Prólogo

Vaya puto friki

Recuerdo perfectamente el día que conocí a More. Iba a comer con Roger Domingo, mi editor, y me preguntó: «¿Te parece que venga Mago More a la comida? Quiere conocerte y el tío es la hostia, te va a gustar». Yo había visto algo de More en televisión, pero no seguía mucho su pista. Por supuesto, le dije a Roger que encantado, porque si te habla así de alguien es que merece la pena, no es un tío que hable por hablar.

A los treinta segundos de estar con More, supe que era un genio. Sí, un genio, no es una forma de hablar. Pero debo confesar que lo primero que pensé al verlo, con sus gafas de pasta naranja y la funda de móvil naranja y sus calcetines naranjas fue: «Vaya puto friki». ¿Pero sabes qué pasa? Que no fue algo negativo. A mí los frikis siempre me han gustado. La gente extraña, la gente obsesiva. Y More abrió la boca y lo tuve claro: «Este tío es un genio».

Enseguida me cayó bien. Al instante. Miraba a los ojos y transmitía mucha curiosidad y una inteligencia fuera de lo común. Muy, muy inteligente, sin necesidad de hacer alarde de ello. Se le notaba inteligente incluso estando callado. La forma en que gesticulaba girando la cabeza para prestar atención a la conversación mostraba una viveza extraordinaria.

More es capaz de mantener una conversación con varias personas a la vez sobre distintos temas, ir pasando de una a otra y tenerlos entretenidos a todos, pensando en las cosas que les dice, hasta que vuelve otra vez a ellos. Como un campeón de ajedrez capaz de jugar un montón de partidas simultáneas. Hay que ser un tipo muy listo para ser capaz de hacer eso. Se lo he visto hacer con más de veinte personas. Uno a uno, aportando inmensos consejos sobre hablar en público, productividad, guion... no sé, mil cosas. Simultáneamente. Con grupos de veinte o treinta personas. Si fuera una orgía, More se acostaría con treinta y dejaría a los treinta satisfechos.

Bueno, que me desvío.

Me había conocido por una entrevista en El Mundo y por eso quería comer conmigo. Se había comprado mi primer libro y le había impresionado tanto que tenía montones y montones de notas. Me enseñó su móvil y la lista de anotaciones era interminable. Pensé: «Este cabrón sabe más de mi libro que yo mismo». Me hablaba de cosas en las que yo no había reparado y de otras que ni siquiera recordaba. Era algo fabuloso. Tenía la sensación de que había buceado en cada palabra, en cada detalle. Era tal su nivel de creatividad y productividad, que lo tenía todo perfectamente organizado por temas, frases que utilizar, detalles que aplicar para él, formas de implementarlo... Aluciné.

Ese fue el primero de muchos más encuentros. Y, sin lugar a duda, unas de las mejores cosas que me trajo ese primer libro (siempre estaré agradecido a Roger por apostar por él tal y como era) fue conocer a More. A raíz de aquel día fuimos construyendo una amistad, quedando y hablando constantemente, y esa primera impresión de «este tío es un genio» ha ido en aumento.

Lo que más me gusta de todo es lo tremendamente generoso que es. Su solidaridad es real, no de boquilla; sus ganas de ayudar y el tiempo que dedica a gente sin recursos, pues no sólo les ayuda con dinero, les ayuda con su tiempo, con su conocimiento... More es un ser humano extraordinario, un regalo, un privilegio. Como habrás notado, siento una profunda admiración por él y por eso cuando me pidió hacer el prólogo del libro que tienes entre manos pensé: «Qué pasada... este tío tiene, posiblemente, la mejor agenda de España, le podría escribir el prólogo quien él quisiera, pero quiso que fuera yo». Así que me vas a perdonar y me voy a dirigir directamente a él:

Bueno, More, tío, gracias. Gracias por ser como eres, gracias por tener una mente privilegiada de la que los demás podamos aprender, gracias por ser un ejemplo de solidaridad y compromiso y trabajo, gracias por tu generosidad. Gracias por tus consejos. Gracias por tratar de ayudarme en todo lo que me puedes ayudar. Gracias por tu talento y gracias por tu amistad.

Me encanta que este libro sea de e-mails, me encanta que se puedan leer como microrrelatos de los que aprender y divertirse y reflexionar. Me encanta que los compartas con los miles de personas que, seguro, comprarán este libro. Me encanta la forma en que se puede leer, un rato cada día y aprender tanto a cambio de ese pequeño rato. Sólo alguien con tu capacidad, con tantos frentes abiertos, personales y profesionales, con tanto trabajo y tan cotizado y con tanto prestigio, se podría poner a escribir un e-mail diario porque le resultó curiosa la entrevista en El Mundo de un tipo raro que decía que escribía cada día y su vida cambió por ello. Lo hiciste por el placer de aprender y descubrir. Por el reto, por lo desconocido, por alimentar una mente siempre hambrienta. Y ahora lo compartes con todos nosotros. Así que gracias por eso también. Eres un puto friki, eres un verdadero fuera de serie.

Un abrazo.

Tu amigo Isra Bravo