, el ideal: “Estar arraigado en Dios y arraigar a otros en el seno de Dios”. Si este ideal ha ido creciendo a lo largo de los años, se puede suponer que se ha convertido ya en un complejo de valores. Si aun no se ha dado ese crecimiento, entonces todas las noches repasaré, a la luz de ese ideal, lo que me haya sucedido durante el día. Que todas mis meditaciones, lecturas y juicios sirvan de ocasión para saturar de valor esa gran idea. Por esa vía toda mi vida espiritual alcanzará una cierta unificación. Al principio todo se hará de modo consciente y reflexivo; pero una vez que seamos personas maduras, eso ya no será necesario, sino que se hará algo totalmente natural. Mi alma acogerá espontáneamente en sí lo que sirva a ese complejo de valores.

Recuerden entonces que la idea tiene que convertirse en valor a fin de formar el carácter.

b. Resultado práctico de la formación a través de la idea

¿Qué frutos da en la práctica esa idea central? Con el tiempo forma efectivamente toda la vida. Pero si queda estancada, solo como un valor en lo íntimo de la persona, no desplegará su fuerza. Tiene que ser eficaz. ¿Cómo? Observémoslo en una persona de carácter firme.

La idea tiene que proporcionar orientación a mi acción. Trataré pues de que la idea haga fecunda mi acción. Que la idea se convierta en fuerza motriz.

La idea tiene que ser factor de decisión en todas las cuestiones y casos dudosos. Tanto a la hora de tomar propósitos como de tomar medidas. Por ejemplo, ustedes quieren tomar un propósito. Luego de cada conferencia que escuchen se les ocurrirá una cantidad de propósitos. Pero para optar por uno u otro la pregunta tiene que ser: “¿Cómo se adecua este propósito a mi ideal personal? La idea debe decidir también cuando se trata de la puesta en ejecución de un propósito. Lindworsky presenta el ejemplo de un religioso que, en su empeño por la santidad, acabó padeciendo una crisis nerviosa. Se le había exigido rendimiento intelectual; había sufrido la presión de un religioso de más edad que le había sido dado como acompañante. ¿No habría sido un gesto de mayor humildad resistir a ese compañero? ¿Era eso humildad? Pregúntense cómo es una humildad grata a Dios. A menudo nos manejamos con conceptos erróneos: los arrastramos durante la primera mitad de la vida y en la otra mitad los tiramos por la borda y nos quedamos sin nada… Humildad y ser consecuente con las metas son dos cosas que se pueden armonizar. La humildad no consiste en dejarme despojar del núcleo de mi personalidad y arruinar mis nervios.

El ideal personal infunde alma a las acciones indiferentes

Observemos la vida comunitaria en la comunidad religiosa, la parroquia, los internados. Se dice que la vida conventual o de los internados no es capaz de formar personalidades firmes. ¿Por qué? Porque fácilmente achata a todos. ¿Qué hacer entonces?: Al abordar los trabajos cotidianos, hacerlos a la luz de mi ideal personal. De ese modo las acciones más rutinarias formarán mi personalidad. Al comienzo lo haré calculadamente, pero poco a poco lo haré espontáneamente. Y con regularidad revisaré si todo se hace desde ese núcleo de mi personalidad o bien al margen de él.

El ideal personal impulsa a realizar obras de super erogación

Si me he educado de esa manera, con el tiempo me sentiré impulsado a realizar obras de super erogación. En mí habrá un impulso y coacción santos. Estaré “cautivado” por el ideal. Ése en verdad es el temple que con el tiempo adquirirá mi carácter.

4.1.2. La gran idea forma una destacada personalidad de jefe

La razón de ello es que toda personalidad cabal de jefe está formada por tres elementos:

4.1.2.1. Entrega sin reservas a una gran idea.

4.1.2.2. Entrega completa a cada uno de sus seguidores.

4.1.2.3. Un talento superior a lo común en el área en la cual se quiere desempeñar como jefe.

La fuerza plasmadora de la idea se complementa con la fuerza plasmadora del amor.

