LOS PAPAGAYOS EN LA NATURALEZA

LA ADAPTACIÓN AL MEDIO

Los papagayos son pájaros típicamente arborícolas y sus orígenes tropicales lo confirman. Sin embargo, hoy en día, cada especie, o grupo de especies, que vive fuera de la típica selva tropical ha sabido adaptarse a los cambios ambientales, pero sin perder ni la conformación física ni todos los hábitos del típico pájaro de la selva. Así, encontramos papagayos australianos que viven en las grandes praderas y realizan largos viajes para volver todas las noches a zonas boscosas o a grandes árboles aislados que usan de dormitorio.

Del mismo modo, algunos papagayos africanos viven en la sabana, pero luego buscan zonas de bosque para descansar y nidificar. Podemos afirmar que, a pesar de su adaptación a medios muy distintos, y exceptuando algunas especies, los papagayos en general son pájaros arborícolas que prefieren las zonas boscosas más o menos densas (algunos viven en los bosques más intricados, otros en los bosques con claros).

Aunque en muchos casos son excelentes voladores, han desarrollado una enorme habilidad de trepadores, que les permite moverse por las ramas con una agilidad sorprendente, usando las patas y el pico. Esta característica los asemeja a los carpinteros, los turacos o los colíes, y abre una breve discusión sobre los orígenes comunes entre papagayos y otros pájaros.

Ara chloroptera colgado de una rama cabeza abajo. (Fotografía ©J. Gilardi/WPT, 1992)

Los papagayos y los demás pájaros

Por una parte, hay autores, como Wetmore (Classification for the Birds of the World, 1960), que sitúan los papagayos después de los Columbiformes y antes de los Cuculiformes. Sibley y Ahlquist (1990), utilizando criterios de clasificación moleculares y no morfológicos, colocan los papagayos en un lugar muy próximo a los Cuculiformes, a los Coliformes (colíes) y a los Apodiformes (golondrinas y colibríes), alejándolos de los Columbiformes.

Cabe recordar, no obstante, que muchos autores de renombre, como Forshaw (1973), insisten en la relación entre Psitaciformes y Columbiformes, justificada por la capacidad común de producir una sustancia grasa para alimentar a la prole los primeros días de vida, llamada leche de papagayo o leche de paloma, y sobre todo por un cierto número de afinidades morfológicas. Destacan, entre ellas, la cera carnosa en la parte superior del pico, y el parecido en el dibujo del plumaje de algunos papagayos y algunas palomas frugívoras.

Burton (1974) señala que la forma y la especialización del pico de algunos Columbiformes son muy próximas a los Psitaciformes.

Sin ánimo de tomar partido con relación a los citados autores, queremos hacer notar que también hay importantes parecidos con otros pájaros. Pensemos, sino, en los colíes, endémicos de África y que tienen dos dedos orientados hacia delante y dos hacia atrás, que utilizan a menudo las garras para llevarse la comida a la boca y son muy sociales, ambas características comunes a los papagayos.

Lori arco iris intentando comerse el néctar de las flores.

LA EVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES

Independientemente de su origen, los papagayos han tomado y siguen una dirección evolutiva muy concreta que los caracteriza, con elementos comunes de antigua herencia y elementos típicos de cualquier grupo de especies debidos a la capacidad de adaptación demostrada; una capacidad de adaptación que es más elevada en algunas especies y menor en otras, que tienen dificultades para readaptarse en medios ambientales que cambian con gran rapidez. A partir del inicio del siglo XIX, la deforestación, la explotación irracional de los recursos hídricos y la introducción de cultivos diferentes de los autóctonos han provocado un cambio demasiado rápido de los hábitats naturales de muchas especies animales, incluidos los papagayos, que no han tenido tiempo de adaptarse.

Este fenómeno ha dado lugar a la desaparición de algunas especies: el Nestor meridionalis productus (declarado extinguido en 1851), la Aratinga chloroptera maugei (declarada extinguida en 1860), el Psittacula eupatria wardi (declarado extinguido en 1870), el Psittacula exsul (declarado extinguido en 1875), la Amazonas vittata gracilipes (declarada extinguida en 1899). Muchas otras han sufrido una drástica disminución numérica, que las sitúa en riesgo de extinción de cara al futuro. Recordemos, por ejemplo, que la amazona de Cuba (Amazona leococephala leucocephala) está prácticamente extinguida en Cuba, y sólo existen unos pocos ejemplares en libertad en otras islas vecinas, aunque afortunadamente un cierto número de parejas se reproduce en cautividad. Otro ejemplo es el ara de Spix (Cyanopsitta spixii), que actualmente debe considerarse extinguido en la naturaleza, y que en cautividad hay poquísimas parejas en condiciones de reproducirse.

También han contribuido a la disminución numérica de casi todas las especies las capturas indiscriminadas realizadas a principios del siglo XX (que en algunas especies todavía se siguen registrando).

