INTRODUCCIÓN

Las tres fuentes de la inteligencia Bondadosa en armonía

Tan solo haciendo algunos cambios sutiles en las palabras (que habitas y te habitan) podrás encontrarte contigo mismo y ser un guía fiable en la educación de tus hijos para que sean personas buenas, sanas y felices

Hermosas preguntas

Sí a educar en inteligencia Bondadosa (iB).

¿Qué reflexiones y preguntas me han ayudado a comprender y llegar a esta conclusión?

Imagino que todos los padres y madres nos preguntamos si sabremos enseñar a nuestros hijos e hijas a mantener su corazón y su mente a salvo de los ataques que sufrirán desde su interior, de los peligros que se encontrarán cuando abran su corazón a desconocidos, de las preocupaciones, de los riesgos y de las tensiones de la vida cotidiana.

Necesitamos abrazar la realidad, no romperla; necesitamos abrazar el dolor, el sufrimiento, las preocupaciones, los riesgos y las tensiones del día a día. Todo esto es inevitable. También necesitamos abrazar la alegría, los sueños, la ilusión, la paz, el asombro… Necesitamos, en definitiva, calidez hacia nosotros mismos y el mundo. Eso es abrazar. Achuchar la realidad tal cual es desde nuestro corazón.

Mantener a salvo nuestro corazón consiste en dotarnos de herramientas sencillas para que la vida no empeore cuando se produzcan esos ataques y peligros que seguro ocurrirán.

La pregunta es: ¿podemos hacer algo en el presente que nos ayude en el futuro?

Mi respuesta es un rotundo sí: educar en iB.

Primero, podemos intentar identificar qué es lo que nos detiene, nuestra voz interior, nuestras incertidumbres, nuestros hábitos, nuestras creencias, nuestros miedos, nuestras angustias y ansiedades, y segundo, podemos soltar ese lastre para pensar, hablar y actuar de forma diferente.

La clave no está en que creamos que vamos a evitar el sufrimiento, no lo vamos a evitar, esa es nuestra condición humana. La clave son las enseñanzas de las que ya disponemos y, sobre todo, las que podamos aprender para dotar a nuestros hijos de herramientas para que aprendan a vivir y aliviar su sufrimiento y el de los demás.

Tenemos miedo a lo desconocido, así que nos resistimos al cambio para seguir teniendo el control. En el aprendizaje y en la educación no hay espacio para que este tipo de miedo nos domine porque los beneficios de aprender son inmensos.

Si queremos conseguir algo que parece imposible, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar, de hablar y hasta de sentir.

Las palabras tienen el poder de cambiar la vida.

Un amigo mío me comentaba que hoy vivimos la lucha mundial por nuestro amor, por darnos cuenta de la importancia del amor en todos los niveles y espacios de nuestra vida, ya sea político, económico, empresarial, sanitario, militar o cualquier otro miedo social o personal, consciente o inconsciente, que tengamos. Tenemos miedo a nombrar el amor y la bondad en esos ámbitos y rehusamos vivir con un amor palpitante. Pensamos que es debilidad y sobre todo irreal, insensato, imprudente e inconsciente dados los tiempos que corren, y así lo verbalizamos y actuamos en consecuencia. Miedo a amar.

Creo que nuestras decisiones educativas se pueden apoyar en estos tres campos constructivos:

En primer lugar, enseñando a amar sin miedo cada día de nuestra vida.

En segundo lugar, aprendiendo a amarnos a nosotros mismos y a amar a los demás, a ser amables y compasivos con nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestra habla y nuestro corazón, y también con los demás.

En tercer lugar, cultivar en cada momento de nuestra vida el amor al cosmos y a todo lo que existe en él.

Estamos en un momento fundamental a la hora de diseñar dónde nos apoyaremos, hoy y en el futuro, para tomar mejores decisiones como individuos y como humanidad. La educación no es una arquitectura de la mente y del corazón para sobrevivir. Es aprender el dominio de nuestros instantes, de nuestros días, de nuestros años, de nuestra historia, para tener una vida satisfactoria, plena y con sentido.

Una hermosa pregunta tiene una propiedad: que es una belleza de la mente y del corazón bien expresada. Es sabernos mirar en nuestra mente, en nuestro cuerpo, en nuestra habla y en nuestro corazón.

¿Qué es inteligencia Bondadosa?

Defino la iB como la capacidad de una persona para amar sin miedo cada día de su vida; es decir, la capacidad de amarse a sí mismo y amar los demás, con calidez de corazón y alegría para cultivar en cada momento de su vida el amor al mundo y a todo lo que en él existe.

La iB empieza con uno mismo: me aprecio en mi oscuridad.

Todos deseamos tener nuestra mente y nuestro corazón a salvo. Ser buenas personas. Vivir sin miedo y tener las herramientas que nos permitan lograrlo. Tener calidez de corazón.

Todos hacemos nuestro mejor esfuerzo para educar a nuestros hijos y manejar los desafíos de la vida moderna. ¿Qué pasaría si estos desafíos de la educación de nuestros hijos también pudieran ayudarnos a descubrir la calma interior y el equilibrio emocional?

Dice José Antonio Marina que «la culminación de la inteligencia es la bondad».

Dos palabras, inteligencia y bondad, con una hermosa y prodigiosa conexión.

Dominar inteligentemente y con cariño nuestras palabras, nuestro lenguaje, nuestros gestos nos permite recuperar el timón, la grandeza de nuestro corazón humano.

El ser humano necesita de la inteligencia más sutil para hacer del mundo un lugar mucho más habitable y mucho más amable.

Esto es la iB. La inteligencia de la bondad en marcha.

La compasión en acción inteligente.

¿Por qué hablo de la bondad y de la inteligencia como una unidad y como clave de nuestra existencia?

