ALEX BANAYAN

Alex Banayan (1992) es uno de los autores de negocios más vendidos en Estados Unidos, conocido a nivel internacional por su libro La tercera puerta, con subtítulo: En busca del secreto del éxito de Bill Gates, Steven Spielberg y Lady Gaga, calificado por The New York Post como «un placer de leer». En él, Alex Banayan cuenta cómo la noche anterior a los exámenes finales de su primer curso universitario ganó un velero en el concurso televisivo de El precio justo. Lo vendió y utilizó el dinero para financiar el proyecto que le apasionaba: conocer a las personas con más éxito del mundo y descifrar las claves de su éxito. Por el libro desfilan personalidades como Tim Ferriss, Maya Angelou, Jane Goodall, Larry King, Sugar Ray Leonard, Steve Wozniak, Jessica Alba, Richard Saul Wurman, Quincy Jones o el presidente de TED, entre otros. Como conferenciante, Alex Banayan ha presentado las ideas de La tercera puerta en numerosos foros y ha asesorado a equipos directivos de empresas como Apple, Nike, IBM, Dell, Snapchat, Salesforce, Delta Airlines, Kaiser Permanente, Mastercard, Disney, MTV o Harvard, entre otras. Ha sido incluido en la lista Forbes 30 de los menores de treinta años más influyentes, y en la lista de las personas más poderosas menores de treinta años del Business Insider. Ha colaborado con medios como Fast Company, Entrepreneur, The Washington Post y TechCrunch, y ha aparecido en otros como Fortune, Forbes o Businessweek. En el centro de la misión de Banayan está su creencia de que, «cuando cambias lo que alguien cree que es posible, cambias lo que se vuelve posible».

1. La vida, los negocios, el éxito… son como una discoteca. Siempre hay tres puertas de entrada.

¿Y cuáles son esas tres puertas de entrada? Veámoslas una por una:

• Primera puerta: es en la que está la mayoría de la gente haciendo cola. Es pesado, lento, quita tiempo y energía, y uno nunca tiene la garantía de que le dejen entrar.

• Segunda puerta: es la de gente VIP, los deportistas, artistas, políticos, aristócratas, modelos o gente de buena familia. Llegan y entran sin más. Tiene un problema, si no eres VIP no tienes acceso.

• Tercera puerta: siempre existe una alternativa más a las dos anteriores. Aquélla por la que no entra la gente normal ni los VIP. No es una puerta que esté a la vista, sino que te obliga a ser creativo, a pensar, a indagar, a superar miedos y ser valiente. Es la puerta de la gente inconformista, luchadora y ganadora.

Recuérdalo: siempre, siempre, siempre… existe una tercera puerta. Eso es lo importante. Banayan nos dice: «Ya se trate de cómo Bill Gates vendió su primer programa de software o de cómo Steven Spielberg se convirtió en el director más joven de la historia de Hollywood, todos lo hicieron entrando por la tercera puerta».

2. Para entrar por la tercera puerta, lo más importante es «encontrar a un topo».

La tercera puerta no es evidente. Es una puerta que da acceso a lo mejor —a donde los VIP entran sin problema y el resto tienen que hacer serios esfuerzos para acceder—, y eso sólo es posible a través de «alguien» (un topo) que nos facilita su entrada y nos va allanando el camino. Siempre existe ese «alguien», sólo hay que identificarlo, llegar a él, y ganárselo. Para ello hay que utilizar todas las armas posibles a nuestro alcance, y algo más: coraje y determinación. Los momentos importantes de la vida exigen valentía. Steven Spielberg comenzó su carrera cuando era un jovenzuelo. Había sido rechazado por la escuela de cine, pero un día se subió a un autobús que daba un tour por los estudios Universal de Hollywood. En un momento dado, saltó del autobús y se metió en un cuarto de baño y desapareció. Vio como el autobús se iba y pasó el resto del día allí. Paseando se topó con un tipo, Chuck Silvers, que trabajaba para Universal TV. Empezaron a charlar de cine, y cuando Silvers supo que Spielberg era un director novel, le extendió un pase de tres días para ir a los estudios. Así lo hizo, y al cuarto día se presentó de nuevo, llegó a la entrada, saludó con la mano y dijo: «¡Hola, Scott!». Y el guardia le devolvió el saludo. Durante tres meses seguidos Spielberg se pasó el día allí. Al final, Chuck Silvers se convirtió en su mentor y poco después le presentaría a Sid Sheinberg, vicepresidente de producción de Universal TV, que le ofrecería un contrato de siete años convirtiéndose en el director más joven de la historia de Hollywood. El «topo» (Chuck Silvers) es la clave de todo, pero Spielberg tuvo el coraje de saltar del autobús, dejarlo ir, deambular por Universal y ponerse a hablar con Silvers antes de que todo lo demás sucediese. Sin coraje, nada sucede.

