Hoy, en el año 2024, observamos atónitos el cambio climático, las guerras (la más cercana geográficamente, la de Ucrania), las continuas crisis económicas, la pandemia de COVID, los fenómenos migratorios, los casos de corrupción que cada día llenan los telediarios en cualquier lugar del planeta, el aumento de las agresiones sexuales y los suicidios en la población más joven, el incremento de las disfunciones mentales o el abuso de sustancias, la marginación, la pobreza, la mal llamada inteligencia artificial cuya deriva al transhumanismo pone en riesgo los valores éticos que han sostenido nuestras sociedades… Podría seguir nombrando factores y factores que nos gritan a la cara que tenemos problemas muy graves y por primera vez, que sepamos, todos los seres humanos nos enfrentamos a ellos, si bien es cierto que no desde las mismas condiciones para contrarrestarlos.
¿Cuál es el origen de tales calamidades, de tanta crueldad, de tanta injusticia, de tanto dolor en el alma humana?
No sé quién puede responder esta pregunta, pero sí sé que todo lo hemos creado nosotros, los seres humanos. Todo cuanto vemos más allá de la creación divina es obra humana, es reflejo de nosotros mismos, nada de lo que expresamos en el mundo ya sea con la palabra o con los actos es ajeno a nuestro propio ser; cabe que nos dispongamos a revisar, tal como reza el subtítulo del libro, la anatomía psicológica de nuestra forma de pensar, sentir y actuar, y nos toca hacerlo individual y colectivamente.
Cada uno de los azotes mencionados, que vivimos actualmente, dimanan de las pasiones que nos presenta Lluís Serra en su libro.
Solo hay que leerlo atentamente para darnos cuenta de la relación que existe entre los males mencionados anteriormente y las nueve pasiones que nos presenta.
El autor, aplicando la metodología cualitativa de investigación científica, Grounded Theory, nos describe con maestría casi quirúrgica las manifestaciones de los distintos eneatipos en su contexto psicológico; descripciones, a través de las cuales, podemos descubrir la resonancia que existe entre los procesos psicológicos individuales y los sociales.
Permítame el lector unas breves reflexiones para ejemplificar esta idea:
La ira, eneatipo I
La persona que lo encarna busca la perfección, el ideal, posición que la aleja de la realidad y le produce rabia, que a su vez encubre con una máscara de compostura y benevolencia que solo oculta lo dañino de la situación. Esto le conduce a ejercer una forma de poder casi imperceptible, puesto que se coloca en posición de superioridad respecto a los demás. Ejerce de buen ciudadano y evita ser señalado negativamente por la sociedad, manteniendo el control a cualquier precio.
En el ámbito social la equivalencia a este comportamiento la conocemos como autoritarismo.
La vanidad, eneatipo III
Si ponemos la atención en él, vemos que se caracteriza por el empleo de la seducción, la carrera hacia el éxito social, tanto hay que fingir y correr que a uno se le olvida lo esencial y se queda sin tiempo para vivir, desdeñando los valores éticos y sustituyéndolos por los estéticos, dependiendo de las opiniones de los demás acerca de uno mismo, negando el enorme vacío que ocultan dichas estrategias.
Hoy podemos ver su manifiesta equivalencia especialmente en la superficialidad de las redes sociales, donde un sinnúmero de seguidores sustituye encuentros y relaciones significativas entre personas.
La pereza, eneatipo IX
Como último ejemplo me referiré a esta pasión, la que atrapa al individuo en el olvido de sí mismo, instalándose este en la comodidad, el apoyo incondicional a los demás y la procrastinación.
La equivalencia puede observarse en una sobreadaptación al sistema social. El colectivo vive como adormecido, es como si hubiera perdido la capacidad de decidir, incluso para defender sus derechos y libertades, prefiere sumergirse en la corriente del momento y dejarse llevar por leyes y normas, en ocasiones absurdas, en lugar de alzar la voz y enfrentar el conflicto.
Podríamos hacer los paralelismos con todos los eneatipos, pero no me extenderé. Con estos ejemplos, creo que es suficiente para avalar la conocida frase de Gandi: «Sé el cambio que quieres ver en el mundo».
Conociéndonos a nosotros mismos y superando nuestra pasión dominante estaremos contribuyendo a la construcción de un mundo mejor.
Por este motivo, el libro que tenemos en las manos encierra un gran potencial como guía en el camino de transformación.
En él, Lluís nos invita a observar tres categorías en cada eneatipo, y nos indica en primer lugar la del oscurecimiento óntico, el oscurecimiento del ser, ¿quién no anda entre sus propias sombras?
La humanidad hoy está rodeada de fantasmas que hemos creado nosotros mismos.
La siguiente categoría es la degradación de la conciencia. En los medios se nos invita permanentemente a desconectar de nuestra consciencia y a sumergirnos en un mundo ficticio, en su versión más extrema en un mundo virtual, que nos mecaniza y nos aleja del conocimiento y el contacto con la realidad propia y la ajena.
La tercera de las categorías es la perturbación de las estrategias operativas de la conducta. En esta se nos presenta el modo en que cada eneatipo actúa para lograr influir en los demás y lograr sus objetivos en relación con la pareja, la amistad, el dinero, la naturaleza y lo trascendente.
¿Quién de nosotros no ha tropezado con alguna relación tóxica ya sea en el trabajo o en la vida personal, en la que uno no acaba de entender lo que está sucediendo, hasta que puede reconocer la manipulación que encierran determinados comportamientos o discursos?
