Es permisible que la ley de la levedad sustituya a la ley de la gravedad
R. A. LAFFERTY
Una fresca tarde de octubre de 2016, un grupo de diez científicos del comportamiento y conferenciantes nos subimos a un escenario en Chicago. Veníamos de Stanford, Harvard, Columbia y la Universidad de Pensilvania; todo un elenco de personajes capaces de dar conferencias dormidos (y seguramente es así) sobre temas tan diversos como la cognición humana, la inteligencia artificial y el bienestar humano, la distribución mundial de la riqueza, las negociaciones y la toma de decisiones.
Pero aquel día no estábamos juntos en el escenario para dar conferencias (o dormir).
Estábamos allí para hacer sketches cómicos.
Ahora bien, los investigadores universitarios —como los empresarios— no son precisamente conocidos por ser graciosos (ni carismáticos, ni divertidos, ni mimosos…, queda claro). Sin embargo, los diez nos habíamos reunido durante dos días para participar en una cumbre sobre el humor en The Second City, un teatro de comedia y centro de formación de renombre mundial, porque las investigaciones realizadas hasta la fecha no podían ser más claras: el humor tiene un hondo impacto en la psicología y el comportamiento humanos. Estábamos convencidos de que esta disciplina emergente podría convertirse en una de las mayores ventajas competitivas en el mundo de los negocios. En serio.
En el transcurso de esos dos días debatimos sobre el trabajo realizado en este terreno e intercambiamos ideas sobre nuevas áreas de interés que definirían nuestras futuras investigaciones conjuntas. Abordamos cuestiones generales y elevadas, como la influencia del humor en el poder, la confianza y la creatividad, y más tácticas, como la manera de crear una broma. También nos lanzamos una pelota violeta imaginaria y gritamos cosas como «¡Pito pito!», y «¡Gorgorito!». Ya se sabe, todo en nombre de la ciencia.
Seguimos un curso intensivo sobre las técnicas humorísticas, impartido por Anne Libera y Kelly Leonard, expertas en comedia de Second City. Ellas han formado a Stephen Colbert, Steve Carell e incluso a algunos otros talentos que no se llaman Stephen ni derivados, como son Tina Fey, Chris Redd y Julia Louis-Dreyfus. Todo ello culminó en un emocionante sketch cómico en el escenario.
Esta cumbre dio el pistoletazo de salida a una exploración plurianual que confirma la hipótesis que nos reunió en el escenario aquel día: desde el punto de vista de la investigación, el humor es un asunto serio. Y actualmente está muy poco difundido en la mayoría de los lugares de trabajo.
Para algunos, esto se debe a un malentendido fundamental sobre los beneficios del humor: la convicción de que la gravedad y la levedad están reñidas. Pero las investigaciones revelan que las cosas son diferentes. De hecho, cuando nos negamos a tomarnos muy en serio, reducimos el estrés que se interpone en el camino del trabajo serio, creamos vínculos más importantes con nuestros colegas y abrimos la mente a soluciones más innovadoras.
Otros captan intuitivamente por lo menos algunos aspectos del poder del humor, pero a la hora de aprovecharlo con intención, pocos saben hacerlo.
Se trata de un problema serio. Además de dejarse en el tintero un sinfín de beneficios, esta falta de levedad en nuestra vida profesional tiene consecuencias nefastas para nuestra salud física (nuestros lugares de trabajo nos están matando), nuestras relaciones (el factor más importante de felicidad en una época en la que estamos más desconectados que nunca) y nuestros equipos y negocios (que luchan por ser competitivos en un mundo que se transforma velozmente). También sospechamos que contribuye a un mohín permanente y feúcho conocido como «cara de jefe en reposo».
Hemos escrito este libro para dejar las cosas claras, para desentrañar los beneficios del humor en nuestra carrera, nuestra empresa y nuestra vida, haciendo uso de los medios más atractivos que los investigadores conocen: la ciencia del comportamiento (con la ayuda de humoristas y líderes empresariales). Aprenderás por qué el humor es tan poderoso, por qué está infrautilizado y, lo que es más importante, cómo puedes utilizarlo más y mejor.
