El espejo de cuerpo entero del vestíbulo, destinado a proporcionar sensación de luz y espacio en la estrecha entrada, está desgastado por el tiempo; la suciedad corrosiva se acumula sobre el brillo plateado como una costra. Aun así, a los inquilinos con alquiler regulado les vale: profesores, funcionarios de nivel bajo, el dueño de una panadería y un puñado de jubilados que simplemente se sienten agradecidos de que el ascensor funcione la mayoría del tiempo. Pueden detenerse para revisarse antes de salir, echarse un último vistazo para asegurarse de que el dobladillo de la falda no se haya quedado enganchado en las medias, de que las braguetas estén subidas, de no tener restos de pasta de dientes en la barbilla, de tener el pelo bien y de que no llevan papel higiénico enganchado a los zapatos antes de salir a la calle para que sus conciudadanos los juzguen.

Al final del día también es útil. Cuando los residentes se sacuden el frío de las calles ventosas, se aflojan el abrigo y vacían sus buzones, el viejo espejo les permite captar un primer vistazo de los estragos que ha causado la jornada.

La mujer que acaba de entrar lo mira con aire reflexivo. Esto es lo que le muestra el espejo: treinta y tantos, cabello negro en corte bob, unas gafas grandes que volvieron a ponerse de moda el año pasado, pantalones largos y anchos, zapatillas y, bajo el abrigo de finales de primavera de la temporada pasada, una blusa negra bien planchada con estampado floral. Tiene aspecto de lo que es: una bibliotecaria. O, al menos, la idea que uno tendría en mente de una bibliotecaria. Un ratón de biblioteca por la ropa discreta, pero alguien a quien no le importan los detalles: un gran colgante, pendientes tintineantes y un anillo en el dedo meñique. Podría ir de camino a una venta de dulces organizada por la iglesia o a un evento de la oposición. Es imposible de decir.

Abre el buzón, saca un puñado de sobres y cierra la puerta hasta que oye el crujido de la cerradura. En ese momento, ve que la etiqueta del buzón está ligeramente torcida, así que la recoloca.

K. Day

Piso 10

La K es importante. No su nombre completo, Kaitlyn. Una única inicial para identificarla, truco de mujer soltera número 273. Viene justo después de caminar con las llaves en la mano a modo de arma. Si escribes Kaitlyn Day en el buzón o en el directorio, te buscarás problemas: cualquier rarito que pase por delante sabrá que hay una mujer soltera en el edificio y podría empezar a merodear por ahí solo para ver si necesita que la salven, que se burlen de ella, que la sigan, que se acuesten con ella o que la maten.

Clasifica el correo sobre la papelera. Basura. Basura. Basura. Factura. Basura. Factura. Y entonces… Dios mío. Está ahí. Está ahí de verdad.

En el sobre viene impreso el logo del Departamento de Seguridad Nacional. Hay hasta un maldito sello en el dorso; Kaitlyn creía que esas cosas se habían acabado con los Tudor. Sin embargo, en el interior se encuentra un papel gubernamental de mierda, cuando se esperaba algo de la calidad de una invitación de boda. No obstante, sí que se trata de una invitación.

«Prueba beta de De Cero» pone en la parte superior de la única hoja que contiene el sobre. Esa parte está en negrita y subrayada.

Querida señora Day:

¡Enhorabuena! Ha sido seleccionada como una de las diez participantes de la prueba beta de De Cero de la Iniciativa Fusion, una colaboración de WorldShare con el gobierno estadounidense.

La prueba beta de De Cero empezará el próximo día uno de mayo a las 12:00. En ese momento, usted y otros nueve participantes seleccionados de manera aleatoria recibirán un mensaje en el número indicado en la solicitud diciéndoles que empiecen «De Cero».

A las 14:00 horas del mismo día, se proporcionará su nombre, foto y dirección al grupo de trabajo de la Iniciativa Fusion en la central de Fusion en Washington D.C.

Mientras dure la prueba, tiene la libertad de tomar las medidas que considere necesarias, siempre de conformidad con las leyes de los Estados Unidos, para evitar ser detenida por el equipo de captura que habrá enviado la central de Fusion para encontrarla. Todos aquellos participantes de la prueba beta de Cero que sigan en libertad a las 12:00 del 31 de mayo, recibirán una recompensa libre de impuestos de tres millones de dólares estadounidenses (3.000.000 USD).

Le damos las gracias por sus esfuerzos patrióticos y por contribuir en gran medida a hacer de este país un lugar más seguro.

Aviso especial: bajo pena de descalificación, no se le permite declarar, anunciar ni informar a nadie de que está participando en la prueba beta de De Cero hasta que esta oficina le indique por escrito que puede hacerlo. Por favor, revise su solicitud si quiere conocer más detalles sobre el acuerdo de confidencialidad (NDA), responsabilidad legal y posibles sanciones.

Kaitlyn levanta la mirada y vuelve a ver su propio reflejo en el espejo. Una mujer normal y corriente de las que se encuentran hasta debajo de las piedras. Pero, durante las siguientes cinco semanas, tendrá que ser excepcional.

¿Estás preparada para ser perfecta, Kaitlyn Day?, se pregunta a sí misma. Porque es lo que va a tener que ser.

Su reflejo no revela nada.

Ve arriba, se dice. Compruébalo todo. Cuando llegue la orden de empezar De Cero, debe estar preparada para desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Borrarse. Desvanecerse.

¿Quién hace eso? ¿Desvanecerse? Bueno, a veces pasa. Diablos, ella lo sabe más que nadie. La gente puede desaparecer así como así.

Necesita descansar. Puede que sea una de las últimas veces que duerma tranquila en su propia cama durante mucho tiempo. El reflejo del espejo no se inmuta mientras considera lo que le espera. A continuación, se mueve rápidamente.