Capítulo 2

LOS FANTASMAS NO INTENTAN ASUSTARNOS

SUENA A QUE ES UNA LOCURA, ¿verdad? Entrar a un lugar del que sospechas que está embrujado —si no tienes gran experiencia con eso— es una de las cosas más aterradoras que puedes hacer. Caray, algunas veces todavía me asusto y eso que he hecho miles de investigaciones hasta ahora. Pero es verdad. Así que puedes tener miedo de lo que ves y de la experiencia que tienes (o incluso de lo que sientes) en un lugar, pero en la mayoría de estas ocasiones los fantasmas no están intentando asustarte. En realidad, solo es gente que se está tratando de comunicar de la mejor manera que sabe, utilizando los limitados recursos que tiene.

A lo largo de los años he visto tantos espíritus que parecen aterradores, pero que nada más intentan hacer llegar su mensaje de la mejor manera posible. En la primera temporada de Kindred Spirits visitamos una casa en Connecticut que tenía signos reales de una presencia amenazadora. Los dueños de la casa veían figuras inquietantes y sombras, escuchaban sonidos que parecían pisadas en el desván y observaban cómo algunos objetos salían volando de un cuarto a otro, sin explicación. Además, sentían como si su hijo de 5 años fuera el blanco. Acababan de comprar la casa y estaban aterrorizados de aquello en lo que podrían haberse metido.

Cuando Adam y yo fuimos a investigar no lográbamos obtener mucho material en las sesiones de fenómenos de voz electrónica, así que empezamos a revisar una lista con los nombres de los propietarios anteriores de la casa, y les preguntamos si estábamos hablando con alguno de ellos. Lo único que obtuvimos fue una palabra: «Ko-tek». Resultó ser uno de los primeros dueños de la casa, que emigró de Polonia y llegó a Estados Unidos por la isla Ellis, pero que nunca aprendió a hablar inglés. Cuando llevamos a un traductor finalmente pudimos sostener una conversación con el señor Kotek. Como no hablaba la misma lengua que los dueños actuales, no entendía que el desorden y la desorganización en la casa eran por las renovaciones de los nuevos dueños. Una vez que se dio cuenta de lo que pasaba en la que él consideraba su casa, y en el momento en el que le explicaron en un lenguaje entendible para él, el espíritu del señor Kotek dejó de parecer hosco y malo. Los nuevos dueños estaban cuidando su casa de la misma manera en la que él lo habría hecho y se calmó.

Aunque, para ser sincera, algunas veces sí están tratando de asustarte, solo para divertirse. Eso ocurrió en el County Asylum/Infirmary del condado de Randolph, en Winchester, Indiana, el cual investigamos en la cuarta temporada de Kindred. Resultó que la entidad que gruñía al otro lado de una puerta cerrada con llave y quien casi le sacaba las bisagras de tanto sacudirla era un trabajador de la feria llamado Harry Peg Dunn, que a veces era paciente del hospital. Era un espíritu bondadoso que solo estaba tratando de divertirse y dar alegría a una vida tranquila en el más allá. Pero esa es otra historia.

Estoy completamente de acuerdo con la idea de que las personas actúan en el más allá de la misma manera en la que actuaron en vida. Si alguien era un cretino cuando estaba vivo, no necesariamente va a dejar de serlo cuando se convierte en fantasma. Pero para mí, eso solamente sucede con la minoría de personas. También es posible que una persona pueda estar realizando algunas cosas que dan miedo, como ejemplo está el señor Kotek, porque no entiende lo que está pasando en su casa o no le gusta lo que uno está haciendo ahí. Genuinamente, pienso que el señor Kotek estaba tratando de proteger su hogar de lo que pensó que era una amenaza. La mayoría de las veces creo que percibimos las cosas que no entendemos como atemorizantes porque está en la naturaleza humana tener miedo a lo desconocido. Es muy sencillo asumir que un ruido extraño en nuestra casa es algo malo. A menos que te hayan criado en un hogar por completo extraño como a mí, es totalmente natural tener esa reacción. Más bien yo digo: «Vamos a averiguar qué fue eso».

La mayoría del tiempo la gente me pregunta cómo puedo cazar fantasmas para ganarme la vida, como diciendo: «¿Cómo demonios te pones siempre en estas situaciones tan escalofriantes? ¿Estás loca?». Lo que les respondo es exactamente lo contrario de lo que esperan escuchar: los fantasmas no me parecen aterradores. Me parecen fascinantes. Son personas con historias que contar y yo quiero escucharlas. Para mí, investigar a un fantasma representa el mismo sentimiento que otros tienen al encontrarse con un amigo para tomar una copa de vino. Solo estamos conversando. La diferencia es que cuando hablo con fantasmas, la conversación es un poco más unilateral. Algunas veces se necesitan muchas preguntas para lograr que una entidad comunique aunque sea unas pocas palabras. Pero, bueno, también he estado en citas en las que más o menos fue así.