Hace unos meses escuché a la cantante Adele en una entrevista con Oprah Winfrey, y durante ese animado y abierto diálogo, cuando ella explicó que se divorció al tomar conciencia de que no era feliz, hubo un silencio prometedor, un instante enigmático, uno de esos minutos que marcan la diferencia. Seguidamente, Oprah le preguntó qué quería para su hijo. La respuesta, tan sencilla y directa como espontánea y misteriosa, no tardó en llegar: «Que sea una persona buena y feliz», dijo.

El sumiller del Celler de Can Roca, Josep Roca, dice: «En esta sociedad hiperacelerada, hipercomunicada, pero también vestida de tantas vinculaciones que tienen que ver con la codicia, hace falta más bondad, más tiempo y más reconocimiento del ser íntimo. De esa búsqueda de plenitud que nos permite reconocernos en un silencio». El mismo deseo encontré en la serie Ted Lasso, cuando el protagonista dice que lo que desea para su hijo es que sea una buena persona y tenga una vida feliz. Y Messi dijo algo parecido en una entrevista publicada en El País en 2012: «Me preocupa más ser buena persona que ser el mejor futbolista del mundo». Por su parte, la doctora en Antropología de Futuros Roanne van Voorst afirma: «Estamos en un momento fundamental, y creo que vamos hacia un planeta más amable. Creo en campos de información y de bondad».

Estos son algunos ejemplos de los deseos más profundos de la gente que aparecen estos últimos años en entrevistas, en estudios científicos o en nuestra cultura, a través de las películas y series de televisión que resaltan el poder de la amabilidad, de la bondad y del amor.

Marie Kondo, escritora famosa por su método sobre el orden, le dijo a Abril Phillips en una entrevista que su prioridad ahora es la salud y la felicidad de sus hijos, quizá el orden de la felicidad: «En mi caso, [mi principal deseo] es que mis hijos estén sanos y felices y que yo no me agote. Si los juguetes están desparramados y estoy demasiado cansada para ocuparme de ellos en ese momento, me recuerdo a mí misma que no pasa nada si me voy a la cama sin guardarlos». Un aspecto importante que trataremos en el libro es el agotamiento o el colapso y cómo abordarlo.

Libros, pódcast y redes sociales llaman nuestra atención sobre estas poderosas palabras. También, a veces, encontramos en los medios de comunicación e informativos alertas sobre la necesidad de la bondad para tener un mejor destino como humanidad. Los documentales hablan del bienestar de las personas desde diversas perspectivas, como son la del cuidado de la mente y del cuerpo, así como de la energía de un buen corazón, de la espiritualidad que da conciencia sobre cómo sentimos el presente.

Ser buenas personas es esencial para la salud, la felicidad y la longevidad satisfactoria del ser humano.

No me olvido de la alegría, a la que muchas veces se le resta importancia en este camino de la existencia. Para mí, sin embargo, es la base y la esencia para discernir si todo lo anterior es un deseo auténtico para discurrir bien por la vida. Vivir serios, con cara de circunstancias o mustios no es bueno. Languidecer no es el camino. La pérdida de alegría es el índice que mide nuestro saber estar en el mundo. A menos alegría duradera (que es más que una diversión pasajera), más insatisfechos estamos con la vida.

La alegría es nuestra sutil mirada esperanzada que aspira a transformar el mundo para que sea mucho mejor que hoy.

La alegría es la gran maestra y la manifestación de que somos buenas personas, que nuestra mente está sana, que nuestras palabras son saludables, que tenemos paz interior, que cuidamos nuestro cuerpo. La alegría es la gran fuente de la felicidad duradera. Según Marie Kondo: «El verdadero propósito de ordenar no es reducir tus posesiones o descongestionar tu espacio. Es llevar una vida alegre…, una vida que despierte alegría».

No me imagino a ninguna madre o padre que quiera educar a sus hijos para que sean personas malas, tristes, con poca salud o infelices, y para que experimenten y provoquen un gran sufrimiento.

¿Se puede aprender a ser una buena persona?

Este libro aborda precisamente esta temática: cómo educar con sencillez para que nuestros hijos e hijas sean personas buenas, sanas y felices.

Educamos, enseñamos, dirigimos y forjamos comportamientos a través de nuestra presencia, de nuestra verdad, de las palabras que decimos y cómo las decimos, de los gestos que las acompañan y nos acompañan, de nuestras decisiones y su intención.

Durante años me he dedicado a averiguar, en centros educativos, en entornos empresariales, culturales, sanitarios, artísticos, militares, políticos, económicos, deportivos…, cuál es la verdad de lo que decimos que deseamos para nosotros y nuestros hijos, y la respuesta no difiere mucho en cualquier lugar del mundo, nivel social, raza, situación económica, cultura, religión o creencias. Todos queremos y deseamos cinco cosas principalmente: que nuestros hijos e hijas sean buenas personas, alegres y felices, que tengan salud y que sufran lo menos posible. Y lo mismo deseamos para nosotros.

No creo que queramos sufrir y ser desdichados.

Es una respuesta tan sencilla y natural que parece que no necesita de ninguna explicación, que es innata en cada uno de nosotros, que no es necesario ningún razonamiento, ninguna argumentación ni reflexión que la acompañe, o quizá sí.

Es una respuesta más profunda, misteriosa y enigmática de lo que nos podemos imaginar. ¿Por qué? Porque ¿qué significa ser buena persona? Y, además, ¿qué consideramos que es ser buena persona, llevar una vida feliz, sana, alegre y libre de sufrimiento? Y, sobre todo, ¿cómo lograremos «guiar» a nuestros hijos en este camino? ¿Se puede enseñar?

