CHARLIE MUNGER

Charlie Munger (1924) es un empresario, inversor y filántropo estadounidense nacido en Omaha. Estudió Matemáticas en la Universidad de Míchigan, se formó como meteorólogo en Cal Tech mientras estaba en el ejército, y se graduó en la Harvard Law School a pesar de no contar con una licenciatura. Posteriormente conoció a Warren Buffett y el resto, como suele decirse, es historia. Actualmente es vicepresidente de Berkshire Hathaway, donde ha pasado toda su vida. Sobre su filosofía de los negocios, la inversión y la vida se han escrito diversos libros como Charlie Munger: El inversor completo, de Tren Griffin; El Tao de Charlie Munger, de David Clark; o La Universidad de Berkshire Hathaway: 30 años de aprendizajes de Warren Buffett y Charlie Munger, de Daniel Pecaut y Corey Wrenn. Son muchas las voces que han ensalzado la figura de Munger. Así, por ejemplo, The Wall Street Journal ha dicho de él: «Todo Warren Buffett necesita un Charlie Munger»; y Business Insider apuntaba: «Al igual que Buffett, Munger es increíblemente agudo en su ingenio y sabiduría para invertir». No han sido pocas las ocasiones en las que el propio Buffett también ha alabado sus virtudes: «La proeza arquitectónica más importante de Charlie ha sido el diseño de lo que hoy es Berkshire. Me ofreció un plan de trabajo muy sencillo: olvídate de todo lo que sabes sobre comprar empresas correctas a precios maravillosos, y dedícate a comprar empresas maravillosas a precios correctos. Como resultado, Berkshire se ha ido construyendo según los planes de Charlie».

1. Ser consciente de que no sabes es mucho más útil que ser brillante.

Y es así porque las cosas que no sabemos superan con creces a las que sí sabemos. Por tanto, hay que estar alerta. Un auténtico ganador sabe que no sabe y no deja que el ego capitanee su vida. Munger también dice: «Reconocer que no sabes es el amanecer de la sabiduría». Esto es lo que los propietarios de Berkshire Hathaway denominan el «círculo de competencia», que hace referencia, desde el punto de vista de la inversión, a todas aquellas empresas que uno es capaz de entender y valorar porque las conoce bien. El éxito está a nuestro alcance cuando nos ceñimos a actuar dentro de ese «círculo de competencia» —que vamos ampliando gracias a un mayor conocimiento y experiencia— dejando a un lado al resto. La imprudencia de una mala inversión —a menudo producto del ego y el exceso de confianza— puede comerse las ganancias acumuladas de las buenas inversiones. Esto que Munger aplica al ámbito de las inversiones deberíamos aplicarlo al resto de ámbitos de la vida. El «zapatero a tus zapatos» de la sabiduría popular —que no es otra cosa que sentido común, aunque no práctica común— conviene siempre tenerlo presente. Identifica aquello en lo que eres bueno y trata de ser excelente en eso. Luego, cíñete a ello y mejora desde ahí. Si lo haces así, tienes una oportunidad de impactar, dejar huella y hacer ganancias. Es difícil triunfar en aquello en lo que no eres habilidoso en comparación a la media. No te dejes llevar por la última moda, ten autocontrol y concentra tus energías en aquello que sabes hacer mejor.

2. Las personas inteligentes no se libran de los desastres profesionales por culpa de su exceso de confianza.

El filósofo Edgar Morin apuntaba: «Aprender es navegar por archipiélagos de certezas en un océano de incertidumbre». Una persona que sea inteligente pero arrogante acaba estrellándose. El mayor aliado —y desafío— para cualquier persona es la humildad. Donde hay humildad, hay sabiduría. La humildad es la base del aprendizaje, el crecimiento y la mejora. Lo contrario nos despoja de todo sentido crítico, y entonces, la desgracia no es difícil de pronosticar. Humildad es capacidad de escuchar, preguntar, dejarse asesorar, seguir estudiando, estar al tanto de las tendencias o cuestionarse creencias, entre otras cosas. La humildad es la esencia de una «buena» autocrítica, y la autocrítica es la materia prima del crecimiento continuo. La Roma Antigua nos enseña muchas cosas, y una de las más importantes de recordar es el memento mori. Cuando los emperadores y generales romanos aparecían ante su pueblo enfebrecido y eran aclamados triunfalmente tras sus conquistas por las calles de Roma, un esclavo que sostenía sobre sus cabezas una corona de laurel, les susurraba al oído: «Recuerda que vas a morir». La costumbre servía para que los líderes no se creyeran infalibles y perdiesen la cabeza, una invitación a mantener los pies en la tierra (de ahí viene humildad, de humus: tierra). Muchas personas «inteligentes» —con estudios, formación y contactos— han acabado arruinadas, en la cárcel o desprestigiadas, por un ego poco domesticado. Con palabras de Munger: «No ser estúpidos en el día a día es mejor que intentar ser los más listos. Los mejores nadadores son los que se ahogan». Y también: «Todos aprendemos, modificamos o destruimos ideas continuamente. La destrucción rápida de ideas, cuando el momento es el adecuado, es una de las habilidades más valiosas que puedes adquirir». Por último: «Es malo tener una opinión de la que te sientes orgulloso si no puedes plantear los argumentos para defender el punto de vista contrario con más claridad que tus oponentes. Es un gran ejercicio mental».