Esta idea fundamental de que, ante todo, los fantasmas solo están intentando ser escuchados, se vuelve más complicada cuando nos encontramos en lugares donde las personas han tenido experiencias en verdad aterradoras. He visto casos en los que los fantasmas en realidad sí intentan asustar o lastimar a la gente. Por el contrario, he investigado situaciones en las que la presencia sobrenatural es una fuerza positiva y a la gente le encanta tener a estos fantasmas alrededor. Lo que es muy interesante para mí es que estas dos experiencias, totalmente diferentes, las pueden estar experimentando distintas personas de la misma familia y que viven juntas en la misma casa.

Aunque suene increíble, esa es la verdadera historia detrás de la casa de la película El conjuro.

No se puede negar que la familia Perron, cuya experiencia fue la base para la película, vivió una prolongada pesadilla en una antigua granja del siglo xviii, en Harrisville, Rhode Island. Roger y Carolyn Perron, y sus hijas Andrea, Nancy, Christine, Cindy y April sintieron la presencia de lo sobrenatural como parte de su vida cotidiana durante casi diez años, tiempo en el cual vivieron en esa casa, de 1970 a 1980.

Esa familia vivió con diferentes fantasmas en una casa que estaba muy embrujada, y que no siempre era segura. Fue investigada cinco veces por los expertos en sucesos paranormales: Ed y Lorraine Warren (quienes también trabajaron con la casa de Terror en Amityville y con la muñeca embrujada de Annabelle). Cuando llegaron por primera vez para investigar, Andrea Perron dijo: «Esperaron hasta el día previo a Halloween. La señora Warren respondió que pensaban que el velo sería más delgado y que tendrían más posibilidades de ver una manifestación. Mi madre la miró, se rio y dijo: “Entonces todos los días son Halloween en esta casa”».

El conjuro, aunque se basa un poco en las memorias de Andrea Perron y en los recuerdos de la propia Lorraine Warren, en realidad no retrata lo que atravesó esa familia. En la vida real no había ningún espíritu adorador del diablo que poseyera a las mujeres que vivían en la casa para que asesinaran a sus hijos, ni un joyero embrujado, ni un fantasma escondido en el sótano llamado Rory. Ni siquiera había un entrepiso en la casa real. En este libro conoceremos la verdad, a medida que avancemos, pero es importante borrar todo lo que creímos haber aprendido sobre los Perron de El conjuro, pues vamos a hablar de las experiencias reales de la familia.

Andrea ha sido amiga mía durante mucho tiempo y siempre me dice que la película no se parece en nada a lo que les sucedió porque —atención— lo que vivieron en la casa fue «mucho más aterrador». Fue más aterrador que las fuerzas invisibles que arrastran a las adolescentes por el cabello.

Es importante tomar un segundo para que puedas asimilarlo.

Carolyn Perron, la madre, se ha negado a volver a la casa desde que se fue en 1980 y la hija menor de la familia, April, falleció en 2017. Roger y las cuatro hermanas vivas regresaron a la casa por primera vez, en grupo, para grabar un episodio de la cuarta temporada de Kindred, y la familia habló mucho sobre los recuerdos durante esa época y sobre las experiencias que vivieron en su hogar. Todos estaban de acuerdo en que ahí les habían sucedido cosas terribles y traumáticas. Pero también admitieron que tuvieron muchas experiencias sobrenaturales y felices en ese tiempo.

Carolyn y la penúltima hija, Cindy, se llevaron la peor parte del abuso por parte de los fantasmas en esa casa. Según recuerda Andrea, hirieron a su madre al menos cinco veces; entre estos ataques se incluye uno con una estaca de jardín que le atravesó la cadera, también le lastimaron la pierna con una aguja invisible y recibió una cortada en el cuello con una guadaña que le arrojaron en el granero. Cindy casi se ahoga cuando algo invisible la mantuvo bajo el agua en la tina, y casi se asfixia cuando quedó atrapada dentro de una vieja caja de madera que no se podía abrir, a pesar de que no tenía candado. A Christine le pasó lo mismo en un baúl antiguo. Del mismo modo, las chicas quedaban inmovilizadas dentro de los roperos sin que tuvieran forma de salir. Oían voces todo el tiempo. O de repente se quedaban helados, y al darse la vuelta veían algo espeluznante parado ahí.