Sí, tú. Nuestro lector preferido. El héroe de este libro.
Pero basta de hablar de ti.
Sobre nosotras
Hemos pasado los últimos cinco años viviendo y respirando el estudio del humor. Jennifer, como especialista del comportamiento y profesora titular de Stanford que estudia cómo el sentido y el propósito dan forma a las decisiones de los individuos. Y Naomi, como coach de líderes y celebridades, que ha pasado la última década a caballo entre la estrategia corporativa y la comedia.
También somos las creadoras (y profesoras) de un curso llamado «Humor: Serious Business» (Humor: un asunto/negocio serio) en la Graduate School of Business de Stanford, donde enseñamos a algunas de las mentes empresariales más ambiciosas, inteligentes y cafeinómanas del mundo a utilizar el humor y la levedad para transformar sus futuras organizaciones y sus vidas. Nuestros alumnos de MBA obtienen los mismos créditos académicos por nuestro curso sobre el poder del humor que por el de «Contabilidad de gestión» y «Estrategias de negociación financiera».
Esto sí que es gracioso. Pero también es un asunto serio.
Pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí? En el caso de Naomi, todo empezó con el comentario espontáneo de una cliente: «Apuesto a que sé exactamente lo que haces los viernes por la noche, Naomi».
Un comentario extraño por parte de una persona que la había contratado como consultora, pero Bonnie y Naomi habían estrechado lazos en el transcurso de los últimos tres meses. Como consultora de estrategia, Naomi supervisaba al equipo que ayudaba a la organización de Bonnie a redefinir su experiencia de cliente. El proyecto era intenso y Bonnie y ella habían pasado cientos de horas trabajando juntas.
Bonnie continuó, con toda sinceridad, describiendo su visión de la noche del viernes de Naomi. Se la imaginaba «planchando sus blusas para la semana siguiente» en un piso de paredes grises con cuadros de paisajes y un gato. Ante la insistencia, supuso que el gato se llamaba Cat.
Uf.
En un instante, Bonnie le había puesto delante un espejo que revelaba el yo profesional de Naomi, y el reflejo era descorazonador por su inautenticidad: una persona refinada y austera e irrefutablemente buena en su trabajo, pero por completo desprovista de la alegría y la personalidad que la hacían ser ella.
Además, la valoración de Bonnie no iba desencaminada: Naomi llevaba una doble vida. Y no era una vida apasionada de coches deportivos y hoteles de lujo; nadie en el trabajo sabía que Naomi estudiaba y se dedicaba a la comedia de noche, y ninguno de sus amigos humoristas estaba al corriente de que asesoraba a clientes de Fortune 50 de día. Durante años mantuvo estas actividades cuidadosamente compartimentadas; al fin y al cabo, ninguna de ellas ofrecía «habilidades transferibles» a la otra.
No obstante, al analizarlo más de cerca, Naomi descubrió el increíble poder del humor fuera de la comedia: cómo había moldeado sus amistades más importantes, disipado los momentos de tensión, impulsado la perspectiva y la empatía, convencido a la gente para que actuara y reforzado la resiliencia, especialmente en los momentos difíciles. Todo ello haciendo que las cosas fueran mucho más agradables.
Después de la experiencia con Bonnie, Naomi se propuso demostrar que podía ser más alegre en la oficina y jugar con la baza del humor en el trabajo. Y que podía ayudar a sus clientes a hacer lo mismo.
Jennifer no tenía tiempo para esas chorradas.
Para ella, el humor nunca había sido una prioridad. Claro que le gustaba reírse (nota: es imposible escribir esta frase sin parecer una sociópata), pero le interesaba mucho más investigar, escribir y cumplir con su trabajo.
