Prólogo
 
de Marisa Brel

 

Pocas veces he sido testigo de la cocina de un libro. Y nunca mejor dicho para prologar el libro de mi querida amiga Mercedes. He visto su pasión desde el momento en que lo creó en su mente, cuando empezó a elegir con mucho cuidado cada ingrediente para añadir a este libro, que seguramente enseñará a miles y miles de personas de todas las edades a aprender a cuidarnos y a cuidar a nuestras familias. Solo al leer cada párrafo sentirán el amor real y profundo que Mecha le puso como condimentos a sus relatos, a sus investigaciones, a sus recomendaciones y sobre todo a transmitir su experiencia.

 

En mi caso, Mecha es desde hace años mi hermana del corazón y me cuida como tal. Ella veía lo mal que comía. Sin horarios, sin conocimientos sobre la comida y sobre todo veía, y sufría, al verme disfrutar de la comida chatarra.

 

De a poco, y disimuladamente, ella fue enseñándome a incorporar alimentos con la excusa de verme sufrir por mis eternas constipaciones e intentar dar alivio a mis quejas y enojos con mi intestino, el cual no quería, vaya a saber uno por qué, soltar desde desechos hasta emociones tóxicas que se adhieren a nosotros.

 

Con el amor de una hermana, fue concientizándome de la importancia de comer sano y no morir en el intento. Siempre he comido carne, sobre todo vacuna, pollo y muy poco pescado. Desde hace un año, no como carne, salvo algún sushi que cada tanto nos permitimos comer.

 

Así de abrupto ha sido mi cambio de hábitos y todo guiado por Mercedes. Frutas y verduras me alimentan día a día, lo mismo que el arroz yamaní, que con mucha paciencia se encargó de enseñarme más de una vez cómo hacerlo para que quede riquísimo. Era muy divertido ver a mi amiga llegar a mi casa y disimuladamente dejarme comida preparada por ella cuando yo no comía ni una lechuga.

 

Su disciplina en todas las áreas me hacen admirarla día a día. Y su pasión por cocinar rico y sano es su terapia. Yo aprendo de verla y escucharla. Escucho sus consejos y aprendo. Si no hubiera sido por ella, nunca me hubiera animado a probar el brócoli, que ahora me encanta. O la yerba orgánica, los fideos integrales y el pan con fibras.

 

Sí, debo decir que Mecha me cambió la vida. Y aunque parezca exagerado, es así. Porque desde hace un año me siento mil veces mejor debido a que todo lo que como es sano. Y sobre todo sabroso, por lo cual no extraño nada de mi “vida anterior”.

 

De a poco, también voy incorporándole alimentos sanos a mi hija Paloma, que es como yo cuando era chica. Vive a churrasco, milanesas, papas fritas, puré y, con suerte, algo de tomate y, ahora, gracias a la “Tía Mecha”, también clara de huevo.

 

Sé que este libro será muy importante y me lo imagino como lectura obligatoria en colegios para chicos y sus padres. La alimentación sana es nuestro combustible. Es lo que rige nuestra salud. Y yo me animé. Aunque aún muchos no me creen, como sano y rico.

 

Celebro que mi amiga haya, por fin, terminado este libro que se cocinó durante un año, porque Mercedes se toma sabiamente sus tiempos para todo. Es tan detallista que revisó mil veces cada palabra, cada sugerencia y cada entrevista, todos exquisitos ingredientes que sin su amor, profesionalismo y pasión en relación con la alimentación sana, no tendría gusto a nada.

 

Pruébenlo. ¡Es riquísimo!

 

Marisa Brel

Periodista-Escritora