¿Qué es un fantasma?

SERES DEL MÁS ALLÁ

La cuestión de qué son los fantasmas ha sido ampliamente estudiada y debatida a lo largo de la historia de la humanidad. La idea más tradicional, así como la más extendida, es que se trata de los espíritus de personas difuntas. De algún modo, su alma ha trascendido al cuerpo físico y sigue presente en nuestro mundo. Al hilo de esta creencia, se podría decir que hay una dimensión paralela en la que es posible existir de forma etérea y es ahí donde habitan los fantasmas, aunque nuestro sistema sensitivo y sensorial no pueda percibirlos.

Y al igual que cruzamos una puerta para entrar o salir de cualquier lugar, los portales o vórtices permiten a estos seres introducirse en nuestra dimensión humana. A través de estos campos de energía concentrada, que sin duda recuerdan a esa «luz al final del túnel» que describen quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte, los fantasmas se transportan de un lado a otro con total libertad. Algunos de los portales que los investigadores paranormales han podido capturar en fotografías se asemejan a un rayo en miniatura o a una pequeña grieta brillante. Pese a no ser visibles, las personas con alta sensibilidad pueden notar sus efectos. Los escalofríos, el hormigueo o la desorientación, similar a la de un mareo, son signos que podrían estar indicando que andamos cerca de uno. Por lo general, los portales solo se abren un instante, lo que dura un parpadeo, tiempo suficiente para que los escurridizos fantasmas aprovechen para colarse por ellos.

Estos orificios de entrada y salida entre el mundo físico y el espiritual suelen hallarse sobre todo en cementerios, grandes depósitos de agua —como estanques o lagos— y fuentes de energía como las líneas eléctricas, pero también en espejos, puertas, escaleras y ventanas. No en vano, muchos aseguran que cada hogar cuenta con, al menos, un vórtice.

Puede haber diversos motivos por los que algunos espíritus permanecen vinculados al reino de los vivos sin lograr encontrar el descanso eterno. En ocasiones, es porque se han extraviado en su camino hacia el otro lado, pero también puede ser que una tragedia u objetivo no consumado les obligue a permanecer en este limbo entre la vida y la muerte, entre el pasado y el presente. De ahí las habituales representaciones de fantasmas con cadenas en las manos o grilletes en los tobillos unidos a una pesada bola de hierro. Dichos instrumentos de tortura simbolizan su condena: son los deseos insatisfechos que no supieron llevar a cabo como personas.

Sea cual sea la razón que les retiene en la tierra, resulta lógico que los fantasmas necesiten hacerse notar e interactuar con nosotros, ya sea para que les ayudemos en su transición, para zanjar esos asuntos pendientes o bien porque no tienen nada mejor que hacer, ¿quién se pasa 100 años encerrado en un castillo de brazos cruzados? Por eso, se centran en que seamos conscientes de su presencia. Cuanto más inquietante e incomprensible sea su acción, más les tendremos en cuenta. Visiones de halos de luz, extraños sonidos de ultratumba, objetos que se mueven de sitio… incluso hay espíritus que no son capaces de comunicarse en absoluto y, aun así, nos hacen sentir su cercanía.

Tal como ocurre con los vórtices, cuya carga energética no es percibida por todo el mundo, pocos son capaces de experimentar una aparición fantasmal. Sin entrar en habilidades clarividentes, es más probable que esto ocurra al caer el sol. La noche es un gran catalizador para los fantasmas, momento que aprovechan para mostrarse más visibles y activos. Según la tradición, el lapso de tiempo comprendido entre las doce y la una de la madrugada se denomina «la hora fantasma», debido a la magia que conlleva la llegada de la medianoche y que en tantos relatos de terror queda inaugurada con las doce campanadas de un antiguo reloj de péndulo. Sin embargo, desde que nuestros hábitos han cambiado y solemos acostarnos más tarde, este horario se ha reubicado entre las tres y las cuatro de la madrugada, cuando las energías están en su punto álgido, nuestros sentidos más agudos y el cerebro más atento a cualquier efecto sensorial.

