La paciencia y la esperanza son dos

pilares fundamentales de la sabiduría humana.

Francesco Domenico Guerrazzi

¿Cómo, dónde y cuándo se practican los mudras?

¿Cómo se practican los mudras?

Muy sencillo: coloque la mano con los dedos tal y como aparece en cada dibujo. La presión de los dedos es muy ligera y delicada y las manos están relajadas. Sin embargo, quizá piense que realizar algunos mudras no es tan sencillo como parece: los dedos se resisten, son demasiado rígidos, las manos se resbalan o se le cansan con rapidez. La movilidad de las manos tiene una relación directa con la movilidad de todo el cuerpo. Si hay tensiones en una determinada parte del cuerpo, esta tensión se manifiesta en la parte correspondiente de las manos. Incluso la edad de una persona puede determinarse a partir de los dedos abiertos, al menos eso es lo que dice la medicina china. De todas formas, aunque mi cuerpo y mis manos han adquirido una gran agilidad gracias a los muchos años que llevo practicando el yoga, el mudra contra los dolores de espalda, que es precisamente el que más necesito, solo lo puedo hacer con una mano, ya que con la otra me ayudo a aguantar los dedos en la posición correcta. Por eso, al principio, a usted quizá también le resulte imposible practicar algunos de los mudras con las dos manos, tal y como se describe aquí, porque con una mano tendrá que colocar y sostener los dedos de la otra. Si es así, para empezar hágalos solo con una mano. Y si los dedos que deberían estar extendidos se doblan de nuevo por sí solos, limítese a presionarlos contra la pierna o contra cualquier otra superficie. Con el tiempo, la tensión en los dedos o en la mano le desaparecerá y, a efectos de eso, también en la parte correspondiente del cuerpo.

Practique el mudra lo mejor que pueda y su efecto acabará manifestándose. Es posible que de entrada le suponga cierto esfuerzo mantener los dedos extendidos. Cuando se canse, déjelos descansar. Estoy segura de que, con el tiempo, sus manos tendrán más fuerza, adquirirán una mayor movilidad y podrá utilizar las dos. También se sentirá más fresco y ágil, en general, y quizás hasta más joven.

Aun cuando hayan ganado en movilidad y fuerza, trate siempre con cuidado y afecto a sus dedos. Un mudra, independientemente de cual sea el objetivo con el que se practica, no solo debe ser un gesto terapéutico sino también santo.

Los mudras pueden practicarse sentado, echado, de pie y andando. Procure que la postura de su cuerpo sea simétrica y centrada y estar tan relajado y distendido como le sea posible. Si lo practica sentado en una silla, deberá mantener la espalda erguida y los pies bien afianzados en el suelo. Y si lo hace echado, sepa que la posición más adecuada es, por supuesto, tumbado de espaldas. Si por las razones que sean se ve obligado a estar en esta posición durante un periodo de tiempo prolongado, colóquese un almohadón pequeño bajo el cuello para descargar la nuca o bajo las rodillas o los muslos para descargar la espalda. Lo importante es que esté relajado y distendido, ya que cualquier tensión impide el flujo interior de la energía, y lo que pretendemos con los mudras es hacer fluir algo nuevo. Si lo practica andando, mantenga un paso regular, tranquilo y rítmico. Y si lo hace de pie, separe las piernas a la anchura de las caderas, con las rodillas relajadas y las puntas de los pies dirigidas hacia delante.