Confirma esta realidad el hecho de que en el Anexo A de la Convención de Washington (CITES), que censa los animales en peligro grave de extinción, figuran 43 papagayos, y casi todos los demás se encuentran en el Anexo B, donde están censadas las especies que, sin estar en peligro de extinción, necesitan protección para no correr riesgos en el futuro.

El plumaje

Por lo general, a lo largo de la evolución de una especie, las formas más primitivas tienen colores más apagados, una característica que se reproduce en los polluelos más evolucionados, que al nacer tienen el plumaje más opaco que el de los adultos. Normalmente, el macho adulto, debido a la acción de las hormonas masculinas, muestra los caracteres más «avanzados» alcanzados por la especie y coloraciones mucho más ricas que las hembras.

En los papagayos no es así, debido a que son pocas las especies que muestran un dimorfismo sexual evidente. Sin embargo, las especies menos evolucionadas presentan normalmente coloraciones más apagadas y menos riqueza de colores que las más evolucionadas.

Ara ararauna tomando el alimento de la mano.

LOS HÁBITOS ALIMENTARIOS

La alimentación es un factor muy estrechamente relacionado con el medio ambiente: todos los papagayos siguen una dieta vegetariana, sólo esporádicamente completada con proteínas animales, que obtienen de larvas o insectos pequeños, en el periodo de destete de las crías.

La mayoría de los papagayos se nutren de semillas y frutas que encuentran sobre todo en los árboles o en los tallos que producen ricas espigas. Estos animales, muy ligeros volando y moviéndose por las ramas, son muy torpes y lentos en el suelo, debido a sus cortas patas.

El grupo de los Lóridos se alimenta principalmente de polen y néctar de flores y de fruta, por lo cual en la naturaleza su consumo de semillas es muy bajo y se limita a semillas sin madurar que todavía sean lechosas.

A lo largo del tiempo, la mayor parte de las especies han aprendido a diversificar la alimentación para aumentar las posibilidades de supervivencia. Otras, en cambio, han conservado hábitos ancestrales con una dieta muy restringida, como el Agapornis swinderniana, que se nutre casi exclusivamente de algunas especies de higuera.

Este tipo de comportamiento es un peligro para la especie, porque el cambio en el medio ambiente y la reducción de las fuentes alimentarias específicas comportan una disminución demográfica paralela y el consiguiente peligro de extinción. Un caso típico de especie que sigue este proceso es el oso panda, que además de tener un índice de natalidad muy bajo se alimenta sólo de bambú, y vive en un área en donde cada vez hay menos bambú.

La mayoría de los papagayos tienen capacidad para efectuar largos vuelos y llegar a nuevas áreas de alimentación. Es más, hay especies que causan graves daños en los cultivos de maíz, mijo, sorgo y panizo.

Las fuentes de agua son indispensables para la supervivencia de todos los animales, y los papagayos no son una excepción. Incluso las especies que se han adaptado mejor a la vida en la sabana o a los límites del desierto, que resisten mucho más sin beber (por ejemplo, algunas especies africanas y australianas), tienen delirio por las charcas, en donde se bañan y beben, y para llegar a ellas son capaces de cubrir grandes distancias volando por encima de las copas de los árboles diseminados por las sabanas y las llanuras áridas. Muchas especies, por el contrario, optan por vivir siempre en el bosque o en la selva, junto a grandes ríos o grandes lagos. Precisamente la reducción de las fuentes hídricas es el principal problema en la actualidad para algunas especies de papagayo africano.

COMPORTAMIENTO

La sociabilidad

Desde un punto de vista comportamental, cuanto mayor es el nivel evolutivo que una especie alcanza, mayor es el grado de sociabilidad que se manifiesta en los ejemplares de aquella especie, tanto en las relaciones interespecíficas como en las extraespecíficas.

Los papagayos son animales muy sociables, con una gran predisposición por la comunicación gestual y oral. Suelen ser buenos voladores y trepadores, y a menudo hábiles manipuladores (muchas especies, sobre todo las de talla mediana-grande, utilizan una garra para aferrar la comida y descascarillarla con el pico). Viven casi siempre en grupos, formados por un número de integrantes según la especie, del periodo estacional (durante la reproducción las parejas tienden a aislarse) y de la riqueza de alimentos (cuanta más disponibilidad de comida, más numerosos son los grupos).

La comunicación gestual es la más antigua y tiene gestos fácilmente interpretables, como estirar las alas e hinchar el plumaje para mostrar su fuerza a un rival; estirar el cuello hacia delante con el pico abierto para exteriorizar su impaciencia; inclinar la cabeza y erizar las plumas para pedir al compañero atenciones y caricias. También hay estados de ánimo que se pueden adivinar a partir de la posición del animal: si está tranquilo, tiene el plumaje un poco despegado y se alisa las plumas, operación que ocupa gran parte del tiempo que el pájaro pasa en las ramas; en cambio, si el pájaro está nervioso, el plumaje está adherido al cuerpo y el animal inmóvil, en estado de atención.

