¿Y SI HAS ESTADO MIRANDO MAL LAS VENUS PALEOLÍTICAS?

Te contamos qué podrían representar estas curiosas figurillas

Siempre se ha dicho que la Venus de Willendorf representa la fertilidad o el canon de belleza femenino pero, ¿y si no es así? Nos han explicado mal la Prehistoria. Ya está, ya lo he dicho. Esta es la cruda realidad: la enorme distancia temporal que nos separa de este período, cuyas manifestaciones nos han llegado sesgadas y a cuentagotas, hace imposible que sepamos con seguridad prácticamente nada. Probablemente nunca sabremos por qué les dio por hacer las pinturas rupestres. Tampoco descubriremos qué diantres pretendían con los crómlech de Stonehenge. Suponemos mucho, pero sabemos muy poco. Tendremos que aprender a vivir con ello. ra de este período, cuyas manifestaciones nos han llegado sesgadas y a cuentagotas, hace imposible que sepamos con seguridad prácticamente nada. Probablemente nunca sabremos por qué les dio por hacer las pinturas rupestres. Tampoco descubriremos qué diantres pretendían con los crómlech de Stonehenge. Suponemos mucho, pero sabemos muy poco. Tendremos que

El caso es que allá por el Paleolítico, a un grupo de personas, en diversos puntos de Europa, les dio por esculpir lo mismo: un montón de figurillas femeninas completamente desnudas, la mayoría de ellas de bulto redondo. Aunque en las fotografías parecen enormes, son de un tamaño bastante reducido, la mayoría caben en la palma de tu mano. La más famosa es la Venus de Willendorf, que llama la atención por sus proporciones, que se han leído como «rechonchas», pero ni de lejos es la única ni marca un canon específico. De hecho, los ejemplos conservados son increíblemente diversos. Tampoco se realizaron todas en un mismo periodo de tiempo; las más antiguas se remontan unos 20.000 años atrás mientras que los ejemplos más recientes lo hacen 12.000 (que se dice pronto). El caso es que estas figuras, a las que se les conoce comúnmente como las Venus paleolíticas, siempre se ha asumido que fueron hechas por hombres para fines diversos. Pero ¿realmente fue así?

LO QUE NOS HAN CONTADO
FNO

Viajamos a 1864, al yacimiento arqueológico de Laugerie-Basse, al suroeste de Francia. Justo allí apareció la primera figurita de una mujer desnuda, delgada, probablemente la representación de una preadolescente. No había ni rastro de los brazos ni de la cabeza. Ante la necesidad de ponerle un nombre, Paul Hurault, marqués de Vibraye, que fue quien realizó el hallazgo, se centró en lo que interpretó como una falta de pudor ante su desnudez. Y fue así como se le ocurrió llamarla «Venus Impúdica». El nombre viene como contraposición a las «Venus púdicas», una representación típica de la estatuaria romana en la que la diosa de la belleza, muy recatada ella, trata de tapar su pubis y sus pechos.

Lo cierto es que tenemos un número significativo de obras que representan a mujeres desnudas de la época paleolítica, hecho que contrasta con las ínfimas representaciones masculinas. Aunque ya hemos comentado que son tremendamente diversas, las más conocidas son las llamadas «Venus esteatopigias», un nombre en referencia a una condición que hace que la grasa se acumule en ciertas partes del cuerpo, como las caderas o las nalgas.1 Esta condición a veces ocurría a mujeres de tribus nativas, como refleja el caso de Sara Baartnab, una joven de los pueblos khoikhoi (en la actual Sudáfrica) a la que bautizaron con el sobrenombre de la Venus Hotentote. Su vida solo puede describirse como cruel, pero te haré un resumen: en el siglo XIX se la llevaron por toda Europa, siendo obligada a prostituirse y a participar en espectáculos como si fuera un mono de feria.2 Vamos, un horror. Si hubiera vivido el siglo XXI (y no hubiera sido negra), otro gallo cantaría. Probablemente la habrían comparado con Kim Kardashian.

En el caso de la prehistoria, se ha dado por hecho que los autores de las obras fueron hombres.