Y por supuesto, si dispone de algo más de tiempo, practique los mudras con la posición sentada de meditación, lo que le permitirá realizar una meditación más prolongada. Si lo hace así, respete los principios propios de la técnica de la meditación:

También puede practicar un mudra y mientras tanto pensar en otra cosa, aunque yo he comprobado que su efecto se acelera y refuerza cuando al practicarlo se adopta una posición meditativa activa, sintiendo las manos y observando la respiración. Estar pendiente del flujo normal de la respiración, influir en ella, o dirigirla, es un refuerzo muy importante. Le explicaremos cómo hacerlo en cada uno de los mudras. Y para que nunca se convierta en una rutina, practique las correspondientes visualizaciones y afirmaciones, ya que también refuerzan el efecto del mudra. Hay ejercicios en los que ya no sé con certeza qué es lo que actúa en mayor proporción, el mudra, la técnica de respiración, la imagen visualizada o las palabras pronunciadas. ¡Pero no importa, cumple con su objetivo, me va bien, me hace feliz y con eso basta!

¿Dónde y cuándo pueden practicarse los mudras?

En realidad, los mudras pueden practicarse en cualquier momento y lugar. Los autores modernos opinan que es factible realizarlos en medio de un atasco, ante el televisor o cuando se está esperando algo o a alguien. Pero yo no comparto del todo esta opinión por los siguientes motivos: los mudras deberían practicarse en un estado anímico meditativo y equilibrado. ¿Y quién me asegura que usted no va a estresarse o enfurecerse en un atasco de tráfico; o que no va a sentarse ante el televisor a «relajarse» viendo una película policíaca violenta o a escuchar un reñido debate sobre los impuestos?

Les invito a hacer un test muy interesante: una las puntas del pulgar y del dedo índice y piense durante unos minutos en algo maravilloso (una experiencia en plena naturaleza, una victoria de su equipo de fútbol, el sexo, etcétera), da igual lo que sea, algo que a usted lo transporte al séptimo cielo. A continuación, intente sentir la energía que fluye del dedo índice al pulgar. ¡Ya está! Ahora haga lo mismo, pero imagínese algo muy triste. Sienta de nuevo la energía de los dedos. ¿Nota alguna diferencia? Con toda seguridad habrá comprobado la pesadez con que fluye la energía en el segundo caso.

Este pequeño experimento demuestra hasta qué punto es importante que los mudras se practiquen en un ambiente y estado de ánimo agradable. Aunque no nos demos cuenta, nuestras emociones y pensamientos influyen de manera positiva o negativa sobre nuestros campos energéticos y el fluir de la energía en general. Esto es importante. Tal y como explicaré más adelante, con los mudras pretendemos afectar de forma positiva estos campos de energía, de ahí la importancia de nuestro estado anímico en general, y en el momento de nuestras prácticas, en particular. De todas formas, también hay mudras y técnicas de respiración que favorecen la relajación, la paciencia y la serenidad. Utilícelas, sobre todo, para alcanzar el estado de ánimo adecuado. De esta manera, mientras esté en un atasco, haga cola o vaya en tren podrá serenarse y solo entonces iniciar la práctica del mudra propiamente dicha.

Y hay algo más que hay que tener en cuenta cuando se practica un mudra mirando la televisión o escuchando la radio: el momento que le dedicamos a un mudra debería convertirse en un tiempo de recogimiento interior. La televisión o la radio no son precisamente los mejores medios para alcanzar dicho estado, a no ser que elija un programa o ponga una música que favorezcan más el sosiego que el nerviosismo. De todas maneras, si nuestros días están tan planificados que no disponemos ni de tres minutos de calma, y nos empapamos de televisión y de radio las 24 horas, será muy difícil que los mudras encuentren un lugar en nuestra vida.

Por lo tanto, podemos practicar los mudras en casi todos los lugares, siempre y cuando sepamos replegarnos al interior de nosotros mismos, en cualquier momento y lugar. No es tan difícil como parece, y además, se puede aprender. Al fin y al cabo, se trata de nuestra salud: cada día necesitamos algunos minutos de sosiego. No depende del tiempo sino de la calidad de esos instantes de calma, que pueden convertirse en los momentos más deliciosos de nuestro día. Igual como la sal añadida a la masa de pan le concede a este un buen sabor, el sosiego es lo que proporciona a nuestra vida el condimento adecuado.