La tranquilidad y el silencio propios de la noche profunda despliegan el marco ideal. Se eliminan todo tipo de distracciones superfluas y aumenta la receptividad a los cambios de luz, a escuchar sonidos débiles, a oler determinadas fragancias o a apreciar con mayor detalle los cambios de temperatura. A veces, la visita del fantasma puede incluso producirse durante el sueño, cuando la mente se encuentra en un estado inconsciente y es más penetrable a la vez que menos analítica. ¡Cuántas personas aseguran haber soñado con seres queridos recientemente fallecidos y, al despertar, han descrito esa experiencia como algo completamente real!

En contra de lo que se suele creer, los fantasmas no tienen por qué responder a una figura humana. Pueden adoptar múltiples formas y sonidos. Cualquier tipo de traza misteriosa, pasando por una masa densa de niebla, un remolino de viento, un destello incorpóreo o un rumor no identificado es susceptible de tener un origen paranormal. De ahí que la palabra fantasma, que llega a nosotros desde el griego a través del latín phantasma, tenga su origen en el verbo phanein cuyo significado es «aparecer, mostrarse».

Cada fantasma es diferente y la interacción con cada uno de ellos puede variar mucho entre sí. Las próximas páginas proporcionan una valiosa información sobre las principales categorías que han sido descritas por los especialistas y que protagonizan algunas de las leyendas y relatos populares más conocidos. Y si bien es cierto que en el imaginario colectivo los espíritus son en su mayoría seres atemorizantes y malvados, como un reflejo del miedo a la muerte que ellos encarnan y también como una forma de advertir sobre ciertos peligros, cabe destacar que no todos tienen malas intenciones. Algunos fantasmas solo buscan asistencia, comprensión e incluso pueden servirnos de ayuda para superar traumas, tal vez reparando una relación afectiva o deshaciendo un olvido que era imprescindible retornar a la memoria.

TIPOS DE FANTASMAS

ESPECTRO

Es el más común de todos los fantasmas, o quizá el más reconocible como tal por la forma que adopta. Se trata del alma o la esencia de un familiar, un conocido o incluso una figura histórica, que conserva los rasgos y el temperamento de quien fue en vida. Las apariciones de este tipo siempre son breves, solitarias y tienden a ocurrir en sitios con los que guardan relación: su lugar de nacimiento, el de su muerte, o la casa en la que residieron la mayor parte del tiempo. Pueden suceder también en zonas aleatorias que, por alguna razón, les producen una emoción extrema, ya sea triste o hermosa, de la que no se quieren desligar.

Los espectros pueden hacerse visibles, hablar, hacer ruidos e incluso emanar algún olor, como perfume o humo de tabaco.

Y al estar compuestos de una sustancia aérea o nebulosa, estos fantasmas flotan sobre el suelo y son capaces de atravesar muros y paredes. A menudo se les representa cubiertos por una sábana blanca, vestuario que remite a las mortajas utilizadas en la Antigüedad para envolver los cadáveres, especialmente entre las familias humildes que no podían costearse un ataúd. De hecho, en algunas culturas, el blanco es el color del luto y simboliza la pureza del alma.

En función de su objetivo, la visita del espíritu será más o menos amistosa. Así, puede buscar venganza por algún suceso trágico perpetrado contra su persona —tal vez un asesinato o una agresión violenta— o bien estar condenado a vagar por el mundo terrenal con el fin de purgar sus malas acciones. Por supuesto, también hay fantasmas buenos que regresan para custodiar y proteger a sus seres queridos. Su visita en estos casos tan solo pretende ofrecer consuelo o transmitir una información importante antes de su transición definitiva. De hecho, la mayoría de espectros resultan inofensivos y pasan el tiempo a nuestro alrededor sin deseos de interactuar ni manifestar la más mínima señal de presencia.

