Los tímidos son el potencial silencioso de cada habitación.
Cuando era pequeña vi una película en blanco y negro llamada El hombre invisible. Me espantó de forma terrible y me provocó pesadillas escalofriantes durante años; sin embargo, la idea de ser invisible es muy atractiva para una persona tímida como yo. Imagínate poder escabullirte sin tener que entablar conversaciones triviales ni preocuparte de que te observen. Podríamos estar atentos desde un segundo plano, haciendo nuestras cosas sin que nadie se metiera con nosotros ni nos pusiera en un aprieto. Perfecto.
A falta de una capa de invisibilidad realmente funcional, he tenido que recurrir a medidas alternativas: deslizarme bajo las mesas, meterme entre los arbustos, esconderme en los baños y disfrazarme. Ser tímido puede ser bastante raro.
A los tímidos nos encanta pasar desapercibidos, no nos gusta la confrontación y nos resulta más difícil defendernos que caminar por la cuerda floja con mucho viento.
Cuando tenía ocho años, la señora Moore, mi profesora de primaria, era una reliquia de una época pasada. Era una obsesiva de la escritura que creía que todo el mundo debía escribir con la mano derecha. Estaba convencida de que la escritura, y la vida en general, debían ser rectas y uniformes. Mi letra era como yo: pequeña y rizada. Soy zurda y no conseguía que mi letra fuera recta. Un día estábamos escribiendo cuentos y la señora Moore no estaba contenta, me ordenó que escribiera toda la historia de nuevo, de forma más derecha. Sentía como si estuviera planchando mis rizos y bucles… y mi alma.
No dije nada. Hice todo lo que pude, pero por mucho que lo intenté, no conseguí que mi letra se mantuviera derecha. Tampoco podía enfrentarla, tenía tantas cosas que quería decir, pero no podía hablar, no sabía cómo hacerlo. Aplasté mis sentimientos y me escabullí al baño, donde me escondí durante lo que me pareció una eternidad.
Esconderme y no decir nada, esa era mi solución. De hecho, era la manera en la que afrontaba la vida.
En otra ocasión, en el dormitorio durante un viaje escolar, no podía dormir. «Alguien está roncando», susurraron las chicas cerca de mí.
Sabía que no era yo porque estaba muy despierta.
«Es Nadia».
No dije nada. Me hice la dormida. No podía hablar.
Siguieron hablando de mí. Y siguieron, y yo no podía decir nada, ¡cuanto más tiempo pasaba, más incómodo resultaba!
Pero hasta que realmente me dormí, me quedé en silencio.
Esconderme y no decir nada. Esconderme y no decir nada. Y repetir.
Eso resume la timidez.
Tenía 14 años cuando me di cuenta de que había algo raro en mi voz. Fue en una clase de francés y acabábamos de recibir unas grabadoras. Hablabas por los auriculares y grababas tu voz en la cinta para poder escucharte y comprobar tu pronunciación. A mí me encantaba el francés, a pesar de mi espantoso acento británico, así que me grabé y le di reproducir.
Lo único que oía era a un niño pequeño hablando. ¿Quién demonios era? ¿Y cómo es que decía exactamente lo mismo que yo acababa de mencionar? Tardé un momento en comprender que era yo. ¡¿Pero qué…?! Sonaba como si tuviera cinco años. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? ¿Por qué nadie lo había mencionado nunca? Sentí como si mi mundo hubiera implosionado. Estaba destrozada. Era un bicho raro. Si antes era tímida, ahora estaba a punto de pasar al siguiente nivel.
A partir de ese día me prometí mantener mi vocecita en secreto. Esencialmente, le di al botón de silencio de mi vida. En ningún caso me expondría al ridículo público. Si hubiera podido comunicarme solo a través de la mímica, lo habría hecho.
Mi voz sigue siendo perfectamente adecuada para la locución de dibujos animados, como parece que a los desconocidos les encanta señalar con regularidad. (Gracias por eso). Y sonar así me ha hecho sentir cohibida, torpe y tímida en extremo.
Odio las situaciones en las que tengo que hablar, como cuando intenté reservar por teléfono un salón de fiestas con alberca para el noveno cumpleaños de mi hijo. La mujer que me atendió pensó que había robado la tarjeta de crédito de mi madre e intentaba reservar de forma fraudulenta mi propia fiesta de cumpleaños. Aquel incidente me planteó muchas preguntas. Como ¿quiénes son esos niños de nueve años que estafan y cometen fraudes con tarjetas de crédito? ¿En qué mundo vive esta mujer para que esa fuera su primera suposición? ¿Qué tan maleducado tienes que ser para acusar de un delito de cuello blanco a alguien que está intentando darte su dinero? Y… Respira.
A lo largo de los años he evitado muchas cosas. He evitado llamar por teléfono a gente que no conozco, dejar mensajes en el buzón de voz, tener conversaciones difíciles, defenderme, negociar, compartir mis opiniones, decir que sí a las oportunidades. He evitado grabar videos, hacer entrevistas, dar pláticas, presentarme a concursos y exponer mis ideas. ¡La lista es larga!
