H. G. WELLS Y LA MÁQUINA DEL TIEMPO

H. G. Wells nació en Bromley, Kent, el 21 de septiembre de 1886. Su padre, Joseph, era un vendedor de vajillas que no estaba pasando por su mejor momento al nacer su hijo. Y su madre, Sarah, fue primero ama de casa y más tarde empleada doméstica. Cuando Wells se rompió una pierna a la edad de siete años, su convalecencia la dedicó a leer libros como Wood’s natural history, una biografía del duque de Wellington, y volúmenes encuadernados de Punch and Fun, todos los cuales abrieron nuevos mundos a su imaginación. Wells tuvo su primera experiencia con la educación formal en una escuela local para damas, donde fue instruido por una mujer incompetente y su hija igualmente incompetente. Entonces, su madre consideró oportuno enviarlo a la Academia Morley, en Bromley, en lugar de a la Escuela Nacional para niños de clase trabajadora.

Wells consideraba que la mayor parte de su escolarización era inadecuada. Después de amenazar con suicidarse si no le permitían continuar sus estudios, ya que sus padres le incitaban continuamente a ganarse la vida trabajando, lo enviaron a Midhurst Grammar School, en Sussex, tras lo cual ganó una beca para la Normal School (más tarde Royal College), donde se formó para ser profesor de ciencias de escuela secundaria.

A lo largo de su vida menospreció a la mayoría de los profesores de su escuela, considerándolos intelectualmente aburridos y condescendientes con su entorno de clase media-baja. Sin embargo, tuvo tres maestros (uno formal y dos informales) que moldearon con entusiasmo su visión del mundo. Uno de ellos fue su profesor de biología en la Normal School, el darwinista Tomas H. Huxley, de quien adoptó la visión de un universo en constante cambio y proceso.

En la Normal School, Wells fundó y editó el Science Schools Journal. Después de dejarlo, enseñó ciencias en la Academia Holt, en el norte de Gales, donde sufrió una lesión de fútbol y contrajo tuberculosis.

Después de un breve período como profesor de ciencias en la Henley House School, Kilburn, obtuvo su título de Licenciado en Ciencias en 1890. Poco después fue tutor del University Correspondence College y conoció a su prima, Isabel Wells, con la que se casó en 1891. En 1892 conoció a Amy Catherine Robbins (Jane), una de sus estudiantes, de la que se enamoró, yéndose a vivir con ella. Esto, por supuesto, puso fin a su ya inestable matrimonio. Cuando su salud se deterioró en 1892 y 1893, Wells se dedicó al periodismo y publicó periódicamente artículos sobre ciencia y educación científica.

Wells tiene muy pronto una primera aproximación al tema, tal y como cuenta él mismo en su autobiografía: «En la sociedad de debate estudiantil, oí hablar y me apoderé de la idea de un marco de cuatro dimensiones para una nueva comprensión de los fenómenos físicos, lo que más tarde me llevó a enviar un artículo titulado El universo rígido al Fortnightly Review (un artículo que fue rechazado por Frank Harris por incomprensible). Esto también me dio un contexto para mi primera fantasía científica: La máquina del tiempo».

Sin embargo, Wells trata por primera vez los viajes en el tiempo en ese relato titulado Te chronic argonauts. En esta historia, el Doctor Moses Nebogipfel inventa una máquina del tiempo a la que llamará Chronic Argo. Esta historia es escrita en 1888, siete años antes de La máquina del tiempo, y publicada en una revista para estudiantes. Así lo describía él: «Comencé un cuento, bajo la influencia de Nathaniel Hawthorne, que se imprimió en el Science Schools Journal: Chronic Argonauts. Lo interrumpí después de tres entregas porque me di cuenta de que no podía continuar con él. Marca una etapa en mi educación en el arte de la ficción. Fue el borrador original de lo que más tarde sería La máquina del tiempo, lo que me valió por primera vez el reconocimiento como escritor imaginativo. Pero la prosa era demasiado elaborada, la historia está torpemente inventada y además cargada de un significado falso e irrelevante. El Viajero en el Tiempo, por ejemplo, se llama Nebogipfel, aunque evidentemente el Monte Nebo no tenía nada que ver en esa historia. No había ninguna Tierra Prometida por delante y encontramos mucho alboroto por la hostilidad de un supersticioso pueblo galés hacia este Dr. Nebogipfel que obviamente sería incluido en el cuento La letra escarlata de Hawthorne. ¡Y piense en Chronic y Argonauts en el título! Una gran ineptitud este título rococó para una dura invención matemática.

»Tenía poco más de veintiún años y me quedaba mucho por aprender. Todavía mezclaba mi prosa y mi historia de una manera totalmente incompetente. Si hoy un joven de veintiún años me trajera una historia como Te chronic argonauts para pedirme consejo, no creo que debiera animarle a seguir escribiendo. Aunque está claro que fue una señal para una inteligencia en crecimiento el que me diera cuenta de mi excepcional ignorancia de la actualidad contemporánea».[22]

Tras un par de borradores más, en los que fue desarrollando algo la historia, y que se perdieron, fue a petición de William Ernest Henley, director del National Observer, que Wells retoma la historia sobre los viajes en el tiempo. Era marzo de 1894 cuando aparece la primera entrega de La máquina del tiempo en ese Te National Observer, donde se publicaron seis más hasta el mes de junio de ese mismo año. El problema surgió cuando Henley dejó la dirección editorial, lo que llevó a la cancelación de la publicación de Wells.

En diciembre de 1894, Wells escribió una misiva a la señorita Healey, una vieja amistad, para avisarle del hecho: «Le interesará saber que nuestro antiguo Chronic argonauts del Science School Journal ha llegado a ser una novela completa que aparecerá por series en la New Review durante el próximo mes de enero. Es el triunfo de mi baraja y, si no sobresale todo lo que espero, sabré el lugar que me corresponde ocupar en lo que me quede de carrera».[67]

No fue hasta finales de aquel año que, con Henley asumiendo la dirección de la editorial New Review, se pudo organizar la impresión, de nuevo por entregas, de La máquina del tiempo. Su publicación llevó de enero a mayo de 1895. Henley pagó a Wells cien libras esterlinas por la historia.

Por otro lado, Henley le pidió a Wells que hiciera algunos cambios en el argumento para que no pareciera exactamente la misma historia que se había publicado en Te national observer. También se solicitaron complementos a la historia para completar esas breves entregas. Mientras, la historia se publicaba en New Review. En febrero de 1895 Wells, al parecer, ya estaba negociando con Henry Holt para publicar la historia como novela en los Estados Unidos. El texto de la edición de Holt muestra elementos de los artículos de New Review. Posteriormente, Wells eliminó y sustituyó contenido de la versión del National Observer antes de que William Heinemann publicara la historia, por lo que el texto de Holt es diferente al de la edición de Heinemann, que es en gran medida el mismo texto publicado en la New Review, pero con algunos de los elementos originales de Te National Observer devueltos y las añadiduras de New Review que habían sido eliminadas.

La primera impresión de La máquina del tiempo como novela independiente fue realizada por Henry Holt el 7 de mayo de 1895, conteniendo un error curioso, ya que se acreditó al autor como “HS Wells”. Esto fue corregido para la segunda impresión. Por otra parte, William Heinemann produjo la primera edición británica el 29 de mayo. Entre mayo y agosto de 1895, Heinemann fabricó seis mil ejemplares impresos en tapa blanda y mil quinientos ejemplares en tapa dura.

La edición de Heinemann tiene dieciséis capítulos y un epílogo. La edición de Holt tiene doce capítulos. Para complicar el tema de las ediciones, existen hasta siete variaciones diferentes de la primera edición de Heinemann. La principal diferencia entre ellas es la cantidad de páginas del catálogo que se agregan al final de la historia. Se cree que Heinemann imprimió de inicio diez mil copias, todas con fecha de 1895, pero no las encuadernó hasta que se necesitaron más copias para poner a la venta. Así, con cada lanzamiento las propuestas en el catálogo cambiaban, pero no lo hacía la fecha de publicación. Algunas de esas primeras ediciones de 1895 no se encuadernaron ni publicaron hasta después de 1899, ya que en las páginas del catálogo aparecen obras que no se imprimieron hasta entonces. La máquina del tiempo fue el primer libro al que Heinemann añadió un catálogo impreso. Se cree que lo hizo porque, al ser una novela bastante corta (menos de cuarenta mil palabras) y muy poco gruesa, le costaba llegar al lector que la quisiese adquirir, por lo que se agregó el catálogo para espesar el aspecto del libro, así daba la sensación de ser una lectura más alargada. Todas las primeras ediciones de Holt, con la firma HS Wells, tienen seis páginas de catálogo.

En 1924 Wells hizo cambios menores al texto de Heinemann, eliminó los títulos de los capítulos y combinó algunos de ellos, reduciendo el número de dieciséis a doce más un epílogo. Esta versión fue publicada junto con sus otras obras como un conjunto de veintiocho volúmenes como Edición atlántica de las obras de HG Wells. Para esta edición, Wells escribió este prefacio:

«Se encontró una copia del libro en la que, alrededor de 1898 o 1899, se encontraron marcadas algunas modificaciones en el arreglo y mejoras en la expresión. Se han aceptado casi todos estos cambios sugeridos, de modo que lo que el lector obtiene aquí es una versión definitiva revisada hace un cuarto de siglo.»

Se publicaron mil cincuenta series para EE. UU. y seiscientas veinte series para el Reino Unido. El primer volumen de cada conjunto fue firmado por HG Wells y contiene La máquina del tiempo, La maravillosa visita y otras historias. Esta versión es la más publicada hasta la fecha.

En 1927, La máquina del tiempo se publicó como el volumen dieciséis de la edición recopilada de Essex de las obras de H. G. Wells con ligeros cambios por parte de Wells. Esta edición también apareció como la primera historia en Las historias cortas de H. G. Wells publicadas por Benn en 1927 y que luego fue retitulada Las historias cortas completas de H. G. Wells. En 1933 se volvió a publicar como parte de las novelas científicas recopiladas de Gollancz, nuevamente con ligeros cambios por parte del autor.[31]

En la novela se da una curiosa casualidad. El Viajero, al exponer su teoría sobre la cuarta dimensión, habla de que se había impartido una conferencia sobre este tema por parte del profesor Simon Newcomb, de la Sociedad Matemática de Nueva York. Y el caso es que Wells utiliza algo real para introducir la veracidad en su relato, ya que Simon Newcomb fue un científico estadounidense de gran reputación internacional por su trabajo, tanto en matemáticas como en astronomía. Lo que es un hecho extraño e inquietante es que Newcomb sí realizó una conferencia sobre la cuarta dimensión, pero fue pronunciada en 1896, un año después de publicarse la novela. ¿Era Wells un visionario? ¿O Newcomb utilizó la novela también como idea para la conferencia? El caso es que seguramente Wells ya conocía los estudios del profesor desde su época de estudiante, y su predicción tenía una base sólida sobre los trabajos que el profesor Newcomb ya había publicado. A lo largo de las historias de Wells se pueden encontrar otras referencias a la obra de Newcomb.

Wells, en su autobiografía, nos deja un pasaje curioso en el que la escritura de La máquina del tiempo está presente:

«Todavía recuerdo haber escrito esa parte de la historia en la que el Viajero en el Tiempo regresa y descubre que le han quitado la máquina y le impiden la retirada. Me senté solo en la mesa redonda de abajo, escribiendo en todo momento en el círculo luminoso proyectado por una lámpara de parafina con pantalla. Jane se había acostado y su madre había estado enferma en la cama todo el día. Era una noche azul muy cálida de agosto y la ventana estaba abierta de par en par. La mayor parte de mi mente voló a través de la historia en un estado de concentración ante los Morlocks, pero algunas regiones periféricas de mi cerebro registraban otras cosas. Las polillas revoloteaban una y otra vez y, aunque yo no estaba consciente de ellas en ese momento, una debió caer cerca de mí y dejar algún rastro en mi conciencia marginal que se convirtió en una historia corta que escribí en aquella época: A moth-genus novo. Y afuera, en la noche de verano, una voz martilleaba el ambiente, una voz femenina que subía y bajaba. Era la señora (olvidé su nombre), que era nuestra casera, finalmente en abierta rebelión, hablando con una comprensiva vecina en el jardín de al lado y llegando esa conversación por la ventana. Yo la ignoré por completo, y ella no tuvo el valor de confrontarme en mi salón. ¿Nunca me iba a ir a la cama?... Siguió y siguió. Yo continué escribiendo de forma sombría con ese acompañamiento. Seguía escribiendo cuando ella hizo su último comentario con la puerta principal bien cerrada. Terminé mi capítulo antes de cerrar la ventana, bajé y apagué la lámpara. Y de alguna manera, en medio de la creciente perturbación de aquellos días, La máquina del tiempo consiguió terminarse.»[22]

LA PRIMERA ADAPTACIÓN

El martes 25 de enero de 1949 se realizó una transmisión en vivo de La máquina del tiempo a través de la BBC. Hubo una segunda emisión el 21 de febrero de ese mismo año con la historia revisada. Estaba protagonizada por Russell Napier como El Viajero y Mary Donn como Weena. El productor, guionista y director fue Robert Barr.

Cuando se anunció esta adaptación no estuvo exenta de varias discusiones. En un artículo de Te radio times se realizaban distintas preguntas ante la valentía de Robert Barr de acometer esta historia para un directo televisivo. Cuestiones que se preguntaban: ¿cómo se iban a preparar decorados que pareciesen de un mundo del futuro lleno de extrañezas con el tamaño tan estrictamente limitado? ¿Cómo se iba a dar la impresión del paso de cientos de miles de años en el trascurso de tres minutos?

Con ingenio sacaron adelante las cuestiones técnicas que iban apareciendo. Por ejemplo, utilizaron fotografías con fondos, y que no eran mayores de unos veinte centímetros, y delante de ellas pequeños edificios recortados con lo que decidieron eran formas futurísticas. Todo ello para luego componer un primer plano. Pequeños elementos como esferas de plástico sirvieron para ejercer la magia. Retroproyecciones o movimientos de focos también ayudaron en todo momento. Casi todo ideado por Robert Barr y el diseñador Barry Learoyd.

Aun así, en la emisión se obtuvieron algunas críticas que resultaron feroces. Las cartas de los televidentes llegaron hasta la BBC con varios ejemplos en los que se dejaba bien claro que los televidentes no habían entendido muy bien la historia, incluso con quejas sobre los ruidos del exterior del escenario. Barr eliminó partes de los diálogos y eliminó secuencias del viaje del tiempo para intentar apaciguar a los críticos en su segunda emisión y así también intentar que algunos de los espectadores comprendiesen mejor las ideas que él quería plasmar.[27]

PAL SOBRE WELLS

En la adaptación a novela gráfica de la película por parte de Dell, dentro de su colección Movie classic, se le pidió a George Pal que escribiese unas palabras acerca de H. G. Wells: «He estado continuamente asombrado por los escritos de este autor, H. G. Wells. No solo por su talento literario, sino por su insospechada habilidad para predecir el futuro. Hace varios años yo tuve el placer de producir La guerra de los mundos, una novela sobre la invasión de la Tierra por parte de viajeros espaciales llegados de Marte, un tema del que se habla mucho hoy en día, ¡pero Wells la escribió en 1898!

»Recientemente, para la Metro Goldwyn Mayer, he rodado otra de las obras de este autor, La máquina del tiempo, ¡escrita en 1895! Esta historia es una aventura en la cuarta dimensión, una aventura en el tiempo. El viajero del tiempo que Wells escribió viaja desde 1809 hasta el 802.701. De nuevo, Wells escribió algo que estaba fuera del momento en el que él vivía. Debieron pasar varios años para que Einstein elaborase la actual teoría sobre la cuarta dimensión.

»En La máquina del tiempo, Wells predijo una guerra mundial que significaría el fin de la humanidad tal y como la conocemos. Estoy por completo seguro de que en eso está equivocado, pero para propósitos ilustrativos en nuestra película enseñamos este holocausto, que sucede dentro de seis años, en 1966.

»Así mismo, aunque Wells siempre parece ser alguien tenido en cuenta con sus escritos históricos, sus novelas de ciencia/aventuras, sobre todo La guerra de los mundos y La máquina del tiempo, son las más populares dentro de sus trabajos.

»De forma innata él es un escritor de ficción muy acertado, ya que los hechos científicos que él plasmaba en sus aventuras/científicas podrían llegar a ser plausibles. Siendo un joven, él era un aprendiz de química, ganó un premio escolar en el Royal College of Science en Inglaterra. También recibiría una licenciatura en Ciencias de la Universidad de Londres.

