soneto
Homero cante (a quien su lira Clío
le dio, y con ella inspiración divina)
de Troya malhadada la ruïna,
4 del griego Aquiles el esfuerzo y brío.
Ensalcen de Alejandro el poderío,
ante cuyo valor su frente inclina
con asombro la sierra que ilumina
8 el sol desde la Libia al norte frío.
Que yo, del Betis en la orilla, cuando
luce la aurora y las gallardas flores
11 se desplegan, el aura embalsamando,
cantaré de las selvas los amores,
los suspiros del céfiro imitando
14 y el dulce lamentar de los pastores.
la plegaria y la corona
romance
Como la blanca azucena
que en el solitario valle
al suspiro de la brisa
desplega el cerrado cáliz,
5 tan pura como son puros
los pensamientos de un ángel
y más cándida y más bella
que la aurora cuando nace,
en pudor y dulces gracias,
10 en gentileza y donaire,
crece la hermosa María,
hija del conde don Jaime.
Crece, mas no olvida nunca
que antes de morir su madre
15 mostrole en llanto bañada
del Redentor una imagen;
que le mandó que a su lecho
de muerte se aproximase
y con ternura le dijo
20 estas amorosas frases:
«Hija del alma, María,
así los cielos te guarden
y no permitan que el soplo
funesto de las maldades
25 el cristal de tu pureza
con hálito vil empañe;
que me jures por mi nombre
que al declinar de la tarde,
cuando a oración y silencio
30 las tristes campanas llamen,
elevarás tu plegaria
del Redentor a la madre;
ella que mi guarda ha sido
también tu inocencia guarde.
35 Adiós; de la muerte el velo
ya sobre mis ojos cae;
adiós, hija; adiós, María;
nunca olvides este instante».
.............................
Desde entonces, cuando cierra
40 la flor sus hojas brillantes
y el último canto ensayan,
al bosque huyendo, las aves,
de purpurinos claveles,
de blancas rosas fragantes,
45 de nacarados jazmines
y de violetas süaves
entreteje una corona;
y cuando llevan los aires
el eco de la campana
50 que a oración llamando tañe,
de la Reina de los cielos
con ella adorna la imagen
y le dice: «Madre mía,
tomad la ofrenda que os hace
55 un corazón que os adora,
mas que expresarlo no sabe».
..........................
Al ver los rizos de oro
que sobre su frente caen;
al mirar su gentileza
60 y sus ojos donde arde
el fuego de la virtud,
fuera equivocarla fácil
con el ángel misterioso
que al expirar de la tarde
65 presta su aliento a las flores,
ya próximas a plegarse.
Quieran los cielos divinos
que a su promesa no falte;
que cuando al mar de la vida
70 con sus virtudes se lance,
la plegaria y la corona
que ofrece a la santa imagen
serán para su inocencia
un escudo impenetrable.
anacreóntica
Toma la lira, toma
la de cuerdas doradas
y dame la que alegres
las flores engalanan;
5 en la que Anacreonte
con gresca y algazara
un tiempo del dios Baco
los néctares cantaba.
Corre, muchacho, corre,
10 de traérmela acaba,
que ya espero impaciente
la hora de pulsarla.
Ve, corre, y presuroso
a Flérida me llama,
15 la de los ojos negros,
la de la linda cara,
y dile que con ella
se vengan las muchachas
amigas, que tejiendo
20 con flores mil guirnaldas,
en torno de mi frente
las ceñirán ufanas,
al par que me provoquen
con sus ligeras danzas.
25 También bajo los olmos
que prestan sombra grata
y donde con sonoras
voces las aves cantan,
ponme, ponme una mesa
30 al par cómoda y ancha
y en ella me colocas
la copa venerada
por todos los amigos
del néctar de las parras;
35 aquella en que la historia
de Baco está grabada,
sus valerosos hechos,
sus ínclitas hazañas;
aquella que las vides
40 la tienen enredada,
la que en mejores tiempos
Elpino me donara.
Elpino, el más famoso
de los que en la comarca
45 grabaron con destreza
las copas delicadas.
Corre, muchacho, corre,
de disponerlo acaba,
que ya espero impaciente
50 la hora de tomarla
y cumplir de las Musas
las órdenes sagradas.
a quintana
la corona de oro
fantasía
El genio de la luz sobre los mares
tiembla, se agita y su esplendor apaga,
en tanto que la noche silenciosa
álzase y tiende las oscuras alas.
5 El sol despareció; con él, las flores;
dejó el otero la gentil zagala,
y de las aves el cantar sonoro
en las sombrías arboledas calla.
Mas otras flores sus aromas vierten,
10 otra armonía en el espacio vaga,
melancólico son a cuyo acento
su cárcel rompe y se desprende el alma.
Las flores son que la diadema ciñen
con que la oscura noche se engalana;
15 son esas aves que al dormido mundo
himnos de muerte en el silencio cantan.
Las verdes olas de la mar suspiran,
acariciando las desiertas playas,
y entre los sauces de las tumbas gimen
20 con dulce soplo las ligeras auras.
Allá en el seno de su Dios la frente,
con un blanco cendal de niebla orlada,
duerme la creación a esa armonía
que en los espacios misteriosa vaga.
25 Cándida virgen, que el pudor sus formas
de un tul de nieve cuidadoso ornara,
así en los brazos de su madre sueña
28 al son del viento y al rumor del agua.
Mas ¿qué rumor dulcísimo, qué célica armonía
se escucha entre las hojas de la arboleda umbría
31 y lo repite acorde el sosegado mar?
No es de sus verdes olas que expiran el lamento;
no es el cantar del ave ni el suspirar del viento:
34 es una blanda música, ignota, celestial.
Un ángel, que la bóveda del cielo que llamea
rasgó, y en cuya frente inquieta centellea
37 una corona vívida de esplendorosa luz,
desciende vagaroso. Como la espuma leve
es su ligera túnica, sus alas son de nieve;
40 las bate y toca rápido del mar sobre el azul.
El aquilón entonces con la nevada espuma,
alzando un remolino, y con la densa bruma
43 gigante al cielo sube magnífico dosel.
Las cristalinas ondas agítanse brillando;
de luz raudales lanza, los aires inflamando,
46 la frente del arcángel que se reclina en él.
¿Qué busca, qué, ese espíritu que, de la noche el velo
rasgando misterioso, de luz inunda el suelo?
49 ¿A qué desciende al mundo? ¿Quién es? ¿Qué busca aquí?
Pero callad. Él habla. Su furia el mar enfrena,
los vientos enmudecen, su dulce voz resuena,
52 su voz desconocida, que el eco imita así:
«La noche ha tendido su velo de sombras,
el cárabo gime con voz sepulcral:
alzad de las tumbas, poetas, la frente;
56 alzadla ceñida de lauro inmortal.
Yo soy el arcángel que dio a vuestros cantos
el fuego del alma, del genio el furor.
Venid: mientras duermen los hombres tranquilos,
60 que un mundo de sombras evoque mi voz.
¿De un nuevo poeta, de un genio gigante,
no oísteis la lira de oro pulsar?
¿El hondo silencio, que reina en las tumbas,
64 la voz de su fama no pudo turbar?
Venid y cantemos, cantemos su gloria;
su frente ciñamos de eterno laurel;
que a par de vosotros su nombre sea grande,
68 que burle del Tiempo la saña crüel»,
dice el arcángel, y su voz divina
el céfiro conduce entre sus alas
y la lleva a expirar sobre las tumbas
72 que de los genios las cenizas guardan.
A su rumor las losas se estremecen;
de fosfórica luz ligeras llamas
75 brotan de los sepulcros solitarios
y al esplendor siniestro que derraman,
la sien ceñida de un laurel de oro,
las sombras de los vates se levantan.
Aquel es Osïán: sobre las cumbres
80 se eleva de Morvén, do se mezclaban
en otra edad su voz y los bramidos
del viento y de las roncas cataratas.
El grande Herrera, el que cantó a Lepanto
y el profundo murmurio de sus aguas,
85 del Betis en las márgenes floridas,
lleno de gloria y majestad se alza.
En la orilla del Arno, que aún repite
con dulzura los cánticos a Laura,
otra vez melancólico y amante,
90 muestra su frente el inmortal Petrarca.
Y otros cien, que a los hombres admiraron,
abandonan sus tumbas solitarias
y vuelven silenciosos a la tierra
donde aún viven sus versos y su fama.
95 El arcángel de pie sobre su trono
les tiende una benévola mirada.
Va a hablarles, mas su voz interrumpiendo
así Osïán enardecido exclama:
Osián
«Dadme el arpa de oro
100 que acompañar mis cánticos solía;
el arpa a cuyas notas respondía
el rudo choque del broquel sonoro
que, restallando herido en son de guerra,
hacía, a sus acentos,
105 gemir el valle y retumbar la sierra.
»Dádmela, sí, que sobre la alta roca
que envuelve en torno la nevada bruma,
en donde airado choca
el furioso oleaje
110 con voz de trueno y con rabiosa espuma,
allí voy a cantar, no las hazañas
del fuerte soberano
de la antigua Morvén, no las extrañas
naciones con que el rey del occeano
115 invadió nuestros lares
abriéndose camino entre los mares.
»No, que ora solo mi entusiasmo inspira
la grandeza inmortal del vate ibero
que a la voz de su lira
120 hizo temblar el despotismo fiero.
Un vate a cuyas férvidas canciones
se animaron las tímidas legiones
que ardiendo en patriotismo
abrieron un abismo
125 al monstruo usurpador de cien naciones.
....................................
»Yo de la oscura eternidad dormía
el dulce sueño, la cansada frente
reclinando en un sauce que crecía
solitario en la orilla del torrente.
130 Hondo silencio en derredor reinaba,
silencio que turbaba
el céfiro, las hojas agitando,
o el agua que las peñas
combatía, los bosques atronando.
135 Los siglos, a la voz omnipotente,
silenciosos huyendo,
rodaban hacia el caos, hondamente
sobre la faz del mundo
las huellas de sus plantas imprimiendo;
140 cuando escuché en mi tumba
insólita una voz, como el bramido
del mar al trueno unido,
como la voz del huracán que zumba
azotando las copas resonantes
145 de los abetos de Cronlá gigantes.
Una voz cuyos tonos imitaban
los cantos que en un tiempo se escuchaban
en las selvas de Escocia, y al que rudo,
terrible respondía
150 el choque de la lanza y el escudo.
»Yo levanté la frente
y desde el alto escollo
torné la vista inquieta al Occidente,
y en la nación hispana
155 miré un pueblo aguerrido
que volaba a la lucha, enardecido
al eco de la lira de Quintana.
¡Quintana! El vate que elevó su canto
sin temer al coloso
160que a la asombrada Europa estremecía;
el que dio generoso
desde las altas cumbres de Fuenfría,
en medio del horror y el mudo espanto,
de independencia el grito sacrosanto.
165»¡Oh!, si me diera el cielo
un solo, un solo instante
de la altísima y ancha catarata
que desde el Inistora se desata
el eco atronador y resonante,
170quizás expresaría
la impresión que en mi alma
hizo su canto enérgico y valiente...
Mas ¡ay! que es impotente
para poderlo hacer el arpa mía.
175 »Vosotros, aquilones, que arrolláis
las nieblas de Morvén en blancas olas;
vosotros, anchos mares, que azotáis
las erizadas costas españolas:
ya que mi voz no alcanza,
180 alzad con vuestro acento sobrehumano
un himno en alabanza
del sublime cantor del suelo hispano».
Calla Osïán. La vagarosa brisa
aún repite a lo lejos sus palabras,
185 cuando un hijo del Betis de este modo
el entusiasmo expresa de su alma:
Herrera
«Álzase un monstruo, de la tierra espanto,
en la cuna del sol resplandeciente,
y el ibero derroca su alta frente
190 en las sangrientas aguas de Lepanto.
»Viene otro siglo. En él, al sacrosanto
impulso del honor, lánzase ardiente
y lucha en Trafalgar, eterna fuente
194 para el ibero de dolor y llanto.
»Yo, enardecido, la grandeza hispana
canté; tú, su heroísmo en la agonía;
mas a tu inspiración, ¡oh gran Quintana!,
cedo humilde el laurel de la poesía,
como en el libro de oro de la historia
200 Lepanto cede a Trafalgar su gloria»,
dice Herrera, y süave, armonïoso,
en las floridas costas de la Italia
escúchase un laúd, y en dulce canto
204 así se expresa el inmortal Petrarca:
Petrarca
«Süave como el nombre de la mujer querida,
más grata que es al hombre la aurora de la vida,
celeste cual la virgen que crea la ilusión,
fugaz como el gemido del aura vagarosa,
más dulce que el ruïdo del agua armonïosa,
210 oí sonar distante bellísima canción.
»De la tumba a sus acentos
la cabeza levanté
y las flores que la cubren
214 aparté.
¿Quién es, dije, el que su lira
así sabe modular?
¿Es del cielo algún espíritu
218 o un mortal?
»Torné la vista inquieta al continente ibero
y en él vi que un poeta, dejando el casco fiero,
el formidable escudo, la lanza y el bridón,
trocando el arpa de oro en que a la lid llamaba
por un laúd sonoro, dulcísimo entonaba
224 un himno a la hermosura que roba el corazón.
»¿Quién, exclamé, es el genio cuya lira,
del corazón intérprete sincera,
ora entusiasmo bélico respira,
ora paz y dulzura placentera,
e imitando ya el aura que suspira,
230 ya los bramidos de la trompa fiera,
es el asombro de la musa hispana?
Y el eco murmurando
me respondió fugaz: “Ese es Quintana”»,
dice, abandona el laúd
235 el toscano vate, y calla;
y tras él con dulce voz
otros cien poetas cantan.
..........................
Mas indecisa en Oriente
comienza a lucir el alba
240 y en el cielo las estrellas
a perder su lumbre clara.
El ángel a los poetas
a su excelso trono llama
y del laurel, que la frente
245 les ciñe, una hoja arranca.
Con ellas una corona
teje al inmortal Quintana.
Con süave movimiento
desplega las blancas alas
250 y, dejando en pos de sí
de luz brillante una ráfaga,
ligero cruza las nubes
que ya tornasola el alba.
Sube, sube, y cuando apenas
255 los ojos a verlo alcanzan;
cuando se tornan los vates
a sus tumbas funerarias,
así süave y perdida
se escucha su voz lejana:
El ángel
«La pompa, el orgullo,
los goces, las penas,
262 las horas serenas
que brinda el amor,
del mundo las dichas,
el vano renombre,
266 los sueños del hombre,
a impulsos del tiempo
al fin se concluyen
y rápidos huyen
270 cual humo fugaz.
¿Qué habrá que no pase
cual sombra ilusoria?
Quintana, tu gloria,
274 tu gloria, y no más.
»Las torres soberbias
que hieren el viento
y eterno su asiento
278 juzgara su autor;
las altas columnas,
las fuertes ciudades
que en otras edades
282 el hombre elevó,
del tiempo al impulso
también se concluyen
y rápidas huyen
286 cual humo fugaz.
¿Qué habrá de que quede
por siempre memoria?
Quintana, tu gloria,
290 tu gloria, y no más».
a todos los santos
Patrïarcas que fuisteis la semilla
del árbol de la fe en siglos remotos,
al Vencedor divino de la muerte,
4 ¡rogadle por nosotros!