ECTOPLASMA

El ectoplasma o ectoniebla es una poderosa manifestación de energía fantasmal. Puesto que no tiene aspecto humano, es más complicado de identificar y se podría describir como una masa gaseosa de color gris, negro o verde, que flota a unos metros del suelo, puede cambiar de forma y se desplaza con gran rapidez, incluso en dirección contraria al viento. La oscuridad de la noche es el entorno más propicio para avistar ectoplasmas, puesto que desaparecen violentamente cuando son expuestos a la luz.

No se han realizado demasiadas investigaciones sobre el origen de estas misteriosas nieblas, aunque lo más probable es que tengan relación con los espectros. Bien porque se trata de un estado previo antes de que estos consigan personificarse, o porque carecen de la fuerza necesaria para manifestarse a través de una imagen más específica.

En la Europa de finales del siglo XIX y principios del XX se popularizó la idea de que el ectoplasma era una pasta viscosa o fluido luminoso que podía ser expulsado del cuerpo de un médium, generalmente a través de la nariz o la boca. Se suponía que esta excreción era la materialización de un fantasma invocado durante las sesiones de espiritismo y que, seguidamente, adoptaba la forma de una mano o de un rostro. El padre de esta creencia fue el científico francés Charles Robert Richet, quien acuñó por primera vez el término «ectoplasma»: del griego ektos, que significa «fuera de», y plasma, «figura o materia moldeable». Richet dedicó gran parte de su vida a estudiar este espeluznante fenómeno y, entre los aficionados al ocultismo, generó una vasta legión de seguidores.

No obstante, y a pesar de que muchos adeptos presentaron fotografías como prueba, su interés decayó con el tiempo cuando se descubrió que las emisiones ectoplasmáticas de los médiums no eran más que gasa, tul, tejido animal o recortes de cartón. El célebre mago y escapista Harry Houdini fue uno de los pioneros en destapar el fraude.

POLTERGEIST

Cosas que cambian de sitio, luces que se encienden y apagan solas, portazos sin sentido en plena noche… Estas son solo algunas de las lindezas que conlleva encontrarse con un poltergeist, término que deriva del alemán polter, «ruido» o «alboroto», y geist, «espíritu». Por si fuera poco, lo que empieza como un pequeño incidente se transforma en episodios cada vez más intensos. Así, también pueden provocar que los objetos vuelen por el aire, las camas tiemblen, las personas leviten o incluso prender fuego a la ropa y a los muebles.

La buena noticia es que su actividad es inofensiva, pues la intención última de los poltergeist no es el daño físico, y su duración tiene un límite, como mucho se repite unos días o unas pocas semanas. Transcurrido este tiempo, la perturbación fantasmal se desvanece sin previo aviso, tal y como surgió. Además, pese a que los poltergeists han sido extensamente estudiados en el ámbito de la parapsicología y numerosos informes aseguran demostrar su recurrencia, la posibilidad de presenciar un suceso de esta índole es bastante improbable.

Existen diversas teorías sobre la mecánica de esta escandalosa categoría de apariciones fantasmales. La más aceptada es que los fantasmas extraen su poder de la energía psíquica que emiten ciertas personas de forma involuntaria. Esto explicaría por qué los poltergeists afectan más a unos que a otros. Es el caso de las mujeres adolescentes —los intensos cambios hormonales y emocionales propios de la pubertad las convierten en el blanco ideal— y de las personas cuyos elevados niveles de estrés o estado anímico inestable alimentan, sin ser conscientes de ello, la fuerza de este fantasma.

Qué mueve a los poltergeists a actuar de tan mala manera es otra de las incógnitas. Una de las hipótesis es que son espíritus cegados por la ira tras una muerte injusta. Su imposibilidad para perdonar les crea tal sed de venganza que regresan directos al mundo de los vivos. Demostrar su dominio sobre nuestro espacio es su manera de expresar lo terriblemente enfadados que están.