He llevado mi timidez conmigo como una pesada manta que me frenaba y me mantenía oculta. Arrastrar esta manta no me ayuda a conocer gente nueva, compartir ideas y opiniones brillantes o divertirme como loca. Es desgastante.
Durante años dejé que mi timidez me controlara, me ha aplastado y silenciado y me ha mantenido encerrada en mi propia cabeza. En lugar de apoyarme, la timidez me ha hecho quedarme atrás y ser testigo de cómo otras personas conseguían logros importantes; logros que yo sabía que también era perfectamente capaz de alcanzar.
La vida bajo el manto de la timidez es segura y cálida, pero también es triste y solitaria y aburrida y frustrante. Si eres tímido, te cuesta hablar, transmitir tus ideas y participar. Puedes sentirte como si te estuvieras arrastrando en el fondo de tu propia vida, como si fueras el hombre (o la mujer) invisible.
La timidez es una acosadora.
Y al parecer, no contenta con tener a mi propio acosador viviendo dentro de mi cabeza, también he acogido a acosadores de verdad en mi vida. Me han mangoneado y pisoteado, han traspasado mis límites y me han dejado tirada en el suelo más de una vez.
Como una acosadora, la timidez nos controla y nos aísla, nos hace perdernos de la diversión, de oportunidades, de la amistad y el éxito. Nos perdemos la vida, nos mantiene empequeñecidos, nos hace sentir que no somos lo bastante buenos, que estamos rotos. La timidez también nos hace sentir solos.
Hasta ahora, ser tímida ha sido como pertenecer a una especie de sociedad secreta, tan secreta que ni siquiera sus miembros hablan de ella. Pero no estamos solos, resulta que somos muchos. Aproximadamente la mitad de los seres humanos es tímida. De seguro no lo sabías. Aun así, no hablamos de la timidez, ¡porque somos tímidos!
Durante muchos años no entendí mi timidez, me costaba expresar lo que sentía, o por qué, solo sabía que algunas cosas no eran para mí y que incluso las interacciones básicas podían ser una lucha, desde pedir comida hasta llamar por teléfono. Y por supuesto, tampoco hablaba nunca de mi timidez.
La timidez necesita un cambio de marca
La timidez ha tenido muy mala prensa. Hasta ahora ha sido el pequeño secreto vergonzoso que mantenemos oculto. Admitirlo parece una muestra de debilidad o una falta infantil de habilidades sociales. Pero ¿por qué? ¿Y si en lugar de ver la timidez como un defecto o un fallo de la personalidad empezamos a verla como una fuerza silenciosa? ¿Y si aceptáramos el poder de la timidez? Porque no estamos rotos.
La timidez no necesita cura. ¿Cómo puede estar rota la mitad de la población? ¿Por qué debería la mitad de la población cambiar su personalidad para encajar en el ideal de ser extrovertido y seguro de sí mismo? No deberíamos. En lugar de someternos a un trasplante de personalidad, ¿qué pasaría si aprendiéramos a trabajar con nuestra timidez?
Los tímidos tenemos muchas habilidades y talentos. Tenemos, por ejemplo, habilidades detectivescas que nos permiten entender situaciones complicadas; una capacidad de concentración ninja; una empatía asombrosa; un cerebro creativo repleto de ideas y una facultad de escucha muy afinada. Y eso es solo el principio. Si eres tímido, no necesitas arreglo, ni cambiar lo que eres, necesitas ser más tú.
El éxito se equipara a la confianza en uno mismo, y las personas consideradas exitosas —las que hablan en público y en televisión, lanzan nuevos proyectos, ascienden, dirigen equipos, organizaciones o incluso países— son retratadas como extrovertidas, cómodas con la visibilidad y la autopromoción. Y como estos atributos no encajan con las personas tímidas, el éxito puede parecernos esquivo.
Pero la timidez puede ser una ventaja. Es racional y sensato querer observar, escuchar y prestar atención antes de lanzarse con todo. Tal vez, en lugar de parecernos más a ellos, los extrovertidos de tipo alfa podrían aprender de nosotros.
Creo que ya es hora de que presionemos el botón de silencio porque, sinceramente, ya hay suficientes voces fuertes y dominantes. Y no hay mucha escucha que digamos.
Liberar el potencial del silencio
En una cultura en la que dominan los extrovertidos, las personas más calladas se quedan, bueno… calladas, y nuestras ideas y pensamientos brillantes se pierden. Las voces más calladas están ausentes de la conversación en los negocios, la política, las organizaciones, las instituciones y la sociedad en su conjunto.
A menos que se sientan seguras y apoyadas, las personas tímidas seguirán escondiéndose y el potencial del silencio de nuestra sociedad permanecerá silenciado.
El mundo necesita una mezcla de personalidades, perspectivas y habilidades para funcionar y hacer las cosas. Si las personas tímidas están infrarrepresentadas en la sociedad, las únicas voces que oiremos serán las que griten.
Necesitamos una gama de voces,
no solo las más ruidosas
Por eso decidí escribir este libro, en lugar de esconderme en casa bajo las cobijas, viendo Netflix, con mi perro peludo, Bobby. Para darle voz a la timidez. Tímido y poderoso: ese es el objetivo. ¡El poder de la timidez!