3. Sólo los aventureros tienen aventuras.

Ése fue otro de los consejos que le dio a Alex Banayan el CEO de Summit Series, Elliott Bisnow. Las aventuras son eso, aventuras: hay problemas, riesgos, inconvenientes, dificultades, engaños, deslealtades… y otras muchas cosas más. Pero lo más importante es que hay experiencia, crecimiento y vida. Como decía la escritora Helen Keller: «La vida es una aventura atrevida o no es nada». Sólo hay una manera de exprimir la vida: viviendo de verdad. Salir ahí afuera y exponerse. El mayor fracaso es que no ocurra nada. Mucha gente quiere experimentar ciertas sensaciones, pero no quieren pasar por el proceso que implica experimentar esas sensaciones. Así que las vidas de mucha gente son anodinas y descafeinadas. Para ganar hay que aprender a perder; para avanzar hay que aceptar ser rechazado; para crecer hay que saber sufrir; para triunfar hay que encajar los golpes. Pero todo eso es la vida. Con otras palabras: o estás dentro o estás fuera del juego. La vida es un juego y nadie puede aprender a jugar desde fuera. Da igual de lo que se trate: vivir es apostar. Casarse es apostar un proyecto conjunto con otra persona con el deseo de ser felices. Montar una empresa es apostar por una idea que uno desea materializar y rentabilizar. Irse a vivir a otro país es apostar por una vida que imaginamos que será mejor. Si sólo haces lo previsible y conocido, sólo lo previsible y conocido te puede ocurrir. Prueba, experimenta, sufre, aprende, crece. El cantante Pitbull, uno de los raperos más conocidos de la escena internacional, ganador de un Grammy, le confesaba a Banayan en su apartamento de Miami: «Un verdadero aventurero siempre está buscando el siguiente reto. Es como jugar a un videojuego. Superas el primer nivel, luego tienes que superar el segundo y después el tercero. Cuando has acabado el juego, te sientes como: “Wow, ¿cuál es el siguiente juego? ¿Dónde está?”».

4. La mayoría de las personas viven una vida lineal; las personas de éxito no creen en este modelo. Optan por la vida exponencial.

Dos personas pueden conseguir los mismos resultados: facturar un millón de euros. Pero lo que cambia es el tiempo, la energía y los recursos invertidos en conseguir esa meta. En definitiva, la eficiencia. Hay caminos más largos y otros mucho más cortos gracias a los factores aceleradores del éxito. Todas las personas, cuando anhelamos algo, queremos verlo materializado en el menor tiempo posible. No es casual que un autor como Robert Kiyosaki haya escrito un libro titulado Retírate joven y rico; o que otro personaje conocido como M. J. DeMarco haya publicado La vía rápida del millonario. Nadie desea que nuestros sueños se hagan realidad cuando nos queda poco tiempo para disfrutarlos. Uno quiere saborear los placeres de la vida cuando es joven y todavía está lleno de energía. Eso sólo es posible a través de la vía exponencial basada en palancas que nos impulsan a ir a otra velocidad, lo cual no quiere decir que el éxito sea inmediato, pero sí más rápido. En La tercera puerta se dice: «[Las personas de éxito] en lugar de ir paso a paso, se los van saltando. La sociedad nos alimenta con esta mentira de que debes hacer x, y, z antes de poder cumplir tu sueño. Pero es una gilipollez. Si de verdad quieres marcar la diferencia, si quieres vivir una vida de inspiración, aventura y éxito salvaje, tienes que agarrarte a esta vida exponencial y aferrarte a ella con todas tus fuerzas». Uno de los grandes del mundo de la tecnología, Steve Wozniak (Woz), cofundador de Apple junto a Steve Jobs, le hacía la siguiente apreciación a Banayan: «La mayoría de las personas hacen lo que hacen porque es lo que la sociedad les dice. Pero, si te paras un segundo y haces algunos cálculos (de hecho, si piensas por ti mismo), te das cuenta de que hay una forma mejor de hacer las cosas».

