TRES POEMAS DE AUSIÁS MARCH

Nota preliminar. — Al realizar por vez primera la grandeza de la poesía de Ausiás March (c. 1397-1457), tal vez nos sorprenda, y tal vez ingenuamente nos irrite, el hecho de que tan considerable poeta haya quedado casi enteramente al margen de la subsiguiente evolución de la poesía europea, perdiéndose su ejemplo y su experiencia en una sorda e ineficaz lejanía. Cierto que casi todos los poetas del Renacimiento castellano leyeron e imitaron a March, y que entre sus traductores se cuentan nada menos que Jorge de Montemayor y Quevedo; pero lo más genuino e interesante de March es algo muy distinto de lo que entendían por poesía los escritores italianizantes del quinientos, de modo que tanta imitación apenas aprovechó más que algunos elementos aislados y no muy hondos de su obra; March fue apreciado como una rica cantera de imágenes, no como un edificio. Hay una excepción, y es precisamente la de Quevedo. Otra, moderna, es la de Unamuno. Apenas se exagera al decir que de todos los poetas que han conocido la obra de March, los dos únicos que son de su misma raza poética, y que por lo tanto han podido interesarse por ella sinceramente, son Quevedo y Unamuno. Poco es, sobre todo teniendo en cuenta que Unamuno y Quevedo son a su vez dos poetas aislados, extravagantes respecto a sus coetáneos y a la tradición poética de su lengua.

Sería difícil imaginar para un escritor aislamiento mayor que el de March. Aislado, en primer lugar, en su lenguaje. Hay que pensar que March es, estrictamente, el primer poeta catalán (ya que los catalanes medievales utilizaron la koiné provenzal como lengua poética, y el propio Jordi de Sant Jordi, coetáneo de March, utiliza un lenguaje acribillado de provenzalismos), y hasta el siglo pasado era casi el último. Aislado, además, en su época. Este segundo aspecto de la soledad de March es el que realmente cuenta, y el que ha motivado su lamentable inutilización póstuma. Entre los dos espléndidos florecimientos poéticos de los siglos XIV y XVI, el XV es para la poesía una época de escasa vitalidad en unos, los más y los inferiores, y de dispersión y desconcierto en otros pocos: los mejores, entre los que se cuenta March. Olvidando a los pedantes y prescindiendo de los anónimos autores de romances y baladas, los que dan el tono en el siglo XV son poetas cortesanos, finos y quebradizos: desde el Marqués de Santillana y su amigo Sant Jordi en España, o el duque de Orléans en Francia, hasta los agrupados en la corte florentina de Lorenzo de Medici. Son ya poetas estetizantes, para los que la cualidad artística esencial es la belleza; pero no han descubierto todavía la maniera grande que constituirá la gloria de sus continuadores del siguiente siglo. Pronto se echa la cuenta de los poetas que no se dejaron alistar en aquel coro. François Villon, los escoceses Henryson y Dun bar, nuestro March, y acaso nadie más. Pero mientras que Villon y Henryson y Dunbar son poetas simplemente medievales, todavía no estetizantes al modo renacentista, la posición de March es más compleja, lo que hace más entero su aislamiento.

Si nos resolvemos a simplificar despiadadamente, podemos resumir lo que le ocurrió a la poesía en los siglos renacentistas diciendo que, mientras que el poeta medieval1

POEMA 8

Ja tots mos cants me plau metre en oblit,

Foragitant mon gentil pensament,

E fina amor de mi ’s partrà breument,

E sí com fals drut cercaré delit.

Així ’s conquer en aquest temps aimia:

Cobles e lais, danses e bon saber

Lo dret d’amor no poden conquerer;

8 Passà lo temps que el bo favor havia.

Seguiré el temps ab afanyós despit,

Sí co’l dansant segueix a l’esturment;

E mostra bé haver poc sentiment

Si per un temps dansa rostit bullit:

En temps passat mudança no sentia

(D’açò ’m reprenc e em tinc per molt grosser),

Cuidant saber tot quant era mester:

16 Foll és perfet qui ’s veu menys de follia.

Sí com l’infant qui tem mal esperit

Com li defall companyia de gent,

Prenia a mi, qui dubtava ’l turment

Que em dava amor acostant-se la nit;

E desigé ço que ésser no poria,

Car fermetat en ell no pot haver,

Puix no és pus que destrempat voler

24 E dura tant com la passió ’l guia.

Sí com aquell qui ’stà al bosc escondit,

Robant les gents, matant lo defenent,

E cuida ser a Déu humil servent,

Faent retret del temps que l’ha servit,

N’ha pres a mi: que a vós, amor, servia

Passant afanys, esperant lo plaer,

Amant molt fort, ab un escur esper.

