INTRODUCCIÓN

chirim.png 

La sanación no es un acontecimiento que ocurre una sola vez.

Puede comenzar con un suceso único, normalmente en forma de una pérdida repentina que altera la idea que teníamos de cómo podría ser nuestro futuro. Sin embargo, el verdadero trabajo de sanación consiste en permitir que esa alteración nos despierte de un profundo estado de inconsciencia, para soltar a los personajes a los que nos hemos adaptado y comenzar a construir de manera consciente la verdad completa de la persona que estamos destinados a ser.

El motivo de las experiencias que catalizan la sanación no es que simplemente nos recuperemos de un golpe al ego, sino que, por primera vez, reconozcamos que tenemos un ego. Es un momento de reconciliación en el que se nos pide que nos demos cuenta de que, en palabras de Michael Murphy, «hay una vida superior abriéndose paso para nacer».

Si no respondemos a este llamado, seguirá apareciendo en nuestra vida, a menudo con patrones y sentimientos similares. Volveremos a preguntarnos una y otra vez: «¿Cómo es que sigo aquí?» o «¿Cómo es que regresé aquí?». La respuesta es que el mismo llamado sigue llegando hasta que nuestra mente subconsciente acepta embarcarse en el viaje de nuestro propio devenir. Se trata de un proceso que nos devuelve plenamente al recuerdo de la verdad perfecta, íntegra y completa de lo que somos. Es una búsqueda que dura toda la vida, porque debemos cuidar a diario los jardines de nuestra mente que, como los niños, no puede manejarse enteramente a sí misma. Nuestra vida requiere que de nuestro interior emerja un aspecto adulto con mayor capacidad de desempeño, que tome en cuenta el futuro y que se siente en el asiento del piloto.

Se trata de un viaje porque ninguna sanación, ya sea física o espiritual, es algo que ocurra de forma lineal, y tampoco sin interrupciones o cambios repentinos. La vida se contrae antes de expandirse y retrocede antes de avanzar. Este acto de equilibrio no es algo a lo que debamos resistirnos, sino más bien acoger. Y cuanto más evitemos hacerlo, más tiempo nos quedaremos en el suceso o la serie de sucesos que surgieron en nuestro camino para despertarnos, en lugar de comenzar realmente el trabajo que es más difícil, pero mucho más gratificante.

En muchos sentidos, no es que el viaje de sanación sea un capítulo de tu historia, sino más bien un cambio en la forma de escribir todo el libro. Es un cambio en tu forma de moverte por el mundo, un cambio en el que pasas de estar decepcionado porque la vida no ha cumplido todas tus expectativas a ampliar tu visión para percibir toda la magia, la maravilla, el asombro, el dolor, la pérdida, la ganancia, el contraste que nos hace perfecta e imprevisiblemente humanos.

Nuestro yo sanado no es nuestro yo más perfecto. No es inmune a la tristeza, al dolor o al miedo. Solo que ya no se ve controlado por esas experiencias. Siente tristeza cuando es el momento de la tristeza, dolor cuando es el momento del dolor y, con mayor frecuencia, satisfacción. Teme cosas desconocidas o importantes —incluso ambas—, pero no permite que esa emoción le impida avanzar. La vida puede ser muy desafiante y profundamente injusta y, sin la capacidad de atravesar los sentimientos que pueden acompañar a nuestras experiencias en tiempo real, a menudo nos quedamos atrapados en las viejas historias que una vez tejimos alrededor de ellas.

Cuando somos capaces de validar, aceptar y procesar nuestra propia experiencia humana independientemente de cualquier otra persona, ocurre algo mágico: empezamos a reconectar con nuestros verdaderos deseos, haciendo caso a nuestros instintos más sutiles, y dejamos de sabotear nuestros pensamientos y sentimientos inspirados. De este modo, damos entrada a un despliegue serendípico de acontecimientos, gracias a los cuales empezaremos a reconocer que hay un hilo común que nos lleva a través de cada una de estas experiencias, y que es la guía silenciosa de nuestra alma: siempre presente, y siempre guiándonos más allá de lo que podemos ver en tiempo real.

Cuando empezamos a reconocer este poder, comenzamos a confiar más en él. Al hacerlo, comenzamos a notar que durante lapsos cada vez más largos, sentimos que fluimos y sentimos amor. Nuestra vida comienza a volver a la armonía gracias a nuestra nueva perspectiva centrada y aterrizada. Al final, nos damos cuenta de que nunca estuvimos realmente perdidos, sino que solo nos dimos un espacio para procesar antes de poder avanzar completamente.

Tu primer propósito es sanar.

El mero impacto de convertirte en la persona que sabes que estás destinada a ser tendrá un efecto dominó en todos y en todo lo que te rodea, y nada volverá a ser igual. Si no puedes imaginar de qué otra forma podrías dejar un legado, ayudar a los demás o hacer algo significativo con tu vida, el lugar más importante para empezar es dentro de ti mismo.

Pero también es el lugar más difícil para empezar.

Es mucho más sencillo mirar hacia afuera y señalar con el dedo lo que creemos que los demás hacen mal. Es más desafiante mirarnos en el espejo y ser honestos en cuanto a las formas en que no hemos estado viviendo a la altura de nuestro verdadero potencial, para identificar las áreas de la vida en las que tenemos espacio para el crecimiento, y luego empujarnos de forma consistente a dar la cara cada día para hacer que esos cambios se manifiesten.

Cuando nos adueñamos del destino único que nos corresponde, el colectivo sana con nosotros, porque todos somos piezas del conjunto. No obstante, la perfección será imposible, puesto que es en el contraste donde este mundo se convierte en lo que debe ser: un campo de entrenamiento para el desarrollo del alma. No se trata de intentar tomar el mundo y convertirlo en lo que pensamos que podría ser su iteración más perfecta, sino de hacer por fin lo que siempre habíamos deseado: despertar, recordar, ser testigos de cómo nuestras propias semillas de potencial echan raíces.

Así como no hay dos personas exactamente iguales, cada propósito que perseguimos es también único, y esto es precisamente lo que este libro pretende hacer: que cada uno de nosotros descubra las pequeñas y grandes formas en las que realmente podemos afectar a los que nos rodean, en el rincón de la tierra que nos fue dado, en las maneras específicas en que lo hacemos, durante el tiempo que nos corresponde.

No eres el único que ha escuchado el llamado a despertar de la vida que habías planeado para comprometerte de todo corazón con la vida que has estado esperando. Y si un número suficiente de personas es capaz de hacerlo, creo que tendremos el potencial de ver cambios inmensos en nuestra realidad física compartida. De hecho, no hay una sola persona que no necesite sanación, porque no hay una sola persona que no necesite despertar de su inconsciencia y entrar en el ámbito de todo lo que la vida puede ofrecer.

Este libro es una colección de textos que escribí en el transcurso de muchos años de mi propio viaje, el cual emprendí siendo una joven que sufría importantes trastornos de salud mental y emocional, hasta que me convertí en la mujer que hoy está sentada en la costa de California, una fría tarde de verano —sana, establecida, conectada y floreciente—, escribiendo estas palabras para ti.

Si elegiste este libro, ya estás en ese mismo camino hacia la sanación y hacia el descubrimiento de tu verdadero propósito. Espero que mis palabras puedan ayudar a aliviar tu corazón por medio del viaje que tu valiente alma ha comenzado.

Nos vemos en el otro lado.

BRIANNA WIEST

Enero de 2022

ES TIEMPO DE SANAR

chirim.png 

Reconoces esa sensación familiar y aburrida en tus entrañas, como si algo estuviera mal, aunque no puedas identificar con precisión de qué se trata. Empiezas a hacer un inventario de tu vida: haces un recuento de tu trabajo, de tu sueldo, de tus amigos, de lo que ahora pensaría de ti fulano de tal, de tu nueva y bonita foto de perfil en Facebook. Las piezas, cuando se juntan, forman una imagen que debería anular esa sensación.

Pero…

Vas por la vida reprimido por ese dolor. Se agudiza y se estrella. Te distraes con las noticias, con tu trabajo o con Twitter, o con algo que en ese momento te asusta un poco más.

Y así sucesivamente, hasta que un día te das cuenta de que un dolor que no puedes descifrar te acosa. Poco a poco, te desgasta. Cada vez es más difícil levantarse. Es más difícil salir. Es más fácil beber y luego beber un poco más. O tal vez comer, o ir de compras, o publicar fotos tuyas en Instagram. Cada uno tiene un vicio diferente.

Cuanto más te confundes con la pequeña y aterradora sensación que no puedes entender, peor es. Y cuanto más empeora, más te convences de que es una advertencia de lo que está por venir. Empiezas a asociar pensamientos a la sensación, historias de miedo.

Te das cuenta de que las historias son ilógicas. Estás exagerando. Te convences de que tu mundo se está acabando de forma inminente y que esas «corazonadas», en las que te han dicho implícitamente que confíes durante tanto tiempo, simplemente están advirtiéndote que te pongas a salvo.

De lo que no eres consciente en este momento es de que nada está realmente mal.

En realidad, las cosas están bien, y es por eso que al fin estás lo suficientemente seguro como para sentir lo que de verdad sientes. Deja de proyectar y de contar historias. Esos sentimientos aburridos e inquietantes no están en el futuro, sino en el pasado.

Los has cargado todo este tiempo.

Si no terminamos de procesar nuestras experiencias emocionales, se quedan con nosotros como la comida que no podemos metabolizar, o la ropa vieja que nunca llegamos a empaquetar y sacar. A veces contienen alimento, sabiduría y orientación. Otras veces son restos de un capítulo cerrado hace tiempo.

En cualquier caso, son señales de los espacios en los que aún no somos libres.

Cuando estés preparado para sanar, tendrás que recostarte en un espacio muy seguro y concentrarte en esos sentimientos tensos. Haz que te muestren sus orígenes. Empezarás a ver momentos que habías olvidado, sentimientos que habías olvidado que sentiste. El pasado se manifestará en imágenes fugaces y escenas difusas. Poco a poco, con el tiempo, descubrirás lo que realmente está mal, esa parte de ti que tuvo que romperse y amurallar tu corazón porque detrás había una herida que aún no sabías cómo curar.

Cuando estés preparado, te colocarás detrás de él.

Sabrás que la ira, la tristeza y la ansiedad son un velo, un detonante que intenta despertarte, no noquearte.

Tendrás que llorar. Necesitarás llorar por la chica de 13 años a la que le rompieron el corazón, por el chico de 16 años cuyos amigos fueron malos con él. Tendrás que llorar por lo que perdiste y cuando lo perdiste. Tendrás que retroceder en el tiempo e insertarte en esos recuerdos como adulto, y decirle a tu yo infantil que diga lo que realmente necesitaba decir en el momento en que necesitaba decirlo, aunque no podía encontrar las palabras o el valor para hacerlo. Tendrás que hacer esto una y otra vez hasta que poco a poco te des cuenta de que te estás aligerando, liberando. Aunque no puedas cambiar el tiempo, de alguna manera, estás cambiando tu historia.

Tendrás que sudar, tendrás que estirar y mover tu cuerpo, y prestar mucha atención a los puntos en los que estás tenso, a aquello que te es incómodo, y a los lugares en los que estás contenido y en los que almacenas todo ese dolor.

Tendrás que sacudirte, tendrás que tumbarte en el suelo y sacudir literalmente todo lo que llevas dentro. Tendrás que darte permiso de sentirte vulnerable y pequeño, que son, al fin y al cabo, las dos sensaciones de las que más nos protegemos.

Tendrás que rendirte. A través de las lágrimas, del sudor, de los temblores y de los cambios, dejarás de luchar por sostenerlo; entonces verás tu vida pasada por lo que fue, para poder ver tu vida presente por lo que es: llena de esperanza y potencial.

Al final, te levantarás y tu mundo empezará a cambiar.

Saldrás de relaciones y comenzarás otras; llamarás a alguien con quien no has hablado en mucho tiempo. De repente, te sentirás inspirado para asistir a una nueva clase, o te atreverás a redactar un correo electrónico de renuncia. Empezarás a escribir, a leer, a sentarte al aire libre y a beber agua, sintiéndote agradecido por estas cosas tan sencillas pero fortificantes. Acaso dormirás con mayor facilidad y, poco a poco, empezarás a volver a ti mismo. Entrarás en ese fuego emocional y quemarás todo lo que impide que tu núcleo esté realmente en el mundo.

Entonces sabrás que cuando pierdes a alguien, debes llorar.

Cuando te sientes frustrado, debes estarlo.

Cuando quieres decir algo, debes hablar.

En el proceso de sanación, no solo aprendes a volver atrás y arreglar lo que no terminaste: también aprendes a seguir adelante, a vivir más intensamente y en el presente, a procesar tus experiencias en tiempo real. Cuanto más hagas esto, más despertarás y empezarás a estar presente en la vida y, con ello, a hablar de nuevo, a sentir de nuevo, a ser de nuevo.

Cuando te sientes lo suficientemente fuerte como para mirar lo que está mal, empiezas a sacar a tu alma a la luz.

Siempre estuvo ahí. Solo que estaba enterrada bajo años y capas de identidades, estilos, creencias e ideas que se habían adherido a ti como un escudo.

Nunca estuviste perdido.

Solo estabas escondido.

