En tiempos, la cruz de Cristo, que celebramos hoy mismo, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, y la cercanía a san Pablo, ponían la cruz en el centro mismo de la comprensión que yo tenía del misterio de la fe. Dicho de una cierta manera, era la cruz de Cristo el centro de toda mi comprensión de mi fe cristiana. Todo lo más cercano a esta fe paulina, a la visión paulina de la cruz, por eso estaba tan cerca de Lutero, de la centralidad Paulina de la cruz de Cristo. Por decirlo de manera bien clara: todo lo que no surgiera y atravesara por el centro de la cruz, desgarrándola, no terminaba de ser cosa mía, no estaba en el centro mismo de mi fe. Por esto la lectura de los Evangelios y de los Hechos era bonito, pero menos centrado, aunque estos últimos me atraían por presentarnos primero a Pedro y, sobre todo, luego, a Pablo, con extremada simpatía, pero nunca olvidaba que, para decirlo de una vez, me parecía que les faltaba siempre la nitidez de lo centrado sobre todo en los gálatas. Para decirlo muy deslavazadamente, faltándoles siempre la nitidez de la aceptación paulina de tan extremada nitidez. Una lectura curiosa la mía, pues en ella primero eran todos demás escritos: Hechos, Juan, Marcos, probablemente en ese orden. En ese orden, creo que primero y a mucha distancia los Salmos. No puedo olvidar los comentarios a las cartas de Juan de san Agustín.
Ayer compré los Loci comunes de Melanchton. Fue una sorpresa. Me hice con el comentario que publicaban en Labor et fides de Ginebra profesores de la Facultad de teología. François Vouga entre ellos, creo que era el que hacía el comentario de san Pablo, que me dejó asombrado: Romanos y Gálatas son escritos circunstanciales y los Hechos se acercan más a la realidad de san Pablo que esos escritos estrella, pero que son respuestas de san Pablo, sobre todo en Gálatas, a problemas extremadamente urgentes que nacieron en la comunidad cristiana para ver de qué manera se encajaban cristianos que eran de procedencia judía, cumplidores estrictos de la Ley cristianos de y de cristianos de origen pagano, para quienes la Ley no era norma.
El tiempo nace en ese desasosiego