»Escribió cerca de una centena de libros, y siempre tuvo un lugar especial en su corazón para sus historias de ciencia ficción. Consideraba un insulto que sus novelas fueran tratadas solo como escritos de ciencia ficción. Insistía en que sus novelas fantásticas también fueron escritas para enseñar sus propias creencias.

»¡Y muchas de sus creencias llegaron a ser realidad!

»Por ejemplo, en 1933 él ya predijo que una gran guerra llegaría en 1940. En 1914 describió la bomba atómica en su novela Te world set free. El protagonista de este libro quiere borrar Berlín del mapa con bombas atómicas, mucho antes de que se usaran en Hiroshima y Nagasaki. En 1908, en Te war in the air, él auguró un bombardeo sobre Londres, varios años antes de Hitler y Goring. En 1920, escribió sobre la venidera potencia rusa en Russia in shadows.

»¿Qué otras cosas predijo Wells sobre el futuro? Bien, poco después de la guerra que lo destruirá todo, él asegura que el planeta entero quedará enterrado en lava.

»Viajando mucho en el futuro, unos ochocientos mil años, él vio un nuevo mundo que describió en La máquina del tiempo. Un mundo con el clima controlado en el que hace buen tiempo todo el año. Está habitado por dos tipos de personas, uno de los grupos es bueno, el otro, malvado.

»Teniendo en cuenta sus antecedentes, es difícil no estar de acuerdo con Wells, por fantásticas que puedan parecer sus predicciones sobre el lejano futuro. Sin embargo, para ser por completo honesto, debo señalar que en tres profecías el autor calculó mal:

  1. Se denominó a sí mismo como un “truco literario”. Los años han demostrado todo lo contrario.
  2. Predijo que viviría hasta los noventa y siete. Murió en 1946, a la edad de ochenta.
  3. En 1937, ¡él dijo que no sería recordado después de su muerte!»[16]

Pal también era muy querido por casi todos aquellos que tuvieron que compartir trabajo alguna vez con él. Muy amigo de sus amigos, todos los involucrados en sus producciones lo recuerdan como alguien amable y cercano. Un buen amigo suyo, el coleccionista cinematográfico Bob Burns, dejaba estas palabras sobre Pal: «Él era alguien bondadoso, un hombre maravilloso. La gente lo quería. Para mostrarles lo que quiero decir: El tiempo en sus manos se hizo por 750.000 dólares, lo cual es un presupuesto muy bajo para una película como esta. Parte de la razón por la que fue tan barata es que el equipo de George puso el 150 por ciento en todo lo que hicieron. Querían trabajar para él. Querían hacer un esfuerzo adicional por él». En todo momento tiene en sus palabras a Gene Warren y Wah Chang, quienes ya habían trabajado con Pal, y se consideraban amigos muy fieles.[13]

EL TIEMPO EN SUS MANOS

«Cada película tiene un significado. El héroe de El tiempo en sus manos odiaba la guerra, y trataba de encontrar un tiempo en el que no existiera.»

George Pal[07]

El tiempo en sus manos (Te time machine) (1960) MGM, EE. UU.

Duración: 103 minutos.

Fecha de estreno (EE. UU.): 4 de agosto de 1960.

CRÉDITOS:

Producida y dirigida por George Pal.

Guion: David Duncan, basado en la novela de H. G. Wells.

Dirección artística: George W. Davis y William Ferrari.

Decoración y escenarios: Henry Grace y Keogh Gleason.

Efectos especiales: Project Unlimited (Gene Warren, Wah Chang y Tim Baar).

Animación stopmotion: David Pal y Don Sahlin.

Pinturas mate: Bill Brace.

Edición: George Tomasini.

Música: Russell.

Maquillaje: Charles Schram y Ron Berkeley, supervisado por William Tuttle.

Diseño Morlock: George Pal.

Peluquería: Mary Keats.

Subdirector: William Shanks.

Asistente del productor: Gae Griffith.

Asesor de color: Charles K. Hagedon.

REPARTO:

Rod Taylor (George, el Viajero en el Tiempo), Yvette Mimieux (Weena), Alan Young (David Filby y James Filby), Sebastion Cabot (Dr. Philip Hillyer), Tom Helmore (Anthony Bridewell), Whit Bissell (Walter Kemp), Doris Lloyd (Sra.Watchett), Rob Barran (Primer Eloi), James Skelly (Segundo Eloi, de blanco); Paul Frees (voz de Talking Rings). Sin duda es George Pal el principal artífice de este clásico cinematográfico de la ciencia ficción, basado en la obra de H. G. Wells, La máquina del tiempo. Nadie mejor que él para recordar cómo se plantaron las primeras semillas en su imaginación: «Cuando era niño, La máquina del tiempo era uno de mis libros favoritos. H. G. Wells tenía la habilidad de sacar a la superficie los deseos ocultos de todos con una sensación de asombro verdaderamente hermosa. Todos nosotros, en un momento u otro, hemos mirado a la Luna y hemos pensado: “Vaya, me pregunto qué habrá allí arriba”. El señor Wells escribió Te first men in the Moon. “¿Y no me pregunto también qué haría si fuese invisible?”. Wells también escribió El hombre invisible. Y así llegó La máquina del tiempo. ¿No ha soñado todo el mundo lo maravilloso que sería poder viajar de un lado a otro en el tiempo? Tenía que hacer de este sueño una película. Tenía que hacerlo».

Mover el proyecto no fue nada fácil para Pal, que a veces decía que la película, en un juego con el tiempo, casi muere antes de haber nacido. Así lo contaba: «No fue muy difícil adaptar el libro a la pantalla, pero sí fue complicado lograr que los ejecutivos que hacen películas aceptaran la idea como factible». Pal estuvo dudando sobre adaptar la historia llevándola al tiempo en que él vivía, al igual que hizo con La guerra de los mundos, pero entendió que su protagonista debía estar en un pasado, a comienzos de siglo, y no actualizarlo, ya que así el Viajero viajaría por eventos históricos que el público reconocería. Y, por lo tanto, esto ayudaría a convencerlos de que viajar en el tiempo era posible. Así lo declaraba: «Modernizamos La guerra de los mundos porque los platillos volantes estaban de moda en aquella época. En El tiempo en sus manos no lo hicimos porque teníamos un problema diferente. Aquí el problema era convencer al público de que el tiempo que se nos enseñaría con la máquina sería real. Así que lo situamos en el pasado, a principios de siglo, y mostramos incidentes que el público sabe que sucedieron, como el cambio de moda femenina, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, etcétera. Al ver hechos reconocibles los aceptaron sin problema, así que siguieron adelante con la historia, y se creyeron que había algunas cuestiones en el futuro como personitas rubias en la superficie y monstruos albinos que estuviesen bajo tierra».[30] También hay que tener en cuenta que Pal era alguien que odiaba la guerra, y no iba a dejar pasar la oportunidad de ilustrar el poder destructivo de algo que tanto le indignaba, mostrándolo sin tapujos en la historia que acabó llevando a la pantalla. Trabajó, entonces, junto a David Duncan, que hasta ese momento había escrito algunas novelas de ciencia ficción. Entre ambos le dieron forma a la historia que se trasladó al guion. Aunque, como recordaba Pal, todavía quedaba mucho por bregar. «El guion permaneció esperando ocho años. Fuimos a todos los estudios y hablamos con todos los ejecutivos que conocíamos. Nadie quería llevarla adelante». Y es que intentó que varios estudios la llevasen a cabo, insistiendo con Paramount para que le financiase el proyecto, pero en la productora de la montaña creían que las historias de ciencia ficción no podían ser muy comerciales. También Pal intentó a su vez que el proyecto fuese un secreto, tenía algo de temor al hecho de que se produjese alguna película de bajo presupuesto, como las muchas de ciencia ficción que en esos años poblaban las pantallas y que aprovechaban las ideas que pululaban por los mentideros de Hollywood. De hecho, se llegó a filtrar parte de su idea en la publicación sobre cine Hollywood Reporter, aunque no hubo ningún proyecto llamativo al respecto. Pero precisamente fue el buen hacer de Pal con otra historia de entorno fantástico lo que desatascó el problema: «Si no fuera por Tom Tumb (El pequeño gigante) nunca hubiese conseguido crear El tiempo en sus manos. Concebimos Tom en 1958 y tuvo un gran éxito. La película repartió felicidad. Entonces MGM se volvió hacia nosotros para preguntarnos:¿Qué más tenéis?”. Desempolvamos el guion de la historia de Wells, que ya tenía ocho años, y se la quedaron. Tom Tumb les hizo creer en ese proyecto. Antes de eso, todo el mundo estaba convencido de que era imposible de hacer».

Pero no todo iba a ser tan fácil. El proyecto recibió el visto bueno de la gerencia de la productora, pero también fueron escasas sus intenciones de invertir mucho dinero en la película. Así lo recordaba el director: «El departamento de producción de MGM en Hollywood se dio cuenta de que se habían equivocado con su presupuesto y aceptaron mis cifras de 850.000 dólares para El tiempo en sus manos. Querían demostrar que podían hacer películas en Estados Unidos tan baratas como las que hacían en Inglaterra, así que me dijeron que lo rodara en Hollywood. De hecho, Te time machine salió ligeramente por debajo del presupuesto».[30]

Todas las vicisitudes con el presupuesto se sumaban al poco margen de tiempo que le dieron con el plan de rodaje para completar el trabajo. «Teníamos un calendario de filmación de veintinueve días, y todos tuvimos que trabajar como locos. La película en sí no era muy cara. Hacerlo nos costó solo un poco más de ochocientos mil dólares. Tan solo de esa manera pude despegar con la realización. Tuvimos que desplegar todo nuestro ingenio. Debíamos tener todo planeado hasta el más mínimo detalle porque, con un presupuesto como ese, el único truco que te queda es conseguir que todo vaya bien en la primera toma, principalmente lo que tiene que ver con los efectos especiales». Los efectos, que acabaron ganando un Oscar, de Projects Unlimited (empresa formada por Gene Warren, Wah Chang, Tim Barr y un joven aprendiz llamado Jim Danforth), y el maquillaje fantásticamente ideado por William Tuttle tuvieron que estar definidos semanas antes de que empezase a rodar la cámara. «Tuvimos que diseñar todo antes de comenzar a filmar. Mientras escribíamos el guion, ya habíamos pensado en varios detalles y nos inspirábamos unos a otros. Esto ahorró tiempo y dinero. Incluso llamamos al compositor en estas sesiones de pequeñas inspiraciones para que se fuese haciendo una idea sobre la película. Compuso mucha música incluso antes de filmar la mayoría de las escenas. Eso no se hace muy a menudo».

A pesar de sus innumerables esfuerzos por llevar a buen término la producción con las ideas que iban surgiendo, Pal todavía se encontró con que algunas de las escenas planeadas iban a resultar demasiado caras de filmar. Tuvo que enfrentarse a la decisión: abandonaba muchas de las ideas para los decorados opulentos que había pensado para los Eloi o encontraba una manera de ponerlos en la película sin que costase mucho dinero. Y Pal encontró la solución: «En aquella época era mucho más barato rodar en exteriores que en interiores. Por ejemplo, teníamos un gran salón en el que los Eloi se reunían para comer. Para filmarlo dentro de nuestro presupuesto, diseñamos el área del banquete con un techo abierto. Colocamos las paredes sobre el césped y dejamos que el sol entrara por ese techo que no lo tapaba. Luego filmamos todas las escenas de interiores al aire libre, usando la luz del sol. Esto nos ahorró mucho dinero, porque entonces el uso de luces artificiales era muy caro y había que utilizar muchos focos porque el celuloide no es tan sensible como lo ha ido siendo después».

Otro ejemplo de que el esfuerzo de Pal estuvo a punto de fracasar, llega con una escena problemática. Una de las secuencias de acción con los Morlocks: «Estábamos filmando la secuencia en la que hay una tremenda pelea entre George y los Morlocks», recuerda Pal. «Los Morlocks estaban saltando por todos lados en su cueva. Ahora bien, para conseguir un buen salto Morlock, tuvimos que filmar toda la secuencia desde el momento en que el actor empezó a correr hasta el momento en que aterrizaba. Esa es una escena larga. En medio del rodaje recibimos una llamada del director del estudio. Me dijo lo siguiente: George, estamos en problemas. Creo que estás excediendo esta escena. Estás empleando un tiempo desmedido y demasiada película. Debemos tener una reunión. Le pregunté si podía esperar hasta que tuviéramos la secuencia editada para poder mostrarle lo que estábamos haciendo, con la inversión de tiempo y de rodaje. De mala gana, aceptó. Entonces, trabajamos durante el fin de semana con nuestro editor George Tomasini, uno de los grandes editores, que había trabajado durante años con Alfred Hitchcock. Cortamos la secuencia para darle forma. El lunes al mediodía nos reunimos con el director del estudio y sus parásitos, sus “Sí, señor”. Aquellas personas estaban esperando a que la sangre fluyera. Esa es la naturaleza de un estudio cinematográfico. Se sentían preparados para una buena decapitación. Pero mostramos la escena de los Morlock y se veía bastante bien. Y nadie en la sala dijo una sola palabra. Todos miraban al jefe, esperando que él argumentara algo. Se acercó a mí y me dijo: Felicidades, George. Tenías razón”. Yo en contestación, señalé a George Tomasini sentado a mi lado y le dije: “Estás felicitando al George equivocado. Él lo hizo”. Como por arte de magia y de repente, todos en la sala comenzaron a asentir con la cabeza y a decir: Sí, es fantástico, ¿no?”».

Al recordar ese momento Pal se reía a carcajadas, tranquilizado al saber que las aventuras de George entre los Morlocks y los Eloi se consideran uno de los mejores momentos de las películas de ciencia ficción y aventuras.

Siempre recordaba lo «invaluables» que fueron todos los intérpretes y técnicos con su trabajo, para dar vida a este deslumbrante clásico de bajo presupuesto.[15]

ESCENA POR ESCENA

+ Títulos de crédito

+ Londres, casa de George

David Filby cruza la calle para ir a casa de su amigo George, allí espera un grupo de amigos en la sala repleta de relojes. Se preparan para cenar, esperando que llegue su anfitrión. Se incluyó algún momento humorístico, como cuando uno de los colegas le pregunta a otro la hora y dos segundos después mira a su alrededor señalando con la mirada la gran cantidad de relojes.

+ Llegada de George y su fantástico relato

George llega sucio y magullado, les relata lo que ha ocurrido. Todo empieza con la tarde del 31 de diciembre de 1899, en la que se reunieron para que George les enseñase su nuevo proyecto. Tiene que ver con la cuarta dimensión: el tiempo. Les muestra una pequeña máquina que asegura que viaja en el tiempo, moviéndose en esa cuarta dimensión. Ante los ojos de todos desaparecerá. La demostración no acaba de convencer a sus amigos.

+ En la novela este momento es muy interesante al ver cómo abordan los personajes esta situación:

—¿Está usted diciendo que ese aparato ha viajado hacia el futuro? —preguntó Filby.

—Al futuro o al pasado... En realidad, no sé adónde ha ido.

Después de un instante de silencio, el psicólogo tuvo una idea inspirada. —Si ha ido a alguna parte, se habrá desplazado al pasado —dijo.

—¿Por qué? —preguntó el Viajero del Tiempo.

—Porque supongo que no se ha movido en el espacio y, si hubiera viajado hacia el futuro, aún estaría ahí, porque debe haberse desplazado a través de este tiempo.

—Pero si ha ido hacia el pasado —dije yo—, lo habríamos visto cuando entramos en esta sala; y el pasado jueves, cuando estuvimos todos aquí; y el jueves anterior, ¡y así sucesivamente!

—Unas apreciaciones muy coherentes —apuntó el alcalde, con cierto aire de imparcialidad, volviéndose hacia el Viajero del Tiempo.

—En absoluto —dijo el Viajero del Tiempo, y luego se dirigió al psicólogo—: Piénselo. Usted puede explicarlo. Usted sabe que es una exposición que se encuentra por debajo del umbral de la percepción, una exposición difusa.

