CLAVES PARA SER UN DOCENTE EXITOSO
CUALIDADES Y HABILIDADES DEL QUE ENSEÑA
Antes de señalar las cualidades y habilidades de los que enseñan, hemos creído conveniente puntualizar acerca de lo que entendemos por calidad del profesor. Se ha dicho que la calidad viene expresada por el conjunto de cualidades que constituyen la manera de ser de una persona. También podemos considerarla como una cualidad sobresaliente. Creemos que la calidad está íntimamente relacionada con la forma. Toda realidad es formal. Pero la forma ha de ser adecuada al fin.
Ante estas consideraciones podemos afirmar que tener calidad no consiste en ser una persona poderosa o brillante, o poseer un conjunto de cualidades generales que consiguen una buena aceptación social. En un docente, tener calidad supone tener concretamente una serie de cualidades organizadas y destinadas al fin propio de la educación. Por tanto, el profesor que desee tener calidad, que valore con profundidad lo que esto supone para la consecución de una educación de excelencia, deberá tener muy claro el fin que busca y habrá de gustarle perseguir ese fin; habrá de tener una elevada autoestima y una gran voluntad para lograr sus fines.
Cuando se da esta trilogía de mente-corazón y voluntad integrados hacia un mismo objetivo, podemos decir que estamos en presencia de una realidad muy plena para poder educar.
La imagen, el símbolo más completo del Educador y Pedagogo es la imagen del “Pastor”, quien conoce a sus ovejas, las cuida, las conduce a verdes praderas, distingue a unas de otras porque son todas diferentes, y las ovejas reconocen su voz. Es un Pastor porque toca la mente, la voluntad y el corazón de las ovejas. Conoce su identidad, evalúa su desempeño como Pastor y los logros de las ovejas porque las comprende y cuida de ellas, y realiza acciones de conducción hacia las metas y objetivos.
Desarrollaremos estos conceptos analizando los cuatro rasgos del Educador. Hablaremos de las 4C (Conoce, Comprende, Cuida, Conduce).
Conoce “Sé quien eres”
Es lo central del educador: conocer a los que educa. Saber quiénes son los educandos, cuáles son sus necesidades, las conocidas y las ocultas, sus intereses, sus expectativas, sus sueños y anhelos, las características individuales de los niños y niñas, sus miedos y temores, su temperamento, carácter y personalidad, la edad psicológica y la etapa del desarrollo por la que están transitando; se pone en su lugar, empatiza con el estudiante.
Estrategias para lograr conocer :
Empatizar: dar cariño y cercanía, poniéndose en su lugar. Utilizar todos los modos de conocimiento intuitivo, psicológico, experimental, racional. Saint Exupéry afirmaba en El principito que solo se conoce con el corazón.
Poner atención: tener todos los sentidos abiertos y dispuestos para captar la información que se recibe del estudiante a través de los gestos, posturas, palabras, actitudes y miradas que permiten conocer al otro. Dar atención es dedicar tanto interés al otro, que percibe que es importante lo que dice. El otro se abre cuando siente que es tomado en cuenta, no con la mirada indagadora, sino con la mirada enaltecedora, alegre y sonriente que abre el corazón de los demás.
Escuchar: poner interés en los mensajes y señales que envía el estudiante. A través de la actitud de escucha se puede pensar, sentir y acompañar al otro en su quehacer y en su ser. Un mal escucha está distraído, da por conocido el mensaje, mientras escucha elabora la respuesta que tiene predeterminada, no trabaja en su mente ni en su corazón con la información recibida, sin asociar, comparar ni analizar las situaciones y los acontecimientos que le informan. Al Escuchar se debe tomar en cuenta que el silencio es un arma importante para que el otro se abra, manejando los 4 NO:

No dogmatizar.
No moralizar.
N o diagnosticar.
No ridiculizar.
Dialogar: para conocer a las personas tenemos un medio fundamental: el diálogo íntimo y real, la verdadera comunicación, llegando a la otra persona mediante diversas formas y expresiones. Atender al emisor, al receptor y al mensaje en un clima de confianza, cercanía y una atmósfera afectiva que no sea amenazadora. Las señales corporales también comunican. El lenguaje coloquial y los movimientos son elementos básicos del diálogo; conviene tomar en cuenta que el silencio atento y receptivo es un arma importante para que el otro se abra.
Comprende “Te entiendo”
La comprensión hacia los estudiantes significa conocer las razones por las cuales ellos realizan tales y cuales acciones, cuáles son las motivaciones que los llevan a actuar, ya sea adecuada o inadecuadamente. Nadie hace nada si no es por una motivación. Siempre hay una intención para la acción. Los seres humanos aprendemos, entre otras maneras, por medio del ensayo y del error; por consiguiente, comprender es dar una nueva posibilidad para reparar y tener éxito si se ha cometido un error. Por último, comprender significa entender que la persona es un misterio que merece el más grande de los respetos a su dignidad y a su libertad.
Estrategias para comprender:
Conocer razones: saber cuáles son las motivaciones que mueven al estudiante a actuar, cuáles son sus intenciones, los objetivos que persigue, las metas que quiere alcanzar.
Perdonar: dar la oportunidad de empezar siempre de nuevo, el perdón es un súper don que permite volver a empezar y así reparar el error cometido. No hay estudiantes buenos o malos, simplemente están en un proceso de aprendizaje y desarrollo y tendrán momentos altos y bajos durante el proceso.
Respetar: el respeto es la reverencia ante el misterio que es el ser humano, es comprender sus derechos y deberes, su dignidad y libertad, su talento y fragilidad, sus luces y sus sombras, sus diferencias, sus dificultades, sus fortalezas, su originalidad y forma única, la esencia irrepetible de su ser.
Cuida “Me preocupo por ti”
El educador tiene la responsabilidad de la vida que se le ha confiado, acompaña el desarrollo, el crecimiento y los aprendizajes del estudiante. Media para que las elecciones del estudiante sean seguras, adecuadas, favorables para un buen desempeño, evitando los ambientes y las relaciones vulnerables que dificulten u obstaculicen su desarrollo. El profesor se la juega por sus estudiantes, porque se cumplan sus sueños, y facilita los medios para lograrlo.
Estrategias para cuidar:
Servir: estar disponible como un padre y una madre en la capacidad de servicio desinteresado, demostrar con hechos que “me preocupo de ti”. Cuidar de otro es permitir al otro crecer.
Reconocer: cuidar al otro es valorarlo, elogiarlo, estimularlo, darle afecto, mantener con el estudiante una “cuenta de ahorro emocional” positiva. Una mala relación es el desconocimiento del tú, es la ignorancia del otro. Por ejemplo, entre los esquimales, el castigo social era ignorar al otro, no tomarlo en cuenta hasta su muerte. Recibir refuerzos positivos debería ser un derecho de los estudiantes, pero no se considera un deber de los maestros hacerlo y rara vez se les agradece a aquéllos que estimulan y reconocen los méritos de sus estudiantes.
Responsabilizarse: responder con habilidad, responsabilizarse del otro con habilidad; aquél que asume la tarea de educar con capacidad de gestar talentos y desarrollar capacidades, respondiendo con destreza en cada circunstancia de su formación y aprendizaje, siendo fiel al estudiante que espera ser contenido por el educador. La responsabilidad sobre el educando va más allá del reconocimiento o de la respuesta.
Conduce “Te acompaño”
Conducir al estudiante es acompañarlo en su desarrollo, conducirlo hacia la meta, hacia la realización de sus sueños, de sus proyectos, de sus ideales. Para lograrlo es esencial saber cuál es la meta, y la meta fundamental es la autonomía y libertad para elegir las acciones y las actitudes que favorezcan alcanzar los aprendizajes y la formación que permitirá al estudiante tomar sus propias determinaciones y autocontrol: un hombre nuevo es un hombre libre.
Estrategias para conducir:
Autonomía: autónomo es aquel capaz de decidirse, de tomar una autodeterminación, ser capaz de decir “lo quiero y tengo razones para ello” y argumentar sus motivos. Es un error en educación decidir por otros y manejar y controlar la vida de los que se nos confían. Conducir a alguien es permitirle al otro que decida, que tenga opciones y escoja.
Capacidad de ejecución: una persona es libre cuando es capaz de realizar esa decisión, se es más libre no solo cuando se decide, sino además cuando se ejecuta la opción que se ha escogido.
Identidad: conducir a otro hacia la plenitud de su ser; conducirlo hacia lo que él es en toda su grandeza. El proceso de conducir a la meta es muy lento y se producen muchas tensiones entre lo que debe ser y lo que es.
Testimonio: el proceso educativo se da con el ejemplo, con ser modelo, con dar testimonio de vida, de valores y actitudes a los que se adhiere. Toda palabra es vana si no va acompañada del ejemplo.
Los NO del Buen Educador:
No dogmatizar: repetir de memoria los principios o dichos aprendidos.
No moralizar: categorizar de bien o mal.
N o diagnosticar: colocar a alguien en una categoría, rotularlo y etiquetarlo.
No ridiculizar: herir, disminuir, hacer de la acción del otro algo poco importante.
Para conocer al educando es necesario considerar las 3T:
Tiempo
Temor
Trabajo
Superar el tiempo significa conocer una persona en serio, dedicarle tiempo, comprometerse con ella, gastar tiempo físico y psíquico.
Superar el temor significa no sentir miedo. Es un error creer que más vale ser escéptico y lejano porque “si no me comprometo no me involucro emocionalmente”. De ese modo el docente se transforma en un instructor y no en un educador.
Ser educador de calidad significa trabajo para mejorar las actitudes, la forma de relacionarse, la capacidad de escuchar, y dar un testimonio de vida que lo convierta en mediador, que se mueve entre dos péndulos: el rigor y la tolerancia; la firmeza y la ternura.

En resumen, un buen educador:
Conoce
Comprende
Cuida
Conduce
Como el Buen Pastor, crea vínculos, es mediador y cree en la capacidad de sus estudiantes, en su resiliencia, en su potencial.
VÍNCULO, MEDIACIÓN Y RESILIENCIA
Al proponer educar con amor para aprender mejor, no podemos dejar de destacar la importancia del tema de los vínculos, la mediación y la resiliencia, pues todo lo dicho anteriormente no se hace realidad en el estudiante si no se dan estas condiciones.
Recordando al Principito en el libro de Saint Exupéry, podemos decir que el vínculo es lo que le da sentido a la relación interpersonal y la hace significativa a tal punto, que puede cambiar las conductas y los sentimientos por el solo hecho de haberse establecido “un lazo único, personal, permanente y profundo” que sería la definición de vínculo, por el cual la vida del zorro tuvo un significado distinto desde que se vinculó con el Principito.
El educador comprometido con la formación y aprendizaje de sus estudiantes verificará el éxito de su gestión en la medida que vaya estableciendo ese lazo personal, que comprende haber desarrollado con ellos las cuatro C descritas anteriormente (conocer, comprender, cuidar, conducir) con fidelidad, perseverancia, paciencia y responsabilidad.
Innumerables son los testimonios de estudiantes que consideran como sus mejores maestros a aquellos que fueron cercanos, congruentes, exigentes y comprometidos en lo personal, sin dejar por ello de ser objetivos, de tener una meta clara en cuanto a los contenidos pedagógicos y académicos, y sin perder su autoridad.
¿A qué llamamos mediación?
Mediación es la acción y efecto de servir de “puente”, mediar entre una persona y un bien. Interceder o rogar por alguien o algo. Interponerse entre dos o más, procurando transmitir unidad y amistad.
Al hablar de mediación abordaremos el tema de los valores, que, si no se ven reflejados y encarnados en el quehacer del profesor, malamente podrán ser transferidos a los estudiantes para despertar en ellos el anhelo de superación, de saber, conocer, pensar, ser rigurosos, prudentes, trabajadores, honestos, esforzados, disciplinados, ordenados, etc. Actitudes que les harán más fácil y más feliz la vida académica, personal, familiar y profesional en el futuro.
¿A qué llamamos resiliencia?
Este concepto utilizado en psicología viene de las ciencias físicas y significa: condición física de los materiales para volver a su estado original habiendo estado bajo fuerte presión. En relación con el ser humano dice relación con la capacidad de las personas para sobreponerse ante cualquier situación adversa.
Los estudios recientes sobre las conductas de niños maltratados o sometidos a situaciones límite, sobre todo después de la segunda guerra mundial, dan cuenta de la capacidad que poseemos todos los seres humanos para superar las adversidades y salir fortalecidos de ellas e integrarnos sanamente a la sociedad, si se dan las condiciones de haber sido contenidos con un “apego cercano” en la primera infancia y haber tenido un “encuentro significativo” con alguien que tejió un lazo afectivo, que hizo posible salir delante de cualquier adversidad.
En un estudio efectuado y finalizado en el 2007 por el psicólogo Felipe Lecannelier, se concluyó que el apego influye en la capacidad de auto control del niño y está relacionado con el vínculo madre-hijo, y no solo con el temperamento y factores ambientales como antes se creía. Estas capacidades son vitales para desenvolverse en la vida adulta.
La visión alternativa y razonablemente optimista de las actuales teorías de Boris Cyrulnik y otros autores, que estudian y analizan acerca de la capacidad de volver a empezar y salir de experiencias traumáticas y daños que dejan algunos episodios sociales, afectivos y culturales traumáticos durante la infancia, puede ser reconocida en múltiples testimonios de casos célebres.
En efecto, por nombrar algunos casos de resiliencia: un grande de la música como Beethoven, desnutrido y extremadamente pobre, el menor de trece hermanos, hijo de padre y madre alcohólicos. Juan Pablo II, huérfano de padre, madre y hermanos a los 16 años, con duras experiencias de guerra… y muchos otros casos de resiliencia célebres porque todos ellos fueron capaces de salir adelante y volver a empezar, de surgir con alegría e integración, valorando la vida que les había sido dada.
Estos casos ilustran nuestra convicción de que entre los estudiantes no hay “casos perdidos” solo hay personas que necesitan un encuentro significativo y una oportunidad para volver a creer en sí mismos y hacer aflorar esa reserva biosíquica llamada resiliencia, que les permite sacar fuerzas de flaqueza si el entorno social está dispuesto a ofrecérselos y el mundo que los rodea les ofrece fuertes vínculos y está dispuesto a ayudarles. Especialmente, el entorno escolar que es donde los estudiantes pasan la mayor parte de su tiempo de infancia y adolescencia.
En su libro La resiliencia invisible (2006) las investigadoras Isabel Martínez, lingüista y logopeda y Ana Vásquez, doctora en psicología, describen las vicisitudes de dos grupos de niños que han crecido en condiciones desventajosas y culturas diferentes: niños sordos en Barcelona y niños extranjeros en París. Ellos consiguen salir adelante con el apoyo y protección que ejercen “los tutores invisibles”, que son personas cercanas a los niños pero que no son sus padres, educadores ni terapeutas y por lo tanto pasan desapercibidos. Ellos son compañeros de curso, padres de amigos, grupos de acción solidaria, clases extra programáticas, clubes de interés, etc.
Plantean que la escuela, sus valores y actividades, convierten en “invisibles” otras acciones y otros valores que son externos al marco escolar, pero que pueden ser igual de importantes y enriquecedoras.
Nos parece interesante leer las historias descritas y los elocuentes relatos de niños que justifican la teoría subyacente en ellas y que muestran cuán necesario es mejorar la comunicación entre la escuela y sus familias.