ORBE

El fenómeno de los orbes es uno de los más fotografiados y grabados en vídeo por los buscadores de fantasmas. Esta bola o globo con luz propia aparece de noche en zonas en las que se ha registrado con anterioridad alta actividad paranormal, como cementerios o viejas iglesias. El orbe se desplaza con ligereza gracias a su forma circular y su tamaño es proporcional al nivel de energía que contiene. Pero, sin duda, el aspecto más fascinante de esta categoría fantasmal es la gran capacidad de comunicación que demuestra, pues su color determina el significado del mensaje que transmite.

Los orbes de color blanco brillante, junto con los plateados y dorados, son los más comunes. Se cree que los primeros son el consuelo que tanto se necesita en momentos de tristeza o preocupación. El destello plateado, por su parte, simboliza las felicitaciones y el reconocimiento, mientras que el dorado augura prosperidad y estabilidad. Tanto los orbes amarillos como los de color rojo aparecen en caso de cansancio mental o físico y suministran fuerza para seguir adelante. Los verdes y los azules se distinguen por su poder curativo, aportando salud y tranquilidad mental. Un orbe rosa señala que un gran amor está cerca y, si es anaranjado, brinda calidez y seguridad, por eso se le relaciona con espíritus de personas que, en vida, se distinguieron por sus cuidados, como una madre, una maestra o una enfermera. Hay tantos tipos de orbes como colores en el espectro visible y, si bien ninguno es motivo de preocupación ni entraña peligro alguno, es cierto que el negro se asocia a emociones y pensamientos negativos.

Los orbes fantasma son, al fin y al cabo, la manifestación de un espíritu que se considera un guía vital, algo parecido a un ángel de la guarda. Parece ser que ciertas personas los atraen y que este reconfortante halo luminoso se da con asiduidad en situaciones en las que estamos más conectados con nuestra esencia más profunda, como un nacimiento, un funeral o una boda.

FANTASMA RESIDUAL

Esta categoría no corresponde a la figura de un fantasma al uso, pero sí a un tipo de actividad paranormal, ¡y de las más frecuentes! Los fantasmas residuales son energías extremas del pasado que han quedado «grabadas» en la atmósfera y se reproducen continuamente a modo de bucle. Tanto los sucesos muy felices como los muy traumáticos pueden causar este fenómeno debido a la fuerte carga energética que conllevan. Por eso se oyen bailes y música en caserones abandonados en los que tiempo atrás tuvo lugar una gran celebración, los gritos de la víctima en el que fue el escenario de un crimen o los estallidos de las bombas en un antiguo campo de batalla. En general, son sonidos que se perciben con gran realismo sin que haya una explicación lógica para ellos. En el caso de las visiones de fantasmas residuales con aspecto humano, estos suelen realizar siempre la misma acción, una y otra vez: caminan por el mismo pasillo, se asoman a la misma ventana, bajan por las mismas escaleras…

Cuanta más historia acumula un lugar, más probable es que se produzca este tipo de actividad. También si existe un alto nivel de humedad, cuando se desata una tormenta o si hay ríos, estanques o lagos cerca. El agua es un gran conductor de energía y determinados acontecimientos pueden imprimir en ella una huella de memoria. Ya lo demostraron los experimentos del Doctor Masaru Emoto en los años noventa. El investigador japonés evidenció que el agua está viva y las vibraciones de los sentimientos y emociones pueden alterar profundamente su estructura molecular.

¿Cómo diferenciar un fantasma tradicional de uno residual? Si bien son similares a primera vista, la gran diferencia es que, con el segundo, no hay posibilidad de interacción. Se trata de meros sonidos o imágenes. Con el paso de los años, esta clase de aparición acaba desvaneciéndose, como si la fuerza que sustentaba su capacidad de repetición fuera haciéndose cada vez más débil hasta agotarse del todo.