32 Puix he pecat, yo meresc punit sia.

Molt me reprenc com d’amor he mal dit,

Ne diré mal de dona al món vivent:

E si lo sol és calt naturalment,

Si no és fred, no deu ser corregit.

Per què d’amor yo mal ja no diria,

Que en ell no és de ben fer lo poder,

Car fermetat de dona hi és mester:

40 E si la vés, per déu l’adoraria!

Per sa bondat prec la verge Maria

Que en son servir cambie mon voler,

Mostrant-me clar com han perdut carrer

44 Los qui ’n amor de les dones han via.2

Traducción: Estoy ya decidido a olvidar todos mis cantares, ahuyentando mi cortés fantasía; con lo que enseguida me abandonará el amor refinado, y buscaré el deleite como un vil patán. Así se gana en estos tiempos una amante: poemas y relatos, danzas y delicadeza de sentimientos, no pueden lograr recompensa de amor. Pasó el tiempo en que el bueno obtenía favor.

Seguiré a la época con afanoso despecho, como el danzante sigue al instrumento; y sin duda muestra tener mal oído, si baila como hervido lo que es asado. En tiempos pasados, yo no atendía a mudanzas (lo que me reprocho y tengo por necedad), creyendo que en mí estaba cuanto la ocasión requería: el loco perfecto es el que se cree libre de locura.

Me ocurría a mí como al niño que teme a los malos espíritus en cuanto le falta compañía; yo temía el tormento que me daba amor al acercarse la noche. Y quise entonces algo imposible: la firmeza no puede darse en el amor, ya que éste no es más que querer destemplado, y dura mientras le lleva la pasión.

Me parezco a quien ha vivido al acecho en un bosque, robando a las gentes y matando al que se defendía, y que se figura haber sido un humilde siervo de Dios, al que echa en cara el tiempo que le ha servido. En tu servicio, amor, no he hecho cosa mejor que pasar afanes y aguardar el placer, amando muy fuerte, con oscura esperanza. Puesto que he pecado, merezco castigo.

Mucho me reprocho haber murmurado de amor, y ya no me ocurrirá hablar mal de mujer ninguna. Si el sol es caliente por naturaleza, no hay lugar a reñirle por su falta de frialdad. De modo que no alzaré más la voz contra el amor, ya que no está en su mano obrar bien, puesto que necesitaría firmeza en una mujer; si tal viera, yo la adoraría como a un dios.

En nombre de su bondad, ruego a la virgen María que vuelva mi afecto hacia su servicio, mostrándome netamente hasta qué punto se han extraviado los que han tomado por senda el amor de las mujeres.

POEMA 28

Lo jorn ha por de perdre sa claror

Quan ve la nit que espandeix ses tenebres.

Pocs animals no cloen les palpebres

E los malalts crexen de llur dolor;

Los malfactors volgren tot l’any duràs

Perquè llurs mals haguessen cobriment;

Mas yo qui visc menys de par, en turment

8 E sens mal fer, volgra que tost passàs.

E d’altra part faç pus que si matàs

Mil hòmens justs menys d’alguna mercè,

Car tots mos ginys yo solt per trair-me;

E no cuideu que el jorn me n’escusàs,

Ans en la nit treball rompent ma pensa

Perquè en lo jorn lo traïment cometa;

Por de morir ne de fer vida ’streta

16 No ’m tol esforç per donar-me ofensa.

Plena de seny, mon enteniment pensa

Com aptament lo llaç d’amor se meta;

Sens aturar, pas tenint via dreta:

20 Vaig a la fi si mercè no ’m defensa.3

Traducción: El día tiene miedo de perder su claridad, cuan-

do viene la noche ensanchando sus tinieblas. Son pocos los

animales que no cierran sus párpados, y en los enfermos se

acrecienta el dolor. Los malhechores quisieran que todo el

año fuera noche, para que sus maldadades tuvieran protec-

ción. Pero yo, que vivo sin pareja [a diferencia de los ani-

males], artormentado [como los enfermos y como los mal-

hechores apresados] y sin hacer daño [por contraste con los

malhechores], querría que pronto pasara.

