La palabra ángel por sí sola genera paz, armonía, tranquilidad, soledad, misterio, duda, confusión. Quien tenga ese nombre tiene un poco de todas estas cualidades, y el nombre siempre se pone por algún motivo.
Creo que mi misión en esta vida no es luchar con gente que no tiene la percepción de ver más allá, sino indicarles a los que sí la tienen cómo utilizarla y para qué sirve.
Por ser astróloga, es muy difícil hacerle sentir un ángel a un Capricornio, a un Virgo o a un Aries, pero es muy sencillo demostrarle que están a un Piscis, Acuario o Leo. ¿Por qué? Capricornio es terrenal, cree en lo que toca, lo que se materializa. Virgo es desconfiado y cree a medias. Quiere todo tan perfecto que es imposible explicárselo racionalmente. ¡Y Aries quiere ver al ángel ya! Y eso sucede en algún momento o nunca; hay que estar preparados para recibir los mensajes que te dan. Piscis es tan sensible que siempre los vio, les habló y nunca dijo nada. Acuario sueña con ellos de continuo y les habla como un loco. Leo les da poder para que ellos lo guíen con entereza y valor.
¿Y los demás signos? Tauro es un poco cabezón y reacio a entender, pero tiene paciencia y puede que algún día le llegue el momento, se ate y dependa de ellos totalmente. Géminis no se da cuenta, porque tiene que concentrarse y para ellos eso es casi imposible. Cáncer, por el contrario, los quiere manejar a su antojo, según sus lunas. Ellos deben recordar que los ángeles guían y no se dejan manejar. Libra los idolatra, pero duda tanto que nunca sabe si hacerles caso. Y pregunta tanto todo que al final no sabe si creer o no. Escorpio vive según su egoísta estructura y, aunque los ángeles le señalen un camino, ellos, como son rebuscados, por las dudas van a ir por el camino contrario. Sagitario los ve siempre de forma positiva y, si ellos le están dando un mensaje negativo, no lo cree hasta que se da la cabeza contra la pared.
Ahora, ¿quiénes son los ángeles, entonces? Son seres que siempre están ahí. Muchas veces decimos «¡Qué casualidad!». No es casualidad sino causalidad. Los acontecimientos suceden por algo y en el momento en que menos los imaginamos y más los precisamos.
Muchas veces, podemos estar esperando el ómnibus. Este se demora y llegamos tarde. Luego, comprobamos que fue mejor haber llegado tarde, porque hubo tiempo para que se fuera alguien que no queríamos ver, o vemos que no necesitábamos llegar temprano, aunque pensábamos lo contrario. Es difícil darse cuenta de estas situaciones. Pensamos: «Justo se fue» o «si hubiera llegado antes…». Con el correr del tiempo, nos damos cuenta de que fue mejor.
Los ángeles nos guían y nos dan fuerza con pequeñas señales. Por ejemplo, perder un ómnibus, encontrarnos con alguien conocido que nos indica dónde tenemos que hacer un trámite, cuando hace días que estábamos tratando de saberlo, cuando justo soñaste con alguien y al otro día lo encontrás después de muchísimo tiempo y le decís: «¡Justo ayer soñé contigo!». O cuando hay un libro que querías tener y te lo regalan. Hay infinidad de situaciones que se dan y no tenés cómo explicar. No por eso hay que encomendarles nuestra vida a ellos, sino aprender a saber escuchar lo que nos dicen y por qué lo hacen.
Esto es muy difícil de entender si sos de un signo racional. En algún momento de tu vida, podés empezar a sentir los mensajes de los ángeles, ¡por más racional que seas! Como consejo, te pido que trates de abrir de alguna forma tu mente, de escuchar las «casualidades» de amigos y ver si son casualidades o no. Todo en esta vida ocurre por algo. Si te tocó vivir un momento difícil, de esos que decís «¿Cuándo se me termina la mala racha? ¡Hace años que vengo así!», pensá que luego va a ser mejor, porque vas a tener muchos años de plenitud y de vivencias divinas. Son muy difíciles de lograr y hay que saber disfrutarlas y vivirlas a tu manera, y no a la manera de los demás. Cada uno de nosotros es único. Tenemos nuestras propias experiencias, que son muy, pero muy difíciles de transmitir a los demás.
No te arrepientas de nada y, si te arrepentís, realmente hacé lo contrario para pagar el karma de esta vida y para que puedas, en otra vida, vivir situaciones diferentes.
No hay que descansarse en los ángeles; hay que hablarles (como hace Acuario de continuo) con respeto, sin presiones y desde el alma, desde el corazón. Así, ellos te van a guiar siempre de la mejor forma.
Confiá en los ángeles; ellos están y tienen una íntima comunicación con vos que es intransferible. Si lográs tenerla, te vas a sentir una gran persona. Vas a poder entender situaciones que son inexplicables para mucha gente.
Escuchalos, aprendé a quererlos. Ellos te guían. No te ordenan, te guían nada más.