La comunicación vocal es la forma más evolucionada. Cada especie tiene unos sonidos típicos, siempre válidos, pero cada grupo concreto elabora una especie de «dialecto local» que los individuos de un mismo grupo utilizan entre ellos. También hay una forma de lenguaje más específico, una especie de vocabulario familiar que cada pareja va construyéndose a lo largo de la vida, hecho de muchísimos sonidos, cada uno con un significado concreto.

Como afirman importantes etólogos, como los italianos Massa y Venuto (Pappagalli del mondo, 1997; Pappagalli africani, 2001), la capacidad expresiva vocal de estos pájaros, gracias a la cual son capaces de emplear un idioma general (el de la especie), un dialecto local (el del grupo) y un vocabulario familiar (con la pareja), crea un paralelismo extraordinario con el hombre, ya que en la evolución de los papagayos ha habido la configuración de un complejo sistema de comunicación acústica que ha dado vida a un lenguaje con normas precisas, aunque carente de codificación gramatical.

Una pareja de Ara chloroptera en actitud amorosa.

La actividad

Si se hace el seguimiento de un grupo de papagayos de cualquier especie que se haya instalado en un árbol, se pueden observar las numerosas actividades a las que se dedican estos pájaros. Una de ellas es cuidar el plumaje, «peinándolo» con el pico, solos o por parejas. Otra es limpiarse el pico frotándolo contra la madera; o discutir con otro ejemplar que está en su misma rama, por medio de guturalizaciones y grititos (cuando «discuten», los animales se van acalorando y los sonidos, en un principio comedidos, se convierten en notas amenazadoras, silbidos y actitudes corporales que indican disposición a la agresividad).

En definitiva, son pájaros con una vida muy intensa. Y lo que aparentemente podría parecer un momento de reposo, en realidad es una actividad fundamental, tanto para la vida de cada individuo como para la vida de relación en el seno del grupo.

Jóvenes Ara militari en la puerta de casa

La vida de pareja

Una parte fundamental de la vida social de los papagayos es la relación de pareja. Una vez formada, la pareja tiende a llevar una vida familiar muy unida, durante y fuera del periodo reproductivo. Para muchos papagayos el nido no es solamente el lugar en el que se ponen los huevos y se cría la prole; también es una casa en donde dormir o protegerse de la intemperie. Es frecuente que un mismo nido sea utilizado de forma continuada durante muchos años, con trabajos periódicos de restauración, de los que suele ocuparse la hembra.

Las parejas son estrictamente monógamas y se prodigan en constantes atenciones mutuas. Un ejemplo típico de este comportamiento son los agapornis (del griego agapao, «amar», y ornis, «pájaro», es decir, «pájaro del amor», lovebirds en inglés), que pasan mucho tiempo intercambiando golpecitos afectuosos con el pico y alisándose recíprocamente el plumaje.

Los papagayos cuidan mucho el plumaje y lo alisan cada día, en una operación que aprovechan para eliminar la suciedad. En la pareja, esta actividad compartida y recíproca consolida la unión. Especialmente, rascarse el cogote es un signo de confianza y de fuerte vinculación.

También puede verse en muchas ocasiones que los adultos limpian las plumas a sus crías cuando ya están «creciditas», ya que el vínculo familiar dura hasta que los hijos se aparean y crean una nueva familia.

Reproducción y cuidado de la prole

En general, el periodo de la reproducción da comienzo después de la estación de las lluvias, momento en que el alimento es abundante y ello induce a los futuros padres a pensar que encontrarán fácilmente comida para las crías.

Casi todas las especies de papagayo nidifican en los árboles, o mejor, dentro de estos, aprovechando oquedades naturales o agujeros hechos por otros animales. Dentro del nido preparan una cámara de incubación, que para muchas especies es muy rústica y está realizada con corteza triturada con el pico para cubrir el fondo, y para otras es más elaborada y confortable gracias al uso de materiales más blandos. La puesta de los huevos —entre 2 y 4 para los ejemplares de talla mediana o grande, entre 4 y 10 para los de talla pequeña— tiene lugar en días alternos. La incubación dura de dieciséis a veinticuatro días para los ejemplares de talla pequeña, y hasta treinta para los ejemplares grandes.

El destete de los polluelos presenta diferencias notables. Como término medio, los papagayos pequeños empiezan a volar a los 35-55 días, los de talla mediana a los 65-75 y los de talla grande a los 100-150.

Lógicamente, las especies más pequeñas pueden tener dos nidadas en cada estación reproductora, y las grandes sólo una.

Una característica común a todos los Psitaciformes es el gran cuidado con el que crían a los polluelos. Los dos miembros de la pareja colaboran en el destete, siguen a los pequeños en sus primeras salidas del nido y los guían para el regreso cada noche.

Cuando toda la familia está dentro del nido y se prepara para la noche, no es difícil oír una intensa algarabía hecha de sonidos muy diversos en los que un oído experto reconoce las peticiones de los pequeños y los diálogos entre adultos.

Un poco como una familia de humanos, cuando los padres intentan que los niños se acuesten pero estos todavía tienen ganas de jugar…