Aunque, por otra parte, obro peor que si matara despiadadamente a mil justos, ya que disparo todos mis cepos y aguzo todo mi ingenio para traicionarme. No penséis sin embargo que en el día me ahorro tal ocupación; si en la noche trabajo quebrándome la cabeza, es para cometer de día la traición. Ni el miedo a la muerte, ni el de la vida estrecha [que mi malicia debería acarrearme], alivian el esfuerzo con que tiendo a causar mi propia ofensa.

Llena de discreción: mi pensamiento medita cómo va a atarse el lazo de amor; [como un animal que ignora el cepo y como un criminal imprudente] ando sin parar, siguiendo un recto camino. Y voy a mi fin, si la merced no me protege.

POEMA 91

En aquell temps sentí d’amor delit

Quan mon pensar mirà lo temps present,

Lo venidor no ’m portí en esment

E lo passat fon llançat en oblit.

Ja no farà mon sentiment dormir

Que en lo present ignor sa mala fi.

Tals fets amor sol aportar ab si

8 que tots sos béns en dol han convertir.

Lo bé d’amor clar demostra amb lo dit

A l’amador lo mal que l’és vinent;

És un senyal que no pot ser mintent:

Doncs en lo goig se troba entristit.

Qui és content és molt prop d’avorrir

En pus breu temps que de vespr’ a matí;

Grat, sobregrat e cambis favorí,

16 E ranc és dret: no’l plau bregues partir.

Lo desijat pler se volta ’n despit,

No té lloc ferm d’amor lo sentiment:

Sos torns he vist assats complidament,

E veig aquell de mil colors vestit.

Detràs ell va continu penedir;

Tal seguidor no ’l viu mentre el seguí:

Ab los ulls clucs detràs sos peus aní,

24 Guiant-me en part on tart poguí exir.

Sí com lo jorn va primer que la nit

E d’ella és un cert demostrament,

Va lo delit d’amor primerament;

Dolor aprés no ’l vol haver jaquit,

Havent poder de tota res delir

Que ab sa llet dolça delit nodrí:

Tot ço que naix, delit ho consentí

32 E corromp si per estrem dolorir.

Dels mals d’amor que trobadors han dit,

No’n sé pus fort que son gran mudament:

Lo ferm estat no dura llongament,

Seguint aquell un novell apetit.

Faent jaquir ço que vol hom seguir,

Mon apetit vol ço que no volguí:

Volent amar, lladoncs yo avorrí,

40 E, no volent, amí sens consentir.

Certs mals d’amor per sa colpa he dit;

Altres ne són fortuna malmirent,

Cassos portant d’on ve departiment,

Donant enyor, i entr’ alguns met oblit.

La mort breument amor porta morir,

Jaquint dolor aquell que no morí,

E lo qui mor no tem final juí,

48 Per gran dolor, forçat d’amor partir.

Los fets d’amor no puc metre en oblit:

Ab qui ’ls haguí, ne el lloc, no ’m cau d’esment.

No puc sentir com los era sintent:

On seny no ’teny, no és per seny sentit.

Lo meu recort a mi no pot suplir

Dar lo delit que per amor sentí;

Perdent lo tast que per amor tastí,

56 A poc instant lo delit viu fugir.

Ab la raó algú no ha sentit

Lo mal d’amor o lo delit que en sent;

En altre lloc ha son sitiament,

I és ja en mi alterat i marcit.

Quan altres béns yo veig de mi fugir

Enyor aquell que temps fon que em fugí:

Puix que lo lloc d’amor en mi fallí,

64 Amor en mi no troba on tenir.

Tot mudament és verament fallit

E d’amor és lo seu sosteniment,

Car de res l’hom no pot ésser content

Si ’n un estat amor lo té establit.

Si fermetat amor fa defallir,

¿Com portarà res ferm amor en si?