—Por supuesto —dijo el psicólogo, tranquilizándonos—. Es una sencilla cuestión de psicología. Debería haberlo pensado. Es muy simple, y explica perfectamente la paradoja. Nosotros no podemos ver esa máquina, ni tampoco distinguirla, por la misma razón que no podemos ver los radios de una rueda al girar a gran velocidad, o una bala surcando el aire. Si esa máquina está viajando a través del tiempo cincuenta o cien veces más rápido que nosotros, si viaja un minuto en un segundo para nosotros, la impresión que nos dará, por supuesto, será una cincuentésima o una centésima parte de lo que sería si no estuviera viajando en el tiempo. Es muy sencillo... —Y pasó entonces la mano por el lugar donde había estado la máquina—. ¿Lo ven? —dijo, riéndose.

Permanecimos quietos y atónitos delante de la mesa vacía durante un minuto, más o menos. Entonces el Viajero del Tiempo nos preguntó qué pensábamos de todo aquello.

—Hoy todo parece bastante posible —dijo el médico—, pero ya veremos mañana. A ver qué dice el sentido común mañana por la mañana.

—¿Les gustaría ver la verdadera máquina del tiempo? —preguntó el Viajero.

Y así cogió la lámpara y avanzó delante de todos por el largo y gélido pasillo que conducía a su laboratorio. Recuerdo vívidamente la vela vacilante, la estrafalaria silueta de su cabeza, la danza de las sombras, y cómo íbamos tras él, confundidos e incrédulos, y cómo luego, allí, en el laboratorio, contemplamos un ejemplar a gran escala del pequeño mecanismo que habíamos visto desvanecerse delante de nuestros ojos. Tenía unas partes de níquel, otras de marfil y algunas que ciertamente parecían haber sido talladas o perfiladas en cristal de roca. El artefacto estaba casi terminado, pero las barras cristalinas en espiral estaban sin acabar, en un banco de trabajo, junto a algunos planos y dibujos, y yo cogí una para verla mejor. Parecía como de cuarzo.

—¡Vaya! —exclamó el médico—. ¿Así que va en serio? ¿O es un truco... como aquel fantasma que nos enseñó la Navidad pasada?

—En esa máquina —dijo el Viajero del Tiempo, manteniendo la lámpara en alto— pretendo viajar en el tiempo. ¿Está claro? Nunca he hablado más en serio en mi vida. Ninguno de nosotros supo cómo tomarse aquella declaración.

Vi que Filby se asomaba por encima del hombro del médico y me guiñaba un ojo con toda solemnidad.

+ George y Filby hablan a solas. George ve en el periódico el titular de la guerra de los Boer. Filby está preocupado por su amigo. A George le repugna esa época que le ha tocado vivir, sobre todo porque está llena de guerras que matan al ser humano. Filby tiene miedo por su amigo, incluso le sugiere que destruya la máquina. David es un buen amigo.

+ La máquina del tiempo

George tiene en su laboratorio una máquina igual a la de la muestra, pero de tamaño superior en la que puede transportarse un hombre.

+ Viajando en el tiempo

George empieza a experimentar y ante nuestros ojos se desarrollarán varios cambios. Con sus comentarios en off nos va explicando los acontecimientos que ve y vive. En este primer viaje tenemos varias paradas en un corto espacio de tiempo, pero que se irá incrementando.

+ En la novela las descripciones del viaje son las siguientes:

—Me temo que no soy capaz de expresar las peculiares sensaciones del viaje en el tiempo. Son extraordinariamente desagradables. Es un sentimiento muy parecido al que uno tiene en una montaña rusa: un movimiento inevitable de precipitación. Sentí también la misma y horrible impresión de un inminente aplastamiento. Mientras proseguía el viaje, las noches sucedían a los días como si estuviera ante el aleteo de un pájaro negro. La turbia visión del laboratorio comenzó a desvanecerse entonces y a alejarse de mí, y vi cómo el sol se elevaba veloz en el cielo, saltando de minuto en minuto, y marcando con cada salto un día. Imaginé que el laboratorio había sido destruido y que yo había quedado a la intemperie. Tuve la turbia impresión de estar sobre una estructura débil y tambaleante, pero ya estaba yendo demasiado deprisa como para ser consciente de nada de lo que ocurría a mi alrededor. El caracol más lento que jamás se haya arrastrado por la tierra avanzaba a una velocidad demasiado rápida para mí. La parpadeante sucesión de luz y oscuridad resultaba horrorosamente dolorosa para la vista. Luego, en aquella intermitente oscuridad, vi la Luna girando veloz en sus cuartos, desde la luna llena hasta la luna nueva, y vislumbré también cómo giraban las estrellas. Inmediatamente, mientras continuaba el viaje, ganando cada vez más velocidad, la palpitación del día y la noche se convirtió en un gris continuo; el cielo adquirió una maravillosa profundidad azul, un color espléndido y luminoso como el de los primeros momentos del atardecer. El Sol parpadeante se convirtió en una franja de fuego, un arco brillante en el espacio; la Luna, en una banda de luz fluctuante y más débil; y ya no pude ver las estrellas, salvo por el hecho de que de vez en cuando aparecía un círculo más brillante que parpadeaba en el profundo azul.

+ Primera Guerra Mundial (año 1917)

Se detiene en su viaje. El laboratorio está sucio y lleno de telarañas. Las ventanas han sido tapadas por tablas. La casa hace mucho que no es habitada por nadie. Sale al exterior, su jardín se encuentra muy descuidado. Se sorprende al ver llegar un coche, que le llama mucho la atención. Ve a Filby, le saluda. Pero es James Filby, el hijo de su amigo David, y descubre que este murió en la guerra. Además, se entera de que su amigo protegió su vivienda, confiando durante toda su vida en que él regresaría. Se va cabizbajo de nuevo a la máquina.

+ Segunda Guerra Mundial (año 1940)

La escena tiene lugar el 19 de junio de 1940, durante el bombardeo de Londres. George piensa que es la misma guerra de su anterior parada, además percibiendo que el hombre ha hallado la manera de matarse con máquinas voladoras. Esto le hace comprender que la humanidad ha llegado a un nuevo nivel en sus enfrentamientos. Y deduce también que se trataba de una nueva guerra. Una bomba que cae en su casa le dejará al aire libre.

+ Londres Nuclear (año 1966)

Su siguiente parada tiene lugar el 18 de agosto de 1966. Hay un sonido de sirenas y gente huyendo hacia un refugio. Ve que la zona se convirtió en un parque dedicado a David Filby y a la amistad que tenía con su amigo George. Se encuentra con James Filby, que es un anciano que está huyendo del ataque. Llegan las explosiones, y después la erupción de un volcán. George se sube a la máquina justo a tiempo antes de ser engullido por la lava.

+ Encerrado en la montaña

George está dentro de la montaña. Viaja a toda velocidad con los siglos pasando a toda velocidad.

+ Año 802.701

Para de forma súbita en el 12 de octubre del año 802.701. Cae de la máquina y se queda sin sentido. Le cae una cortina de lluvia con granizo. Está en un paraje lleno de naturaleza esplendorosa, pero también al lado de una construcción con una puerta enorme y que está coronada por una figura como una esfinge. Camina por allí hasta llegar a un edificio derruido que lleva siglos sin ser reformado.

Ese nuevo mundo que George se encuentra, en el que hay edificios en ruinas y una exuberante vegetación, se construyó aprovechando elementos de otras producciones de MGM como Quo vadis (1951) o Planeta prohibido (1956). Todo en combinación con matte paintings y partes en miniatura.

+ Su llegada a este momento en la novela:

—En mis oídos sentí como el estallido de un trueno. Puede que me quedara aturdido durante unos momentos. Un despiadado granizo silbaba a mi alrededor, y yo me encontraba sentado en un suave tapiz de hierba enfrente de la máquina, que había volcado. Todo parecía gris todavía, pero de inmediato me di cuenta de que el ruido confuso de mis oídos había desaparecido. Miré a mi alrededor. Estaba en lo que parecía ser el césped de un pequeño jardín, rodeado de arbustos de rododendro, y me di cuenta de que sus flores malvas y púrpuras estaban cayendo como lluvia por culpa de los golpes del granizo. El granizo rebotaba y bailaba en el suelo, derramándose desde una nube sobre la máquina, y recorría la tierra como el humo. Inmediatamente quedé empapado hasta los huesos. “Buen recibimiento”, me dije, “para un hombre que ha viajado innumerables años hasta llegar aquí”.

Pensé entonces en lo tonto que había sido dejándome empapar. Me levanté y miré a mi alrededor. Una figura colosal, tallada al parecer en algún tipo de piedra blanca, asomaba casi indistinguible más allá de los rododendros, recortándose en la lluvia. Pero todo lo demás me resultaba invisible.

+ Los Eloi

En el edificio encuentra mesas repartidas en las que hay platos y copas preparados. Fuentes repletas de enormes frutas coronan cada mesa. George busca a los habitantes y los encuentra al lado de un río, despreocupados de cualquier situación que no sea la de estar allí tumbados o en descanso. Pero la despreocupación llega hasta tal punto que no ayudan a una chica que se está ahogando en el río. George tiene que rescatarla. La chica no le dice nada. Los sigue hasta el edificio y se queda fatal. La chica volverá con él e intercambian algunas palabras. George se sorprende al saber que no hay personas de más edad que ella. Conocerá su nombre: Weena. Después, algo más animado, se sienta a comer con ellos, no le hacen caso y las conversaciones que saca le dejan claro que son personas sin sentimientos ni valores.

+ Los libros

George es llevado a un lugar donde hay libros, pero todos los ejemplares están podridos y se deshacen con solo tocarlos. Hace siglos que nadie lee. Se enfada, les grita y se marcha. Llega hasta donde estaba la máquina y descubre que se la han quitado. Por las huellas queda claro que ha sido arrastrada al interior del edificio de la esfinge.

+ Los Morlocks

Está solo, cree ver movimiento entre los arbustos. Enciende una cerilla y un par de figuras huyen. Weena llega para advertirle de los Morlocks. Uno casi la captura. Ella no había visto nunca el fuego. George cree que puede haber un significado en su viaje si acaba enseñando a los Eloi.

+ Así son descritos los Morlocks por parte del Viajero en el Tiempo en la novela:

—Éste era mi nuevo planteamiento: claramente, esa segunda especie de hombre era subterránea. Había tres circunstancias en particular que me hacían pensar que sus rarísimas apariciones en la superficie eran el resultado de una larga y continua existencia en las profundidades. En primer lugar, esos seres tenían el aspecto descolorido común a la mayoría de los animales que viven durante mucho tiempo en la oscuridad: el pez blanco de las cuevas de Kentucky, por ejemplo. Luego, aquellos ojos grandes, con capacidad para reflejar la luz, son rasgos comunes de los seres nocturnos, como el búho y el gato. Y, finalmente, la evidente confusión ante la luz del sol, ese apresurado y, sin embargo, torpe y desordenado huir hacia las sombras, y aquel gesto peculiar de la cabeza cuando le dio la luz, todo ello reforzaba mi teoría de una extrema sensibilidad de la retina.

»Así pues, la tierra debía de estar horadada por todas partes bajo mis pies y todos aquellos túneles y galerías serían el hábitat de una nueva raza. La presencia de conductos de ventilación y de túneles por las laderas de la colina (y por todas partes, en realidad, excepto junto al río) demostraba hasta qué punto estaban generalizadas sus ramificaciones. ¿No era razonable, pues, dar por hecho que era en ese Inframundo artificial donde se realizaban los trabajos necesarios para la comodidad de la raza diurna? La idea era tan aceptable que al principio la di por buena, y seguí pensando en cómo se había producido la bifurcación de la especie humana. Me atrevería a decir que seguramente imaginarán cuál es mi teoría; aunque, por lo que me atañe, no tardé en saber que estaba muy lejos de la verdad.

+ ¿Qué pasó con la humanidad?

Weena le lleva a una sala en la que hay unos anillos que se hacen girar sobre una mesa. Cuando giran se escuchan unas grabaciones. Se nos relatan diferentes cuestiones: una guerra entre este y oeste que duró 326 años, y que a causa de ella la atmósfera quedó contaminada de forma irreversible. En otra, una voz nos cuenta como la humanidad se dividió en dos; los que se quedaron en la superficie y los que decidieron encerrarse bajo tierra. George entiende que los Morlocks utilizan a los Eloi y se los llevan a su gruta cuando alcanzan la madurez.

+ En la novela, el Viajero comprende la verdad:

—Desperté a Weena y nos adentramos en el bosque, que ahora nos parecía verde y agradable, en vez de oscuro y aterrador. Encontramos algunas frutas con las que mitigar el hambre. No tardamos en encontrarnos con otros delicados seres del Mundo Superior, que estaban riendo y bailando al sol como si no existiera en el universo nada que se pudiera llamar noche. Y entonces pensé, una vez más, en la carne que había visto en la cueva. Ahora estaba bastante seguro de lo que era y, desde el fondo de mi corazón, me compadecí de ese último y débil arroyuelo en que se había convertido el gran río de la Humanidad. Era evidente que en algún momento del pasado lejano de la decadencia humana, la comida de los morlocks había empezado a escasear. Seguramente habían sobrevivido comiendo ratas y alimañas parecidas. Incluso en nuestros días el hombre es con mucho menos exquisito y exclusivo respecto a sus alimentos de lo que lo fue antaño, muchísimo menos que cualquier mono. El prejuicio contra la carne humana no es un instinto muy profundo. Y por eso, ¡aquellos hijos inhumanos de los hombres...! Intenté pensar el asunto desde una perspectiva científica. Después de todo, esos seres eran menos humanos y más antiguos que nuestros ancestros caníbales de hace tres o cuatro mil años. Y la inteligencia que habría convertido esta situación en una tortura simplemente había desaparecido. ¿Por qué debería angustiarme? Los eloi eran tan sólo ganado para el engorde, un ganado que los morlocks hormigueros cuidaban y pastoreaban... y probablemente intentaban mejorar la cría. Y allí estaba Weena, ¡bailando a mi lado!

»Entonces intenté apartar de mi mente el horror que me estaba invadiendo y observar la situación como un justo castigo al egoísmo humano. El hombre se había enorgullecido de vivir en la comodidad y el placer, y a costa de los sufrimientos de sus semejantes, había utilizado la avaricia como su lema y su excusa, y con el correr del tiempo ésta se había vuelto en su contra.

+ Rescate y enfrentamiento con los Morlocks

George está a punto de ir a la gruta de los Morlocks cuando suena la sirena. Weena y otros Eloi son arrastrados de forma hipnótica hasta el interior de la construcción de la esfinge Morlock. George se desespera buscando a Weena, que acaba siendo encerrada. Sabe que los que han entrado no volverán. George irá al rescate. En la cueva descubre que los Morlocks se comen a los Eloi. George pelea, se da cuenta de que el fuego es un buen aliado. Pelea hasta tal punto que consigue contagiar a los Eloi para que ellos también luchen. Consiguen escapar mientras todo comienza a arder, echando leña por los pozos para que arda más. Se acaba hundiendo el subsuelo Morlock.

En la secuencia de pelea, Rod Taylor no quiso especialistas que lo sustituyesen e interpretó el personaje en todo momento: «Esos pobres bastardos lo pasaron en grande», recordaba riendo. «En realidad eran especialistas que vestían trajes de Morlock de goma y que estaban sudando a mares en todo momento. Cuando terminamos de lanzarnos golpes, estaban por completo agotados. Pero no resultó una escena tan peligrosa como podría parecer. Lo que simulaban ser altas paredes en la caverna y las repisas, tan solo se elevaban unos dos metros y medio».[04]

+ Llega hasta la máquina

George está triste por verse atrapado allí. Pero las puertas se abren y ve su máquina allí. Era una trampa de los Morlocks que lo encierran solo. Al final George se monta en la máquina y le da a avanzar, verá a un Morlock deshacerse delante de él.

+ En la novela, el Viajero del Tiempo viaja todavía más al futuro. Millones de años al futuro, encontrando un mundo inimaginable:

—Me detuve con mucho cuidado, me acomodé en la máquina del tiempo y miré a mi alrededor. El cielo ya no era azul. Hacia el noreste, el firmamento era negro como el carbón, y en aquella negrura brillaban luminosas y firmes unas estrellas blancas y pálidas. El firmamento que tenía sobre mí era de un profundo rojo indio, como oxidado y sin brillo, y hacia el sureste era más brillante, hasta alcanzar un resplandeciente color escarlata donde, cortado por el horizonte, descansaba el enorme globo del Sol, rojo e inmóvil. A mi alrededor las rocas tenían un crudo color rojizo y todo rastro de vida que pude ver era en principio una vegetación intensamente verde que se ocultaba tras las rocas que la protegían de la cara sureste. Era el mismo verde intenso que uno ve en los musgos del bosque o en los líquenes de las cuevas: plantas que, como aquéllas, viven en una perpetua penumbra.