Profetas que rasgasteis inspirados
del porvenir el velo misterioso,
al que sacó la luz de las tinieblas,
8 ¡rogadle por nosotros!
Almas cándidas, santos inocentes,
que aumentáis de los ángeles el coro,
al que llamó a los niños a su lado,
12 ¡rogadle por nosotros!
Apóstoles que echasteis en el mundo
de la Iglesia el cimiento poderoso,
al que es de la verdad depositario,
16 ¡rogadle por nosotros!
Mártires que ganasteis vuestras palmas
en la arena del circo, en sangre rojo,
al que os dio fortaleza en los tormentos,
20 ¡rogadle por nosotros!
Vírgenes semejantes a azucenas
que el verano vistió de nieve y oro,
al que es fuente de vida y hermosura,
24 ¡rogadle por nosotros!
Monjes que de la vida en el combate
pedisteis paz al claustro silencioso,
al que es iris de calma en las tormentas,
28 ¡rogadle por nosotros!
Doctores cuyas plumas nos legaron
de virtud y saber rico tesoro,
al que es caudal de ciencia inextinguible,
32 ¡rogadle por nosotros!
¡Soldados del ejército de Cristo!
¡Santos y santas todos!
¡Rogadle que perdone nuestras culpas
36 a Aquel que vive y reina entre vosotros!
a la muerte de don alberto lista y aragón
Lágrimas de pesar verted y el rostro
en señal de dolor cubrid, doncellas;
las liras destemplad y vuestros cantos
4 lúgubres suenen.
La vil ceniza del cabello cubra
los sueltos rizos, que volando al aire
digan al par con vuestros ayes tristes:
8 «Murió el Poeta».
¿Oís? «Murió», repiten asustadas,
con flébil voz las Musas, y aterrado
también Apolo con dolor repite:
12 «Murió por siempre».
Pero mirad, mirad, ya Melpomene
de entre el lloroso grupo se levanta,
toma la lira y con acento triste
16 canta. Escuchemos:
«¿Quién cortó», dice, «la preciosa vida
del Cisne de la Bética? ¿Qué mano
impía de las ondas siempre claras
del Betis arrancó su amado hijo?
21 ¿Quién fue el osado?
»Llorad, Musas, llorad, y descompuestas
las trenzas del cabello dad al viento;
la Parca fue quien de su vida el hilo
25 cortó inestable.
»¿Y no temistes? ¿La segura mano
al descargar el golpe no temblaba?
»¿Su respetable ancianidad, sus años
29 no te movieron?
»Su admirable talento, sus virtudes...».
¿Quién es la ninfa de inmortal belleza
que al dulce acento de la blanda lira
con célica esbelteza
danzar el alma arrebatada admira
5 y entrega al vagaroso
viento la trenza del cabello undoso?
¿Qué ninfa es la que, al son de la divina
cítara de los dioses inmortales,
su danza peregrina,
10 voluptüosa, ensaya en desiguales
pasos, y su belleza
roba el alma con súbita presteza?
Desde la pura celestial morada
del Olimpo parece descendida;
15 el fuego en su mirada
de la lumbre inmortal brilla encendida
y en su mejilla hermosa
el color agradable de la rosa.
Como a orillas del lago cristalino
20 se doblega la caña silbadora,
su talle peregrino
se dobla así con gracia que enamora
y su presteza es tanta
que apenas toca el suelo con la planta.
25 ¿Quién es la que la blonda cabellera
de rosa ostenta y de laurel ceñida,
la que hiende ligera
el vagaroso espacio y descendida
parece de la altura
30 su belleza inmortal y su hermosura?
¿Quién es la que ceñido el blanco velo
en torno muestra a la nevada frente,
la que en rápido vuelo
cruza y esbelta entrégale al ambiente
35 con grata donosura
la cándida flotante vestidura?
El fuego del amor arde en sus ojos,
el carmín de la rosa en su mejilla
se muestra, y en los rojos
40 labios divinos de su boca brilla
sonrisa encantadora
que roba el corazón y le enamora.
Las sonorosas fuentes
que el tallo besan de las blancas flores,
los cantares dolientes
que ensayan los pintados ruiseñores
con el murmullo blando
del céfiro en los bosques susurrando.
Despunta el sol alegre, de los montes
dora las cumbres. El pastor gallardo
ordena sus rebaños y en la aldea
todo es contento.
La luna se levanta, del gallardo
lirio el capuz se dobla, las pintadas
aves callan sus trinos, y en el valle
todo es silencio.
Como en el raudo océano espumoso
que ruge, brama y le revuelve airado,
con esperanza, el náufrago angustiado
mira próximo el faro luminoso,
lucha, se afana, llega presuroso...
Débil rayo de luz cruza errante
tras el velo que oculta el misterio;
débil rayo de luz se percibe.
Alcázares suntuosos
que tus mayores labraron
tan bellos y portentosos.
Alcázares ideales
5 que nuestros padres alzaron
para asombrar los mortales
y de pórfidos ornaron.
Oh, deliciosos jardines
do brillan sonoras fuentes,
10 donde trinan colorines
y el aura süavemente
agita blancos jazmines,
donde crecen los laureles,
los mirtos y tulipanes,
15 los encendidos claveles,
y de verdes arrayanes...
Era la hora en que del sol la lumbre
rayos lanzando en la mitad del cielo
su ardiente pesadumbre
hace sentir al suelo,
5 en que calla la dulce Filomena
y el ronco son de la cigarra suena.
Ya el Sol, padre del día,
de su carrera a la mitad tocaba;
ya el pastorcillo huía
10 del extendido prado y se internaba
en la enramada umbrosa
[...] la siesta calurosa.
el juramento
Ya lanza tras de la nube
un rayo de luz hermosa
de la noche silenciosa
el misterioso fanal.
5 Cual la virgen divinal
lanza una ardiente mirada
entre los pliegues velada
de su ligero cendal,
así la pálida luna.
10 Los céfiros enmudecen,
como las aves canoras
duermen las fuentes sonoras,
cierra el pétalo la flor.
Tendido el oscuro manto
15 de la enemiga del día,
¿adónde los pasos guía
el anciano trovador?
La luna entre las nubes se escondía.
En silenciosa oscuridad el valle
yacía perdido. Solo interrumpía
la profunda quietud que allí reinaba
5 el viento, que formaba
en el vecino bosque dilatado
un ruido manso, lento y compasado.
En medio de esta soledad y calma...
Lágrimas no me compren
ni me paguen plañideras,
que...
No bala triste el simple corderillo
que en el umbroso bosque se perdiera
y que cercano escucha de la fiera
tigre el rugir
5 con tan hondo dolor como yo gimo
del Betis manso en la frondosa orilla.
Venid, sacras hermanas,
venid, y con Homero
del iracundo Aquiles
la cólera cantemos.
5 Venid y coronando
con el laurel eterno
la cítara, de Hécuba
suspire los lamentos;
o con épica trompa,
10 con noble y claro acento,
cantemos las ruïnas
do fue el troyano pueblo.
Cantemos sus desgracias,
cantemos sus guerreros,
15 o de Andrómaca tierna
los flébiles acentos,
o en sangre mancillado
el vengativo acero
al bravo Ajax nos cante
20 y a sus soldados fieros;
la cuádriga nos muestren
en que Mavorte horrendo
en las batallas corre,
valor prestando al pecho,
25 y del rudo combate
pinten el polvo espeso,
los ayes moribundos,
la sangre que corriendo
de las heridas anchas
30 doquier tiñen el suelo,
de la sonora trompa
los tremebundos ecos,
los gritos espantosos,
el ronco... Pero necio
35 de mí, ¿por qué os invoco?
¿Por qué?, si de mis ruegos
jamás hicistes caso;
si cuando con mis versos
vuestra asistencia invoco
40 me respondéis con esto:
«No es a tu humilde lira
dado el sublime empleo
de cantar los furores
del hijo de Peleo;
45 no de la tierna esposa
imitar el acento,
ni el carro de Mavorte
pintar ni sus guerreros.
Con más sencillo tono
50 has de ensayar tus versos
cantando ya los dulces
placeres de Himeneo,
ya el conversar humilde
de los pastores tiernos,
55 ya el campo de sus flores
el bálsamo esparciendo,
o por último (y mira,
lo principal es esto)
canta las alabanzas
60 del néctar de Lieo».
¡Oh, coño entre los coños escogido,
peluca entre pelucas bien rizada!
¡Quién te metiera el instrumento erguido
y te dejara de joder cansada!
5 Cuando la anchura de tu papo mido,
que cuando menos tiene una aranzada,
digo: «Coño más grande y más profundo
ni con candil se encontrará en el mundo».
El si era virgen o no
Lucrecia, no lo disputo,
mas en no joderla digo
que fuistes un grande bruto.
5 Andando de arriba abajo,
ya en diligencia o galera,
rara es la que no se entera
a lo que sabe el carajo;
rara la que un gran vergajo
10 cual de un toro no probó;
por eso te digo yo
que es una gran tontería
el armar una porfía
por si era virgen o no.
15 Pero, en verdad, te aconsejo
que porque, cuando le hablabas,
no el carajo le espetabas
por en medio del conejo,
si estabas de saber viejo,
20 que ya de su vientre el fruto
se lo cogió un grande bruto,
¿por qué, di, no lo jodías?
Pues que fue una tontería
el no hacerlo te disputo.
25 Mientras que tú te pensabas
que diligencias hacía,
a todo trapo jodía
y los cuernos te plantaba.
Mas viendo que te engañaba
30 y a todos les daba el higo,
desde el más triste mendigo
hasta los más poderosos,
que fuistes un guiñaposo
en no joderla te digo.
35 De la fuente cristalina
al murmurador acento,
junto al balsámico viento
de las flores de Cristina,
echaba vainas la indina,
40 dando de su coño el fruto,
y por eso te disputo
que pues tú no la jodiste
el papel del oso hiciste
y fuistes un grande bruto.
a n.
epístola
Es vida perdida
vivir sin amor.
Mejor es sufrir
pesar y dolores
que estar sin amores.
J. de E.
Luchando en vano en mi interior, apenas
la senda que seguir debo distingo,
que de tantas pasiones rodeado
ni a comprenderme acierto yo a mí mismo.
5 Casi olvido el tiempo en que infelice,
de amores desdichados combatido,
ni sosegaba en la callada noche
ni al emprender el sol su nuevo giro.
Tiemblo al solo recuerdo de mirarme
10 de nuevo lentamente conducido
al antiguo afanar, a los combates
de amor que, lejos de ellos, abomino.
¿Pero cómo evitar nueva caída,
cómo de sí ahuyentar ese delirio,
15 si aun más padece en la profunda calma
en que se aduerme el corazón vacío?
¿Cómo, si dentro el pecho, en cruda guerra
los impacientes juveniles bríos
se agitan, se conmueven y a la recta
20 razón quitan la fuerza? ¿Si el martirio
de los rabiosos celos compararse
no puede casi al padecer continuo,
al incesante afán del que sus años
tristes deja correr en el olvido,
25 tristes aunque a los ojos de las gentes
y al parecer deslízanse tranquilos?
Para amar nació el hombre y para amarla
formó tan bella el Hacedor divino
la primera mujer, y desde entonces
30 no hay vida sin amor, y en vano huimos
de gustar sus dolores y dulzuras,
que no es dado a nosotros impedirlo.
¿Y qué es el hombre sin amor? No es nada.
Cual la pradera que secó el estío
35 solo abrojos estériles produce
en vez de flores de lozano brío,
solo se aduerme, estúpido, insensato,
de la molicie entre los brazos mismos.
Las acciones más grandes, los sublimes
40 rasgos del entusiasmo promovidos
fueron por el amor, por ese puro
amor que hace latir de gloria henchido
el grande corazón por el que solo
la ardiente inspiración en él sentimos.
45 ¿Y quién huye de amor si sus efectos
tan dulces son, tan grandes y divinos?
¿Quién huye? El que sus penas y dolores
sintió, tortura dándole al herido
pecho inocente en que el crüel y artero
50 dios encontrara candoroso asilo;
el que probó el eterno desconsuelo
del tormentoso amor; quien el martirio
de los celos probara y en el alma
siente el funesto fuego que, encendido
55 una vez, a apagarlo no bastaran
terribles los desprecios y desvíos.
Por eso la razón en brava lucha,
combatida de afectos tan distintos,
no sabe cuál seguir, porque ninguno
60 lo puede desterrar a largo olvido.
¿Qué hacer? Mas no lo digas, no; ya escucho
tu recto parecer; ya, dulce amigo,
escucho de tu boca los consejos,
verdaderos consejos que en un frío
65 corazón eco hicieran, mas que nunca
podrán hacerlo en el ardiente mío.
Estoy en un error, pero es tan dulce
error, que disculpáraslo tú mismo,
si de ..., por quien penando muero,
70 el rostro angelical hubieras visto,
si de sus negros ojos brilladores
la pura lumbre, el esplendor divino
hubieras contemplado, si su acento
vibrante el corazón te hubiera herido.
a lenona
¿Y te vas? ¿Y del Betis placentero
abandonas las márgenes floridas?
3 ¿Y el llanto lastimero
y las amargas lágrimas vertidas
por tus amigos en el trance fuerte
6 bastantes no serán a detenerte?
¿Y de tus negros brilladores ojos
ya no veremos el fulgor divino?
9 ¿Ya de tus labios rojos
no escucharemos más el peregrino
acento, que resuena
12 más dulce que el cantar de Filomena?
¡Ah, no partas, crüel! Mira el sagrado
Betis cuál alza de laurel ceñida
15 la frente, arrebatado,
la nueva al escuchar de tu partida;
así con triste acento
18 te dice mientras calla el raudo viento:
«Hermosa ninfa de mi verde orilla,
gala del prado, gloria de este suelo:
21 del seno de Sevilla
no salgas, no; su trasparente cielo
y sus pintadas flores
24 para ti guardarán luz y colores.
Y el tierno, dulce, armonïoso canto
de sus vates dirán tu gentileza
27 y con ramos de mirto sacrosanto,
con tiernas rosas de sin par belleza,
con acacia luciente
30 sus bellas hijas ornarán tu frente.
No partas; los arroyos murmurando
conmigo te lo dicen; las pintadas
33 alondras ensayando
su canto en las vecinas enramadas
y el tierno jilguerillo
36 lo mismo piden con trinar sencillo.
No marches, no, que aquí las purpurinas,
las gualdas, blancas y pintadas flores
39 a tus plantas divinas
de alfombras servirán, y sus olores,
del céfiro llevados,
42 tendrán estos lugares perfumados...».
El sacro dios así que no te ausentes
te ruega de sus prados extendidos;
45 mis cantares dolientes
así también lo pedirán; perdidos
no lleven mis acentos
48 sin escucharlos tú los leves vientos.
No partas, no te ausentes de este suelo
que tu belleza y tu candor admira;
51 no en mudo desconsuelo
dejes del vate la sonora lira;
evita a la pradera
54 el triste luto que sin ti la espera.
Pero tú no me oyes y al lejano
confín donde el vascón tiene su asiento
57 te marchas, do el insano
ábrego silba con furor violento,
donde la nieve viste
60 el encumbrado monte, el valle triste.