Un buen momento para practicar los mudras son los minutos antes de levantarnos o acostarnos, antes o después de comer, caminando (todos deberíamos caminar un poco cada día, es algo que se puede planificar), en el transporte público o en los descansos en el trabajo.

Es mejor no probar varios mudras a la vez, uno tras otro, y elegidos al azar. Escoja un máximo de tres y practíquelos bien siguiendo un horario establecido —decida cuándo, cuánto tiempo y con qué frecuencia al día—, o bien llenando con ellos los habituales e imprevisibles tiempos de espera. Durante unos cuantos días practique únicamente estos mudras. Es posible que note su efecto inmediato, sobre todo en casos de molestias agudas u oscilaciones del estado de ánimo, o bien al cabo de unos días. En la mayoría de los casos, cuando las molestias son crónicas, suelen transcurrir algunas semanas, o incluso meses, hasta que se produce una mejoría. Si es así, tenga paciencia, ya que ejercitándose en ellos, además de la curación podrá adquirir muchos conocimientos nuevos y experimentar momentos maravillosos. Y no olvide que cuando algo cambia en nosotros, también se modifica nuestro entorno. Cada curación en nosotros mismos aporta también curación a nuestro mundo. Una enfermedad en nuestro cuerpo siempre va ligada a pensamientos y sentimientos que nos ponen enfermos. Para que la curación se produzca a todos los niveles debe pasar un tiempo. Por lo tanto, concédase este tiempo, practique con intensidad, y permanezca relajado y confiado, ya que así las posibilidades de curación serán mucho mayores.

¿Durante cuánto tiempo se practica un mudra?

Los grandes maestros difieren en esto. Dev Keshav, 6 investigador indio dedicado al estudio de los mudras, recomienda hacerlo durante 45 minutos al día; esto permite, según él, eliminar también trastornos crónicos. Estos 45 minutos, si fuera necesario, po­drían dividirse en tres unidades de tiempo de 15 minutos cada una. El kinesiólogo Kim da Silva, que ha dedicado muchos años a comprobar el efecto de los mudras, recomienda determinar el tiempo de dedicación a cada uno de ellos según los casos. En mi opinión, un mudra al que se recurre para reforzar una terapia o para curar un trastorno crónico conviene practicarlo a diario, como haríamos con la ingestión de un medicamento, con regularidad, a la misma hora y siempre durante el mismo tiempo.

Los mudras que se utilizan para trastornos agudos, como por ejemplo, problemas respiratorios o circulatorios, flatulencias, agotamiento, desasosiego interior, hay que practicarlos hasta que producen su efecto. Otros, entre 3 y 30 minutos, y de 2 a 4 veces al día. Lo mejor es que utilice un cronómetro y sepa que los tiempos que he asignado a cada uno de los mudras son totalmente orientativos, y en modo alguno un dogma. Usted mismo se dará cuenta de que sus manos, y en particular sus dedos, cada vez se vuelven más sensibles y que con un poco de entrenamiento responden con bastante mayor rapidez a los mudras. De este modo, si al principio necesitaba cinco minutos para percibir el efecto de un mudra, con el tiempo verá que solo necesitará 10 movimientos respiratorios. ¡Se trata de experiencias maravillosas! Y si por alguna razón se ve obligado a guardar cama, entonces dispondrá de todo el tiempo que haga falta. Paralelamente, deje actuar en su interior, y durante más tiempo, las visualizaciones y afirmaciones. De esta manera, sacará más partido a ese tiempo, favoreciendo la curación del cuerpo, la mente y el espíritu.

El efecto de un mudra se puede percibir de inmediato o bien tras un cierto tiempo, por ejemplo: calor, desaparición del malestar o los dolores, mejora del estado de ánimo, mayor claridad mental. Aunque también es posible que de entrada sienta todo lo contrario: cansancio, frío y escalofríos, que son a su vez manifestaciones positivas de sus efectos.