Este punto de vista cambió fundamentalmente para ella en 2010, cuando, con su marido, escribió un libro, The Dragonfly Effect [El efecto libélula] sobre el poder de las historias y las redes sociales para producir cambios positivos en el mundo. Durante el primer año tras el lanzamiento del libro trabajó con un grupo de estudiantes de Stanford llamado 100K Cheeks, aplicando las herramientas del libro hacia el objetivo de conseguir que más de 100.000 nuevas personas se inscribieran en el registro nacional de donantes de médula ósea.
Fue entonces cuando conoció a Amit Gupta, uno de los diecisiete pacientes con los que trabajó. A Amit le habían diagnosticado leucemia y necesitaba un trasplante de médula ósea, pero ninguna de las personas registradas en el Programa Nacional de Donantes de Médula Ósea era un donante compatible. Así que él y sus amigos se propusieron llegar al mayor número posible de surasiáticos y convencerlos de que se inscribieran en el banco de donantes.
Si bien Amit estaba preso en uno de los pozos objetivamente más sombríos de la experiencia humana, Jennifer vio cómo él, sus amigos, parientes y colegas se las ingeniaban para llenar de humor y levedad cada resquicio que les permitía su campaña.
En su sitio web (AmitGuptaNeedsYou.com), Amit recibe a los visitantes con una camiseta roja muy boba y una sonrisa igual de boba. «Las donaciones de médula ósea siguen un proceso similar al de las donaciones de sangre. Es indoloro, pero aburrido.» Amit publicó en Twitter y Tumblr mensajes desenfadados sobre su búsqueda de donante, y organizó actividades de donación de médula ósea a domicilio en las que bromeaba diciendo que los invitados debían «BYOSA: bring your own South Asian» (TATPS: trae a tu propio surasiático) y «fiestas de muestras» en bares de moda de Nueva York. Además, se asoció con DoSomething.org para reclutar humoristas para la campaña, como en el caso de un anuncio distendido (pero sentido) de interés público en el que Aziz Ansari y Chris Pratt instaban a los estudiantes a «soltar un escupitajo por el cáncer».
Funcionó. El 20 de enero de 2012, Amit encontró al donante compatible.
Mientras se enfrentaba a su propia mortalidad, Amit cultivó la levedad y eso le volvió —a él y a todos los que le rodeaban— una persona más motivada, dinámica y eficaz a la hora de conseguir donantes. Después de ver a Amit persistir, movilizarse y, por último, sobrevivir a esta enfermedad sanguínea mortal, Jennifer comprendió que el humor podía motivar a la gente hasta un punto que ella jamás había imaginado.
* * *
Gracias a estas experiencias, comprendimos que habíamos subestimado muchísimo el potencial del humor como factor transformador del terreno profesional y personal. De modo que decidimos estudiarlos ambos.
Naomi se sumergió de lleno en el estudio de la comedia y se trasladó a Los Ángeles para aprender de sus héroes cómicos y formarse en el Upright Citizens Brigade Theatre, mientras integraba los principios de la comedia en su trabajo de coaching con ejecutivos.
Jennifer recurrió igualmente a la investigación, en concreto a la ciencia conductual del humor, su influencia en las motivaciones, las decisiones y la salud emocional y física de las personas, y la forma de aprovecharla para que tuviera un impacto considerable en el mundo. Todo ello sin dejar de reír (y no de una manera sociópata).
Pero la verdadera magia —la apoteósica, tipo David Copperfield, capaz de hacer desaparecer la Estatua de la Libertad— empezaría cuando reuniéramos estos dos mundos.
Nos conocimos en 2014, después de que Jennifer invitara a Naomi a dar una charla en su curso «El poder de las historias» sobre un tema sin ninguna relación: cómo combinar las historias y los datos de forma eficaz.
Jennifer observó la reacción de los estudiantes durante la charla de Naomi y se quedó patidifusa al ver que se reían —de manera histérica— mientras adquirían conocimientos sobre los sistemas neuroquímicos del cerebro y el análisis factorial.