La vida es dura, con asperezas físicas y emocional es, y parece que esto de educar en ser buena persona es un poco difícil o quizá requiere un esfuerzo que no nos parece sencillo y que no estamos sinceramente dispuestos a hacer. El peso y la dedicación al trabajo, la necesidad de conseguir dinero para vivir, la brevedad del tiempo y el agotamiento hacen mella en nosotros, hieren nuestras mejores intenciones… Caemos en el desasosiego o en la indiferencia. Queremos sobrevivir, que ya es suficiente.

Pero quizá sea más cómodo y sencillo de lo que pensamos; basta con prestar un poquito de atención a las palabras y su verdad.

Pienso que muchas veces no sabemos cómo hacerlo o cómo tener conversaciones transformadoras con nosotros mismos.

No se trata de querer ser feliz a toda costa. Es otra historia. Quizá una hermosa pregunta que puede nacer cuando aprendemos a tener una cita diaria con nuestro corazón. Si nos negamos a casi todo porque nos parece blando, edulcorado, rosa, que no pisa la tierra o la realidad…, o cualquier otra palabra o frase con la que encontremos una excusa para no posibilitar o dar la oportunidad a que la bondad habite en nuestro corazón, entonces las puertas se nos irán cerrando y el mundo será cada vez un poquito más oscuro.

No nacemos con un diccionario de la esperanza, el amor y la alegría bajo el brazo para combatir y contener el miedo. Comprender la hostilidad que nace dentro de nosotros o que encontramos fuera requiere tiempo, el tiempo del corazón para encontrar su lugar. Porque el miedo, por lo general, suele ser una proyección irracional para imaginarnos escenarios con futuros negativos e inquietantes.

Me gusta la idea de un diccionario de la esperanza. Es mi decisión tener mi propio diccionario y sobre todo el repertorio de palabras que quiero que aparezcan en él. Se puede crear también un diccionario de la desesperación, la angustia, el desasosiego, la indiferencia, el dolor…, pero prefiero dar respuesta a toda esta realidad que convive con nosotros desde una mirada más profunda del corazón que desea amar y ser amado. Es mi elección. Sé que la vida no depende de mí mismo, somos ocho mil millones de personas entrelazadas, iguales en los latidos que habitan en nuestro corazón; sentimientos de alegría y pena nos transitan a todos y cada uno. Siendo como somos interdependientes, la bondad es esencial en el mundo que vivimos.

Las palabras han viajado durante miles de años, contienen momentos únicos de experiencias humanas en su interior, miles, millones de horas de trabajo de los ojos con sus miradas viven en ellas para interpretar el mundo, palabras entrelazadas para comprender otras palabras. ¡El lenguaje es asombroso!

Las palabras, como la vida, pueden ser duras o pueden ser afectuosas. Las palabras son autodescubrimiento de lo que el mundo significa para cada uno de nosotros. Por eso, elijo las palabras como joyas valiosas para nuestra transformación. Son los pilares de la iB porque habitan el mundo, porque nos habitan a todos.

El lenguaje del ser humano, palabra a palabra, contiene muchas historias vividas, latidos, respiraciones, para que puedan terminar en tu corazón y en el corazón de otras personas, donde puedan fructificar, disfrutar, vivir o perderse en el olvido.

Las palabras nos hablan de cómo la gente pasa por el mundo.

Las palabras dejan algo de ti como dejaron también algo de nuestros antepasados. ¿Qué palabras dejarás como diccionario de esperanza para las siguientes generaciones? Es la energía que habita en ellas la que impulsa nuestra mirada, nuestros sueños, nuestras esperanzas, nuestros alientos y desalientos.

He pensado muchas veces en la importancia de las palabras internas, eso que llamamos habla interior, voz interior, y la influencia que tiene en nuestras decisiones.

Las palabras que nos habitan frecuentemente son la causa por las que nos dejamos llevar por nuestras reacciones, nos hablan y nos guían, nos impulsan a hacer cosas que pueden socavar y minar nuestro propio bienestar. Debilitados por nuestro propio lenguaje, la vida se nos hace cuesta arriba.

¿Cómo entrenar a las palabras que nos habitan para que no nos debiliten?

Sé que suena un poco extraño esto de educar a las palabras, pero sé que sabes e intuyes la importancia de las palabras que caminan a tu lado a la hora viajar por la vida. La energía de las palabras traslada comportamientos para desplazarnos con mayor o menor seguridad por nuestra existencia. El espíritu de cada una de las palabras que nos habitan y nos frecuentan es el verdadero guía en nuestro viaje.

Palabras para tener un buen o mal viaje por la vida.

Las palabras pueden tener una energía nociva como, por ejemplo, el enfado o una energía positiva como la amabilidad. Pero, sobre todo, es su intención, es decir, lo que de verdad existe en nuestro corazón, lo que brota en ellas y que puede cobrar vida. Si brota desde la mentira, lo que cobrará vida es la mentira; si brota desde el cinismo, lo que cobrará vida será la hipocresía. Si florece desde la amabilidad, lo que percibirás será su calidez, su paz.

Por eso, para un buen viaje por la existencia, es tan importante que el espíritu de las palabras que van a cobrar vida coincida con tu alma, que estén alineadas con tu columna vertebral, que sean tu verdad, tu corazón, y al escogerlas en ti habite tu verdad, para que digas la verdad y seas tu verdad.

Cuando educamos a nuestros hijos, lo que deseamos es que tengan un buen viaje por la vida, no un mal viaje.

No viajamos solos, viajamos con otros. Nos relacionamos desde que nacemos hasta el último día de nuestra vida.

Entonces, ¿cómo moldean las relaciones nuestra felicidad, la salud de nuestro discurso interno y externo, nuestra salud física, mental y emocional?

Lo más importante es descubrir cómo tener un buen viaje por la vida.