SENTIMIENTOS Y EMOCIONES EN EL ACTUAR PEDAGÓGICO
En una encuesta pública publicada en El Mercurio como parte de la Campaña de Educación Chile 2006 diseñada por la Corporación Opción y con el apoyo de la UNESCO (13 al 26 de abril, 2006), se dio a conocer la opinión de los jóvenes sobre las características que debería tener “el docente ideal”. Se interrogó a 2.604 escolares de 6 a 18 años.
Ellos describieron la comprensión, el humor, la sensibilidad, la amistad entre profesor y los estudiantes, las clases entretenidas, el establecimiento de relaciones de confianza, etc., como fundamentales en la relación profesor-estudiante y en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Es habitual que los docentes tengan muy presente una serie de objetivos para mejorar la relación profesor-estudiante. Estos objetivos son:
Crear un clima de entendimiento.
Respaldar y proteger al estudiante.
Desarrollar una personalidad fuerte y respetuosa.
Prepararlos para auto dirigir su estudio.
Respetar normas.
E scuchar y dialogar.
Crear estudiantes sociables.
Motivar los deseos de seguir aprendiendo.
Fomentar la autoestima y la participación activa.
Desafortunadamente estos objetivos no siempre se logran por diferentes circunstancias. En base a encuestas con estudiantes de diferentes niveles de enseñanza, hemos incluido otras cualidades, sentimientos y emociones que deberían mostrar los profesores para que la relación entre ellos sea considerada “ideal”.
Características del docente “ideal”
El maestro debería mostrarse:
Amoroso
Optimista
Esperanzador
Con sentido del humor
Comprensivo
Asertivo
Flexible
Motivador
Justo
Comprometido
Estricto
De buen ánimo
Empático
Respetuoso
Organizado
Estas características son las que describen a una persona emocionalmente inteligente: “Los hombres que tienen inteligencia emocional son equilibrados, sociales y alegres, poseen una notable capacidad de compromiso con las personas y las causas, asumen responsabilidades, son solidarios y cuidadosos de las relaciones. Su vida emocional es viva y apropiada, se sienten cómodos con ellos mismos y con el universo social donde viven”.
“Las mujeres que se muestran emocionalmente inteligentes son positivas y expresan sus sentimientos abiertamente, la vida para ellas tiene significado, son sociables, se adaptan bien a la tensión, se comunican fácilmente con personas nuevas. Son alegres, espontáneas y abiertas a las experiencias en general, no son ansiosas, no se sienten culpables ni se hunden en la reflexión” (Goleman, 1996).
Este tipo de personas son las que los estudiantes quisieran como profesores, en quienes lo emocional y los sentimientos estén en el mismo plano que lo intelectual, es decir, que se integren y que en algunas ocasiones lo primero prevalezca sobre lo segundo.
Algunas consideraciones sobre las emociones y sentimientos
La emoción es un estado de ánimo caracterizado por una conmoción orgánica consiguiente a impresiones de los sentidos, ideas o recuerdos, como pueden ser el llanto, una carcajada, sudoración, enrojecimiento, etc.
Se utiliza el concepto de emoción como sinónimo de sentimiento, de estados psicológicos y biológicos, y a una variedad de tendencias en el actuar. Existen algunos autores que ven diferencias entre la emoción y el sentimiento, señalando que el sentimiento es la permanencia de la emoción en el tiempo y la emoción es la respuesta al estímulo a través de los sentidos.
Existen cientos de emociones así como innumerables matices. Por ejemplo el amor, este gran sentimiento, conlleva aceptación, simpatía, confianza, amabilidad, devoción, adoración, etc. Hay emociones más fácilmente observables como alegría, amor, sorpresa, ira, tristeza, miedo, vergüenza, ansiedad, desesperanza, preocupación, odio, entre otras.
Estudios contemporáneos demuestran que las emociones se asocian a mejor memoria y a mejor capacidad de aprendizaje (Menecier, 2004). Los enfoques cognitivos las consideran importantísimas, ya que se comprende y se recuerda mejor las situaciones que van asociadas a la emoción que estas hayan provocado.
“La emoción del profesor tiene que ver con lo que se aprende y determinan los juicios que los estudiantes tendrán sobre sus maestros” (Matta, 2004).
Tomar conciencia de los propios sentimientos y emociones en el momento que se experimentan es fundamental para el actuar pedagógico, ya que la conciencia permite controlar las propias reacciones.
Las dimensiones de la emoción son tres: una fisiológica como parte del sistema nervioso, una conductual como las manifestaciones corporales que las expresan y las sensoriales como la alegría, el amor, el miedo, etc. Todas las emociones se expresan y observan en conductas.
Conductas características en la dimensión emocional
Analizaremos algunas conductas que muestran los profesores cuando son catalogados de:
Amoroso. El amor es el afecto por el cual se busca el bien para gozarlo. Encierra aceptación, simpatía, confianza, amabilidad, devoción, afinidad y otras emociones positivas.
¿Cómo demuestra el profesor este sentimiento frente a sus estudiantes? ¿Qué conductas son observables? Podemos decir que un docente es amoroso cuando:
Conoce el nombre de cada uno de sus estudiantes.
Está atento a sus necesidades.
Es generoso, alegre, colaborador.
Es mediador y guía.
Estimula sus logros.
Entrega recompensas orales o concretas en forma inmediata o diferida frente al cumplimiento académico general.
Incentiva a los padres a expresarle al niño que “él es capaz de”.
Hace reflexionar al estudiante acerca de sí mismo, siendo mediador en la conversación.
Ayuda a conocer las emociones propias del estudiante.
Otorga sentido de pertenencia.
Trata de entender la conducta antes de castigar.
Esperanzador. La esperanza según Syder, es creer alegremente que todo saldrá bien. Según Goleman, tener esperanza significa que uno no cederá a la ansiedad, a una actitud derrotista ni a la depresión cuando se enfrenta a los desafíos.
El docente trasmite esperanza cuando:
Reconoce y motiva al logro.
No descalifica.
Tiene confianza en los recursos de los estudiantes.
Crea un ambiente de respeto, amabilidad y empatía.
Expresa interés en los sentimientos de los estudiantes.
Respeta opiniones.
Realiza reuniones donde se comparten experiencias.
Promueve programas de tutoría con estudiantes superiores.
Espaciente con el progreso de los niños.
Optimista. Ser optimista significa tener grandes expectativas en que, por lo general, las cosas saldrán bien a pesar de los contratiempos. La estructura mental de una persona optimista genera esperanzas. El aprendizaje socio emocional es a través de los vínculos y los modelos y ¿qué mejor que un profesor optimista para crear el buen auto concepto académico?
El profesor se muestra optimista cuando:
Realza las aptitudes y habilidades del niño o niña.
Alienta la expresión de las emociones de manera controlada para enriquecer el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Crea situaciones para mejorar la atmósfera o clima del aula.
Tiene capacidad de solución alternativa de problemas.
Insta a hablar “consigo mismo”.
Promueve “trabajo en parejas” donde un estudiante académicamente hábil se junta con otro no tan competente en los estudios, pero con otras habilidades.
Apoya con actividades extras para optimizar resultados.
Proporciona actividades y medios para que los estudiantes sean apoyados por sus padres.
Trasmite a los estudiantes la idea de que, a pesar de los tropiezos, tienen la capacidad y voluntad para lograr éxito.
Promueve el sentido de la reciprocidad y de la confianza mutua.
Convence a sus estudiantes que “todo irá mejor la próxima vez”.
Tiene expectativas realistas con los niños.
Animosos y con humor. El humor es la disposición del ánimo para alentar algo. Puede ser habitual o pasajero. Se habla de “buen humor” cuando la disposición es positiva y cuando se posee la facultad de descubrir y manifestar lo divertido o absurdo de una situación. El ánimo se traduce, en este caso, como energía, valor, voluntad, espíritu para alentar acciones.
Un profesor muestra buen ánimo y buen humor cuando:
Junta o hermana lo alegre con lo triste a través de una anécdota, un refrán, otros hechos graciosos o extravagantes, etc.
Es comunicativo y positivo en su manera de pensar.
Es capaz de intercalar chistes, bromas y anécdotas durante su clase para distender o relajar situaciones tensas.
Crea un clima emocional cálido, participativo e interactivo.
Los aportes de cada quien son valorados.
Da responsabilidad a sus estudiantes, monitorea su cumplimiento.
Realza las aptitudes y habilidades de los niños.
Incentiva a persistir en su accionar hasta conseguir sus objetivos.
Promueve la “lluvia de ideas” para la solución de conflictos.
Es lúdico.
Es consistente y predecible.
Empático. La empatía es la habilidad o capacidad para “ponerse en la situación del otro”. Las demostraciones empáticas tienen consecuencias inmediatas en las personas que las reciben. Estas demostraciones dependen de los modelos que se han recibido o conocido y difieren de una persona a otra e incluso de una cultura a otra.
Una investigación en EE.UU. del National Institute of Mental Health, mostró que la empatía tenía que ver con la disciplina que los padres y madres imponían a sus hijos. Los niños eran más empáticos cuando la disciplina incluía “llamados de atención” sobre la aplicación que una mala conducta provocaba en la otra persona. Era mejor decir por ejemplo: “Mira lo triste que se puso” en lugar de “Eso que le hiciste fue horrible”.
Un profesor es empático cuando:
Es capaz de “sentir” como el otro.
Interpreta el tono de voz y las expresiones faciales y corporales de sus estudiantes.
Refuerza las instrucciones.
Ubica al estudiante cerca de sí mismo.
Interpreta los sentimientos de otros a partir de pistas no verbales.
No presiona y controla los ánimos.
“Llama la atención” a los que presentan una conducta indeseada, en forma aislada y no en presencia del grupo-curso.
Ayuda a los estudiantes a comprender las reglas sociales.
Busca equilibrar el carácter y la competencia de cada uno de los niños.
Está abierto a sus propias emociones.
Propicia reuniones donde se pueda reflexionar sobre: ¿cómo se sienten?, ¿cómo se sienten con respecto a su relación con los compañeros?, ¿cómo se pueden resolver conflictos?, ¿qué quiero y espero aprender?, ¿cómo puedo colaborar?, etc.
Promueve tanto lo cognitivo como las habilidades, la socialización y la motivación.
Otorga condiciones ambientales de respeto, amabilidad y reconocimiento.
Asertivo. La asertividad apunta a un gran conjunto de comportamientos interpersonales que se refieren a la capacidad social de expresar lo que se piensa, lo que se siente y las creencias en forma adecuada al medio y en ausencia de ansiedad.
La asertividad es un subconjunto de las habilidades sociales que maximiza la probabilidad de obtener ciertos objetivos. En el área de los afectos la asertividad implica tanto dar y recibir elogios como expresar los reales sentimientos, creencias y pensamientos.
Ser asertivo implica cierto riesgo social, pues podría no tomarse en cuenta la opinión del otro; sin embargo, es un potencializador del desarrollo del individuo y favorece una adecuada formación del autoconcepto y la valorización de sí mismo.
Un docente es asertivo cuando:
Educa la expresión de las emociones.
Muestra diversas formas de resolución de conflictos.
Expresa el aprecio y el agrado que siente por las personas.
Siempre agradece.
Actúa coherentemente con sus principios, valores y creencias.
Habla con la verdad y da razones.
No dice sí “cuando quiere decir no”.
Defiende sus derechos y los de sus estudiantes.
Ser relaciona con sus pares y sus estudiantes en forma cálida, sincera y amistosa.
Genera una buena disposición y confianza en los demás.
Expresa sus opiniones de un modo adecuado a la situación respetando las de los demás.
Resuelve los problemas en una situación determinada en forma consensuada.
Es hábil en lo social y posee una sólida red de amistades.
Da y recibe elogios.
Expresa sentimientos positivos en general.
Respeta el derecho de los otros.
Es espontáneo.
Estrategias para crear una atmósfera emocional positiva en la sala de clases
El sistema escolar debe ser estructurado y a la vez flexible.
Crear “apego” al profesor y al colegio sobre la base de la “disponibilidad”.
Conectarse con los intereses de cada estudiante según su edad y sensibilidad.
Establecer situaciones para que el estudiante asocie el aprendizaje con algo grato y placentero.
Dar oportunidad para pensar y actuar según la comprensión sobre sus acciones.
Hacer campañas de “ayuda mutua” o tutorías entre estudiantes tanto en lo académico como en lo social y emocional.
Hacer “juego de roles” donde se representen actitudes y situaciones que se desean implementar o evitar en la sala.
Idealmente concebimos un profesor o profesora con las siguientes cualidades:
Sincero. Ejerce su profesión por vocación.
Digno. Respeta su conducta y su comportamiento.
Equitativo. Es justo y franco.
Seguro. Se domina a sí mismo y sabe lo que está haciendo.
Respetuoso. Acepta opiniones aún cuando difieran de las suyas.
Humilde. Pide y acepta sugerencias y consejos; reconoce sus errores.
Generoso. Comparte conocimientos y aciertos.
Leal. Cumple con sus principios, adhiere a los del colegio que lo acoge, apoya y defiende a sus estudiantes.
Honesto. Dice la verdad y muestra sus sentimientos.
Sobrio. Se ubica en la vida con serenidad, alegría y buen humor.
Responsable. Conoce su materia y busca capacitación para ser experto en ella.