Repitámoslo por si alguien no lo ha entendido: los estudiantes se reían mientras aprendían neurociencia y métodos estadísticos. Es más, Jennifer observó que los estudiantes aplicaron los conceptos de Naomi a lo largo del semestre y que los recordaban perfectamente ocho semanas más tarde.
Cuando nos llamamos por teléfono para comentar el curso al final del trimestre, lo que había empezado como un simple resumen se convirtió en una apasionada exploración de las preguntas que inevitablemente nos conducirían a este libro y a ti, lector: ¿qué pasaría si nos juntáramos para combinar la ciencia conductual del humor con los principios de la comedia y aplicar esta combinación a los negocios de una forma realmente provechosa? ¿Nos permitiría entablar unas relaciones personales más profundas? ¿La gente podría rendir más y ser más feliz en el trabajo? ¿Supondría una transformación radical de las empresas y quién sabe si del mundo?
Así que afilamos nuestras plumas y empezamos a escribir. Este libro es nuestro empeño en responder a estas preguntas.
Qué hemos estado haciendo
En los últimos seis años, nuestra colaboración ha consistido en realizar una cantidad vertiginosa de investigaciones y experimentos en el mundo real y construir una hermosa amistad en el camino.* En concreto:
Hemos realizado estudios en los que han participado más de 1,5 millones de personas de 166 países con el objetivo de entender cómo y por qué funciona (o fracasa) el humor, cómo difiere a lo largo de la vida y de una cultura a otra, la relación matizada entre el humor y el estatus y, en particular, cómo aquellas personas que se creen poco graciosas se vuelven graciosas (o menos «poco graciosas»).
Hemos recorrido a fondo la investigación empírica en psicología (por ejemplo, la toma de decisiones y la motivación), sociología (por ejemplo, los movimientos sociales y la identidad narrativa) y la neurociencia y la biología (por ejemplo, la química cerebral y la fisiología de la risa). Y luego, por darnos el gusto, hemos seguido investigando más a fondo.
Nos hemos formado en algunas de las mejores instituciones de comedia del mundo, desde la comedia de sketches en Second City hasta la comedia de improvisación en Upright Citizens Brigade y Groundlings Theater. Pasamos cientos de horas practicando y luego actuando en teatros de improvisación escasamente iluminados, y experimentamos de primera mano qué se siente al fracasar una y otra vez. Y luego, poco a poco, ir mejorando.
Viajamos a lo grande* por todo el país para conocer a humoristas de la vida real que compartieron con nosotras su sabiduría y sus secretos. Hablamos con Norman Lear sobre el poder del humor para explotar un filón cultural, entrevistamos al fundador de The Onion, Scott Dikkers, para que nos hablara de su proceso creativo, y preguntamos a la humorista Sarah Cooper en qué se había inspirado para grabar sus vídeos de sincronización labial. Acorralamos a Jimmy Fallon entre las bambalinas de The Tonight Show y enviamos lápices perfectamente afilados a Seth Meyers porque una vez mencionó en voz baja, apenas audible, que le gustaban. Nuestro proceso fue académico, encantador y nada invasivo.
Entrevistamos a cientos de líderes de todas las industrias. Hablamos con presidentes de corporaciones de todo tipo, desde gigantes tecnológicos como Twitter y Google hasta empresas de capital riesgo como Andreessen Horowitz y consultoras creativas como IDEO o canteras de humoristas como Funny or Die y Saturday Night Live. Entrevistamos a líderes políticos, como la exsecretaria de Estado estadounidense Madeleine Albright, acerca de lo mucho que el humor la ayudó en la diplomacia y las negociaciones cuando había mucho en juego.
Pasamos una hora jugando a la pelota con un perro muy simpático, solo para darnos un respiro.
Consumimos un cargamento de comedias. Naomi pasó cientos de horas asistiendo sola a espectáculos de improvisación y monólogos porque no lograba hacer amigos lo bastante rápido como para seguir con su adicción investigación. Jennifer vio todos los episodios de Saturday Night Live desde 1975, hizo que Prohibido nacer de Trevor Noah fuese una lectura obligatoria para todos sus hijos (y estudiantes, pero ellos se habían apuntado) y vio The Comeback Kid de John Mulaney tantas veces que ahora el texto se le escapa de la boca con frecuencia y en contra de su voluntad.