4.2. El ideal personal posee la eficacia de un gran amor original

Cuando nos toca educar mujeres, acentuemos el área de las ideas, porque la mujer, por naturaleza, no se inclina tanto hacia esa área y necesita un complemento en dicho punto. Pero cuando se trata de nuestra propia educación, más allá de la necesidad de reformular nuestras ideas, es muy importante poner en marcha la fuerza plasmadora de un amor original convincente, de un amor personal. Por ejemplo, recordemos aquel ideal: “Estar arraigados en el mundo sobrenatural y arraigar a otros en ese mundo”. Es un hermoso ideal; pero para que sea eficaz he de estar vinculado a las personas a las que se hace referencia en él, vale decir, he de cultivar un gran amor a Dios. Porque, en definitiva, todo ideal tiene que incluir amor personal a una persona del mundo sobrenatural. De lo contrario no será eficaz.

¿Por qué son tan escasos nuestros progresos? ¿Por qué mi ideal personal es tan poco eficaz? O falta entrega al gran ideal y tarea (tendré siempre presente esa tarea como un valor) o bien es muy tibio mi amor a una determinada personalidad del mundo sobrenatural. Cultivaré un cálido amor personal, de lo contrario cesará de actuar la fuerza impulsora del amor.

4.3. El ideal personal posee la fuerza plasmadora de una gracia original

El ser humano tiene libre albedrío y está afectado por el pecado original. Por eso no lograremos educar personas de carácter firme sin el auxilio de la gracia. Grandes son nuestras limitaciones: nuestra vida, nuestros conocimientos son limitados. Sin oración ni sacrificios no alcanzaremos nada, aun cuando hayamos cumplido con las leyes naturales. Por eso, si quiero educar, tengo que ser hombre de una gran idea, de un gran amor, de un gran espíritu de sacrificio y de gran oración. Toda orientación psicológica que se brinde no alcanzará su objetivo si prescinde de la oración y del sacrificio. No hay pues método, no hay sistema ascético o pedagógico seguro en sí mismo. Tiene que agregarse una gracia grande y original; y decimos “original”, porque la gracia se adecua a la naturaleza original de la persona.

5. La manera de obrar del ideal personal

El ideal personal obra de manera positiva, orgánica y enérgica.

5.1. Positiva

Apelando a la jerga médica, distinguimos un procedimiento quirúrgico y uno terapéutico.

5.1.1. Procedimiento quirúrgico

Simplemente se extirpan nuestras inclinaciones y pasiones. Pero ésta es una táctica totalmente equivocada. Lo percibimos claramente, porque Dios nos ha dado las pasiones precisamente a modo de ayudas y apoyos. De ahí que el sentido de la educación no sea extirpar sino ennoblecer. A veces tenemos la impresión de que ciertos educadores entienden las palabras “despójense del hombre viejo”[28] como si la educación consistiese únicamente en un continuo despojo. Pero en dicha cita paulina se dice también “revístanse del hombre nuevo”. La principal tarea de la educación reside en el revestirse.

5.1.2. Procedimiento terapéutico

En este punto tenemos dos posibilidades: Procurar aumentar el bienestar general del cuerpo o curar o bien aislar una determinada parte enferma de éste. En el primer caso hablamos de un procedimiento positivo; en el segundo, de uno negativo. Así pues también en la ascética distinguimos un procedimiento positivo y uno negativo.

5.1.2.1. Procedimiento terapéutico negativo

El procedimiento terapéutico negativo apunta a desenmascarar los valores aparentes a los que pueda estar adherida el alma. Por ejemplo, los apegos desordenados: alguien está apegado desordenadamente a otra persona, o bien al cigarrillo, etc. Me propongo resolver tal situación. Tengo dos posibilidades entonces: oscurecer ese valor al cual estoy apegado o bien excederlo en brillo. Para opacarlo recordaré que todo es vanidad, que el ser humano es polvo y ceniza…

5.1.2.2. Procedimiento terapéutico positivo

En la madrugada, cuando aun no ha salido el sol, vemos infinita cantidad de estrellas en la bóveda celeste. Pero cuando sale el sol, desaparecen, ya no las veo más, porque el resplandor del sol las ha excedido en brillo. Aplicado a nuestro caso, cuando estoy apegado desordenadamente a creaturas, cuando aparecen en mí inclinaciones desordenadas, amaré con todo el fervor de mi alma el bien superior, a Dios mismo. Y ese amor excederá en brillo a dichos apegos desordenados.

