Prólogo

Ya hace un tiempo que empecé mi labor como divulgador de historia creando en Instagram la cuenta de elhereje_historia y el blog El Hereje. Mi primer objetivo era el tener una motivación extra para seguir disfrutando de mi curiosidad universitaria por aprender más sobre esta bonita ciencia que, además, imparto en clase, llamada historiografía; tener una finalidad práctica para leer libros y estudios, una vez obtenidos los títulos universitarios, y no apoltronarme en el sofá cuando las largas horas de docencia impartidas al día llegaban a su fin.

Pero, sin comerlo ni beberlo, poco a poco, se fue creando algo más grande. Una comunidad de personas, mucho más numerosa de lo que yo había imaginado, me leían, debatían entre sí en los comentarios y hacían que la cuenta fuera cada vez más importante y conocida. Eso me llevó a la conclusión de que no solo trabajaba por un motivo personal, sino que debía intentar tener objetivos más ambiciosos.

Si algo ha caracterizado mi trabajo como divulgador es intentar ser un puente hacia un conocimiento más amplio y profundo. Presentarte una serie de individuos, junto a un buen número de curiosidades que, aunque parezca mentira, han acontecido en nuestro pasado, para intentar encender esa pequeña chispa que todos tenemos en nuestro interior llamada curiosidad.

A la historia hay que darle la importancia que tiene. Aprender de nuestra historia se convierte en algo capital para la confección de una sociedad sana y racional. Y no es para menos, puesto que el estudio de nuestro pasado es el único medio del que disponemos de entender el mundo que nos envuelve y cincela en nuestra cotidianidad. Los acontecimientos y hechos propios de nuestro mundo se han repetido hasta la saciedad en el pasado. El ser humano crea poco y repite mucho. Y se suele decir que el tonto es el que intenta dos veces la misma cosa, haciendo las mismas cosas, pero esperando resultados diferentes. De ahí la importancia capital de analizar el pasado en común del ser humano, para no repetir los mismos errores en bucle, mientras muchos los sufren y muy pocos sacan tajada.

Recuerda que esta obra no pretende ser una obra historiográfica per se. Es un libro de divulgación que, si consigue su verdadero propósito, te dará ganas de seguir leyendo y aprendiendo más sobre nuestra historia. Pero también te dará un sinfín de anécdotas para compartir en tus momentos de ocio junto a tus amigos y amigas, y transformarte así en una suerte de «abuelo batallitas» que todos querrán tener cerca. Espero que la disfrutes tanto leyéndola como yo escribiéndola.