Antes de empezar a utilizar este manual y, en definitiva, a bailar hay que tener en cuenta una serie de cuestiones previas que harán la tarea más fácil y también ayudarán a disfrutar del baile.
Bailar correctamente es más sencillo de lo que parece, aunque no se puede empezar a bailar sin sentir amor por la danza y sin tener, por lo menos, un poco de sentido del ritmo. El equilibrio y la armonía del cuerpo en el momento de realizar los cambios de posiciones durante los pasos es imprescindible. Todo esto se puede conseguir a partir de un método que proporcione los elementos útiles para saber orientarse en la elección de los diferentes ritmos existentes. Los tipos de danza elegidos en este manual, tienen un gran valor social y el hecho de aprenderlos representa, también, la plena conciencia de entrar en un mundo que pertenece al acervo cultural de la humanidad desde hace siglos.
Para poder bailar siguiendo un esquema preciso que nos ayude a coordinar los movimientos, es necesario contar la música, es decir, contar el ritmo para poder subdividirlo en partes. Cada número que contemos se corresponde con un intervalo de música , que es lo que se llama «tiempo». Existen muchas melodías fáciles de contar y otras más complicadas. Conseguir contarlas todas será uno de los logros más importantes en una primera fase. En una segunda fase, será imprescindible asociar la música a una serie de movimientos determinados.
La postura para bailar es importante, debemos mantener una posición corporal relajada, destensar los músculos y no forzar los brazos ni la cabeza ni los hombros ni las rodillas. Usted tiene que dejarse llevar por la música utilizando la imaginación, olvídese de la rigidez e intenté, siempre, mantener el equilibrio.
La cabeza debe estar erguida y firme, sin inclinarla ni moverla demasiado. A la vez, se recomienda mantener una leve sonrisa en el rostro y adaptarla al tipo de baile que se esté realizando. Cuando se baila un tango nunca se puede adoptar la misma expresión que al bailar, por ejemplo, un vals o un rock’n’roll.
Los brazos aumentan la expresión del baile, por eso deben moverse con naturalidad y sin rigidez, no se deben subir los codos ni los hombros. Una posición de los brazos demasiado caída o blanda restarían elegancia a los movimientos. Las manos también deben enlazarse con suavidad.
Una vez que haya entendido todo lo explicado anteriormente, ya puede iniciar el aprendizaje de los pasos básicos, sin prisa. Lo mejor es tomárselo con tranquilidad, poco a poco, despacio es como mejor se aprende. Además, no pretendemos que esta actividad le resulte una tarea costosa que le incite al abandono el primer día. Las primeras veces se puede intentar sin música, tarareando los ritmos y cuando haya conseguido aprender el movimiento coordinado de los pies, podrá intentarlo con música.
Posteriormente, deberemos conseguir que el cuerpo siga el movimiento de los pies procurando no mirarlos para llevar el ritmo. Lo mejor es mirar un punto fijo en el horizonte, ya que ayudará a mantener el equilibrio y permitirá olvidarse de ellos. Practicando mucho se conseguirá no pensar en los pasos y éstos se irán realizando correctamente de una manera espontánea. Hay que coordinar todos los movimientos del cuerpo, de los brazos, de la cabeza y de los pies. No hay que exagerar los gestos, pero sí proporcionarles cierta libertad y decisión.
Al cabo de muchas sesiones, podrá bailar sin necesidad de contar la música ni mirar al suelo. Habrá conseguido, por fin, eliminar la rigidez de los movimientos. Un buen ejercicio para aprender a dejar el cuerpo relajado y los pies al compás de la música es observar cómo lo hacen los bailarines profesionales.
Otro consejo importante es, que en el momento de empezar a bailar, se debe utilizar todo el espacio disponible y no conformarse con bailar en un espacio limitado de la sala. La ayuda de un espejo o de un observador puede resultarnos muy útil para corregir defectos de posición, movimiento o estilo. Además, así aprenderá a aceptar la propia imagen bailando y le será más fácil olvidarse de posibles prejuicios o inhibiciones.
Aunque en los bailes de salón es imprescindible la comodidad, ¿a quién no le gustaría vestirse de época y adentrarse en los salones del siglo XIX para bailar un vals con la pareja de sus sueños? A veces, resulta divertido adaptar un poco el vestuario al tipo de baile que se practique para sentirse en la piel de un verdadero bailarín de tango o de cha-cha-chá. Evidentemente, esto no siempre es posible por la situación o el lugar al que se acude a bailar. Pero quizá se presente la oportunidad de ponerse aquel vestido, aquel traje del bisabuelo... y entonces, ¡no hay que dudarlo!
La ropa que se utiliza para bailar es importante y sobre todo, es imprescindible que nos sintamos cómodos llevando el atuendo adecuado en cada ocasión. De lo contrario, podríamos llegar a sentirnos cohibidos. En efecto, es preferible utilizar ropa ligera, pues los tejidos demasiados gruesos dan mucho calor y producen un sudor excesivo. Se recomienda la utilización de la falda para la mujer, ya que resulta más elegante y más vistoso. El tipo de falda puede adaptarse a cada baile, para darle un poco más de realismo, aunque debe prevalecer siempre, por encima de todo, la comodidad y la simplicidad.