SER DE SOMBRA

Una silueta oscura de aspecto humanoide que aparece de forma espontánea y acecha con discreción desde una esquina. El ser de sombra se comporta muy diferente al resto de fantasmas, pues siempre está en silencio, inmóvil y no desea comunicarse ni ser percibido, por lo que solo reacciona cuando es detectado por la mirada, hecho que provoca que desaparezca en el acto. Al carecer de cualquier brillo o luz, sus rasgos faciales, la ropa y otros detalles son completamente indetectables, de ahí también la dificultad a la hora de averiguar su procedencia, pues no puede relacionarse con una persona fallecida en concreto. Su tamaño suele corresponder al de un hombre adulto y las sombras de las que se compone aparentan un denso humo negro.

De estos seres se dice tanto que representan la expresión última del mal y la oscuridad —sobre todo, si tienen los ojos de color rojo brillante—, como que son entidades neutrales sin más pretensión que la de observar. Almas esperando pacientemente pasar al siguiente plano después de la muerte que, aunque transmitan cierta tristeza o pesadez, ello no implica que sean seres maliciosos. Otra de las explicaciones es que estas sombras son viajeros del tiempo que se han deslizado hasta nuestra dimensión desde otro plano astral.

Un caso curioso de lo que durante mucho tiempo se pensó que era un ser de sombra es el Espectro de Brocken, llamado así por la montaña en la que fue observado por Johann Silberschlag por primera vez en 1780. Se cuenta que fue este pastor y científico alemán el descubridor de la espeluznante y gigantesca silueta humana de color negro que tantos montañistas aseguran encontrarse durante sus expediciones. Sin embargo, este espectro es simplemente un efecto meteorológico causado en un día brumoso, cuando el sol está detrás de un escalador y su sombra se proyecta ampliada hacia delante sobre las nubes o la niebla, lo que origina la ilusión de que se trata de una figura fantasmal de enormes dimensiones.

ANIMALES FANTASMA

Las leyendas sobre la existencia de animales fantasma abundan desde la Antigüedad. Los nativos americanos los consideraban guías espirituales y la mitología europea de la época medieval está plagada de historias de enormes sabuesos negros con ojos demoníacos que aparecen en lugares de extremada violencia o como acto de venganza en situaciones injustas. Sin ir más lejos, durante la segunda mitad del siglo XIX, los periódicos británicos cubrieron hasta 18.000 historias de estos animales del inframundo campando a sus anchas por el Reino Unido.

Y aunque se han avistado espectros de caballos y pájaros, los fantasmas animales que más abundan son los de perros y gatos domésticos que han fallecido recientemente y rondan aquellas zonas en las que se sentían más cómodos durante su existencia terrenal. Es decir, cerca de donde estaba su plato de comida o sobre el sofá en el que dormían la siesta. Resulta difícil interactuar con este tipo de fantasma, pues, más que verse, suelen ser escuchados —tal vez a través de ligeros ladridos o arañazos en una puerta— o bien dejan algún tipo de rastro que evidencia su paso por nuestro mundo. Detectar el inexplicable movimiento de su pelota favorita o descubrir un misterioso rastro de huellas son vestigios de su presencia.

Pese a que las experiencias con mascotas espectrales son bastante inusuales, cuando estas regresan para visitar a sus dueños lo hacen por razones tan generosas como su naturaleza. Al igual que muchos espíritus humanos, su objetivo tan solo es despedirse por última vez, transmitir ánimo o seguir protegiendo fielmente a quienes les brindaron tantos cuidados mientras vivían. Sus interacciones son amistosas, reconfortantes y no conllevan peligro. Como mucho, su fin puede ser advertirnos de algún riesgo o amenaza.

Una conocida leyenda al respecto es la del gato fantasma del Capitolio de los Estados Unidos, cuyas apariciones se relacionan con grandes catástrofes. El crac del 29, el asesinato de John F. Kennedy o el atentado de las Torres Gemelas son algunos de sus increíbles vaticinios.