3. Esperar es lo que te ayuda como inversor; pero un montón de gente no soporta esperar.

También dice: «El mayor problema de la gente es la falta de paciencia». El ser humano es adicto al cortoplacismo. Es impaciente por naturaleza, y ésa es su mayor cruz. Quiere mucho y rápido. Blaise Pascal, el matemático francés del siglo XVII, decía: «Todos los problemas de la humanidad emanan de la incapacidad del hombre para sentarse en una habitación solo y en silencio». La estrategia de Charlie Munger y Warren Buffett no es complicada de entender. Cualquiera la puede replicar, aunque pocas personas tienen la disciplina para ejecutarla. Se trata de esperar a encontrar que una empresa adecuada (aquella que tiene una ventaja competitiva duradera) se venda a un precio adecuado (por debajo de sus fundamentos) para poder comprarla. Y después, una vez comprada, seguir esperando a que el mercado reconozca el valor real de esa empresa. Esta estrategia (sencilla en teoría) requiere de mucha paciencia y autocontrol (complicada en la práctica). Por eso, como apunta David Clark, autor de El Tao de Charlie Munger, «Charlie y Warren nunca se han molestado por el hecho de que nadie haya copiado su estilo de inversión; porque no existe ningún individuo o ninguna institución con la paciencia o la disciplina necesaria para esperar tanto como ellos». La paciencia es un gran activo, tanto a la hora de invertir, como en la vida en general. La mayoría de las personas pecan de impacientes, y por este motivo, a menudo, fracasan. Munger apunta: «Tienes que ser muy paciente, tienes que esperar hasta que algo aparezca. Es algo que va en contra de la naturaleza humana; no hacer nada más que estar ahí sentado sin hacer nada, esperando. Es fácil para nosotros; tenemos muchas otras cosas que hacer. Pero para una persona normal y corriente, ¿puedes imaginártela sin hacer otra cosa que esperar cinco años sin hacer nada? No te sientes activo, no te sientes útil, así que acabas haciendo algo estúpido».

4. Si la gente no se equivocara tan a menudo, no seríamos ricos.

La vida es comparativa: algo es bueno o malo respecto a algo. Si todo el mundo fuese muy bueno en alguna faceta, eso dejaría de ser muy bueno y pasaría a ser normal. Las oportunidades existen para algunos porque el resto de gente:

• Hace lo mismo que la mayoría.

• Comete imprudencias y errores.

• No estudia a fondo.

• No es paciente.

• No persevera.

• …

Sólo puedes encontrar oportunidades si: sabes más que el resto (conocimiento) o tienes más experiencia (expertise), y luego dispones del coraje (valentía) para ejecutar lo que hay que hacer sin dudar. Munger y Buffett se han hecho ricos por:

Conocimiento. La gente valora menos un negocio de lo que realmente vale. Saben identificar oportunidades porque ven lo que otros no ven. Y eso es debido a su conocimiento más amplio.

Paciencia. Saben esperar sin prisas a que la oportunidad se presente, a que el precio reflejado por el mercado sea inferior a su valor real. Saben que la economía siempre —repetimos, siempre— es cíclica. No sabemos cuándo el mercado se dará la vuelta, pero lo acabará haciendo.

Efectivo. Tienen efectivo para comprar cuando todo el mundo está invertido. Porque la gente sigue el efecto rebaño: compra cuando todos compran y vende cuando todos venden. Así, cuando las oportunidades aparecen no tienen liquidez.