El calzado es fundamental para realizar los pasos de baile con ligereza, por lo tanto se recomienda no utilizar zapatos demasiado gruesos. La suela de los mismos debe ser fina y flexible, preferiblemente de cuero. Las mujeres pueden llevar zapatos de tacón, aunque es aconsejable que no sean muy altos, ya que el tacón de aguja dificulta la realización de algunos pasos y figuras. Además, hay que tener en cuenta que cuando se es principiante, nadie se libra de dar o recibir un buen pisotón, y por respeto al acompañante, quizá este tipo de zapatos podría dejarse para un nivel más avanzado.
En realidad, la creatividad y la expresividad de los bailes de salón permiten, a menudo, que los bailarines se vistan con imaginación y fantasía, adaptándose a la personalidad del baile y a la suya propia. Este deseo de vestirse bien favorece el ánimo para el baile, por lo que hay que tenerlo siempre en cuenta.
Antes de ponerse a bailar, es aconsejable realizar algunos ejercicios de calentamiento para evitar el riesgo de lesiones musculares. Ya sabemos que a veces resultan aburridos y se tiende a obviarlos para pasar cuanto antes a la acción. Pero no debe olvidar que estos ejercicios le ayudarán a realizar con más flexibilidad y agilidad todos los pasos y figuras de los bailes.
En la vida cotidiana, no se realizan algunos movimientos —muchos músculos no se utilizan apenas, y se llegan a anquilosar— por lo que, especialmente hablando de los bailes latinoamericanos, pueden resultar incómodos y más complejos de lo que en realidad son. Se trata concretamente de algún movimiento de caderas o hombros, que requiere, sobre todo, una gran soltura y flexibilidad. Por ello, le aconsejamos que prepare estos ejercicios con cuidado, para empezar a familiarizarse con el baile.
Ejercicio 1: flexión y extensión de las rodillas
Colóquese con los pies juntos y las piernas estiradas. El cuerpo debe estar erguido, recto, pero no por ello tenso o rígido. Primero, flexione las rodillas sin levantar los talones lo máximo que pueda. Luego vuelva a la posición inicial. A continuación, separe los talones del suelo y permanezca unos instantes sobre las puntas de los pies, con las rodillas estiradas. Después, vuelva a la posición inicial.
Realice este ejercicio varias veces, pero sin movimientos bruscos y muy lentamente.
Ejercicio 2: calentamiento del cuello y de la cabeza
Primero, incline la cabeza hacia delante, y a continuación hacia atrás. Vuelva a la posición inicial. Gire la cabeza a la derecha y luego a la izquierda. Vuelva a la posición inicial. A continuación, gire la cabeza hacia la derecha y después hacia la izquierda. Repita varias veces el ejercicio, también sin realizar movimientos bruscos.
Ejercicio 3: calentamiento de las piernas y de los brazos
Colóquese con las piernas ligeramente entreabiertas y las rodillas estiradas. Dé un pequeño salto, cerrando las piernas y separando ligeramente los brazos del cuerpo. Flexiones las rodillas flexionadas con las piernas juntas y los brazos pegados al cuerpo. Recupere la posición inicial. Repita siempre el ejercicio varias veces.
Ejercicio 4: calentamiento de hombros
Colóquese con las piernas ligeramente entreabiertas y las rodillas relajadas. Levante el hombro (y no el brazo) derecho y manténgalo un instante en esa posición. A continuación, bájelo. Efectúe el mismo movimiento con el otro hombro. Repita el ejercicio ocho veces. Luego, avance el hombro derecho hacia adelante, y sin cambiarlo de posición, haga lo mismo con el hombro izquierdo. Repita el ejercicio ocho veces. Después, ponga el hombro derecho hacia atrás, y a continuación el izquierdo. Relájelos.
También puede realizar una serie de rotaciones del hombro hacia delante y hacia atrás sucesivamente.
Ejercicio 5: calentamiento de la cintura
Colóquese con las piernas ligeramente separadas, las rodillas un poco flexionadas y los brazos relajados. El ejercicio consiste en mover la cintura hacia adelante y hacia atrás, con una ligera pausa entre cada movimiento. A continuación, se realizará el mismo balanceo de izquierda a derecha. Después, se realizará la rotación de la cintura por los cuatro puntos sin pasar por la posición inicial, en un movimiento circular. Ponga atención para no mover el cuerpo de cintura para arriba. La cabeza debe mantenerse erguida, la mirada al frente y los brazos relajados. Este ejercicio le ayudará a soltar la cadera y a moverla sin problemas.