El Señor y los santos aplicaron ambos métodos, pero pusieron en primer plano el positivo. Repasen lo que pide san Pablo en la tercera parte de la Carta a los Romanos. Observen cómo todo allí está redactado y formulado de manera positiva.[29]

El Señor aplica también el método negativo. Pero en general observarán que él y los apóstoles son continuamente intérpretes del método positivo. Quieren que despunten soles para que, en la luz de esos soles, el ser humano sea elevado hacia lo alto.

Contemplando ahora nuestro caso personal, no olvidemos que hoy debemos acentuar muy fuertemente el método positivo. Justamente porque en nuestros días el alma humana padece gran desarraigo y ya no es muy capaz de elevar positivamente sus ojos a lo alto. Esto vale en particular para los siguientes casos:

a. Cuando se trata de luchas y tentaciones en las cuales se producen alteraciones físicas.[30]

El año pasado, al hablar sobre el amor, veíamos con claridad que en razón de la estrechez de la conciencia humana, la concentración en un valor redunda por lo común en una cierta indiferencia para con los valores opuestos. Reflexionen sobre este punto, para aplicar certeramente el método positivo. Por ejemplo, si concentro todas las fuerzas de mi amor en Dios, y precisamente en razón de la estrechez de la conciencia humana, ¿no es evidente que se suscite en mí una cierta indiferencia para con todas las cosas que no tengan una cierta vinculación con Dios?

Otro ejemplo: supongamos que en mi campo pastoral me he apegado apasionadamente a una mujer. Y advierto que en mí se despiertan instintos que arrastran hacia abajo. Si me esfuerzo entonces por entregar todo mi amor a Dios, ¿no es de esperar que con el tiempo se genere una cierta reserva para con esa mujer? Cuando en las tentaciones se produce alguna alteración física, entonces se hace especialmente necesario aplicar el método positivo. Con el tiempo todas esas tentaciones deben ser expulsadas del alma con la mayor rapidez posible. Vale decir, con la mayor celeridad posible el alma ha de apartar su atención de esas cosas, de lo contrario la concentración durante la lucha se enfocará más en lo físico, y lo físico adquirirá mayor fuerza. Toda ocupación prolongada con esas cosas genera una predisposición para similares tentaciones posteriores que calen aun más en lo profundo. Pero si en cambio me empeño por concentrar todo mi ser en una gran meta, en un gran valor, ciertamente padeceré tentaciones, pero tendré una actitud positiva. Y ése es el único método correcto.

b. Cuando avancemos en edad, hemos de preferir a toda costa el método positivo. Porque en esa etapa ya no reaccionaremos tan fuertemente al método negativo. Encendamos una gran luz para superar y expulsar las cosas negativas. Si nos colocamos en esa luz intensa, sacaremos siempre mucho más fuerzas de nosotros mismos.

c. Cuando nos sintamos débiles y cansados, cuando no tengamos más energía interior que impulse al alma, un ideal resplandeciente nos permitirá extraer más fuerzas que nunca de nosotros mismos.

Insistamos por eso en la pedagogía de ideales, en el cultivo de una actitud positiva, en una labor y lucha más positivas. En tiempos como estos, cuando está tan desgarrada el alma humana, apliquemos el método positivo casi hasta la exageración.