Una vez nombrado el hallazgo, llega la parte más complicada: entender qué demonios quiere representar. Justo aquí parece que olvidamos lo tremendamente difícil que es que lleguemos a entender estas figuras o darles un significado global, dada su variedad. Y así es como siempre se ha acabado generalizando, asociando su significado con el canon de belleza o algún tipo de ritual mágico para la fecundidad. En definitiva, significados siempre ligados con la sexualidad. Como bien señala Marga Sánchez, la mayor parte del problema empieza al asociar estas obras con las Venus, pues son un concepto prácticamente universal y hacen que tendamos a una idealización del cuerpo femenino ligada a su vez con la fertilidad.3 Si lo piensas, el simple hecho de llamarlas así hace que las asociemos con la mitología romana, que es muy posterior a su creación. Si bien es posible que algunas de las figuras más antiguas (de entre 33.000 y 25.000 años atrás) estén relacionadas de alguna manera con lo reproductivo, resulta mucho más difícil pensarlo en los casos más recientes.4 Las figuras de entre 20.000 y 12.000 años atrás son por norma general más diversas y estilizadas y por esto mismo se piensa que podrían estar más relacionadas con la feminidad en sí misma.5

LO QUE PODRÍA SER (Y NUNCA HABÍAS OÍDO)

Los seres humanos necesitamos tener las cosas bajo control para poder entenderlas. Creo que este es uno de los motivos por los que nos resulta tan necesario clasificarlo todo. La historia del arte es un claro ejemplo de ello: hemos creado una serie de cajones estancos (los movimientos artísticos) en los que pretendemos clasificar todas las obras que existen. Que, por cierto, son extremadamente diversas y en gran medida subjetivas.6 Y ante este problema, ¿qué hacemos? Generalizar.

En el caso de la prehistoria, entre muchas otras generalizaciones se ha dado por hecho que los autores de las obras fueron los hombres. En realidad, es algo que nos es desconocido, pero que curiosamente la historiografía suele dar por sentado. Pero ¿y si las artífices de estas figurillas fueron en realidad las mujeres? Y justo en el punto en el que te planteas la pregunta, llegas a otras teorías, que tienen el mismo fundamento que las que se estudian en las aulas, pero de las que probablemente nunca hayas oído hablar.

En 1996, Catherine Hodge McCoin y Leroy D. McDermott plantean la posibilidad de que las Venus paleolíticas sean en realidad las primeras selfies de la historia. Me explico. Según su estudio, fueron las propias mujeres quienes retrataron su cuerpo. Pero, al no tener nada con lo que observarse (no había espejos), lo hicieron de la única manera que les era posible: en primera persona, mirando desde arriba hacia abajo. Desde esta perspectiva, las cosas no son siempre lo que parecen, lo que explicaría la desproporción que se observa en algunas de estas Venus: abdomen y pecho abultado, piernas muy cortas, pies pequeños, etc. . Si eres mujer, te invito a que hagas la prueba. Prueba a imaginarte mirándote a ti misma, de pie; observarte desde el pecho hasta los pies. Ahora trata de dibujar (o de dar forma) a eso que estás viendo, teniendo en cuenta que estas esculturas tienen forma tridimensional. Voilà, acabas de crear una Venus paleolítica. Así, según esta teoría, sus formas extrañas no serían deformidades, simplemente habríamos estado mirando las figuras desde un punto de vista equivocado.

La historia es y será un ente vivo del que aún nos queda mucho por descubrir.

Pero aquí lo que nos interesa es cómo llevaron ellos esto a la práctica. Para poner a prueba esta suposición, lo que hicieron fue tomar fotos a una mujer de 26 años, caucásica y que además estaba embarazada de 5 meses. Lo hicieron desde la altura de sus ojos, como si se estuviera mirando a sí misma. Luego tomaron las mismas instantáneas, pero con la Venus de Willendorf como protagonista y… ¡Magia! La comparación de ambos grupos de fotografía reveló que no se estaban volviendo locos, porque eran bastante similares.

Pero, si tomamos esta teoría como cierta, probablemente queramos encontrar su porqué, ¿qué llevó a las mujeres a retratarse a sí mismas? Pues bien, ambos estudiosos plantean la posibilidad de que estas figurillas sirvieran como un modelo, como una forma de comparar y conocer el progreso de sus embarazos. En definitiva, una forma de mejorar el éxito reproductivo y de favorecer la salud de las mujeres desde las mujeres.7

Con toda esta información sobre la mesa, solo se puede llegar a una conclusión: que la historia es y será un ente vivo del que aún nos queda mucho por descubrir. A veces, la mejor arma es nuestra curiosidad. Hasta que sepamos la verdad, tú decides lo que creer.