Es necesario recordar que:
Las emociones son contagiosas.
Las señales emocionales afectan a las personas con las que estamos.
Existe una relación entre las emociones y el sistema nervioso de manera que estas repercuten en el sistema inmunológico.
El respeto, el amor y el buen humor derriban la hostilidad en cualquier situación.
Los estudiantes en general necesitan comentarios positivos porque los ayudan a incrementar su autoestima y auto-confianza.
Cuanto más intenso es el sentimiento, más dominante es la “mente emocional” y más ineficaz la “mente racional”.
El sentimiento o la percepción que el niño construye de sí mismo es fundamental y es trasmitido en gran medida por el profesor, resultando de gran importancia para la motivación y la actitud que desarrolle ante el aprendizaje.
Los estudiantes que se sienten valorados y respaldados en la escuela se comprometen con los valores que ella promueve: por ejemplo: la responsabilidad, la solidaridad la amabilidad, etc.
Existen necesidades psicológicas básicas que son imprescindibles de satisfacer por parte de padres y profesores. Estas necesidades, entre otras, son:
Afecto
Aceptación
Compañía
Comunicación
Seguridad
Valoración
Reconocimiento

VOCACIÓN
La palabra vocación viene del verbo “vocare”, que en latín significa llamado.
La tarea de educar consiste en acompañar el desarrollo y el crecimiento del ser humano para que alcance su plena madurez en todos los ámbitos y pueda libremente asumir un servicio que contribuya a mejorar el mundo en que le toca vivir.
Según los distintos tipos de personalidad podemos distinguir aquellos llamados a servir o a “realizarse” desde las vocaciones sociales, científicas, artísticas, humanistas, religiosas, etc., dependiendo de las habilidades y características manifiestas para desempeñarse en ámbitos de esa naturaleza. Una de las condiciones necesarias para la calidad de un profesor es que tenga vocación.
La vocación del docente requiere:
Un gran carisma de humanismo afectivo-social, ya que, sin importar la disciplina que enseña, debe acompañar a la persona que aprende desplegando lo descrito en “cualidades y habilidades del que enseña”.
Gusto por estar con otros, establecer relaciones sociales, interactuar, participar, cooperar, formar equipo, pertenecer a un grupo. La labor del docente siempre es interactiva e interpersonal.
Habilidades sociales desarrolladas para ser competente en esta mediación, tales como la empatía, asertividad y respeto.
Inclinación para perseguir un fin; en este caso, para perseguir con ahínco la educación de cada uno de los estudiantes y su aprendizaje.
Alegría en el desempeño de la profesión, “es el termómetro de la vocación”.
Interés por cada uno de los niños y niñas que son alguien y no algo, creer que son capaces de conocimiento y de amor, capaces de pensar y de razonar, que gozan de libertad que les permite elegir entre el bien y el mal, entre la dignidad de sí mismos y la esclavitud de las pasiones, entre los grandes ideales del hombre o la vida vulgar, reconocer que no está aislado sino en comunicación con el mundo exterior, con su entorno, con otras personas y en el aspecto sobrenatural, con Dios mismo.
Ejercer su profesión con espíritu de servicio y no admitir las cosas mal hechas, por el convencimiento de la nobleza de su trabajo. No repara en las dificultades, ni en sacrificios.
Sentir vivos deseos de trascender, indispensables en un profesor de calidad.
Desestimar la rutina en su tarea diaria y no ver dos días iguales en su hacer escolar.
Dejar huella en sus estudiantes. Hacer de su vida un constante ejemplo con las actitudes y el comportamiento, de modo que el estudiante aprenda con más eficacia que a través de las solas palabras del profesor.
Espíritu de superación para adquirir habilidades y destrezas para educar con técnica y metodología adecuada.
Valorar más el esfuerzo del estudiante que la nota No está pendiente de modo exclusivo de las notas, de un número frío que en ocasiones solo refleja los conocimientos empaquetados en la memoria.
En el último tiempo han aparecido películas que muestran la vocación del profesor y que es estimulante ver o volver a ver con una nueva mirada. Algunas de ellas son:
Ni uno menos
La sociedad de los poetas muertos
Toma mi mano
Mentes peligrosas
La clase de música
Los Coristas
Música del corazón
Triunfo a la vida
Claro-oscuro
La lengua de las mariposas
Machuca
La vida es bella
Un lugar en el mundo
El profesor de piano
La novicia rebelde
Habilidades sociales
“Las palabras ilustran, los ejemplos arrastran”.
Anónimo
Cuando se habla de habilidades nos referimos a la capacidad para ejecutar una conducta, que puede entenderse como destreza, diplomacia, capacidad, competencia, aptitud. Si hablamos de habilidades sociales decimos que la persona es capaz de ejecutar una conducta de intercambio, de interacción con otros, que se traduce en actos concretos con resultados favorables.
Habilidad social es la capacidad de relacionarse con el medio, de establecer una interacción competente, integrando las áreas afectiva, social y cognitiva de forma adecuada. La habilidad social debe considerarse en un marco determinado; es diferente en relación a las características de cada país, donde existen sistemas de comunicación distintos, hábitos y costumbres que la propia idiosincrasia crea entre sus habitantes.
Para abordar las habilidades sociales del docente es importante tener en cuenta la definición de interacción social que se refiere a un acción mutua o de reciprocidad; dicho de otro modo, la acción se desarrolla entre varias personas, lo cual da la posibilidad de una retroalimentación, de modo que la noción de habilidad social entre en el ámbito de lo recíproco y en el continuo de la acción del uno sobre el otro y de este sobre aquel.
El ser humano está todo el tiempo inmerso en un proceso continuo de adaptarse -desadaptarse- readaptarse; es precisamente por esta capacidad, que las habilidades sociales reciben hoy una importancia capital, debido a la complejidad en que se desenvuelven los seres humanos y a las exigencias que los diferentes medios imponen sobre el individuo.
Características de las habilidades sociales
Son aprendidas: casi todas las conductas y comportamientos de la persona son aprendidos. El término habilidades significa que la conducta interpersonal consiste en un conjunto de capacidades sociales en las que se ejecuta una conducta social de intercambio con resultados favorables para ambos implicados, donde está implícito el aprendizaje. Son aprendidas a lo largo del desarrollo, pero especialmente en la infancia. Se aprende a relacionarse por modelo, por imitación, por ensayo y error, por experiencias con refuerzos positivos, por observación.
Son recíprocas. El contacto humano, fundamento de las relaciones de intercambio, se produce en un indeterminado caudal de consecuencias de uno para con el otro y viceversa, por lo que existe en todo momento una constante ida y vuelta. La acción se desarrolla entre varias personas, lo cual da la posibilidad de una retroalimentación, por lo que la noción de habilidad social se considera dentro del ámbito de lo recíproco y en el continuo de la acción del uno sobre el otro y de este sobre aquel.
Son circulares. La interacción fundamenta la respuesta del otro en una combinación de la acción iniciada; de manera que la habilidad social no termina sin la acción del otro, es decir, la habilidad social supone beneficios para ambos implicados. Se retroalimentan y aumentan con el refuerzo social positivo.
Son ascendentes. A mayor interacción favorable, mayor bienestar, acercamiento y entendimiento. Por el contrario, a mayor incomprensión y desencuentro, mayor desagrado y frustración en el intercambio e interacción y mayor distanciamiento.
Las habilidades sociales comprenden tres destrezas:
Verbales. Se distinguen, entre otras, muletillas, clichés, formas de hablar, de saludar, de pedir, de agradecer, de regalar, de festejar.
No verbales. Gestos, posturas, actitudes, miradas, voz, expresiones faciales, movimiento de las manos, piernas, etc.
Procesos de mediación cognitiva. Son procesos de pensamiento con respecto a la interacción con otro, tales como asociar, observar, conocer, analizar, comparar, deducir, generalizar, sacar conclusiones, etc. La sociedad los ha descuidado y no se han enseñado y desarrollado destrezas cognitivas que tienen relación con procesos de pensamiento para adquirir buenas o malas habilidades sociales. Recientemente se están incorporando programas en los colegios para desarrollarlas.
Son habilidades sociales:
Desarrollar pensamiento alternativo.
Percibir una situación problemática.
Anticipar las consecuencias de sus actos.
Dar y recibir elogios.
Dar y recibir críticas respetuosamente.
Defender los propios derechos.
Exponer sus argumentos.
Respetar.
Empatizar.
Tomar decisiones.
Resolver conflictos.
Interactuar con personas diferentes.
Participar, cooperar, integrarse.
Hábitos de cortesía.
Iniciar y poner término a una conversación.
Empatía.
Asertividad.

Algunos alcances acerca de las habilidades sociales en educación
Las habilidades sociales se ejercitan constantemente en la interacción con los estudiantes, con los profesores, con los padres y con toda la comunidad escolar, ya que permanentemente se está en relación con otros. Conviene ejercitar las siguientes conductas a fin de facilitar la relación:
Pensamiento alternativo. Generalizar varias respuestas o alternativas frente a una misma situación, incluso en situaciones simples como escoger cuál ropa usar, en qué medio transportarse, etc. Hay muchas formas de generar una respuesta correcta, se puede salir de una situación de diversas maneras, y todas pueden ser igualmente adecuadas.
Desarrollar pensamiento alternativo es una muy buena manera de disminuir las dificultades afectivas y sociales.
En ambientes ricos afectivamente se da normalmente esta conducta y es enriquecedora para encontrar alternativas variadas. Lo contrario es el pensamiento rígido, inflexible, categórico, inadaptativo, inadecuado.
Anticipar las consecuencias de sus actos. Toda acción causa una reacción, es una constante de la física y ocurre también con el comportamiento, pues existe una relación entre la causa y el efecto. Como las habilidades sociales son circulares, podemos anticipar las reacciones y consecuencias de nuestros actos. Toda situación genera una emoción y una reacción, no hay conductas neutras. Por ejemplo, al poner un sobrenombre desagradable a alguien, es probable que genere una forma de desquite.
Capacidad de dar y recibir elogios. Esta práctica de salud mental y refuerzos positivos, desencadena en una interrelación nutritiva y de conductas positivas. No ser tacaño con los elogios, encontrar y transmitir lo positivo.
Dar y recibir críticas. Es necesario corregir, señalar los errores; la crítica debe darse en dosis homeopáticas, adecuadas, oportunas, en el momento apropiado, centrándose en el hecho, sin atacar la persona y sin descalificar. Por ejemplo, decir “Tu pieza está desordenada” se recibe de manera muy diferente que “Eres un desordenado”.
Hábitos de cortesía. Aprender a dar las gracias, a pedir por favor, a saludar, a despedirse, según los códigos sociales aceptados. Aprender a solicitar algún favor, de forma clara, precisa, concisa, por qué y para qué, sin rodeos, con el gesto, la voz y el concepto adecuados.
Defender los propios derechos. Argumentar y respetar, sin atacar.
Empatía. Ponerse en el lugar del otro, sentir como el otro. Hay un proverbio chino que ilustra este concepto: “Hasta que no te pongas los zapatos del otro no puedes opinar ni juzgar su caminar”.
Iniciar, mantener y poner fin a una conversación. Implica interactuar asertivamente y dar razones para poner fin a un diálogo, atendiendo a las normas de cortesía y a las características de cada situación.
Tomar decisiones. Decidir una acción a realizar en tiempo y momento adecuados, en relación con las circunstancias; ni más lento, ni más rápido de lo necesario.
Integración con personas diferentes. Sexo, edad, raza, minusvalía, rango, autoridad, son variables que, entre otras, no deberían impedir la integración a diversos grupos.
Resolver conflictos. Los problemas se presentarán siempre y lo importante será saber resolverlos con empatía, asertividad, justicia, respeto e inteligencia. Un conflicto no debe percibirse como una guerra a ganar ni como el momento que marca el término de una relación, sino entenderse como un desacuerdo ante el cual hay que buscar entendimiento y acuerdos.
Asertividad
La conducta asertiva es aquella que le permite a una persona expresar adecuadamente afecto u oposición. La conducta de afecto se expresa en dar y recibir elogios, expresar sentimientos positivos en general; en cambio la conducta de oposición se expresa al decir que no, al manifestar desacuerdo, al hacer y recibir críticas, al defender derechos y expresar en general sentimientos negativos.
La asertividad debe respetar el derecho de los otros, intentando alcanzar el objetivo propuesto. Existe una tercera respuesta que no toma en cuenta ni la primera ni la segunda (expresar adecuadamente afecto u oposición) y tiende a efectuarse sin meditación, tornándose en una conducta violenta, atacante, descalificadora y agresiva.
El concepto de asertividad ha evolucionado, considerándose en la actualidad como aquella conducta referida a comportamientos interpersonales cuya ejecución implica cierto riesgo social; es decir, que es posible la ocurrencia de algunas consecuencias negativas en términos de evaluación social inmediata y/o rechazo.