5. No puedes superar a Amazon siendo Amazon.

Fue otro de los consejos que recibió Alex Banayan en la lucha por ver cumplida su misión de entrevistar a «los mejores» y publicar un libro, que se estaba volviendo ardua. La historia ocurrió alrededor del año 2000. Internet estaba en pleno boom y Amazon se estaba comiendo a la competencia en el comercio electrónico. Al principio, los ejecutivos de Walmart no le dieron mucha importancia, pero después, el crecimiento de Amazon empezó a mermar sus ingresos. Entonces cundió el pánico entre los directivos de la empresa norteamericana y organizaron reuniones de emergencia. Contrataron nuevos empleados, despidieron a otros y llenaron sus oficinas con más y más ingenieros, invirtiendo una gran cantidad de dinero en su página web. A pesar de todo, no hubo manera, así que se centraron todavía más en ser como Amazon. Copiaron sus estrategias, trataron de replicar su tecnología y gastaron todavía más dinero. Pero aun así, nada cambió. Un día llegó una nueva ejecutiva a Walmart. Analizó la situación y se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Al día siguiente, colgó una pancarta en las oficinas. Poco después, las acciones de Walmart se dispararon. En el cartel sólo decía: «No puedes superar a Amazon siendo Amazon». Se pueden copiar ideas, productos, servicios o tecnología, pero nunca el talento o la marca. Si quieres replicar al cien por cien a otros, el fracaso está asegurado. Si miras demasiado a los lados, pierdes tu esencia y siempre vas por detrás. Lo esencial de cada empresa (persona) es su singularidad (diferencia). Éste fue uno de los errores que cometió Alex Banayan en su infructuosa búsqueda de un agente literario para conseguir que una editorial publicara su libro. Un día un amigo le comentó: «Desde que comenzaste a buscar un agente, lo único que has hecho ha sido copiar las estrategias de otros. Has estado jugando en el terreno de estos agentes como si tuvieras las mismas virtudes que Tim Ferriss, pero no las tienes. No tienes su credibilidad. Tus circunstancias son diferentes. No puedes superar a Tim Ferriss siendo Tim Ferriss». Eso rara vez funciona. Inspirarse en otros es esencial, pero luego debemos adaptar las ideas y conceptos a nuestra personalidad, singularidad y esencia. La autenticidad es la base de las personas (empresas) de éxito: son fieles a sí mismas. El propio Bayanan reflexionaba sobre este aspecto: «Había estado obsesionado con estudiar el camino de la gente con éxito y, a pesar de que es un buen método para aprender, no todos los problemas se podían solucionar de esta manera. No podía copiar y pegar las tácticas de otros y esperar a que funcionaran exactamente igual para mí. A ellos les había funcionado porque eran sus tácticas. Encajaba con lo que eran sus fortalezas y circunstancias. En ningún momento había tenido en cuenta ni me había preguntado cuáles eran mis fortalezas ni mis circunstancias. ¿Qué significaba superar a alguien siendo Alex? Aunque hay un periodo en que hay que estudiar lo que les ha funcionado a los demás, en otro momento debes descubrir todo lo que te hace único. Y, para lograrlo, debes saber qué hace que tú seas tú».