»La máquina se detuvo en una duna de la playa. El mar se extendía hacia el suroeste, y avanzaba hacia un horizonte intenso y brillante contra el turbio firmamento. No había grandes olas que rompieran en la playa, ni siquiera pequeñas, porque no corría ni la más ligera brisa. Sólo había un leve ondular aceitoso que se elevaba y descendía como si de una pausada respiración se tratara, y demostraba que el mar eterno aún podía moverse y estaba vivo. Y al borde del mar, donde de vez en cuando rompía el agua, había una gruesa incrustación de sal... rosa, bajo aquel cielo espantoso. En mi cabeza tenía una sensación de opresión y noté que tenía que respirar muy deprisa.

+ En ese futuro desolado encuentra extrañas formas de vida:

—A lo lejos, en la playa desolada, oí un graznido ronco y vi una cosa... una especie de enorme mariposa blanca que se cernía sobre la tierra y revoloteaba luego hacia el cielo, y, volando en círculos, desaparecía por detrás de unas colinas. El sonido de su alarido era tan espantoso que me hizo temblar y procuré aferrarme con más fuerza a la máquina. Observando a mi alrededor de nuevo, vi que, bastante cerca, lo que había considerado al principio como un grupo de rocas rojizas se estaba moviendo lentamente hacia mí. Entonces vi que aquella cosa era una monstruosa criatura parecida a un crustáceo. ¿Pueden ustedes imaginar un crustáceo tan grande como esta mesa y con muchas patas avanzando lenta y dudosamente, agitando las enormes pinzas, con unas antenas larguísimas, como látigos de cochero, moviéndose y tentándolo todo, y con esos ojos brillantes y amenazadores a un lado y otro de su acerada frente? Su coraza abombada estaba adornada con espantosos pinchos y se veían unas manchas verdosas en algunas partes. Vi los muchos palpos de su compleja mandíbula, tentando y examinándolo todo a la vez que avanzaba.

»Mientras observaba atónito aquella siniestra aparición que reptaba hacia mí sentí un cosquilleo en la mejilla, como si una mosca se me hubiera posado en la cara. Intenté espantarla con la mano, pero al poco volvió, y casi de inmediato sentí otra en la oreja. A ésta le di un manotazo y cogí algo, una especie de hilo, que se desprendió suavemente de la mano. Con temerosa repugnancia me volví y vi que lo que había cogido era la antena de otro de aquellos cangrejos monstruosos, que se encontraba justo detrás de mí. Sus ojos diabólicos brillaban en el extremo de unos filamentos y su boca babeaba de hambre; las pinzas, enormes y torpes, con algas viscosas colgando, ya me estaban acechando. Enseguida pulsé la palanca y puse un mes de distancia entre aquellos monstruos y yo. Pero aún estaba en la misma playa, y volví a ver a esos crustáceos en cuanto me detuve. Docenas de ellos parecían estar arrastrándose de un lado para otro, en medio de aquella luz sombría, entre capas herbáceas de intenso color verde.

»Apenas puedo describir la sensación de espantosa soledad que se respiraba en ese mundo. El cielo rojo del este, la negrura del norte, la sal del mar muerto, la playa pedregosa temblando con esos monstruos repugnantes que se revolvían lentamente, el verde uniforme, y de aspecto ponzoñoso, de las plantas musgosas, el aire enrarecido que hacía daño en los pulmones... Todo contribuía a dar al mundo un aspecto aterrador.

+ Y, con temor y curiosidad, todavía viaja más al futuro:

—Avancé aún otros cien años y allí seguía el mismo sol rojo (un poco más grande, un poco más turbio), el mismo mar moribundo, el mismo aire infecto y la misma muchedumbre de crustáceos primitivos arrastrándose de un lado a otro entre las algas verdes y las rocas rojizas. Y en el cielo del oeste vi una línea pálida y curvada, como si fuera una enorme luna nueva. »Así fui viajando, deteniéndome de vez en cuando, a grandes zancadas de mil años o más, cautivado por el misterio del destino de la Tierra, observando con extraña fascinación cómo el Sol se hacía cada vez más grande y más turbio en el cielo del oeste, y la vida de la vieja Tierra se apagaba. Al final, a más de treinta millones de años a partir de ahora, la enorme cúpula del Sol, al rojo vivo, había llegado a oscurecer casi una décima parte de aquellos cielos siniestros. Entonces me detuve una vez más: la peste de aquellos crustáceos terrestres había desaparecido y la playa roja, salvo por aquellas plantas hepáticas y líquenes de un verde lívido, parecía completamente sin vida. Ahora estaba salpicada de cosas blancas. Un frío espantoso me hizo temblar. Unos extraños copos blancos caían de vez en cuando en remolinos. Hacia el noreste, el fulgor de la nieve se extendía bajo un cielo negro iluminado por las estrellas. Y vi una cresta de colinas ondulantes teñidas de un blanco rosado. Había agujas de hielo a lo largo de la orilla del mar, y otras masas lejanas a la deriva, pero la mayor parte de aquel océano salado, de aspecto sangriento bajo aquel atardecer eterno, aún no estaba congelado.

»Miré a mi alrededor para ver si aún quedaba algún rastro de vida animal. Una cierta aprensión indefinible aún me mantenía aferrado al asiento de la máquina. Pero no vi nada que se moviera, ni en la tierra ni en el cielo ni en el mar. El fango verde y viscoso de las rocas era lo único que aseguraba que la vida aún no se había extinguido. Un bajío de arena había aparecido en el mar y el agua se había apartado de la playa. Me pareció ver un objeto negro balanceándose en aquel banco de arena, pero se quedó quieto cuando me detuve a observarlo, y pensé que mis sentidos me habían engañado, y que aquel objeto negro no era más que una roca. Las estrellas en el cielo brillaban intensamente y me parecía que titilaban muy poco.

»De repente me di cuenta de que la silueta occidental del disco solar había cambiado: una concavidad, una hendidura había aparecido en la esfera. Vi que se hacía cada vez más grande. Durante un minuto, más o menos, estuve observando atónito aquel hueco negro que se extendía durante el día y entonces me di cuenta de que se estaba produciendo un eclipse. O era la Luna o era Mercurio, al pasar por delante del disco solar. Naturalmente, al principio pensé que era la Luna, pero muchas razones me impelían a pensar que lo que en realidad estaba viendo era el tránsito de un planeta interior pasando muy cerca de la Tierra.

»La oscuridad crecía a pasos agigantados; un viento frío comenzaba a soplar con revitalizantes ráfagas desde el este y las tormentas de copos blancos eran cada vez más frecuentes. Desde la orilla del mar llegaba un murmullo y un susurro. Aparte de esos sonidos sin vida, el mundo estaba en silencio... ¿En silencio? Sería muy difícil transmitir la quietud que reinaba. Todos los ruidos que hace el hombre, el balar de las ovejas, los cantos de los pájaros, el zumbido de los insectos, la agitación que forma el telón de fondo de nuestras vidas... Todo eso se había acabado. A medida que la oscuridad se hacía más densa, los remolinos de copos se hicieron más abundantes, bailando por todas partes; y el frío del aire, más intenso. Al final, una y luego otra, lentamente, uno tras otro, las cumbres blancas de las colinas lejanas se desvanecieron en la oscuridad. La brisa se convirtió en un viento de lamentos. Vi la sombra negra del eclipse adelantándose hacia donde yo me encontraba. Un instante después, lo único visible era el pálido fulgor de las estrellas. Todo lo demás era una oscuridad absoluta. El cielo estaba completamente negro.

»El terror, ante aquella fabulosa oscuridad, se abatió sobre mí. El frío, que se metía hasta el tuétano, y el dolor que sentía al respirar me vencieron de forma definitiva. Temblaba y una náusea mortal se apoderó de mí. Entonces, como un arco al rojo vivo, volvió a aparecer el perfil del sol. Me sentía mareado e incapaz de emprender el viaje de regreso. Mientras estaba allí, enfermo y confuso, vi de nuevo aquello que se movía sobre el bajío arenoso: ahora no me cabía la menor duda de que se había desplazado sobre las aguas rojas del mar. Era una cosa redonda, del tamaño de una pelota tal vez, o quizá un poco más grande, e iba arrastrando unos tentáculos; parecía negro, en contraste con el agua agitada de color sangre, y parecía estar saltando de un modo extraño. Sentí que me estaba desmayando. Pero un terrible temor a quedarme allí, tendido e indefenso, en aquella remota y espantosa penumbra, me reanimó mientras volvía a ocupar el asiento de la máquina. + Regresa a su tiempo

Regresa hasta el 5 de enero de 1900, el día que tenía una nueva cena con sus amigos, que es en la que al final les habrá contado todo el relato. No le creen, pero él tiene las flores del futuro que Filby, botánico aficionado, dice que no se corresponden con ninguna que conozca.

+ George reemprende el viaje

George se va de nuevo, la señora Watchett y David Filby se dan cuenta de que ha arrastrado la máquina hasta el laboratorio para estar en el futuro fuera de la construcción Morlock. Se lleva tres libros, sin saber cuáles ha elegido. La señora Watchett le pregunta a David Filby: «Señor Filby, ¿cree que volveremos a verlo alguna vez?». Él le responde: «Eso solo podemos suponerlo. Él tiene todo el tiempo en sus manos».

Pal fue cuestionado en ocasiones sobre los tres libros que se lleva el Viajero en el Tiempo: «De verdad, voy cambiando de idea todo el tiempo. Dejo el desafío a cada persona. Es una decisión difícil de tomar si estás en esa situación. Y los libros que tenía en mente en aquel momento cuando me planteé la pregunta no son los mismos que me llevaría hoy. Y mañana quizá me lleve otros tres libros. Fue pensado deliberadamente de esa manera, y me gustaría que siguiera así».[09]

ESTRENO

Aparentemente satisfecha con lo que tenía entre manos, MGM promocionó de forma vigorosa la película con un libro de prensa de gran formato que contenía veinte páginas. Aportando un cómic de Dell, un disco de 33 RPM con adaptaciones narradas de Classics Illustrated sobre cuatro novelas de Wells y también un libro de bolsillo Berkley Medallion de la novela de Wells.

Como era de esperar, los anuncios cinematográficos promocionaban al célebre autor de La máquina del tiempo: «¡H. G. Wells, el mayor profeta de nuestro tiempo, cuenta su historia más asombrosa! ¡Orbitarás a través del Tiempo y te enfrentarás a las fantásticas razas humanas que habitan en la superficie y bajo la tierra en el año 800000 d. C.!».

En un comunicado de prensa, Pal elogió a Wells como un profeta: «Wells fue un escritor extraordinario, pero un pronosticador aún más notable. Al escribir La máquina del tiempo en 1895, pronosticó una guerra futura en la que la humanidad sería capaz de destruir toda nuestra civilización. Ahora sabemos que esta es una posibilidad terrible. Además, Wells escribió sobre la cuarta dimensión, el tiempo, mucho antes de que Einstein produjera su teoría al respecto. Dado que Wells predijo los viajes espaciales en su libro La guerra de los mundos, que también tuve el placer de convertir en película en 1953, no puedo evitar creer que los viajes en el tiempo son una posibilidad, aunque probablemente no en la realidad que lleguemos a vivir».

La película se estrenó en los cines estadounidenses en agosto de 1960. La prensa se mostraba extasiada ante lo que parecía uno de los estrenos más llamativos de aquella temporada. En la revista especializada Variety, se argumentó que a la película le faltaba ritmo en la dirección de George Pal, pero admitía que la película era «una encantadora adaptación y materialización de la provocativa historia de H. G. Wells», y que «puede ser apreciada en varios estratos intelectuales mientras se disfruta en el terreno común de la pura fantasía escapista». Por otro lado, para su estreno británico se le recortaron algunos fragmentos por parte de la British Board of Film Censors, estrenándose en el Odeon Marble el 23 de octubre de 1960.

La revista Picture Show la calificó como «muy divertida», asegurando: «No hay necesidad de preocuparse de que los niños se asusten, probablemente puedan soportar más que la mayoría de los adultos».[14]

LA HUELLA DE EL TIEMPO EN SUS MANOS

En 1975, George Pal aseguraba que siempre estaba pensando en una secuela: «Me hubiera encantado hacer una secuela en la que el Viajero en el Tiempo retrocediera y nos enseñase alguna gran secuencia que nos hayamos perdido y que no nos encajaba en un principio. O volver al mismo lugar y luego viajar más hacia el futuro, cuando los cangrejos se hicieran cargo. Era algo muy hermoso… Puedo ver a Rod Taylor e Yvette Mimieux, solos los dos allí. Llegarían donde están los cangrejos y verían el océano por completo plano, sin movimiento ninguno y el sol calentando continuamente. Creo que podríamos haber desarrollado una historia muy interesante sobre la soledad de estas dos personas».[09]

En otra entrevista en 1977 George Pal admitía que, de todas sus producciones, El tiempo en sus manos era la niña de sus ojos. Incluso se le veía todavía muy ilusionado con continuar con la historia: «Joe Morehaim y yo estamos escribiendo una nueva película de La máquina del tiempo. Al mismo tiempo estamos escribiendo una novela, llamada El regreso de la máquina del tiempo. Será una novela al completo y espero que sea un gran éxito». Incluso comentaba otro de los argumentos que tenía pensado: «Ahora mismo la película empezaría así. Abriendo con el Viajero en el Tiempo y Weena que regresan desde el futuro. Ambos están en la máquina del tiempo. Weena está embarazada y el Viajero del Tiempo quiere que su hijo nazca en su propia época. Es victoriano, ¿no? Él está muy decidido a que ese niño sea de esa época. Pero ha viajado con imprudencia, demasiado rápido, y acaba por error en mitad del bombardeo a Londres en 1943, donde queda atrapado. Las calles se agrietan, Weena sale corriendo presa del pánico, él corre tras ella para intentar protegerla del bombardeo con su propio cuerpo. Los matarán a ambos. Después los aviones se van de allí. De seguido, un silencio largo, muy largo. De repente, escuchamos llorar a un bebé. Luego nos movemos hasta la máquina del tiempo, y junto a ella hay otra que es una versión de 1977. Es una nueva. Allí hay un joven que se parece tanto al Viajero del Tiempo como a Weena. Acaba de presenciar la muerte de sus padres y su propio nacimiento ¡Así es como empezamos! A partir de entonces, es la historia del joven que intenta encontrar a sus padres en el futuro y advertirles para que no regresen en el tiempo y que así no los maten. Preferiría no nacer antes que sus padres mueran… ¿No es una gran idea?». Él se seguía mostrando determinado con su idea, definiéndose a sí mismo como «un bulldog que nunca se rinde y no la dejará marchar». No en vano, la idea de la secuela de El tiempo en sus manos ya llevaba con él diecisiete años. «Nos está llevando muchos años hacer la secuela por muchas razones. La idea no fue muy bien recibida al principio. Tuvimos que desarrollarla más. La original tuvo tanto éxito que parece extraño que nadie quisiera una secuela inmediata. Pero así es este negocio, ¿eh? Los que controlan el dinero no se dan cuenta. ¿Cuántas personas quieren películas como esta? Hay un público que está preparado para esto, pero simplemente parece que los que desarrollan los proyectos no quieren entenderlo. Ni siquiera sé cómo pudo nacer Star Wars, ¿sabes? Es muy difícil comenzar el proyecto de una película como esa».[07] Lamentablemente, esos proyectos con los que Pal soñaba, y en los que él hubiese continuado las aventuras del Viajero en el Tiempo, no acabaron viendo la luz.

«Ninguna de mis películas pasadas es mi favorita. Mi próxima película es mi favorita. No me gusta llorar por algo que no acabó sucediendo. Siempre intento hacerlo mejor en la próxima película, siempre avanzando, ¿entiendes?»

George Pal, 1977

INTÉRPRETES

Rod Taylor (George)

Fue el primer actor de origen australiano en tener el estatus de estrella desde Errol Flynn. Participó en numerosas producciones, siendo incluso nominado al Oscar a la mejor interpretación por el filme de John Ford El soñador rebelde (Young Cassidy, 1965). Pero de su carrera, principalmente, se le recuerda por dos títulos de su filmografía que tienen que ver con un aspecto fantástico. La excelente Los pájaros (Te birds, 1963) de Alfred Hitchcock y El tiempo en sus manos.