Es necesario recordar que:
Ser asertivo es pensar lo que digo, decir lo que pienso y hacer lo que digo y pienso.
Ser asertivo no es herir a los demás ni faltarles el respeto.
Ser asertivo es hacerse cargo de la congruencia entre lo que pienso, digo y hago.
Ser asertivo es usar el lenguaje a partir de sí mismo: “yo creo que…, yo pienso que…, a mí me parece…”
Ser asertivo es reforzar con el gesto lo que se afirma o se niega con palabras.
Ser asertivo es poder estar de acuerdo o en desacuerdo y seguir manteniendo el diálogo.
Ser asertivo es poder decir que no sin agresividad ni violencia.
Ser asertivo es decir la verdad aunque sea difícil.
AUTOESTIMA
La autoestima, entendida como “la suma de juicios que una persona tiene de sí misma” es una de las conductas psicológicas que tienen mayor incidencia en la calidad de vida de las personas (Haeussler y Milicic, 1995).
Autoestima es el sentimiento del propio valer y del propio poder: “Yo tengo cualidades”. “Yo soy capaz” (Céspedes, 2000).
Autoestima es el sentimiento de respeto hacia sí mismo, de confianza, identidad y propósito que tiene un individuo (Reasoner, 1982).
La autoestima está compuesta por el amor a sí mismo, la visión de sí mismo, la confianza en sí mismo (Andree y Lebord, 1995).
Como se puede apreciar, el concepto de sí mismo lo constituyen todas las características que la persona se atribuye a sí misma, lo que piensa y siente respecto de sí.
Origen de la autoestima
Durante la niñez se forma gradualmente el concepto sobre sí mismo basado en los mensajes que se reciben de los padres en la primera infancia, y luego cada mensaje positivo o negativo dado no solo por sus padres, sino por profesores, otros niños y adultos, se acumula para ir formando un auto concepto de sí mismo. Si el niño recibe mensajes positivos acerca de su conducta, empezará a formarse un buen concepto de su persona. Si, por el contrario, se le compara y se le regaña con frecuencia, creerá que sirve para poco, se sentirá un niño malo y desarrollará una pobre imagen de sí mismo (Acevedo, 2005). Cada mensaje positivo o negativo deja una huella y estas se acumulan hasta formar un auto concepto que se transforma en autoestima alta o baja.
La autoestima se forma día a día. Son pequeñas decisiones que toma el niño sobre sí mismo en el diario vivir y que forman impresiones tales como: “soy bueno, soy ordenado, soy obediente, me gusta hablar, me gusta jugar a la pelota, no me gusta comer, me cargan las verduras, me gusta jugar con amigos, etc.”. Después de los padres, son los compañeros en el colegio y especialmente los profesores, quienes poseen una influencia determinante y poderosa.
Se encuentran en riesgo de desarrollar una autoestima pobre aquellos niños con problemas escolares, con impedimentos físicos o características que los hagan sentirse diferentes y en desmedro de los demás. Lo mismo sucederá con el niño sobreprotegido, quien recibe constantes mensajes de minusvalía, peligros o incapacidad para enfrentar las dificultades.
Las personas desarrollan su concepto de eficiencia y autoestima mediante cuatro fuentes de información:
Las experiencias directas de logro o éxito personal; las experiencias reiteradas de éxito son acumulativas.
Experiencias vicarias; experiencias que se obtienen de los demás. La observación de situaciones de éxito o fracaso son informaciones muy especiales para la autoestima.
Persuasión verbal; demostrar y convencer a la persona que posee las capacidades.
Activación emocional; las expectativas de éxito aumentan en ausencia de tensión, nerviosismo, ansiedad, etc. (Bandura, 1967).
De esta forma, si la autoestima es alta expresa un sentimiento de ser “suficientemente bueno” y de estar preparado para diferentes situaciones.
La baja autoestima implica la insatisfacción, el rechazo y el desprecio hacia sí mismo por lo cual emerge la imposibilidad de realizar ciertas tareas y se genera un sentimiento de minusvalía.
Las investigaciones demuestran que hay diferencias entre los géneros con respecto a la autoestima que tienen los niños y las niñas tanto en la percepción como en lo que demuestran.
En investigaciones se ha encontrado que los hombres se perciben a sí mismos con habilidades cognitivas. Las mujeres tienden a tener mayores niveles de autoestima en lo que se refiere a su capacidad de interconexión con otros. También se señala que hay diferencias en el autoconcepto académico; los hombres tienen mejores niveles en habilidades físicas y matemáticas en tanto las mujeres se perciben superiores en áreas verbales, lectura y logro escolar (Josephs, Markeus y Tafarodi, 1992).
Los varones muestran en promedio más altos niveles de autoestima en los cursos de 3° a 6° básico. En los estratos socio económicos altos, los niños tienen más alta la autoestima que sus iguales de estratos más bajos (Gorostegui y Milicic, 1993).
El desarrollo de la autoestima en el ámbito escolar se relaciona con el rendimiento y la percepción positiva del clima escolar por parte de los estudiantes (Aron y Milicic 1999). Una escuela que promueve la creatividad y la libre elección de actividades puede mejorar la autoestima.
En el libro Creo en Ti (Milicic, 2001), se afirma que en este ámbito escolar la construcción de la autoestima y del concepto positivo tienen directa relación con la confianza que se le entrega al niño: “confío en ti”.
Autoestima del estudiante
Las principales características de los niños y las niñas con autoestima positiva son:
Se sienten bien con su cuerpo.
Valoran sus capacidades físicas.
Aceptan sus limitaciones.
Son independientes.
Son seguros de sí mismos.
Aceptan desafíos.
Son flexibles.
Toleran las frustraciones.
Tienen buenas relaciones con la mayoría de las personas.
Son confiados y cooperadores.
Aceptan críticas.
Aprovechan las debilidades y destrezas.
Asumen sus responsabilidades.
Son constantes.
Estrategias para desarrollar autoestima en los estudiantes:
No sobrecargar a los estudiantes con exigencias y normas, puesto que el exceso los conducirá a desistir en su cumplimiento.
Dar trabajo acorde con las habilidades y destrezas de los estudiantes.
Aprobar el trabajo bien hecho y el buen comportamiento.
No exigir excelencia; valorar el esfuerzo.
Corregir sin humillar.
Favorecer las actividades del grupo.
Mostrar afecto.
Usar una metodología que fomente la cooperación más que la individualidad y la competencia.
Promover actividades que permitan conocerse mejor a sí mismo, a su curso y a su grupo de pertenencia.
Autoestima del docente
Un aspecto muy importante para el ejercicio de la docencia es la percepción que se tiene de sí mismo; es decir, el autoconcepto y/o autoestima, lo que piensa y siente respecto de sí mismo.
La figura del docente en su relación con el niño es decisiva para la formación de la autoestima. Debe sentirse orgulloso, realizado y pleno en el desempeño de su labor y transmitirlo. Como mediador debe encarar las creencias, valores y atributos sobre sí mismo y sobre los estudiantes que le han sido confiados. Debe sentirse aceptado, valorado y admirado. El docente es un modelo para el estudiante y el apoyo que él da y su compromiso con la enseñanza son de una importancia capital para el desarrollo de una autoestima positiva.
Existen cinco componentes básicos para la autoestima del docente:
Seguridad
Auto concepto
Integración
Motivación
Competencia
Si uno de estos componentes mejora positivamente, influirá en forma positiva sobre los otros. Por el contrario, si se produce un deterioro en un área se afectará negativamente a los otros (Voli, 1998).
Podemos citar algunos ejemplos:
Seguridad. Tiene confianza en sí mismo.
Auto concepto. Confía en sí mismo, se permite la introspección.
Integración. Amistoso y colabora al clima social.
Motivación. Tiene fe en que lo que desea es posible de alcanzar.
Sentimiento de competencia. Busca superarse, se motiva por aprender y valora sus éxitos.
Un docente puede desarrollar una alta autoestima y transmitir mensajes positivos con las siguientes actitudes:
Pensar que se tiene un conocimiento acabado de la materia que enseña.
Sentirse a gusto con la labor que se desempeña.
Realizar acciones que signifiquen ser valorado, aceptado, tomado en cuenta positivamente.
Desarrollar un espíritu de servicio que satisfaga las necesidades de los demás y por eso ser reconocido.
Actuar con una buena cuota de habilidades sociales que le permitan un intercambio positivo con el medio y con las personas con las que interactúa.
Pensar que se cuenta con las condiciones personales necesarias para ser un buen docente.
Pensar sobre sí mismo: “yo soy capaz, yo puedo, yo lo voy a lograr, sabré resolver esta dificultad, puedo pedir ayuda, soy una persona agradable, buena, responsable”. Pensar que se es una persona “querible”.
Reflexionar sobre las acciones que se han realizado con éxito.
Valorar de sí mismo el esfuerzo, tesón, conocimiento y amor que se ha puesto en las acciones que ha realizado con éxito.
Tomar conciencia de que la propia actitud determina positivamente o negativamente el resultado de las acciones.
Practicar permanentemente hábitos de cortesía.
Desplegar hábitos de orden y disciplina que faciliten las acciones y hagan sentir bien.

También es necesario recordar lo siguiente:
La autoestima se construye en la interacción con las personas que nos rodean.
Es importantísimo sentirse querido y aceptado.
Los términos de autoestima y auto-concepto son distintos (Barrios, Frías y Maestre, 1996). El auto-concepto es la percepción que se tiene de diversos aspectos de sí mismo. La autoestima es la valoración positiva o negativa que se hace de sí mismo. El autoconcepto se refiere a la parte racional (cognitiva) y la autoestima a lo afectivo. El sentimiento de seguridad, factor muy relacionado con el desarrollo de la autoestima, se favorece poniendo límites, exigiendo el respeto a sí mismo e incentivando la responsabilidad.

