¿La vería otra vez? Durante el resto de la noche, reprodujo el momento de su desaparición; su mente se obsesionaba por no saber su nombre. Pensó que a lo mejor la veía en el otro sótano… pero había un gran revuelo en la casa y sus padres lo buscaban, enfadados. Y su hermano pequeño permanecía callado de esa forma que indicaba que estaba muy alterado. Hunter dedujo que era porque había dejado a Cody allí para irse a la fiesta.
Le costaba dormir. Miró el techo, pensando en la forma exacta de la coleta oscura de la chica y de sus labios suaves. La forma en la que ella había tomado ese momento incómodo y, de algún modo, lo había hecho estallar, como cuando rozas una burbuja con un dedo.
La mañana siguiente fue un infierno. El problema: Hunter era una estrella rebelde que caía en la dirección equivocada.
«No te metas en líos», le repetía su madre una y otra vez.
Lo intentaba, en general. Pero costaba ajustar una flecha torcida que siempre se desviaba del camino deseado. Cuando las cosas salían bien en su mayor parte, sus padres aún encontraban una forma de criticar todo lo que hacía.
Así que no se molestó en decirles que había hecho que lo expulsaran de Stewart a propósito. Para ellos, eso habría sido incluso peor. No había ningún escenario posible en el que se callaran y lo escucharan el tiempo suficiente para entenderlo. Pensarían lo que quisieran pensar.
Sus voces flotaban sobre él:
… irresponsable…
… un desperdicio…
… poco respeto…
… una desgracia…
Las palabras eran balas perdidas, lanzadas en el ángulo equivocado. No podían atravesarle.
Sus padres creían que esa cocina pequeña y oscura, en la que estaban en ese momento, era la parte más aislada de la casa. Allí se producían todos los gritos, allí levantaban la voz porque nadie les oiría desde fuera. Actuaban con cautela incluso en su enfado irracional.
El colegio Stewart había llamado, por supuesto, para hacerles saber que cuando Hunter solicitara plaza en una universidad y necesitase su expediente académico, también entregarían los detalles de su historial… con mucho énfasis al describir sus diversas infracciones.
Hunter puso los ojos en blanco. Podría haber sido mucho peor. Sin embargo, a sus padres solo les importaba que fuera, una vez más, un fastidio. ¿Por qué no podía ser el hijo mayor que querían? ¿No entendía que los ponía en un compromiso?
Hunter se tragó su respuesta. Ellos habían cabreado a un tipo del que se negaban a hablar. Ellos se habían metido en ese compromiso, y Hunter y Cody sufrían los daños colaterales.
No había nada que hacer, solo permanecer como un frío pilar de piedra y dejar que sus padres gritaran hasta que les doliera la garganta. Su hermano había desaparecido. Hunter dedujo que Cody estaría acurrucado debajo del fuerte de mantas en el rincón del dormitorio que compartían, con los ojos cerrados mientras escuchaba a través de la pared.
—Si esta es nuestra ruina, deberás cargar con ese peso durante el resto de tu vida. —El padre de Hunter jadeaba de lo mucho que se había alterado.
—¿Cómo va a ser esto nuestra ruina? —preguntó Hunter. Y casi soltó: «¿Cómo va a ser esta tu ruina?», pero se contuvo a tiempo.
—La gente se enterará de tus payasadas. Y se harán preguntas. «¿Quién es ese tal Hunter Yee? ¿Quién es su familia?». Aparte de humillarnos… —Y ahí escupió la palabra, antes de parar un momento y respirar hondo—. Aparte de hacernos quedar mal, ¿y si alguien descubre dónde estamos? ¿Y si la persona oportuna nos encuentra? ¿Crees que hemos sido cautos todos estos años solo porque era divertido?
Hunter sabía qué intentaba decir su padre mientras enrojecía, y mentiría si no admitiera que la idea le envió un escalofrío por la espalda. Pero Hunter también estaba cansado de aquello, de la paranoia constante. Estaba harto de que todo se remontara a ese mismo miedo.
Su madre sacudió la cabeza, y su pequeño cuerpo se marchitó al hacerlo.
—Lo entiende. Ahora que va a ir a un nuevo instituto, empezará de cero. —Se giró para hablarle a Hunter directamente—. Te portarás bien, ¿verdad? Nada de problemas. Recuerda que todo lo que hagas afecta a cómo los demás perciben al pueblo chino.
Sonaba cansada.
—Estamos decepcionados, Hunter —dijo su padre—. Este no es el comportamiento que espero de un hijo mío. Si sigues así… a lo mejor no lo serás. Ya no.
Su madre ahogó un grito.
—¿Qué significa eso? —preguntó el chico.
—¿Quieres ser un delincuente? ¿Quieres ser un fracasado? ¿Sabes cuántas veces haces llorar a tu madre? Cuando te hablamos, erbianfeng, ¿oyes lo que te decimos? ¿No quieres ser parte de esta familia? Pues no lo seas.
—No, Dawei —dijo su madre, decidida a ser su portavoz—. Hunter lo intentará. Se portará bien.
Su padre se dio la vuelta.
—Ya veremos.
—Puedo pedirle a Zhang Taitai que lo recoja y lo lleve…
—Soy perfectamente capaz de ir en autobús, ¿sabéis? —intervino Hunter con fuerza.
Pero su padre ya había salido de la cocina y su madre le dirigió una mirada para decirle que lo aceptara.
Genial. Iría y volvería del instituto escoltado por una niñera.
Hunter se retiró a su habitación y encontró a su hermano justo donde sabía que estaría: bajo el fuerte con una sábana raída sobre la cabeza. Hunter se arrastró por el suelo, apretándose entre la pared y el somier hasta que alcanzó los pies que sobresalían del fuerte.
—Eh, Cody. —Su hermano se quitó la sábana, que soltó un chispazo de electricidad estática en el cabello oscuro hasta dejárselo de punta—. Siento todos los gritos.
Cody se restregó los ojos.
—¿Por qué siempre están tan enfadados?
Hunter buscó una pizca de verdad lo bastante grande para que escondiera la mentira.
—Así son los adultos.
—Pero tú casi eres adulto. Y no estás enfadado.
Hunter rio, pero sin alegría.
—Sí que lo estoy.
Estaba enfadado todo el tiempo. De hecho, se sentía furioso. A veces permanecía despierto en plena noche, sin poder entender cómo sus padres tomaban sus decisiones. Enrollaba la rabia como si fuera un hilo alrededor del dedo y se preguntaba cuánto tardaría en cortarle al fin la circulación.
A veces pensaba que lo mejor sería marcharse sin más. Estaba seguro de que podría sobrevivir por su cuenta y llevaba años ahorrando dinero por si llegaba a ese extremo.
Pero no podía abandonar a su hermano pequeño. Eso era lo que le mantenía anclado allí.
—Cuando sea mayor, nunca me enfadaré —dijo Cody.
—Esa es una buena aspiración —respondió Hunter—. Debería intentar ser como tú.
Cody se cruzó de brazos.
—Nunca me enfadaré de esa forma.