Todo el tiempo que pasaste sintiéndote tan incómodo era solo tu yo más profundo tratando de hablarte, tratando de recordarte su presencia.

Era solo tu núcleo que decía: «Sigue adelante. En la vida hay más que esto».

CUANDO ESTÉS LISTO PARA CAMBIAR TU VIDA, LEE ESTO

chirim.png 

¿Y si empiezas a darte cuenta de que también eres libre en los momentos en que más solo te sientes?

¿Y si pudieras ver que, precisamente en esos momentos a los que más temes, también estás completamente libre de las expectativas de los demás, también eres capaz de definirte y redefinirte, de explorar la vida en tus propios términos, de escuchar el sonido de tu propia voz? ¿Y si estar solo, no importa de qué forma, es un signo de autosuficiencia y valentía? ¿Y si ya conseguiste lo que querías? ¿Y si en lugar de creer que tu soledad es una señal de que fracasaste, te das cuenta de que es una prueba de que realizaste la más audaz de todas las tareas?

¿Qué pasaría si, en lugar de creer que tu trabajo no es suficiente —en cuanto a la remuneración, el estatus o lo que sea a lo que hayas atribuido tu inferioridad—, empezaras a darte cuenta de que ningún conjunto de tareas podría definir la totalidad de lo que eres? ¿Qué pasaría si comprendieras que un trabajo es un medio para alcanzar un fin, y el que hagas cualquier cosa para contribuir a tu bienestar y seguridad o a los de tu familia es importante y, sin embargo, solo es una faceta del éxito? ¿Y, si en lugar de creer que debes ser el mejor para ser lo suficientemente bueno, te dieras cuenta de que tener un lugar adonde ir y tener algo que hacer es un propósito y un regalo que nunca debes menospreciar?

¿Qué pasaría si, en lugar de creer que has fracasado, empezaras a reconocer que el fracaso es solo la forma que tiene la vida de llevarte en otra dirección? ¿Y si en lugar de contar todas las veces en que las cosas no funcionaron como imaginabas, consideraras que tal vez te están llevando a un lugar mejor? ¿Y si encontraras asombro y reverencia en el hecho de que hay una fuerza tan poderosa que te protege —quizás una que no puedes siquiera nombrar, ver o incluso creer— y que se niega a permitir que tengas incluso aquello que más pides porque hay algo más para lo que estás destinado?

¿Qué pasaría si en lugar de pensar que tu vida tendría que desarrollarse sin adversidades, te dieras cuenta de que el valor que se necesita para seguir abriendo puertas, aunque todas se cierren, forma parte del proceso?

¿Y si en lugar de perder la esperanza en el mundo y en la vida misma, permitieras que tus fracasos fortalecieran tu fe y te hicieran ver que hay un camino que recorrer, y un campo de fuerza que te sujeta a él, por mucho que intentes alejarte?

¿Qué pasaría si, en lugar de estar resentido con alguien porque no es exactamente la persona que imaginabas, te dieras cuenta de que el hecho de que alguien ofrezca su tiempo es el máximo sacrificio y el epítome del amor? ¿Y si te dieras cuenta de que no tiene obligación alguna de ser como tú crees que debiera ser, y que lo más amoroso que podrías hacer sería liberarlo de las expectativas que guardas en tu mente? ¿Y si te dieras cuenta de que esta persona no tiene que ser como tú te la imaginas para que puedas intercambiar el amor que ustedes están destinados a compartir? ¿Y si el regalo que recibes ahora mismo es la oportunidad de presenciar la crudeza del corazón de alguien, sus aristas e imperfecciones? ¿Y si en realidad el viaje te pide que ames a una persona con defectos, para que puedas amar los tuyos de la misma manera?

¿Y si la vida de tus sueños no es una en la que haces todo a la perfección para una audiencia que existe dentro de tu propia imaginación, sino aquella en la que tienes unas pocas cosas que te importan de manera profunda y apasionada y pasas tu vida atendiéndolas, y con ello liberas en la nada todas las otras preocupaciones que no hicieron más que frenar tu propio amor y tu vida?

¿Qué pasa si tu cuerpo se ve exactamente como debe ser, pero estás tan ocupado concentrándote en los defectos que nadie más nota, que pasas por alto la belleza que todos los demás ven? ¿Y si crees que hay algo malo en tu aspecto porque has pasado demasiado tiempo pensando en lo ligera y libre que sería la perfección? ¿Y si todo lo que necesitabas hacer fuera solo mirar a tu alrededor, a las personas que conoces, a las que no conoces, a las que coexisten en el mundo a tu lado? ¿Y si en verdad empezaras a darte cuenta de que casi nadie existe dentro de esa fantasía y, sin embargo, muchos son profunda y completamente amados, están vivos y felices a plenitud, caminan en su verdad y prosperan como todo aquello que debían ser?

No digo que no haya problemas reales en tu vida, solo que es muy difícil identificar esos problemas cuando estás tan ocupado tratando de corregir lo que no es un problema, tan preocupado por preguntas que no tienen respuesta. Podrías pasarte toda la vida preguntándote si eres valioso y suficiente y hermoso y exitoso y nunca llegarás a corroborarlo. Así que tienes opciones. Puedes elegir cómo construir tu propia percepción en torno a lo que existe.

¿Y si limpiar tu mente con pensamientos esperanzadores, alegres y positivos es el reequilibrio que te hacía falta desde hace tiempo, después de tantos años de existir únicamente dentro de las interpretaciones más negativas que se te han ocurrido?

¿Y si, después de toda una vida en la que te han vendido la idea de que el objetivo de tu vida es existir de la forma más perfecta posible, pudieras abrirte a la idea de que, más bien, estás aquí para disfrutar del trayecto?

ESTE AÑO DEJA IR A QUIEN NO ESTÉ LISTO PARA AMARTE

chirim.png 

Es lo más difícil que tendrás que hacer, y también será lo más importante: deja de darle tu amor a quien no está preparado para amarte.

Deja de tener conversaciones difíciles con personas que no quieren cambiar, deja de estar presente para personas que son indiferentes a tu presencia. Deja de convertir en prioridad a las personas que te consideran una opción. Deja de amar a las personas que no están preparadas para amarte.

Yo sé que tu instinto es hacer lo que sea para ganarte la simpatía de todos los que puedas, pero ese es también el impulso que robará tu tiempo, tu energía y tu cordura.

Cuando empiezas a estar presente en tu vida con todo tu ser, completo, con alegría, interés y compromiso, no todos los demás van a estar dispuestos a hacer lo mismo que tú.

Esto no significa que tengas que cambiar; significa que tienes que dejar de amar a las personas que no están preparadas para amarte.

Si las personas con las que pasas más tiempo te dejan atrás, te insultan sutilmente, te olvidan sin esfuerzo o te ignoran con facilidad, te estás perjudicando al seguir ofreciéndoles tu energía y tu vida.

No eres para todo el mundo y no todo el mundo es para ti. Por eso es tan especial cuando encuentras a las pocas personas con las que tienes una amistad, un amor o una relación genuina: sabrás lo valiosas que son porque ya has experimentado lo que no es especial.

Pero cuanto más tiempo intentes forzar a alguien a que te ame cuando no es capaz de hacerlo, más tiempo estarás robándote esa misma conexión: te está esperando. Hay miles de millones de personas en este planeta, y son muchas las que te entendrán a tu nivel, captarán en qué estás, concordarán con tu destino.

Pero cuanto más tiempo permanezcas pequeño, arropado por la familiaridad de la gente que te utiliza como almohada, segunda opción, terapeuta y estratagema para su trabajo emocional, más tiempo te mantendrás fuera de la comunidad que anhelas.

Tal vez si dejas de estar presente, serás menos apreciado.

Tal vez te olviden por completo.

Tal vez si dejas de intentarlo, la relación se apagará.

Tal vez si dejas de enviar mensajes de texto, tu teléfono no muestre notificaciones durante días y semanas.

Tal vez si dejas de amar a alguien, el amor entre ustedes se disuelva.

Eso no significa que hayas arruinado una relación. Significa que lo único que sostenía una relación era la energía que tú y solo tú invertías en ella.

Eso no es amor. Eso es apego.

Lo más precioso e importante que tienes en tu vida es tu energía. No es tu tiempo el que está limitado: es tu energía. Aquello a lo que le brindas tu energía cada día es lo que crearás más y más en tu vida. A lo que le das tu tiempo es lo que definirá tu existencia.

Cuando te des cuenta de esto, empezarás a entender por qué estás tan ansioso cuando pasas tu tiempo con personas que no son adecuadas para ti, así como en trabajos, lugares o ciudades que tampoco son adecuados.

Empezarás a darte cuenta de que lo más importante que puedes hacer por tu vida y por ti mismo, al igual que por todos los que conoces es proteger tu energía más ferozmente que cualquier otra cosa.

Haz de tu vida un refugio seguro al que el acceso solo esté permitido a personas con la capacidad de cuidar, escuchar y conectar.

No eres responsable de salvar a la gente.

No eres responsable de convencerlos de que quieren ser salvados.

No es tu trabajo estar presente para los demás y regalarles tu vida, poco a poco, momento a momento, porque sientes lástima, porque te sientes mal, porque «debes», porque estás obligado, porque —en el fondo— tienes miedo de no ser correspondido.

Es tu trabajo darte cuenta de que eres el dueño de tu destino y de que estás aceptando el amor que crees que mereces.

Convéncete de que mereces una amistad real, un compromiso verdadero y un amor completo con personas sanas y prósperas.

Entonces espera en la oscuridad, solo un poco… y observa lo rápido que todo empieza a cambiar.

47 FORMAS DE PRACTICAR LA MICROSANACIÓN EN TU VIDA COTIDIANA

chirim.png 

01 | Haz algo que tu yo del futuro te agradezca, aunque sea pequeño.

02 | Aprecia algo que tienes hoy y que a tu yo del pasado le impresionaría, aunque ahora te parezca normal.

03 | Empieza a decir «gracias» por lo que quieres como si ya hubiera ocurrido. Escríbelo, dilo en voz alta. Incluso una vez es suficiente.

04 | Aprende el poder del impulso. Empieza con pequeñas tareas en el día y deja que crezca.

05 | Haz un pequeño cambio en la dirección correcta. Bebe medio vaso de agua. Da una vuelta a la manzana. Respira profundamente una vez.

06 | Solo por hoy, permítete sentir lo que sientes.

07 | Encuentra una distracción sana y productiva para cuando tu mente necesite volver a encauzarse.

08 | Deja de seguir en redes sociales a todas las personas que te hacen sentir mal sobre ti mismo.

09 | Ve tu incomodidad como tu forma subconsciente de decirte a ti mismo que eres capaz de más, y de algo mejor, de lo que tienes en este momento.

10 | Diario de tu basura. Abre un cuaderno y garabatea exactamente cómo te sientes. Deja de intentar invalidarlos con positividad. Esta surgirá por sí sola una vez que tu subconsciente esté más despejado.

11 | Permítete soñar. Imagina lo que quieres construir y crear a continuación en tu vida.

12 | Regálate algo que te haga ilusión. Planea un viaje, haz una cita o sal a algún sitio.

13 | Si hay algo que necesitas cambiar en tu vida, empieza hoy. Busca nuevos trabajos. Escribe una carta a alguien con quien tengas que disculparte. Si el tiempo no ha resuelto el asunto, es posible que el tiempo esté esperándote.

14 | No creas todo lo que piensas.

15 | No confíes en todo lo que sientes.

16 | Piensa en todo lo que te preocupó y que resultó no ser nada, y cómo a veces nuestros miedos nos llevan a creer que nuestros peores pensamientos son los más reales.

17 | Piensa en todas esas veces que has tenido sentimientos fuertes y abrumadores que no entendías realmente, y date cuenta de que, a veces, solo debías aprender a dejarlos pasar.

18 | Haz algo cada día que te ayude a conocerte mejor. Escribe lo que te gusta y lo que no. Identifica tus valores, tus creencias, tus esperanzas, tus miedos.

19 | Pasa tiempo con personas que te entiendan.

20 | Haz algo por alguien sin pedir nada a cambio.

21 | No tengas miedo de desconectarte. Dedica menos tiempo a tu teléfono, rechaza los eventos que te hagan sentir agotado al final. Recuerda que tu energía y tu atención son sagradas.

22 | Lee algo que te haga pensar en el mundo de diferente forma.

23 | Reconoce lo que se te da sin esfuerzo; ahí está la clave de tu futuro.

24 | Reconoce lo que te interesa; ahí está la clave de tu propósito.

25 | Reconoce lo que más te cuesta; ahí está la clave de aquello que necesitas sanar.

26 | Practica cómo defenderte de forma saludable. Mírate en el espejo y practica cómo establecer límites. Aprende a decir tu verdad con dignidad y gracia.

27 | Reconoce que lo que más te molesta de los demás puede revelar la verdad inconsciente de ti mismo: utiliza estas molestias como oportunidades para sanar tus propias heridas invisibles.

28 | Apóyate profundamente en lo que te da alegría.

29 | Haz algo especial para las personas que realmente te importan, aunque solo sea un texto recordatorio de lo mucho que se les quiere.

30 | Crea un vision board.

31 | Estudia los hábitos diarios de las personas a quienes admiras.

32 | Estudia los hábitos diarios de las personas a las que no admiras.