Aquí, en este punto, el psiquiatra Robert Waldinger, que dirige el Estudio sobre el Desarrollo de Adultos de Harvard, una de las investigaciones sobre la felicidad de mayor duración que se ha hecho, afirma que «las personas más felices y saludables son aquellas que tienen conexiones cálidas con los demás». Esto nos da una pista clara sobre qué decisiones tenemos que tomar ahora para ser felices. Pero ¿cómo podemos cultivar esas relaciones «cálidas que son importantes en nuestras vidas según las últimas investigaciones científicas?

Según una de las más valiosas aportaciones del estudio dirigido por Robert Waldinger, «Las relaciones realmente entran en nuestros cuerpos y dan forma a nuestra salud».

¿Qué palabras dan forma a nuestra salud, a nuestro cuerpo?

Waldinger nos explica cómo le ha cambiado la vida con este estudio: «Una de las cosas que me ha ayudado es la idea de que todo el mundo tiene dificultades en su vida. Es muy útil saber que no hay una sola persona en el planeta que no tenga luchas. Otra es que me he vuelto más activo en el cuidado de mis relaciones, y esto ha supuesto una gran diferencia. Esas son las dos grandes cosas que, gracias a haber dirigido este estudio, han cambiado mi vida».

Estas tres formas de palabra son las que nos ayudan a fomentar las relaciones; es decir, a comunicarnos y a mantenernos conectados:

La palabra oral.

La palabra escrita.

La palabra gesto.

No podemos separar las palabras de nosotros mismos, de nuestra intimidad. La palabra no existe en el mundo como una cosa. La palabra, si es que existe, existe dentro de nosotros. La palabra es algo que haces y sientes.

La vida, en su complejidad, puede ser dura. A veces, parece que se vuelve imposible y que el futuro se derrumba sobre nosotros. Cuando esto ocurre, ¿qué necesitamos saber para que podamos seguir siendo guías fiables para nuestros hijos, aunque se nos haya desmantelado el lenguaje y solo podamos pronunciar palabras repletas de desánimo?

Las palabras son una forma de autocorrección, elegirlas nos posibilita tomar mejores decisiones; por eso necesitamos el pasado. Nuestro pasado y nuestra historia nos permiten autocorregirnos. De eso trata la libertad.

Las palabras tienen que ser entendidas, además, como espíritu, porque alientan el bienestar, porque tienen la capacidad de hacer el bien, porque deben llegar al futuro.

Los hechos del pasado importan para aprender a querernos, a ser amables con nosotros mismos y a perdonarnos.

Estamos muy preocupados por el futuro, por nuestro futuro y el de nuestros hijos, así que nos resulta difícil imaginar que puedan existir otros tipos de futuros (si piensas que solo hay un futuro, estás a un pequeño paso de sentirte atrapado) y que estos pueden llegar de la mano del lenguaje que usamos, del lenguaje que nos habita y habitamos.

Luego está la suposición de que la educación nos llevará mucho trabajo, que suele fallar… La historia nos muestra que, por lo general, falla. Seguimos con desigualdades, violencia, guerras, hambrunas, injusticias… Si el mundo no funciona como queremos, quizá sea mejor que cambiemos nosotros y el lenguaje que manejamos día a día. La imaginación a la que nos someten las palabras que coexisten dentro de nosotros. Necesitamos hacer más para actualizar nuestro lenguaje, nuestra mentalidad, nuestro corazón.

¿Qué giro tenemos que dar y por qué debemos caminar ligeros de equipaje de palabras?

Transformar nuestro estilo de educación no tiene por qué ser difícil si podemos aplicar unos ligeros cambios en nuestras palabras, en nuestros hábitos lingüísticos…; si podemos cambiar sutilmente la conciencia y la perspectiva con la que miramos el mundo para habitarlo, entonces con la iB podremos construir refugios donde no vacile el amor y cambiar la educación del corazón humano.

Necesitamos dar un giro, esto parece evidente, pero ¿en qué sentido?

Robert Waldinger habla de conexiones cálidas. Esa es la labor esencial del lenguaje en el ser humano: crear conexiones. La iB puede introducir en la educación ligeros cambios sobre cómo aprender a cultivar un corazón afectuoso, cómo desarrollar conexiones de corazón a corazón a través de las palabras que nos entrelazan.

Descubrir que todas y cada una de las personas que habitamos este planeta tenemos dificultades y que lo que nos define y nos une son nuestras luchas, nuestros desafíos y cómo nos enfrentamos a ellos es una ventaja. Podemos acercarnos a las soluciones desde la guerra, la codicia y el odio o desde la paz, la amabilidad y la bondad. Nuestra inteligencia nos puede ayudar en un sentido o en otro.

Por eso necesitamos la iB, la inteligencia que elige la calidez de corazón para resolver los conflictos. La educación en un corazón afectuoso inicia la transformación que deseamos en otros porque ya la hemos comenzado a habitar en nuestro corazón. Lo que pedimos fuera lo cultivamos en primer lugar dentro de nosotros.

Es decir, que todos los seres somos iguales en el deseo de ser felices y no sufrir. Somos diferentes a la hora de buscar soluciones. Si la solución nos lleva a ser más activos en el cuidado y en la calidez de nuestras relaciones, tendremos un buen camino por la vida o, como dice Waldinger, seremos más felices.

Supongo que alguna vez has sentido la necesidad de calmar tu mente y aprender a lidiar mejor con el estrés diario, la ansiedad y las emociones difíciles y perturbadoras, con los sentimientos cotidianos, no solo en lo referente a la educación de tus hijos, sino a todos los ámbitos de tu vida. El peso o la tranquilidad de la vida se mide n por las palabras que nos habitan.

