Introducción

«En los libros yace el alma de todo tiempo pasado;
la voz articulada y audible del pasado, cuando el cuerpo
y su sustancia han desaparecido como un sueño».

Thomas Carlyle, On Heroes, Hero-Worship, & the Heroic in History (1841)

¿Qué es un libro? Técnicamente podríamos decir que es un conjunto de hojas impresas unidas dentro de una cubierta. Pero ¿qué hay de todos esos libros que puedes leer en tus dispositivos electrónicos? ¿Y cómo llamamos entonces a esos textos antiguos grabados en tablillas de piedra o incluso en los huesos de un animal sacrificado? Tenemos una rica historia literaria que precede con mucho a la tecnología que nos dio el papel, ya no digamos los medios para unir dicho papel y ponerle una cubierta. Será mejor entonces que nos apeguemos a una definición mucho más amplia: el libro es un trabajo escrito, de ficción o no ficción, creado con la intención de que otros lo lean, en realidad no importa el material sobre el que se haya escrito originalmente.

Por supuesto, somos la única especie que produce libros, un objeto que sintetiza las ideas e imaginación de su autor o autores. El libro tiene un estatus único como emblema de la cultura y la civilización humana. Es un recipiente para compartir historias, divulgar conocimiento, examinar la naturaleza de nuestra extraordinaria especie e imaginar lo que yace más allá del mundo conocido. Como sugiere Carlyle, a fin de cuentas, los libros proveen un registro invaluable y completo de lo que significa ser humano. En ocasiones, incluso pueden brindarnos una ventana hacia lo divino. Como alguna vez Jorge Luis Borges escribió: «Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca».

Este volumen recoge una selección de los cincuenta libros más influyentes de todos los tiempos y coloca a cada uno dentro de su contexto histórico, desde los que marcaron un punto de inflexión, como el Poema de Gilgamesh y la Ilíada, pasando por textos sagrados y reflexiones filosóficas, como los de Confucio y Platón, hasta tratados científicos, «primeras veces» históricas (como el primer libro impreso) y trabajos culturales de impacto perdurable (como los de Shakespeare, Cervantes y Joseph Heller). Estas obras son, al mismo tiempo, producto de sus sociedades y textos vitales en el modelaje de esas mismas civilizaciones.

Esta selección no es una celebración del canon literario ni una reafirmación de los «mejores» libros del pasado. Aquí no encontrarás a Austen ni a Dickens, tampoco a Melville, Dostoyevski ni a García Márquez; están Shakespeare, Cervantes y Tolstói, pero no porque sean de alguna forma «mejores» autores que los otros, sino porque esta colección apunta a seleccionar libros que dan testimonio del paso de la historia humana, especialmente su progreso, aunque también en ocasiones su regresión. La mayoría no solo refleja la forma en que pensamos y vivimos, sino que también la cambian; no son simples símbolos de la historia, sino agentes de ella. Por definición, son trabajos importantes, y, en términos críticos amplios, también son grandiosos, pero a este libro no le interesa determinar cuáles son las mejores obras de todos los tiempos, ya hay tantos libros que intentan averiguarlo (¡buena suerte con eso!).

Inevitablemente, una selección de este tipo es un asunto muy subjetivo. Es un proceso que se define tanto por lo que se omite como por lo que se escoge. Al elegir cincuenta libros tan solo esperamos obtener una pizca del vasto repertorio literario de todas las épocas, por tanto, sería una tontería manifestar algún tipo de declaración definitiva, más bien estamos jugando un juego literario. ¿Cuáles de las cincuenta opciones son indisputables? ¿Cuáles tienen un lugar que merecería más alguna otra obra? Cada quien tendrá su opinión. A fin de cuentas, poco importa que todos estemos de acuerdo. Lo que importa es que al plantearnos la pregunta, tal vez descubramos obras desconocidas, volvamos a examinar algunas favoritas y obtengamos un poco de conocimiento y placer en el proceso.

Los libros son geniales. Son los ladrillos de nuestra identidad colectiva, los monumentos de nuestra civilización, son puertas a nuevos mundos que no podemos explorar lo suficiente. Carl Sagan lo resumió de una manera brillante: «A través de los milenios, un autor te habla claramente y en silencio dentro de tu cabeza, directamente a ti. Escribir es, quizá, la más grande invención humana, une a personas que no se conocen, a ciudadanos de distintas épocas. Los libros rompen los grilletes del tiempo. Un libro es prueba de que los humanos son capaces de hacer magia».