Pero al mismo tiempo en el que sucedían todas esas cosas angustiosas, la familia también tenía experiencias positivas con las presencias de la casa. Esa es la parte de la historia que, en su opinión, pasaron por alto tanto en la película como en los propios relatos de los Warren. Muchos de los roces con entidades en su hogar, especialmente las experiencias de Andrea, Nancy y Roger, fueron felices.

—Tuve bastantes interacciones con los espíritus en esa casa, pero siempre fueron pacíficas —dijo Andrea—. Me sentía protegida.

Ella piensa que es porque escribió diarios sobre lo que estaba presenciando ahí y, de esa manera, estaba dejando un testimonio de esos relatos. (Creo que es una teoría bastante sólida. ¿Recuerdas a Peg Dunn? La lectura de Chip Coffey de esa situación fue que Peg hacía bromas para que lo recordaran y hablaran de él después de su muerte).

—Al principio, cuando nos mudamos, mi madre caminaba por esa casa todas las noches y a cada uno nos daba un beso antes de dormir —dijo Andrea—. Todos recordamos a una mujer que solía andar por la casa y hacer lo mismo.

Ella nos explicó que todas las niñas sintieron algo similar y que asumieron que era su madre quien, después de haberse dormido un rato, volvía para hacer una revisión final.

—Cindy fue quien dijo: «Esa no era mamá, porque mamá siempre huele a jabón Ivory y esa señora huele a flores y frutas».

La familia también hablaba de Oliver Richardson, quien creían que era el hijo de la familia que construyó la casa en el siglo xviii. Oliver murió joven y su espíritu jugaba con April cuando las otras hermanas estaban en la escuela. April ocultó su existencia a los Warren, declaró Andrea, porque temía que, si revelaba su presencia, de alguna manera lo obligarían a abandonar la casa, y ella lo amaba. (No pudimos verificar la existencia de Oliver en nuestra investigación, pero eso no significa que no estuviera ahí. Una de las partes más difíciles de este trabajo es encontrar archivos de niños nacidos en siglos pasados. Sus nacimientos y muertes ocurrían sin ningún tipo de registro porque antes de la medicina moderna las tasas de mortalidad eran muy altas).

De la misma manera, Roger contó sobre su experiencia con una mujer en la casa (creen que no es la misma que cobijaba a las niñas por la noche) y su conexión emocional con ella. Él la describió como un espíritu gentil que lo saludaba todos los días tocándole la espalda. Esa es una experiencia que, personalmente, puedo confirmar, porque cuando estaba investigando la casa para llevar a cabo el programa sentí exactamente lo mismo. Hubo un momento en el que sentí una mano acariciándome la espalda, era como la caricia reconfortante de una madre. Normalmente odio que los fantasmas me toquen. De hecho, odio que un extraño lo haga, en especial si es uno que no puedo ver. Esa ocasión fue la única vez que pensé: «Esto en realidad es agradable».

De todas las hermanas, Cindy era la que menos deseaba volver. Le resultó muy difícil estar en esa casa, incluso estando todos juntos: su familia, el elenco y el equipo del programa, y los propietarios actuales. Sin embargo, por otro lado, cuando los Perron vendieron la casa, Nancy se rehusaba completamente a irse, hasta se ofreció a quedarse y ser la cuidadora de los nuevos propietarios. De esa manera amaba ese lugar.

Durante la sesión de espiritismo que ocurrió la última vez que los Warren investigaron la casa, Carolyn Perron fue lanzada a través de una habitación, mientras estaba sentada en una silla, y quedó inconsciente. Aun así, ella tiene una visión algo positiva de esos años. En realidad, Carolyn fue quien tituló los libros de Andrea.

—Ella simplemente se cruzó de brazos y dijo: «House of darkness. House of light» (Casa de la oscuridad. Casa de la luz). Era ambas cosas —dijo Andrea—. Me siento como en casa y muy cómoda estando ahí, en ese ambiente —explicó—. Es el único lugar en la Tierra que he sentido como mi espacio permanente. Todo lo demás lo siento temporal. La granja es mi hogar.

Entonces, ¿qué pasó realmente ahí? Honestamente, no lo sé.

