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CICLISMO

«A mi Javi, como a la gran mayoría de amigos que tengo, lo conocí encima de la bicicleta, porque nos une la misma pasión, que es el ciclismo. Pero a diferencia de muchos otros amigos –que no por eso son menos amigos– nos han unido muchísimas otras cosas.

Nos ha unido el poder salir, el poder trabajar juntos incluso en algún show, el poder ir a tomar alguna cerveza, el poder charlar de cualquier cosa… Nos hemos hecho amigos más allá de las ruedas.»

Purito Rodríguez fue ciclista profesional del 2001 al 2016. Entre otros éxitos, ganó nueve etapas en La Vuelta, tres en el Tour y dos en el Giro.

Me llamo Javi Sancho y nací en Tarragona hace treinta y pico años. Me crie allí y estudié en un colegio concertao de Tarragona. Mis padres decidieron apuntarme a fútbol para que me integrara con los chavales y eso, pero al notar que iban pasando las semanas y no me pasaban la pelota ni nada, pues mis padres dijeron: «Lo vamos a borrar». Entonces me propusieron una alternativa: «Javi, haz ciclismo, que ese es un deporte en el que ya dependes más de ti».

Me encantaba el ciclismo. ¡Llegué a competir y todo! Estaba en un equipo de Tarragona, y me acuerdo de que íbamos todos con la misma ropa en la furgoneta. Y me bajaba de la furgoneta antes de la carrera, miraba al resto de los chavales del equipo y me decía a mí mismo: «Si llevamos la misma ropa, ¿por qué NOS QUEDA TAN DIFERENTE?». Qué desagradecida es la licra, maemía.

Y ya empecé a notar que aquello quizá tampoco era lo mío, porque yo siempre he tenido mucho ojo para lo que no es lo mío. Pequeñas señales que vas viendo. Pequeñas señales. Por ejemplo, yo a veces llegaba al final de la carrera y me encontraba el hinchable de meta desinflao. Desinflao y plegao, que un hinchable de meta es una de esas cosas que no debe de tener un plegar fácil, ¿sabes? Otras veces llegaba a meta y el pueblo se llamaba diferente. El Talgo de Tarragona me llamaban en el equipo…

La verdad es que lo de ir en bici me ha dao mucho, porque gracias al ciclismo conseguí mi primer trabajo en unos grandes almacenes deportivos de Tarragona, vendiendo bicicletas mientras estudiaba informática, porque a mí me encanta la informática: yo veo un ordenador y me pongo loquísimo. Nada más terminar de estudiar informática, me llegaron dos ofertas de trabajo, una en Madrid y otra en Murcia. A Murcia tenía que ir en tren, y pensé: «Buah, entre que lo que llego y tal, se me ha acabao el contrato». Entonces elegí la de Madrid, y me fui para la capital con mi primer coche. No era un gran coche, pero como primer coche ya estaba bastante bien.

Estuve un año trabajando allí en Madrid, en otros grandes almacenes deportivos, pero me tuve que volver a Tarragona por motivos personales que tampoco os voy a explicar, porque no os conozco lo suficiente. Al llegar a Tarragona me contrató un banco. Cobraba más que en los grandes almacenes deportivos, y me pude cambiar el coche por otro más molón, un Seat león rojo. Me encantaba. Ligaba igual de poco que con el otro coche, pero ya descartas el factor coche. Porque yo creo que es muy importante que, según va pasando la vida, puedas ir descartando los factores por los que no pillas cacho, hasta que quedas tú mismo, ¿verdad?

De todos modos, por bien que me fuera en el banco, yo echaba de menos la bici. Y lo de estar en forma, quieras que no, siempre te apaña un poco las cosas, porque conoces a gente y eso, y quién sabe qué puede surgir de ahí. Así que me dije que tenía que volver a salir en bici. Además, en mi familia tenemos una genética superagradecida: los de mi familia con nada que hacen se ponen finísimos, aunque a mí el gen me ha llegado regulero. Y me gusta la bici, me gusta andar en bici. Así que saqué mi bici vieja del garaje, mi culotte de licra, y me lancé a recuperar el tiempo perdido.

A mí el ciclismo me gusta desde la calma, lo tengo claro. Pero mis amigos no, y yo ya no sé cómo explicarlo. Estaba en Tarragona un sábado y mi amigo Lope me dice:

–Javi, aprovechando que estás en Tarragona, un domingo salimos en bici.

–Me parece un planazo. ¿Cómo quedamos?

–Te paso a buscar por tu casa a las siete de la mañana.

–Pero vamos a ver… Que tengo todo el domingo. ¿A qué hora me tengo que levantar? ¿Cómo lo hago pa estar a las siete de la mañana listo pa salir en bici contigo? ¡Que no tengo necesidad de madrugar tanto!