VALORES
Se define valores como aquellos criterios preferenciales, que determinan las acciones que se emprenden, tomando una opción. Todo lo que parece que vale la pena para vivir mejor y ser una buena persona, es un valor: honestidad, respeto, verdad, sinceridad, cortesía, obediencia, responsabilidad, compromiso, humor, privacidad, cercanía, ternura, simpatía, etc. Es valor todo aquello que a la persona le importa, le interesa, le parece valioso; lo que merece la pena, lo que atrae, lo que despierta las ganas de tenerlo o vivirlo.
Generalmente se habla de valor en referencia a lo moral. En este caso se hablará en referencia a lo pedagógico, que pone el acento en desarrollar, hacer crecer, no imponer. Educar en valores en pedagogía es enseñar, modelar, guiar, conducir hacia un bien, hacia algo valioso para la vida personal y para la sociedad. Se asume como una tarea difícil pero no imposible y por sobre todo, importante.
La existencia de los valores en las personas se genera en las actitudes. Conocemos los valores a los que una persona adhiere porque son percibidos, vivenciados, explicitados con la acción. No basta con afirmarlos verbalmente para que se den como existentes. Los valores deben ser encarnados, percibidos en las personas y en los hechos.
Por el contrario, anti-valor es aquello que siendo importante para el sujeto, no es un bien ni para sí mismo ni para la sociedad. Es todo aquello que le hace daño tanto a la persona como a los demás, como el alcoholismo, la droga, el aborto, etc. Motivar a descubrir lo que beneficia al estudiante, es una gran tarea para el educador.
Tipos de valores
Hay muchos tipos de valores: morales, estéticos, religiosos, intelectuales, espirituales, absolutos, pragmáticos, pedagógicos, racionales, afectivos, operativos, etc. Podemos citar algunos ejemplos:
Morales: Relacionados con el bien o el mal (verdad, justicia).
Éticos: Relacionados con el bien común (honestidad, equidad).
Religiosos: Relacionados con la fe, con la adhesión a las creencias, con el sentido de la vida, con la trascendencia.
Estéticos: Relacionado con la belleza (armonía, música, pintura, arte).
Sociales: Relacionados con la comunidad, grupo (paz, dignidad).
Intelectuales: Relacionados con el conocimiento (observación, análisis, juicio).
Pedagógicos: Relacionados con la formación (responsabilidad, cooperación).
Espirituales: Manifestación de ideales (fidelidad, generosidad).
Absolutos: Aquellos que valen por sí mismos, no hay nada que los sustituya (dignidad, vida, persona, libertad).
Pragmáticos: Aquellos que son útiles y traen un beneficio a la persona (reconocimiento, fama, poder, dinero).
Racionales: Argumentos, conocimientos, información, fundamentación.
Afectivos: Cordialidad, acogimiento, cercanía, anidados en el corazón.
Operativos: Relacionado con acciones que en sí mismas son valiosas (gimnasia, orden, recreación, deportes).
Valores pedagógicos
Son valores pedagógicos aquellos que resguardan la dignidad humana. La dignidad humana es el valor fundamental y fundante del resto de los valores. Si el ser humano en sí mismo no se considera digno, ¿qué razón habría para llamar valiosas sus acciones y sus productos?
Esto que parece tan abstracto, “dignidad humana”, en pedagogía es algo concreto cuando el educador ha tomado consciencia de que se ha confiado en sus manos a una persona integral, que siente, sufre, piensa, ama, llora, canta y aprende.
Valor, valía, virtudes, valoraciones, son todos términos que forman parte substancial de nuestro actual vocabulario pedagógico. Lo corroboran los cientos de miles de libros, artículos, páginas de Internet escritas en todos los idiomas sobre el tema y se nos pide una respuesta en el quehacer escolar cotidiano.
Para hablar de valor pedagógico hay que tomar en cuenta que estos operan en tres niveles, desde las siguientes dimensiones operativas:
Dimensión racional cognitiva: “lo entiendo”, racionalizo, conozco la teoría.
Dimensión afectiva: “me gusta, me hace vibrar”, lo amo y experimento vivencialmente.
Dimensión operativa: “lo realizo, lo hago”, lo vivo, lo encarno, me mueve a la acción.
El punto de partida para la educación en valores son los valores mismos que el educador se esfuerza por adquirir y practicar. Las fuerzas naturales no son suficiente para formar personas, se necesita algo más: educación y educadores, valores pedagógicos que se transmitan en la vida.
El esfuerzo pedagógico consiste en hacer que un valor externo se vuelva propio; esto es, acompañar al estudiante a descubrir que cierta conducta o comportamiento es valioso para él y para los demás, que le hará la vida más fácil y agradable. Por ejemplo: orden, esfuerzo, trabajo, solidaridad, compañerismo, amistad, conocimiento, curiosidad, etc.
Los valores no son exclusivos, ni excluyentes o absolutos, sino complementarios entre sí. Valorar lo propio, sin hacerlo absoluto, afirmar los propios valores sin cerrarse a los otros absolutizándolos, es tener tolerancia y respeto por las diferencias individuales. Hombres y mujeres pensamos, sentimos y actuamos de forma diferente, incluso teniendo los mismos valores.
Valores pedagógicos que transmite el docente y la pedagogía en general
Respeto
Superación
Confianza
Cooperación
Compresión
Puntualidad
Orden
Fraternidad
Responsabilidad
Lealtad
Honestidad
Justicia
Solidaridad
Limpieza
Disciplina
Perseverancia
Criterio
Interés
Reflexión
A continuación expondremos dos de estos valores, de modo que se desarrolle de manera más amplia el concepto.
Criterio
Capacidad del ser humano para juzgar su entorno, para discernir lo conveniente de lo inconveniente, lo benéfico de lo nocivo. Criterio viene de “criba o cedazo que utilizaban los albañiles para colar la arena de las piedras a la hora de preparar la mezcla”. Haciendo la analogía, sería la capacidad humana de separar lo justo de lo injusto, lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso.
Hoy la sociedad valora lo que es factible y no tanto lo valioso; la viabilidad de los proyectos en economía, medicina, tecnología etc., suele ser más importante que la normativa ética. En el postmodernismo en que nos movemos, para nuestros jóvenes todo es bueno, relativo, lícito, y tiene justificación.
¿Cómo formar el criterio de nuestros estudiantes? La historia nos da testimonio de grandes maestros que han usado el recurso didáctico de conocer la interioridad humana para formar el criterio. Veamos algunos ejemplos:
Quilón, maestro de espartanos invitaba a conocerse a sí mismo, ir adentro, leer dentro de sí, intus-legere = inteligencia, pues sin ese auto-conocimiento no serían capaces de la acción. Es el punto de partida para la educación en valores pues al conocer los estudiantes sus alcances y limitaciones, podrán ejercitarse en alcanzar lo que es necesario y bueno para ellos. Es tarea del educador que sus estudiantes se conozcan cada día más, propiciando espacios dentro y fuera del aula, espacios de reflexión y conciencia.
Pitágoras, por otra parte, dividía el curso en dos durante cinco años: unos solo escuchaban al docente, y otros participaban activamente con preguntas y aportes al tema. Desarrollaba en sus estudiantes la capacidad de escucha, previa a toda participación. Era necesario desarrollar el oído antes de la vana opinión. La música, fundamental para él, invitaba a callar, a afinar la escucha, y disponerse a la reflexión personal. También exigía a sus estudiantes un acabado examen de conciencia al terminar el día, lo que los ayudaba a no vivir en la inmediatez de la vida, sino a aprender de los errores pasados, a prever consecuencias de los actos y a mejorar día a día (Laercio, 1984).
Del criterio depende la clarificación de valores, la correcta escala de los mismos, el diálogo, el entendimiento intercultural, la democracia, la tolerancia. Sin criterio las jerarquías personales e individuales pueden contravenir el bienestar familiar y social.
Justicia
Es la cualidad de dar a cada quien lo que le corresponde (Vocabulario de Jurisprudencia Romana, Instituto Savigniani Compositum). Es el valor que une a la persona con el medio en que se desarrolla, vincula al individuo con el entorno, creándose una mutua implicancia de beneficio: cada persona comprende que sus actos tienen una repercusión social, y que las decisiones sociales entrañan una influencia personal.
Por ejemplo, para repartir una torta en una familia compuesta por padre, madre, lactantes, escolares, adultos y ancianos, hay opciones para escoger un criterio: una podría ser cortarla en pedazos iguales, lo que sería llamado “equidad” y otra podría ser repartirla según la capacidad de comer y el apetito de cada uno, lo que sería “justicia” pues no supone una igualdad numérica, sino un dar lo que corresponde según las necesidades personales o las circunstancias de cada cual.
Gran parte de los valores se fundamentan en la justicia. El respeto es “dar lo que corresponde” a las personas en cuanto al trato, consideración, dignidad. La puntualidad es “dar lo que corresponde” a la institución donde se trabaja y a las personas que guardan una relación con nosotros.
Algunos maestros de la antigüedad muestran como inculcaron este valor. Solón repetía: “Aconseja a los ciudadanos no lo más agradable, sino lo mejor”. Tales de Mileto escribía: “No trabajes por ser bello de rostro, sé más bien bello en obras”. Sócrates exigía sus estudiantes: “Ser dueños de sí mismos”, pues el auto-dominio es reflejo de la justicia consigo mismo, ser capaz de ser señor de nosotros mismos y conseguir nuestras propias metas más valiosas.
Como se forma un valor: el puente entre la idea y la vida

Condiciones que debe tener el Educador para que los valores sean recibidos
El hecho de que el educador viva los valores lo convierte en “transmisor de valores”. Los valores se trasmiten aunque no se lo proponga, la voluntad de hacerlo se realiza de todas formas. Nadie da lo que no tiene, se transmite lo que se vive. Si tenemos amargura, transmitimos amargura; si tenemos miedo, transmitimos miedo (valores negativos); si somos alegres, transmitimos el valor de la alegría.
Aunque se cumplan todas las condiciones de intención y voluntad para lograr transmitir valores, si estos no se viven no llegan. Desear un valor tiene que ver con una motivación externa, con las condiciones de recepción del estudiante, si se muestra el valor puede que se despierte la intención y las ganas de obtenerlo. Para que el valor sea productivo debe ser motivador, interesante, atractivo, eso atrae la receptividad del mismo.
Descubrir cuál es el valor de “enganche” es una estrategia que estimula y permite integrar otros valores. A veces los valores más importantes son adquiridos por los más simples y poco relevantes, como está contenido en el dicho popular: “El amor entra por estómago”. Una buena comida puede motivar una conversación, una actitud de apertura, así como un buen paseo puede motivar una actitud de confianza. En estos casos el valor inferior es vínculo para los superiores, son un camino sencillo y cotidiano para desarrollar vínculos más profundos.
La recepción adecuada de un valor por parte del estudiante depende en primer lugar del respeto. Hay una diferencia entre respetar y estar de acuerdo. El respeto va por el valor absoluto, por la aceptación del hecho innegable de la dignidad de la persona humana. Es libre, único, original e irrepetible y su vida merece respeto. Shakespeare dijo: “El respeto es el eje del mundo”.
Formar personas armónicas y orgánicas que integren lo cognitivo, lo afectivo, lo volitivo y lo espiritual, es un gran desafío de valor pedagógico, es lo que integra el ser persona. La dispersión es desintegración de la personalidad.
Estrategias
Enseñar a los estudiantes a escuchar atentamente por un buen tiempo, invitándolos a contestar preguntas y solo después ayudarlos. No permita respuestas rápidas, ya que la reflexión les ayudará a formar criterio-entendiéndose por criterio, pauta o norma para discernir una cosa-. Ayude a sus estudiantes a reflexionar y examinar su conciencia al dormir y al despertarse: ¿Dónde fui? ¿Qué hice? ¿Dónde estuve? ¿Cuáles cosas practiqué? ¿Hice algo que no debiera? ¿Qué haré hoy por mi familia, por mis compañeros, por mi patria? Esta era la herramienta didáctica de Pitágoras para ayudar a formar un criterio sólido, consciente de la realidad en que se vive y se actúa.
El ejercicio que a continuación presentamos permite ejemplificar lo anterior. Haga un listado de los valores, de lo que es valioso para usted, sin orden ni jerarquía, y luego responda:
¿Por cuáles valores estoy dispuesto a dar la vida?
¿Cuál es mi motivación personal principal?
¿Cuáles son valores absolutos?
¿Por qué valor no estoy dispuesto a renunciar y no hay nada que lo sustituya?
¿De qué valor soy responsable?
¿Cuáles valores genero a mi alrededor?
¿Mi actuación genera vida y motivación en otros cercanos a mí? (social, comunitaria, personal, autoestima, etc.)
¿Qué valor encarno yo?
¿Qué valores encarnan otros educadores? Nombre tres personas.
¿Qué valor(es) quiero transmitir?
A continuación, nombre personas que transmiten o encarnan valores. ¿Cuáles? ¿Cómo? Posteriormente, desarrolle actividades tales como:
Revisar biografías.
Ver películas y videos de contenido valórico.
Desarrollar un diálogo de exaltación de valores.
Comunicar experiencias de amor enaltecedor.
Leer cuentos, fábulas, analogías, parábolas, para interiorizar valores y actitudes, favoreciendo la asimilación de conceptos: un buen cuento enseña más que mil discursos.