Luego pusimos a prueba nuestras ideas para comprobar si se sostenían.
Organizamos talleres en empresas como McKinsey, Deloitte y Forrester. Y también en un puñado de empresas que no hacen consultoría, pero la cuestión es que, si los consultores de gestión pueden aprender a explotar el humor, hay esperanza para todos nosotros.
Incorporamos estos principios en charlas y sesiones de coaching con ejecutivos y famosos, desde los platós de The Tonight Show y Saturday Night Live hasta las reuniones de personal empresarial, pasando por los discursos de las campañas políticas o las charlas pronunciadas en reuniones de Naciones Unidas.
Hemos impartido cursos a cientos de ejecutivos y MBA de Stanford, que han puesto en práctica nuestros principios de maneras que superan nuestros sueños más descabellados: un emprendedor en serie que creó un manifiesto de empresa impregnado de humor; un ingeniero que construyó una instalación artística para visualizar los matices culturales del humor; una científica de la alimentación que se declaró a su novio* de entonces creando un tebeo de su vida en común, y muchas cosas más.
En cada ocasión, nuestros hallazgos pusieron en tela de juicio la falsa dicotomía entre la gravedad y la levedad y revelaron los profundos beneficios de una vida nutrida de levedad. Si hay algo que nuestra investigación deja claro es que no necesitamos tomarnos tan en serio para afrontar cosas serias.
El equilibrio entre la gravedad y la levedad da poder a ambas.
Que, por supuesto, es la razón por la que estamos todos aquí.
El plan de actuación
Si eres como los empresarios que conocemos, probablemente te gusten los planes de actuación. Y las hojas de ruta. Y las hojas de ruta para navegar por los planes de actuación. (¿Quizá un manual de estrategia?) Así pues, esto es lo que puedes esperar en los próximos capítulos.
Capítulo 1: El precipicio del humor. Antes de aprender a utilizar el humor con más eficacia en el trabajo, debemos entender qué es lo que nos frena. Desmitificaremos cuatro de los mitos más comunes sobre el humor en el trabajo y compartiremos un marco importante para entender la relación entre levedad, humor y comedia. A continuación, exploraremos cuatro tipos distintos de humor y te ayudaremos a identificar el tuyo. Porque ¿a quién no le gusta una buena tipología?
Capítulo 2: Tu cerebro y el humor. Ahondaremos en la ciencia: cómo está programado nuestro cerebro para responder al humor y a la risa, y cómo la investigación conductual ha demostrado que el humor (entre otras cosas) aumenta la percepción del estatus, acelera el camino hacia una conexión significativa, desbloquea la creatividad y la innovación, y fortalece la resiliencia.
Capítulo 3: Anatomía de la diversión. A continuación nos adentraremos en el mundo del humor, comprenderemos qué hace que algo sea gracioso, entrenaremos nuestro cerebro para mirar el mundo con otros ojos y crearemos humor utilizando las técnicas de los cómicos profesionales.
Capítulo 4: Cómo perdimos 18 kilos gracias al humor (¡y tú también puedes!). ¡Es broma! El capítulo 4 no tiene nada que ver con esto. Ahora sí:
Capítulo 4: Saca al cómico que llevas dentro. Puede que comprendas intuitivamente el poder del humor y que lo uses abundantemente en tu vida «real» pero te cueste incorporarlo a la oficina. Compartiremos contigo una serie de estrategias sencillas que te ayudarán a sacarle más partido —estratégicamente— en tu trabajo diario.