El libro en sus descripciones contiene numerosas claves para reconocer y/o descubrir múltiples mecanismos con frecuencia inconscientes, que nos esclavizan individual y colectivamente.
Con su estilo más puro, Lluís ameniza el texto con citas de autores que nos ponen en contexto. Por el libro desfilan filósofos como Platón o Heidegger, cineastas como Fellini o Coppola, escritores como Huxley o Milton, personajes de obras de Molière o Shakespeare, místicos como San Juan de la Cruz o Santa Teresa, el monje Evagrio Póntico o la princesa protagonista de Turandot, encontramos también alusiones a pasajes de la Biblia, tanto del Génesis como de los Evangelios. En definitiva, desde Alí Babá y sus cuarenta ladrones hasta el protocolo de Kyoto, asoman referencias y ejemplos que nos abren una enorme ventana para contraponer y facilitar nuestra comprensión. No se trata de un texto limitado por la rigidez científica que exige el carácter de tesis que lo originó, sino que, bien al contrario, la ilustración con referencias culturales nos permite ver con claridad los matices de cada pasión, el intrínseco vínculo relacional entre individuo y colectivo y su impacto en lo social.
Para coronar lo expuesto a lo largo del libro, en las últimas páginas del libro (367-412), podemos encontrar un interesantísimo capítulo acerca de las interrelaciones entre las distintas pasiones. Resulta clarificador en tanto que se ocupa de presentar matices que contribuyen notablemente a su identificación.
Tal empeño en las exposiciones no nos extrañará si tenemos en cuenta la biografía del autor, que suma al doctorado obtenido en Psicología por la nombrada tesis, la licenciatura en Teología y en Filosofía.
En la introducción de la primera edición, en la página 27, Lluís habla de su búsqueda existencial, la que vemos reflejada en su obra, la cual trasluce cuatro dimensiones fundamentales.
En primer lugar, y así se expresa en las entrevistas que llevó a cabo y que se encuentran transcritas en el libro, contiene una dimensión clínica, en cuanto se revela adecuado para tratar el malestar de personas que sufren.
Tiene además una dimensión social en el sentido que refleja lo individual en lo colectivo, como he intentado mostrar anteriormente.
Tiene una tercera dimensión, la ética, puesto que nos permite adoptar un enfoque de «no juicio» ante las atrocidades que vemos en el mundo y eso nos capacita para reconocer lo circunstancial, relacionarnos libremente con lo trascendente y actuar de forma moralmente adecuada.
Y finalmente tiene una cuarta dimensión de disciplina espiritual, en tanto que nos presenta el trabajo de autodisciplina y regulación del pensar, el sentir y el actuar.
En otras palabras, la razón y el empeño en que este libro se publique de nuevo reside en el potencial transformador que encierra.
Merece pues que hagamos de él una lectura atenta, cuidadosa y profunda, en correspondencia a la tarea que ha hecho su artífice al concebirlo.
Considero obligatorio destacar el enorme esfuerzo del autor por elevar el fruto de sus investigaciones a la categoría de tesis doctoral. Es una semilla impagable que endeuda a todos los «eneagramadores» o «eneagramistas» en cultivarla, pues a día de hoy sigue siendo pionera en tratar el calado psicológico del eneagrama, si bien es cierto que otros profesionales, en el campo clínico, social y educativo han aludido en sus tesis las bases del eneagrama como método, no han versado sobre el tema de forma tan singular y nuclear.
Ojalá el libro estimule el interés de muchas personas por esta disciplina y signifique para ellas el inicio de un trabajo de desarrollo personal tan necesario en estos tiempos, si de verdad ansiamos la transformación del mundo en un lugar mejor. Sé que ello haría feliz a su autor.
Podría seguir argumentando acerca del libro y la importancia de su publicación, pero teniendo en cuenta que este es un prólogo a la segunda edición y tanto en la primera como en la introducción del propio escritor ya quedan manifestadas las diversas virtudes del ejemplar, me parece gratuito extenderme y desafortunado repetirme.
De modo que solo añadiré unas palabras acerca del autor. No es fácil ser objetiva cuando te propones hablar de alguien a quien admiras. No oculto el inmenso calor que anida en mi corazón cuando se trata de Lluís Serra.
Cuando le conocí hace unos diecisiete años, yo había terminado la formación S.A.T. de la mano de Claudio Naranjo. Fue una experiencia que duró siete años y transformó mi vida, me parecía que era totalmente consciente de mi pasión y que la tenía dominada. Lluís me enseñó que no, que trabajamos con ella hasta el instante final de la muerte y lo hizo como él sabe hacerlo, con bondad, con amor y con verdad.
Me convertí en su alumna y en su «fan», más tarde en su amiga, después en colaboradora. Es una satisfacción trabajar con él, pocas veces he visto (ya tengo unos cuantos años y bastante experiencia colaborativa) combinar con su maestría el rigor y el humor, la sabiduría y la humildad, la cordialidad y el límite.
Celebro el acierto de la editorial Urano al hacerse valedora de esta edición y animo a ambos, autor y editorial, a prolongar su vínculo, publicando un segundo tomo que está en el horno a punto de alcanzar su punto óptimo de cocción y que si estoy en lo cierto llegará a nosotros con el título El eneagrama de las relaciones.
Sumaré un último comentario. Cuando Lluís me pidió que hiciera este prologo me sentí halagada, pero menos de un minuto después me alarmé y empecé a temblar. El eneagrama es un tema muy grande y Lluís Serra una autoridad internacional en el mismo. ¿Qué podría decir yo al respecto?
Solo me sobreviene una frase: GRÀCIES, Lluís!
Helena Agramunt Calvet