33 | Cuando sientas el impulso de juzgar a otra persona, recuérdate amablemente que cada vez que lo haces, solo sigues estrechando tu aprobación de ti mismo.

34 | Expresa lo que sientes, en términos claros y honestos. Esto te ayudará a procesarlo y aceptarlo, aunque no tenga todo el sentido para ti en este momento.

35 | Interroga a un pensamiento negativo. En lugar de funcionar con el piloto automático, detente y pregúntate: «¿Es esto cierto? ¿Sé que es cierto? ¿Quién me ha dicho que es verdad?».

36 | Luego pregúntate: «¿Me ayuda este pensamiento a mover mi vida en la dirección que quiero?».

37 | Date permiso para descansar. Si lo único que has podido hacer hoy ha sido levantarte y seguir respirando, no pasa nada.

38 | Haz una lista de tareas, luego córtala por la mitad. A continuación, vuelve a cortarla por la mitad. Deberían quedarte una o dos tareas que son las más imperativas. Enfócate en ellas y solo en ellas. Empieza por eso.

39 | Medita sobre lo lejos que has llegado. Haz una lista de todo lo que tienes, haces y sientes que nunca imaginaste que sería posible.

40 | Medita sobre lo mucho que has superado. Piensa en todo lo que te ocurrió en el pasado y que juraste que nunca superarías, y date cuenta de que siempre lo hiciste.

41 | Expresa una gratitud genuina. Encuentra algo que te haga feliz tener.

42 | Si sentirte bien está demasiado lejos de donde te encuentras, intenta sentirte neutral.

43 | Duerme cuando estés cansado.

44 | Come cuando tengas hambre.

45 | Pausa antes de reaccionar. Puedes estar enfadado, pero deberás ser consciente de no permitir que ese sentimiento te haga tomar medidas que podrían afectar tu seguridad o calidad de vida en los próximos años.

46 | Escríbete una nota en la que describas exactamente lo que debes hacer cuando tengas una sensación de pánico. Cuando piensas con claridad, eres capaz de decirte a ti mismo qué hacer cuando no lo estés.

47 | Recuerda que eres mortal. Todo esto pasará. No hay tiempo garantizado. No estás atorado para siempre. La vida se mueve rápidamente y no se detiene. Solo estás aquí por un tiempo, intenta saborearlo todo lo que puedas.

LA VERDAD DE QUIÉN ERES ES MÁS DE LO QUE TE PERMITES CREER

chirim.png 

Existen infinitas versiones de ti.

Está la persona que eras ayer y la que eres hoy, la persona que eras hace cinco años y la que serás dentro de otros diez, la persona que eras esta mañana y la que serás esta noche.

Está la persona que existe dentro de la mente de cada individuo que conoces, encuentras, con quien te cruzas y a quien amas. Cada uno de ellos tiene una imagen única de ti en su mente, formada por sus propias experiencias, preferencias, creencias y sentimientos sobre su propio ser.

Cuando nos sentimos más estancados, a menudo es porque estamos intentando descifrar quiénes somos realmente, y lo hacemos uniendo las imágenes que suponemos que los demás tienen de nosotros. De lo que no nos damos cuenta es que no existe una sola y singular versión de nosotros. Está nuestra experiencia de nosotros mismos y luego el caleidoscopio de formas en que nos perciben los demás. Cuando nos pasamos la vida intentando gestionar esas percepciones, nos perdemos completamente dentro de ellas.

¿Y si hay una verdad mayor aquí, una que está pidiendo ser vista?

Probablemente has tenido más experiencias de las que puedes contar, y han sido mejores de lo que puedes recordar, has visto más mundo del que crees, has sentido más felicidad de la que generalmente eres consciente, has conocido más alegrías, has sentido más inspiración y has triunfado más veces de las que eres consciente cuando estás en tus momentos de mayor duda.

Has sido más aceptado de lo que recuerdas, más apreciado y validado de lo que crees. Más personas de las que te das cuenta vieron tu potencial y les gustaste más de lo que crees. Has sido más deseado de lo que piensas: por amigos, por la familia, por potenciales amantes que te anhelaban de un modo que probablemente nunca habrías imaginado.

Cuando las personas más cercanas a ti te miran, ven mucho más de tu grandeza de lo que tú mismo verías al observarte.

Has tenido un impacto mayor en el mundo de lo que crees. Hay más corazones que has calmado en momentos de dolor, más mentes que has inspirado para ver la esperanza donde antes había derrota. Ha habido más casos en los que un acto bondadoso y desinteresado provocó un efecto dominó en todo el mundo. Tu amor ha tocado a gente del otro lado del planeta, solo que ahora no lo sabes.

Tienes más a tu favor de lo que entiendes ahora mismo.

Es fácil definirnos por los espacios vacíos, por las carencias que tenemos y, sin embargo, no siempre se trata de vacíos dentro de nosotros que esperan ser llenados, sino del simple contraste entre todo lo que somos y todo lo que no debíamos ser. Cuando aprendemos a dar cabida a todas las verdades que coexisten en nuestra vida, podemos empezar a comprender que la experiencia misma es a la vez contracción y expansión.

Lo alto y lo bajo, lo bello y lo desgarrador en conjunto.

No nos resume ni nos define solo una instancia o experiencia: la imagen estática y singular que creemos que los demás tienen de nosotros en su mente suele ser una proyección de nuestras mayores esperanzas y nuestros más profundos temores. En realidad, somos seres fluidos y en evolución, es decir, somos diferentes de un momento a otro. Pasamos mucho tiempo haciendo suposiciones sobre cómo somos en el mundo en lugar de sentir realmente nuestra experiencia vivida. Permitimos que se nos etiquete y defina por lo que creemos que hemos hecho y por cómo han respondido los demás a ello, en lugar de por quién nos vamos a convertir y de si podemos estar en paz con ello.

Cuando nos presentemos cada día como una persona diferente, el mundo empezará a cambiar para percibirnos de esa manera: no estamos limitados para siempre, ni definidos permanentemente por lo que fuimos en el pasado.

Pero tú, más que nadie, estás más inclinado a verte así. Tú, más que nadie, estás más inclinado a creer que las peores cosas sobre ti son las más verdaderas acerca de ti.

Nadie —ni una sola persona viva— piensa en ti más que tú mismo.

Los demás están demasiado ocupados pensando en su propia vida, en cómo son percibidos, y si son o no suficientes, y así sucesivamente.

Cuando empezamos a sanar, comenzamos a reconocer que nuestra vida no necesita estar definida por cómo creemos que nos ven.

La verdad es que para algunas personas eres el estándar de belleza, cuando otras simplemente te pasan por alto. Para algunos eres un genio en lo que haces y, para otros, irrelevante. Para algunos eres un amigo increíble; para otros, un completo desconocido. Para algunos eres un compañero de vida; para otros, alguien con quien ni siquiera saldrían. Para unos eres un maestro; para otros, un estudiante. Para unos, eres un guía: para otros, un principiante. Para unos, eres una luz brillante, pero a otros les revelas su oscuridad.

La realidad es que existes en muchas formas, imágenes, creencias e historias diferentes y, sin embargo, la única que en realidad siempre importará es la que te cuentas a ti mismo.

Permite que este conocimiento te libere.

Permite que te ayude a ver una mayor dimensión, mayor contraste, más matices y más bondad dentro de ti de lo que te has permitido creer.

Has hecho más, has visto más y has significado más para los demás de lo que jamás podrías saber.

Cierra este libro por un momento.

Tómate un segundo para respirar y mirar a tu alrededor.

Hay más cosas aquí de las que imaginas.

Hay mucho más en espera de lo que podrías suponer.

CÓMO VOLVER A EMPEZAR, INCLUSO SI TE QUEDAS DONDE ESTÁS

chirim.png 

Cuando llegue el momento de volver a empezar, no sabrás que estás en el inicio de un nuevo comienzo, porque lo único que sentirás es un final abrumador.

De repente, y tal vez de la nada, algo que conocías se detuvo. Es probable que fuera algo a lo que estabas profundamente apegado, en lo que tenías una profunda esperanza o compromiso, porque nuestra vida cambia y se adapta todo el tiempo y los únicos casos en los que no nos movemos con ella son cuando estamos demasiado estancados para ver otra forma de avanzar.

Por un momento, sentirás como si el mundo se te cayera encima.

La sensación que experimentarás es de derrota total. Te preguntarás qué sigue, y cómo es posible que sigas adelante. En este momento, eres capaz de medir lo que vas a perder, pero no lo que vas a ganar.

Y eso, si tienes suerte.

La mayoría de las personas no nos damos cuenta siquiera de que tenemos que soltar, solo notamos que lo que estamos haciendo ahora no funciona.

Aunque parezca que «perdiste el piso», no es así. Lo más probable es que durante mucho tiempo esto no estuviera funcionado, y que tú estuvieras en negación. Tus ilusiones y sueños sobre cómo se transformaría en lo que quieres que sea son solo eso: algo irreal. Es hora de salir de ahí y entrar en la realidad, en el ahora, en tu vida real.

Eso es lo que significa empezar de nuevo.

Significa que ha llegado el momento de reconciliarnos con lo que sabíamos que no funcionaba desde el principio, aquello que estaba actuando como una venda para tapar algo más. Cuando estamos demasiado apegados al resultado de un proceso y tenemos poca tolerancia a que su presencia cambie en absoluto, suele ser porque lo estamos utilizando para ocultarnos algo a nosotros mismos, y ese algo es nuestra insatisfacción.

Tal vez una relación terminó y no puedes imaginar cómo saldrás de nuevo con otra persona.

Quizá te diste cuenta de que una carrera profesional no es viable y no puedes imaginar cómo vas a ganar dinero en el futuro.

Tal vez finalmente aceptes que sabes que necesitas mudarte, pero la idea de establecerte en un nuevo lugar con gente nueva te parece demasiado intimidante como para intentarlo siquiera.

En el fondo, la relación que terminó era una distracción de la relación que no tienes contigo mismo. La carrera profesional que no funcionó nunca fue viable: simplemente no estabas dispuesto a probar algo que estuviera fuera de tu zona de confort, y no hay nada nuevo en ella. El lugar que necesitas dejar puede haber sido el adecuado durante un tiempo, pero ya no perteneces ahí, y tu vida ya no apoya a la persona que quieres ser o al lugar al que quieres ir.

Tendrás que pasar muchas noches solo, a la luz de las velas, preparándote la cena, aprendiendo a quererte, a estar a solas contigo mismo y a disfrutar de ese tiempo. Tendrás que quedarte precisamente donde estás y aprender a curar la herida de tu falta de valía antes de poder ser amado.

Tendrás que volver al punto de partida de tu empleo, y trabajar con lo que tienes y lo que has hecho. Recuerda en qué eres bueno, en qué tienes experiencia, qué te atrae o te llama la atención. La intersección de esas cosas es tu camino, y tu camino está justo adelante de ti, aunque otra opción sea más atractiva.

Tendrás que construir un hogar sin importar dónde estés. Tendrás que decorar, asentarte y comunicarte. Tendrás que encontrar ritmos y rutinas. Tendrás que ser vulnerable, y tendrás que ser visto.

No hay ningún lugar al que podamos recurrir para escapar de nosotros mismos.

Es hora de empezar de nuevo y es hora de empezar aquí mismo.

Elimina lo que está muerto en tu vida.

Nutre el jardín que rodea tu alma.

Empieza donde estás y con lo que tienes.

Ponte de pie sobre lo que has construido.

Rellena los huecos de tus propios cimientos.

Fortalece lo que ya existe.

Profundiza en tus raíces y extiende tus ramas todo lo que puedas.

Entonces observa cómo te sientes.

No podemos seguir corriendo en círculos y esperar a que nuestra vida florezca: debemos quedarnos donde estamos y tener la valentía de sanar lo que está roto dentro de nosotros antes de recurrir a otra fuente externa para reparar el daño.

Cuando vivimos así, existimos en un estado constante de huida de nosotros mismos.

 

Podemos volver a empezar justo donde estamos porque en cualquier momento podemos cambiar la forma en que nos vemos a nosotros mismos y a nuestra vida. A final de cuentas, eso es exactamente la sanación.

Es darse cuenta de que tu amor interior es inherente a ti y siempre lo ha sido, solo que ha estado enterrado bajo la duda.

Es percatarse de que tu camino hacia adelante es innato y siempre lo ha sido, solo que ha estado escondido tras la negación.

Es notar que el lugar donde se supone que debes estar es justo donde estás ahora, aunque no sea donde estarás para siempre.

Sanamos cuando aprendemos a ajustar la manera en que nos presentamos, y no a cambiar aquello ante lo que nos presentamos.

Nuestra vida es muy a menudo un reflejo y una extensión de nosotros mismos. Podemos correr hasta el fin del mundo y aun así no sentirnos completos porque lo que buscamos es reinventar nuestra forma de ver, lo que percibimos y lo que sentimos.

Es un trabajo que empieza aquí y ahora.

No importa a dónde te lleve la vida, siempre estás contigo, hasta el final.

Nadie más puede salvarte de ti mismo.

El asunto nunca fue que ajustaras todo lo que te rodea hasta hacerlo perfecto, sino que ajustaras tu forma de ver todo hasta darte cuenta de que es suficiente, y de que así ha sido siempre.