No teman caer en falta de humildad o en superficialidad, porque eso sería pasar por alto los grandes contextos orgánicos. Me explico: ante mi ideal me siento más bien pequeño, humilde, cosa que no sucede cuando miro hacia lo bajo. La pedagogía de ideales me impulsa siempre hacia lo alto, a hacer las cosas no porque “tengo que hacerlo” sino porque “puedo hacerlo”. No ingresemos en la zona de peligro de nuestros adversarios. Éstos le arrebatan al ser humano toda generosidad y nobles impulsos porque aplican hasta el cansancio el imperativo categórico, el militarismo. Y el hombre no soporta por mucho tiempo el hacer todo por obligación.

Por naturaleza el ser humano necesita amor. El amor y no el temor es el impulso primordial de la naturaleza humana. Por eso quien sepa suscitar el amor dispondrá de la clave para acceder a toda la persona. En efecto, cuanto más grande el amor, tanto mayor la seguridad con la que ganará a todo el ser humano. Cuando se agota al hombre por el continuo “¡tienes que hacerlo!”, se pierde la fuerza motriz, se malogra lo más bello y fino de la naturaleza humana. Observen a las personas tratadas a latigazos. Por supuesto que existen obligaciones que cumplir, y además un amor profundo incluye también, siempre, un temor reverencial. Pero en la educación no hay que perder de vista lo más importante: san Francisco de Sales dice que en la barca de Dios no hay galeotes, sino remeros voluntarios. En mi calidad de educador puedo a veces proceder con severidad, pero no formar a las personas como esclavos.

¡Qué bellamente lo expone san Ignacio en su meditación de las dos banderas![31] Por un lado, el demonio que convoca a sus seguidores con rayos y truenos, vale decir, con violencia. Y por el otro, el Señor, “Si quieres ser perfecto…” [32] He aquí una invitación positiva.

Si conservamos el ideal ante nuestros ojos como estrella orientadora, todo se encauzará en esa dirección. El ideal nos ayuda a decidir; el amor al ideal es la norma. Si procedo de esta manera, podré confiar entonces en que mi alma avanzará continuamente en su camino.

5.2. La manera de obrar del ideal personal es orgánica

La palabra “orgánica” posee en la actualidad una resonancia positiva. Hoy tenemos que superar el mecanicismo. La totalidad orgánica tiene que estar en el primer plano. ¿Cuándo hablamos de crecimiento orgánico?: Cuando es un crecimiento lento, desde adentro hacia fuera y de una totalidad orgánica a otra totalidad orgánica.

5.2.1. El ideal personal crece lentamente

El crecimiento orgánico es un crecimiento lento. ¿Cómo solemos proceder muchas veces en la educación de nosotros mismos y en la formación de nuestros educandos?: A menudo reina la precipitación, el estrés, la presión. Hacemos como Münchhausen, que tiraba de la hierba para que creciera más rápidamente.[33] ¿Acaso no solemos actuar así a menudo? Pero de ese modo no permitimos un auténtico arraigo en los valores que enseñamos. En los católicos de hoy, ¡qué poca religiosidad arraigada encontramos! Y una de las razones de ello es la falta de una acción paulatina, gradual. Cuando noto un crecimiento rapidísimo en mis formandos, siempre pongo un signo de interrogación… Pero cuando el desarrollo es lento, entonces eso me dice que habrá continuidad y estabilidad. Porque la vida sana es siempre vida que crece lenta y orgánicamente. Comprueben si el ideal personal no incluye ese lento crecimiento orgánico. Ciertamente puedo cosechar con celeridad éxitos exteriores. Pero algo distinto es que la vida arraigue y crezca con lentitud, con gradualidad. Cuanto más lentamente crezca, tanto más arraigará y crecerá desde adentro.

5.2.2. El ideal personal se desarrolla desde adentro

El ideal personal es capaz de generar disposiciones y actitudes reales. El ideal personal es expresión equilibrada de mis actitudes, pero asimismo ha de generar y profundizar dichas actitudes. En la actualidad existe una tendencia al vaciamiento. Por eso es particularmente importante que el ideal genere actitudes desde lo más hondo de la persona. De todas maneras tales disposiciones y actitudes deben manifestarse al exterior mediante actos y determinadas prácticas. No hay vida sana que no genere también para sí una atmósfera, tal como el árbol genera su corteza.