En un principio, George Pal había considerado para interpretar al personaje a Paul Scofield, Michael Rennie o James Mason. Acabó decantándose por Taylor, al que consideraba como poseedor de un atractivo juvenil. El actor recordaba que Pal le propuso el proyecto de forma atrayente: «En principio rechacé la oferta. Entonces, George Pal, el productor y director, me llamó para decirme que no estaba haciendo una “película de ciencia ficción”, sino que él trabajaba en “una película de H. G. Wells”. También añadió: “Nunca he dirigido antes. Hay áreas en las que puedes ayudarme y situaciones en las que yo puedo serte muy útil”. Me dio la oportunidad de trabajar estrechamente con el director, en lugar de simplemente ir allí, realizar mi parte e irme a casa».[29]

En 1986, en una entrevista, Taylor seguía mostrando un gran cariño por la película y su participación en ella. «Los jóvenes de hoy en día me recuerdan más por las reposiciones televisivas de esa película que por cualquier otra cosa que haya hecho. Esperaba que fuera una película tremendamente impresionante, pero nunca pensé que se convertiría en un clásico». Sobre George Pal lo tenía muy claro: «George Pal era un genio. Era un hombre encantador y de buen corazón. Lo consideraba como un pequeño y divertido duende. Estaba rodeado de diminutos títeres y juguetes, a los que daba vida en sus películas».

En cuanto a cómo llegó al proyecto, que desde un principio le apasionó, ya que él era un ferviente seguidor de la obra de H. G. Wells, Taylor lo explicaba así: «George preguntó a MGM de forma específica por mí. Almorzamos varias veces y discutimos sobre el proyecto. Él tenía un maravilloso talento para la ilustración y yo estaba fascinado con sus dibujos de preproducción. Él también sabía que yo era un artista, así que nos llevamos muy bien. Trabajamos en estrecha colaboración, e incluso le ayudé a encontrar a la protagonista femenina». Elegir a la actriz que debía interpretar a Weena fue un reto difícil para Pal, que incluso vio cómo MGM rechazaba a Yvette Mimieux cuando él se decidió. Taylor tenía presente aquella cuestión: «Hubo muchos problemas para elegir a Weena. Sugerí que hiciera la prueba con diferentes chicas. Mi primera opción fue Shirley Knight. Es cierto que, desde entonces, Yvette y yo nos hicimos muy amigos, pero en ese momento pensé que ella era una especie de niña hippie extraña. Tenía miedo, sabía que sería difícil trabajar con ella. Cuando hice su prueba de pantalla me quedó muy claro que ella no sabía actuar en absoluto. Pero tenía una cualidad malhumorada que George creía que era la correcta. La inocencia que proyectaba como parte de su personaje era en realidad innata en su propia personalidad. En más de una ocasión me preguntaba a mí mismo si ella me escuchaba cuando rodábamos nuestras escenas. Sin embargo, con el tiempo Yvette se convirtió en una muy buena actriz. Fue un placer volver a trabajar con ella cuando hicimos Último tren a Katanga (Dark of the sun) en 1968».

Cuestionado por el homenaje que George Pal introduce en la película, donde sutilmente sugiere en la placa de la máquina que el viajero es el propio H. G. Wells, ya que pone en ella: «Manufactured by H. George Wells», Taylor decía lo siguiente: «No intenté pensar sobre cómo Wells era en realidad. Interpreté mi versión de lo magnífico que debió haber sido. ¿Por qué no pudo ser un hombre atlético, fuerte y romántico, además de un científico brillante? George estaba muy feliz de mi concepción. Creo que fue la audacia de Wells, tal y cómo lo interpreté, combinada con su gran intelectualidad, lo que hizo que el personaje se vendiera».

Taylor rememora cómo, debido al éxito de la película, tanto él como Pal decidieron que debían volver a trabajar juntos; sin embargo, el intérprete rechazó el papel protagonista de la producción de George Pal El poder (Te power, 1968). Aunque sí estuvo a punto de protagonizar un proyecto para el que Pal no pudo conseguir financiación. Taylor se lamentaba de la oportunidad perdida: «Era un poco futurista. Habría interpretado a un personaje extraño y extremadamente poderoso tipo Howard Hugues en Las Vegas. No hubo suerte y George nunca pudo hacer despegar la película».

De forma muy llamativa, Taylor recuerda la mala suerte de George Pal para mover algunos proyectos, entre los que incluso estaba la secuela de El tiempo en sus manos, con Taylor y Mimieux retomando sus papeles: «George no estaba muy seguro sobre cómo iba a ser la trama. Tenía algunas ideas maravillosas, pero no dejó de cambiar el concepto. Me habló de cinco historias diferentes, pero nunca llegué a leer un guion finalizado sobre ninguna de ellas».

Se le pidió a Taylor unas palabras en recuerdo de Pal cuando este murió: «La muerte de George Pal es una gran pérdida para todos. Uno de los mejores en desarrollar los departamentos de efectos especiales, que maravillaron a todas las personas, niños y adultos, con sus fantásticas creaciones. Trabajar con él en El tiempo en sus manos de H. G. Wells fue un absoluto placer y una impresionante lección de aprendizaje. Fue un pionero en el mundo del entretenimiento de ciencia ficción y sigue siendo uno de sus referentes. Extrañaré a mi buen amigo».[10]

Rod Taylor tenía unas últimas palabras de recuerdo para George, en las que la tristeza estaba muy presente: «No vi mucho a George cuando ya era la parte final de su vida. Estaba trabajando en el extranjero la mayor parte del tiempo. Siempre me dio la sensación de que aparentaba estar triste. Tenía muchos problemas para llevar adelante sus películas, principalmente, porque él parecía vivir en otra realidad. Los ejecutivos de los estudios le trataban como a un tipo raro que no era capaz de ganar dinero. Era una enorme falta de confianza por parte de los que controlaban el dinero, que solo miraban las ganancias en sus proyectos. Creo que George Pal murió con el corazón roto».[04]

Yvette Mimieux (Weena)

La historia de cómo Yvette Mimieux acabó trabajando en la industria del cine es casi tan fantástica como las películas en las que participó. Un productor de Hollywood estaba dando una vuelta con su helicóptero por los cielos de Los Ángeles. Tuvo un problema mecánico, viéndose obligado a aterrizar en una zona de senderos cercana a la ciudad. Cerca de aquel lugar estaban dos amigas montando a caballo, las dos jóvenes sintieron curiosidad por ver de cerca el vehículo recién aterrizado. Una de ellas era esta muchacha rubia llamada Yvette, que fascinó con su belleza al productor. Le entregó su tarjeta y en las siguientes semanas tuvo varias entrevistas con ella y los padres, para acabar convirtiéndose en su mánager. Este hombre consiguió un contrato de siete películas con la MGM.

Yvette Mimieux tenía diecisiete años cuando se embarcó en el rodaje de El tiempo en sus manos; ella no tenía experiencia alguna, como recordaba en una entrevista que concedió en 1980: «Supongo que la locura de lo que fue aquella producción me hizo sentir más perdida de lo que ya estaba en ese momento. Nunca había actuado antes, y mucho menos participado en una película, lo cual era en sí mismo un evento muy técnico. Iba al set todos los días y veía a cien hombres (el equipo de rodaje) y su equipamiento. Nunca estaba segura de dónde estaba la cámara. Por supuesto, a las personas que me contrataron ese factor se les pasó por alto. Yo no lo sabía, y nadie me explicaba nada, porque me daba vergüenza mostrar mi ignorancia haciendo preguntas». Ella admite que aquellos días en los que vio peligrar su propia cordura, no presentaron un problema mayor gracias a la figura de George Pal, a quien califica como: «un hombre maravilloso. Un cineasta realmente adelantado a su tiempo». Explica también cómo Pal le enseñó muchas de las facetas y los aspectos sobre lo que era un rodaje. Concretamente en lo que respecta a los efectos especiales. Años después Mimieux se seguía mostrando estremecida por su participación en aquel proyecto. «Como no sabía nada de nada, tampoco lo sabía sobre los matte paintings. Es en una secuencia en particular que tenía su acción en el exterior de las puertas de la caverna donde los Morlocks arrastraban a los Eloi bajo tierra. Rod Taylor acababa de entrar a la caverna para recuperar su máquina del tiempo, y yo estaba golpeando las puertas para que regresase. Filmamos esta sencilla escena y todo salió bien. Meses más tarde fui a ver la película terminada y llegamos a esta secuencia: alrededor de la caverna veo una enorme pirámide y un increíble trabajo de mampostería de piedra que me recordaba a una antigua ruina maya. Me pregunté: “Caramba, no había visto toda esa parte. ¿Dónde estaba?”. Durante años pensé que estaba algo despistada o confundida mientras rodaba la secuencia y no había visto aquellas partes. Imagínate cómo me sentí cuando descubrí que todo estaba hecho a través de la ilusión de haber pintado esas partes en un vidrio». Se sentía orgullosa de que El tiempo en sus manos alcanzase el estatus de «clásico», atribuyendo su popularidad a la simplicidad e inocencia que tiene.

En una entrevista en 1975, George Pal rememoraba la aventura que fue conseguir a la Weena que él quería: «Había estado buscando durante bastante tiempo a alguien para interpretar a Weena, la joven protagonista, y no estaba teniendo éxito. Fue muy difícil localizar a alguien con esa mirada especial, esa cualidad que yo ansiaba para el personaje. Finalmente, recordé haber visto a Yvette Mimieux en una prueba de cámara realizada por un compañero actor. Ella estaba al fondo. Le pedí al director de reparto que me mostrara la prueba de nuevo. Lo hizo, y cuando visionamos toda la filmación se volvió hacia mí y me dijo: “¿No es genial?”. Empecé a reírme. “No estoy buscando al hombre. Estoy buscando a la chica”. Se quedó estupefacto. “Oh, ¿esa chica? Ella no es muy buena actuando. Es mejor que pasemos de ella”. Le dije que sería mejor que la encontrara porque esa era la Weena que yo quería. Él la encontró. Le hicimos alguna prueba y obtuvo el papel». Pero, claro, tal y como había sido de problemática en algunos sentidos la producción, la elección de esta actriz no se podía quedar atrás. Trajo algunos problemas inesperados y bastante delicados al rodaje. Así lo recordaba Pal: «Ella era muy joven. Pero juró que tenía más de dieciocho años. En el caso de haber tenido menos de dieciocho años, debido a la ley sobre trabajo infantil, solo hubiese podido trabajar unas pocas horas al día antes de ir a su instituto educativo. No podríamos haberla usado. Más tarde descubrimos que nos mintió. Ella era realmente menor de edad… Tuvimos mucha suerte de que nos mintiera».[15]

La actriz recordaba como un momento fantástico en 1969, cuando asistió a un festival de cine en Río de Janeiro: «Fue desconcertante ver en lo que se había convertido para ellos. En el momento que hacíamos la película sabíamos que era especial, pero no hasta ese punto».[03]

George Pal opinaba sobre la evolución de Mimieux durante el rodaje: «Rodamos con ella al principio de forma cándida, era su primera película. Las escenas que filmamos con ella en los primeros días eran las que se veían al final de la historia. Tuvimos que volver a rodarlas, ella había aprendido mucho a lo largo de la filmación y desarrollaba una actuación totalmente diferente. Era una chica muy ambiciosa y fue muy agradable trabajar con ella».[09]

Alan Young (Filby, padre e hijo)

En una entrevista de 1988 para la publicación Starlog, Alan Young trató varios temas sobre su participación en El tiempo en sus manos. La conexión de Alan Young con la película debe empezar por el vínculo que él mismo tuvo con el propio George Pal:

«Un día recibí la llamada de un director de casting, advirtiéndome de que George Pal estaba buscando a alguien que hablara con acento americano. No quería otro acento inglés, ya que quería que la película fuera más internacional. Cuando entré en su oficina enseguida me dijo: “Dios mío, te pareces a Alan Young en Hollywood”. Y yo le contesté: “Es que soy Alan Young en Hollywood, en Londres”. Nos hicimos muy amigos y enseguida me dio un papel en El pequeño gigante (Tom Tumb, 1958)».

Young recordaba su participación en esa película como la primera vez en la que los efectos especiales le hacían actuar de una forma nueva y particular, en la que incluso no compartió rodaje en ningún momento con su coprotagonista, sin embargo, aparecen en una gran cantidad de planos juntos. Y llegó el rodaje de El tiempo en sus manos, que se desarrollaría en California, y Pal lo reclutó para el personaje de Filby, el amigo del viajero en el tiempo: «Decidimos que debería ser escocés y así tener el pelo rojo, porque sería un rasgo distintivo a través de los años. Interpreté a mi padre, mi hijo, mi tío, y lo que sea».

En su recuerdo tenía muy presente que la película se hizo con un presupuesto muy ajustado. «Cuando hicimos Time machine, el estudio le dio tan poco dinero, lo sé porque a mí me pagaron muy poco, al igual que a todos, que, para conseguir las pelucas de los Morlock, George fue personalmente a la empresa de vestuario y maquillaje y compró todas las pelucas a muy bajo precio. Además, él mismo se puso a prepararlas para darles el aspecto adecuado. Aparte, el maquillador tan solo trabajaba una hora por la mañana, nada más. Cuando rodaba mi parte, tenía una pequeña botella de pegamento preparada en el set. Yo no rodaba hasta última hora de la tarde, y mi maquillaje se desprendía. Así que tenía que volver a pegarla por mí mismo. ¡Y pensar que George consiguió hacer un clásico como este con ese tipo de financiación y tan poca publicidad!».

Young también tenía presente a sus compañeros en la filmación, incidiendo en el hecho de que fue agradable trabajar con Rod Taylor, al que encontró: «Tremendo, un tipo al que se le coge cariño. No lo he visto desde entonces. Un típico australiano, muy abierto, un buen tipo. Tenía acento del medio Atlántico, tal y como George quería, por lo que la película podría ser más internacional y no tan británica. Había muchos británicos, por supuesto: Sebastian Cabot, Tom Helmore. También fue la primera película de Yvette Mimieux. Ella tenía diecisiete años. Te miraba fijamente al pecho, y con claridad se le veía que no tenía ni idea de lo que en realidad estaba pasando».

Una de las cuestiones con las que se queda el espectador de El tiempo en sus manos es cuáles son los tres libros que George se lleva al futuro. A este respecto, Young tiene su propia contestación: «Siempre contesto que la Biblia tiene que ser uno. Shakespeare tiene que ser otro, el tercero… ¡el Reader’s Digest! No lo sé. Me lo han preguntado en infinidad de ocasiones. Cuando alguien se me acerca en la calle y me pregunta: ¿Qué libro te llevarías?”, sé exactamente por qué me hacen esa pregunta».