Te propongo caminar ligero. Ligero de equipaje de palabras para educar, para vivir y tener una buena historia de vida. Por eso, en mi propuesta encontrarás pocas palabras (son mis palabras, y espero que te inspiren a elegir las tuyas) para tener un buen camino por la vida; son pocas palabras que, escogidas sabiamente, pueden limpiar nuestros corazones de los estragos de la desilusión, la pena, la tristeza, la angustia, la ansiedad y la desesperanza.

He visto los vientos oportunos que traen esas palabras y cómo, simplemente dejándolas latir, pueden destinar un lugar en tu mirada y un espacio en tu habla interna para rescatar instantes de paz en los momentos más crueles y duros de nuestra historia. Pueden salvarte.

Estoy casi seguro de que tú, al igual que yo, has tenido dificultades para encontrar la calidez y la conexión que te gustaría sentir hacia ti mismo y hacia los demás. Todos nos hemos sentido en algún momento frágiles e incapaces para hacer frente a lo que se nos echa encima. Agotados, quemados, vulnerables e indefensos. La vida nos pesa mucho, es dura, difícil y, a veces, cruel; y no nos merecemos que sea así. Nos encontramos sin agilidad, lentos para ser felices y estar alegres.

Muchas palabras juntas: frágiles, agotados, quemados, vulnerables, indefensos, etc. Todas forman parte de nuestra vida y, poco a poco, las tendremos que ir resolviendo una a una, autocorrigiéndolas en nuestra mente y sintiendo que no estamos solos en este camino.

¿Qué beneficios me aporta la inteligencia Bondadosa?

Esta es la razón por la que he decidido escribir este libro práctico.

Estas páginas te enseñarán de una manera directa y sencilla cómo la práctica de la iB puede transformar la forma en que te relacionas con situaciones estresantes, emociones difíciles y palabras desafiantes tanto de tu habla interna como externa, y abarcar todos los aspectos de la vida con atención plena y paz mental.

Si te sientes atrapado en reacciones y patrones habituales, si te encuentras encerrado en creencias estáticas sobre cómo educar a tus hijos y sobre el mundo que te rodea; si te interesa el bienestar de tu cuerpo, de tu mente, de tu habla y de tu corazón; si deseas crear espacios donde vivir mejor, más afectuosamente y más cariñosamente; si quieres crear espacios en tu mente donde aprender a trabajar y educar de una manera más serena; si te quieres dejar llevar por tu curiosidad, reírte y sorprenderte, entonces te propongo que te sumerjas en estas páginas.

En el caso de que desees encontrar respuestas a todas estas inquietudes, en este libro hallarás instrucciones paso a paso, palabra a palabra, para saber qué es importante en la vida, así como orientaciones claras y directas para calmar tu mente y cultivar la paz interior mediante el reconocimiento de la conciencia y la energía de las palabras.

Aprenderás cuáles son las funciones básicas de tus palabras, cómo conectarte con la conciencia y la energía de tu verdadera y auténtica voz, y cómo moverte a través de las palabras hacia la alegría y, así, aliviar el sufrimiento.

Si te preguntas cómo te beneficiará el contenido de este libro, te diré que gradualmente transformará tu relación con el momento presente porque aprenderás a abordar cada pensamiento, cada palabra, cada sentimiento y experiencia sensorial, cada abrazo y cada mirada con calidez y aceptación incondicionales.

Parece que todos estamos de acuerdo, hombres y mujeres de todo el mundo deseamos que nuestros hijos sean personas buenas, sanas y felices. Parece ser que ser buena persona es importante.

En estas páginas descubrirás qué palabras te ayudan a tener paz mental, sosiego y serenidad; cuáles te permiten ser amigo de la vida, y cuáles te guiarán en los días más oscuros de tu existencia y en los momentos más difíciles de la educación de tus hijos.

Comprenderás qué es lo más importante en las palabras y en los gestos que utilizamos todos los días para educar a nuestros hijos.

Aprenderás a ver cómo la «esencia» de las palabras y los gestos que dirigimos a nuestros hijos pueden cultivar en ellos un corazón afectuoso.

Tus distracciones, tus descuidos, tus olvidos … se convertirán en los soportes de la percepción y la conciencia que te ayuden a cultivar la calidez de tu corazón y la de tus hijos.

También incluyo en el libro prácticas para mejorar tu lenguaje, los latidos y las vibraciones de las palabras orales, escritas y gestuales que transformarán la distracción, las emociones destructivas y perturbadoras en conciencia.

Te inspiraré y te mostraré cómo usar lo que vemos, olemos, saboreamos, tocamos y oímos, así como las palabras que decimos y sentimos en nosotros, ya provengan del interior o del exterior, como objetos de reflexión y meditación para cultivar iB.

También te enseñaré que puedes utilizar las experiencias desafiantes, incluso la fatiga, las ganas de abandonar, la incomodidad física y la frustración, como oportunidades para dejar ir la resistencia y profundizar en la experiencia sobre la calidez de nuestro corazón.

En este libro encontrarás instrucciones, frases y palabras inspiradoras para practicar en la vida diaria cómo tener un corazón cálido gracias a la iB.

¿Podría ser la educación en la calidez de corazón y su lenguaje la clave para la supervivencia de la humanidad?

Avancemos un poquito más, centrémonos en los momentos más crudos de la vida. ¿Qué pasaría si las cosas, las personas y las situaciones que te resultan irritantes o que experimentas como distracciones o con disgusto pudieran ser apoyos para la reflexión y la meditación sobre cómo transformar tu vida de una forma duradera gracias a la iB?

Me interesan mucho las situaciones difíciles cuando tenemos tácticas de evitación o conductas de evasión rápida, cuando escondemos la cabeza en un hoyo de acciones para no ver ni sentir la realidad, cuando colapsamos y tenemos ganas de abandonar el camino iniciado o cuando nos sumergimos en nuestras oscuridades, nos bloqueamos y queremos desaparecer.