5.2.3. El ideal personal se desarrolla de una totalidad orgánica a otra totalidad orgánica

Por ejemplo, tomemos la pintura de un árbol: ha sido dibujado y pintado parte por parte. Pero donde hay vida, ya al comienzo tenemos todo el árbol “en miniatura”. He aquí el punto donde nuestra ascética suele cometer errores al proceder lógica pero no psicológicamente. Por ejemplo, en un libro se dice que la humildad tiene tales y cuales grados. Y así hacemos cortes longitudinales en el alma para marcar cada grado, pero no hacemos cortes transversales en la situación en la que se halla nuestra vida actualmente. Porque una cosa no crece al ritmo de la otra. Y así puede suceder con facilidad que yo haya alcanzado tal y cual grado de humildad y entonces caiga en orgullo. De ahí que en los años dedicados exclusivamente a la formación nosotros pareciéramos santos. Pero en cuanto salimos de esa etapa, todo se disipó, porque esa vida no había arraigado, era una planta de invernáculo. Tomemos muy en serio estas cosas porque Dios espera de nosotros, los educadores, un trabajo que dé frutos duraderos.

Examinen si es cierto que el ideal asegura realmente ese crecimiento sano. Les digo por propia experiencia que cuando estoy ante una persona que se desarrolla lentamente y que también posee la valentía de nadar a veces contra la corriente, me convenzo de que habrá de ser mucho más madura que los que siempre gritan “¡Hurrah!”. No presionar al educando, de lo contrario lo estaremos forzando: la educación es más bien servicio a la vida. No puedo generar vida, solo servir a la vida. Y cobraré mucho más seguridad si educo recurriendo a la pedagogía de ideales.

5.3. La manera de obrar del ideal personal es vigorosa

El ideal personal promueve un trabajo continuo, enérgico, si bien lento. La razón más profunda de ello reside en que el ideal personal da cauce al impulso primordial del ser humano, el anhelo positivo del amor. Y porque trabajamos demasiado apelando al temor, por eso educamos personas deformes, y nosotros mismos somos tan deformes al punto de no poder ir más allá de un cierto límite de nuestra personalidad.

¿Cuál es mi ideal? ¿Cuál la idea central de mi vida? Si soy agente de pastoral me preguntaré: ¿Cuál es la idea directriz de mi pastoral? Al abrir los diarios advierten enseguida la idea directriz de la asamblea política que se desarrolla en Nuremberg. Hay que infundir continuamente nuevas ideas directrices a estos tiempos signados por el desarraigo. Trabajemos por eso durante todo este año en esa dirección. Las grandes leyes del ideal personal valen también para mi ideal de parroquia, mi ideal de comunidad y mi ideal de orden religiosa. Que nuestras homilías, que toda nuestra labor pastoral respete esas leyes. Pongámonos más de acuerdo entre nosotros para que así sea. Porque cuando comienza a operar la idea central, se generan las actitudes correspondientes. Y eso es muy importante en una época de vacío interior. Por supuesto que el pueblo fiel no necesita dominar intelectualmente toda esta temática; pero nosotros sí hemos de dominarla.

Textos de profundización:

P. Kentenich:

Durchblick V (P. José Kentenich. Una presentación…), 359 - 497, especialmente 386 - 424. APL 1928, 133 - 189.

Ethos, 1931, 201 - 215. AmB 1948 (Schlosser, 192 s.).

WhPhEd 1959 (Schlosser, 129 s.).

Conferencia 17.7.1967 (ASPM 4, 25); Conferencia del 25.7.1966 (PLE 7, 254 s.).

Otros:

Mein Bündnisweg (Mi camino de Alianza), 73 -110.

Czarkowski 58 - 86. Schulz 69 -83.

Lexikon: “Ideal personal”, 306 - 310 (M. Erika Frömbgen).

Joseph Schmitz, Vor jedem steht ein Bild (Cada persona tiene una imagen de lo que quiere ser…) (VS 1968).