Para acabar, engrandecía la figura de George Pal, al que consideraba: «… una de las personas más agradables que he conocido en el mundo del espectáculo. Invirtió mucho tiempo tratando de ser amable y hacer las cosas bien. Debería haber más gente así en el negocio».[02]

LA MÁQUINA

En el momento de escribir estas líneas, la máquina que MGM construyó pertenece al coleccionista de objetos de películas fantásticas, Bob Burns. Cuando en 1970, MGM quiso sacar provecho de una de sus creaciones más exitosas de los últimos años, buscó en sus almacenes la máquina. La fabricada para la película no se encontraba entera en ese momento, ya que le faltaba la consola de navegación que se había extraído para otras filmaciones de El tiempo en sus manos, relacionadas con los primeros planos en los que los años corren a toda velocidad en el panel, y nadie pudo encontrar esa pieza en el estudio. En 1971, junto con otros accesorios de la película, se exhibió en Lytton Savings, lugar en el que se solían hacer exposiciones de este tipo. Poco después, MGM subastó la máquina en una venta impresionante de productos de películas de la productora. Burns estuvo en aquella subasta: «Había objetos de El mago de Oz, Lo que el viento se llevó, platillos volantes y armas de rayos de Planeta prohibido y mi “sagrado grial”: La máquina del tiempo. George me decía que estaba seguro de que algún día acabaría en mi colección, y en ese momento, al fin, llegaba mi oportunidad. Preparé mil dólares con la esperanza de conseguirla y fui a la subasta que fue en uno de los almacenes de MGM. Finalmente, llegó la máquina del tiempo… y sus pujas llegaron a cuatro mil dólares. En ese momento me dije: Bien, es momento de irse. No quiero saber cuánto va a costar”. Luego supe que la oferta final fue de unos diez mil dólares. Se la llevó un tipo que tenía una feria ambulante». Ese empresario que la compró, la llevó de gira por todo Estados Unidos. Después de aquello no se sabe a ciencia cierta cuál fue su paradero. Hasta que, en 1976, en una tienda de antigüedades del condado de Orange, California, se descubrió. Él mismo lo relataba así: «Fue el amigo de un amigo que estaba buscando accesorios para una película en una tienda de segunda mano. En la parte trasera de aquel lugar él vio la máquina del tiempo. Él llamó a mi amigo Tommy Cherman y le dijo: “Creo que he encontrado la máquina que tu amigo Bob está buscando”. Dos horas después, Tommy y yo estábamos en aquel lugar “dando un paseo casual” por la parte trasera de la tienda. Y allí estaba. La silla no estaba completa del todo, y algunas partes estaban en mal estado. Pero era la máquina del tiempo. El dueño de la tienda había vendido parte de la silla a un coleccionista de sillas de barbería, pero eso no me preocupaba, porque George me había dado los planos, que incluían los croquis del diseño de la silla. Sabía que no sería difícil para nosotros restaurarla. Terminé comprándola por mil dólares, exactamente lo que tenía intención de gastar. Nada más llegar a casa llamé a George: George, no te lo vas a creer, pero he conseguido la máquina del tiempo. Está en mal estado, pero es mía”. Él tenía un impresionante sentido del humor. Después de decírselo se calló durante un segundo y luego me contestó de forma grandiosa: “¡Pues claro que sí! ¡Nunca dudes de mí! Siempre que lo hablábamos te he dicho que la ibas a conseguir”. Luego se rio como un loco, con esa gran risa suya». Burns, en un proceso de esfuerzo colaborativo, la restauró. Creando moldes para las partes de plástico, refabricando el panel, la silla y realizando otras partes con imaginación e improvisación. Lo único que sobrevivió a todas esas aventuras a lo largo de los años fue el disco giratorio que, fabricado en fibra de vidrio, aguantó todo el trabajo al que fue sometido. Incluso la máquina llegó a crear un espectáculo de Halloween en el que la propia máquina era el centro de la atracción. En este momento la máquina está bien cuidada en casa de Bob Burns».[12],[13]

BANDA SONORA

Russel García fue el encargado de componerla y su tarea, al igual que toda la producción, estuvo llevada por la premura, la escasez de tiempo y la falta de presupuesto.

En una entrevista de 1987, García habló del momento en el que recibió el guion por parte de George Pal. En ese momento, el director le preguntó: «Russ, ¿podrías traerme algunos temas después de leer el guion?». Entonces, pensé: «Bueno, esta historia va hacia el futuro. Puedo escribir música moderna bastante disonante». Así que lo hice y toqué algunas de estas composiciones para George, y él dijo: «Oh, muy bien, Russ», pero no estaba demasiado entusiasmado. Fui a casa y escribí algunos temas más simples de tipo folk. Interpreté los nuevos y de repente se le vio mucho más feliz, y en su cara todo fueron sonrisas. Cuando llegó el momento de hacer la película, utilicé ambas composiciones, algunas de las cosas de tipo folk y también algunas de las cosas más disonantes y modernas, porque cuando lo escuchas en la película encaja».

Al componer la música de El tiempo en sus manos, García empleó una técnica innovadora: recopiló algunos sonidos grabados. Así lo recordaba el propio García: «Entré con tres percusionistas... y grabé todo tipo de efectos: golpeamos una sierra metálica con un mazo suave para luego agitarla, golpeamos gongs y en ellos arrastramos un micrófono desde el centro, moviéndolo gradualmente hacia el borde. También arrugamos papel de celofán, soplamos a través de gelatina con una pajita, colocamos un cuchillo al borde de una mesa para hacerlo vibrar y luego acercarlo al micrófono para que emitiera ese sonido b-r-r-r-r-u-u-u. Todo tipo de efectos que se nos ocurriesen en ese momento». Los utilizó en lugares con ecos, los reprodujo al revés e incluso alteró sus velocidades. Después añadió estos sonidos en la grabación orquestal. Es sorprendente que, con esta extraña manufactura, Russell García fuese capaz de crear una composición llena de belleza, en la que son perfectamente diferenciables los temas más románticos de los más terroríficos.

Según los documentos de MGM la grabación definitiva de la pista musical tuvo lugar el 8 de diciembre de 1959, mientras seguía la grabación con una orquesta de cuarenta y un músicos los siguientes días, el 9 y 10 de diciembre.

Entre los instrumentos utilizados se seguían incluyendo todo tipo de objetos que a Russell García le parecían adecuados (sierras, cuchillos, gongs, cencerros, etc.). García recordó que los sintetizadores se usaron de una forma ligera y que manipuló las cintas de grabación para reproducirlas al revés y a diferentes velocidades. «Creo que en ese sentido en donde teníamos más hombres era trabajando en las mesas de control con la mezcla. Guardamos más pistas que cualquier película que se haya hecho antes. Teníamos alrededor de veinte personas trabajando allí. Revisábamos cada carrete y decíamos: “Ahora, a 175, colócate en la pista 13 o 15, y luego llévalo al máximo con 200, y que se desvanezca a 235”. Eso aparte de todas las pistas de efectos de sonido que hizo el estudio, más las pistas de diálogo, además de las pistas de música… todo unido. ¡Fue realmente divertido!».

LA MÁQUINA DEL TIEMPO: THE JOURNEY BACK (1993)

Este documental, realizado en 1993, se pudo ver en la edición en DVD. Casi todo en él se centraba en la realización de los efectos especiales y se destacaban partes de la película de 1960. Tiene una duración de cuarenta y ocho minutos y estaba narrado por el propio Rod Taylor.

El proyecto fue idea de Clyde Lucas, un productor, director y compositor que vio por primera vez La máquina del tiempo en un autocine a la edad de nueve años. Se quedó deslumbrado. El encanto de la máquina del tiempo siguió siendo una constante en su vida mientras avanzaba hacia una carrera en el cine.

Don Coleman, webmaster de Te Time Machine Project, compartió estos recuerdos de su asociación con Journey Back:

«En preparación para la parte de narración del documental, Rod se mantuvo bastante reservado entre filmaciones. Pasó la mayor parte de su tiempo leyendo el guion... Las escenas con Alan Young fueron impecables. El primer recorrido dejó a todos boquiabiertos. Hicieron toda la escena, desde donde Filby ve a George hasta que Filby se va, de principio a fin, sin tener que repasar nada. Su actuación fue tan conmovedora que todos tardaron varios minutos en recomponerse».

Coleman luego entrevistó a Alan Young, quien dijo lo siguiente sobre la escena secuela:

«Fue algo muy bueno volver a trabajar con Rod. Creo que sentimos la camaradería allí y fue una pequeña escena muy, muy conmovedora.»[90]

Te journey back incluye una escena que se puede considerar secuela de El tiempo en sus manos. Tiene una duración de trece minutos, y cuenta con algunos de los actores que participaron en la original.

Para escribir la escena de la secuela, Lucas acudió a la fuente y localizó al guionista ya retirado: David Duncan, que vivía en el estado de Washington. Según Duncan, «se suponía que la escena sería un prólogo, pero terminó siendo un epílogo».

Rod Taylor llegó en algún momento de la mañana y fue al guardarropa. «Había traído consigo el esmoquin que había usado en la película original y todavía le quedaba bien», expresó Coleman.

Mientras tanto, la propia máquina del tiempo estaba siendo transportada en camión desde el sótano de Bob Burns hasta el taller.

Después del almuerzo, Rod y Alan actuaron juntos en la secuencia. Aquí hay un breve resumen:

La Máquina del Tiempo se materializa justo cuando Filby estaba recordando antiguos momentos con su amigo, mientras está cerrando la casa donde vivió. Allí ha llegado George, que ha vivido treinta años construyendo un futuro magnífico con Weena y los Eloi.

Para Filby, solo han pasado quince años, pero este es un momento clave. Tiene órdenes y vuela a Francia por la mañana. Están en plena guerra.

Conociendo el destino de Filby en la Gran Guerra, George le implora que se suba a la máquina del tiempo y lo acompañe al futuro. «Podemos saltar los años... Dejar esta guerra en el pasado».

Pero Filby no quiere participar en viajes en el tiempo. «No me gusta un dispositivo que pueda alterar lo que nos depara el destino», afirma Filby, que llega a amenazar con destruirlo, pero George lo calma y Filby, tras unas frases de respeto y cariño mutuos, se despide de su viejo amigo.

George vuelve a la máquina y se compromete a regresar. Sabe que Filby está destinado a morir el 15 de mayo de 1916. La próxima vez, reflexiona, viajará al 14 de mayo de 1916 para intentar persuadir a Filby nuevamente. «Quizás entonces mi amigo venga conmigo». Después de filmar esta escena del epílogo, Clyde Lucas estaba rebosante de entusiasmo pensando en una secuela completa de La máquina del tiempo, como quedó reflejado en su entrevista con Starlog de enero de 1994.

«La máquina del tiempo es el Enterprise y Rod Taylor es el Capitán Kirk. Y Alan Young es una combinación de McCoy y Spock», dijo Lucas, empleando algunas analogías acertadas de Star Trek. «Cualquiera que alguna vez tenga la oportunidad de hacer una secuela completa de esta película estaría loco si no incluye a esas personas en ella, no en cameos, sino como parte de la película... Alguien debería tomar esa antorcha (de George Pal) y seguir adelante».

Ese «alguien» resultó ser el propio Clyde Lucas, con la ayuda de Bob y Kathy Burns, Alan Young y Rod Taylor, y DC Fontana de Star Trek.

«DC escribió el primer esquema», dijo Lucas en una entrevista posterior. «Luego, más tarde, Alan escribió otro. Rod, Alan y yo tuvimos varias reuniones sobre ideas para historias de viajes temporales».

En octubre de 1994, Rod Taylor esperaba coproducir y actuar en una secuela.

«El plan es recrear el papel (del Viajero en el Tiempo) en un período posterior de la vida del personaje e incluir a su antiguo amigo, Alan Young», indicó Taylor en un artículo de la revista Active Times del 29 de octubre de 1994. «Esta vez, la máquina del tiempo tendrá un asiento de pasajero para que pueda llevar a mi amigo. Y retrocederemos en el tiempo en lugar de viajar hacia el futuro».

Independientemente del escritor, la propuesta de la secuela de Lucas corrió el mismo destino que los intentos de George Pal.

«Yo, como productor, junto con Gross-Weston Productions, hice presentaciones para todos los estudios importantes, incluido MGM y todas las cadenas de televisión, incluido SciFi Channel», dijo Lucas. «Pero en ese momento no querían hacer ninguna película o serie victoriana sobre viajes en el tiempo».

Las notas de Rod Taylor están fragmentadas, pero podemos descifrar un poco de la historia.

«¿Qué pasaría si duplicamos, pero mejorando el regreso del Viajero del Tiempo al laboratorio como se describe en La máquina del tiempo: Te Journey Back?», apuntó Rod Taylor. «Pero esta vez iría antes, a 1911, para hablar con un amigo del periódico y de alguna manera engañar a Philby para que no muriera en la Primera Guerra Mundial».

«La película comenzaría con Filby dando una conferencia en una “pomposa reunión de científicos cerrados de mente”», continua Taylor. «Está leyendo el diario de su amigo George, el Viajero del Tiempo, mientras lucha por preservar la casa de George como monumento histórico. “La propiedad no está en venta”, declarará Filby entre los abucheos de los bigotudos miembros de ese público. “Creo en mi amigo”. Pero estos científicos tontos no quieren creer. ¡Exigen pruebas del viaje en el tiempo! ¿Qué les convencerá? ¡Una fotografía del pasado lejano! Quizás viendo en una a Enrique VIII, Isabel I o Stonehenge».

A partir de ahí, Rod Taylor proponía escenas en las que se mostrasen cómo los Eloi habían progresado después de que George regresara a ese tiempo y construyera una vida con Weena. Los Morlocks han sido vencidos y los Eloi se han convertido en artistas y artesanos, una especie de «hippies brillantes». George les ha enseñado contando con lo escrito en los tres libros que el Viajero se llevó en la película original de 1960.

Esta idílica existencia se hace añicos cuando los Morlock regresan y en un momento dado secuestran a Weena, George y a sus pequeños hijos.

Parece que solo George sobreviviría. Otra escena mostraría a un grupo de personas desconsoladas por la pérdida, con la narración de George diciéndonos: «Se acabó. No me sentía como un hombre, sino como la cáscara vacía de un hombre. Había perdido a mis hijos y también a mi amada esposa».

Después del funeral, George y un amigo Eloi, Acron, viajan en el tiempo hasta un pasado lejano. (Para este concepto de secuela, la Máquina del Tiempo ahora tiene un asiento de pasajero, como aseguraba Taylor).

«En una de sus primeras paradas, se encuentran con los druidas en el año 1500 a. C., pero siguen adelante ante la insistencia de George. Luego, visita a los supervivientes del hundimiento de la Atlántida. George y Acron llegan a un templo blanco (¿ubicación en Stonehenge?). Los habitantes del pasado lejano son gigantes: gentiles sirvientes palmípedos que salvaron a los atlantes de ahogarse cuando la Atlántida fue sumergida. Los atlantes son chicos buenos, altos y hermosos», aseguró Rod Taylor.

En su propuesta dice que tal vez solo hubiese un villano: quizás una hermosa mujer aristocrática.

Las notas de Rod no describen lo que sucede a continuación, pero escribe que Acron permanecerá en el pasado para crear una estatua de la Máquina del Tiempo y de George, vistiendo los ropajes de Atlantis.

Después, George se pone su conocida chaqueta de la década de 1890 para emprender el viaje en el tiempo para encontrar a Filby. La idea posiblemente era llevarse a Filby con él de regreso a la Atlántida. Como dijo Rod Taylor en un artículo de una revista de 1994: «Retrocederemos en el tiempo en lugar de hacerlo hacia el futuro».

Entre las notas de Taylor también se encuentran referencias al Gran Incendio de Londres. No está claro dónde encajaría esto en la trama, pero sus anotaciones son divertidas. Rod sugiere un lugar que podría utilizarse: el Wig and Pen Club de Londres. El Wig and Pen era un club exclusivo para miembros, ubicado frente a los Tribunales Reales de Justicia, donde abogados y periodistas intercambiaban chismes judiciales. Fue construido en 1625 y sobrevivió al Gran Incendio de 1666. Es uno de los últimos ejemplos en pie de esa época. Además, señalaba el actor, «yo era miembro honorario».

Muchas personas involucradas en la creación de Time Machine: Te Journey Back estaban entusiasmadas con la idea de producir una secuela completa de Te Time Machine. Entre ellos se encontraban el director Clyde Lucas, Rod Taylor y Alan Young, el historiador de cine Bob Burns y su esposa, Kathy y también la guionista DC Fontana, famosa por su trabajo en el universo Star Trek.

Fontana escribió un borrador para una secuela, al igual que Alan Young. Lucas aseguró que él, Rod Taylor y Alan Young continuaron reuniéndose para discutir ideas para la historia. Seguramente, esas anotaciones de Taylor son la consecuencia de aquellas reuniones.

LA MÁQUINA DEL TIEMPO (1978)

Realizada para televisión y producida por Sunn Classic Pictures, fue emitida en la cadena NBC el cinco de noviembre de 1978.

Dirigida por Henning Schellerup. Adaptada por Wallace C. Bennett.

Protagonizada por John Beck, Priscilla Barnes, Whit Bissell y Rosemary DeCamp.

La historia de la película televisiva da algunas puntadas originales en cuanto a lo que ya conocemos de la obra de Wells y Pal. Wikipedia es el lugar donde más completa de detalles encontramos su trama:

La película es una modernización de la historia de los Wells, que convierte al Viajero en el Tiempo en un científico de la década de 1970 que trabaja para un contratista de defensa estadounidense ficticio, Mega Corporation. El Dr. Neil Perry, el Viajero del Tiempo, es descrito como uno de los colaboradores más confiables de Mega por su compañero de trabajo Branly. La habilidad de Perry queda demostrada por su rápida reprogramación de un satélite fuera de órbita, evitando un desastre que podría haber destruido Los Ángeles. Su reputación le reportó una subvención de veinte millones de dólares para su proyecto de máquina del tiempo. Un mes después de su finalización, la corporación quiere que Perry suspenda sus investigaciones para poder comenzar a trabajar en un nuevo proyecto armamentístico en el que desarrollar una bomba antimateria. De forma inesperada, logra terminar la construcción del módulo de energía que Perry necesitaba para completar la máquina del tiempo, eso le permite probar su creación el fin de semana antes de comenzar a trabajar en la bomba de antimateria.