–Javi, es superfácil –me dice–. Tú te pones la alarma a las cinco de la mañana. Te levantas, te pones tu maillot, tu culotte, tu licra bien ajustadita, y a eso de las seis te haces un bol de avena, porque la avena es buenísima para hacer deporte.

Yo a las seis de la mañana en licra y comiendo avena pierdo mucho, las cosas como son. Es una imagen que no le deseo a nadie. Si me veo a las seis de la mañana en licra, bien apretaíto y comiendo avena es porque vivo en Tarragona y estoy llegando de Salou, en plan: «¡MAEMÍA, CÓMO SE ME HA GIRAO LA NOCHE!».

–¿Qué más tengo que hacer? –le pregunto, ya por curiosidad.

–Te levantas a las cinco de la mañana, te pones la licra, te comes la avena y a las siete salimos. Y cuando vuelvas de las cuatro horas de bici…

–¿Pero qué CUATRO horas de bici, desgraciao? Que yo con un ratete ya lo tengo hecho.

–No, no, que te sentirás muy bien contigo mismo.

–Que yo ahora mismo ya me siento muy bien conmigo mismo. No tengo necesidad de todo eso.

A la mañana siguiente pasó el tío a buscarme por casa a las siete. Nada más verme, embutidito en licra, me lanzó una mirada compasiva y dijo:

–No te preocupes, Javi, que traigo barritas de muesli.

–Vaya motivación más triste…

Y salimos. A las dos horas, Lope se empieza a comer una barrita de muesli. Yo veía que sufría. Una de estas barritas que valen tres euros y medio, que no bajan ni p’atrás.

–¿Quieres media? –me decía el pobre, medio ahogao.

–Pero si estás llorando y te sangra el oído, Lope.

Y Lope tragó como pudo lo que le quedaba de barrita y, con gesto resignado, enfiló el camino de vuelta a casa. No sé yo si se sentía muy bien consigo mismo, la verdad.

En esto de la bicicleta hay otro tema que conviene tratar con mucha calma, que es el tema del Strava. A mí me encanta, y lo utilizo como todo el mundo. Pero hay un temita que me empieza a tener un poquito tenso: el típico flipao de la grupeta que por un kom es capaz de cualquier cosa. Ese tipo que se pilla la furgoneta y se hace trescientos kilómetros para hacer un segmento de doscientos metros, sacar el kom y volverse. ESO NO ES UN KOM, tú estás llegando fresco, TÚ SALES A POR EL SEGMENTO, no te lo mereces. Y digo esto por no tratar el tema este de las bicicletas eléctricas. ¿Sabes los que van con la bici eléctrica y luego no lo ponen? A ver, que yo no le deseo ningún mal a nadie, PERO AHÍ PILLES UN CHARQUICO GORDO Y SE TE FRÍA LA BICI ELÉCTRICA.

Desde el cariño, desde el aprecio: hay gente que por un kom es capaz de cualquier cosa. Yo no tendré un kom en mi puñetera vida, ni se lo voy a contar a mis nietos, pero hay gente que es capaz de montarse su segmento en el pasillo de su casa para tener un kom y, una vez que tienen el segmento, cerrar con doble vuelta, prenderle fuego a la casa o venderla.

Después están esos FLIPAOS que van lentos, y te dicen: «No, no, yo es que el pulso y los vatios los pongo lentos porque es algo muy mío, muy interno mío». LO QUE ES MUY TUYO, MUY INTERNO TUYO, ES LO GILIPOLLAS QUE ERES, porque nosotros YA SABEMOS POR LA CARA QUE VAS JODÍO. Vas todo el día en zona 4 desde que haces el crac-crac del agua. Vas en zona 4 y vas jodío, y no pasa nada. Y NOS DA IGUAL TU PULSO, porque nos generas INDIFERENCIA.

El Strava

Aplicación para deportistas, o aspirantes a serlo, en la que se registra una actividad deportiva mediante GPS. A la que entran, dejan de tener amigos, familia y seres queridos; el pique es con todo el mundo.

Vamos a relajarnos con el tema del Strava, que la gente se está volviendo muy loca. Vamos a disfrutar de la bicicleta sin hacer el numerito.

Después de lo que he contado estoy pensando seriamente en salir solo en bici, porque siempre me quedo atrás en los puertos subiendo, voy más lento que los demás y me da mucha rabia que no me esperen cuando ME HAN ENGAÑAO, porque me han dicho «Te esperaremos», y no. Así que para ir más ligero voy a ir descartando cosas; por ejemplo, los sillines. Llevaba un sillín de 200 gramos y me quedaba atrás en el grupo, así que me compré el de 120 gramos. Me volví a quedar atrás. Sospeché que el sillín no era el problema, así que tenía que seguir cambiando cosas.

