La vida solo puede comprenderse
al mirar hacia atrás
y solo puede vivirse
mirando hacia adelante.
Sören Kierkegaard
El origen de los mudras no está nada claro. No solo hay mudras en Asia, como muchos creen, sino en todo el mundo. Con toda seguridad, nuestros antepasados ya utilizaban en sus rituales determinados gestos con los que querían subrayar y sellar/rubricar cuanto pensaban y decían. Durante el periodo de cristianización de los pueblos del norte, muchos de estos gestos se prohibieron, como, por ejemplo, el de invocar a los dioses con los brazos alzados. Más tarde, algunos de estos gestos fueron recuperados e integrados en la doctrina cristiana. Fijándonos en los diferentes gestos que hace el sacerdote al celebrar la misa, quizá podamos intuir cómo se expresaban los pueblos antiguos. Pero también nuestra vida cotidiana está impregnada de gestos, cuyo origen apenas nadie conoce ya: alzar el pulgar para desear suerte a alguien, aplaudir, estrechar la mano, dar una palmada en el hombro, mostrar el puño o levantar el dedo medio, etcétera.
En la India, los mudras son un componente fijo de todas las actividades religiosas. En las representaciones de los dioses hindúes, los diferentes mudras y hastas (posiciones de los brazos) tienen una gran importancia. En este caso, además de los atributos y las actitudes del cuerpo, también representan las características que identifican a los distintos dioses. En la posición mística de la mano, el que ora ve un poder particular, cualidad y fuerza de carácter de la divinidad que venera. Los mudras más conocidos de los principales dioses, Brahma (creador), Vishnu (sustentador) y Shiva (destructor) son los números 41, 42, 43, 46, 47, 48.
Tan conocidos como estos son los mudras que aparecen en las danzas indias, en las que se representan dramas completos, sin palabras, solo con las manos, los ojos y los movimientos del cuerpo. Ingrid Ramm-Bonwitt, especialista en mudras, lo describe con estas preciosas palabras: «Las manos son portadoras de símbolos importantes que en Oriente, todavía hoy en día, son universalmente comprendidos. Con sus manos, el bailarín indio expresa la vida de la totalidad del universo. El rico simbolismo del lenguaje de los gestos adquiere, gracias a la multiplicidad de posibilidades de interpretación, mucha mayor importancia para el espíritu del que pueda tener la palabra […]. Este significado espiritual de los mudras encuentra su expresión más completa en el arte indio. Los gestos de las divinidades representadas en el arte hinduista y budista […] simbolizan sus funciones o ensalzan determinados acontecimientos mitológicos». 4
Los mudras se practican también en los rituales del tantrismo. 5 En este caso, el creyente lisonjea amoroso a su venerada divinidad con el objetivo de hacer realidad en sí mismo sus cualidades concretas.
Y también juegan un papel importante en el budismo; en todos los países en los que se ha extendido esta religión se conocen infinidad de mudras. Este es el caso de las representaciones plásticas del Gautama Buddha, en las que aparecen en particular seis mudras que guardan una estrecha relación con su doctrina y con su vida (números 41, 43, 46, 47, 48 y 49).
Como ya he dicho, también en el Hatha-Yoga se conocen los mudras. Los yoguis sabían cómo se manifiestan en los gestos y en las posturas del cuerpo muchos estados anímicos como la tristeza, la alegría, la ira, la calma, etc., y también que, mediante determinados gestos, se puede influir de forma positiva en la psique.
Como vemos, el origen de los mudras se pierde en la oscuridad de los tiempos; también aquí, reencontramos el misterio y lo inabarcable.