No allí se escuchan de las tiernas aves,
al despuntar la sonrosada Aurora,
63 los cánticos süaves,
la música bellísima y canora,
la dulce melodía
66 con que saludan el fulgor del día.
Ni, como el nuestro, su extendido cielo
es de un azul tan puro y tan brillante;
69 las flores de su suelo
no tienen un aroma tan fragante
ni corren tan sonoras
72 las cristalinas fuentes bullidoras.
¿Y lo sabes, y el prado venturoso
que el Betis baña con presteza dejas?
75 ¿Y de los que llorosos
te ven partir las dolorosas quejas
no escuchas ni el lamento
78 con que turban tristísimos el viento?
¡Ah!, detente..., detente... Pero en vano,
en vano es todo ya, porque la hora
81 sonó, y hacia el lejano
Vascón a partir vas. La última aurora
ya lució que te viera
84 en su seno la hispálica ribera.
Todo es inútil ya, y en tu nevada
frente la candidez y la nobleza
87 no veremos pintada;
de tu boca divina la belleza
tampoco ya veremos,
90 ni el candor de tu faz admiraremos.
¡Oh, nunca yo te hubiera conocido
si tan pronto debiera de perderte!
93 ¡Oh, nunca hubiera herido
mi corazón tu acento si tan fuerte
instante me esperaba,
96 si dolor tan no visto me aguardaba!
¡Adiós! Tú, cuando partas de estos prados
que en llanto dejas y en dolor sumidos,
99 sobre tu frente de marfil nevado
las raudas alas batirá el olvido;
pero los que te pierden,
102 ¿habrá un momento que de ti no acuerden?
¡Adiós! Escucha el canto postrimero
que te consagra mi inexperta lira.
105 Acento es verdadero
del entusiasmo que en mi pecho inspira
tu angelical pureza,
108 tu incomparable y celestial belleza.
Si benigna lo acoges, solamente
te pido que si acaso en algún día
111 recuerdas el luciente
cielo de la risueña Andalucía,
si acuerdas los colores
114 de su ribera y sus fragantes flores,
al pasar por tu mente candorosa,
cual mágica visión, sus encantados
117 vergeles do la rosa
luce y el lirio de color nacarado,
las transparentes linfas
120 del Betis raudo y sus hermosas ninfas,
me mires en la orilla, matizada
de claveles y cándidos jazmines,
123 con cítara dorada
haciendo que sus mágicos jardines
repitan en tu honor y tu alabanza
126 los dulces ayes que mi lira lanza.
Y entonces un recuerdo placentero
consagra al que por ti suspira y llora,
129 al que con verdadero
y triste acento, al par de la canora
música de los tiernos ruiseñores,
132 cantará junto al Betis tus loores.
elvira
El ancho mar undoso
en calma está. La moribunda luna
hiere y argenta las rizadas olas.
En el bosque se escucha el doloroso
5 clamor con que a los cielos importuna
tristísima y a solas
la dulce Filomena entre las flores,
su desgracia llorando y sus amores.
Arcángel del dolor, el negro velo
10 rasga con que la noche tenebrosa
encubre el hondo mar y el ancho suelo;
al aura vagarosa
suelta en rizos la blonda cabellera,
la túnica ligera
15 que tus formas encubre, iluminada
por la llama azulada
del genio que vacila so tu frente,
so tu frente, que ciñes con sombría
.......................................
Del claro sol la frente
20 tras de las cumbres del cercano monte
se ocultaba, los aires encendiendo;
azul y refulgente
brillaba entre la niebla el horizonte,
entre la parda niebla que, envolviendo
25 trigos y montes, valles y praderas,
los objetos, fantástica, perdía,
en tanto que se oía
de las aves parleras
los cantares dulcísimos sonando
30 y en los vecinos bosques expirando.
....................................
el triste arcángel del dolor inspira
y su fúnebre acento
una lágrima ardiente
quizás arrancará, y un verde lauro,
35 digna corona a mi abrasada frente;
lauro que en prenda de tu amor y el mío
iré a poner sobre tu mármol frío.
Y entonces... Mas no puedo:
tú, arcángel del dolor, toma la lira;
40 con acentos más dignos de mi Elvira
prosigue tú este canto
que ahoga en mis labios el acerbo llanto.
Tu aliento es el aliento de las flores,
tu voz es de los cisnes la armonía,
es tu mirada el esplendor del día
4 y el color de la rosa es tu color.
Tú prestas nueva vida y esperanza
a un corazón para el amor ya muerto;
tú creces de mi vida en el desierto
8 como crece en un páramo la flor.
La gota de rocío que en el cáliz
duerme de la blanquísima azucena
es el palacio de cristal en donde
4 vive el genio feliz de la pureza.
Él la da su misterio y poesía,
él su aroma balsámico le presta;
¡ay de la flor si de la luz al beso
8 se evapora esa perla!
Céfiro dulce que, vagando alado
entre las frescas, purpurinas flores,
con blando beso robas sus olores
4 para extenderlos por el verde prado:
las quejas de mi amor y mi cuidado
lleva a la que, al mirar, mata de amores,
y dile que un alivio a mis dolores
8 dé, y un consuelo al ánimo angustiado.
Pero no vayas, no, que si la vieras
y tomando sus labios por claveles
11 el aroma gustar de ellos quisieras,
cual con las otras flores hacer sueles,
aunque a mi mal el término pusieras,
14 tendría de tu acción celos crüeles.
¡las dos!
juguete romántico
Silenciosa está la noche;
apenas suspira el viento;
solo algún perdido acento
4 turba su calma y quietud.
Serena por el espacio
callada la luna sube;
platea la blanca nube
8 su tibio rayo de luz.
Sorda y con lento compás,
en una iglesia lejana
suena una triste campana
12 y da una hora: las dos.
¡Las dos! Hora misteriosa
de fantasmas y hechiceras,
de espectros y de quimeras
16 que nos inspiran terror;
en que el sepulcro abandonan,
por las magas evocados
y en un velo rebozados,
20 los que dejaran de ser;
hora que si en el hogar
cuando narra una conseja
la escucha crédula vieja,
24 se la ve palidecer;
en la que gime en las torres
el cárabo lastimero
y ensaya el búho agorero
28 su fatídico gaznar.
El gallo canta, y susurra
melancólica la fuente,
escuchándose doliente
32 el ronco aullido del can.
¡Las dos! Quizás esta hora
una virgen anhelante
cuenta esperando al amante
36 que se tarda en acudir.
Tal vez en su calabozo
marca esa hora perdida
una menos de su vida
40 al reo que va a morir.
Tal vez algún asesino
las dos estaba esperando,
con impaciencia probando
44 la punta de su puñal.
Y ese reloj impasible,
con su vibración sonora,
anuncia la infausta hora
48 de la muerte al criminal.
¡Las dos! Quizás el sonido
funeral de esa campana
espera la cortesana
52 para una cita de amor.
Quizás será la postrera
que, antes de partir del mundo,
oye triste el moribundo
56 en su lecho de dolor.
Tal vez vuelan a esta hora
las brujas con algazara,
que Belcebú convocara
60 a un diabólico festín;
y al pasar cerca del lecho
donde duerme un ángel puro,
lanzan horrible conjuro
64 con maldiciones sin fin.
Que es hora en que el temerario
con asombro se estremece
y aterrado palidece
68 sin acertar el porqué;
en que las Wils misteriosas
que a los mortales encantan
de la tierra se levantan
72 por un oculto poder.
Hora extraña que parece
de más tarda vibración,
de más fantástico son
76 y otro diverso compás;
mas que a pesar de los sueños
con que la adorna la mente,
es completa, exactamente,
80 lo mismo que las demás.
Es un sueño la vida,
pero un sueño febril que dura un punto.
Cuando de él se despierta,
4 se ve que todo es vanidad y humo...
¡Ojalá fuera un sueño
muy largo y muy profundo,
un sueño que durara hasta la muerte...!
8 Yo soñaría con mi amor y el tuyo.
Lejos, y entre los árboles
de la intrincada selva,
¿no ves algo que brilla por intérvalos?
4 Quizás es una estrella.
Ya se la ve más próxima,
como a través de un tul;
de una pequeña ermita arde en la lámpara...
8 No es de un astro la luz.
De la carrera rápida
el término está aquí.
¡Ah del mesón...! Ni es lámpara ni estrella
12 la luz que hemos seguido. Es un candil.
Aire que besa, corazón que llora,
águila del dolor y la pasión,
cruz resignada, alma que perdona...
4 eso soy yo.
Serpiente del amor, risa traidora,
verdugo del ensueño y de la luz,
perfumado puñal, beso enconado...
8 ¡eso eres tú!
Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la Tierra
4 como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón,
pero jamás en mí podrá apagarse
8 la llama de tu amor.
¡...!
Vivió quien aquí reposa
cual los que me escuchan viven.
¡Cuán útil lección reciben
4 solo al mirar esta losa!
La vida más prodigiosa,
la mejor felicidad,
solo hay de verdadero
8 Sepulcro y Eternidad.
de «el alférez» (1858),
de juan antonio viedma
juan Esas campanas lúgubres
tristísimas nos dan,
con voces melancólicas,
eterno adiós quizá.
5 aurora Que vais enterneciéndome,
(Con ironía.)
no estéis sentimental;
mirad que vuestras lágrimas
me van a hacer llorar.
¡Ja, ja, ja, ja! (Riendo.)
10 Cual la golondrina
que va peregrina
de mástil en mástil
cruzando la mar,
con una botella
15 por única estrella,
en alas del viento
la quiero cruzar.
Conque ¡a la mar!
¡A la mar!
20 coro La brisa de la noche
sus alas tiende ya.
¡Ay..., ja, ay, ja!
Tended con ella al viento
las velas, ¡y a la mar!
25 ¡Ay, ja..., ay, ja!
Ya pronto las galeras
las anclas levarán.
Llegó la hora, Mendoza:
un trago, y a la mar.
30 juan Adiós, mujer que un día
miré en una visión
cruzar como un ligero
relámpago de amor.
¡Adiós!
35 Tú vas por una senda,
por otra marcho yo;
tal vez ni en la otra vida
se reunirán los dos.
¡Adiós!
40 No ruedes, lágrima
pronta a brotar;
campanas lúgubres,
callad, callad.
aurora Lo dicho, dicho,
45 señor don Juan.
¿Queréis que el trapo
suelte a llorar?
¡Ja, ja, ja, ja! (Riendo.)
No hay vida más bella
50 que aquí una botella,
allí unas hermosas
y un juego de azar.
Y así peleando,
rïendo y cantando,
55 jugando y bebiendo,
la muerte esperar.
Conque ¡a la mar!
¡A la mar!
de «la venta encantada» (1856),
de bécquer y luis garcía luna
Ya del monte la cumbre se dora
con un rayo de luz de la aurora,
y volando las nieblas se van:
despertad,
5 que en el bosque nos llaman las aves
con alegre y sonoro cantar.
De esmeraldas revístese el prado;
los rediles rompiendo, el ganado
impaciente se escucha balar
10 por marchar.
Sí, marchemos, que al valle desciendan
con alegre y gozoso triscar.
Reina el silencio en torno;
nace la luna, y sus balcones baña
de fantástica luz; ella me espera,
me espera palpitando
5 de impaciencia y de amor; auras süaves,
llevad con el perfume
de las nocturnas flores,
llevad hasta sus verdes celosías,
envueltas en suspiros,
10 estas canciones mías.
¿Ves esa luna que se eleva tímida?
Blanca es su luz,
pero aun más blanca que sus rayos trémulos,
blanca eres tú.
Cara esposa, en tu frente ese velo
flota en pliegues de cándido tul,
como flota alba nube en el cielo
al cruzar su diáfano azul.
Tu sangre toda que derramara,
mil y mil vidas que te arrancara
no fueran, pérfido, justo castigo
4 de tu traición.
Aparta, ¡oh!, aparta, mujer perjura,
tu juramento fue una impostura,
como tus súplicas, como tus lágrimas,
8 como tu amor.
¿Dónde vas, tórtola triste,
si la noche se ha tendido?
¿Dónde vas si ya tu nido
4 el milano arrebató?
Cruza, cruza en blando vuelo
como peregrina errante,
mas no busques a tu amante,
8 que tu amante te olvidó.
Como el relámpago
que cruza súbito,
brillante ráfaga
4 dejando en pos;
dejando ¡ay! mísera,
triste memoria,
así mi gloria
8 despareció.
Ved esa dama que se adelanta:
bello es su rostro, breve su planta.
3 ¡Oh!, ¿quién será?
Brocados viste de grande estima;
pero miradla, ya se aproxima,
6 aquí está ya.
De un manchego el cariño
no ha de mancharte,
que, aunque soy de la Mancha,
4 no mancho a nadie.
Y es el manchego,
si con las niñas juega,
7 limpio en el juego.
......................
Caminante que cruzas
por estos llanos,
si no te dejan limpio
11 será un milagro.
Porque en la Mancha,
cuando no es el dinero,
14 roban el alma.
de «la cruz del valle» (1860),
de bécquer y luis garcía luna
coro Mirad las coronas
de mirto y laureles;
mirad las guirnaldas
de juncia y claveles:
5 floridos emblemas
de dicha y amor
que alegres traemos
a nuestro señor.
dryn He oído mil veces
10 decir que las flores,
callando, a los ojos
les hablan de amores,
y que a los amantes
ofrece en abril
15 floridos enigmas
el verde pensil.
Mas yo en ese libro
puedo asegurar
que nunca he sabido
20 ni aun deletrear.
coro (Mostrando las flores
y agrupándose alrededor
de Dryn, que escucha
con grande atención.)
La camelia es la hermosura,
el clavel es el afán,
la violeta es la ternura
y el orgullo el tulipán.
25 Son los mirtos la armonía,
los laureles el valor,
y en sus himnos de alegría
es un verso cada flor.
dryn Pues los enigmas
30 de vuestras flores
y sus colores
sé descifrar;
ya a nuestro dueño
más elocuente
35 vuestro presente
sabré explicar.
coro Tomad las coronas
de mirto y laureles;
tomad las guirnaldas
40 de juncia y claveles;
tomad cuantas flores
a nuestro señor
gozosos traemos
en prenda de amor.
federico ¡Alma mía!
adelaida ¡Federico!
los dos A tus brazos vuelvo al fin,
a tus brazos para siempre.
herman Mis promesas cumplo así.
5 adelaida ¡Oh!, vuelve a mis brazos, que aún creo al mirarte
que soy el juguete de un sueño falaz.
¡Oh!, vuelve, alma mía, que quiero estrecharte,
que quiero en tus ojos mis ojos clavar.
federico Esposa del alma, mujer hechicera,
10 que has sido en mi noche lucero de amor.
Tu gozo presente no es vana quimera;
quien te habla y respira tu aliento soy yo.
Soy yo, que arrostrando tranquilo la muerte,
de nuevo a tus plantas me vuelvo a poner.
15 Soy yo, esposa mía, que vengo a ofrecerte
mi amor y mi vida, mi acero y mi fe.
herman Cual brilla una gota del árbol pendiente
después que deshace las nubes el sol,
así brilla y tiembla la lágrima ardiente
20 después que la dicha sucede al amor.
federico ¿Se halla todo prevenido?
herman En mi celo confiad.
adelaida Dios ampara la justicia.
federico Dios, que al fin nos salvará.