LA MAYOR SANACIÓN A MENUDO OCURRE EN LAS FORMAS MÁS ORDINARIAS

chirim.png 

Cuando comiences tu viaje de sanación, estarás buscando epifanías, es decir, verdades que cambian la vida, que abren el alma, que hacen volar la mente. Cambios drásticos, el corte de raíces con prontitud, la liberación feroz de lo que ya no puedes soportar y la necesidad obsesiva de encontrar algo que te haga sentir un poco mejor, aunque sea por un momento.

Uno de los desafíos más sutiles es que lo más importante suele ocurrir de las formas más ordinarias.

Se trata de establecer una intención de sanar, escribirla en un papel en algún lugar que veas a menudo. Darse cuenta de que nadie sabe lo que tiene que hacer al principio, por lo que a veces la forma más poderosa de empezar es haciendo una declaración al universo sobre lo que vamos a hacer.

Se trata de dejar un espacio para el descanso profundo, el descanso más profundo que te hayas dado nunca. Se trata de darte cuenta de que tu cuerpo sabe lo que tiene que hacer y tu trabajo es apoyarlo, no estorbarle.

Se trata de cambiar tu entorno, tanto en lo grande como en lo pequeño: esto puede significar mudarte o limpiar tu espacio de reliquias, para que ya no vivas en un museo del pasado. Se trata de darse cuenta de que te adaptarás a lo que te rodea, por lo que debes elegir sabiamente. Debes crear, aunque sea, un solo rincón de paz dentro de tu pequeño mundo, y reconocer finalmente que «hogar» nunca fue un lugar que existiera fuera de tu propio corazón.

Se trata de hacer las cosas prácticas: el presupuesto y los análisis de sangre, las citas con el médico y la elaboración de planes. Los calendarios y los correos electrónicos, los suplementos y las rutinas de ejercicio, por muy simples que sean al principio. Estas cosas son a menudo las primeras que se dejan de lado cuando estamos sufriendo y, sin embargo, son también las más vitales.

Se trata de encontrar el tipo de apoyo adecuado para ti —el entrenador, el terapeuta, el coach de vida—, lo que sea necesario para tu propio y único viaje.

Se trata de redescubrir las pequeñas alegrías de la vida —los largos baños, las novelas que no puedes soltar, las mañanas tranquilas de los sábados, las sábanas limpias, las estrellas, las luces de la ciudad, el océano— y descubrir que estas fueron siempre las grandes cosas.

Se trata de afirmar lo que quieres que sea verdad y saber, muy en el fondo, que ya lo es. Se trata de visualizar a tu futuro yo y estar dispuesto a creer que tal vez, solo tal vez, esa persona podría ser real. Se trata de defenderte cuando es necesario y de reconocer todas las veces que malinterpretas un comentario sin sentido como desprecio. Todo esto requiere niveles más profundos de autoconocimiento, evaluación y conciencia.

Se trata de reconocer que tu trauma intenta impedirte vivir tu vida. Porque, en algún lugar en el fondo, sabes que cuando sales y tratas de abrirte camino en el mundo, todo sale mal. Así que tu miedo está tratando de encerrarte y mantenerte a salvo.

 

Lo que no sabe es que no hay mayor fracaso que una vida no vivida.

No hay mayor dolor que el que tu corazón no sea amado, que tu alma no sea vista.

Se trata de elegir no darle tu atención mental y tu energía emocional a cosas que no se convertirán en experiencias que quieres tener. Se trata de percatarse de que puedes construir un nuevo sueño. Se trata de liberar lo que eres, en los aspectos más pequeños, y de darte cuenta de que, a veces, las cosas más ordinarias son las más definitorias, las más salvadoras, las más tranquilizadoras, las más importantes, las más subestimadas y las más reales.

LAS 8 FASES DE UNA TRANSFORMACIÓN PERSONAL PROFUNDA

chirim.png 

El cambio positivo muchas veces se siembra con semillas que a veces pueden hacernos sentir más inseguros, temerosos y ansiosos que cualquier otra cosa.

Esto se debe a que a menudo no pensamos en cambiar nuestra vida sino hasta que el cambio es la única opción que tenemos.

Estamos programados para la homeostasis.

 

Estamos diseñados para permanecer en la comodidad, que es solo la familiaridad.

Pero esto no siempre es lo mejor para nosotros, y en el fondo lo sabemos en algún nivel. A menudo descubrimos que cuando no hacemos caso a nuestros propios impulsos intuitivos, la vida tiende a presentarnos circunstancias que nos hacen avanzar a pesar de todo.

En lugar de temer este proceso, deberíamos aprender a honrarlo, porque significa que a menudo nos espera algo más grande al otro lado.

Estas son las ocho cosas que suceden justo antes de que tu vida cambie para mejor.

01 | Se produce un evento catalizador

A veces es enorme; a veces, sutil.

Para muchas personas, el catalizador que los impulsa a iniciar un proceso de desintegración positiva suele ser la pérdida de una relación importante, de un trabajo o un miembro de la familia. De uno u otro modo, algo que esperabas que estuviera presente en el futuro previsible te fue arrebatado y, con ello, también tu sensación de seguridad.

Otras veces, este evento puede ser mucho más difícil de detectar. De hecho, es posible que no te des cuenta de que algo ha ocurrido.

En cambio, lo que se plantó es una semilla de duda. Tal vez hayas visto a un viejo amigo y eso te haya llevado a evaluar tu progreso en la vida. Tal vez alguien cercano a ti está avanzando en su vida de manera importante y eso te provocó replantearte lo que tú quieres. Tal vez el estrés y la insatisfacción acaban de empezar a acumularse y te preguntas cuánto tiempo más podrás mantener tu rutina actual.

En cualquier caso, la vida casi nunca cambia para mejor a menos que haya un disruptor, algo que nos haga cuestionar, y atrevernos a cambiar nuestro propio statu quo.

02 | Eres obligado a salir de la negación

Lo que pasa con aquello que perdemos es que no funcionaba desde hace mucho tiempo, solo que no nos dábamos cuenta.

Con la excepción de una pérdida abrupta y repentina de un ser querido o el cierre de una empresa que suponías que iba a existir para siempre, por ejemplo, casi todo lo que perdemos en la vida suele estar prefigurado desde hace mucho tiempo.

¿Esa relación que terminó? Hace tiempo que no funcionaba, por eso se acabó. ¿Ese trabajo que dejaste abruptamente? Durante mucho tiempo no funcionaba, por eso lo dejaste. ¿Ese estilo de vida que estabas desesperado por mantener? No eras tú, por eso no pudiste mantenerlo.

Es realmente difícil aceptar esto, pero es tan importante reconocerlo: casi nada en la vida nos deja sin propósito.

Solo es cuestión de cuándo aceptamos esta verdad.

03 | Sientes oleadas de ira y miedo

Después de la pérdida, a menudo te encuentras atravesando el proceso de duelo, aunque no hayas perdido realmente a un ser querido.

Todas estas emociones son muy válidas.

Es sano y normal sentir rabia cuando se traspasa un límite o te enfrentas a algún tipo de injusticia. Es sano y normal sentirse triste y asustado cuando la vida cambia bruscamente y no estás seguro de lo que sigue.

Cuanto más te resistas a estas emociones, más tiempo permanecerán.

Forman parte del proceso de grandes cambios y ofrecen en su interior las semillas de una sabiduría más profunda por venir.

04 | Comienzas a procesar viejas emociones y recuerdos

Antes de que te des cuenta, esta semilla brotó en otras mil espirales, las cuales te dejaron cuestionando todo lo que eres y todo lo que alguna vez esperaste ser.

Pero esto no creó estos miedos y sentimientos, los reveló.

Lo mucho que te aferrabas con tanta fuerza a todo aquello era una forma de protegerte de esas emociones, muchas de las cuales habías enterrado tan profundamente, que suponías que habían desaparecido para siempre.

Las emociones suelen permanecer en nuestro interior hasta que nos dicen qué es lo que necesitamos saber.

Ese mensaje no es el de que no valgamos nada ni que no seamos dignos de ser amados, como a menudo pueden hacernos sentir. Más bien, el mensaje suele ser que no nos mantenemos dentro de las circunstancias de la vida que honran plenamente nuestro valor, y que no reconocemos lo amados que realmente somos y, por lo tanto, no buscamos relaciones en las que sintamos y veamos esa verdad reflejada en nosotros.

En este proceso de simplemente recordar lo que te había hecho daño en el pasado y cómo te sentías al respecto, probablemente te darás cuenta de que gran parte de tu autoestima fue creada por experiencias que se acumularon una sobre la otra, y ahora te estás dando la oportunidad de desempacar.

Al otro lado tendrás una carga más ligera que soportar.

05 | Se vislumbra un camino mejor

Por lo general, hacia el final del proceso de desmoronamiento, justo cuando tienes ganas de rendirte definitivamente, es probable que veas la luz al final del túnel.

Tal vez un día, de la nada, se te ocurra una idea novedosa, acaso hagas contacto con alguien que tiene una oferta de trabajo que sería perfecta para ti, tal vez te sientas impulsado a iniciar el negocio sobre el que habías estado pensando, posiblemente conozcas a alguien, tal vez te mudes, o quizá tengas la sensación de que cualquiera de esas situaciones está en tu futuro inmediato.

De uno u otro modo, empiezas a sospechar que puede haber algo realmente bueno a la vuelta de la esquina, pero a estas alturas, es probable que no te lo creas del todo. No pasa nada, no tienes por qué hacerlo.

Todo lo que tienes que hacer es seguir avanzando.

06 | Empiezas a hacer pequeños ajustes

Con esas nuevas visiones en mente, empiezas a hacer pequeños cambios.

Puede ser que todo el proceso y la incomodidad te hayan llevado a cambiar tu forma de peinarte o de enfocar tu trabajo, o lo que haces con tu tiempo libre. Poco a poco empiezas a adaptarte a tu nuevo yo: encuentras nuevas verdades, nuevos hábitos y nuevas rutinas que concuerdan con la persona en la que te estás convirtiendo, no con la que has sido.

07 | Das un gran salto

Finalmente, esos ajustes empiezan a sumarse para dar forma a algo y sabes que es el momento de dar un salto adelante.

Esto puede ser empezar el nuevo trabajo o dejar el anterior, mudarte o cambiar algo más de tu vida que antes parecía completamente inamovible.

Esta parte del proceso es vital porque es la que más miedo da, y también es la más importante.

Para introducir realmente cosas nuevas y positivas en tu vida, con frecuencia tienes que procurarlas. Esto significa que tienes que salir de tu zona de confort, pensar y actuar como nunca lo has hecho, y creer en ti mismo y en tu visión más de lo que alguna vez creíste en algo.

Este es el salto para el que te estabas preparando al principio del proceso.

Este era el sueño que se escondía en lo más profundo de tu ser, el que te empujaba a soltar lo que tenías antes, a abordar los sentimientos que bloqueaban tu visión y tu flujo, y el que finalmente está listo para hacerse realidad.

Esto ha existido dentro de ti desde siempre.

Te ha estado esperando todo este tiempo.

Solo tienes que encontrar el valor para elegirlo y, a veces, eso significa no darte otra opción.

08 | Ves el propósito en el dolor

Finalmente, superaste la ruptura y entraste en tu nueva vida.

Si eres uno de los más afortunados, has llegado lo suficientemente lejos como para entender que todo, en especial los momentos incómodos, tenía un propósito.

Si eres lo suficientemente consciente, puedes darte cuenta de que, si no te hubieras sentido tan incómodo en un principio, podrías haber pasado el resto de tu vida con sueños no realizados, reteniendo tu propio avance motivado por pequeños e irracionales miedos, y viviendo a medias la vida a la que estabas destinado, todo porque no tenías el valor de cambiar.

A veces, cuando no damos un paso sin esfuerzo hacia lo que debemos hacer, creamos circunstancias para nosotros mismos que hacen imposible hacer nada más que avanzar.

No se puede negar el destino.

Tal vez, en esto, puedas encontrar algo de paz.

Tal vez descubras que no necesitas temer a tus emociones, porque la tormenta a menudo despeja el cielo y riega las semillas de la vida que habías estado pidiendo, soñando y planeando vivir en realidad todo el tiempo.

Solo necesitabas un empujón.

7 PREJUICIOS PSICOLÓGICOS QUE PROVOCAN QUE TE RESISTAS A TU PROPIO CRECIMIENTO

chirim.png 

El crecimiento es difícil.

A veces es francamente aterrador.

Requiere que nos miremos honestamente a nosotros mismos, que abandonemos lo que hemos conocido y que nos suspendamos en la incertidumbre sin saber cuándo encontraremos el siguiente paso.

Lo que esto significa es que seguiremos siendo lo que siempre hemos sido a menos que elijamos conscientemente convertirnos en alguien diferente. Por supuesto, todo el mundo evoluciona y se adapta con el tiempo, pero si no lo haces de forma intencionada, acabarás siendo el producto de lo que te rodea, en lugar de ser una auténtica expresión de quien realmente eres.

El crecimiento es una tarea obligatoria.

La única cuestión es cuándo lo hacemos y cuánto tardamos en darnos cuenta de que a menudo tenemos que desafiar algunos de nuestros instintos para crear una realidad mejor para nosotros.