Si tus palabras te hacen sentir miserable e incómodo con la vida y están interfiriendo en tu existencia, alejarte o llevar a cabo cualquier conducta de evitación alimentará tu sufrimiento.

Introducir en la educación, en nuestro sistema educativo, enseñanzas sobre cómo cultivar un corazón afectuoso, sobre cómo cuidar el desarrollo de un buen corazón, puede ser la clave para crear una sociedad pacífica. Si incluimos pedagogías concretas sobre la higiene emocional que conseguimos con la paz interior, sobre cómo lograr paz mental, estaremos en un hermoso camino para lograr la paz mundial.

Te propongo que inicies este viaje conmigo, porque, poquito a poco, sentirás los beneficios de dominar tu lenguaje y desarrollar un corazón cálido.

Además, aprenderás cómo aplicar estas prácticas a los altibajos de tu vida y qué puedes esperar a medida que tu práctica sobre el corazón afectuoso se profundice con el tiempo.

Los pensamientos y las emociones difíciles a menudo sacan lo mejor de nosotros. Es necesario saber cómo las descubrimos a través de las palabras que manejamos para educar y de las palabras en movimiento con que nos hablamos y hablamos a los otros.

Percibir y ser conscientes de las palabras que nos habitan y que habitamos, que nos guían y nos cuidan, es el fundamento y el camino que nos ayuda a impulsar y lograr tener iB.

En definitiva, estoy seguro de que nos atrae saber cómo podemos tener un buen viaje por la vida.

¿Cuál es la fuente de la inteligencia
Bondadosa y sus palabras victoriosas?

Todos los sentimientos, todas las emociones y sus palabras tienen sentido la mayor parte del tiempo. El problema surge cuando esas palabras se vuelven incómodas en tu interior, te frecuentan revolucionándote y se convierten en algo que ya no es útil para ti. Te hacen sufrir.

Como te decía, con unos ligeros cambios en tus costumbres, en el uso de tu lenguaje, en la percepción de tus palabras y un cambio sutil en tu perspectiva y en tu conciencia sobre ello…, tan solo con un pequeño esfuerzo, podrás disfrutar mucho más de la vida con tus hijos. Solo tienes que conocer tu lenguaje y el poder que contienen las palabras.

Si las ponemos en práctica, estas palabras te ayudarán a dominar la mente, el cuerpo, el habla y el corazón, te aportarán paz interior y aliviarán tu sufrimiento.

Son palabras que extraen de nosotros lo mejor, lo hacen con cuidado, meticulosamente, porque saben que nos necesitamos los unos a otros.

La clave está en dominar las tres fuentes de la iB para cambiar la imaginación sobre el mundo:

1. Nuestras palabras habitadas

Son las palabras que habitamos, y sobre todo son importantes por cómo las habitamos.

Son las que más frecuentamos en nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro corazón, que es nuestro verdadero hogar.

Son palabras que no nacen de nosotros, sino que nacen en nosotros.

Son nuestra verdad, hablan de nuestra verdad, dicen nuestra verdad. Nosotros y nuestras palabras habitadas somos uno. No hay necesidad de que otras palabras las expliquen. Sencillamente las sentimos. Nos disolvemos en ellas y ellas en nosotros. Nos habitan con su energía. Las habitamos con nuestro valor.

2. Nuestras palabras guía

Son las palabras que nos guían y nos susurran apaciblemente hacia dónde nos podemos dirigir, nos orientan, son palabras faro, palabras magnéticas; palabras que, cuando nuestra mente se siente desgastada, agobiada o perdida, se convierten en nuestra estrella polar.

Son palabras que nos ayudan a clarificar cómo nos sentimos en aquello que nos estamos involucrando.

Las palabras guía son inquebrantables en su luz. Son nuestra estrella visible, sabiduría innata, luz indomable.

Nosotros, todos y cada uno de nosotros, poseemos el talento para la luz. Para darnos cuenta de que la vida hasta el último suspiro siempre contiene una posibilidad. La posibilidad de ser nuestra verdad.

Realmente, estas palabras están ahí para ayudarnos, para que nuestra vida no se desoriente con pensamientos y palabras catastrofistas. Las palabras guía nos asisten, nos socorren y permiten que nuestra voz tenga más fuerza que los malos presagios de futuro a los que empezábamos a dar crédito. Hacen posible que no nos sintamos tan impotentes ante esos pensamientos perturbadores.

No subestimes tus propios poderes.

3. Nuestras palabras centinela

Son las palabras esenciales. Palabras vigía, protectoras, guardianas de nuestro dolor íntimo. Palabras que saben leer por dentro.

Una palabra centinela es una puerta que nos pone en contacto con lo que no sabemos que existe dentro de nosotros: la sabiduría innata del corazón. Sabiduría del alma que puede tener una conversación transformadora con nosotros mismos. Que nos dice que formamos parte de esa energía profunda, sabia y ancestral que nos conecta con toda la existencia.

Son palabras maestras de la vida, que escuchan, nos cuidan cuando estamos preocupados o confusos y nos enseñan a saber cómo vivir la vida día a día. Estas palabras velan serenamente por nuestra seguridad.

Actúan como sistema de alarma, nos mantienen a salvo. Simplemente, profundizando en nuestra respiración, haciéndola más lenta, nuestro lenguaje se va calmando (el lenguaje de nuestro cuerpo, de nuestra mente y de nuestras palabras). Las palabras centinela llaman nuestra atención y nos ayudan a poner el nombre adecuado a lo que nos está pasando, y es entonces cuando tomamos conciencia y podemos comenzar a calmar esa oleada negativa que nos invade. Aceptarlas y amigarnos con ellas es el primer paso. Además, mantienen una complicidad con las palabras guía, porque al alertarnos nos guían en lo que debemos hacer y lo que no.