25 Brilla hermosa en lontananza,
mensajera del amor,
una estrella de esperanza
en la noche del dolor.
¡Oh, ven tras su huella
30 y a un mundo mejor
en pos de esa estrella
volemos los dos!
adelaida Pues ya brilla en lontananza,
enemiga del dolor,
35 una estrella de esperanza
en el cielo del amor,
siguiendo tu huella
a un mundo mejor
en pos de esa estrella
40 contigo iré yo.
coro (entrando.) Hoy no haya plaza
para el dolor.
Viva la caza,
4 viva el amor.
(Comienza a entrar la
comitiva: cuando ya todos
están en escena, el coro de
Cortesanos que ocupa el primer
término comienza su canción.)
El bufar de los bridones,
de las trompas el clamor,
hagan coro a las canciones
8 del alegre cazador.
Hoy no haya plaza
para el dolor.
Viva la caza,
12 viva el amor.
príncipe Por colmar nuestra alegría,
luminoso el cielo azul
cruza altivo el rey del día
16 derramando un mar de luz.
No hay que temer
vuelva el dolor,
pues de placer
20 me inunda amor.
Tú eres perla, que la concha
guarda fiel como un tesoro;
y yo soy el rayo de oro
24 que chispea sobre el mar.
Si ambicionas luz que vaga
tornasole tu alba frente,
ven a mí, ven, que un torrente
28 de oro y luz te puedo dar.
coro Cual la triste noche oscura
borra el alba al despertar,
así borra su ventura
32 la honda huella del pesar.
príncipe Luz de la aurora,
rayo del día,
silfa ligera,
36 blanca visión:
solo en ti adora
el alma mía;
solo en ti espera
40 mi corazón.
coro de cazadores
Con hondos bramidos rasgando los vientos
arrojen las trompas sus roncos acentos;
picad los corceles, soltad los lebreles,
y voces, bramidos,
5 cantares, ladridos,
en vario y alegre confuso rumor,
anuncien que al bosque
desciende galana,
altiva y hermosa
10 la nueva Diana
que tiene las flechas y el arco de Amor.
coro de
damas Amor suavísimos
dicen los céfiros
que van meciéndose
15 de flor en flor,
y en dulce cántico
las ondas trémulas
repiten lánguidas:
¡Amor! ¡Amor!
20 coro general Todo, señora,
todo en redor
entona un cántico
en vuestro honor.
De la tormentosa noche
misterioso mensajero,
el relámpago ligero
4 se ve a intérvalos brillar.
Recoged pronto las redes,
que el clamor de la campana
nos anuncia la cercana
8 y horrorosa tempestad.
Nunca la naturaleza
me agrada como en las horas
en que misterioso reina
ese silencio de muerte
5 que predice la tormenta,
en que la nube se apiña
o en jirones rota ondea,
en que enmudecen los vientos,
en que la atmósfera pesa,
10 huyen al bosque las aves,
gimen las ondas inquietas
y del relámpago brilla
a intervalos la luz trémula.
dryn Dime, morena, dime,
dime, alma mía,
si de tu Dryn te acuerdas
durante el día;
5 si cuando roncas
fugaz pasa en tus sueños
mi aérea sombra.
catalina Al rumor de las hojas
que el aire mueve
10 pienso en ti noche y día
junto a la fuente.
Y con mis lágrimas,
el agua que bebemos
se vuelve amarga.
En vano entre las sombras buscan la cruz mis ojos;
brilla un instante y pasa relámpago fugaz.
(Desciende hasta la mitad de la escena. A poco, brilla
un relámpago y a su resplandor figura que ve la cruz.)
¡Oh, gracias! Como un negro fantasma entre esos árboles
sus descarnados brazos la he visto al cielo alzar.
5 Iris del cielo,
cruz escondida,
en este suelo
tú eres la egida
que nos defiende contra el dolor.
10 Como el marino
cansa anhelante
buscando el faro que ve lucir,
en mi camino
yo cruzo errante
15 y entre las sombras te busco a ti.
Visión peregrina, celeste esperanza,
tu aliento invisible me infunde el valor:
yo sigo tus huellas al rayo que lanza
la antorcha de fuego que agita el amor.
los dos [adelaida y herman] Amor, cuando tiendes tus alas inmensas
te llaman los cielos y el mundo señor,
que tú en un instante de gozo compensas
4 un siglo de angustias, de llanto y dolor.
herman Espíritu inmenso que cruzas las nubes
en alas del rayo, del trueno al fragor,
escucha piadoso mi humilde plegaria:
8 protege, ¡Dios mío!, protege su amor.
Fantasmas de la noche,
mi mente abandonad,
que un rayo de esperanza
4 mis ojos ven brillar.
Onda de perlas, luz y colores,
alada hermana del rojo sol,
tú das hermosa vida a las flores,
8 oro a las nubes, calma al dolor.
Vanos fantasmas, nuncios de duelo,
si es vuestra madre la oscuridad,
ved... ya la aurora brilla en el cielo.
12 Desvaneceos... Pasad... Pasad...
A beber, a beber;
a brindar, a brindar.
3 Si la vida es un sueño engañoso,
mientras dura, a reír y a gozar.
Tralará, la lará.
6 Tralará, la lará.
Yo atravesaba un páramo
con sed de inmenso amor,
y cuando hallé una fuente,
la fuente se agotó.
En el jardín del mundo
la dicha es una flor
que se doblega y muere
4 al soplo del dolor.
Regándola con vino
recobra su esplendor
y se abre perfumada
8 al rayo del amor.
catalina Si es sueño la vida
que pasa fugaz,
yo quiero con vino
y amores soñar.
de «el nuevo fígaro» (1862),
de bécquer y ramón rodríguez correa
Olvidar el bien que adoro,
aun queriendo, no podría;
¡clava Amor flechas de oro
4 imposibles de arrancar!
Cual la inquieta mariposa
busca el fuego en que se abrasa,
luz el alma impetüosa
8 va en sus ojos a buscar.
Tened, viendo mi llanto,
piedad de una infelice:
3 pretendo en vano, ¡ay mísera!,
su imagen desechar...
¡No sé cómo hay quien dice
6 que es fácil olvidar!
Esta dicha que embrïaga
y que inunda el alma entera,
3 si es del sueño una quimera,
no quisiera despertar.
¡Vuelvo a verle, vuelvo el aire
6 que él respira a respirar!
Salid, ardientes lágrimas,
mostradle mi quebranto;
si no prorrumpe en llanto,
4 ahogar puede el dolor.
¿Por qué, por qué si el pérfido
mi afecto despreciaba,
mintiéndome juraba
8 eterno, ardiente amor?
Tu palabra es como un filtro
que a tus pasos me encadena;
3 tu mirada que enajena
dulce encanto de amor es.
Ni la muerte a separarnos
6 bastará con su poder.
¡Si crüel a mi tormento
niega el cielo la piedad,
de mis quejas el acento
4 al profundo llegarán!
¡Nunca! ¡Nunca! Por borrarme
de su pecho lucha en vano.
¡No, jamás! Jamás la pérfida
8 será dueña de su mano.
En calma plácida
mi corazón
ya siente el mágico
poder de amor.
5 Con él mi seno
tranquilo está,
siempre sereno
respirará.
Sí.
10 Y tantas lágrimas,
libre de pena,
en paz serena
recordará.
de la novela «abdallah» (1869)
Texto de 1869
Para escapar a la muerte
no hay alas bastante rápidas:
al grande como al pequeño,
4 su brazo temible alcanza.
El más sabio es el que vive
bien con Dios, y al encontrarla,
ni arrogante ni medroso,
8 la contempla cara a cara.
Texto de 1870
De la muerte para huir
no hay alas bastante leves;
al grande como al pequeño
4 alcanza su brazo fuerte.
El más sabio es el que vive
como Dios dispone y quiere,
y ni altivo ni medroso
8 a contemplarla se atreve.
Texto de 1869
Ciprés alto y airoso,
flor de corola oscura,
joven de ojos más negros
4 que la noche sin luna,
¿ves ese vellón blanco
que leve el aire empuja?
Así pasan los días
8 para no volver nunca.
Menos pronto la rosa
de galas se desnuda;
si llueve, menos pronto
12 se ve la arena enjuta
que de la vida pasan
placeres y amarguras,
semejantes a un sueño
16 que concluye en la tumba.
¡Tan solo Dios es grande!
Si quieres que la pluma
de un arcángel escriba
20 tu vida santa y pura,
de las pasiones huye,
que son mortal cicuta,
y el espíritu alado
24 remonta a las alturas.
El cuerpo es para el alma
prisión triste y oscura;
dichoso el que la rompe
28 de luz y amor en busca;
dichoso el que a Dios sube
y en su esplendor se inunda
y confundidos arden
32 como dos llamas juntas.
Texto de 1870
Noble ciprés esbelto,
flor de oscura corola,
joven de ojos más negros
4 que noche triste y sola.
¿Ves ese vellón blanco
que leve el aire arroja?
Así pasan los días,
8 y pasan y no tornan.
Menos pronto de galas
desnúdase la rosa,
la lluvia menos pronto
12 la leve arena moja
que de la vida pasan
placeres y zozobras;
pasan como los sueños
16 pasaron a la aurora.
¡Tan solo Dios es grande!
Si quieres que tus obras
los ángeles conserven
20 perpetua en su memoria,
refrena las pasiones,
que son mortal ponzoña,
y limpio a las alturas
24 tu espíritu remonta.
El cuerpo es para el alma
prisión humilde y tosca;
de luz de amor en busca
28 dichoso el que la rompa;
dichoso el que a Dios sube
y en su esplendor se arroba
y puede quemar su alma
32 de amor en lumbre ignota.
Crece escondida a los humanos ojos
la yerba del misterio,
y en vano es que la busques en el mundo,
porque habita en el cielo.
En vano buscas el cielo
en ese azul pabellón,
con su luna, sus estrellas
4 y su deslumbrante sol.
El cielo más luminoso
lo ha puesto en el alma Dios;
el paraíso lo lleva
8 el justo en su corazón.
Texto de 1869
¡Dios solo es grande! Un soplo de sus labios
es el simún que las arenas barre,
la tempestad del rayo engendradora,
4 el ronco acento de su voz gigante.
Por eso las arenas encendidas,
el trueno, el rayo, el aire
repiten en su lengua a los creyentes:
8 ¡Dios solo es grande!
¡Dios solo es grande! A su mandato airadas
se ven las olas hasta el cielo hincharse,
y él puso el valladar de arena donde
12 humildes en espuma se deshacen.
Por eso el mar que ruge y le obedece,
los hombres y los ángeles
repiten prosternados en el polvo:
16 ¡Dios solo es grande!
Texto de 1870
¡Dios solo es grande! Un soplo de su aliento
es el simoun que las arenas barre.
La ronca tempestad es el acento
4 de su voz gigante.
Por eso las arenas y las fuentes,
cielo y rayo y aire
repiten en su canto a los creyentes:
8 ¡Solo Dios es grande!
¡Dios solo es grande! Por eso a su mandato
se ven las olas hasta el cielo alzarse
y que humildes después sobre la arena
12 limpias se deshacen.
Por eso las arenas y los hombres,
los ángeles y mares
repiten prosternados en el polvo:
16 ¡Solo Dios es grande!
Quitadme estos vestidos recamados
y estos chales de pérsica labor.
¡Tomad vuestras alhajas y volvedme
4 mi sencillo albornoz!
¡Me ahogo en el harem, en donde templan
las celosías el ardiente sol!
Yo necesito luz y espacio y aire:
8 el desierto es mi amor.
¿Dónde está el pozo donde se habla y ríe
junto al camello y el corcel veloz?
¿Dónde está el beduïno que a arrancarme
12 vendrá de esta prisión?
Texto de 1869
En las tazas de plata
como un rayo de sol chispea el vino.
¡Bebed! Él cura lo que nadie cura:
4 los males del espíritu.
¿Surca el dolor tu frente?
¿Temes las noches largas como siglos?
¡Pues apura tu taza y bebe en ella
8 el sueño y el olvido!
«¡Hafiz», me dicen, «bebes
la locura y la muerte en ese líquido!».
Y yo respondo: «Hafiz oye con risas
12 del cuervo los graznidos».
¡Maldíganme en buen hora!
¡Quiero beber: es mi único capricho!
Llorar quiero y reír, y río y lloro
16 cuando me aturde el vino.
Texto de 1870
Como rayo de sol chispea el vino
en las tazas de plata.
¡Bebed! Él cura lo que nadie cura:
4 los males del alma.
¿Los pliegues del dolor surcan tu frente?
¿Temes las largas noches?
Bebe esa copa. ¿Sabes qué contiene?
8 Olvido de dolores.
La locura y la muerte dicen todos
que bebo en ese vino,
mas yo respondo: «Hafiz oye con risa
12 del cuervo los graznidos».
de la novela «aziz y aziza» (1869)
Texto de 1869
¡Huyó a la sombra eterna
y con la suya se llevó mi alma!
¡Huyó, y huyó con ella la alegría,
4 quedándome las lágrimas!
No soy más que un cadáver
que por milagro entre los vivos anda.
¡Mi vida se apagó como la antorcha
8 que el huracán apaga!
Texto de 1870
Me la llevó la eternidad sombría,
llevándoseme el alma;
¡partió, y partió con ella mi alegría,
4 mi ventura y mi calma!
Solo soy un cadáver, sombra perdida
que entre los vivos vaga;
¡como la antorcha se apagó mi vida
8 que el huracán apaga!
Texto de 1869
De esa mujer apártate,
que si a adorarla llegas
¡envidiarás la paz de los que duermen
4 debajo de la tierra!
¡Su ternura es mentira,
mentira su inocencia!
¡Su amor es triste sueño del que siempre
8 llorando se despierta!
Texto de 1870
De esa mujer sepárate,
que si adorarla llegas,
¡envidiarás la paz de los que duermen
4 debajo de la tierra!
¡Su ternura es falsía,
mentira su inocencia!
¡Su amor es triste sueño del que siempre
8 llorando se despierta!
¡Oh!, tú que el dolor renuevas
del corazón, ¿a qué vienes?
¿A traerme la esperanza
o a darme otra vez la muerte?
Con pena lograrás, amado mío,
leer estas palabras
3 que ha dictado el dolor.
Y, sin embargo, créeme, al trazarlas
mucho más que la mano
6 temblaba el corazón.
¡Dios aleje el peligro que te acecha
cuando huyes de mi lado!
¡Oh, quién fuera la sombra de tu cuerpo,
el eco de tus pasos!
Texto de 1869
Oye una voz doliente que tiembla y que te implora.
¿Qué hará el corazón triste que una pasión devora?
Texto de 1870
Oye una voz doliente que te implora:
¿qué hará el alma que la pasión devora?
—¡Debe callar y sufrir
dando muestras de valor!
—¿Y si se siente morir?
¿Y si aumenta su dolor
callar?
—Más vale morir.
Texto de 1869
¡Moriré obedeciéndote
y envidiando tu dicha,
pues me robas el único
tesoro que tenía!
Texto de 1870
¡Moriré como me mandas,
envidiosa de tu dicha,
pues me robas un tesoro
que amaba más que la vida!
¡Vi aquel jardín desierto
donde crecen las zarzas!
¡Vi aquellas flores, que no riega nadie,
4 caer sobre la tumba deshojadas!