He aquí algunos de esos miedos inconscientes que nos impiden convertirnos en todo lo que podemos ser, y cómo podrían afectarte específicamente.

01 | Ya te sientes cómodo estando incómodo

De la misma manera en que un postre exquisitamente dulce puede abrumar las papilas gustativas y resultar poco apetecible, rechazamos los momentos de gran intensidad emocional cuando no estamos acostumbrados a ellos.

Gay Hendricks, autor de Tu gran salto, llama a esto llegar a tu «límite superior».

Su teoría es que las personas tienen, por predisposición, una tolerancia a la felicidad y, cuando nuestras emociones superan ese límite, nos saboteamos inconscientemente para volver a un punto de referencia más cómodo.

Cualquier cambio, por muy positivo que sea, será incómodo hasta que sea también familiar.

Siempre que quieras hacer un cambio positivo importante en tu vida, debes acompañarlo de un cambio de mentalidad. Si no crees que mereces sentirte bien, limitarás tu capacidad de tener experiencias de situaciones buenas. Si no estás acostumbrado a que la vida sea fácil, la complicarás para volver a anclarte en lo que conoces.

Superar esto no es cuestión de abrumar tu sistema con positividad.

En realidad, se trata de un proceso de enraizamiento, de expresar gratitud y de cambiar tu sistema de creencias para que refleje la idea de que tienes permiso de sentirte bien, de que tienes permiso de crear bondad en tu vida y de que te mereces las cosas bellas que están floreciendo; no necesitas seguir arrancándolas de raíz.

 

02 | Todavía no conoces todas tus opciones

La mente humana no puede predecir con exactitud lo que aún no conoce.

Cuando imaginas un resultado potencial para tu vida, lo que realmente estás imaginando es una solución a una experiencia pasada, un sentimiento que has tenido antes y que te gustaría mantener. Lo que no puedes tener en cuenta es aquello que no se te ocurriría pedir, porque no sabes que lo quieres.

El verdadero crecimiento requiere una auténtica exploración, un periodo de prueba y error. Requiere que primero admitas que tal vez no sepas lo que quieres.

Esta incertidumbre es una experiencia desconcertante, por lo que la mayoría de la gente la evita por completo. Adormece su miedo a lo desconocido con actividades que consumen la mente, sin darse cuenta de que, si no se permite aceptar lo desconocido, las respuestas seguirán siempre al margen. En lugar de intentar construir una experiencia de felicidad, podemos encontrarla en el momento si orientamos nuestra mentalidad a apreciar lo que ya tenemos, en vez de planificar cómo adquirir lo que no tenemos.

De este modo, nos acercamos a lo que realmente nos hace sentir mejor, no a lo que parece mejor o a lo que «debería» ser correcto mirándolo desde afuera.

03 | Crees que los resultados potenciales negativos son más probables que los positivos

Cuando imaginas todos los posibles resultados de tu vida, las opciones negativas probablemente parecen más reales que las positivas. Esto se debe al sesgo de negatividad, que consiste en inclinarnos a creer que las cosas malas son más reales que las buenas porque nos dan más miedo.

Como uno aparece como una amenaza y el otro no, nuestra atención gravita naturalmente hacia aquello a lo que creemos que debemos estar atentos. Sin embargo, esto tiene el efecto contrario a la autodefensa. Cuando creemos demasiado en nuestros sesgos de negatividad, acabamos resistiéndonos al cambio, corriendo menos riesgos y, en general, ajustándonos a una visión menos optimista de la vida.

El sesgo de negatividad nos limita, no porque no seamos capaces de ser realistas, sino porque no entendemos que los resultados positivos son a menudo más probables que los peores escenarios, pero resulta que no son tan emocionalmente desencadenantes.

04 | Te mantienes fiel a aquello en lo que has invertido mucho tiempo, aunque no sea lo que realmente te conviene a largo plazo

Lo más probable es que te quedes con aquello en lo que más has invertido, aunque no sea viable a largo plazo y aunque se presente una oportunidad mejor.

Esto se debe a la falacia del costo hundido.

Lo que este prejuicio nos impide ver es que el barco se está hundiendo de todos modos, y cada gramo adicional de esfuerzo, tiempo o recursos que ponemos en él es otra parte que perdemos. No podemos salvarlo solo porque hemos pasado mucho tiempo creyendo en él. A veces, incluso aquello a lo que hemos entregado todo no es lo mejor para nosotros a largo plazo.

Es difícil dejarlo ir, pero es más difícil no hacerlo.

05 | Estás dando prioridad a lo que creías en primer lugar

El cerebro tiende a priorizar y sobrevalorar lo que hicimos, conocimos, vimos o aprendimos primero.

Esto nos dificulta cambiar de rumbo.

Tu primer acercamiento y evaluación de tus perspectivas profesionales son un ancla para lo que crees que es posible hoy en día. Es probable que tu primera aproximación a determinadas zonas geográficas o tipos de personas sea igual.

A lo que estuviste expuesto primero o en lo que creíste primero va a tener prioridad en tu mente. Es importante que seas consciente de esto, porque cuando se presenta una mejor opción, tienes que ser capaz de verla como lo que es.

06 | Estás haciendo una evaluación a largo plazo basada en una experiencia a corto plazo

Cuando declaras que nunca encontrarás el amor porque acabas de pasar por una ruptura; cuando te consideras fundamentalmente feo porque no te gusta la ropa que llevas puesta hoy o te hundes en la sensación de que nunca encontrarás tu camino en la vida porque te sientes perdido en este momento, lo que estás haciendo es extrapolar.

La extrapolación es la proyección de una experiencia única en una suposición a largo plazo sobre la vida.

220796.png 

Este momento no es tu vida,

es un momento de tu vida.

RYAN HOLIDAY

220799.png 

Lo que no estás comprendiendo es que el hecho de que tengas temporalmente una experiencia negativa no significa que vaya a definir el resto de tu vida, como temes que suceda.

Lo que en realidad estás diciendo es que no puedes ver una salida a tus circunstancias actuales porque, de alguna manera, no las controlas completamente.

En lugar de intentar formarte una opinión definitiva sobre cómo es o no es la vida, o cómo será o no será, basándote en tus circunstancias temporales, intenta verlas como lo que realmente son: una experiencia que estás viviendo en ese momento y que acabará desvaneciéndose, como todas las demás.

07 | Estás utilizando la autorreflexión como un mecanismo de escape, en lugar de una forma de cambiar realmente tu vida

Cuando empezamos algo nuevo en nuestra vida, casi siempre es porque tenemos una revelación sobre ello, o sobre nosotros mismos.

Nos damos cuenta de que debemos que corregir el rumbo, tenemos un momento «¡ajá!» sobre la persona que queremos ser, soltamos lo que nos frena, encontramos valentía y nos embarcamos en nuestro nuevo camino.

Muchas veces es aquí donde las personas se encuentran en un bache.

Aunque mucha gente piensa que el proceso de soltar el pasado y acoger el futuro da miedo, también es muy liberador. De hecho, es tan liberador, que la excitación de tener epifanías y comprensiones que cambian la vida puede a veces eclipsar la puesta en práctica de las mismas.

La verdad es que, sin importar lo que elijas hacer o ser en la vida, para hacerlo bien y a largo plazo, llegará el momento en que todo se volverá aburrido y monótono. Así es a veces la realidad de la vida. Aunque no cabe duda de que sentirás más paz y plenitud si persigues lo que es verdaderamente adecuado para ti, tendrás días malos, periodos de agotamiento, momentos en los que te cuestionarás a ti mismo y te darás cuenta de que a menudo es mucho más excitante y emocionante decidir desarraigarte por completo y empezar de nuevo que simplemente seguir el camino día tras día.

TODO LO QUE SEA VERDADERAMENTE CORRECTO PARA TI TE HARÁ SENTIR EN PAZ

chirim.png 

Todo lo que está destinado a ti lo sentirás como una profunda exhalación, como si volvieras a casa, a un lugar que habías olvidado que existía. A menudo anhelamos y deseamos aquello que nos ayuda a escapar de lo que somos, pero las cosas que realmente están destinadas a nosotros —las que llegan y se quedan— nos dan una sensación de calma constante. No necesitan producirnos un arrebato, sino arraigarnos. Es en el momento donde realmente existe el amor. El momento es el único lugar donde podemos cobrar vida.

Todo lo que es realmente adecuado para ti te hará sentirte a gusto.

Todo lo que es verdaderamente correcto para ti parecerá tan simple, tan obvio, tan cómodo.

Todo lo que es realmente correcto para ti te elegirá tan rápido como tú lo elijas.

Todo lo que es genuinamente bueno para ti ocurrirá de forma serendípica y espontánea: te llegará cuando lo esperes y cuando no, como una sorpresa y como una certeza; y te parecerá un hecho tan obvio de tu vida y, al mismo tiempo, algo completamente nuevo.

A menudo llegamos a creer que aquello que es más adecuado para nosotros es lo que nos produce las mayores emociones, y eso es un error. Lo que es verdaderamente adecuado para nosotros nos produce las emociones más profundas. El amor es una presencia penetrante y constante, no una ráfaga de lujuria al corazón. El destino es una sutil coincidencia que te hace detenerte y decir, «bueno, ¿no es curioso cómo resultó eso?».

Lo que es correcto para nosotros no es una declaración difícil, no es algo que tengamos que forzar o preguntarnos durante mucho tiempo. No es algo que nos haga buscar señales, no requiere que hagamos un sondeo entre nuestros amigos para recabar sus opiniones. No nos deja cuestionando, afligidos, dudando de nosotros mismos. Tampoco nos deja en suspenso. No se siente como si tuviéramos que atraparlo antes de que se vaya, sino que siempre estará esperándonos cuando estemos preparados.

Las cosas que más nos convienen son también las más fáciles de pasar por alto, porque al principio suelen ser sutiles.

Las pequeñas cosas se convierten en grandes con el tiempo, solo tenemos que darles una oportunidad. Solo tenemos que mantener el rumbo. Solo tenemos que darnos cuenta de que la vida atraerá como un imán hacia nosotros lo que está destinado a ser nuestro.

A veces, nuestro único trabajo es no estorbar.

Sé lo difícil que es creer que las cosas correctas te encontrarán en un mundo en el que por lo general no lo hacen. En una vida en la que te has sentido tan profundamente decepcionado y desilusionado, a veces necesitarás toda la fe que puedas reunir para creer que hay, de hecho, un camino mejor.

A veces, no creerás en ello en absoluto.

Y está bien.

Las cosas correctas te encontrarán de la misma manera en que todo lo demás te ha encontrado. Todo lo que ha venido y todo lo que vendrá ha sido traído a la vida por tu presencia y tu participación. Con frecuencia, no tienes que ir a corretear las cosas que son correctas, sino, más bien, hacer el esfuerzo para conseguirlas. No hay que convencerlas para que se queden, sino comprometerse con ellas. No son cosas que descubrimos un día, sino indicios que se nos ofrecen, instancias de oportunidad sobre las que empezamos a construir nuestra vida.

Cuando salimos a buscar nuestras relaciones de alma gemela, a menudo nos desanimamos al encontrar un mar de seres humanos, todos decepcionados y perdidos a su manera. Poco a poco, descubrimos que las personas que más nos convienen no son solo aquellas con las que tenemos una conexión instantánea y eléctrica, sino también aquellas con las que podemos crecer, caminar y evolucionar. Las raíces de las grandes historias de amor se plantan lentamente a lo largo de los años, con cada giro que dan ustedes juntos, con cada lección aprendida. En realidad, el amor que deseas es el que creas con alguien que está tan dispuesto a expandirse contigo como tú con él. De la misma forma, no perdemos el amor cuando nos falta la pasión, lo perdemos cuando nos falta el potencial adicional de crecimiento.

Cuando salimos a buscar el trabajo de nuestros sueños, el propósito de nuestra vida, a menudo nos desanimamos al descubrir que cada camino presenta una montaña de desafíos y, en el proceso, sale a la luz cada uno de nuestros miedos sobre nuestra potencial falta de valía. Creíamos erróneamente que hacer el esfuerzo por lograr nuestros sueños sería algo que nos ayudaría a escapar de ser tan humanos, cuando es, de hecho, la forma en que nos volvemos más humanos. Lo que buscamos no es un camino de vida que sea fácil, sino uno que valga la pena; uno por el que estemos dispuestos a sufrir, a hacer el intento y esforzarnos; uno en el que la dificultad no se convierta en un impedimento, sino en un sutil motivador. Un camino en el que podemos volver a casa al final de la noche, cerrar los ojos y sentirnos tranquilos por haber hecho lo mejor que pudimos por algo que realmente importaba en nuestra vida o en la de otra persona, y eso, en sí mismo, es suficiente.

Cuando nos despertamos cada día y nos preguntamos cómo podríamos diseñar una existencia que honre y revele las capas más profundas de lo que realmente somos, a menudo nos sentimos presionados al darnos cuenta de que, por mucha intención consciente que infundamos en nuestros días, siempre hay variables, siempre el mundo más allá de nosotros mismos arrasa y escapa a nuestro control. Lo que buscamos no es una forma de convencernos de que nuestra burbuja de serenidad es todo lo que existe, sino crear nuestro propio refugio personal como recordatorio constante de que es posible abrirse camino en este mundo, de que es posible volver a casa con uno mismo.