Otro día, en otra salida, me volví a quedar atrás. ¡Pues me puse roldanas cerámicas! Y te preguntarás: «¿Y estás subiendo más rápido?». Pues igual no, pero yo sé que si me quedo, por las roldanas no va a ser.

Todos tenemos un amigo en la grupeta, el típico que se ha puesto en la bicicleta las ruedas de carbono o las ruedas de palos, que le preguntas:

–¿Cuánto te han costao esas ruedas?

–Cuatro mil euros, pero bueno, como no tengo otro vicio; como ni fumo, ni bebo, ni salgo…

Las marchas cicloturistas

Quieren que las marchas cicloturistas sean tan duras que lo que les queda por hacer es ponerte fotos de tu ex a mitad de puerto, entre el kilómetro 192 y el 193, justo allí.

–Vamos a ver, Antonio, que con cuatro mil euros de las ruedas, más lo que te gastas todo el año, no es que puedas salir a beber y eso, ES QUE TE PUEDES EMPADRONAR EN IBIZA E IR A FONDO.

Que yo no estoy animando a la gente a que se endrogue, pero tampoco nos vamos a volver locos con las piececitas de la bici. Vamos a descartar los motivos de la lentitud: a día de hoy, con esta bicicleta, sé que el problema soy yo.

El que se lo monta todo

También está el típico amigo de la grupeta que se lo monta todo: «Me he montao las roldanas cerámicas, un manillar de 60 gramos y la tornillería de titanio». ¿PERO DÓNDE VAS CON LA TORNILLERÍA DE TITANIO, QUE TE HA COSTAO TRESCIENTOS EUROS, SI TE ESTÁS COMIENDO UN BOCADILLO GIGANTE DE CHISTORRA, DESGRACIAO? En el fondo hay que quererlos, porque somos así. La bici, ligera, pero nosotros, lentitos.

Decidido: a partir de ahora salgo solo en bici, estoy cansado de que me engañen. Hoy mismo me han dicho: «Salimos una hora de tranquis», y vuelvo a las tres horas reventao. Y el que me ha dicho «Salimos de tranquis» es el primero que se ha puesto a apretar como un loco. ¿Pero qué prisas son esas? ¡Que no te van a mover las montañas, no te van a mover los puertos! Y el que se queda contigo subiendo el puerto, que te dice:

–Esta última curva y ya coronamos.

Y tú vas ilusionao a la curva, ya diciéndote: «¡Lo he conseguido!», y pillas la curva y ves CINCO CURVAS MÁS. Y te entran ganas de decirle: «¡Pero tú eras amigo mío, en serio, que llevamos muchos años juntos, NO ME ENGAÑES DE ESTA MANERA!», pero no puedes ni respirar.

Después está la gente que para a echar el café y te suelta:

–Nos lo echamos rápido, que si no para las piernas es peor.

¡Estate un rato, estate tranquilo! Tómate un refresco de cola, te lo bebes con calma, con tranquilidad. Es que después la gente se vuelve loca, empieza a mezclar geles con barritas con cosas… Y, claro, luego se cagan vivos, porque quieren ir más rápido de lo que toca ir.

No me engañéis, vamos a ir con calma, en serio. Quedaos con este mensaje.

El «Vamos de tranquis»

Siempre hay uno. En todas las grupetas está el típico pestoso que te dice: «No, vamos de tranquis», y después te suelta: «Al final lo he hecho todo a 350 vatios». Me entran ganas de soltarle algo como: «¡Mira, desgraciao, que te robo la bici!». Más tranquilidad, en serio.

¡Maemía con la frase «El perro solo quiere jugar»! A mí me flipan los perros, no hay cosa que me mole más que los perros y las palmeras de chocolate, a partes iguales, pero es que el otro día iba tan tranquilo con mi bici de montaña por ahí por la montañita, solito, a mi rollo, tan feliz, y oigo a lo lejos: «¡TRANQUILO, EL PERRO SOLO QUIERE JUGAR!».

Yo no sé qué me ha pasao, que al oírlo a lo lejos he empezao a sudar, un sudor frío de mal rollo, y he pensao: «Esto es un PERRACO que viene y se me va a comer en dos bocaos. Hasta aquí hemos llegao, Javi, hasta aquí; y ha sido muy bonito todo».

Y entonces yo he mirao, pero por información, no por huir, porque la verdad es que yo iba a un ritmo muy accesible. SOY UNA PRESA FÁCIL porque voy lento, estoy flojo en bici y soy accesible para cualquier perro. Y eso que miro para atrás y veo que me viene un yorsái. Un yorsái pequeñico. «¿Pero dónde va el flipao, que no le van a dar las patas?», me digo. Y se acercaba.