Me aproximé a la piedra,
vi la inscripción borrada
y pregunté a los árboles y al viento:
8 «¿Quién duerme en esta tumba solitaria?».
Me respondió la brisa
agitando las ramas:
«Reposa aquí la que murió en silencio,
12 de un ignorado amor víctima santa.
¿Qué importan al dichoso
amarguras extrañas?
¿Qué importan a los vivos los que mueren
16 y sus secretos en la tierra guardan?».
«¡Abandonadas flores!»,
exclamé, «¡Pobre alma!
¡Aunque os olviden todos, cuando menos
20 yo rezaré y os regaré con lágrimas!».
de la novela «el príncipe perro» (1869)
Con el viento de la noche,
desde el fondo de la selva,
una voz que canta y llora
4 hasta mí llega.
Es de mi amante, que gime
víctima de una hechicera.
¡Pájaro azul! ¡Tiempo alado!
8 ¡Vuela, vuela!
Le aguardo tan impaciente
que en el cuerpo el alma presa
por verle romperá el lazo
12 que la sujeta.
Y entonces si a hallarme torna,
será moribunda o muerta.
¡Pájaro azul! ¡Tiempo alado!
16 ¡Vuela, vuela!
Si al tornar sabes que he muerto,
amante mío, no temas,
porque he de oír tus pisadas
20 bajo la tierra.
Y con pronunciar mi nombre
harás que a la vida vuelva.
¡Pájaro azul! ¡Tiempo alado!
24 ¡Vuela, vuela!
Por los tenebrosos rincones de mi cerebro, acurrucados y desnudos, duermen los extravagantes hijos de mi fantasía, esperando en silencio que el Arte los vista de la palabra para poderse presentar decentes en la escena del mundo.2
Fecunda como el lecho de amor de la Miseria, y parecida a esos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi Musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían suficientes a dar forma.3
Y aquí dentro, desnudos y deformes, revueltos y barajados en indescriptible confusión,4 los siento a veces agitarse y vivir con una vida oscura y extraña, semejante a la de esas miríadas de gérmenes que hierven y se estremecen en una eterna incubación dentro de las entrañas de la tierra,5 sin encontrar fuerzas bastantes para salir a la superficie y convertirse al beso del sol en flores y frutos.
Conmigo van, destinados a morir conmigo, sin que de ellos quede otro rastro que el que deja un sueño de la medianoche que a la mañana no puede recordarse. En algunas ocasiones, y ante esta idea terrible, se subleva en ellos el instinto de la vida y, agitándose en terrible aunque silencioso tumulto, buscan en tropel por donde salir a la luz, de las tinieblas en que viven. ¡pero, ay, que entre el mundo de la idea y el de la forma existe un abismo que solo puede salvar la palabra, y la palabra, tímida y perezosa, se niega a secundar sus esfuerzos! Mudos, sombríos e impotentes, después de la inútil lucha, vuelven a caer en su antiguo marasmo. Tal caen inertes en los surcos de las sendas, si cae el viento, las hojas amarillas que levantó el remolino.
Estas sediciones de los rebeldes hijos de la imaginación explican algunas de mis fiebres. Ellas son la causa desconocida para la ciencia de mis exaltaciones y mis abatimientos.6 Y así, aunque mal, vengo viviendo hasta aquí: paseando por entre la indiferente multitud esta silenciosa tempestad de mi cabeza. Así vengo viviendo; pero todas las cosas tienen un término, y a estas hay que ponerles punto. El Insomnio y la Fantasía siguen y siguen procreando en monstruoso maridaje.7 Sus creaciones, apretadas ya como las raquíticas plantas de un vivero, pugnan por dilatar su fantástica existencia disputándose los átomos de la memoria como el escaso jugo de una tierra estéril. Necesario es abrir paso a las aguas profundas, que acabarán por romper el dique, diariamente aumentadas por un manantial vivo.
¡Andad, pues! Andad y vivid con la única vida que puedo daros. Mi inteligencia os nutrirá lo suficiente para que seáis palpables. Os vestirá, aunque sea de harapos, lo bastante para que no avergüence vuestra desnudez. Yo quisiera forjar para cada uno de vosotros una maravillosa estofa tejida de frases exquisitas en la que os pudierais envolver con orgullo como en un manto de púrpura.8 Yo quisiera poder cincelar la forma que ha de conteneros como se cincela el vaso de oro que ha de guardar un preciado perfume.9 ¡Mas es imposible!
No obstante, necesito descansar; necesito, del mismo modo que se sangra el cuerpo por cuyas hinchadas venas se precipita la sangre con pletórico empuje, desahogar el cerebro, insuficiente a contener tantos absurdos.
Quedad, pues, consignados aquí, como la estela nebulosa que señala el paso de un desconocido cometa; como los átomos dispersos de un mundo en embrión que avienta por el aire la Muerte antes que su Creador haya podido pronunciar el fiat lux que separa la claridad de las sombras.10
No quiero que en mis noches sin sueño volváis a pasar por delante de mis ojos en extravagante procesión pidiéndome con gestos y contorsiones que os saque a la vida de la realidad, del limbo en que vivís, semejantes a fantasmas sin consistencia. No quiero que, al romperse este arpa vieja y cascada ya, se pierdan a la vez que el instrumento las ignoradas notas que contenía.11 Deseo ocuparme un poco del mundo que me rodea, pudiendo, una vez vacío, apartar los ojos de este otro mundo que llevo dentro de la cabeza.12 El sentido común, que es la barrera de los sueños, comienza a flaquear, y las gentes de diversos campos se mezclan y confunden. Me cuesta trabajo saber qué cosas he soñado y cuáles me han sucedido. Mis afectos se reparten entre fantasmas de la imaginación y personajes reales. Mi memoria clasifica revueltos nombres y fechas de mujeres y días que han muerto o han pasado con los de días y mujeres que no han existido sino en mi mente. Preciso es acabar arrojándoos de la cabeza de una vez para siempre.
Si morir es dormir, quiero dormir en paz en la noche de la Muerte sin que vengáis a ser mi pesadilla maldiciéndome por haberos condenado a la nada antes de haber nacido. Id, pues, al mundo a cuyo contacto fuisteis engendrados y quedad en él como el eco que encontraron, en un alma que pasó por la tierra, sus alegrías y sus dolores, sus esperanzas y sus luchas.
Tal vez muy pronto tendré que hacer la maleta para el gran viaje. De una hora a otra puede desligarse el espíritu de la materia para remontarse a regiones más puras. No quiero, cuando esto suceda, llevar conmigo, como el abigarrado equipaje de un saltimbanqui, el tesoro de oropeles y guiñapos que ha ido acumulando la fantasía en los desvanes del cerebro.13
[ 1 ] El soneto, como era frecuente en los poemas prólogo, contrapone el registro sublimeA de la épica al estilo humilde de la lírica amorosa, encarnada en la poesía bucólica. Se detectan recuerdos de Lista (v. 12) y Garcilaso (vv. 13-14). Se imprimió en 1853 en la revista conservadora El Trono y la Nobleza.°
1. Clío era la musa de la épica y la historia. El arranque es un remedo del primer verso de la Ilíada («Canta, oh Musa, la cólera de Aquiles», etc.). 8. Formulismo usual para contraponer las regiones inhabitables, como en la rima lxvi.
[ 2 ] Poema mariano, a medio camino entre la balada y el romance piadoso, al modo de Zorrilla o de Selgas. Anticipa los motivos de la azucena (rima xix) y la mujer angélica (rima xi), así como el empleo de las suspensiones para señalar saltos en el tiempo (rimas xxix, xl, lxxi, lxxiii y lxxvi). Se imprimió en 1854 en la revista El Trono y la Nobleza.°
Era emblema mariano de la pureza. 11-12. El conde don Jaime es invención de Bécquer, aunque trae a la memoria al conde don Jaime de Urgell (1380-1433) y a Jaime i de Aragón (1208-1276), conde de Barcelona y protagonista del drama Don Jaime el Conquistador (1838), de Patricio de la Escosura. 28-32. Se trata de la oración del Ángelus, en recuerdo de la Anunciación a la Virgen, que se reza tres veces al día: a las seis de la mañana, a las doce del mediodía y –como aquí– a las seis de la tarde. 55-56. La distinción entre sentimiento y expresión era fundamental en la literatura de la época. Aquí la muchacha, a falta de palabras, expresa lo que siente por medio del lenguaje de las flores, como en el poema 44. 62. equivocarla: ‘confundirla’.
[ 3 ] La anacreóntica, protagonizada por el amor, el vino y la defensa del carpe diem, evolucionará durante el siglo xix hacia los poemas sobre el motivo de la orgía, como en las rimas lv y lviii. Esta se imprimió en 1855 en la revista Álbum de Señoritas.°
1-4. Recusatio de la épica a favor de la lírica. La lira dorada representa el estilo sublime; la de flores, el amoroso o anacreóntico. 8. néctares: ‘vinos’. 14. me llama: imperativo, ‘llámame’. Flérida era nombre usual en la literatura pastoril y anacreóntica. 25-26. Versos muy próximos a xl, 8-10. 42. En la literatura pastoril, el nombre de Elpino suele designar al sabio o al amigo del enamorado.
[ 4 ] Podría haberse inspirado en la Apoteosis que Zorrilla dedicó a Calderón o en El panteón de El Escorial, del mismo Quintana, donde el poeta asistía a las intervenciones en estilo directo de las sombras o fantasmas de los antiguos monarcas españoles. Bécquer da voz a los espíritus de Osián, Herrera y Petrarca, representantes de la poesía descriptiva, la épica y la lírica, que rinden homenaje al poeta Manuel José Quintana, coronado como poeta nacional en 1855. El mismo procedimiento, por el cual una voz narrativa enmarca la intervención funeral de un espíritu en estilo directo, ya lo había empleado en el poema 6, de 1848. Hay recuerdos puntuales de Espronceda (vv. 24 y 41), Lista (v. 41), Herrera (v. 65), Quintana (vv. 99-102 y 172) y Lope de Vega (vv. 260-291).°
1. genio de la luz: el Sol. 29. célica: ‘celeste’. 38. vagaroso: ‘que vaga de un sitio a otro’. 51. En un autógrafo, Bécquer copió un verso suelto similar a este.▫ 54. cárabo: ‘especie de lechuza’. 58-60. Nótese la asonancia furor: voz. 60. sombras: ‘espíritus’. evoque: ‘invoque’. 74. Describe los llamados‘fuegos fatuos’. 79. Bardo escocés inventado, a partir de la figura mítica de Oisín, por el poeta James Macpherson, quien entre 1761 y 1765 publicó una serie de poemas atribuidos a este autor imaginario. 80. Morvén era el reino ficticio donde gobernaba Fingal, padre de Osián. La figura del poeta sentado en lo alto de una roca se repitió a menudo en los poemas de Macpherson y en la literatura osiánica derivada de él. 83-85. El poeta sevillano Fernando de Herrera (1534-1597) es recordado aquí por su Canción a la batalla de Lepanto (1571), pero también por su poesía amorosa, ambientada en el marco bucólico del Guadalquivir. 87. Río de Florencia. 88. Laura era la amada de Petrarca, a quien dirigió su Cancionero y sus Triunfos. 99-102. Era exordio frecuente en la poesía clasicista. 114 occeano era forma frecuente en la época. 119-125. Se alude a los poemas de Quintana contra la invasión napoleónica. 121. férvidas: ‘ardorosas’. 122. tímidas: ‘cobardes’. 145. Cromla es un promontorio, a menudo batido por el viento, del poema «Fingal», atribuido a Osián. 153. Posible lapsus, pues España no está al occidente de Escocia. 159. Se refiere a Napoleón. 162. Puerto o Valle de la Fuenfría, en la sierra del Guadarrama, desde donde Quintana llama a la lucha contra los franceses en su poema «A España después de la revolución de marzo». 168. Isla de la literatura osiánica en la que reinaba Gorlo. Parece que Bécquer la ha confundido con un monte. 172. Las palabras en cursiva son cita de un verso de Quintana. 187-190. Alusión a la victoria de Lepanto, en la que la Liga Santa (una coalición de potencias católicas) venció contra los turcos (el monstruo oriental) en 1571. 191-194. Alusión al poema de Quintana dedicado A la batalla de Trafalgar. En ella, España y Francia fueron derrotadas por Inglaterra en 1805. 205. Laura, a quien Petrarca transforma a menudo en l’aura, viento apacible; véase el v. 208. 206. la aurora, como el aura del verso 208, también es paronomasia de Laura. 210. Efectismo teatral, como abajo, en el verso 259, y en la rima lv, 3. 221. bridón: «caballo ensillado y enfrenado a la brida» (Autoridades). 222-223. Para la rima interna arpa de oro : sonoro, en deuda con Quintana, véanse los versos 99-102. Bécquer asocia el arpa a la poesía épica, quizás por influencia de Osián. 224. Quintana es autor de un himno A la hermosura. 230. Para la trompa, símbolo de la épica, véase el poema 19, v. 9. 259. De nuevo el mismo efecto teatral del verso 210. 276-277. Nótese la concordancia anómala: Las torres ... hieren el viento.
[ 5 ] Letanía muy similar a la rima lii. Sigue el orden de la Letanía de los Santos: patriarcas y profetas del Antiguo Testamento, santos niños inocentes, apóstoles del Nuevo Testamento, mártires, vírgenes, monjes, doctores de la Iglesia y demás santos. Se explica la inclusión de los niños porque el poema fue escrito para su publicación en un devocionario infantil de 1868 en el que colaboraron algunos de los principales poetas de la época.°
1. Hebreos 11. Casi todo el poema está escrito a partir de retazos bíblicos. 3. i Corintios 15:12-19. 7. Génesis 1:3-5. 10. Apocalipsis 14:1-5. 11. Macabeos 10:13-16; Mateo 19:13-15; Lucas 18:15-17. 13-14. Efesios 2:19-22. 21-24. Es imagen muy querida por Bécquer, quien la repite en la rima xix. 27. iris: ‘arco iris’. 33-36. 2 Timoteo 2.
a. El Libro de cuentas es un volumen de contabilidad que perteneció al padre del poeta. Tras su muerte en 1841, pasó a manos del hijo, quien lo empleó para transcribir en él, aprovechando los márgenes y algunas páginas en blanco, varios textos en prosa y verso, a menudo en forma muy embrionaria.
[ 6 ] Bécquer contaba unos doce años cuando, hacia 1848, escribió esta elegía inacabada que se inspira en poemas fúnebres de Espronceda, Rodríguez Zapata y el propio Lista, referente intelectual de los poetas sevillanos durante la primera mitad del siglo xix y maestro en la escuela donde estudió el joven poeta. En el manuscrito autógrafo, el poema continúa en forma de esbozo en prosa, que puede leerse en nuestro aparato crítico.°
5-6. Se decía que las plañideras de la Antigüedad alborotaban sus cabellos y los cubrían con ceniza. 11. Apolo era dios de la poesía. 13. Melpomene era la musa de la tragedia y el canto fúnebre. 18. El Cisne era emblema del poeta; la Bética es la Andalucía clásica. 24. La Parca es Átropos o Morta, que en la tradición clásica cortaba el hilo de la vida. 26. temistes: la misma terminación, en la rima xxxv, 4. 29. movieron: ‘conmovieron’.