Todo aquello que es verdaderamente adecuado para ti te hará sentirte a gusto, y no porque sea simple o fácil, o perfecto de inmediato. Te hará sentir paz porque sabes que estás destinado a ello, para bien o para mal. Te hará sentir paz porque terminarás cada día sabiendo que diste todo por algo que te importaba. Te hará sentir paz porque rápidamente te darás cuenta de que dentro de todo este enorme universo, tener un alma frente a ti, una tarea que es solo tuya, un cuerpo a través del cual un aliento temporal te sostiene, es un milagro improbable que estás viviendo.

Las cosas que son realmente adecuadas para ti te encontrarán y se quedarán. Te harán crecer, te desafiarán y te cambiarán.

Sobre todo, no existirán en la distancia, en el futuro, en una versión potencial de la realidad.

Es su innegable presencia la que acabará por tranquilizar a tu corazón.

TIENES QUE PRACTICAR EL DEJAR IR

chirim.png 

Casi todos vivimos con la suposición de que, si algo no es adecuado para nosotros, simplemente se alejará con el tiempo. Nos demoramos, nos preguntamos, nos aferramos a lo que está claro que no encaja y esperamos a que el universo haga el trabajo sucio; y nos sentimos desolados una vez que ha terminado.

Pensamos en dejar ir como un último esfuerzo para nuestra propia seguridad y cordura: solo lo haremos si tenemos que hacerlo, solo si nos vemos obligados, solo si el mundo nos demuestra realmente que algo no está destinado a ser.

Hay una manera más fácil.

Dejar ir no es un evento, es una práctica.

Es algo que aprendemos a hacer con las cosas pequeñas, para que cuando lleguen las grandes, sepamos cómo hacerlo.

Tenemos que aprender a dejar ir los pensamientos, los momentos.

Tenemos que aprender a dejar ir a los conocidos, la preocupación por las opiniones de los demás, tantas discusiones y peleas insignificantes en las que podemos elegir no participar. Tenemos que aprender a soltar los objetos que solo sirven como reliquias de un tiempo que ha pasado, la ropa que vestía a la persona que ya no somos. Tenemos que aprender a dejar de lado los sueños que elegimos para la persona que finalmente dejamos atrás, tenemos que aprender a soltar la idea de que otras personas están destinadas a cumplir nuestras expectativas sobre ellas, en lugar de sus propias verdades imprevisibles.

Hemos hecho que el proceso de desprendimiento parezca una hazaña sobrehumana solo alcanzable para los verdaderos iluminados y, así, encontramos muchas maneras de evitarlo. Por ejemplo, lograr tener un cuerpo envidiable como venganza contra un ex para superar la pérdida y demostrar que estaba equivocado. Encontramos muchas maneras de hacer que parezca que lo hemos superado por completo y, sin embargo, permanecemos precisamente donde solíamos estar: viviendo a través de la mirada de lo que imaginamos que otra persona podría ver.

Dejar ir es tan fácil como una exhalación.

Lo haces todo el tiempo.

Hay tantas miles de cosas que has soltado, y solo unas pocas a las que te sigues aferrando.

A veces, soltar es una acción; a veces, es una decisión, y con gran frecuencia, es una cuestión de distracción. Soltamos no cuando creemos que debemos hacerlo, sino cuando nuestra mente pasa a recitar historias diferentes y construir nuevas realidades. Lo superamos no cuando por fin desmontamos adecuadamente las piezas de lo que fue, sino cuando empezamos a pensar más en lo que nos gustaría construir en su lugar.

Es decir, en realidad, no estamos dejando ir.

Solo estamos aceptando lo que ya se fue.

Lo que en realidad estamos liberando es solo una idea.

Una idea que teníamos sobre quiénes éramos, o quién podría ser otra persona. Una idea que teníamos sobre cómo se desarrollaría el futuro y cómo llegaríamos a él. Una idea que teníamos sobre el mundo, y cómo funciona, y si estamos o no a salvo.

Verás, dejar ir, soltar, no es un proceso simple de liberar algo en la nada. Es un proceso de crecimiento profundo. En lugar de lo que ya no sirve, nos vemos obligados a procurar alcanzar lo que finalmente sanará.

ASÍ ENCUENTRAS LA CONFIANZA PARA PERSEGUIR LO QUE REALMENTE AMAS

chirim.png 

Esto es para todas las personas que se encuentran mirando fijamente la perspectiva de sus sueños mientras su pecho se hunde al sentirse abrumados por la duda, por el temor, por el miedo a que este sentimiento sea una señal de que no deben seguir adelante.

Esto es para todas las personas cuyos pensamientos son ecos imaginados de lo que el mundo podría decir, todo lo cual, en última instancia, da vuelta en círculo y regresa al mismo sentimiento.

¿Quién eres tú para hacer esto?

Tal vez seas joven y estés aprendiendo. Tal vez no seas tan joven y tengas una carrera consolidada que es una apuesta segura para una jubilación rápida y fácil. Tal vez estés cambiando de campo de manera radical. Tal vez estás intentando algo completamente nuevo. Tal vez por fin empiezas a animarte a compartir lo que has estado creando y soñando desde que lo hacías a solas en el dormitorio de tu infancia.

No importa en qué punto de tu viaje te encuentren estas palabras; son para ti si hay algo en lo más profundo de tu ser que te llama a tu futuro, y una duda abrumadora que intenta mantenerte estancado justo donde estás.

Tienes que mirar a tu alrededor.

No a los grandes, ni a tus ídolos.

Compararte con ellos solo te hará sentirte pequeño y que no mereces. En lugar de medirte con ese estándar, considera sus éxitos como una prueba de lo que es posible, y luego mira a tu alrededor: observa a tus compañeros. Observa lo que hacen los que te rodean. Observa cuántos artistas están creando y construyendo negocios nacidos de su pasión. Observa cuántos escritores están creando poemas, cuántos entrenadores están dirigiendo a sus clientes, cuántas clases se venden, cómo se mueve la educación, cómo se compra y se exhibe el arte.

El mundo en el que vivimos hoy en día posibilita situaciones que eran completamente imposibles hace unos años.

Las personas quieren apoyarte.

Quieren aprender de ti.

Quieren crecer contigo.

Tú formas parte de este ecosistema; ya concuerdas con él.

Si observas a los que están a tu lado durante el tiempo suficiente, te darás cuenta de que los que están arraigados con firmeza en la vida de su anhelo más profundo no son necesariamente los más dotados, los más escandalosamente talentosos ni los más perfectos en su oficio. Lo que sí es que están unos pasos por delante de ti, porque han estado presentes de forma constante durante el tiempo que tú pasaste preguntándote si debías hacerlo.

Cuando somos demasiado buenos en algo, nuestra práctica suele derivar en manía y locura. Nos consumimos con eso. Nuestro sentido de la importancia eclipsa el trabajo en sí, y nos paralizamos.

No tienes que ser así.

No tiene que verse de esta manera.

¿Esos ídolos bajo cuya sombra estás tú? Tenían trabajos diurnos.

Las personas que vivieron una vida larga y plena persiguiendo lo que realmente amaban no siempre obtuvieron sus ingresos de ello, ni mucho dinero de ello siquiera. Otros sí, y todavía lo hacen. En cualquier caso, no necesitas medir tu valía como artista, creador, emprendedor o aspirante por el grado en que tu compromiso eclipse todo lo demás.

Estar presente es lo que hace que tu trabajo valga la pena.

Estar presente es lo que crea tu valía personal.

Estar presente y permitir es lo que hace tu mejor producto.

No se trata de hacer comparaciones sobre experiencia, tampoco se trata de la complejidad o el realismo, ni de quién recibe la mejor oferta y la más veloz. No se trata de quién tiene éxito más pronto, ni de quién tiene la actitud más franca al respecto. No se trata de las pocas personas que pueden crear absolutas obras maestras de su trabajo y su vida, sino de las muchas que están dispuestas a estar presentes y hacer lo mejor que pueden —crear lo que les inspira y los hace sentir y pensar— quienes demuestran que, con frecuencia, lo que queremos compartir y consumir tiene más relación con lo que resuena a escala humana que con lo que es tan impresionante que se vuelve cautivador.

Las obras de arte que hay en las paredes de los museos son, sin duda, extraordinarias, pero no suelen estar en las paredes de las casas, y no es por el precio, ya que cualquiera puede conseguir una impresión o una copia.

Lo que hay en las paredes de las casas son mensajes que nos dicen algo. Eso es lo que hay en las estanterías de las personas, lo que hay en su lista de libros por leer, lo que comparten con sus seres queridos. Eso es lo que deciden comprar, es con lo que eligen entretenerse.

No tienes que ser un buen artista para que valga la pena que hagas lo que amas.

No tienes que ser un autor de bestsellers, no tienes que salir en la televisión, no tienes que ser un nombre conocido, no tienes que escribir la próxima novela que se estudie en las aulas de todo el país. No tienes que ser el más impresionante, elusivo, intocable.

No necesitas tener una gran audiencia.

No necesitas que mucha gente crea en tu capacidad.

Todo lo que necesitas es la voluntad de crear algo que sea auténtico, verdadero y conmovedor para ti, algo que te saque de tu experiencia humana y te lleve a otra, que dé sentido al pasado, que aclare tu percepción del futuro, que te haga experimentar las mismas emociones que cuando te enamoraste por primera vez o cuando aprendiste a soltar o te sentiste completamente asombrado, inspirado o en paz.

Eso es lo que debe llegar a manos de nuestros semejantes.

Si buscas recibir el permiso para hacer lo que te gusta, si buscas la confianza para pasar tus días haciendo lo que te gusta, lo que realmente te preguntas es si eres lo suficientemente bueno como para merecer el tiempo de la gente.

Pues debes saber esto.

La gente quiere escuchar historias que suenen como las suyas.

Quieren leer una obra en la que reconozcan su situación.

Quieren coleccionar y consumir lo que les hace sentirse comprendidos.

Quieren ver fuera de ellos un pedacito de lo que llevan dentro, y la única manera de crearlo para otras personas es sacar un fragmento de tu alma y ponerlo en el papel.

Eso es todo.

Es fácil comprar la idea de aquello que se nos expuso como «bueno» al crecer y en la escuela es la totalidad de lo que es la bondad. Ese «bien» suele definirse con una medida muy específica (y arcaica). También es elegido por aquellos que probablemente tienen un motivo oculto.

No es exhaustivo.

No es representativo.

Por lo general, no le habla a la gente de la forma en que podría haberlo hecho hace cien años.

El arte que necesitamos hoy es diferente porque ya no necesitamos crear para demostrar algo sobre nuestro talento. En cambio, podemos crear para compartir energía. Podemos crear para expresar nuestra experiencia. Podemos crear para que la gente se sienta escuchada y comprendida.

Podemos crear para sanarnos a nosotros mismos y extender esa sanación hacia el exterior.

Si estás buscando una señal o algo que te convenza de que eres suficientemente valioso para tu propio destino, tendrás que empezar por lo primero que te da valentía, que es sentir tu vida desde adentro en lugar de percibirla desde afuera.

Tendrás que empezar a deconstruir la forma en que has vivido antes de este momento, porque si eres como la mayoría de la gente, la mayor parte de lo que haces, eliges y crees que es tu propia visión, en realidad es una copia de la de otra persona, un medio para un fin; y el fin es siempre una conexión.

Tendrás que decidir que vivir de acuerdo con tu verdad más íntima es tu máxima prioridad, por la que se puede arriesgar cualquier cosa y por la que todo debe arriesgarse. Tendrás que decidir hasta qué punto estás dispuesto a encontrarte con tu alma en la cima del monte, hasta dónde subirás, cuánto te importará y cuán profundamente te comprometerás con el trabajo, porque esto es trabajo.

Tendrás que decir adiós a las certezas.

Como los planes quinquenales, los sueldos regulares, las explicaciones fáciles sobre lo que haces.

Es decir, aquello que hace que la gente se sienta menos atemorizada, pero no más viva.

Tendrás que elaborar un boceto imaginando cómo podrías ver tu vida transformarse. Tendrás que ser ambicioso, porque si vas a hacerlo, tienes que llegar hasta el final. Mientras haces esto, tendrás que eliminar las partes de esa visión que estén supeditadas a intentar demostrar tu valía a quien pudiera desear trabajar contigo. Tu valía es tuya para compartir, y para que el mundo vea; no más juegos mentales contigo mismo.

Tendrás que convertirte en un estudiante perpetuo.

Tendrás que aprender sobre negocios, incluso si eres un artista.

Tendrás que aprender sobre el arte, incluso si eres propietario de una empresa.

Tendrás que determinar dónde crear tu plataforma, cómo tejer tu comunidad, dónde será más impactante tu presencia y cómo. Tendrás que averiguar el ecosistema que se convertirá en tu vida, las formas en que crearás y compartirás y luego permitirás que tu trabajo se expanda hacia afuera y hacia infinitamente más.

Tendrás que empezar donde estás. Tendrás que ser humilde.

Tendrás que dejar de llamar a la puerta y construir tu propio pasillo.

Tendrás que probar e intentar cambiar las cosas.

Tu primera aproximación no será la última.

Tendrás que estar dispuesto a lanzar espagueti a la pared más veces de las que crees que deberías hacerlo. Tendrás que estar dispuesto a retirarte no porque algo no funcione, sino porque otra cosa podría funcionar mejor.