–¡Quiere jugar, quiere jugar! –decía una voz a lo lejos.

Pero yo notaba que el perrete, aunque era pequeñico, venía con los ojos rojos y echando una baba blanca rara, así que exclamo para mis adentros:

–¡Hostia! PUES PARA QUERER JUGAR TIENE UNA ACTITUD RARITA…

–¡No, si es que le encantan las bicicletas!

–¡Pues ponle bicicletas en la tele o con la tablet o algo!

Ojalá hubiera sido un perraco grande, un perraco grande de estos que se te come en dos bocaos, porque a mí casi me mata el yorsái este, PERO POR CANSINO, por insistencia. ¿Tú sabes lo que es ir en bici, que tú vas lento, a doce por hora porque LA VIDA NO TE DA PA MÁS, y de golpe: «¡Guauguauguauuuu!», y aparece el perrillo con los ojos rojos y la babilla, trotando, intentando morderte el tobillo, el animalico? «¡Ya verás tú, que me la lía el yorsái este!», he pensao.

–¿PERO NO VES QUE NO TE DA LA VIDA PA MATAR? –le grito al perrete.

Estoy yo sufriendo porque intento ir rápido; ESTAMOS LOS DOS SUFRIENDO, estamos los dos en zona 5, REVENTAOS. ¡Vamos a mirar por los dos!

Al final me ha dao por parar, para ir a saludarlo. Y el perrete, superagradable. Le he dao un poco de agua, se le ha ido el color rojo de los ojos, y ya está, TAN AMIGOS.

A mí me flipan los perros, pero lo que me da miedo es el grito de «¡TRANQUILO, EL PERRO SOLO QUIERE JUGAR!». Vamos a gritar otras cosas, otras cosas diferentes, yo qué sé, por ejemplo: «¡ESTÁ VACUNADO!», «¡ESTÁ A TODO RIESGO!», y yo explicaré que todo ha sucedido de una manera superépica, pero la frase «¡TRANQUILO, EL PERRO SOLO QUIERE JUGAR!» gritada en el campo, a lo lejos, NO. Porque a mí casi me da un chungo, y era un yorsái majísimo, que le ha faltao vida como a mí, también os lo digo, pero majísimo.

Y ahora el perro está ahí haciéndose un recovery, tomándose dos gelecitos. El perro, reventao.

¡MAEMÍA!

Yo lo del ciclismo me lo tomé muy en serio una temporada, esto tengo que admitirlo.

Me dediqué a competir en bici hasta que cumplí los veinte años. A ver, que competía a nivel nacional, aunque la gente ya veía que aquello no iba a ser lo mío.

A mí me ponían un entreno y me decían: «Tienes que hacer tres puertos; hoy tienes que hacer un entreno de cien kilómetros con tres puertos». Y yo hacía el puerto de Tarragona, el de Salou y el de Cambrils. ¡Se pensaban que iba a hacer puertos de montaña! Estaban flipando, también te lo digo. A mí me iban un poquito más los puertos deportivos, la verdad. Y como en aquella época vivía cerca de Salou, pues pasaba lo que pasaba. Que es que por Salou terminas saliendo aunque no quieras: te vas una tarde tonta por Salou, y no sabes cuándo vas a volver a tu casa. Te lías. Un sábado por la tarde dices: «Vamos a tomar un helado al Paseo de Salou». Y el martes dices: «Volvamos a casa ya, que nos hemos liao».

Y ahora tengo algún amigo tan loco tan loco en Andorra que pretende que vuelva a entrenar con la bici, porque me quiere llevar al Tourmalet. ¿Pero qué necesidad hay?, me pregunto yo. El otro día todavía me insistía: «¡Vamos a subir en bici al Coll d’Ordino y luego terminamos en el Envalira, a dos mil y pico metros!». Y le dije: «¡Es que yo tengo coche!».

Glosario

Kom: Trofeo digital King of Mountain para el/la más rápido/a. Es muy probable que no llegues a tener ninguno, no pasa nada, nosotros estamos a palmeritas.

Roldanas cerámicas: Unas ruedecitas para el cambio que te lo aligeran y te bajan la fricción. Lo que más notarás que aligera es tu cartera, pero ya sabéis, vamos con todo.

Vatios: En ciclismo, unidad de medida para controlar la fuerza que le metes a los pedales. Nosotros podríamos ni mirarlo, pero somos unos flipaos.

Yorsái: Perrete pequeño y bastante escandaloso con actitud de perro grande, que no suele temer por su vida; vamos, un perrete flipao.