Todos los tímidos son bienvenidos
Este libro es para cualquiera que sea tímido.
Quizá seas un poco tímido a veces, o quizá seas supertímido todo el tiempo. Probablemente no estés seguro de lo que te pasa, pero intuyes que lo tuyo es timidez. Puede que tengas 16 o 60 años. Hombre, mujer o de género no binario. Este libro es para todos ustedes.
No importa si los demás piensan que eres tímido o no. Este libro es para ti. Y créeme, todo el mundo tendrá una opinión sobre tu timidez. Pero adivina qué, vamos a ignorarlas todas. Tu timidez es personal, no tiene nada que ver con nadie más. Zilch. Zero. Nothing.
Tal vez no seas tímido, pero quieres entender la timidez para ayudar a las personas tímidas de tu vida. Quizá seas el padre de un niño tímido o trabajes con personas tímidas y tengas la intención de ayudarlas a brillar como las superestrellas que sabes que son. Tal vez seas un aliado de los tímidos. Este libro también es para ti. Así que, hola a todos y cada uno. ¡Bienvenidos!
Acerca de este libro
Soy consciente de que puedo sonar como una experta en futbol, pero este libro tiene dos tiempos o mitades. La primera te ayudará a entender tu timidez: por qué te sientes tímido, qué la causa y el impacto de la timidez en tu cuerpo, tu cerebro y tu vida. Es la psicología de la timidez. Timidología, si lo prefieres.
Los libros de autoayuda llenos de sermones no son lo mío. Tampoco me gustan los libros muy complicados que requieren semanas de estudio o un doctorado para entenderlos. Los mejores libros de autoayuda son certeros, su idea clave puede destilarse en una pepita de oro de brillantez. Cuando dejas el libro recuerdas de qué demonios trataba y habrá una o dos cosas que harás de forma diferente en tu vida.
Por eso, al final de cada capítulo de Timidología te daré un breve resumen: uno o dos puntos clave para que los recuerdes. De este modo, si necesitas un extracto rápido o tienes prisa, puedes ir directamente al grano.
La segunda mitad del libro se enfoca en el poder de la timidez. Nuestro objetivo es pasar de ser invisibles a invencibles. Cada capítulo te ayudará a trabajar con tu timidez, dando pequeños pasos para liberar tu potencial, salir de las sombras y vivir una vida más plena. Juntos, vamos a descubrir niveles de poder que no tenías ni idea de que estaban dentro de ti.
Al final de cada capítulo de El poder de la timidez hay una Misión Poderosa para que la lleves a la práctica. Estos pequeños pasos se irán acumulando y, con el tiempo, emergerá una versión más poderosa de ti mismo. Pero incluso si solo haces una cosa diferente, tu vida será un poco más plena y poderosa en consecuencia.
¿Quieres la versión corta y resumida ahora mismo? Bueno, esto es lo que quiero que te lleves de este libro: los principios clave de la Timidología, nuestro manifiesto, por así decirlo.
EL MANIFIESTO TÍMIDO Y PODEROSO:
DE INVISIBLE A INVENCIBLE
•La timidez nos hace sentir aislados, pero no estamos solos.
•La timidez no es un secreto vergonzoso, hazla tuya hablando de ella.
•Los tímidos no estamos rotos, no necesitamos que nos arreglen.
•El ideal de la extroversión no es el óptimo, es hora de adoptar un enfoque más suave y reflexivo.
•Las personas tímidas tenemos cualidades y habilidades únicas, cuídalas y aprécialas.
•La timidez no es debilidad, somos poderosos por dentro.
•Somos el potencial del silencio, el mundo necesita oír nuestras voces.
A lo largo de la obra hay contribuciones de personas tímidas que hablan, a menudo por primera vez, de su timidez. Algunos nombres te resultarán conocidos, y quizá te sorprenda ver que son tímidos, mientras que otros son personas que han sentido que era hora de hablar de su timidez para demostrar que no estás solo.
En mi opinión, cualquier libro que prometa curarte de tu timidez debería ir directamente al bote de basura más cercano. No voy a decirte que cambies tu forma de ser ni que te pongas en evidencia cada vez que abras la boca. Eso sería terrible. Ah, y no voy a sentarme aquí, encaramada a un pedestal brillante, parloteando sobre mi viaje y sobre cómo superé mi timidez y ahora tengo un éxito salvaje… Sé lo irritante que es eso. Además, estaría mintiendo.
Al fundar el movimiento «Tímido y poderoso», escribir este libro y hablar con muchas personas tímidas, he ido desarrollando de a poco mis músculos poderosos, y voy zigzagueando en mi camino hacia ser más poderosa, sin prisa, pero sin pausa.
En mi opinión, eres maravilloso tal como eres, pero si quieres superar ciertos aspectos de la timidez que te frenan y aprender a abrazar su lado positivo, estás en el lugar adecuado. El mejor cambio es uno sencillo que resulte natural.
Así que sigue leyendo, tímido, y manos a la obra.