Las hermanas dicen que sintieron a esos mismos espíritus cuando visitaron la casa con nosotros, y que se mantenían en contacto con ellos, incluso mientras Adam y yo estábamos ahí investigando y no encontrábamos gran cosa. Si observamos detenidamente el episodio, se puede ver un momento en el que Cindy sacude la cabeza y pronuncia la palabra «no». Luego nos explicó que fue su respuesta cuando alguien invisible le ordenó ir al sótano y después a la biblioteca. Al día siguiente de estar en la casa, Cindy regresó a su hogar, en Georgia. Nos informó que se sentía físicamente enferma y que encontró un gran hematoma en la parte posterior de su pierna que no recordaba haberse hecho. Andrea cree que los síntomas físicos que sufrió Cindy fueron una represalia por no aceptar lo que los fantasmas querían que hiciera. Cindy juró no volver nunca más a la casa.

No tengo una buena explicación de por qué los espíritus que interactuaron tan fuertemente con esa familia no se presentaron mientras nosotros estuvimos ahí, ni tampoco a los nuevos dueños de la casa. Andrea dijo que tenía la impresión de que los fantasmas estaban inquietos por todos los cambios y la conmoción que había en la casa y no se sentían cómodos revelándose. Mi esperanza es que, con el tiempo, cada nueva visita e investigación revele nueva información.

Algo que sí puedo afirmar es que, en lo personal, me costó mucho trabajo estar en ese espacio. Aunque Adam y yo no encontramos ninguna evidencia de los espíritus que describieron los Perron, todavía no estoy convencida de que la casa sea por completo segura. Hay algo en la granja que tiene cierta afinidad con los niños, y no es necesariamente una correspondencia agradable. No pudimos confirmar quién estaba ahí, pero pudimos deducir que, sean quienes sean, se dieron a conocer más ante los niños que ante los adultos y no sabemos por qué. Por suerte, como la granja está muy cerca de mi patio trasero, es uno de esos lugares a los que en definitiva regresaré y en los que seguiré intentando descubrir algo.

Lo que sí sabemos con certeza es que Bathsheba Sherman, que ha sido calumniada durante décadas por ser adoradora del diablo y acusada de hacerle cosas indescriptibles a su propio hijo, no tuvo nada que ver con ese hogar. En la película, ella es un espíritu maligno que perpetúa un legado de asesinatos realizados por las mujeres que vivían en la casa después que ella. En realidad, ella ni siquiera vivía en esa casa, y definitivamente no asesinó a nadie. No hay evidencia ni registro histórico que indique que ella no era más que una mujer normal, quien llevaba una vida normal en una granja cercana. Esa leyenda es producto de las investigaciones de la casa realizadas por Ed y Lorraine Warren.

Quiero dejar en claro que respeto y admiro mucho a los Warren. El trabajo que han realizado y los avances que lograron hacer para que lo paranormal fuera un asunto más convencional, además de que ayudaron a facilitar el camino que hoy estoy recorriendo. No obstante, la investigación que he realizado y la información que he visto acerca de la Sociedad Histórica de Harrisville me han llevado a creer que estaban equivocados con Bathsheba. Esa pobre mujer ha sido culpada durante casi cincuenta años por cosas con las que ella no tenía nada que ver. Está muerta desde hace siglos. Ya no puede defenderse.

En realidad no sé de dónde surgió esa información, ni cómo sucedió. Más bien creo que el resultado de esa desinformación fue que por décadas una inexactitud histórica ha sido presentada involuntariamente como un hecho, tanto en el trabajo de los Warren como en El conjuro (en una versión muy dramatizada), y esto ha tenido repercusiones en la vida real. La lápida de Bathsheba, en Harrisville, fue robada y desfigurada tantas veces que la Sociedad Histórica de Harrisville tuvo que retirarla de forma permanente del lugar de su entierro. Y la casa, por supuesto, se convirtió en el objetivo de tanto tráfico turístico, a menudo hostil, que incluso un antiguo propietario demandó a Warner Bros. Es claro que esa misma persona se ha embarcado en una cruzada personal para refutar la historia de la casa embrujada, incluso después de que ella había pasado años hablando en público de esos fantasmas. Hasta nos invitó a grabar un episodio de Ghost Hunters para la segunda temporada. ¿Mencioné que apareció gritándonos mientras filmábamos un capítulo de Kindred Spirits? Porque ella también hizo eso, definitivamente.

El punto de todo esto es que lo que pasó con Bathsheba sirve como un contexto de aprendizaje para todos. Este es el mejor ejemplo de por qué una buena investigación es tan importante y por qué uno tiene que hacer su tarea y recabar la historia de manera correcta. En las décadas de los setenta y ochenta hubo una ola de personas como los Warren (como Hans Holzer y Sylvia Browne), que eran muy reconocidas por sus nuevas perspectivas sobre los aspectos paranormales, pero que tenían ideas estrictamente definidas de lo que era «lo paranormal». Creo que, con su particular perspectiva sobre la investigación, Ed y Lorraine estaban buscando a alguien a quien culpar y, de ese modo, brindar una explicación clara de lo que estaba sucediendo.