Perry viaja en el tiempo dos veces durante el fin de semana y les da sus informes a Haverson, Branley y J.R. Worthington, presidente de la junta directiva de Mega Corporation. Mientras Perry cuenta la historia de sus viajes, fotografías sobre la construcción de unos edificios demuestran el viaje de Perry hacia el pasado. A diferencia de la novela, la máquina del tiempo y su conductor no permanecen en el mismo lugar mientras viajan en el tiempo, y la máquina puede viajar a diferentes lugares. Perry va por primera vez a 1692 Salem, Massachusetts, donde queda atrapado en los juicios de brujas de Salem y declarado culpable de brujería. Es condenado a ser quemado en la hoguera con su máquina del tiempo. Atado al asiento de su máquina, consigue escapar. Se desvía hacia 1871 para evitar un salto en el tiempo y llega en medio de la fiebre del oro en California, donde unos mineros le disparan convencidos de que está intentando robar su cargamento de oro, tras este incidente será arrestado. El ingenio de Perry y un atraco a un banco, que distrae a sus captores, le permiten escapar.

Cuando Perry regresa a su laboratorio en el presente, recibe un informe escalofriante sobre el impacto ambiental de las últimas armas de Mega Corporation. Luego, Perry viaja al futuro para proporcionar pruebas de los efectos y así convencer a Haverson de que la agenda actual de Mega llevará a la devastación global. Perry es testigo de la destrucción de la civilización, pero también del resurgimiento de la naturaleza desde el páramo. Durante la desgracia de la humanidad hubo personas que se refugiaron bajo tierra. Finalmente, algunos decidieron regresar a la superficie. Aquellos que lo hicieron se convirtieron en los Eloi. Los que permanecieron bajo tierra se convirtieron en los Morlocks. Los Morlocks están cazando a los Eloi para alimentarse cuando Perry llega a la escena (el año no se especifica). Se hace amigo de Weena, quien le explica cómo surgió el mundo Eloi-Morlock. Un museo especial de tecnología, que exhibe armas de la época de Perry, incluye el nombre de Perry en una tarjeta acabará identificando el arma que diseñó. Una presentación de vídeo y audio en el museo revela que la nueva asignación de Perry en Mega Corporation será directamente responsable de la destrucción del mundo. Antes de regresar a su propio tiempo, Perry yAriel, un hombre Eloi, usan explosivos plásticos encontrados en el museo para sellar las tres entradas de los Morlocks al mundo de los Eloi.

Perry les da su informe a Haverson y Worthington y descubre que no están interesados en salvar al mundo de la destrucción. En cambio, están interesados en utilizar la máquina del tiempo para obtener una ventaja militar sobre otras potencias mundiales. Perry los ignora y regresa con Weena y los Eloi, que ya son libres de los Morlocks.[89]

LOS PASAJEROS DEL TIEMPO (TIME AFTER TIME, 1979)

Director: Nicholas Meyer. Intérpretes: Malcolm McDowell, David Warner, Mary Steemburgen.

Sinopsis:

Londres, 1893. Tras cinco años de inactividad, Jack el Destripador vuelve a las andadas. Huyendo de la policía, el asesino entra al laboratorio del joven H. G. Wells y huye en su reciente invento: una máquina del tiempo. Después de recuperar su ingenio, Wells descubre que el Destripador escapó al futuro: ahora deberá ir tras él.

Entrevista a Nicholas Meyer:

Cuando piensas en esta película, tu primer esfuerzo como director, ¿cuál es el sentimiento que surge a la superficie cuando la recuerdas?

Nicholas Meyer: El primer sentimiento es lo enormemente divertido que fue hacer una película y lo fácil que pensé que era: aprendes todas las lecciones sobre equivocarte. Lo pasé muy bien. Estaba rodeado de tantas personas tan capaces de hacerlo bien, que impidieron que cometiese errores peores que los que ya cometí. Recuerdo haber caído en una verdadera depresión cuando terminó el rodaje porque lo estaba pasando muy bien.

Lo segundo que recuerdo, casi al mismo tiempo, es sobre todo lo que me equivoqué, y todas las cosas que hice mal, todo lo que no entendí ni supe hacer. La veo, obviamente, como una muy buena película; a la gente siempre le ha encantado desde el principio, y para mí es una buena película a pesar de todos mis errores. No puedo evitar pensar que habría sido una película aún mejor sin ellos.

Una de las cosas que me llama la atención es que ciertamente hubo películas y programas de televisión sobre viajes en el tiempo antes de Los pasajeros del tiempo, pero esta película realmente disfruta de las complicaciones de los viajes en el tiempo, cosas que son un poco embriagadoras y que no habíamos visto. Cuénteme cómo abordar ese tipo de desafío: hacer que esta historia tenga sentido para los no iniciados, en lo que respecta a los viajes en el tiempo.

Debo responder diciendo que los artistas no son los mejores jueces de su propio trabajo, como tampoco lo son las personas de sus propios personajes. El poeta escocés Robert Burns escribió: «Me gustaría que Dios nos diese el don que nos permitiera vernos a nosotros mismos como nos ven los demás». Es duro. Así que lo que estoy diciendo es una especie de especulación de que debería tratarse como una opinión más. Que sea del cineasta no lo hace definitivo y, en mi opinión, definitivo no es una palabra que pertenezca a ninguna discusión sobre arte.

De todos modos, dicho todo esto, me parece que la virtud de la película es que, en última instancia, se trata menos de viajes en el tiempo que de... Es una especie de investigación sociológica sobre las sociedades de hace más de cien años, y en el día de hoy, y qué ha cambiado y qué no.

Time after time aborda contrastes familiares. Diferencia entre 1893 y 1979, y encuentra una ironía mordaz y desagradable en el hecho de que es el Destripador quien se siente como en casa y Wells ve que sus predicciones de una utopía son fallidas.

A lo largo de su carrera, ha demostrado afinidad por estas figuras icónicas de la conciencia popular, ya sean ficticias, como Sherlock Holmes o Star Trek, o personajes de la vida real, pero legendarios y mitificados, como H. G. Wells yJack el Destripador. ¿Por qué crees que tienes la habilidad de llegar al meollo de esas figuras, pero también de darles un nuevo giro para el público?

A lo largo de su carrera, ha demostrado afinidad por estas figuras icónicas de la conciencia popular, ya sean ficticias, como Sherlock Holmes o Star Trek, o personajes de la vida real, pero legendarios y mitificados, como H. G. Wells yJack el Destripador. ¿Por qué crees que tienes la habilidad de llegar al meollo de esas figuras, pero también de darles un nuevo giro para el público?

Realmente no lo sé y, nuevamente, tomando con cautela lo que digo como solo una opinión, me parece que la diferencia entre mi novela La solución del siete por ciento y la película Time after time es que La solución del siete por ciento es una historia de personajes contrastantes, individuos —Freud y Holmes—, mientras que la película de Time after time realmente se ocupa, en cierto modo, de arquetipos: Wells representa la civilización y es un hombre civilizado, progresista, humano y con visión de futuro. Y el Destripador representa una destrucción malévola y sin sentido.

En Time after time, me parecen, en cualquier caso, arquetipos en ese sentido, más que individuos. Esta es solo mi opinión. En cuanto a por qué tengo afinidad por estas cosas, desearía poder decírtelo. ¡Ojalá pudiera decírmelo a mí mismo, pero no lo sé!

Tuviste que defender tu elección para el protagonista, Malcolm McDowell. Dígame por qué eso era importante para usted, en un momento en que Hollywood lo veía principalmente como un villano.

Creo que es muy interesante. Amo a los actores, amo actuar y me encanta verlos convertirse en personas diferentes. Es cierto que los actores, no solo en Hollywood sino también en el escenario, son fácilmente encasillados. El padre de Eugene O’Neill fue encasillado toda su vida como el conde de Montecristo. Era Edmundo Dantès. No pudo escapar de ello. Pero creo que se puede decir que eso es desperdiciar talento y malgastar a un actor. Aparte, a veces es divertido ver a un actor que asocias como un tipo de personaje saltar a algo completamente diferente.

Haber visto a Malcolm McDowell como Alex, el chico malo en La naranja mecánica, y luego darme la vuelta y verlo como Wells, ese tipo de hombre civilizado, caballeroso, y encantador, es un bonito contraste. Del mismo modo, pensamos en Alan Arkin como una persona cómica, pero si lo ves en Sola en la oscuridad podría asustarte muchísimo. Resultaba ser un tipo aterrador.

Es emocionante darle una oportunidad y a la vez que esa oportunidad nos permita ver esos contrastes. Lo convierte en una personalidad más interesante de estudiar, mientras que, posiblemente, es cierto que es más fácil para Hollywood reducir a estas personas y encasillarlos.

Has hecho dos películas, Time after time y Star Trek IV: Misión salvar la Tierra, que habitualmente aparecen en las listas de grandes películas de viajes en el tiempo de todos los tiempos. ¿Qué crees que resulta tan atractivo, eternamente, para ti y para el público en general sobre la historia del viaje en el tiempo?

Es una idea tan intrigante que, aparentemente, es el único tipo de viaje que no ha ocurrido. Hemos ido a la Luna. Hemos ido a Marte. Aún no lo hemos recorrido, pero lo hemos vigilado. Nos sumergimos en el agua. Hemos encontrado el Titanic. El único tipo de viaje que no hemos hecho es quizás alcanzar velocidades casi imposibles o un viaje que nos lleve a otra dimensión. Creo que hay algo intrigante en esa posibilidad.

Las películas, por ejemplo, son un medio tan intrínsecamente visual que los contrastes que presentan dos épocas diferentes con posiblemente los mismos personajes viajando por mundos totalmente diferentes es muy atractivo.

Nos gusta que las películas nos lleven a lugares a los que normalmente no podemos ir, ya sea la Antártida o el lugar donde se desarrolla Juego de tronos. Las películas pueden llevarnos a lugares. Llevarnos a través del tiempo es quizás el lugar más llamativo al que nos pueden llevar.[88]

En 2017 se realizó una serie de televisión con la misma premisa. Dirigida y escrita por Kevin Williamson, tuvo doce capítulos y unas críticas atroces.

LA MÁQUINA DEL TIEMPO (2002)

Director: Simon Wells. Intérpretes: Guy Pearce, Samantha Mumba, Jeremy Irons, Orlando Jones.

Su presupuesto de 122 millones obligó a la coproducción entre Dreamworks y Warner Bros.

Sinopsis:

El científico e inventor Alexander Hartdegen ha tomado la decisión de probar que los viajes a través del tiempo son posibles. Una tragedia personal que lo ha sumido en la desesperación es la razón de su deseo de volver al pasado. Con los viajes temporales descubre que no puede interferir en el pasado y así evitar la muerte de su prometida. Decide viajar al futuro en busca de respuestas. Su viaje le llevará hasta el año 802.701, donde descubre que la humanidad se ha dividido en dos: depredadores y presas.

John Logan, guionista de la película, recordaba el momento en el que le llegó el proyecto: «Estaba trabajando en Gladiator y Walter Parkes, jefe de producción de DreamWorks, se acercó a mí para preguntarme: “¿Qué te parecería hacer La máquina del tiempo?” Hice una pausa de unos tres segundos y luego dije: “¿Dónde firmo?”. Me encanta la novela y me encanta la vieja película de George Pal, así que la idea me atrajo de inmediato. Ahí comenzó un trabajo que casi me llevó dos años en confeccionarlo». Se escribieron numerosos borradores de La máquina del tiempo antes de que DreamWorks considerara aceptable un esfuerzo final para llevarla adelante. «Creo que mi último borrador numerado fue el veintitrés», añade Logan. «Fue una cantidad considerable de trabajo, resultó un gran desafío abordar estos mundos: los que significaban las dos especies: los Eloi y los Morlocks».

En los primeros pasos de la producción hubo varios nombres asociados a la dirección, desde Steven Spielberg, que fue el primero que surgió en las primeras noticias de las que se tuvieron eco, a Brad Silberling, pasando por Ron Howard, cuyo nombre saltó en algún momento. Al final, el elegido fue Simon Wells, biznieto del escritor de la novela original H. G. Wells. Así lo contó en las entrevistas en el momento del estreno: «Originalmente, Steven iba a dirigir La máquina del tiempo, pero un día le sugerí a Jeffrey Katzenberg una idea: “¿Te das cuenta de que yo debería dirigir esa película?”».

Un año después casualmente están buscando un director. Me reuní con[los jefes de producción de DreamWorks] Walter Parkes y Laurie MacDonald, pero, de forma comprensible, se mostraron un poco reticentes, dado que esta iba a ser una película enorme. También me dejaron claro que hay muchas diferencias en la forma en que se hacen las películas animadas y las de acción real. No estaban seguros de mí, pero después tuvimos varias reuniones». John Logan estuvo en algunas de estas reuniones y así las recordaba: «Cuando el guion estaba en un punto en el que estábamos considerando directores, Simon llegó y expuso una gran presentación sobre el material. Estaba tan preparado y lleno de pasión a la hora de contar esta historia que cada una de las personas en la habitación llegaron a decir: “Él es el hombre”. El hecho de que esté relacionado con H. G. Wells no tuvo nada que ver con esa decisión. Simplemente aportó los mejores enfoques e ideas posibles sobre cómo hacer de esta una película emocionante y llamativa».[43]

Logan apuntaba cómo fue recuperar la historia y los cambios que se hicieron: «Los dos más importantes tienen que ver con la motivación del Viajero del Tiempo y lo que descubre en 802.701. Fijándonos en el argumento del libro y la película, descubrimos que la motivación del Viajero del Tiempo no era en realidad tan fuerte, en términos de por qué llegó a construir esta máquina en primer lugar, y por qué viajaría hacia el futuro. En el libro, es muy vago. Simplemente se trata de una insatisfacción general con su propio tiempo. En la película de Pal, concretaron algo un poco más específico, pero era una perspectiva social muy etérea; para mí, no era lo suficientemente emocionante.

Pensamos en diferentes formas de motivar al Viajero del Tiempo y se nos ocurrió algo realmente interesante. Nos hicimos la pregunta básica: «¿Por qué construirías una máquina del tiempo?». Esta cuestión es la circunstancia para implicarlo de forma personal y que se viese obligado a construir la máquina. Por cierto, le dimos a nuestro héroe un nombre real, Alexander Hartdegen (en el libro se le llama únicamente el Viajero del Tiempo). No queríamos llamarle George y así sugerir a Herbert George Wells o George Pal. Rendimos homenaje tanto a la novela como a la película de Pal, en el sentido de que nuestro Viajero en el Tiempo no se siente realmente cómodo en su propia época. A finales del siglo XIX, cuando lo conocemos, él ya está pensando en el futuro, en el apasionante mundo que le espera a la humanidad, más que en el mundo en el que vive.

»Entonces, tenemos las dos principales formas en que nos desviamos del material existente. La primera tendría que ver con por qué construyó la máquina del tiempo y por qué la iba a utilizar en primer lugar. La segunda pregunta, y en muchos sentidos más interesante, está en otra parte. En el libro, hay un sistema social muy complejo en funcionamiento, donde en 802.701 tienes a la casta Morlock dominando a la casta Eloi. Los Morlocks tienen el silbato y los Eloi se comportan como ovejas, hipnotizados: es un sistema de dominación muy complejo. Los Morlocks se caracterizan por ser una especie de brutos grandes y descerebrados. Pero hay una contradicción. Si son solo unos brutos tontos que actúan en un nivel primario, ¿cómo surgió todo este sistema en primer lugar? ¿Cuáles son las mentes detrás de esto? Nos tomamos muy en serio esa cuestión en términos de ciencia, evolución y Charles Darwin. Y de cómo la única raíz humana podría haber evolucionado, con una rama convirtiéndose en los Eloi y la otra en los Morlocks. Desarrollamos una serie de castas dentro de los Morkocks. Tenemos Morlocks cazadores, Morlocks espías y Morlocks trabajadores. Y tenemos una especie de abeja reina, por así decirlo: Jeremy Irons como el señor supremo, la mente detrás de esta particular colmena de Morlocks.