[ 7 ] Los poemas dedicados al elogio de la mujer durante un baile en sociedad fueron muy frecuentes en la lírica del siglo xviii e inicios del xix. Este se inspira parcialmente en el Cantar de los cantares. La lira del verso 2 era atributo de Terpsícore, musa de la danza, con quien se identifica a la mujer que baila en los versos 13-14. Hay un recuerdo de Garcilaso en los versos 37-39. Desde este poema hasta el número 22 inclusive, todos se escribieron, como máximo, en 1852.°
3. célica: ‘celeste’. 25. blonda: ‘rubia’, galicismo. 28. vagaroso, ‘que vaga’, no debería aplicarse al espacio, sino a la bailarina. 19-20. Se ha relacionado con el Cantar de los cantares 7:8 («Tu estatura se asemeja a la palma»). 42. Nótese el leísmo.
[ 8 ] Ensayo inacabado de una descripción de signo clasicista basada en el motivo del lugar ameno.
[ 9 ] Quizás se relacione con los poemas 8 y 10, aunque parece un esbozo que solo se desarrollará en la zarzuela La venta encantada, de 1856 (poema 35). Remite al género de la égloga, que Bécquer vincula a Garcilaso en el poema 1.
[ 10 ] El motivo de la azucena tronchada será desarrollado en la rima xix. Parece el contrapunto del poema 9, que, como ya se ha dicho, solo hallará desarrollo lírico en la zarzuela La venta encantada, de 1856 (poema 36).°
2. capuz: ‘capucha’; aquí, ‘corola o campana de la flor’.
[ 11 ] Nuevo esbozo descriptivo sobre un náufrago, con el que tal vez se comparaba el amante.
[ 12 ] Parecen variaciones embrionarias sobre el motivo del rayo de luna, que cruza misterioso, como en la leyenda homónima.
[ 13 ] Intentos de descripción orientalista, como se aprecia por la palabra alcázares, la ornamentación opulenta (suntuosos, pórfidos) y la descripción de un jardín sensual de factura islámica, síntesis del paraíso terrenal.°
2. labraron: ‘edificaron’, pero también ‘ornaron, cincelaron’. 10. colorines: ‘jilgueros’.
[ 14 ] La hora de la siesta (hora sexta o mediodía), ambientada en un lugar ameno, remite a la égloga renacentista, aunque el arranque es similar al de la Soledad primera de Góngora: «Era del año la estación florida / ... / el sol todos los rayos de su pelo».°
5. Filomena: ‘ruiseñor’. En la mitología griega, los dioses la transformaron en esta ave como castigo por haber asesinado al hijo de Tereo.
[ 15 ] Inicio de una leyenda de ambientación nocturna.°
4. La luna es «fanal misterioso» en el poema «A la luna», de Zorrilla. 5. Alusión a Diana, diosa de la castidad (véase la rima xl, 29).
[ 16 ] La ambientación nocturna se combina con un posible recuerdo de Garcilaso («en el silencio solo se escuchaba / un susurro de abejas que sonaba», égloga iii, vv. 79-80 ).°
[ 17 ] Inicio de un poema en el que quizás el enamorado anunciaba su próxima muerte, como en la rima xxxvii.
[ 18 ] Nuevo ensayo bucólico en el que un enamorado se lamenta en un lugar ameno próximo a Sevilla.°
3-4. tigre era palabra femenina en textos clasicistas.
[ 19 ] El poeta renuncia a la épica, encarnada en la materia troyana y expresada mediante un estilo sublime, y se conforma con el estilo humilde o ínfimo de la poesía lírica, que se identifica con el epitalamio, la égloga y la anacreóntica.°
1-4. Recreación de la Ilíada, 1-2, como en el poema 1, con apóstrofe a las Musas. 7. Hécuba: protagonista de la tragedia homónima de Eurípides. Es célebre su lamento tras ser convertida en esclava al acabar la guerra de Troya (Ovidio, Metamorfosis, xiii, 508-510). La cítara se asociaba a la poesía anacreóntica. 9. La trompa solía relacionarse con la épica, como en el poema 4, v. 230. 15. La troyana Andrómaca vio morir a su esposo Héctor y a su hijo Astianacte, y fue hecha esclava por los griegos tras la caída de Troya. 19. Ajax o Áyax fue un guerrero griego de gran fortaleza que combatió en la guerra de Troya. Recuperó los cuerpos de Patroclo y Aquiles de manos de los troyanos. 22. Mavorte: Marte, dios romano de la guerra. 44. Aquiles, hijo de Peleo y de Tetis. 45. Se refiere a la esposa de Héctor, la ya mencionada Andrómaca (v. 15). 52. Himeneo es el dios del matrimonio. 60. ‘el vino de Baco’. Lieo, uno de los nombres del dios del vino, fue empleado con frecuencia por los poetas romanos. Etimológicamente significa ‘el que libera de las preocupaciones’.
[ 20 ] La poesía procaz, de divulgación privada, fue muy frecuente entre los poetas de los siglos xviii y xix.°
4. cansada debería concordar con la mujer implícita, también sobreentendida en el tu del siguiente verso. 5. papo: ‘vulva’. 6. aranzada: medida de superficie agraria, que en Sevilla correspondía a unos 4700 m2.
[ 21 ] Las versiones procaces y satíricas de la historia de la casta Lucrecia fueron muy frecuentes desde el Siglo de Oro. El destinatario es Lucio Junio Bruto († 509 a.C.), que defendió a Lucrecia tras su violación y suicidio, y aprovechó este hecho para expulsar del poder a los Tarquinios e instaurar la República.°
4, Juego de palabras basado en el nombre de Lucio Junio Bruto. 18. conejo: ‘vulva’. 30. les daba el higo: ‘les entregaba la vulva’. 33. guiñaposo: ‘andrajoso’. 39. echaba vainas: ‘fornicaba’; indina: ‘indigna’. 43. hacer el oso era ‘cortejar haciendo el ridículo’.
[ 22 ] Epístola horaciana, dirigida seguramente a Narciso Campillo, en la que se oponen el amor y la amistad: mientras el primero es un furor que destruye al enamorado, el segundo proporciona consejos reparadores basados en la razón pero que el enfermo es incapaz de seguir. El amigo consejero que contrasta con la amada pérfida volverá a aparecer en las rimas xxxix y xlii. En el poema, inacabado, destaca el empleo de la rima arromanzada.°
Epígrafe. Cita inexacta de unos versos de Juan del Encina. 5. Verso hipométrico. 17. cruda: ‘cruel’. 39-44. Variación del tópico Honos alit artes (‘el honor estimula las artes’). En estos versos, es el amor lo que impulsa a los hombres realizar grandes hechos. 50. El dios es Cupido. 67-68. El sintagma dulce error es petrarquesco. 68. Verso hipométrico. 69. Bécquer borró en el manuscrito el nombre de la amada, que tal vez empezaba con la letra E, como la Elvira del poema 24.
[ 23 ] La composición pertenece el subgénero de la poesía de despedida, muy frecuente en el siglo xviii. Bécquer ruega a una muchacha que no regrese al País Vasco tras haber pasado, seguramente, unas vacaciones en Sevilla. Parte del poema se inspira en la oda «En la Ascensión», de fray Luis de León, contaminada seguramente con el poema «A don Manuel Moreno», de Quintana. Se compuso en 1852.°
1. Betis: denominación clasicista del río Guadalquivir. 12. Filomena: ‘ruiseñor’; para sus resonancias mitológicas véase el poema 14, v. 5. 25-26. Error de concordancia, pues el sujeto de dirán es canto. 27. El mirto o arrayán era el árbol de Venus. 28. También las rosas solían asociarse a la diosa del amor. 29. Es extraña la mención de la corona de acacias, pues se trata de un árbol espinoso. Sin embargo, Meléndez Valdés, en su poema «De las dichas del amor», sitúa este árbol, junto a los mirtos, en la cárcel del dios Amor. Su flor es muy aromática y de un amarillo intenso (en el poema, luciente). 32-33. El giro pintadas alondras es extravagante, pues estas aves tienen el plumaje pardo. 46-48. Para el viento mensajero, véanse el poema 27 y las rimas xvi y xxviii. 53. La pradera es el valle del Guadalquivir, como en el v. 73. 54. El laísmo podría deberse al prestigio del dialecto de Castilla. 55-56. El lejano confín es el País Vasco, lugar de procedencia de la muchacha. anotar al lejano confín donde el vascón tiene su asiento 62. Aurora era la diosa romana del amanecer. La adjetivación es tópica. anotar sonrosada Aurora 64. canora: ‘melodiosa’. 84. hispálica: ‘sevillana’, en relación con Híspalis, nombre de la ciudad en época romana. anotar hispálica 102. no acuerden: sin pronombre, es propio de la poesía clasicista. 118. El verso, hipermétrico, no rima con el 116. 119. linfas: ‘aguas’.
[ 24 ] Fragmentos de un poema sobre el motivo de la muerte de la amada. Presenta recuerdos de Cervantes, Quijote, ii, xx (v. 1) y la égloga i de Garcilaso (vv. 4-8, 10 y 19-21). El nombre de Elvira se puso de moda gracias a Espronceda (El estudiante de Salamanca). Fue escrito, como muy tarde, en 1854.°
7. Filomena: ‘ruiseñor’. Para su trasfondo mitológico, véase la nota al poema 14, v. 5. 9. El arcángel del dolor tiene correlatos en Espronceda, Zorrilla y el poema 31. 13. blonda: ‘rubia’, galicismo. 17. vacila: ‘se agita con inquietud’. 19-21. La personificación mitológica del Sol está puesta al servicio de una descripción tópica del crepúsculo.
[ 25 ] Se cree (pero sin evidencias firmes) que el poema está dedicado a Casta Esteban, con quien Bécquer casó en 1861. Contiene muchos de los tópicos de la poesía matrimonial, donde la esposa se solía presentar como bálsamo reparador y objeto de un amor plácido. El último de sus versos se ha conservado en un autógrafo de fecha incierta.°
5. En el Salve Regina, la Virgen es «vita, dulcedo et spes nostra».
[ 26 ] La gota de rocío fue objeto de numerosas poesías durante el siglo xix y Bécquer ensayó variaciones del tema en las rimas liii, 13-16, y liv, 5-6. La simbiosis entre gota y flor, expresada mediante un preciosismo similar al de la rima xix, podía entenderse en la época como una alegoría del cuerpo y el alma o de la materia y el espíritu: cuando el alma se eleva (se evapora) por el beso del amor divino (la luz), el cuerpo pierde su misterio, su poesía y su aroma. La azucena, flor de la pureza, era un conocido símbolo mariano.°
3-4. El genio es un silfo, espíritu del aire que, según refiere Víctor Hugo en su célebre poema «Le Sylphe», habita en el rocío de las flores. 5. Nótense el laísmo y la identificación de misterio y poesía, que en la época podían funcionar como sinónimos.
[ 27 ] Motivo del viento mensajero, con ecos de Villegas, Cetina y, tal vez, Lope de Vega. Se intuye el motivo del beso a distancia, que protagonizará la rima xx. Puede fecharse hacia 1854.°
[ 28 ] Recreación puramente estética, con final humorístico, de la escenografía nocturna puesta de moda durante el primer romanticismo. El texto está plagado de pasajes zorrillescos.°
18. evocados: ‘invocados’. 21. hogar: ‘fuego’. 23. Para la crédula vieja, véase la rima lxx, donde una «vieja» se encarga de difundir rumores sobre almas en pena. 26. cárabo: ‘lechuza’. Era ave de mal agüero. 69. Las wills, como se llamaba a las jóvenes muertas en el día de sus bodas, salían de sus tumbas las noches de luna y obligaban a sus víctimas a bailar hasta la muerte.
[ 29 ] Lectura de Calderón en clave amorosa. Sueño y amor se vinculan mediante el mito de Endimión. El poema mantiene una relación innegable con un pasaje de la zarzuela becqueriana La cruz del valle, de 1860, que aquí editamos con el número de poema 57.°
4. «Vanidad de vanidades, todo es vanidad», Eclesiastés 1:2.
[ 30 ] Humorada basada en el procedimiento, tan grato a Bécquer, de postergar la revelación anticlimática a los últimos versos. Se juega con el perspectivismo, como en la leyenda Rayo de luna (1862), quizás a partir del episodio del baciyelmo del Quijote (i, 21).°
6. a través: galicismo. El verso es casi idéntico a la rima iii, 12. 7. lámpara: ‘vaso de plata u otro metal que arde ante la imagen de una iglesia’. 11. ¡ah del mesón! era el vocativo, arcaico en tiempos de Bécquer, con que se llamaba a una casa.
[ 31 ] El poema emplea el mismo procedimiento que xv y xli, es decir, la oposición, mediante yuxtaposición de imágenes, del tú y el yo. Como en muchas de las rimas, las virtudes del enamorado contrastan con la perfidia de la amada.°
2. El águila, reina de las aves, funciona como elemento superlativo, por lo que el verso significa: ‘el que más sufre y siente’. 3. La cruz representa el sufrimiento. 7. enconado: ‘violento’, incluso ‘infectado’.
[ 32 ] Las imágenes y paralelismos no se resuelven hasta los versos finales, mediante una postergación climática muy grata a Bécquer. El poema está construido sobre el modelo del célebre soneto «Cerrar podrá mis ojos la postrera...», de Quevedo, quizás con la mediación de un poema imitativo de Rodríguez Zapata, maestro de Bécquer en Sevilla. Las imágenes y el léxico de los modelos son reemplazados por otros propios del primer romanticismo, con un recuerdo de Ovidio en el verso 5.°
[ 33 ] Epigrama, con algún rasgo epigráfico, que encaja con la poesía de inscripciones, muy cultivada desde el siglo xviii.°
1-2. Recreación de la sentencia epigráfica Eram quod es, eris quod sum (‘Yo era lo que tú fuiste, tú serás lo que yo soy’). 7. El anacoluto y el hecho de que no rime en -osa sugieren que el verso podría estar deturpado.
[ 34 ] Bécquer ayudó a su amigo Juan Antonio Viedma a componer las secciones cantables de la zarzuela El alférez, representada y publicada en 1858. En el fragmento seleccionado, varios pasajes prefiguran o son eco de algunas de las rimas conservadas.°
1-4. Se trata del «toque de oraciones» mencionado unos versos antes y que recuerda a la «esquila que ... a los maitines llama» de la rima lxx, 3-4. 49-52. La conjunción de vino y amor es propia de la anacreóntica (poema 3), que en el siglo xix derivó en el subgénero de la orgía (véanse las rimas lv y lviii).
[ 35 ] Cantable del acto i, escena 1, de la zarzuela quijotesca La venta encantada, escrita por Bécquer y Luis García Luna en 1856 y publicada tres años después. Se deja relacionar con el poema 9, uno de los esbozos del Libro de cuentas adolescente.° ¿???
[ 36 ] Cantable del acto i, escena 4. Se ha relacionado con la rima xvi, que es también una serenata donde el aire actúa de mensajero, aunque allí el amante se transfigura en viento para unir su alma a la de la amada. El mismo motivo aparece en la rima xxviii y en el poema 27. La descripción de la noche en calma está próxima al poema 10: «La luna se levanta ... todo es silencio».°
[ 37 ] Parte cantada del acto i, escena 4. Se funden la serenata y el madrigal. La estructura de pregunta y respuesta responde a un formulismo muy frecuente.°
[ 38 ] Recitativo del acto i, escena 4. Presenta expresiones similares a las que hallamos en algunas rimas y poemas sueltos: «al través de un tul» (rima iii); «alas de tul del sueño» (rima xxv); «a través de un tul» (poema 30); «un tul de nieve» (poema 4).
