Agradecimientos.

Por lo general, la palabra “Gracias” es un simple cumplido, civilizado y rutinario, pero en ocasiones—como es el caso de los que a continuación cito—, rehúsa el automatismo y acoge un dulce sentimiento.

Quiero expresar mi gratitud en primer lugar a María, compañera y amiga en mi diario navegar por la vida, tanto en las singladuras alegres como en las tristes. A mis dos hijas, Mónica y Cristina por ser como ella artes esenciales de las primeras. A mis nietos, por existir.

A mis padres, por su atención y cariño exquisito tanto en los tiempos difíciles de la infancia, como a lo largo de mi trayectoria vital hasta el final de sus días. A toda mi familia en general, por su vitalismo, amor a la Naturaleza y optimismo.

Al Prof. Dr. D. José Ramón Boixadós Servat, “in memoriam”, jefe del Servicio de Neurocirugía de la Fundación Jiménez Díaz, quien me enseñó —durante mi período de residente—, a tratar con cariño y delicadeza al paciente y su familia, e hizo que amara para siempre el Hospital y la Neurocirugía.

A Arantza Apellániz, por su enseñanza, comprensión, crítica siempre constructiva, e inestimable ayuda. Sin ella este libro hubiera perdido una parte muy importante de su atracción y lirismo.

A mis amigos, por el mero hecho de serlo.