Es necesario recordar que:
Para transmitir valores el amor es primordial.
El amor respetuoso no domina, no invade, ni posee.
El amor compresivo ubica los fenómenos en la etapa y circunstancias de la vida en que está el otro.
El amor lúcido se da cuenta lo que conviene al otro, cuáles son sus necesidades.
El amor paciente evita salirse de las casillas para luego volver y rectificar.
El amor enaltecedor crea el clima adecuado para desarrollar valores.
Para formar criterio es necesario considerar que esto conlleva a confiar en la razón como elemento capaz de distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, lo bello de lo abominable.
Formar la capacidad crítica es anterior a la elección y práctica de valores.
Por más que el educador se esfuerce en transmitir los valores, no garantiza que el estudiante lo vaya a imitar, porque él es libre de aceptarlos o no.
Menospreciar, despreciar, descalificar, con la intención de transmitir valores, es una práctica inaceptable en educación.
EJERCER LA AUTORIDAD
“Creer en lo bueno del otro. Esa fe nuestra en el otro, se convierte en fuerza para que el otro crezca”.
La autoridad es un servicio para que el otro crezca en la libertad de elegir el bien propio y ajeno, viene del latín y significa “sostener para crecer”.
Algunos grandes personajes e instituciones sociales establecidas, pueden iluminarnos en este aspecto:
Gandhi: Autoridad de Paz. Sostuvo la lucha pacífica de la India para que crezca unida como nación.
Juan Pablo II: Autoridad de Unidad. Sostuvo el encuentro ecuménico entre las religiones para que crezca la paz y la unidad entre los pueblos.
Teresa de Calcuta: Autoridad en misericordia. Sostuvo a los más desposeídos y moribundos para que crezca el respeto a la dignidad humana hacia los más pobres, poniendo su corazón en la miseria.
Contraloría: Autoridad que sostiene la legalidad de las instituciones públicas para que crezcan en transparencia en beneficio de los ciudadanos.
Confederación de la Producción y del Comercio: Autoridad que sostiene la misión de la empresa privada para que crezca la economía en beneficio de los trabajadores.
Autoridad de los Padres: Sostenedores de la vida de sus hijos para que crezcan.
Ejercer la autoridad como docente es prestar un servicio en lo cotidiano, en el diario vivir, en acciones concretas. No es un concepto abstracto, inabordable. Ejercer la autoridad es un servicio de ternura y de firmeza (Lyford-Pike, 1988).
Servicio de Ternura. Dar un servicio de amor tierno, cariñoso, cercano, personal, incondicional, lleno de caricias y palabras de reconocimiento, de donación hacia un ser que se gestó en un acto de amor y que se recibe para educar en un acto de vocación y responsabilidad.
Servicio de Firmeza. Dar un servicio de amor inteligente, comprometido, servicial, verdadero, responsable, paciente, al que se responde con obediencia.
Estos componentes buscan el bien y el crecimiento de los estudiantes y no la comodidad de los profesores. Es una difícil armonía, pues por un lado la ternura exige comprensión, perdón, dialogo, acogimiento, y por otro lado la firmeza lleva a la obediencia, al crecimiento, al desarrollo de la potencialidad de ese ser humano. Por eso, haciendo una analogía con las plantas, a estas se las mima y se las poda, se las alimenta y se les ponen tutores, para que crezcan sanas, fuertes y manifiesten todo su esplendor.
Firmeza mal entendida: Ternura mal entendida:
Autoritarismo
Rigidez
Descontrol emocional
Agresividad
Descalificación
Maltrato
Abuso
Libertinaje
Blandura
Tolerancia total, sin impunidad
Permisividad
Sobreprotección
Abandono
D esborde emocional
Educar con autoridad exige coherencia de los profesores en cuanto a hacer lo que piensan, decir lo que piensan, y hacer lo que dicen. En definitiva, consiste en establecer un equilibrio y armonía entre estos binomios:
Comprensión ~ Exigencia: “Entiendo que te encanta la televisión, pero es hora de comer”.
Confianza ~ Respeto: “Yo sé que tú sabes, levanta la mano para contestar en tu turno”.
Libertad ~ Obediencia: “Puedes elegir los calcetines, pero tienes que vestirte de inmediato”.
Intimidad ~ Apertura: “Sé que te da vergüenza, pero tú puedes y debes leer el discurso”.
Ternura ~ Firmeza: “Te quiero mucho, pero debes ordenar tus cosas antes de salir”.
Sentimiento ~ Inteligencia: “Sé que esto te gusta, pero te puede hacer daño”.
Educar con autoridad no es nada fácil pues los estudiantes en su etapa de crecimiento:
E xploran el mundo, quieren conocer.
Buscan su identidad, forman su personalidad, conocen su temperamento.
Prueban sus límites, su independencia, su autonomía.
Interactúan con otros, con el medio, consigo mismos.
Desarrollan la conciencia moral, conocen el bien y el mal.
Se mueven por amor y desamor: afecto y rechazo y refuerzos positivos.
Considerando lo anterior, los estudiantes requieren:
Seguridad. Ser acompañados, contenidos, modelos a imitar, normas, ser claros.
Confianza. Que se crea en ellos, que son capaces, que pueden realizar acciones por sí mismos.
Autoestima. Buscan ser reconocidos, aplaudidos, valorados.
Independencia. Buscan valerse por sí mismos, hacer las cosas sin ayuda.
Identidad. Yo quiero, yo no quiero, yo soy, a mí me gusta…
Conocer. Buscan explorar, investigar, curiosear, tocar.
Interactuar. Requieren moverse, tocar, mirar, oler, hablar, estar con otros.
Todo esto produce conflictos en algún momento. Para educar y ahorrarse conflictos permanentes, es importante educar en el ejercicio concreto de la autoridad: sostener para crecer. “Abonar en la cuenta de ahorro emocional suficientes caricias, refuerzos positivos, ternura, valoración, palabras de valor y confianza que nos permitan sobregirarnos en un momento de cansancio e irritación y que para nuestros estudiantes sigamos siendo su modelo, su referente y aún más, nos sigan queriendo”. (Milicic y Céspedes, 2008).
Ventajas de ejercer una adecuada autoridad
Al marcar los límites ponemos un tutor para crecer sanos, fuertes, rectos, firmes, sólidos al igual que los efectos de la poda en el mundo vegetal.
Transmitimos a los estudiantes una imagen positiva de ellos mismos y una buena autoestima; por ejemplo, al obedecer el niño piensa: soy bueno, ordenado, cooperador, trabajador, alegre, obediente, servicial, etc.
Perfilamos las normas de respeto y convivencia que enriquecen la organización social y familiar, como son el respetar turnos, obedecer a los semáforos, aplicar normas de cortesía, etc.
Normas claras evitan trastornos de conducta y comportamiento en niños y jóvenes. Ilustra lo negativo la sentencia: “No hago lo que me agrada sino lo que me conviene”.
Entrega modelos de responsabilidad personal y social. Los profesores también obedecen a una autoridad externa.
Entrega un aprendizaje básico de hábitos tanto físicos (alimentación, higiene, sueño reparador) como sociales e intelectuales (comportamiento social, hábitos de trabajo y estudio, cortesía, respeto, relaciones interpersonales, participación, diálogo, comprensión, etc.).

Es necesario recordar que:
Las actitudes para ejercer con eficiencia la autoridad son:
Cariño incondicional
Compromiso permanente
Paciencia infinita
Equilibrio y flexibilidad
Constancia y perseverancia
Hablar claro
Mirar a los ojos
Respaldar las palabras con actos
Poner las reglas del juego con anterioridad
Anticipar las consecuencias de sus actos
Estas actitudes evitan autoritarismo y permisividad. Sin embargo, en casos extremos, es preferible para el desarrollo un exceso de autoridad que permitirá contar con múltiples límites para crecer, ya que la ausencia de esta dejaría al sujeto sin estructuras. Ejercer autoridad no traumatiza a nadie. “Ausencia de autoridad… un barco a la deriva…” (Aravena, 2007).
Hay diversidad de normas pero un solo principio: Respetar derechos y deberes de padres y de hijos, de profesores y de estudiantes.
DOMINIO DE LA DISCIPLINA
Una de las claves para el éxito del proceso de enseñanza aprendizaje es la disciplina. Si bien el concepto de disciplina tiene varias acepciones, tomaremos para nuestro objetivo la siguiente:
“Disciplina es la observancia de las leyes, reglas y ordenamiento de una institución, en este caso la institución escolar”.
Es necesario tener presente que la disciplina se adquiere en la interacción constante entre el docente y el estudiante; no se adquiere en forma rápida sino en el largo plazo y debe formar parte de los objetivos transversales en el quehacer educativo formativo.
Manejar las acciones que se presentan en la sala de clases es una situación muy compleja porque significa manejar la relación del docente y el conjunto de diferencias individuales que forman el grupo curso. La disciplina es indispensable para poder realizar una buena relación enseñanza-aprendizaje y lograr mantenerla es habilidad de un profesor exitoso.
En todas las salas de clases surgen problemas conductuales y no siempre hay tiempo, preparación o ánimo para analizar las causas que las provocan. Sin embargo, el docente debe implementar adecuadas conductas para lograr un aprendizaje eficaz en sus estudiantes.
El manejo de las conductas disruptivas se ha vuelto importante por la presencia cada vez más frecuente de trastornos conductuales y emocionales en la infancia. A nivel de la sala de clases hay que considerar la actitud y la personalidad del docente en relación a las dificultades presentadas por los estudiantes. Por ejemplo: ¿tiende a pensar que es un problema de los apoderados? ¿Tiende a dar excesiva atención a las conductas problemas y las magnifica? O por el contrario, ¿minimiza los trastornos y no les da solución?
La personalidad del docente imprime un tipo de clima determinado en la sala de clases; los profesores de carácter más estructurado y organizado son más efectivos en promover el autocontrol y el logro escolar, pero deben cuidar de no caer en excesiva rigidez o autoritarismo. Los profesores más espontáneos y tolerantes generan mayor participación y seguridad en los estudiantes, pero si es excesivo pueden generar falta de auto control y escasa formación de hábitos. Un docente organizado y carismático sería la formula más adecuada.
Disciplina en el hogar y ejercicio de la disciplina
Tanto en la escuela como en el hogar, la disciplina es un elemento básico para la educación de hijos e hijas y estudiantes. Se deben marClaves car límites y objetivos claros que permitan diferenciar qué está bien y qué está mal. Tal vez uno de los errores más frecuentes que cometen padres, madres y educadores, es excederse en la tolerancia. Y entonces empiezan los problemas. Se debería llegar a un equilibrio, pero, ¿cómo conseguirlo para ejercer una adecuada disciplina?
A continuación revisaremos algunos de los principales errores que con mayor frecuencia debilitan y disminuyen la disciplina de padres y profesores:
La permisividad. Es imposible educar sin intervenir. El niño pequeño no tiene conciencia de lo que es bueno ni de lo que es malo, de lo correcto o incorrecto, de lo conveniente o inconveniente. No sabe si se puede rayar en las paredes o no. Los adultos somos quienes hemos de decirle lo que está bien o lo que está mal. El dejar que se ponga de pie encima del sofá porque es pequeño, por miedo a frustrarlo o por comodidad, es el principio de una mala educación. Un hijo que hace “maldades” y sus padres no lo corrigen, finalmente pensará que es porque no lo estiman ni lo valoran. Un profesor que permite que la mayoría de los estudiantes masquen chicle, hablen por celular, no tengan los materiales necesarios y a mano, no ejerce su autoridad ni promueve el seguir las normas establecidas. Los niños necesitan referentes y límites para crecer seguros y felices.
Ceder después de decir no. Una vez que se ha decidido actuar, la primera regla de oro a respetar es la del no. El no es innegociable. Aunque nunca se debería negociar el no, suele ser el error más frecuente y que más daño hace a los educandos e hijos. Cuando usted vaya a decir no a su hijo o hija, piénselo bien, porque no hay marcha atrás. Si usted le ha dicho a su hijo que hoy no verá la televisión, porque ayer estuvo haciéndolo más tiempo del que debía y no cumplió con sus deberes, su hijo no puede ver la televisión aunque le pida de rodillas y por favor, con cara suplicante, llena de pena, una nueva oportunidad. Hay niños entrenados en esta parodia. Lo mismo ocurre con las normas impuestas por los profesores. E n cambio el sí, sí se puede negociar. Si usted piensa que el niño puede ver la televisión esa tarde, negocie con él qué programa y cuanto rato.
El autoritarismo. Es el otro extremo de la permisividad. Es intentar que el niño haga todo lo que el padre quiere, anulándole su personalidad. El autoritarismo solo persigue la obediencia por la obediencia. Su objetivo no es una persona equilibrada y con capacidad de autodominio, sino hacer de ella una persona sumisa, una suerte de esclavo sin iniciativa, que haga todo lo que dicen los adultos. Es tan negativo para la educación como la permisividad.
Falta de coherencia. Hemos dicho que los niños han de tener referentes y límites estables. Las reacciones del padre/madre o docente han de ser siempre dentro de una misma línea ante los mismos hechos. Nuestro estado de ánimo ha de influir lo menos posible en la importancia que se da a los hechos. Si hoy está mal rayar en la pared, mañana también.
I gualmente, es fundamental la coherencia entre el padre y la madre. Si el padre le dice a su hijo que se debe comer con los cubiertos, la madre ha de apoyarlo, y viceversa. No debe caer en la trampa de: “Déjalo que coma como quiera, lo importante es que coma”.
Gritar. A veces es difícil no perder los estribos. De hecho, todo educador sincero reconoce haberlos perdido alguna vez en mayor o menor medida. Perder los estribos supone un abuso de la fuerza que conlleva una humillación y un deterioro en la autoestima del niño. Además, a todo se acostumbran las personas. Así también los niños y niñas a los gritos que cada vez surten menos efecto: Perro ladrador, poco mordedor. Gritar conlleva un gran peligro inherente. Cuando los gritos no dan resultado, la ira del adulto puede pasar fácilmente al insulto, a la humillación e incluso a los malos tratos psíquicos y físicos. Nunca debemos llegar a este extremo. Si los padres o los profesores se sienten desbordados, deben pedir ayuda: tutores, psicólogos, escuelas de padres, etc.
No cumplir las promesas ni las amenazas. Los niños aprenden muy pronto que cuanto más promete o amenaza un padre/madre o profesor, menos cumple lo que dice. Las promesas y amenazas deber ser realistas, es decir fáciles de aplicar. Un día sin tele o sin salir, es posible. Un mes resulta imposible de controlar y cumplir.
Negarse a negociar. No negociar nunca, implica rigidez e inflexibilidad. Supone autoritarismo y abuso de poder, y por lo tanto incomunicación. Un camino ideal para que en la adolescencia se rompan las relaciones entre los padres y los hijos.
No escuchar. Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el problema es que ellos no han escuchado nunca a sus hijos. Los han juzgado, evaluado y les han dicho lo que habían de hacer, pero escuchar atentamente, empáticamente… no siempre.
Exigir éxitos inmediatos. Con frecuencia, los padres tienen poca paciencia con sus hijos. Quieren que sean los mejores ahora. Olvidan que nadie ha nacido formado. Y todo requiere un periodo de aprendizaje con sus correspondientes errores. Situaciones y comportamientos que pueden admitir en los demás, no pueden soportarlos cuando se trata de sus hijos, en quienes solo ven aspectos negativos y que, “para que el niño aprenda”, se las repiten una y otra vez.
Las normas en la familia y en la escuela son una fuente de bienestar
En la familia y en la escuela establecemos normas y limites que nos facilitan la convivencia y permiten saber lo que esperamos de los otros y lo que ellos pueden esperar de nosotros. Si nos preguntamos por la razón de ser de esas normas o por el sentido de una regla, estamos haciendo referencia a los valores.
Las reglas o normas acordadas se pueden conocer mediante algunas preguntas como ¿qué se espera de mí? ¿Cómo debo comportarme? ¿Cómo debo dar fuerza a mi familia? ¿Cómo se toman las decisiones? Cuando las reglas existentes en la familia son rígidas, inflexibles y no acordadas, se genera malestar por parte de los hijos. En el caso contrario, cuando las reglas son de consenso, acordes a la edad y a las posibilidades de cada cual, se genera bienestar en todos los miembros de la familia.
Las normas y límites permiten guiar tanto el comportamiento de los estudiantes como el de los hijos. Las normas que favorecen la convivencia y permiten progresar a una familia o a un curso, son aquellas claras, realizadas en conjunto y adecuadas a su edad.
Las normas pueden ser:
Claras. Verbalmente explícitas y claras; los padres toman en cuenta la opinión de los hijos y tienen en cuenta la etapa de desarrollo; por ejemplo, no vas a tomar ninguno de los frascos de este lugar.
Difusas. Las reglas no son consistentes para los hijos, hasta que sobrepasan nuestra tolerancia y se nos salen de las manos sus conductas por no haber dictado normas consistentes. Los padres pueden no aclarar a sus hijos las normas, o dejar conversaciones abiertas cuando se deben hacer acuerdos.
Rígidas. Las reglas con colocadas de forma autoritaria y sin tener en cuenta la opinión de los demás. Usualmente las dictan los padres sin tener en cuenta la opinión y sentimientos de los hijos.
Es importante que ante varios problemas cotidianos como las tareas, el orden de la sala o habitación, la puntualidad, la hora de la comida o de llegada, se tengan en cuenta los siguientes puntos que favorecerán el cumplimiento de la norma:
Definir claramente el problema.
Enfocar los problemas uno por uno.
Ser consecuentes y constantes.
Ser positivos.
Hacer saber a los niños y niñas lo que se espera de ellos.