6. La verdad nunca es blanca o negra. Es gris. Todo es gris.

A los medios de comunicación les interesan los extremos: lo blanco o negro. Lo que está entre medias, lo gris, es irrelevante. Ahí no hay noticia, por eso se fuerzan las cosas para llevarlas a un lado (blanco) u otro (negro). Pero rara vez las cosas son así. El gris abunda. Alex Banayan quería dejar la universidad antes de dedicarse por completo a su misión. Su argumento era que Mark Zuckerberg o Bill Gates así lo habían hecho y les había ido de maravilla. Pero su mentor le dio un toque de atención: «Bill Gates y Mark Zuckerberg no dejaron la universidad tal y como tú crees que lo hicieron. Investiga un poco. Verás de qué estoy hablando». Así lo hizo y después de leer El efecto Facebook comprobó que Zuckerberg no había dejado la universidad sin más, sino que se tomó un semestre de descanso para volver más adelante tras tener las cosas bajo control: «Semanas antes del tercer año —cuenta Banayan—, Zuckerberg se había reunido con el inversor de capital riesgo Peter Thiel para conseguir fondos para Facebook. Cuando Thiel le preguntó si iba a dejar la universidad, Zuckerberg le dijo que no. Tenía pensado volver. —Y continúa—: Durante años había visto titulares que decían “Mark Zuckerberg deja la universidad” y de forma natural di por supuesto que su decisión de dejar la universidad era definitiva. Los titulares y las películas hacen que las cosas parezcan blancas o negras». También añade: «Desde que vi La red social, pensaba que Zuckerberg era un rebelde que había dejado la universidad, que había alzado su dedo corazón al cielo y nunca había vuelto a mirar atrás. En la película no se veía a Zuckerberg dudando del futuro de Facebook. Nunca salía debatiéndose sobre si debería tomarse un semestre de descanso».

7. Aunque no vayan a reunirse contigo por la razón que tú quieres, no significa que no puedan reunirse contigo por alguna otra razón.

A la hora de vender, negociar y tratar con otras personas, siempre hay que ponerse en el otro lado del mostrador. A la gente no le importas tú, le importan ellos. Averigua qué necesitan y utilízalo como puerta de entrada. No te centres en ti, céntrate en los demás. Ésta es una de las lecciones que aprendió Alex Banayan después de leer la biografía de más de ochocientas páginas de Warren Buffett, uno de los inversores más reconocidos: «Después de que Buffett se licenciara en la Universidad de Nebraska, en Lincoln, se puso a trabajar como corredor de bolsa, lo cual, esencialmente, significa que era un vendedor de acciones. Pero casi cada vez que intentaba tener una reunión con un empresario, fracasaba. Nadie quería verse con un jovenzuelo sin credibilidad que deseaba venderle acciones. Así que Buffett cambió de táctica: empezó a llamar a los empresarios y les hizo creer que les podía ahorrar impuestos. De repente, todos le decían: “¡Adelante!”. Y, de esta forma, Buffett logró sus primeras reuniones». De lo que se trata —como se dice en la película de El Padrino— es de hacer una oferta que los demás no puedan rechazar. Cuando te relaciones con otras personas, si quieres que te presten atención: antes de pensar en ti, piensa en ellos.

8. Lee las notas a pie de página.

Ésta es otra de las lecciones que Alex Banayan aprendió de Buffett. El éxito se basa en saber algo que los demás no saben, hacer algo que ellos no hacen, pensar de una forma diferente a como la mayoría piensa. ¿Quién lee las notas a pie de página de un libro o de un informe? Prácticamente nadie. Ahí puede estar la diferencia para quien sí lo hace. Una vez un periodista contactó a Warren Buffett para hacerle una entrevista. Cuando se vieron, éste le preguntó una pregunta difícil sobre una empresa pública. Buffett le contestó que la respuesta estaba en el informe anual que acababa de leer. El periodista leyó de nuevo el informe, pero allí no encontró nada. Entonces le contestó: «No ha leído con atención. Observe la nota catorce». Evidentemente el periodista lo encontró y se quedó atónito: «Mientras los demás hojean un informe —dice Banayan—, Buffett estudia obsesivamente la letra pequeña, la lee del derecho y del revés, estudia cada palabra, buscando pistas. No tienes que ser un genio para leer notas a pie de página: es una decisión. Es una decisión dedicar más horas, ir más allá y hacer lo que los demás no están dispuestos a hacer. Leer las dichosas notas a pie de página no es sólo una tarea en la lista de quehaceres de Buffett: es su actitud vital». Y eso es lo que le hace diferente… y tan exitoso.