Tendrás que reinventar tu imagen personal.

Tendrás que convertirte en el tipo de persona que se gana la vida haciendo lo que le gusta, no en un aficionado que intenta ver si puede salir adelante.

Tendrás que dejar de pedir permiso.

Tendrás que dejar de pensar que la perspectiva de una persona sobre ti es la suma de lo que eres.

Tendrás que estar presente una y otra, y otra vez.

Tendrás que crear, una y otra, y otra vez.

Entonces tendrás que observar lo que llega y lo que queda.

Estar atento a lo que funciona.

Esperar lo que no supone ningún esfuerzo.

Sigue adelante hasta que llegues a un punto en el que el mínimo esfuerzo te proporcione una gran recompensa, y entonces sigue adelante.

Continúa.

Vas a tener que tomar acciones que otras personas no están dispuestas a tomar.

Vas a tener que dejar de tener miedo a las fluctuaciones de ingresos o a las deudas de las tarjetas de crédito o a las críticas negativas o a parecer tonto o a quedarte tranquilo y fingir que no te importa.

Va a tener que importarte.

Vas a tener que creer en tu visión hasta que alguien más lo haga.

Primero tendrás que sostener una antorcha para ti.

Tendrás que aprender que no encontramos espontáneamente, un día, el valor para ir tras lo que amamos. Sentimos un impulso, una corazonada, un pequeño deseo de dar un paso en la dirección de nuestros sueños. Entonces seguimos adelante, incluso ante la duda y la especulación. Entonces emprendemos, con un corazón salvaje y abierto, con total abandono, con un compromiso total.

La confianza que buscas no llegará sino hasta que empieces.

No vendrá de la gimnasia mental, las comparaciones o las ilusiones sobre tu importancia.

Vendrá de la simple virtud de ser alguien que está dispuesto a arriesgarlo todo para vivir una vida que sienta más verdadera, para crear algo que le importe, y tener la esperanza de que a alguien más le importe también.

Eso es todo.

Esa es la historia de todos nosotros; de absolutamente todos.

No necesitas encontrar la confianza para perseguir lo que realmente amas.

Solo tienes que estar dispuesto a empezar.

Entonces también tendrás que estar dispuesto a detenerte.

Corregir en exceso es lo contrario de la creatividad.

Trabajar en exceso no es una aspiración, es un mecanismo de escape.

Lo que nadie te dice es que entre la pasión y la obsesión hay una línea muy fina. Cada día te encontrarás en una línea muy fina.

Lo que nadie te dice es que hacer lo que te gusta aumenta tu sensibilidad hacia tu trabajo, de modo que siempre estás un poco en la negación. La desaprobación duele de cierta manera que contrae el alma, porque te importa, aunque te cueste admitir que te importa. Te importa porque esto es más que un trabajo. Te importa porque es algo más que un medio para conseguir un fin.

Estas son tus piezas más vulnerables. Esto es lo que eres.

Lo que nadie te dice es que hacer lo que amas casi siempre significa hacer muchas otras cosas para pagar las facturas, de modo que puedas hacer espacio y recuperar tiempo para crear libremente y con abandono, y en perfecta alineación con lo que quieres llegar a ser.

Lo que nadie te dice sobre hacer lo que te gusta es que la falta de certeza frena a más gente de lo que el talento (o la falta de él) podría.

Lo que nadie te dice es que la constancia supera al talento.

Lo que nadie te dice es que cuando combinas las dos cosas —hacer lo que te sale sin esfuerzo tan a menudo como puedas— llegas a tu mejor momento.

Lo que nadie te dice es que la seguridad es una ilusión, una que la mayoría de la gente cree. No hay trabajos, caminos ni opciones seguras, y si los hubiera, perseguir tus sueños y tener múltiples formas de ingreso sería probablemente «más seguro» de todos modos. Esa parte no te la enseñan en la escuela.

Lo que nadie te dice sobre hacer lo que amas es que debes aprender de dónde sacar tu creatividad, porque donde la mayoría de la gente empieza es en su dolor más profundo, y donde terminan es en el agotamiento.

Lo que nadie te dice es que tendrás que fortalecer tu músculo creativo hasta el punto en que puedas trabajar, pero permaneciendo relativamente desapegado.

Lo que nadie te dice es que lo que duele es el apego. Es la expectativa de lo que debería ser o lo que sería y para qué fecha.

Porque a pesar de todas las incógnitas, de toda la vulnerabilidad, de todos los días que pasas mirando el camino sin saber lo que puede pasar, lo que nadie te dice es que vale la pena.

Cada pequeña parte.

Merece la pena cambiar una ilusión de seguridad por la realidad de vivir como quieres, recuperar al menos algunas partes de tu vida, al menos decidirte a hacerlo, al menos solo intentarlo.

Intentarlo es más de lo que la mayoría de la gente está dispuesta a hacer de todos modos.

Nadie sabe qué sigue.

Lo que nadie te dice es que ganar dinero con lo que amas no es venderse, es dejar que tu alma te apoye y te alimente, es aceptar que todos necesitamos ingresos para vivir y, si podemos hacerlo por medio de nuestra pasión, es genial.

Lo que nadie te dice es que, aunque te salgas de la norma, no eres del todo un caso atípico. Hay más personas de las que imaginas que siguen caminos similares. No estás solo. Nunca lo has estado. No eres un unicornio. En lugar de dejar que tu ego se sienta herido por esto, abrázalo. Conéctate con otros que van por el mismo camino.

Lo que nadie te dice es que lo más difícil será averiguar cómo estructurar tus días ahora que todo depende de ti.

Esto requiere disciplina.

Requiere visión.

Requiere compromiso.

Requiere imponerse a uno mismo mucha estructura.

Al principio es difícil. Luego, con el tiempo, se vuelve más liberador.

Lo que nadie te dice es que esta no es la salida fácil. Esto no es necesariamente la forma de optar por una vida sin dificultades. Es simplemente hacer algo que haga que las dificultades valgan la pena.

LEE ESTO SI ESTÁS A PUNTO DE LOGRAR ALGO, PERO TEMES DAR EL SALTO

chirim.png 

Existe un camino que conduce a todo lo que sabes que te está esperando, aunque ahora mismo no sepas qué es.

A veces, los caminos que planificamos con demasiada atención, de alguna manera, acaban limitándonos. Existen posibilidades disponibles para tu yo futuro que tu yo actual no podría considerar siquiera.

Todo lo que tu mente puede extraer es lo que conoce y si estás tratando de construir una vida fuera de eso, entonces tendrás que abrirte no solo a la posibilidad de que hay un camino que te lleve, sino que también es posible que el destino sea un lugar todavía mejor de lo que pensabas.

A veces, no lo sabemos porque no podemos saberlo. El solo hecho de que lo supiéramos interrumpiría el tiempo de lo que se está desenvolviendo. El solo hecho de saberlo nos impediría aprender las lecciones que hoy están aquí para nosotros.

¿Y esas lecciones? No son una deuda que tenemos que pagar o un purgatorio en el que estamos atrapados, son los bloques de construcción del carácter de la persona que se está abriendo a este siguiente nivel de su existencia. Lo que está aquí para ti ahora mismo contiene la sabiduría y el crecimiento necesarios para desbloquear la siguiente fase.

Espero que en lugar de preguntarte y preocuparte por cómo vas a avanzar, puedas simplemente recordar todas las otras veces en que temiste que nunca lo harías… pero que sí lo hiciste. Puedes recordar que nunca habrías imaginado exactamente lo que te llevó a la mayoría de las cosas buenas de tu vida, y espero que eso te inspire a mantener tu corazón abierto al asombro, al misterio, a lo infinitamente desconocido a través de lo cual surgirá todo lo bello e importante.

 

Espero que rompas sonoramente, que falles y te acerques hacia lo que importa, que te permitas conocer el amor profundo, aunque eso signifique que puedas perderlo.

No hay mérito alguno en contenerse, nada se gana sino una vida a medio vivir. Si no puedes decir nada más de ti, di que tuviste valor. Di que al menos lo intentaste. Incluso si nunca llegas, permite que tu legado sea el de la tenacidad, uno en el que no permitiste que el miedo te impidiera hacer aquello por lo que habías nacido o tener la vida que debías vivir.

Si lo echas a perder, lo echas a perder. Si se te rompe el corazón en mil pedazos, se te rompe el corazón. Si dices lo que no debes, dices lo que no debes.

Por favor, no permitas que pase ni un momento más de tu breve y hermosa vida en el que te quedes paralizado por el miedo a no hacerlo todo a la perfección, un miedo que te ha llevado a resistirte a hacer cualquier cosa que tenga sentido.

La verdad es que las mismas personas que temen tan profundamente a eso son a menudo las mismas que tienen más que ofrecer, las que tienen los corazones más honestos y las mentes más dispuestas.

No hemos venido aquí para llegar a la muerte intactos y sin habernos conmovido nunca, precisamente como estábamos al principio.

El mundo necesita más gente como tú que se muestre valiente.

Aunque nunca llegaras al otro lado, ¿estarás bien si te pasas toda la vida sabiendo que no lo intentaste siquiera?

Tal vez lo más amable que podrías hacer por ti en este momento es ser honesto contigo mismo.

Confía en ti.

Debes saber que tus sentimientos son válidos y que es posible que estén tratando de llevarte a un lugar en el que nunca has estado.

Tal vez lo más amable que puedas hacer por ti mismo sea ser tu yo entero, aún cuando temas no ser aceptado. Tal vez lo más amable que puedas hacer es estar tan abierto a tu propia alma como puedas, aunque no todo el mundo te entienda.

Tal vez lo más amable que podrías hacer por ti mismo es dejar de suavizar cada sentimiento que te aleja del camino cómodo, sabiendo que tal vez este impulso viene de alguna parte y tal vez tiene un propósito mayor.

Posiblemente le des a otra persona el permiso para ser, de forma honesta, quien es. Tal vez seas la prueba viviente de que es posible hacer más. Podría ser que te conviertas en el tipo de guía para otros que tú mismo nunca tuviste.

Y tal vez, al final, lo más amable que podrías hacer por ti mismo es saber que no hay nada que nos retenga más que las palabras importantes que quedaron sin decirse, los instintos profundos que no se sintieron, los llamados que no fueron respondidos.

Tu vida te busca, y tal vez lo más amable que puedes hacer es buscarla de regreso.

Con el paso del tiempo, empezarás a ver la magia del proceso. Empezarás a entender por qué las cosas tenían que suceder precisamente de la manera en que lo hicieron. Te darás cuenta de que si no hubieras tenido las experiencias exactas que tuviste tal y como las tuviste, te habrías perdido algunas lecciones esenciales, herramientas y piezas de sabiduría que te convirtieron en la persona que eres hoy, la persona que seguirá caminando hacia adelante.

Cuando miras al pasado, puedes ver el propósito en la forma en que se desarrolló todo, y estoy aquí para decirte que un día también lo verás en lo que está sucediendo ahora. Solo tienes que seguir adelante. Un día vas a mirar hacia atrás a este tiempo y te darás cuenta de que siempre estuviste justo donde debías estar.

16 FORMAS EN QUE LAS PERSONAS EMOCIONALMENTE INTELIGENTES INTERPRETAN LAS EMOCIONES NEGATIVAS DE DIFERENTE MANERA

chirim.png 

En el corazón del malestar está el potencial de una gran sabiduría. Cada vez que sentimos celos, o estamos enfadados, arrepentidos, resentidos, nos odiamos a nosotros mismos, nos juzgamos, cerramos nuestra mente y perdemos la esperanza, también se nos brinda la oportunidad de transformar nuestra mentalidad y cambiar nuestra vida.

Estas emociones no son castigos, son señales de los cambios que deben producirse para apoyar la vida que deseamos crear. He aquí 16 de las más importantes.

«Lo que envidio en los demás me está mostrando lo que deseo para mí».

La envidia es una emoción reveladora. Se enmascara como ira o frustración cuando en realidad es un deseo enterrado a gran profundidad.

Lo que envidiamos en los demás es en realidad una señal para que tengamos más claro lo que queremos crear para nosotros mismos. En realidad, no estamos tratando de decir que no lo merecen, sino más bien que quiero sentir que yo también me lo merezco. Los celos revelan nuestra autosupresión.

Cuando ves que otra persona se da permiso activamente (o sin esfuerzo aparente) de dedicarse a algo, tu respuesta es proyectar en ellos que tú te sientes inadecuado. Si tú no puedes hacerlo, ¿por qué deberían hacerlo ellos?

En lugar de permitir que la envidia te convierta en la versión más mezquina de ti mismo, puedes entender que dentro de aquello que envidias hay una verdad que te revela la meta para la cual deberías estar trabajando, y no lo que debes criticar porque otra persona lo tenga.

«Mis sentimientos son mensajeros, pero no tengo que actuar a raíz de cada uno de ellos».

Lo curioso de los sentimientos es que en nuestra búsqueda por validarlos (que es la única forma de liberarlos) a menudo puede parecer que los hacemos más reales.

No todo lo que sentimos refleja la realidad ni cómo son las cosas. Probablemente hayas tenido la experiencia de pensar que alguien era «el amor de tu vida» cuando no lo era, o que no eras lo suficientemente bueno cuando en realidad lo eras, y así podríamos seguir.