[ 39 ] Parte cantada del acto i, escena 4. Desarrolla el motivo del crimen de amor como castigo a la mujer perjura, que protagoniza las rimas xlv y lxiv. Mantiene semejanzas con las rimas xlii («y entonces comprendí por qué se mata») y xv («como la llama, como el sonido, / como la niebla, como el gemido / del lago azul»).°
5. El verso, hipermétrico, se resolvería suprimiendo la interjección.
[ 40 ] Cantable del acto i, escena 4. La imagen de la tórtola como emblema de la enamorada viuda o abandonada es antigua. El tono es esproncediano («ya te olvidó el que tú amas», El estudiante de Salamanca, ii, 64).°
[ 41 ] Cantable del acto i, escena 4. Se relaciona con la rima lxix, donde el relámpago era símbolo de lo fugaz, y con lxxii, donde la gloria es «vanidad» y «sombra que huye».°
[ 42 ] Parte cantada por el coro en el acto i, escena 9. Las estrofas se basan en la pauta del pentasílabo (5+5A 5+5A 5b’ consonante), como en la rima xv.
[ 43 ] Cantable del acto ii, escena 1. Dos seguidillas, como la rima lxxviii*, basadas en juegos de palabras elementales.
[ 44 ] Coro del acto i, escena 1, de la zarzuela La cruz del valle, escrita por Bécquer y García Luna y estrenada en 1860. Despliega el motivo del lenguaje de las flores, muy extendido en la época. En el resto de su producción poética, Bécquer lo desarrolla a propósito de la azucena, símbolo de pureza, en la rima xix y en los poemas 2 y 26. En el repetorio que sigue se seleccionan algunas flores poco usuales en la emblemática de la época, como la camelia, y a otras se les asignan valores infrecuentes, como sucede con la violeta, el tulipán y el mirto.°
[ 45 ] Dúo cantado del acto i, escena 5. Describe el jubiloso reencuentro de los amantes. Presenta numerosas coincidencias con las rimas, de las que señalo las principales en nota.
8. «mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul» (rima xxi); «sus ojos en mis ojos» (xl); «se clavan tus ojos» (xxv). 12-16. «suspiro yo ... te llamo yo ... respiro yo» (rima xvi); «eso soy yo, que al acaso» (ii); «eso soy yo» (xv). Estos versos se inspiran posiblemente en un poema de Eduardo Gasset publicado en 1855. 27-28. «anuncia en la noche del alma una aurora» (rima i), y véase la rima liv.°
[ 46 ] Cantable del acto i, escena 6. La intervención del Príncipe adopta como base el tetrasílabo (4+4). El coro emplea versos pentasílabos y octosílabos, que Bécquer alternará en la rima xxix. Presenta semejanzas con numerosas rimas. Las principales se consignan en nota.°
5. bridones: ‘caballos con bridas’. 23. «Yo soy el fleco de oro» (rima v). 24. El verbo chispear, puesto de moda por Espronceda, es frecuente en el estilo de Bécquer, quizás por sus connotaciones pictóricas. 27. «¡Oh, ven, ven tú!» (rima xi). 28. «luz y oro el día» (rima lxxii); «de fuego y oro vista» (rima iv). 29-32. «La brilladora lumbre es la alegría, / la temerosa sombra es el pesar ... oscura noche» (rima lxii). 32. «hay dolor que, al pasar, su horrible huella» (rima lvii). 35. silfa: ‘espíritu femenino del aire’.
[ 47 ] Parte cantada del acto i, escena 11. Se oponen el ruido desordenado de los hombres y el lenguaje secreto y sutil de la naturaleza, que entona un himno universal, motivo muy frecuente en la literatura del siglo xix. Un contraste similar entre ruido y música puede hallarse en la rima lv.
10-11. Diana, diosa de la caza y la castidad, se adueña de las flechas que la mitología asigna a Cupido (el Amor), por lo que lo reemplaza en su capacidad para enamorar a los hombres. 14-15. Recuerdan a la rima xviii: «una flor se mecía ... acaricia el céfiro».
[ 48 ] Cantable del «coro de pescadores» del acto ii, escena 1. Los versos 3-4 presentan semejanzas con otros de Bécquer: «y del relámpago brilla / a intervalos la luz trémula» (poema 49); «veíase a intérvalos» (rima lxxiii); «brilla por intérvalos» (poema 30).
5-8. En algunos pueblos costeros era costumbre que las campanas avisaran a los pescadores de la proximidad de una tormenta.
[ 49 ] Recitativo del acto ii, escena 4. Está puesto en boca del personaje de Luisa, y ofrece numerosas coincidencias con varios textos de nuestro poeta. Las principales se señalan en nota.°
6-7. Compárense con estos pasajes becquerianos: «largos jirones de nubes», «las nubes ... cruzaban hechas jirones», «el húmedo jirón de una nube de la noche». 8. «los vientos enmudecen» (poema 4); «Los céfiros enmudecen» (poema 15). 12-13. «brilla por intérvalos» (poema 30); «el relámpago ligero / se ve a intérvalos brillar» (poema 48); «Al brillar un relámpago» (rima lxix), y poemas 41 y 51.
[ 50 ] Dos seguidillas popularizantes de la parte cantada del acto ii, escena 5. Se emplea el mismo esquema métrico en la rima lxxviii*. Puede leerse como un contrapunto humorístico a las rimas xvi y xxviii. Mantiene puntos de contacto con varias rimas: «Dime, mujer» (xxxviii); «dime ... dime ... dime» (xxviii); «tú, sombra aérea» (xv).°
[ 51 ] Cantable de acto ii, escena 7, puesto en boca de Federico. Como base métrica, se adoptan heptasílabos, pentasílabos y hexasílabos. Se puede relacionar con varios pasajes becquerianos, que señalo en nota.°
1. «y en vano es que la busques en el mundo» (poema 67). 2. «el relámpago ligero / se ve a intérvalos brillar» (poema 48); «Al brillar un relámpago» (rima lxix); «Como el relámpago / que cruza súbito, / brillante ráfaga / dejando en pos» (poema 41). 5. iris: ‘arco iris’. 8. egida: ‘escudo, protección’. 11. El empleo del verbo cansar en modo intransitivo era forma desusada. 14. «al acaso / cruzo el mundo» (rima ii). 15. «entre las sombras que te cercan / te llamo yo» (rima xvi).
[ 52 ] Cantable del acto ii, escena 11. Destacan el patrón métrico de arte mayor (6+6) y el motivo de la transformación de Cupido en espíritu o alma del mundo ubicado en el marco sublime de la tempestad violenta (v. 6). Mantiene, pues, vínculos con las rimas x (alas de Cupido y conmoción cósmica) y lii (tempestad sublime). Los versos 3-4 son semejantes a la rima lxxvi, 36: «para la que un instante son los siglos».
[ 53 ] Cantable del acto iii, escena 1, puesto en boca de Adelaida. Es «una de las más bonitas evocaciones becquerianas de la aurora» (Pageard). El fragmento está encabezado por una coplilla popularizante, a la que siguen dos serventesios de factura culta (5+5, rima consonante). La distribución es similar a la que hallamos en la rima xxvii, encabezada y rematada por coplas popularizantes que enmarcan una serie de estrofas de cariz culto. La aurora se identifica con la esperanza y la oscuridad, con el dolor, como en las rimas i y lxii. Presenta, además, paralelos con las rimas iv, ix, xi y xv.°
1. fantasmas: ‘fantasías, imaginaciones’. 6. rojo sol es sintagma característico de Herrera.
[ 54 ] Parte cantada de todos los personajes del acto iii, escena 5. El cantable se repetirá varias veces durante la escena. Se combina el tono de la anacreóntica (que Bécquer cultivó en el poema 3 y transformó en orgía en la rima lv) con el mismo recuerdo calderoniano que protagoniza las rimas xlviii y lxix y el poema 29. Destaca la combinación métrica de decasílabos y heptasílabos. El brindis parece inspirado en un famoso cantable de la zarzuela Marina, de Camprodon.°
[ 55 ] Cantable del acto iii, escena 5, entonado por Federico. Mantiene leves relaciones con otros versos de Bécquer.
[ 56 ] Cantable del acto iii, escena 5, entonado por Catalina. Desarrolla el motivo, típico de la anacreóntica, del vino y el amor, que Bécquer transforma en orgía en la rima lv, como ya hicieran los primeros románticos. Los primeros versos dependen de Espronceda: «deshojadas y marchitas, / ¡pobres flores de tu alma!» (El estudiante de Salamanca, ii, 77-78).°
[ 57 ] Cantable de Catalina en el acto iii, escena 5, que se repite varias veces durante la escena. De nuevo, aparecen el vino y el amor, dos ingredientes típicos de la anacreóntica que Bécquer transformará en la orgía de la rima lv, y que aquí están relacionados con el motivo calderoniano, grato a nuestro poeta, de la vida como sueño. Así pues, la pieza es una actualización del viejo tópico del carpe diem, como sucedía en esta misma zarzuela un poco antes: «Si la vida es un sueño engañoso, / mientras dura, a reír y a gozar» (poema 54). Los dos primeros versos están próximos a Lista: «de este sueño fugaz que llaman vida». El cantable es casi un esbozo del poema 29 («Es un sueño la vida ... que dura un punto ... Yo soñaría con mi amor y el tuyo»).°
[ 58 ] Parte cantada de Amalia en el acto i, escena 6 de El nuevo Fígaro, de 1862. Aparecen dos temas que Bécquer desarrolla en sendas rimas: el del recuerdo como hierro que no puede arrancarse (rima xlviii) y el de la obsesión con los ojos de la amada, que conducen al enamorado a su perdición (rima xiv) y que aquí encarna en la conocida imagen de la mariposa y el fuego. La pieza evoca varios pasajes de las rimas: «Como se arranca el hierro de una herida, / su amor de las entrañas me arranqué» (rima xlviii); «yo me siento arrastrado por tus ojos, / pero adónde me arrastran no lo sé» (rima xiv)...°
[ 59 ] Parte cantada de Amalia del acto i, escena 7. Presenta el motivo de la memoria obstinada, que protagoniza las rimas xiv, xlviii, lii y lxiii. Aparecen fundidos los dos temas del fragmento anterior, que ya de por sí guardaban una estrechísima relación. La obsesión amorosa que amenaza con matar al enamorado (rima xiv) despierta el deseo imposible de olvidar a la amada (rima xlviii). Salta a la vista el recuerdo de Calderón: «¡Ay, mísero de mí! ¡Ay, infelice! / Apurar, cielos, pretendo», etc. (La vida es sueño, i, ii). Los versos 3-4 recuerdan a la rima xlviii: «Del altar que le alcé en el alma mía / la voluntad su imagen arrojó».
[ 60 ] Parte de un trío cantable correspondiente al personaje de Amalia, en el acto i, escena 15. El deseo de permanecer dormido el resto de la vida para soñar siempre con la amada, estrechamente relacionado con el mito de Endimión, aparece en la rima xviii («¡qué dulcísimo sueño!») y en los poemas 29 («¡Ojalá fuera un sueño / muy largo y muy profundo, / un sueño que durara hasta la muerte...! / Yo soñaría con mi amor y el tuyo») y 57.
[ 61 ] Parte cantada de Amalia, en el acto i, escena 15. El motivo del amante pérfido se expresa mediante un lenguaje clasicista. Los primeros versos contienen recuerdos de la égloga i de Garcilaso («Salid sin duelo, lágrimas, corriendo»; «Con mi llorar las piedras enternecen ... tú sola contra mí te endureciste»). Los versos 7-8 recuerdan a la rima lxiv, 4: «a la que eterno me juró su amor».°
3-4. ‘si el dolor no sale en forma de llanto, puede ahogar’.
[ 62 ] Dúo cantado de Andrés (arrodillado) y Victoria en el acto ii, escena 10. El motivo de la mirada fascinadora aparece en la rima xiv; el tópico del amor más allá de la muerte, en la rima xxxvii y en el poema 32.
[ 63 ] Cantable de Amalia (en la acotación: «Con exageración») del acto ii, escena 11. Acto seguido, el resto de personajes se refiere a ella como si estuviera loca, vagando abstraída, igual que la Ofelia de la rima vi. El verso 6, donde aparece el motivo del olvido imposible que protagoniza la rima xlviii, recuerda a la rima i: «en vano es luchar».
4. profundo: ‘infierno’. Nótese el anacoluto el acento ... llegarán.
[ 64 ] Cantable correspondiente al personaje de Amalia en el acto iii, escena 14.
Nota al pie, con llamada en el texto, debe componerse a todo lo ancho de la caja, como las notas introductorias.
a. Los versos que siguen aparecen integrados en las novelas Abdallah, Aziz y Aziza y El Príncipe Perro, escritas originalmente en francés por Édouard Laboulaye y cuya traducción española se publicó en Madrid en 1869. El traductor, que firmó sus trabajos con las iniciales «D. F. de T.» y «D. F. de T. y C.» (es decir: ‘Don Fulano de Tal’ y ‘Don Fulano de Tal y Cual’), debe identificarse con Bécquer, quien se embarcó en este trabajo editorial, junto a su hermano Valeriano, tras huir de Madrid a consecuencia del estallido de la Gloriosa en septiembre de 1868. Los paralelos que se aportan en las notas al pie, junto a los argumentos aducidos en el «Estudio» al presente libro, buscan demostrar con evidencias sólidas tal atribución. Por otra parte, en 1870 Bécquer reeditó las dos primeras novelas (reediciones hasta hoy desconocidas) y rehízo a fondo los textos, incluidas las piezas líricas. Por este motivo, el lector hallará, cuando sea necesario, las dos versiones (1869 y 1870) de aquellos poemas que fueron sometidos a una reescritura sustancial.
[ 65 ] Original francés: «On ne peut fuir la mort. Tôt ou tard, quoi qu’on fasse, / tombe sur nous ce bras toujours prêt à frapper. / Le plus sage est celui qui le regarde en face, / sans le craindre et sans le braver». Es evidente que la versión de 1870 se basa en la traducción de 1869, aunque podría haber tenido a la vista el original francés (fuir: ‘escapar’, 1869; ‘huir’, 1870). La preferencia por leves (v. 2) coincide con la corrección del poema 66, v. 12 (h. 1870); con la versión de la rima ix, 2 en el Libro de los gorriones (1868-1870) y con la corrección añadida, en el mismo manuscrito, en la rima lxxiv, 10. La construcción «a contemplar» (1870) se repite en las rimas xlv y liii.