5. Creo que uno debe admitir la realidad cuando no te gusta; de hecho, sobre todo, cuando no te gusta.

Ser habilidoso para no engañarse a uno mismo es una de las claves más importantes para el éxito. Negar la realidad o mirar hacia otro lado no la cambia. La gente ganadora mira la realidad a calzón quitado. Otra cosa nos vuelve vulnerables. Sobre esta cuestión Munger nos da tres reflexiones:

• «Uno de los secretos de esta vida es aprender a gestionar errores. La incapacidad para gestionar los procesos de negación psicológica es uno de los motivos más habituales por los que la gente acaba arruinada.»

• «Me gusta la gente que está actuando con una estupidez absoluta. Sé que obtendré mejores resultados si nunca me olvido de mis propios errores. Es un buen truco que vale la pena aprender.»

• «Intento librarme de esas personas que siempre responden con seguridad a preguntas de las que en realidad no tienen ni idea.»

El autoengaño siempre es peligroso y sus consecuencias muy dañinas. Munger lo ilustra con la siguiente anécdota que le contaba su amigo Dean Kendall, de la Universidad de Míchigan: «Cuando era niño me hicieron responsable de una pequeña operación de venta de bombones y caramelos. Mi padre me vio coger un caramelo para comérmelo. Y yo le dije: “No te preocupes, tenía pensado devolverlo”. Mi padre me dijo entonces: “Esa forma de pensar va a acabar contigo. Sería mucho mejor que cogieras todos los bombones que quisieras y te dijeras a ti mismo que eres un ladrón cada vez que lo hagas”».

6. La especialización extrema es la forma de tener éxito. Es mejor especializarse que intentar comprender el mundo.

La especialización es el secreto de la supervivencia y el éxito. Son los especialistas quienes ganan mucho dinero; el resto sólo gana dinero. La especialización representa una barrera de entrada para nuevos competidores, y para los que están en el mismo mercado, una invitación a abandonar. No luches contra la competencia. Sé tan bueno en lo tuyo y de forma tan consistente que la competencia se agote y abandone ella misma. Las palabras de Munger aportan un poco más de luz: «Nunca he tenido éxito en aquellas cosas en las que no estaba demasiado interesado. Si no eres capaz de encontrar nada que te interese demasiado, no creo que acabes teniendo mucho éxito, incluso si eres bastante inteligente». También señala: «Nunca juegues a juegos que no entiendas, incluso si ves a mucha gente ganando dinero en ellos». En la vida hay muchos juegos, así que mejor jugar a uno que se pueda ganar: aquél en el que puedes tener una diferencia, una ventaja competitiva de verdad, algo que te hace especial y único.

7. A muy largo plazo, la historia nos ha enseñado que las posibilidades de que una empresa sobreviva en buenas condiciones a sus propietarios son escasas.

Liderar es gestionar el cambio, y a poder ser, ir por delante de él. Nuevas tendencias, nuevos competidores, cambios políticos, desastres naturales, conflictos bélicos, inflación en las materias primas… pueden dar al traste con cualquier iniciativa empresarial. La adaptabilidad es la base de las empresas duraderas. Munger reflexiona: «Cada año que pasa sin que te hayas deshecho de una de tus ideas más queridas es un año que malgastas». Todo cambia, y cada vez más rápido. Sólo la adaptación y una mirada anticipativa y proactiva aporta beneficios recurrentes. Por poner un ejemplo: en sólo setenta años, Estados Unidos pasó de no tener electricidad a que todo el país se enchufara a la corriente. Este avance destruyó a fabricantes de velas, de luces de gas y de lámparas de queroseno, que fueron grandes negocios en los siglos XVIII y XIX. Nadie está salvo, ni los más prósperos. Curiosidad, aprendizaje continuo, humildad o flexibilidad, son sólo algunos de los aperos que deberían formar parte del equipaje de cualquier persona para afrontar los retos que vivimos hoy día.