Es necesario recordar que
La disciplina no es castigo sino una ayuda para que los niños se comporten de forma adecuada según su edad y nivel de desarrollo, tanto cuando están solos como en ambientes sociales.
Los niños nunca deben sentirse ni amenazados ni temerosos cuando se les aplique la disciplina. Debemos enseñarles con ternura y firmeza.
La disciplina ayuda a:
E stimular la conducta adecuada.
Ayudar a evitar que surjan problemas a medida que el niño crece.
I nculcar un sentimiento de autodisciplina para toda la vida.

Tiempo de Espera o Tiempo Perdido (Wasting Time)
En la actualidad, ya entrados en el siglo XXI, en educación ha surgido con mucho ímpetu el interés y la discusión en torno al “tiempo” en la sala de clases.
Las autoridades educacionales, en su afán por tratar de optimizar el tiempo y mejorar el rendimiento de los alumnos, han pensado en aumentar las horas que se dedican a las asignaturas de Lenguaje y Matemática (que se han presentado como las mas deficientes en término de rendimiento, Pisa 2010), sosteniendo que a “mayor cantidad de tiempo dedicado a la asignatura, mayor aprendizaje efectivo”.
Esta aseveración no mejora las metodologías, la formación de los docentes, el contenido de las asignaturas, ni ninguna otra de las tantas variables involucradas en este proceso. Entonces, aunque se aumenten las horas exponencialmente, no se verán avances en el logro de los aprendizajes si no se refuerzan los otros aspectos de la asignatura considerada fundamental por todas las personas interesadas en el tema.
Como planteamos en nuestro libro A Estudiar se aprende, los aprendizajes efectivos se obtienen si se considera la formación del profesor como un factor fundamental. Esta formación debería desarrollar un espíritu de responsabilidad que lo lleve a preparar la clase en forma adecuada (no recurrir a la improvisación), a destinar tiempo para buscar estrategias y a preparar una buena motivación (aspecto fundamental para despertar el interés del estudiante y por ende su concentración), a que tenga muy claro los objetivos que persigue con cada clase impartida, a que tenga conciencia y maneje el clima del aula, etc.
En un artículo del diario El Mercurio del día 5 de Diciembre de 2010, la Directora del Centro de Perfeccionamiento Experimentación e Investigaciones Pedagógicas del Ministerio de Educación (CPEIP), Carmen Cruz Fabres, recuerda un estudio reciente hecho en el país que reveló que “en promedio, en muchos colegios, los aprendizajes efectivos no pasan de 20 minutos en una clase prevista de 45 a 90 minutos, lo que demuestra que hay mucho tiempo escolar que se pierde”.
Esto nos lleva a reflexionar sobre los llamados “Tiempos de Espera o “Tiempos Perdidos”, contrapuestos al llamado “Tiempo Activo de Aprender”, nombre con el que se designa al tiempo real durante el cual un estudiante se involucra totalmente en el proceso, siendo así mayor su posibilidad de logro.
Todos hemos tenido la oportunidad de experimentar u observar el tiempo de espera que se desperdicia para que todos los niños y niñas ingresen a la sala de clase, para obtener silencio, para que organicen el material, para que pongan atención, para pasar la lista de asistencia, etc.
No es difícil darse cuenta que con estas esperas se está privilegiando a la excepción; es decir, al estudiante que conversa, al que está distraído, al que no llega a tiempo, al que no saca sus materiales, y mientras tanto el 75% de los alumnos restantes deben esperar, perdiendo el interés o motivación con que posiblemente ingresaron a la clase.
En el capítulo anterior se habla de las claves o factores para ser docentes y padres exitosos y queremos enfatizar una vez más que la motivación, claridad de la exposición, el hacer una clase en que se sostenga una conversación interactiva, la evaluación formativa, el contener emocionalmente al alumno y en el caso del hogar, al hijo o hija, son factores que indudablemente influyen en la obtención de logros académicos.
El terminar con el Tiempo Perdido o Tiempo de Espera en los establecimientos educacionales tiene que ver, a nuestro entender, principalmente con la gestión de la dirección de la escuela y con el manejo metodológico y disciplinario de los docentes, siendo estos últimos responsables de cómo se desarrolla la clase, del clima que se genera y de la calidad de la interacción afectiva tanto con sus estudiantes como con los padres y apoderados.

Es necesario recordar que:
Un docente puede lograr aprendizaje efectivo y de calidad sin perder tiempo, presentando una muy buena motivación, una seria planificación de clase, teniendo los objetivos muy claros y un adecuado manejo de la disciplina de su grupo.
Mejorar los aprendizajes y la calidad de la educación en niños, niñas y jóvenes es un problema país, en el cual hay que considerar a los padres, a los directores y a los profesores, sin endosar la responsabilidad solo a uno de los actores y prescindir de los demás.
E l Tiempo de Espera o Tiempo Perdido (Wasting Time) puede aminorarse con una adecuada gestión tanto directiva como docente.
N o se necesita mayor cantidad de tiempo con los estudiantes e hijos e hijas, sino que el tiempo entregado sea de calidad y se optimice eficazmente.
Estrategias de modificación conductual a nivel de sala de clases
Sin entrar a analizar en profundidad las técnicas para la modificación conductual, diremos que las técnicas de Condicionamiento Operante, aunque antiguas, son las que más se han usado y a nuestro juicio son aquellas que obtienen mejores resultados. Según Reynolds (1968), Condicionamiento Operante es una ciencia experimental de la conducta, es un proceso en el cual la “frecuencia de ocurrencia de una conducta se modifica por sus consecuencias”.
Las modificaciones conductuales en la sala de clases tienen como fin:
Disminuir o extinguir una conducta desadaptativa.
Aumentar e implementar una conducta deseable o inexistente.
Solo nombraremos las técnicas para modificar una conducta desadaptativa e implementar una adaptativa sin entrar en análisis de estas, por ser conocidas por los profesores.
Para conductas desadaptativas:
El hartazgo y la práctica negativa.
El castigo.
La negación del refuerzo.
El aislamiento.
El uso de conductas incompatibles.
Para implementar una conducta adaptativa, las técnicas más conocidas son:
Planes de refuerzo positivo, negativo y “sistema de Token”.
La imitación o modelaje.
Estos temas conviene profundizarlos a través de la lectura de los textos de Blackham Garth y Silberman (2002) y Buckley y Hill (1978), sugeridos en la bibliografía.
Estrategias de manejo de conductas desadaptativas a nivel individual
El cuadro que presentamos tiene por objeto una mejor comprensión de las estrategias para el manejo de diferentes conductas y es necesario insistir en que todas ellas se pueden, según criterio, aplicar a cualquiera de estas conductas desadaptativas.





Es necesario recordar la conveniencia de:
Resaltar lo positivo del estudiante y del grupo curso.
Describir conductas y situaciones particulares en vez de rotular y generalizar.
Generar cambios positivos en los estudiantes ayudándolos a fijarse metas y hacerse responsable de las consecuencias de su conducta.
Mantener actitud de diálogo y cercanía con los estudiantes.
Trabajar en conjunto Colegio-Familia en una actitud de colaboración y no de crítica.
Ser reservado y prudente con la información personal de cada estudiante y/o familia.
No descalificar.
No gritar.
No cambiar de ánimo pues esto desconcierta a los estudiantes.
No minimizar los problemas ni tampoco magnificarlos.
Usar “mensajes yo” para mostrar consecuencias de los actos sobre los demás.

PLANIFICACIÓN, ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO Y MANEJO DEL CURRÍCULUM
Planificación
Para la planificación, organización del tiempo y manejo del currículum es esencial la aceptación de los profesores al proyecto educativo del colegio o escuela al que está adherido. Esto le permite poner los énfasis tanto en lo formativo, valórico, actitudinal como en lo metodológico.
Solo a partir de allí podrá realizar una planificación adecuada que contemple, por un lado, el desarrollo de destrezas intelectuales, contenidos, actitudes y valores y, por otro, las actividades propias, los aprendizajes esperados, los indicadores de logro y los tipos de evaluación. Todo ello distribuido con acuciosidad en el tiempo y teniendo presente que debe atender tanto las necesidades de los más dotados como las de aquellos que aprenden de una manera o a un ritmo diferente de la mayoría.
Una adecuada planificación hace posible distribuir equilibradamente la jornada diaria, semanal, quincenal y mensual o semestral y ayuda a disminuir el “estrés del profesor”.
Planificación a nivel de escuela
Un programa coordinado donde se incluya todo el quehacer de la escuela, desde las áreas académicas hasta las actividades extra programáticas, debe ser efectuada por la Coordinación Pedagógica de cada establecimiento. Esta planificación amplia y explícita ayuda al docente y le da seguridad y confianza de que su propia actividad diaria podrá ser efectuada sin interferencias ni superpuesta a otras.
El éxito de esta planificación dependerá del cuidado con que se organice la distribución y el acabado conocimiento del proyecto educativo de la Escuela por parte de la coordinación.
Planificación a nivel del docente
Su prioridad es organizar la “hora pedagógica”, habitualmente 45 minutos en un módulo y 90 minutos en dos módulos. Al planificar la hora pedagógica es necesario tomar en cuenta los factores de concentración y fatiga de los estudiantes. La concentración funciona como una pila: se carga o descarga en función de la fatiga. La máxima capacidad de concentración de un adolescente o de un adulto normal, dura de veinte a treinta minutos; después de ese tiempo interfieren otros estímulos que impiden mantenerla al máximo.
La falta de concentración implica “falta de control” sobre la capacidad de atención que todos tenemos. Para optimizar la concentración y disminuir la fatiga, se recomienda cambiar los canales de recepción del estímulo y de actividades. Por ejemplo: si estoy escribiendo, cambio a escuchar; si estoy leyendo cambio a hablar; si estoy hablando cambio a escribir; si estoy escuchando, leo.
En cuanto al cambio de actividad que debe realizarse para recuperar la concentración, es importante que la planificación de los horarios considere programar alternadamente asignaturas diferentes en temáticas y formas de abordaje. Por ejemplo, evitar que a continuación de dos módulos de física, vengan dos módulos de química o matemática, privilegiándose el cambio entre ciencias y materias humanísticas.
Es así como en una sala de clases durante una hora pedagógica, el docente debe variar el estímulo para entregar el contenido, recogiendo información, exponiendo ideas, sintetizando, comentando, buscando alternativas, emitiendo juicios frente a una misma materia, con el fin de lograr la máxima concentración de sus estudiantes. Debe también variar la respuesta al estímulo. Por ejemplo, si en un módulo de dos horas pedagógicas durante la primera hora hubo discusión y exposición oral, cambiará el “canal de recepción auditivo” por un estímulo de “recepción visual” o de “expresión gráfica” en la segunda hora pedagógica.
planificación de la unidad temática debe considerar: el contenido, la situación de aprendizaje, las actividades pedagógicas a realizar, los indicadores de logros y los instrumentos de evaluación.
Una hora pedagógica debe considerar, aproximadamente, la siguiente distribución del tiempo:
Pedir silencio, saludar: 5 minutos.
Recordar la materia pasada: 5 minutos.
Motivación y presentación del tema: 10 minutos.
Análisis y aplicación práctica del tema tratado: 10 minutos.
Globalización, síntesis, ideas principales: 10 minutos.
E ntrega de ejercicios, aplicación de lo tratado, tareas: 5 minutos.
Es importante involucrar a los estudiantes en la planificación de la jornada de trabajo. Deben conocer cuándo se van a realizar trabajos, cuestionarios, guías, evaluaciones, etc. y guiarlos para confeccionar los horarios y organigramas que les ayuden y les permitan orientarse en el tiempo y en el espacio.
Organización del tiempo
Un horario diario equilibrado contempla:
Dormir: 8 horas.
Ir al colegio o trabajar: 8 horas.
Hábitos vitales: hábitos de higiene, alimentación y traslado: 4 horas.
Son 20 horas fijas que no pueden alterarse y que completan el día las 4 horas restantes:
Trabajo escolar en casa: 2 horas para estudiantes de EM y 1 hora para estudiantes de EGB.
Convivencia social: 1 hora.
Desarrollo de talentos y actividades como deportes, música y otros: 1 a 2 horas.
Las materias de mayor complejidad se deben ubicar en los momentos en que los niños están más descansados y no ubicarlas al final de la jornada escolar.