En lugar de responder a nuestras emociones de forma impulsiva, podemos observarlas y luego cuestionarlas. ¿Es esto útil? ¿Es sincero? ¿Procede de una perspectiva clara o de una herida persistente del pasado?

Rastrea su origen y extrae la lección que te está esperando. Sabrás que lo has hecho con éxito cuando emerjas con una nueva narrativa interior más sabia, más precisa y que te haga sentir tranquilo.

«Lo que me gustaría haber hecho ayer me está mostrando lo que tengo que hacer hoy».

Te contaré un pequeño y sucio secreto: hay miles de cosas de las que te arrepientes de tu pasado y de las que no eres consciente. La razón por la que permanecen en los recovecos de tu mente es que, en última instancia, no son útiles para tu presente ni para tu futuro.

Las situaciones de las que te arrepientes activa y persistentemente te indican, no lo que desearías haber hecho en el pasado, sino lo que quieres y necesitas crear en el futuro.

En lugar de pensar en todo lo que desearías haber hecho, concibe otra forma de vivir esa experiencia ahora o en los próximos años. Nunca hay solo una oportunidad de hacer algo importante en la vida.

Solo hay una oportunidad de hacerlo de esa manera específica, pero en última instancia, es probable que haya docenas de caminos hacia tu destino: únicamente tienes que elegir no detener el viaje solo porque uno era un callejón sin salida.

«Es posible que yo me vea de modo más negativo que nadie».

Ni tus peores críticos te juzgan tanto como tú mismo. Ellos siguen viendo una película increíble mientras tú repasas todas las secuencias del detrás de cámaras.

Nadie más tiene acceso a todos los conocimientos que tú tienes sobre ti mismo, así que es imposible que te perciban tan negativamente como tú te ves a ti mismo. Además, la mayoría de la gente piensa en los demás de forma positiva, o al menos neutra, hasta que se les da una razón para no hacerlo. Esto significa que la mayoría de la gente piensa en ti bastante bien, de forma indiferente, o no piensa en absoluto.

Todas esas autocríticas intensas e implacables son solo eso: autocríticas. Nadie está sentado pensando en ese acto vergonzoso que hiciste hace cinco años, ni evaluando cuánto progresas o no progresas en la vida. Están sentados pensando en sí mismos.

«Lo más probable es que los demás piensen que lo estoy haciendo mejor de lo que yo creo».

Del mismo modo, es mucho más probable que otras personas valoren tus logros y atributos mientras que tú estés más centrado en tus defectos y fracasos.

Esto debería ayudar para que te des cuenta de que no le tienes que demostrar nada a nadie; el éxito es algo evidente.

Cuando te acercas a otras personas imaginando que al menos tienen una visión relativamente positiva de ti, cambia tu forma de actuar con ellas. En lugar de actuar a la defensiva, puedes conectar, sabiendo que probablemente ya piensan que eres una persona valiosa (porque lo eres).

«Si solo logro una cosa hoy, es suficiente».

No deseas ser productivo de forma constante porque el mundo te dice que lo seas, deseas ser productivo de modo constante porque tienes miedo a la carencia. Tienes miedo de fracasar, temes la inestabilidad, temes quedarte atrás.

Si bien es cierto que el mundo ha inculcado una cultura (y una estructura social) que hace que estos temores sean más comunes, es importante que redirijamos la culpa y volvamos a colocar la responsabilidad en nosotros mismos.

Si nunca nos enfrentamos a nuestros aterradores sentimientos de duda, nos forzaremos a trabajar en exceso (y a sobrecompensar) hasta morir.

Podemos cambiar la narrativa enfocando la productividad de una manera más realista. Algunos días, lo harás todo. Otros días, necesitas descansar. Algunos días, el simple hecho de tachar una tarea de la lista es motivo suficiente para sentirse orgulloso de uno mismo.

En lugar de intentar sentir menos culpa como forma de rebelión contra un mundo que crees que te persigue, considéralo como una recalibración de tu mentalidad hacia algo más racional. Pequeños pasos, dados casi a diario, te acercan a la estabilidad y el éxito.

No es necesario hacerlo todo para estar a salvo.

«Tengo permiso de expresar y procesar emociones profundas».

Hay días en los que la vida te deja fuera del juego. El problema es que, en lugar de acoger las fuertes olas de emoción, nos resistimos a ellas y acabamos con una acumulación intensa que nos hace estar constantemente tensos y al límite.

La forma de remediarlo es cambiando la forma de enfocar nuestros sentimientos en el momento presente. Hacer esto no significa que te estés quedando atrás. No significa que seas un ser inferior, o que estés retrocediendo y tampoco que te estés autosaboteando. Solo significa que estás procesando, y eso es algo bueno.

Cuando no nos permitimos tener estos momentos tan vulnerables y humanos, nos convertimos en un robot hipersensible que constantemente intenta controlar nuestra vida y las de quienes nos rodean por miedo a que cualquier desencadenante pueda desatar la avalancha.

Podemos asimilar mejor nuestra salud emocional si nos permitimos dejarnos caer, llorar, desahogarnos y aceptar las mareas bajas cuando llegan, sabiendo que siempre saldrá el sol.

«Tengo derecho a tener mi propia idea de mí mismo».

Tienes permiso de inventar una imagen de ti mismo separada de las piezas que has juntado a partir de lo que otras personas te han dicho sobre ti. Así creas tu autoestima cuando eres niño, pero como adulto, tienes que superarla.

En lugar de aceptar simplemente que eres la suma de cómo te ven los demás, eres libre de crear una percepción de ti mismo que se aproxime más a tu experiencia honesta de tu persona. Una autoimagen verdaderamente sana incluye tanto lo bueno como lo malo (al igual que todas las personas) y se construye al margen de la forma en que imaginas que te ven los demás.

«Puedo definir cómo será el éxito en mi propia vida».

Construyes tu concepto de éxito recogiendo las microseñales de la gente que te rodea, y lo que les has oído decir que es y no es aceptable en la vida. Construyes tu idea del éxito en torno a la visión final de lo que te haría más querido.

Así es hasta que te das cuenta de que es un esfuerzo infructuoso. Al final, llegas a la cima de esa montaña en particular únicamente para descubrir que cumpliste la visión de otra persona mientras tú mismo te sientes vacío por dentro. Aquella cima no es un lugar para estar y, sin embargo, es un lugar al que todos debemos llegar antes de saber cómo redirigirnos.

Puedes definir el éxito en tus propios términos. Puedes decir lo que es o no es suficiente para tu vida.

Una forma de ayudarte a ti mismo a hacer esto más fácilmente es dejar de decidir lo que es o no es el éxito para otra persona y desearle lo mejor en su propio viaje, con la conciencia de que una gran vida se ve diferente para cada uno de nosotros.

«Mi propósito puede no ser mi trabajo, y no tiene por qué serlo».

Tu trabajo paga las facturas. Tu propósito da sentido a tu vida. Ninguna persona tiene un único propósito. Nuestro propósito puede cambiar día a día, hora a hora. Nuestro propósito puede encontrarse en una relación o en nuestra presencia, o en un trabajo que hacemos durante un tiempo, y en otro que hacemos después.

Nuestro propósito es simplemente estar vivos.

Todo lo demás es igualmente importante, pero si te quedas demasiado absorto en la idea de que tienes que encontrar tu propósito divino dentro de una profesión, te limitas seriamente a ti mismo y limitas tu comprensión del significado verdadero y omnipresente. Además, vinculas tu valor a algo temporal, cuando tu propósito es una expresión infinita de tu propia naturaleza.

En lugar de intentar averiguar qué se supone que debes hacer el resto de tu existencia, averigua cuál es el siguiente paso correcto en tu vida, porque probablemente ese sea el camino a seguir.

«A nadie se le exige que esté a la altura de lo que yo espero de él o ella».

El resentimiento suele surgir de las expectativas insatisfechas (e injustas). A nadie se le exige que esté a la altura de nuestras ideas sobre lo que creemos que debe o no debe ser o lo que debe o no debe hacer, del mismo modo que nosotros no estamos obligados a estar a la altura de las ideas que tienen sobre nosotros.

Aquí es donde entran en juego los límites. Aunque no podemos controlar en qué se convierte una persona, sí podemos controlar nuestras interacciones con ella, y debemos hacerlo. Porque cuando asumimos que todo el mundo está obligado a ser lo que nosotros pensamos que debería ser, les imponemos limitaciones y, en última instancia, solo conseguimos sentirnos frustrados y resentidos.

Podemos acoger a las personas por lo que son en este momento o decidir limitar su presencia en nuestra vida.

«Es seguro dejar ir las experiencias pasadas una vez que he extraído la lección de ellas».

No tienes que seguir sobrepensando, No tienes que seguir repasando los detalles de viejas experiencias. No tienes que seguir preocupándote de que te vuelvan a tomar desprevenido.

Cuando no podemos dejar atrás el pasado, a menudo es porque no nos sentimos seguros para hacerlo. Sin la hipervigilancia, asumimos que la amenaza estará libre para aparecer y sorprendernos de nuevo.

Las experiencias que no podemos soltar a menudo guardan aún en su interior una lección que todavía no ha sido extraída. Una vez que hemos aprendido del error y llevamos esa sabiduría con nosotros cada día, somos libres para soltar finalmente aquello que nos la trajo. Cuando no hemos aprendido la lección, no nos sentimos seguros para liberar al maestro.

«Ahora mismo, mi misión es sacar lo mejor de lo que tengo adelante».

En lugar de pensar constantemente en dónde deberías o no deberías estar, o en quién tiene o no más o menos que tú, o en cómo te comparas con tus amigos o familiares o con tu yo del pasado, puedes pensar en la única tarea que cualquiera de nosotros tiene en realidad, que es simplemente sacar lo mejor de lo que tenemos adelante. Eso es todo.

Aprovecha al máximo este día. Aprovecha las oportunidades que tienes. Saca lo mejor de tus relaciones actuales. Saca lo mejor de ti mismo, aquí y ahora.

«El mejor» no significa «el más perfecto». Solo significa que, en lugar de dejar que la vida te suceda pasivamente, te presentas a cada momento y trabajas con lo que tienes, en lugar de quejarte de lo que no tienes.

«Mis juicios más persistentes sobre otras personas suelen ser el reflejo de un bloqueo en mi interior».

Lo que no te gusta de otras personas puede revelar mucho sobre tu propia psique.

Sin embargo, lo más importante es que tus problemas relacionales constantes suelen apuntar a bloqueos emocionales dentro de ti mismo, los cuales te impiden tener la vida que estás pidiendo, y por eso están en tu atención consciente.

Si no reconoces el progreso de otra persona, no puedes reconocer el tuyo. Si menosprecias el éxito de otra persona, resistes el propio. Si resumes a alguien por sus peores rasgos, te resumes a ti mismo por los tuyos.

Y lo que casi siempre descubrirás es que los momentos en los que te sientes más obligado a juzgar y apartar a otras personas de tu vida son los mismos en los que te sientes bastante pequeño.

En lugar de proyectar, busca una sabiduría más profunda. Sana tu relación contigo mismo, y el resto se acomodará.

«No necesito sentirme culpable por lo que no puedo controlar».

No tiene sentido aferrarse a lo que ya no puedes cambiar. No tienes que sentirte culpable porque sí. Sentirte culpable no te hace mejor persona, sino que te convierte en una persona amargada, lo que inevitablemente se traduce en un comportamiento mucho menos que admirable.

En lugar de tratar de intimidarte a ti mismo para mejorar tu carácter, busca una comprensión más profunda de por qué actuaste como lo hiciste, y qué puntos ciegos te llevaron allí.

Comprender la raíz del comportamiento de forma más completa no solo asegurará que cambies tus acciones en el futuro, sino que te dará una mayor sensación de paz porque estás confiando en tu sabiduría, no en tus impulsos.

«Soy más poderoso de lo que creo».

Cuando te das cuenta de que tus palabras, tus acciones y tus creencias tienen un profundo impacto no solo en tu realidad, sino en la de quienes te rodean, empiezas a tomarte mucho más en serio.

Empiezas a darte cuenta de que sí tienes el poder de cambiar tu vida, de crear lo que deseas, de experimentar otra realidad.

En lugar de intentar mover lo inamovible o cambiar lo incambiable, reconoce que puedes controlar una serie de cosas que están justo adelante de ti, y entonces, con el tiempo, serás capaz de cambiar más y más.

«Mi más alto potencial de vida futura ya existe».

Cuando cierres los ojos e imagines tu futuro yo o tu futura vida, esa que se siente tan bien, tan correcta, tan estimulante y tan esperanzadora, lo que tienes que saber es que ya existe.

Esa persona eres tú. Esa vida es la tuya.

El viaje consiste en salvar la distancia entre la visualización y la realidad. Ese viaje incluye la liberación de apegos, el cambio de comportamientos, la modificación de tu sistema de creencias y la lenta toma de medidas cada día hasta que llegues al otro lado.

Estás destinado a lo que más deseas.

Las verdades que te atraen profundamente lo hacen por una razón.

Te estás acercando a la vida que siempre estuvo destinada a ser tuya, pero el primer paso para promulgarla completamente es saber que ya está ahí.

Es tuya para que la tomes.