8. Warren es una de las mejores máquinas de aprender que hay en la tierra.

El éxito no es otra cosa que aprendizaje. El secreto para triunfar está en aprender, y después, seguir aprendiendo. En general, la gente se limita a aprender lo básico, y luego, una vez acomodada, deja de aprender. La curiosidad intelectual es la base del aprendizaje, y el aprendizaje te lleva a hacer las cosas mejor, y hacer las cosas mejor te lleva a tener mejores resultados. Si quieres ganar más, aprende más. Comprométete con el aprendizaje de por vida. En cierta ocasión, Munger dijo sobre su socio Buffett: «La habilidad de Warren para invertir ha mejorado notablemente desde que ha cumplido los sesenta y cinco años. Tras haber observado todo el proceso que ha seguido, puedo decir que, si se hubiera conformado con lo que sabía en sus primeras etapas, sus logros serían una sombra de lo que son hoy». De cada persona que conozcas, mira qué puedes absorber de ella; de cada libro que leas, quédate con las ideas más interesantes que puedas aplicar en tu negocio; de cada documental que veas, mira qué puedes trasladar a tu vida; de cada viaje que realices, observa con curiosidad qué te puedes llevar. La siguiente reflexión de Munger también nos sirve de inspiración: «Una y otra vez, veo a personas que prosperan en la vida que no son las más inteligentes, y que ni siquiera son las más aplicadas, pero que sí son unas máquinas de aprender. Se acuestan cada día sabiendo un poco más que al levantarse por la mañana, y eso es de gran ayuda». Los que siguen aprendiendo siguen creciendo.

9. A lo largo de mi vida no he conocido a ninguna persona inteligente que no leyera cada día; ninguna, cero. Te sorprendería ver lo mucho que lee Warren; y lo mucho que leo yo.

De hecho, dice Munger, «mis hijos se ríen de mí. Creen que soy un libro del que sobresalen un par de patas. Mientras tenga un libro en la mano no siento que estoy perdiendo el tiempo». Si la base del éxito es el aprendizaje, una gran parte de ese aprendizaje está en los libros, con independencia del formato que adopten: papel, e-book o audiolibro. No puedes crecer, mejorar y evolucionar sin absorber inputs. El alimento del éxito es el conocimiento, ya sea en forma más teórica o práctica. Sin conocimiento (aprendizaje) no hay evolución posible. Y si quieres destacar sobre la media, y más aún, estar en la élite de tu sector, tienes que estudiar (leer) mucho más. Lo único que necesitas es un poco de disciplina. En uno de los múltiples libros escritos sobre el Oráculo de Omaha se dice: «Warren también se hizo devoto seguidor de la filosofía de Dale Carnegie sobre la forma de relacionarse con las personas. Leyó y releyó docenas de veces el libro Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, subrayando frases y aprendiéndose de memoria algunos pasajes completos. El libro se convirtió en su biblia a la hora de tratar con las personas, además de una de las piedras angulares de su filosofía de gestión». Gran parte de los secretos de la vida (inversión, emprendimiento, hablar en público…) están en los libros, y a un precio irrisorio. Mucha gente ha plasmado su sabiduría en ellos, aprovéchalo. No hay excusa para no leer, no hay excusa para no triunfar. Lee más, aprende más, gana más.

10. Los buenos negocios son negocios éticos. Un modelo empresarial que se basa en el engaño está condenado a fallar.

La historia está repleta de casos en los que la falta ética ha dejado muchos negocios por el camino. Por citar sólo algunos ejemplos de la historia reciente que te pueden sonar: Lehman Brothers, Enron, Worldcom, Freddie Mac y Fannie Mae, Bernie Madoff, Jordan Belfort (el lobo de Wall Street), Jérome Kerviel… Todo lo que se construye sobre materiales frágiles está condenado a venirse abajo antes o después. Conviene saberlo ex ante porque las tentaciones siempre existen, y si uno no tiene la cabeza bien fría, es muy fácil sucumbir a ellas. Charlie y Warren citan a menudo a Peter Kiewit, un magnate de la construcción que hizo fortuna en la Omaha del siglo XX, quien decía que él contrataba a personas que fueran inteligentes, trabajadoras y honestas. Pero de las tres, la honestidad era la más importante, porque si no eran honestas, las otras dos cualidades le robarían todo lo que tenía. Ésa es la filosofía que siguen en la casa de Berkshire: «Si no puedes confiar en alguien, no deberías hacer negocios con esa persona»; antes o después, te la va a pegar. Munger apunta: «La forma más elevada que puede alcanzar una civilización es convertirse en una red impecable de merecida confianza». El coste de la desconfianza es muy alto, en los negocios, en la pareja, en el trabajo… en todo. Si la confianza está en entredicho, todo lo demás es secundario.