Capítulo 5: Lidera con humor. Como saben aquellos que han escalado puestos en una organización, el estatus cambia la partida en muchos aspectos. Exploraremos por qué el humor es una poderosa estrategia de liderazgo y nos basaremos en las herramientas que hemos explorado en los capítulos anteriores para revelar cómo algunos de los líderes más notables y eficaces utilizan el humor para reforzar su poder, al tiempo que se ganan la confianza de sus subordinados. Porque, después de todo, en las sabias e impertinentes palabras del gurú del liderazgo John Maxwell: «Si lideras y nadie te sigue, solo estás dando un paseo».
Capítulo 6: Crea una cultura de la levedad. La cultura de una organización (al igual que los imperios y los bebés) no la crea una sola persona. Mucho más poderoso que la explotación del humor por parte de cualquier líder es crear las condiciones en las que el humor pueda surgir de cualquier parte. Mostraremos cómo una cultura de la levedad ayuda a los equipos y a las organizaciones a prosperar, y cómo tú puedes empezar a transformar tu propia cultura por medios modestos pero significativos.
Capítulo 7: Navegar por las zonas grises del humor. Lo que la gente considera gracioso —y apropiado— dista mucho de ser universal, y nadie acierta siempre. Estudiaremos las razones por las que el humor fracasa y qué hay que hacer para remediarlo, proporcionándote herramientas para reconocer tus meteduras de pata, diagnosticar las situaciones y corregirlas cuando te pases de la raya. Además, te recordaremos que no hay que ser un capullo.
Capítulo 7,5: Por qué el humor es un arma secreta en la vida. No nos malinterpretes: nos interesa que te conviertas en un hacha de los negocios. Pero nos interesas más tú como persona y la posibilidad de que utilices los conceptos de este libro para vivir una vida mejor y más plena. Veremos por qué las lecciones de este libro van mucho más allá de tu jornada laboral.
¡Otra!
Al final de la cumbre de dos días en Second City, hicimos las maletas (incluidas las pelotas violetas imaginarias y tal), nos despedimos de nuestros colaboradores y colegas artistas y nos separamos en el aeropuerto O’Hare. Mientras Naomi se dirigía a su puerta de embarque, sucedió algo de lo más corriente.
Fue a comprar una manzana a una tienda del aeropuerto.
Cuando se acercó a la cajera, le preguntó si las manzanas apiladas en una magnífica pirámide cerosa estaban a la venta. La mujer miró a Naomi de arriba abajo y le respondió secamente: «Si quiere una, póngase a la cola». Así que Naomi se puso a la cola y observó a la cajera mientras atendía a un cliente tras otro. Impaciente. Lacónica. Más ácida que las manzanas Gala apiladas delante de ella.
Cuando le llegó el turno, Naomi podría haber dicho simplemente: «Quiero una manzana». Pero, tras su inmersión de una semana en el mundo de la comedia, vio la oportunidad de introducir una chispa de levedad en la interacción.
—¿Podría comprar su manzana favorita, por favor? —preguntó sonriente.
La mujer se quedó parada, confusa.
—¿Mi manzana favorita?
—Sí. La que más le guste de todas.
Luego, una sonrisita. En un abrir y cerrar de ojos, todo cambió. La mujer empezó a rebuscar en el montón de manzanas, riéndose primero para sus adentros y luego con Naomi mientras ambas inspeccionaban meticulosamente las frutas una a una. Cuando Naomi fue a pagar, la mujer le respondió, aún sonriente: «No se preocupe. No cobro por mi manzana favorita».
Por encima de todo, el objetivo de este libro es que encuentres tus momentos manzana. Aprenderás a utilizar herramientas para introducir humor en los grandes momentos importantes, pero también en los pequeños momentos intermedios. Tanto si presentas una idea a tu equipo como si compras fruta en una tienda del aeropuerto, una pizca de levedad tiene el poder de transformar una interacción, forjar un vínculo e indicar que ves a la otra persona. Si comprendemos la ciencia, los mecanismos y las aplicaciones del humor (en nuestro cerebro, en nuestra empresa y en nuestra vida), podremos cambiar nuestra manera de ver el mundo y la manera en que él nos ve a nosotros.
Hagámoslo.