Así que jugar con los Morlocks fue muy divertido; tratar de encontrar un nivel de sofisticación científica fue emocionante. Aparte, también quería darle a Alexander, que es inteligente y habla con propiedad, un antagonista con el que pudiera hablar e interactuar».[42]

A Simon Wells se le requería en numerosas ocasiones para que ofreciese su opinión acerca de llevar a pantalla la historia que su bisabuelo convirtió en inmortal: «Si te gusta el libro, léelo. No estoy obligando a nadie a aceptar la película como un reemplazo de la novela. Mi padre leyó el guion y dijo que se trataba de una versión muy entretenida de la historia. No quiero engañar a nadie, pero no tengo tampoco intención de hacer un gran daño a la memoria de la novela. No voy a hacer una historia tan completamente diferente como para que signifique pisotear todos los valores que H. G. tenía en su obra literaria. De todos modos, si yo no tengo derecho a fastidiar un poco esta historia, ¿quién podría tenerlo?».

Wells llevó las riendas de un proyecto que resultó tener demasiada envergadura para enfrentar su primera ocasión dirigiendo una película de acción real. Se puede decir que el rodaje de La máquina del tiempo le puso enfermo, hasta el punto de que por prescripción de su médico tuvo que abandonar el rodaje cuando faltaban dieciocho días para concluir el rodaje. «Me levanté un día y tuve una especie de ataque de pánico… Estaba superado por la situación. Llamé al productor David Valdes y le aseguré que: “No puedo seguir físicamente con esto”. Así que no tuve otro remedio que renunciar». La situación estaba bastante apurada para concluir el proyecto, pero se contrató al director Gore Verbinski para que concluyese el rodaje. Sobre Verbinski, Simon Wells no tenía ninguna duda: «Fue muy generoso al acceder a concluir la filmación ciñéndose estrictamente al guion y a las decisiones que previamente yo había adoptado. Resultó muy divertido porque, a pesar de todo, le dije a Gore que tenía derecho a estar acreditado por las aportaciones artísticas que incluyó en la parte que hizo, pero él me contestó: “No, yo tan solo he hecho de fontanero y me he limitado a ensamblar todo aquello que tú ya habías decidido”». Wells aseguró: «Él me salvó la vida».

Al acabar el rodaje, Wells aseguraba: «Le dije a mi agente que estaba buscando un proyecto un poco más pequeño que La máquina del tiempo. Pero es que me he dado cuenta de que casi cualquiera lo sería».

Los rumores de los cambios tan drásticos fueron una continua carnaza en distintos lugares en internet, en los que la película fue un flujo constante de rumores desagradables y en su mayoría negativos. Se llegó a citar un artículo que aseguraba que Samantha Mumba declaró que Steven Spielberg detuvo la producción para cambiar la trama y rehacer treinta días de rodaje. Simon Wells, requerido sobre este asunto, argumentó: «Tan solo se cancelaron tres días de rodaje, no treinta. Y Steven no estuvo involucrado en la decisión. Además, la historia de la película no cambió en lo más mínimo». En ese momento Wells, consciente de los continuos rumores negativos vertidos en la red, confesó el miedo a que hubiese quejas por los cambios introducidos a la historia de su bisabuelo: «Ciertamente, habrá puristas que sentirán que la película es una traición al libro original».[41]

El protagonista, Guy Pearce, también fue entrevistado en el momento del estreno de la película. Su toma de contacto con esta historia fue con la película de George Pal: «Ser un gran fan del original fue sin duda un factor importante, además de que podía suponer encontrar al niño que todos llevamos dentro. Eso también fue algo que me pareció bastante atractivo. Porque normalmente este no es el tipo de película que me atraería hacer». Y es que admitía no haber leído la novela, pero que sentía una vinculación importante por lo expuesto en la película de 1960, en la que veía una respuesta a «…esa noción de que, como seres humanos, tendemos a no querer centrarnos en el momento presente. Siempre preferimos fantasear con pensamientos en el futuro o en el pasado. Por ello, sentimos ansiedad por lo que posiblemente podría suceder en el futuro, o pensamos en el tipo de cosas negativas que sucedieron en el pasado. Eso es solo nuestro ego tratando de crear algún tipo de identidad para nosotros mismos. Permitimos que la culpa, la fantasía y todo ese tipo de cosas nos identifiquen, cuando en realidad nos haríamos un servicio mucho mejor si pudiéramos centrarnos en existir en el momento presente». Pearce admitía que se trata de una perspectiva filosófica que probablemente no tenía al ver La máquina del tiempo con ocho años en Australia, «y es que esa noción de convertir esas fantasías que tenemos sobre querer ir a algún lugar del futuro, o querer viajar al pasado hacia una perspectiva tangible, es simplemente el concepto más fascinante del mundo». Por otra parte, también admitía, al llegarle la propuesta de Time machine: «Me trajo una gran cantidad de recuerdos sobre el efecto que tuvo en mí cuando era niño. Supongo que debía haber pensado en qué efecto tendría esta película en los niños de hoy en día, y tal vez también en los niños del futuro. Viene del niño dentro de mí, y supongo que eso me permitió dejar de lado algunos de los aspectos más juiciosos que tengo siempre. Normalmente, voy a hacer una película y digo “bueno, esto podría ser divertido, ¿por qué no?”».[44]

Samantha Mumba accedió al papel porque alguien de la producción vio un reportaje de ella en una revista y se puso en contacto con su mánager. Ella asegura que trabajar tanto con Simon Wells como con Gore Verbinski fue fantástico. Se sentía muy orgullosa de haber participado en el proyecto.

El crítico Roger Ebert no fue muy amable en su valoración de la película y la tildó de «…reciclaje estúpido de la historia de H. G. Wells de 1895, con el absurdo intacto, pero faltando el asombro». Después de relatar el argumento destacaba de las actuaciones: «Pearce, como héroe, comete el error de intentar ofrecer una actuación buena y realista. Irons al menos sabe en qué tipo de película está y lo exagera en consecuencia. Pearce parece pensativo, introspectivo, tranquilo y malhumorado. Seguramente el inventor de una máquina del tiempo debería tener algunos tornillos flojos y el brillo en sus ojos no debería provenir de lágrimas».[45]

Veinte años después, el director Simon Wells recordaba en una entrevista su paso por el proyecto:

¿Cómo te vinculaste a Time Machine y, al ser parte del legado de Wells, el trabajo te trajo presiones adicionales?

El proyecto ya estaba bastante avanzado. Originalmente, Brad Silberling iba a dirigirla, pero luego Steven Spielberg decidió que la quería hacer él. Cambió de parecer y pasó a otro proyecto y regresó el movimiento con Brad, pero él ya estaba inmiscuido en otros asuntos. Por lo tanto, necesitaban un director. Yo acababa de terminar El príncipe de Egipto y lancé mi nombre al ring porque tenía interés en comenzar a rodar en acción real.

Dije: «Hola chicos, realmente debería dirigir esto porque seguro que se han fijado en ¡mi nombre!».

A Steven realmente le gustó la idea y para entonces ya había trabajado con él durante muchos años. Así que me ofrecieron el trabajo. Mirando hacia atrás, soy consciente de que se trataba de una película demasiado grande dada mi limitada experiencia en acción real.

¿Qué elementos de la novela original de H.G Wells era importante conservar?

Llegué a esa película después de haber trabajado mucho en el desarrollo de la historia. Realmente no sabía tanto sobre la historia como debería. Yo era más bien el director contratado y no sabía lo suficiente como para ejercer influencia. Tuve un mayor impacto en el aspecto general de la película y me divertí mucho trabajando con [el diseñador de producción] Ollie Scholl en el diseño de la máquina del tiempo.

¿Cómo fue trabajar con Guy Pearce y formar el personaje del viajero en el tiempo?

Guy es un actor interesante. Tenía muchas ganas de elegirlo por Memento, donde era inmensamente encantador y desprevenido. Creo que es una de las mejores películas en las que ha estado. Como actor, tiene una inmensa experiencia. Ha trabajado con buenos directores y muy malos directores. Se defiende por haber ensayado con mucho cuidado lo que va a hacer y eso le protege de directores inexpertos, como yo.

Tenía una idea clara de lo que quería hacer y no estaba interesado en dar forma libre a nada. Probablemente eso fue algo bueno porque no sabía mucho sobre cómo dirigir actores. Siempre estuvo ahí, siempre preparado, siempre profesional y nunca llegaba tarde al set.

¿Cuáles fueron sus asociaciones con la versión de 1960 de La máquina del tiempo?

Es una buena película. Recuerdo haberla visto cuando era niño y me afectó profundamente. Es una película de aventuras bastante sencilla y hay muchas cosas que son fantásticas. Para su época, los efectos visuales son bastante impresionantes. Era en gran medida una película de serie B en términos de presupuesto.

Tenías un equipo estelar de empresas de efectos visuales trabajando en La máquina del tiempo. ¿Cómo fue la colaboración con estos equipos famosos?

El diseño de los Morlock fue muy divertido. Si hubiera sabido más sobre esto, hubiese realizado el diseño ligeramente diferente. Para las caras de Morlock, los actores en realidad no ven a través de esos ojos, esos ojos son animatrónicos. Están viendo a través de una pequeña cámara en la nariz. Tenían estas pequeñas pantallas de televisión en las gafas que llevaban colocadas. Me siento muy mal por esos dobles. Era imposible poder trabajar dentro de esos trajes e hicieron un esfuerzo tremendo.

Hoy en día, cada película emplea todas las empresas de efectos visuales que existen. Es hilarante. Te sientas y miras los créditos de las películas de Marvel y te preguntas si hay alguien que no haya trabajado en esta película. Todo eso estaba empezando a suceder en aquel entonces, tener múltiples casas de efectos visuales haciendo cosas. Industrial Light & Magic hizo las secuencias C. G. de los Morlock, Stan Winston hizo las cosas físicas reales y el resto fue Digital Domain.

¿Dónde terminó ese elaborado accesorio de la máquina del tiempo de la película?

Warner Bros lo tiene. Era un accesorio de un millón de dólares, así que no me lo iban a regalar. Además, pesaba como una tonelada y media. Esa bombilla central tenía incorporada la transmisión de un Buick y este enorme motor eléctrico de cinco caballos de fuerza. No podrías colocarlo en la parte trasera de tu coche. Además, la esfera tiene un diámetro de unos tres metros.

Fue en el museo Warner. Tuve que visitarlo una vez, pero desde entonces quedó relegado a uno de esos almacenes como el de En busca del arca perdida, pero llenos de material de películas. Es una lástima, porque realmente tenía buena pinta. Es una pena que no esté expuesta en alguno de los parques temáticos.

Habiendo profundizado en el tema, ¿cree en la posibilidad de viajar en el tiempo?

La dificultad del viaje en el tiempo es que, si existiera, ya lo sabríamos. A menos que estemos en una de las líneas de tiempo donde no pudiera ocurrir. Hay un enigma lógico involucrado en los viajes en el tiempo, razón por la cual nunca he hecho otra historia de viajes en el tiempo desde entonces.

¿Vamos a hacer realidad la idea del multiverso en el que, si vas al pasado y alteras incluso lo más mínimo, el futuro al que llegas no es el que dejaste? Con eso jugaron en Regreso al futuro II y III.

¿Conservaste algún recuerdo de los sets de La máquina del tiempo?

Tengo una de las palancas de control de la máquina del tiempo, que es preciosa. Es de latón torneado con un cristal encima. Y conseguí uno de los relojes que quedó aplastado en el mecanismo de la máquina del tiempo. Construyeron un montón de réplicas principales que podían utilizar para múltiples tomas, así que me quedé con una de ellas.

Mirando hacia atrás, estaba rodeado de personas increíblemente inteligentes y buenas en The time machine que me salvaron de hacer el ridículo. Estoy agradecido a las personas que me ayudaron a hacer esa película. En gran medida, me monté sobre sus hombros.[38]

MORLOCKS

Este es un caso singular de una película que utiliza la premisa de la novela de Wells, y a los Morlocks que él describió, para recrear una aventura temporal. Fue realizada en 2011. Dirigida por Matt Codd bajo el guion de Adam J. Karp. Sus intérpretes eran David Hewlett, Robert Picardo, Hamish Clark y Christina Clark, entre otros.

Esta sería una sinopsis:

Los Morlocks son unas terroríficas criaturas del futuro que entran en nuestro mundo a través de un bucle en el tiempo. El Dr. James Radnor, creador de un dispositivo que hace viajes en el tiempo, deberá ayudar a los militares a luchar contra estas criaturas.

Las opiniones que se encuentran sobre ella no recomiendan su visión, calificándola de una película prescindible.

Los Morlocks han intervenido en otras historias. Tuvieron alguna aventura en los cómics de X-Men. Su primera aparición se dio en Uncanny X-Men núm. 169. También interactuaron con los mutantes en algunos episodios de las series de animación X-Men y X-Men Evolution. En X-Men 2 se ve un archivo con el nombre «Morlock» en el ordenador de Stryker. También aparecen en X-Men: La decisión final, aunque se los denomina de otra forma. Son llamados Los Omegas. Así mismo, en algunos videojuegos de los X-Men acaban teniendo su espacio.

HOW TO BUILD A TIME MACHINE

(CÓMO CONSTRUIR UNA MÁQUINA DEL TIEMPO)

Este documental dirigido por Jay Cheel en 2016 sigue a dos hombres con fantasías muy diferentes, pero que contienen un denominador común: construir una máquina del tiempo.

Jay Cheel presenta a dos hombres que vieron una exposición sobre la historia de H. G. Wells cuando eran niños, ambos salieron con ideas que trastocarían sus vidas. Por un lado, está el físico teórico Ronald Mallett, al que la pérdida de su padre a la edad de once años lo empujó a una obsesión de por vida con los viajes en el tiempo. Su primer contacto fue con Wells, luego lo tuvo con Einstein. Siendo todavía muy joven se alistó en la Fuerza Aérea de EE. UU. Para poder pagar la educación necesaria para intentar comprender cómo funciona el espacio-tiempo.

Por otro lado, está un exanimador de películas stop motion llamado Robert Niosi. Él en un momento tuvo la idea de construirse su propia máquina del tiempo, pero no le valía cualquiera. Quería reproducir de forma fidedigna la que aparecía en la película que le había fascinado en su infancia: El tiempo en sus manos. En un primer momento pensó que en unos pocos meses lo conseguiría, pero su obsesión por el detalle y la fidelidad con la que se veía en la película le llevó a utilizar latón en lugar de plástico, reemplazar el pino por caoba y a buscar a otros amantes de la película que tuviesen sus propias réplicas para lograr el mayor detalle posible. El proyecto se prolongó durante más de una década. El documental los sigue a ambos en sus aventuras paralelas, en las que se nos deja claro que sí viajan en el tiempo, cada día lo hacen. Está llevado por sus declaraciones y motivaciones, viendo de forma emotiva a Niosi esforzándose en su cometido, o cómo Mallet, ya siendo un científico y profesor establecido, describe una teoría que tiene sobre un sistema de láser que, con algunas redirecciones, podría «torcer el espacio» de una manera que alterase el espacio-tiempo.[28]

En 2018, la BBC realizó otro documental de mismo título. En él, acompañan a científicos que trabajan en la vanguardia del descubrimiento acerca de la modificación del tiempo. Personas que intentan descubrir cómo lograr agujeros de gusano, manipular fotones entrelazados o fabricar cristales de tiempo. Ronald Mallett es uno de los científicos que intervienen en el documental.

EL MUSICAL

En el Festival Musical de Nueva York del año 2017, se presentó un musical basado en La máquina del tiempo, que fue ideado por David Mauk y Brenda Mandabach.

Mauk explicaba de dónde surgió su idea: «Siempre me han encantado los momentos de tensión en la trama musical tradicional, y un día estaba viendo la versión cinematográfica de 1960 de La máquina del tiempo y me quedé observando la escena en la que le roban la máquina del tiempo al protagonista. Se me ocurrió que ese momento sería un gran final para el primer acto de una versión musical. Entonces, las ruedas empezaron a girar y supe que estaba en algo importante. Dicho esto, nuestro musical no está basado en la película, sino en la novela clásica con una trama secundaria añadida».

En la página de crítica teatral StageBuddy, realizaron una reseña de la producción; este es un extracto:

«“No hay finales establecidos”, dice Tomas, el héroe del musical Te time machine de David Mauk y Brenda Mandabach (dirigido por Justin Baldridge en Te Acorn Teatre en Teatre Row). Basada en la novela de H. G. Wells (quien acuñó el término “máquina del tiempo”, por cierto), esta producción del NYMF es deliciosamente inventiva, caprichosa, emocionante y conmovedora. Eso no significa que sea perfecta, pero sí significa que es una encantadora adaptación de la novela de Wells y una experiencia agradable para los espectadores a quienes les gustan las obras con un poco de ciencia ficción, un poco de steampunk y un poco de romance.»[37]