Algunas palabras centinela son palabras dolorosas que nos llaman la atención para que nos demos cuenta de que nuestra vida no va por buen camino.

Pero su cualidad más poderosa es que son palabras amigas, verdaderas maestras de la bondad y la compasión. Instructoras de la alegría de vivir. Entrenadoras que nos ayudan a aprender a calmar nuestra mente y alcanzar la verdadera paz interior, el equilibrio y la armonía a través del control de la mente.

Las palabras centinela son palabras vigía, palabras escucha. Pueden ser palabras con energía limpia y emociones positivas o palabras con energía nociva y emociones negativas. Son palabras protectoras y maestras, pues nos enseñan a dominar la mente.

Las palabras habitadas, las palabras guía y las palabras centinela son palabras victoriosas en nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestra habla y nuestro corazón.

¿Por qué siempre pensamos que nos falta algo?

Con la iB aprenderás cómo se pueden utilizar las palabras conscientemente para crear una mente en paz y una mirada serena, y vivir y educar con un corazón alegre.

La clave es la alegría. La gran compañera de la existencia. El aroma, la fragancia, el perfume del corazón. La alegría es el alma del viaje por la vida.

Puede ser complejo y, a veces, muy difícil encontrar satisfacción y alegría en nuestra vida cuando las palabras que mandan en nuestra mente cotidiana nos hablan de que no somos suficientes o nos dicen lo solos que nos sentimos o que no estamos a salvo, que vamos a perder el control, que no somos dignos, ni valiosos ni necesarios, que no somos exitosos ni hermosos, que estamos desamparados… Entonces nuestra mente intenta obtener energía para salir de esa situación, y trabajamos más todavía, hacemos más ejercicio, comemos más sano, intentamos estresarnos menos…, pensando que así, con un poco de suerte, podremos sentirnos bien. Pero siempre nos falta algo, y al final decidimos darnos por vencidos, dejarnos ir y abandonamos… o bien volvemos a comenzar otra rueda de acciones.

Intenta seguir las enseñanzas de la iB, no te dejes arrastrar por el ruido de tantas palabras innecesarias. Se trata de caminar ligero.

Las enseñanzas de la iB favorecen el despertar de las palabras habitadas, el poder de las palabras guía y la maestría de las palabras centinela.

Estas enseñanzas vienen acompañadas por momentos deliciosos de silencio y quietud.

Ten este libro a mano, cerca de ti y de los tuyos y, cuando te asalten preocupaciones, miedos o inseguridades, consulta sus páginas. Se trata de que tengas una cita cada día con tu corazón.

La inteligencia es tu gran aliada, la lógica, la reflexión, la razón y la argumentación serán tus mejores exploradores para descubrir la verdad que contienen cada una de estas poderosas palabras. La inteligencia es la gran aliada de la bondad. La inteligencia en el uso de las palabras habitadas, guía y centinela. Por eso, me gusta llamarlas palabras victoriosas.

Las palabras, sus enseñanzas y las respuestas que buscas están en su interior. Te inspirarán a seguir tu camino, a encontrar tu maestro interior.

¿Cuál es el origen de esta sabiduría innata que habita en nuestro corazón?

Estas palabras las sentimos y las aprendimos de nuestras madres y de nuestros padres. La seguridad está en el amor. En el corazón que ama y tiende sus pacíficas y cariñosas manos hacia ti.

Procura vivir con estas palabras sencillas; son pocas. En el viaje de la vida necesitas ir ligero de equipaje, ligero de palabras. Porque una palabra habitada contiene todo el tiempo del mundo.

Este mundo es muy complejo y la iB te da las claves para saber vivir en él y, además, te entrega las llaves para educar a tus hijos de una forma sencilla y relajada.

Sobrevivimos gracias al cuidado, el amor y el afecto de nuestras madres desde que nacemos. Palabras que nuestros padres susurran a nuestros oídos con la calidez de su bondad amorosa y se extienden deliciosas a nuestra mente y delicadas a nuestro corazón.

Son nuestras palabras caricia, palabras abrazo, palabras mirada, palabras gesto…, palabras que no nos juzgan, que nos aceptan y respetan. Solo en el amor, en la bondad, en estas palabras corazón, se encuentra el verdadero sentido de la vida.

Luego vendrán los muros del lenguaje y la vida dejará de ser sencilla —nosotros y ellos—, nos separaremos y viajaremos por el mundo con el peso del lenguaje que separa y no une.

La iB cultiva la simplicidad, la sencillez del cuerpo, de la mente, del habla y del corazón. No seamos consumidores de palabras, seamos hacedores con ellas de espacios más habitables.

¿Cómo comenzar a ser guías fiables?

Educar es pura expansión de la vida y significa crear espacios en la mente y en el corazón para enamorarnos del cosmos y de todo lo que existe en él. Y las palabras son esas pequeñas unidades de información, artífices-curiosas, que crean estos espacios, estos senderos por donde pasearse para enamorarse de la vida.

Llevamos desde que nacemos los sueños en la mirada.

Por todo esto, necesitamos aprender a ser guías en la vida de nuestros hijos, pero no cualquier guía, debemos ser guías fiables.

La clave está aquí, en estas dos palabras: guías y fiables.

Una palabra es la unidad mínima de acción para la construcción de un resultado, es la unidad mínima de mi integridad, de mi honestidad. Una palabra es una joya preciosa. Una guía sencilla para que haya más abundancia en tu vida.

En este libro aprenderás a ser un guía fiable gracias a la iB.

Las palabras son puertas a tu corazón.