9. Cuando tienes una visión, debes aferrarte a ella.

Ésas son las palabras que le dijo el boxeador Sugar Ray Leonard a Alex Banayan durante una entrevista en casa del púgil, seis veces campeón del mundo. Luego añadiría: «Puede que tengas el deseo, el anhelo, el sueño, pero tiene que ser algo más. Debes desearlo hasta el punto de que duela. Gran parte de las personas nunca llegan tan lejos. Nunca apelan a lo que yo llamo la “reserva oculta”, un depósito secreto de fuerza». Y más aún: «No dejes que nadie te diga que no puedes cumplir tu sueño. Cuando tienes una visión, debes aferrarte a ella. Debes seguir luchando. Las cosas se pondrán feas. Te dirán que no. Pero tienes que seguir presionando. Debes seguir luchando. Tienes que utilizar tus “reservas ocultas”. No será fácil, pero es posible». Cuando uno tiene grandes aspiraciones, el viento habitualmente no sopla a favor, sino más bien todo lo contrario. La pregunta es: ¿qué podemos hacer para no desfallecer en esos momentos? Piensa en Martin Luther King, Nelson Mandela o Gandhi, por señalar sólo tres referencias históricas. ¿Qué fue lo que les hizo continuar adelante en su lucha cuando todo eran inconvenientes y no se avistaba luz en el horizonte? Sin dudas, su visión (propósito). Cuanto más grande, estimulante y atractivo sea tu propósito, más fácil es no claudicar cuando las cosas se ponen feas. Busca retos que te inspiren y sean tu motor de vida. Identificar tu propósito y comprometerte con él te otorgará la confianza suficiente para hacer frente a todas las contrariedades que antes o después aparecerán.

10. Todo el mundo tiene experiencias en su vida, y algunos deciden convertirlas en historias.

Las vidas de mucha gente son similares en muchos aspectos. Todos tenemos miedos, pasamos por crisis, cometemos errores, padecemos desengaños, sufrimos fracasos y soñamos con ambiciones parecidas. Sin embargo, cómo cuenta cada uno su historia personal hace que sea más o menos atractiva. El storytelling es lo que marca la diferencia. Es nuestro deber envolver y empaquetar adecuadamente las experiencias a través de historias para que calen en los demás. Las historias enganchan, producen una conexión emocional con la gente, les cautivan y hacen destacar sobre el resto. Alex Banayan tenía un sueño —como otras muchas personas— que era el de poder conocer y entrevistar a personas exitosas y saber de primera mano qué factores explicaban su rendimiento. Pocos días antes de los exámenes finales del instituto vio en un anuncio que buscaban gente para participar en el conocido programa de televisión El precio justo. Entonces se preguntó: «¿Y si voy al programa para ganar algo de dinero y financiar así la misión?». Y así lo hizo. Investigó cómo ser seleccionado, cómo jugar y cómo ganar. No le fue mal: su premio fue un velero que vendió por 16.000 dólares y utilizó para financiar su misión. Una historia que no deja de sorprender; una anécdota curiosa que atrapa el interés del que la escucha, y por supuesto, mucho más atractiva que la de la persona que simplemente obtiene su financiación en un banco para poder emprender. Busca siempre cómo convertir tus experiencias en historias, es uno de los secretos de la comunicación. La historia personal de Banayan le valió para que mucha gente le atendiese y le abriese sus puertas. Era una historia que sorprendía a quien la escuchaba, producía una sonrisa cómplice y le permitía ganarse la confianza de su interlocutor, que estaba dispuesto a ayudarle.