OBJETOS QUE COBRAN VIDA

Son bien conocidos los espíritus humanos y los lugares que albergan fantasmas, como castillos, casas o cementerios, pero la actividad paranormal puede también afectar a los objetos más allá de las travesuras de un poltergeist.

En ocasiones, la energía de los espíritus se adhiere a determinadas cosas que fueron importantes para ellos: muñecos, ropa, joyas, muebles, pinturas, fotografías o instrumentos musicales, entre muchos otros ejemplos. Y aunque hay que decir que esta es una experiencia fantasmal poco común, quienes la han vivido aseguran que estar cerca de la pieza en cuestión les provoca frío, incomodidad o visiones de tiempos pasados. Algunos incluso han oído sonidos, detectado movimiento o percibido algún olor procedente del objeto. Puede tratarse de esa vieja mecedora familiar que de pronto se balancea sin motivo o de la inquietud que transmite un retrato pictórico del que desconocemos su procedencia, como los que se venden en las tiendas de antigüedades.

Los juguetes son un buen ejemplo de ello, puesto que están expuestos a energías extremas que acaban absorbiendo de forma irremediable. ¿Cuántos niños y niñas profesan adoración absoluta a una muñeca o un oso de peluche que queda relegado al más rotundo abandono cuando ellos ya no están? Estos juguetes son sometidos a tal vaivén de intensidad emocional que no es extraño que sigan propagando esa energía incluso siglos después. Asimismo, también es posible que al fotografiar ciertos objetos aparezcan orbes a su alrededor, lo que podría explicarse como un espíritu que vuelve de visita con un mensaje. Si el objeto estuviera siendo manipulado por un poltergeist sería fácil distinguirlo, ya que las interacciones serían mucho más impulsivas y no se centrarían en una sola cosa.

Dentro de esta categoría hay que incluir las innumerables apariciones fantasmales relacionadas con vehículos, desde barcos y trenes hasta aviones y coches. A menudo están vinculadas a las experiencias de quienes viajaron en ellos, bien porque fueron víctimas de un accidente mortal o porque se utilizaron para transportar sus cadáveres. Durante siglos, se han contado entre marineros y pescadores historias de lo más enigmáticas acerca de buques que en alta mar surgen de entre la niebla y acto seguido se esfuman, o cuya tripulación ha desaparecido de repente en extrañas circunstancias.

Es el caso del Holandés Errante, un navío del siglo XVII que, según la leyenda, se vio sorprendido por una poderosa tormenta en aguas del sudeste africano. Para lograr atravesarla sin hundirse, su capitán, el pirata Willem van der Decken, hizo un pacto con una entidad sobrenatural. Sin embargo, el precio a pagar por este acuerdo fue mucho mayor que la recompensa y el barco nunca llegó a puerto, quedando condenado a surcar los mares durante toda la eternidad.

Asimismo, se ha informado de la existencia de trenes fantasma en muchas partes del mundo, sobre todo en aquellos países en los que este fue un importante medio de locomoción. Es el caso del tren funerario que transportaba el cuerpo de Abraham Lincoln tras su asesinato en 1865. A lo largo del viaje, entre los estados de Washington e Illinois, una muchedumbre se agolpó en las vías para despedir al presidente. Un año más tarde, en uno de los tramos de esa ruta, concretamente en Albany, Nueva York, un anciano empleado ferroviario aseguró haber visto una versión fantasma de la misma locomotora con sus correspondientes vagones. Más de un siglo y medio después, muchos creen que este vehículo espectral sigue en funcionamiento y, cuando pasa, los relojes se retrasan.