Las enseñanzas de la iB procuran decirnos que todos y cada uno de nosotros podemos llevar una vida bondadosa en este mundo y ser guías fieles, honestos, leales, íntegros en la educación de nosotros mismos y de nuestros hijos, por ello necesitamos un método y un estilo de vida que podamos aplicar con sencillez.

Esta es la razón por la que he decidido escribir este libro práctico. En lugar de conceptualizar o comprender la bondad de una manera intelectual, quiero ponerte en conexión profunda con la sabiduría vital que habita en ti y en su forma esencial: tus palabras, tu lenguaje. Tu linaje de experiencia (la intuición que todos poseemos de que el amor es la base de todo).

Cuando las pongas en práctica, en cada una de las palabras, en su vibración, en sus latidos, que encontrarás en ti, descubrirás la sabiduría innata de la bondad, el amor, la compasión y la generosidad. Renacerá en ti una mirada extraordinaria que te bastará para vivir y moverte por el mundo con la alegría y la sencillez de la bondad.

Unas las habitarás, serán tu hogar, el hogar de tus hijos; otras te guiarán a ti y a tus hijos para que no os perdáis en este mundo tan complejo, y otras serán tus centinelas, tus guardianas, te cuidarán, te protegerán y te ayudarán. Serán tus maestras.

Cuando hayas sentido y desarrollado la fuerza de estos hábitos sencillos, la mente se volverá más calmada, más sencilla, tendrá más flexibilidad, la sentirás con más libertad, con menos preocupaciones y accederás a las claves para saber estar en el mundo. La iB te otorga las llaves para que aprendas, junto con tus hijos e hijas, a vivir en este mundo tan complejo.

Nuestro destino depende de la calidez de nuestro corazón, de tener buen corazón. Un corazón y una presencia afectuosa que sean guías fiables de los ojos que nos ven y nos sienten.

¿Cómo participar en tu propio diseño de iB?

Nuestra visión de la existencia, nuestras prioridades, nuestro concepto de lo que es la alegría y la bondad cambian en cada etapa de la vida. La forma en que queremos emplear el tiempo, la atención que prestamos al mundo y el estilo de vida no siempre son los mismos.

Este libro quiere inspirar y sugerir; no contiene recetas únicas. Elige tus palabras, escoge el modo de habitarlas, de guiarte, de reconfortarte y reconfortar… El secreto es que hagas tuyas las palabras que conducen a tu corazón y actúes en la vida y en la educación de tus hijos de un modo bondadoso.

Ser buenas o malas personas es una cuestión del uso y el poder que otorgamos a nuestra inteligencia para hacer el bien; de cuál sea nuestra intención cada mañana cuando nos levantamos y de los agradecimientos que hacemos al acostarnos.

Hay palabras que están contaminadas, que son insatisfactorias, que contienen la naturaleza del sufrimiento y nos quitan la paz verdadera. Este libro pretende que busques la amistad y la armonía con tu lenguaje. Con las palabras más dolorosas que te habitan.

Te animo a poner en práctica las tres joyas, las palabras victoriosas o fuentes de la iB, con constancia, día a día. Es posible encontrar el núcleo esencial y purificar a fondo nuestro lenguaje. Son palabras y frases para inspirar y para construir nuestro propio camino, nuestro diccionario de la bondad y de la esperanza.

Por eso, te recomiendo que te reserves tiempo con tus hijos para que descubráis cómo habitar cada una de las palabras que os propongo, cómo sentirlas como guías y apreciarlas como centinelas y maestras.

Se trata de que descubráis juntos la inteligencia del corazón y cómo la armonía de las palabras victoriosas cultiva vuestra paz mental.

Tan solo viviendo y haciendo sitio en tu vida a estas enseñanzas que se encuentran en el fondo de tu mente y de tu corazón, podrás educar a tus hijos e hijas para que sean buenas personas, tengan salud y sean felices.

La bondad, la sabiduría del alma, es innata y, probablemente, no sabemos que la tenemos dentro de nosotros mismos. Si no la reconocemos, no sabremos cómo conectar con ella. Pero cuando la reconocemos, se abre ante nosotros un mundo de posibilidades.

Este libro te ayudará a conectar con tu sabiduría innata, y esta sabiduría del alma te permitirá descubrir qué es la bondad y tu sentimiento propio de bondad. Pero, para ello, necesitas ver el lenguaje de forma diferente.

Estas páginas te enseñarán a tener una mayor eficiencia energética en tu lenguaje.

Repensar cómo podemos producir un cambio masivo hacia la salud del lenguaje en la sociedad, una verdadera salud en nuestro cuerpo, en nuestra mente, en nuestras emociones requiere la higiene de las palabras, y esta comienza en nuestro sistema educativo.

La energía y la eficiencia amable de las palabras son salud mental y fortaleza física para nuestra vida y la de nuestros hijos. Tus palabras, mis palabras, nuestros lenguajes limpios son actores activos de energía saludable que desarrollan redes inteligentes para una sociedad más honesta, no violenta y compasiva.

Todas las palabras, con sus definiciones, que encontrarás a continuación (63 palabras: 21 habitadas, 21 guía, 21 centinela) son útiles si te dejas inspirar por ellas. Más allá de lo escrito, invitan a tu imaginación a ponerse en marcha. Lo más valioso es que están entrelazadas, se comunican entre ellas, son interdependientes. Por eso, cuando las adoptes y encuentres las tuyas, descubrirás que todas están tan conectadas que lo que le sucede a una palabra afecta de forma inmediata a otras.

Estas palabras tienen el poder enorme de ayudarte a vivir en armonía y con alegría.

Confía y déjate inspirar por estas enseñanzas y elige tus palabras habitadas, tus palabras guía y tus palabras centinela para tener un buen viaje por la vida.