Para mí, es una señal evidente de lo que se vivía en la época más que una difusión deliberada de información errónea. Crecí leyendo a autores como los Warren. Cuando era niña tomé como dogma lo que todos decían. No fue sino tiempo después que pensé: «Espera un momento, tal vez no deberíamos aceptar solamente estas ideas como la única verdad». Hoy estamos en una época en la que las personas son un poco más escépticas sobre lo paranormal. No lo descartan por completo, pero no están listas para aceptar estas teorías sobre enviar seres a la luz, o la idea de los demonios y los ángeles, como la única solución posible. Por eso, ahora que tenemos estos asombrosos archivos de periódicos y registros históricos en línea, e incluso recursos más extensos en sociedades históricas, podemos entrar para corregir ese tipo de información errónea.

Honestamente, eso es lo que me encanta de la cacería de fantasmas. Es muy interesante para mí encontrar la verdadera historia. Descubrimos tantas cosas sobre esa casa que no tuvimos tiempo de incluir la mayoría en el programa. Por ejemplo, investigamos sobre los siete soldados muertos que se mencionan con tanta frecuencia como una leyenda, pero no pudimos encontrar ninguna evidencia de ellos. Ni siquiera pudimos hallar un registro de actividad militar cerca del área, ni un campamento, ni nada. Lo que sí encontramos fue que un hombre murió por exposición a una tormenta de nieve justo afuera de la casa, mientras su familia lo esperaba adentro. También encontramos evidencia de un hombre que entró borracho al granero y murió ahí. Además, hubo una gran cantidad de suicidios en el área, más que en cualquier otro caso que haya investigado. Sin embargo, no hubo evidencia detectable de la mujer que se rumoraba se había ahorcado en el granero, y de la cual mucha gente sospechaba que es la mujer que tiene el cuello doblado, y que está representada en la pared del sótano. En realidad, hay rumores y murmullos de muchas más muertes dentro y alrededor de esa casa, pero aún no hay evidencia de ellas. En ese momento jugábamos el juego de teléfono descompuesto que se remonta a doscientos años hacia el pasado. Pero, finalmente, el rastro no conduce a ninguna parte.

Un invitado no invitado

Para un episodio de Ghost Hunters fuimos a investigar a la cárcel del condado de Essex, en Nueva Jersey. Esta prisión, ahora abandonada, se construyó en 1837 y se cerró en 1970, por lo que hubo un largo periodo en el cual se acumuló energía negativa en ese espacio, especialmente porque tenía una horca para los prisioneros condenados a muerte.

Cuando lo visitamos, el edificio estaba en muy mal estado y hubo numerosos informes sobre sombras, pasos incorpóreos y tintineos de llaves invisibles. En ese momento, en el programa no teníamos un número considerable de investigadores, por lo que en ocasiones uno de nosotros no tenía un compañero para realizar la investigación.

Durante mis horas de inactividad tuve una idea brillante: ¡el camarógrafo podría venir a investigar conmigo! Yo aparecería «sola» ante la cámara, pero nadie tendría que ser un científico espacial para darse cuenta de que en realidad no estaba sola, porque alguien estaba ahí para grabarme.

Así que nos dirigimos hacia los túneles que había bajo la prisión. Yo sabía que el complejo se había convertido en un refugio para drogadictos en situación de calle, pero los edificios que estábamos investigando esa noche habían sido revisados por el equipo de seguridad, que se aseguró de que no hubiera nadie adentro.

Cuando bajamos a los túneles realmente no se me ocurrió que estábamos fuera de los límites de esa autorización de seguridad.

Mientras avanzábamos noté lo que parecía ser una rejilla en el techo del túnel; parecía que se podía mover. Por suerte para mí, había un barril de acero cerca en el que podía subirme para asomarme a ver el interior. En ese momento escuché un ruido arriba. Me ganó la curiosidad. ¿Podría ser un animal? O tal vez… ¿un fantasma?

Lo que no vi venir fue que yo iba a subirme sobre ese barril, levantaría la rejilla, asomaría la cabeza y me encontraría directamente, cara a cara, con un hombre. Un hombre que estaba muy sorprendido de verme, y cuyo rostro me dijo claramente que yo no era bienvenida. Su rostro me decía que me tenía que ir. En ese instante.

Salté (me caí) y salí (corrí) de los túneles. Evidentemente, las personas de seguridad no habían llegado a ese edificio.