El campo de la aviación tampoco ha escapado a los acontecimientos paranormales. Se desconoce el paradero de algunos aviones que jamás llegaron a destino y de los que tampoco se hallaron en tierra sus restos accidentados. Más recientes son las leyendas de coches fantasma vagando por remotas carreteras en plena noche o poseídos por espíritus de personas que fallecieron dentro del vehículo o sufrieron un trauma mientras viajaban en él.

Datos curiosos sobre los fantasmas

¡Ignoran que son fantasmas!

La mayoría de los espíritus y fantasmas no saben que están muertos y a menudo viven en una especie de estado de confusión, como si estuvieran atrapados en un sueño o, según se mire, en una pesadilla.

Nunca duermen

Como les sucede a los vampiros, los fantasmas no necesitan descansar. De noche y de día, siempre están deambulando, en especial aquellos que buscan hacer justicia después de su muerte…

Tienen sentimientos

Los espíritus de personas fallecidas conservan los recuerdos y emociones de su experiencia terrenal. Así, pueden estar aferrados a la felicidad, al tedio, a la tristeza o al rencor.

Cuando se aburren, actúan

Aunque los fantasmas no tienen sentido del paso del tiempo, sí que acaban un poco hartos de vagar siempre por los mismos sitios sin que nadie los reconozca, por eso a veces buscan formas de llamar la atención.

Pueden ser muy bromistas

A pesar de su imagen aterradora, cuentan con un gran sentido del humor y les encanta escuchar reír a los humanos. Si gastan bromas, es para disfrutar viendo cómo nos divertimos.

La mayoría son inofensivos

Encontrarse con un fantasma no tiene por qué acabar con un baño de sangre. A excepción de unos pocos con malas ideas, en general estos seres nos quieren bien y solo pretenden establecer comunicación.

Tienen poderes telepáticos

Algunos fantasmas pueden leer nuestra mente, transmitir información e incluso realizar predicciones. Es durante el sueño cuando suelen mandarnos mensajes muy útiles sobre nuestro futuro.

Detestan los cambios

Para mantener a salvo sus emociones y recuerdos, los fantasmas necesitan que su entorno terrenal permanezca intacto. Por eso tratan de ahuyentar a quienes pretenden alterarlo mediante obras o reformas.

Niños y adolescentes, los más clarividentes

Ese «amigo imaginario» de la infancia puede ser, en realidad, un fantasma. Las apariciones aumentan con la llegada de la pubertad, por la gran cantidad de energía que se emite durante esta etapa.

Las embarazadas tienen un sexto sentido

El bebé que crece en el vientre de la madre transita entre dos mundos, por lo que es probable que tenga guardianes espirituales cerca. Asimismo, durante el embarazo, los sentidos de la mujer se intensifican y se desarrollan facultades para percibir actividad paranormal.

Los gatos pueden ver fantasmas

Aunque todos los animales son capaces de ver y oír a los espíritus —su capacidad sensorial es mucho más aguda que la nuestra—, estos felinos son los que con mayor frecuencia detectan fenómenos ocultos.

Les encanta el olor a limón

El olfato es uno de los sentidos más apreciados por los fantasmas y el aroma a limón, su preferido. En caso de querer atraerlos, ya sabes con qué debes ambientar tu casa.

Los móviles les asustan

Los avistamientos de fantasmas han caído en picado desde la masificación de los teléfonos móviles. El constante ruido de llamadas y mensajes destruye el silencio y la paz que tanto aprecian.

Algunos se metamorfosean en pájaros

Las aves son percibidas como una metáfora del alma en muchas culturas y religiones, donde los difuntos adoptan la apariencia de pájaros viajeros para comunicarse.

La sal marina los repele

Un montoncito de este condimento colocado estratégicamente en las cuatro esquinas de una habitación o en vórtices, como puertas o ventanas, crea un área de protección que aleja a los fantasmas.

Tienen amigos

Hay algunos que se juntan con sus semejantes, incluso con los de otras épocas y categorías. También un humano puede trabar amistad con un fantasma si sabe entretenerle y cuidarle como a él le gusta.