Es necesario recordar que:
Los estudiantes deben manejar el calendario de actividades, controles y pruebas.
El tiempo es un recurso no renovable, es una riqueza que se puede aprovechar o simplemente desperdiciar.
Se ha calculado que la riqueza en tiempo de que dispone una persona es de 21 millones de minutos, considerando que trabaje hasta los 60 años y destine 8 horas diarias para dormir.
“Perder el tiempo” es una falta irreparable.
Si apreciamos debidamente el valor del tiempo, sabremos aprovecharlo mejor.
Las materias de mayor complejidad se deben ubicar en los momentos en que los niños están más descansados.
MANEJO DEL CURRÍCULUM
El origen del término currículum se remonta la Siglo XVII, en las Universidades de Leiden y Glasgow. El término ha tenido diversas acepciones. Hemos seleccionado algunas definiciones porque consideramos que aportan elementos que servirían para manejar los diferentes enfoques de currículum:
“Un conjunto de unidades de contenido estructurado en un una secuencia jerárquica” (Gagné 1966).
“Caminos de aprendizaje, instrumento que trasforma la enseñanza, guía al profesor y ofrece una retroalimentación y modificaciones al diseño original” (Casarini, 1999).
“Currículum son todas intenciones y objetivos que toman lugar en una escuela con la finalidad de alcanzar las metas de aprendizaje en el estudiante que la misión de la institución busca” (Robledo y otros, 2001).
El currículum en Chile se constituye a partir del desafío de la Reforma Educacional (1990) que fue asegurar, por parte del Estado, “el acceso y calidad de los aprendizajes a toda la población escolar del país”. Los objetivos fundamentales (OF) y los contenidos mínimos obligatorios (CMO) buscan generar competencias que se desarrollen a lo largo de los catorce años de escolaridad (considerando a los párvulos). Los contenidos mínimos son de conocimiento, habilidades y actitudes.
El manejo y adecuación del currículum con sus contenidos mínimos y objetivos fundamentales, constituye un importante aspecto para mejorar el conocimiento de los estudiantes. A partir de esta base los establecimientos quedan en libertad de adecuar sus programas. Cada establecimiento debe mostrar en su organización:
Un currículum institucional u oficial.
Qué, cómo y cuándo enseñar y evaluar.
Normas para modificaciones curriculares cuando sea necesario.
Estos tres aspectos requieren o implican un proceso de “toma de decisiones” tanto de la dirección del establecimiento como, muy especialmente, de los profesores. Se debe adaptar el ritmo y el estilo de aprendizaje al promedio de los estudiantes que conforman el grupo curso y demanda por parte del docente de un acabado conocimiento de las materias y metodologías requeridas.
Se ha insistido en el uso de tecnologías como elemento fundamental para el mejoramiento en todos los niveles de la enseñanza. Este aspecto debe considerar las dificultades que provienen de la formación profesional, hábitos, actitudes, expectativas y costumbres de los profesores. Es tarea de la escuela y de cada docente buscar la integración efectiva entre las habilidades cognitivas de sus estudiantes y los medios destinados a este fin. La tecnología y la globalización por medio de las comunicaciones inmediatas y universales, es un aporte a la educación que requiere una planificación curricular cuidadosa y metódica, a fin de evitar que el medio se anteponga al fin.
Cualquier aprendizaje académico se desarrolla sobre la base de la habilidad lectora que posean sus estudiantes, por lo que al hablar de currículum en la actividad académica nos referiremos al currículum cognitivo y nos detendremos a analizarlo desde la enseñanza para la lectura, la comprensión lectora, y las habilidades y destrezas desarrolladas para leer y escribir.
Existen muchas metodologías para ser un buen lector y ser capaz de ampliar el conocimiento a través de la lectura; sin embargo, el éxito del currículum cognitivo (enseñar a pensar) plantea la necesidad de estimular la habilidad lectora a fin de obtener mejores resultados en todos los ámbitos del saber, con estrategias que incluyan distintos tipos de conocimiento de una manera flexible.
Esto es la “enseñanza para la lectura auto-regulada”, que consiste en despertar en los estudiantes la conciencia de las variables que son importantes y su capacidad para tomar el control de su aprendizaje. A esto se le llama “aprendizaje auto-regulado”.
Es importante proporcionar a los estudiantes, en especial a aquellos que tienen dificultades para aprender a partir de textos escritos, conocimiento de las variables que influyen en la comprensión de la lectura y de las estrategias que la facilitan.
Un estudiante auto-regulado debería ser capaz de utilizar distintos tipos de conocimiento de manera flexible para aumentar la comprensión lectora:
Conocimiento del mundo real. Ampliar la información a todo tipo de tópicos que faciliten la comprensión del mundo que nos rodea.
Conocimiento meta-cognitivo. Experiencias y conocimientos previos que le permiten al estudiante seleccionar, emplear, controlar y evaluar el uso de estrategias de aprendizaje que, de acuerdo a sus características personales y experiencias de aprendizaje previas, le facilitan la adquisición de nuevos conocimientos formales.
Estrategias para el logro eficaz de tareas de aprendizaje. Esquemas, resumen, subrayado, preguntas, claves, técnicas de memoria, etc.
¿Cómo desarrollar el conocimiento del mundo real?
E xperimentando en forma directa con el medio que los rodea.
Teniendo acceso a la información informal a través de experiencias variadas y enriquecedoras para el conocimiento.
Manteniendo un diálogo permanente de interacción y vínculo personal con el estudiante.
Desarrollando un lenguaje rico en conceptos, modismos, vocabulario, expresión de ideas y sentimientos.
Desarrollando la capacidad de observación, análisis, comparación, síntesis, juicio, conclusión, evaluación.
Estableciendo un lazo afectivo permanente, personal, que facilite el fluir de las emociones e ideas que permiten la formación del pensamiento, del auto conocimiento y de comprensión del mundo que les rodea.
Desarrollando las relaciones interpersonales y las interacciones con el medio social, cultural, histórico, científico, biológico, humanista, y religioso.
¿Como desarrollar el conocimiento meta-cognitivo?
Hacer preguntas de todo tipo que faciliten las alternativas, las soluciones, las consecuencias, la experiencia previa, la información informal, el acceso al conocimiento previo.
E ntrevistar al estudiante para tener acceso parcial a los conocimientos y actitudes del estudiante.
Pensar en voz alta, comentar las ideas que van surgiendo en la experiencia lectora.
Releer, pre-leer, asociar, analizar, comparar.
Organizar la información.
Desarrollar composiciones y resúmenes sobre el tema.
Verbalizar las técnicas aplicadas en distintas circunstancias y analizar cuáles ha sido más efectivas para el propio aprendizaje.
Involucrarse en los temas desde la propia experiencia.
¿Cómo desarrollar estrategias para el logro eficaz de las tareas?
Aclarando los propósitos de la lectura.
E nfocando adecuadamente la actividad: es diferente leer por entretención a leer cuando se estudia.
Generando preguntas que despierten el interés y la atención sobre el tema.
Activando los conocimientos de base.
Creando relaciones entre lo que se sabe y la nueva información.
Prestando atención a los contenidos centrales y no a los secundarios o accesorios.
Usando actividades de control para saber si se está comprendiendo, tales como autointerrogación, repetición, síntesis.
Sacando conclusiones, interpretaciones, resumir, esquematizar. Simbolizar.
Tomando en cuenta las características del estudiante y las exigencias propias de la tarea.
Quien está familiarizado con el día a día escolar, ya sabe que hay mucho para enseñar en poco tiempo, por lo que darle un lugar a la enseñanza de estrategias dentro del currículum no es trivial y el tiempo que se destina a ello es una inversión para futuros aprendizajes.
Los profesores tienen oportunidad de experimentar la “enseñanza auto-regulada” y el currículum cognitivo, antes, durante y después de leer un texto o enfrentarse a cualquier conocimiento. Es responsabilidad de la escuela dar espacio a la aplicación del currículum cognitivo para enseñar a pensar a los estudiantes, a partir de lo cual podrán adquirir nuevos conocimientos.
Estrategias a desarrollar
Enseñanza previa a la lectura del texto o entrega de un nuevo concepto, desarrollando la meta-cognición.
Enseñanza de estrategias durante la lectura, como subrayar, buscar la idea principal, hacerse preguntas claves, clasificar la información.
Enseñanza post lectura, como resumir, esquematizar, tomar apuntes, recordar, repasar, graficar, aplicar los contenidos y la información a nuevas situaciones.

Es necesario recordar que:
Al organizar el currículum se deben aplicar estrategias que tengan distintos grados de exigencia que motiven y favorezcan la ayuda y cooperación mutua.
La tecnología y globalización actuales exigen flexibilidad en el acceso a asesorías o consultorías que puedan “demostrar innovaciones probadas” como medio efectivo para mejorar el currículum y los aprendizajes.
Programar el tiempo racionalmente para la transmisión de los contenidos, pensando siempre en la calidad de los mismos.
Revisar las materias y contenidos de los libros de apoyo y adecuarlos al programa.
Los niños y los profesores necesitan tener la oportunidad de elegir entre las alternativas que da el programa, sin estar estrictamente sujetos a cumplir con el currículum en un tiempo y en un ritmo determinados.
ESTRATEGIAS PARA SER UN BUEN DOCENTE
Creer en estudiantes. Una práctica docente esencial es creer que los estudiantes son capaces de aprender. No se les debe discriminar por factores socioeconómicos o culturales. Creer en los estudiantes implica respetarlos, disciplinarlos y ponerles exigencias.
Manejar el currículo. Un docente debe ser sólido en el manejo de los contenidos del currículo y hábil para transferirlos adecuadamente y de manera atractiva. Indispensable también es tener claridad respecto a qué aprendizajes y habilidades se quiere fortalecer.
Conocer a sus estudiantes. Un docente necesita conocer a cada uno de sus estudiantes en sus potencialidades, conocimientos previos y debilidades para poder mediar con éxito. Así podrá distribuir el trabajo de forma individual o grupal, ofrecer y supervisar espacios y tiempos especiales para reforzar a aquellos que se van quedando atrás y poner mayores desafíos a quienes avanzan más rápido.
Tener paciencia. Un buen docente debe tener muchas virtudes, pero especialmente paciencia, serenidad y buen humor en su labor profesional y en el trato con los estudiantes. Debe trabajar con alegría y aprender a mirar lo positivo, ser una persona en constante perfeccionamiento y motivador para los estudiantes.
Evaluación constante de logros. Tener espíritu crítico frente a sus acciones. Reconocer el valor de la evaluación externa y/o de la institución a la que pertenece. Evaluar los aprendizajes de los estudiantes constantemente para readecuar la metodología.
Compartir criterios. Reconocer y compartir los logros tanto de los demás como los propios para enriquecer el trabajo pedagógico.
Es interesante considerar que en una encuesta efectuada por la Corporación Opción con apoyo de la UNESCO, al preguntarles a los estudiantes cuáles serían las características de su “profesor ideal”, las respuestas fueron:
que se tenga confianza en ellos,
que se les respete,
que haga clases amenas,
que tenga sentido del humor,
que sea exigente pero cercano,
que sea “amigo”, alguien en quien confiar.
Un docente no se improvisa, se educa, incorpora nuevas cosas, integra elementos cognitivos, afectivos y volitivos en su desempeño como educador.
“No trates de convertirte en un hombre de éxito, procura ser un hombre de valores”.
Albert Einstein