Doncs, si amor en fermetat fallí,

72 Raó és gran, puix no ferm l’ha tenir.

Amor, amor, temps és de penedir,

Sí que, veent, no ’s gire mon camí:

Lo vostre bé fastig porta prop si,

76 O tal dolor que sap prou qui hu sap dir.4

Traducción: Sentí el deleite de amor cuando mi pensamiento atendió al tiempo presente, sin hacer caso del venidero y echando en olvido al pasado. Ya no habrá de dormir mi sentimiento, de modo que al principio ignore su mal fin: son tales las obras que amor suele obrar, que todos sus bienes se han convertido en pesar.

Para el amante, el bien de amor apunta con el dedo claramente al mal que se le acerca. Hay un signo que no puede mentir: en su goce, el amante halla la tristeza. El que consigue la satisfacción, se encuentra inclinado a pasar a la aversión en menos tiempo que va del crepúsculo al amanecer. El amor ha favorecido siempre la alternancia del placer con su exceso y su contrario, y para él lo torcido es derecho: no quiere resolver los conflictos.

El deseado placer se convierte en despecho, y el sentimiento de amor no tiene lugar firme. Bastante he conocido todas sus vueltas, y le veo vestido de mil colores. Detrás de él va el arrepentimiento duradero; siguiendo al amor, no supe ver que a mi vez era seguido; fui con los ojos cerrados tras los pasos de aquél, y di en un sitio del que me costó salir.

Así como el dia precede a la noche y es de ella anuncio cierto, el deleite de amor va el primero, pero nunca le abandona el dolor, en cuya mano está destruir cuanto el deleite nutrió con su dulce leche: todo lo que nace, el deleite lo consintió, mientras que el extremo dolor ha de partirle el corazón.

De todos los males que los poetas han descubierto en el amor, no sé ninguno peor que su gran mutabilidad: un estado de firmeza no dura largamente, y un nuevo apetito le sigue siempre. Obligándome a abandonar lo que uno quisiera seguir, mi apetito quiere lo que yo nunca quise. Queriendo amar, hube de aborrecer, y amé sin querer y sin consentirlo.

Estos males son ciertos, y de ellos es culpable el amor. Otros, se los reprocho a la fortuna, que motiva ocasiones de las que se sigue la separación: y ésta trae la nostalgia, pero entre algunos interpone el olvido. La muerte lleva en breve plazo al amor a morir; al amante que sobrevive no le queda más que el dolor, mientras que el que muere no teme al juicio final, tanto le embota el pesar de verse forzado a abandonar al amor.

No puedo echar en olvido los hechos de amor: con quién los hube, y el lugar, no huye de mi mente. Y sin embargo, no puedo sentir como los sentía: donde no alcanza el sentido, la imaginación no basta para sentir. No puede mi recuerdo suplir mi presencia, para darme el deleite que del amor obtuve; perdiendo el sabor que gracias al amor gusté, en pocos instantes vi huir al placer.

Nadie ha sentido nunca con la razón a los males de amor ni a su deleite: éste se coloca en otro lugar, en uno que en mí está ya descompuesto y marchito. Precisamente ahora que veo otros bienes huir de mí, echo de menos el que hace ya tiempo que me abandonó; habiendo decaído el lugar que en mí había para el amor, éste no encuentra por dónde cogerme.

En verdad, todo cambio representa un fracaso, y el cambio es el único sostén del amor, puesto que el hombre no puede contentarse con nada cuando el amor le establece en un estado duradero [es decir: la exigencia afectiva del amante, y su consiguiente insatisfacción, son tanto mayores cuanto lo es su perseverancia]. Si la firmeza motiva al fracaso amoroso, ¿cómo puede ser que en el amor se encuentre nada firme? Luego, si el amor desfalleció a causa de su propia firmeza, y si por otra parte no tuvo firmeza bastante, hay una buena razón para ello, ya que sólo lo que no es firme se presta a servirle de sostén.

Amor, amor, es hora de arrepentirme, de modo que, puesto que veo la verdad, no se tuerza mi camino. Tu bien lleva muy cerca el hastío, y a veces un dolor tal, que no es pequeño logro acertar a expresarlo.