[ 66 ] Original francés: «Charmant cyprès, tulipe à la sombre corolle, / jeune homme aux yeux plus noirs et plus doux que la nuit, / vois-tu ce blanc flocon qui dans les airs s’envole? / Ainsi passent nos jours: c’est un rêve qui fuit! / L’eau qui tombe au désert est moins vite tarie, / la rose qui s’effeuille est moins vite flétrie; / tout nous trompe ou nous manque, et la plus belle vie / n’est que le long sanglot d’un éternel adieu: / Dieu seul est vrai! Dieu seul est grand! Dieu seul est Dieu! / Veux-tu donc, mon enfant, qu’aux pages du saint livre, / ton ange protecteur inscrive un nom béni, / fuis le poison des sens dont la fumée enivre, / Dieu ne veut pas d’un coeur que le monde a terni. / Le corps n’est qu’un sépulcre; heureux qui s’en délivre, / et tout entier s’abîme en l’amour infini! / Vivre en Dieu, c’est mourir; mourir en Dieu, c’est vivre!».°
5-8. El mismo recurso (¿ves...?), en el poema 37. 23-26. «de la cárcel que habita huye el espíritu / en vuelo presuroso ... alado sube a la región vacía» (rima lxxv). 31-32. «Dos rojas lenguas de fuego ... forman una sola llama ... dos ecos que se confunden» (xxiv); «dos almas confundidas» (iv). La versión de 1870 prefiere emplear ignota (como en la rima v y poema 4) y lumbre (como en las rimas viii, lxii, lxvii, poemas 4, 7, 14 y 22).
[ 67 ] Original francés: «Il est une herbe du mystère / qui se dérobe à tous les yeux; / ne la cherche pas sur la terre, / tu la trouveras dans les cieux». En el verso 4, la versión de 1869 dice: «porque crece en el cielo».°
1-2. «escondida a los ojos humanos» (Desde mi celda); «una flor que oculta crece» (rima lv). 3-4. «en vano es ..., que» (rima i); «En vano entre las sombras buscan la cruz mis ojos» (poema 51).
[ 68 ] Original francés: «Ne cherche pas le ciel là-haut dans cet azur / où la lune pâlit, où le soleil s’enflamme; / le ciel, mon fils, est dans ton âme, / le paradis, c’est un coeur pur». En los versos 3-4, la versión de 1869 reza: «donde la luna desmaya / y donde se enciende el sol».
[ 69 ] El narrador presenta el poema como «uno de esos himnos del desierto que alivian las fatigas de la jornada». Original francés: «Dieu seul est grand! / Qui fait trembler la terre? / Dans l’air en feu qui donc lance au loin le tonnerre? / Qui jette le sable aux fureurs du vent? / Qui de son lit séché fait jaillir le torrent? / Son nom! N’entends-tu pas ce que dit l’ouragan: / Dieu seul est grand! / Dieu seul est grand! / Au fond des mers qui donc précipite l’orage? / Qui donc livre au soleil la pluie et le nuage? / Qui force la vague à lécher la plage? / Son nom! Le vent qui fuit le jette en murmurant / au flot mourant: / Dieu seul est grand!».°
1-2. «al soplo de sus labios» (rima xviii); «Dios derribó el pedestal de su orgullo con un soplo de sus labios» («Creed en Dios»). La versión de 1870 está próxima a «El caudillo de las manos rojas»: «aquel soplo [del viento] era el aliento de Vichenú». 2. Nótese la grafía francesa (simoun) de la versión de 1870. La palabra, en cualquier caso, era un galicismo. 3. Compárese el texto de 1869 con la rima lii: «Nubes de tempestad que rompe el rayo» 4. Compárese la versión de 1869 con el poema 47 («sus roncos acentos») y la leyenda «Creed en Dios» («acentos ásperos y roncos»). La voz gigante de ambas versiones recuerda a la rima iii: «gigante voz». 10. El texto de 1869 trae a la memoria estos pasajes: «hinchada ola» (rima ii, versión de 1866); «una ola que se hincha coronada de espuma» («El caudillo de las manos rojas»). 12. La versión de 1869 recuerda a la rima xxiv tal como se publicó en 1866: «dos olas que vienen juntas / a morir sobre una playa, / llegan, chocan, se deshacen / y en ligera espuma saltan» (rima xxiv). 13. La versión de 1869 presenta alguna coincidencia con el poema 11: «océano espumoso / que ruge» (poema 11). 14. «los hombres y los ángeles ... cantaban ... un himno al nacimiento del Salvador» («Maese Pérez, el organista»).
[ 70 ] El narrador presenta el poema como «la canción de la beduina», y anota: «La canción de Maysunah, la hermosa beduina, es célebre entre los árabes». Original francés: «Ôtez-moi ces vestes dorées / et ces écharpes azurées; / prenez votre or et vos bijoux, / rendez-moi mon pauvre burnous. / Dans ce harem où je m’ennui, / je ne veux point traîner ma vie; / il me faut de l’air et du jour, / le désert seul a mon amour. / Rendez-moi le puits où l’on cause, / près du chameau qui se repose, / et de l’alezan qui bondit. / Vienne le cousin que je rêve! / Un hardi Bédouin qui m’enlève / à mon vieil âne de mari!».°
4. albornoz: ‘capa de lana sin teñir, propia de los bereberes’. 5. harem: ‘harén, zona aislada de la casa reservada a las mujeres’. La grafía francesa se explica porque la palabra era un galicismo.
[ 71 ] El narrador presenta el poema como «una de esas odas perfumadas del Ruiseñor de Shiraz», y añade esta nota al pie: «El Ruiseñor de Shiraz llaman al poeta persa Hafiz». Original francés: «Porte ces verres à la ronde, / enfant, et remplis-les de vin; / tous les maux dont la vie abonde / sont guéris par ce jus divin. / Si ton front a déjà des rides, / si tu crains la longueur des nuits, / jette dans ces flammes liquides / tes souvenirs et les ennuis! / Chassez-moi ce buveur morose, / qui pleure toujours ses vingt ans; / ces vins, couleur d’ambre et de rose, / voilà les fleurs et le printemps! / Tout est fané dans nos parterres? / Le rossignol fuit nos berceaux? / Trinquons; le cliquetis des verres / n’est-ce pas le chant des oiseaux? / Laissons la fortune traîtresse / chez les sots et chez les méchants; / que nous donnerait la richesse? / Voici du vin, voilà des chants! / Chaque nuit je revois en songe / une ingrate qui m’a trahi; / O vin! Rends-moi ce doux mensonge; / verse-moi l’amour et l’oubli ... Hafiz, tu dissipes ta vie, / tu bois la folie et la mort! / —Sages vieillards, Hafiz n’envie / ni vos cheveux blancs ni votre or ... amusez-vous à la maudire, / nuit et jour, il veut s’enivrer, / car le vin seul le fait sourire, / et seul aussi le fait pleurer».°
4. Verso hipométrico en la versión de 1870. 5-8. «¿Quieres que de ese néctar delicioso / no te amargue la hez? / Pues aspírale, acércale a tus labios / y déjale después» (rima lviii). 5. «hay dolor que, al pasar, su horrible huella / graba en el corazón, si no en la frente» (rima lvii). 6. La imagen de las noches que parecen siglos es habitual en Bécquer. 8. Compárese la versión de 1869 con la rima lxxi: «del olvido en brazos ... Dormí». El verso «en sueño y en olvido sepultado» aparece en el mismo poema de fray Luis de León que Bécquer adoptó como modelo en la rima viii. 13-16. En la versión de 1870, esta estrofa queda diluida en el texto en prosa que sigue al poema. 15-16. «alegre la tristeza y triste el vino» (rima lv); «y ríe y llora» (rima lxxv); «se ríe ... se llore» (rima iv).
[ 72 ] La versión de 1870 adopta uno de los esquemas métricos más queridos por Bécquer, como en el poema 71. Original francés: «Elle a fui dans l’ombre éternelle, / emportant mon âme avec elle, / et ne m’a laissé que des pleurs. / Je ne suis plus qu’un corps sans âme, / un flambeau dont l’éteint la flamme. / Je languis, je souffre, je meurs».°
3-4. «a ella tocaron lágrimas y risas / y a mí, solo las lágrimas» (rima xxxi). La versión de 1870 emplea una construcción de gerundio similar a las rimas v («mezclándome a los gnomos») y xxxvii («esperándote allá») y al poema 28 («escuchándose doliente»). 5-6. «el muerto está en pie» (rima xlvi); «que de algún sacristán muerto en pecado / acaso era yo el alma» (rima lxx). 5. Verso hipermétrico en la versión de 1870.▫ 7-8. «la lámpara de la vida / el aire azotando apaga» (Zorrilla, «Napoleón»).°
[ 73 ] Original francés: «N’approche pas de cette femme, / demain, si son regard t’enflamme / tu pourras envier les morts; / sa tendresse n’est qu’un mensonge, / et quand s’évanouit le songe, / il ne reste que le remords».°
3-4. «alguna vez me acuerdo con envidia ... ¡Qué sueño el del sepulcro, tan tranquilo!» (rima lxxvi). 7-8. «Triste, muy triste debió ser el sueño ... Noté al incorporarme / húmeda la almohada» (rima lxviii), «Es un sueño la vida ... Cuando de él se despierta» (poema 29), «Soñé que con ternura me adorabas, / y desperté llorando» (Heine, Intermezzo, núm. 58).
[ 74 ] Original francés: «Viens-tu terminer ma souffrance? / As-tu donc pitié de mon sorte? / Peux-tu me rendre l’espérance, / ou viens-tu me donner la mort?».
[ 75 ] Original francés: «Mon bien-aimé ne pourra lire / ces mots, dictés par la douleur; / et cependant, je puis le dire, / ma main tremble moins que mon coeur».
5-6. «en que una mano / tenía un corazón» (rima xlv).
[ 76 ] Original francés: «Mon bien-aimé, Dieu te protége / contre le péril que t’assiége / alors que tu fuis loin de moi! / Hélas! que ne puis-je te suivre! / Loin de toi, je ne saurais vivre, / mon coeur est toujours avec toi».°
3-4. La traducción es un calco de este pasaje becqueriano: «El fantasma de la víctima me sigue a todas partes. Se ha hecho la sombra de mi cuerpo, el rumor de mis pasos» («El caudillo de las manos rojas»). Estos versos, innovación del traductor, también están relacionados con un cantar de La pereza, de Ferrán, y podrían inspirarse en Calderón, El alcaide de sí mismo, acto iii, esc. iv.
[ 77 ] Versos de Aziza que Aziz pronuncia ante la sultana. La réplica aparece a continuación (poema 78). Original francés: «Écoute une voix qui tremble et t’implore, / que doit faire un coeur que l’amour dévore?».°
1. El giro voz doliente, innovación del traductor, recuerda a varios textos becquerianos: «una voz ahogada y doliente», «voces plañideras y dolientes», «una voz quejumbrosa y doliente».
[ 78 ] Es réplica del poema 77. Intervienen, por este orden, la sultana, Aziza y, de nuevo, la sultana. Original francés: «Il faut se taire, il faut souffrir, / c’est la marque du vrai courage! / Mais s’il est près de se trahir? / S’il ne peut souffrir davantage? / Faut-il parler? / Mieux vaut mourir».
[ 79 ] Versos puestos en boca de Aziza, que responde a la última intervención de la sultana en el poema 78. Original francés: «J’obéis et je meurs. Salut, toi que j’envie, / tu m’as pris mon trésor, / mon bonheur et ma vie».
[ 80 ] Bécquer empleó el mismo esquema métrico en las rimas lxviii y lxxvi. Versos escritos por la sultana sobre la tumba de Aziza. Original francés: «J’ai vu ce jardin délaissé, / ces fleurs que personne n’arrose, / et j’ai crié: “Qui donc repose / sous ce tombeau morne et glacé?” / Et la terre a dit: “Patience! / Respecte en son dernier séjour, / celle qui mourut en silence / sainte victime de l’amour. / Qu’importe aux heureux ceux qui pleurent! / Qu’importe aux vivants ceux qui meurent!” / J’ai dit: “Pauvre âme, pauvres fleurs, / que le monde entier vous oublie; / je suis là du moins, et je prie / en vous arrosant de mes pleurs!”». Los paralelos con rimas de autoría segura se explicitan en las notas.
2. «en las zarzas agudas» (rima lxvi); «deste campo desierto / con bravas zarzas» (Herrera, «A la muerta Amarilis», vv. 209-210). 5-8. «En donde esté una piedra solitaria / sin inscripción alguna, / donde habite el olvido, / allí estará mi tumba» (rima lxvi). 5. «Me aproximé a los hierros» (rima lxxiv). 16. «Entonces que tu culpa y tus despojos / la tierra guardará» (rima xxxvii).
Ídem al caso anterior. El lector no entiende nada.
[ 81 ] El narrador lo presenta como un «antiguo romance» (p. 27). Original francés: «Du fond des grands bois / m’arrive une voix / qui pleure et qui chante; / c’est mon bien-aimé, / qui tient enfermé / une main méchante. / Oiseau bleu, couleur du temps, / vole, vole, à tire-d’aile; / va me chercher mon fidèle. / Je l’attends. / Déjà près de lui / mon coeur s’est enfui; / mon âme est absente. / Quand il reviendra, / il me trouvera / ou morte ou mourante. / Oiseau bleu, couleur du temps, / vole, vole, etc. / Malgré ma pâleur, / ami, ne prends peur / de ma léthargie. / Le bruit de tes pas, / deux mots dits tout bas, / me rendront la vie. / Oiseau bleu, couleur du temps, / vole, vole, à tire-d’aile; / va me chercher mon fidèle, / je l’attends».°
[ introducción sinfónica ]
La Introducción sinfónica se escribió para encabezar el Libro de los gorriones cuando este manuscrito aún estaba en blanco y había de servir a modo de cartera poética en la que improvisar textos de nueva factura. No es, por lo tanto, ni un preliminar a unas obras completas, como la presentaron los amigos del poeta en 1871, ni un prefacio a las Rimas, como a veces se ha sugerido. En ella no se plantea ninguna poética, sino una reflexión acerca del acto mismo de escribir, concebido como un exorcismo o sangría con que aliviar la atormentada imaginación del poeta, de acuerdo con los tópicos sobre el genio divulgados en el siglo xix. El tono confesional y el acierto de las imágenes confieren un dramatismo inusitado a las nociones de la escritura como terapia y de la literatura como ente independizado de su autor, a quien puede llegar a matar. En varios pasajes se hace evidente el recuerdo de Ovidio, Tristes, i, 1, y Shakespeare, Hamlet, iii, 1.°
1. ‘obertura instrumental breve’. 2. Desarrolla los tópicos del libro como hijo de su autor (que aparecía, por ejemplo, en el prólogo a la primera parte del Quijote) y de la retórica como el ropaje con que se viste el cuerpo desnudo de la idea. 3. Corresponde al motivo de la Musa fecunda, que concibe numerosos hijos solo si el escritor está inspirado. 4. barajados: ‘mezclados’. 5. miríadas: ‘cantidad grande e indefinida’. 6. En la rima iii, 30, la inspiración es «locura» que «exalta y desfallece». 7. maridaje: ‘matrimonio, conformidad’. 8. estofa: ‘tejido de seda’. 9. El perfume solía representar el alma o la poesía, encerradas en el vaso material del cuerpo o del lenguaje (rima v, 73-76). 10. avienta: ‘dispersa’. Era frecuente equiparar la creación del artista con la del Dios del Génesis (1:3). 11. Es evidente la relación con la rima vii, en la que el poeta se identificaba con un arpa olvidada. 12. oropeles y guiñapos: ‘baratijas y andrajos’. 13. oropeles y guiñapos: ‘baratijas y andrajos’.