La manera en la que se enlaza la pareja es muy importante, ya que determina, de entrada, la clase y la sensibilidad de la pareja que va a efectuar el baile. El cuerpo tiene que estar relajado, incluyendo las partes del cuerpo que a menudo se olvidan, como la cabeza o el rostro. Los brazos, las piernas, la espalda y las rodillas, todo participa en el baile y es necesario considerar este aspecto antes de lanzarse a aprender las técnicas. Un buen aprendizaje de los pasos y de las figuras no garantizan un buen baile; será sólo eso, un buen conocimiento de unos elementos que forman la danza. Una vez se haya tomado conciencia del propio cuerpo, hay que enlazarse con la pareja con corrección y delicadeza. Ella cogerá la mano de su compañero y dará unos pasos antes de poner con suavidad sobre su pareja la mano izquierda. La posición de los brazos es muy importante: relajados, pero que no parezcan caídos y a la vez firmes, pero sin levantarlos por encima de la línea natural que forman la espalda, el hombro y el brazo. A través de la mano se transmitirá la información puntual entre la pareja de baile, ayudándose, claro está, por miradas y ligeros gestos con la cara. Cuando se realizan algunas figuras o algunos pasos concretos, la pareja puede soltarse un brazo o incluso los dos. Así pues, conviene saber qué hacer con los brazos y no dejarlos ni flácidos ni tampoco rígidos. Este gesto podría arruinar todo el trabajo realizado durante el baile, y daría una pobre imagen de los bailarines. Los brazos contribuyen, en gran manera, a completar y enriquecer la figura que se está ejecutando y pueden dar mucha espectacularidad a una figura sencilla.
Por otra parte, también es necesario saber respetar la distancia entre la pareja. Esta distancia varía según se baile un tipo de danza u otro, pero tampoco conviene exagerarla o disminuirla en gran medida, ya que desvirtúa la estética plástica del baile. Además, puede desequilibrar a la pareja, ya que debe mantenerse la línea vertical de equilibrio que se encuentra entre los dos componentes de la pareja. Aunque hay que respetar este aspecto, tampoco es una ley fija. Según la situación y el deseo de los bailarines, se puede acortar o ampliar la distancia en un momento determinado del baile, si, así el paso que se está llevando a cabo consigue mayor fuerza.
A continuación, indicaremos algunas de las posiciones que pueden adoptar las parejas. Con cada una se obtiene un resultado distinto, por lo que cada persona debe saber ajustarse en el momento preciso a la posición que sea más apropiada para cada situación.
La posición de frente
Es la posición más común y la que resulta más fácil para los principiantes. Es aconsejable para los que no tengan una gran experiencia en el baile de pareja. Los pies de ambos se colocan frente a frente, casi juntos. Los brazos pueden ponerse de las siguientes maneras:
— posición clásica: el bailarín rodea la cintura de su acompañante y coloca la mano sobre su espalda, con los dedos juntos. Ella posa su mano izquierda sobre el hombro derecho de él, con suavidad y firmeza. Esto no significa que deba apoyarse o dejarse arrastrar. Los brazos unidos están semiflexionados, formando un ángulo semiabierto;
— con las dos manos: la pareja se coge con las dos manos, ella arriba y él por debajo. Los brazos están normalmente semiflexionados, aunque esto varía según la distancia que se quiera dar al baile;
— con una mano: la pareja se coge con una mano. El otro brazo está en posición libre;
— posición cruzada: la pareja se coge con una o con las dos manos pero cruzadas. Es decir, la mano derecha de él estará unida a la izquierda de ella, y al revés.
La posición de lado
En segundo lugar, existe la posición de lado, en la que la pareja se sitúa, tal como indica el nombre, de lado. Los pies se colocan paralelos pero en sentido opuesto. De esta manera, cuando uno avanza, el otro retrocede. Los cuerpos están juntos, pero guardando una cierta distancia, para que se pueda dar imagen de proximidad, pero a la vez, se permita libertad en los movimientos y no se moleste a la pareja. Es importante que en esta posición el bailarín y la bailarina se miren. En este caso, los brazos pueden colocarse de las maneras siguientes:
— en la posición clásica, en la que él coloca su mano derecha sobre la espalda de ella y ella su mano izquierda sobre el hombro derecho de él. La mano izquierda de él coge la mano derecha de ella;
— por la cintura: él rodea a su pareja por la cintura con el brazo derecho. Ella se enlaza por el cuello;
— En jarras: la pareja enlaza el brazo de dentro y pone las manos en la cintura.
Existe, además, la posición de lado en que ambos miran hacia la misma dirección. Por lo general, ella se sitúa a la izquierda de su pareja.
En lo que respecta a la posición de los brazos, se pueden adoptar las indicadas anteriormente.
La posición de espaldas
Los bailarines también pueden situarse uno detrás del otro, mirando hacia la misma dirección. La pareja debe moverse simultáneamente para no provocar encontronazos. La posición de los brazos puede ser la de cintura o bien la enrollada. En ese caso, él rodea a su pareja con las manos cruzadas por delante de ella.
La posición interpuesta
La última posición que estudiaremos es la llamada interpuesta. Está a medio camino entre la posición de frente y la de lado. Ella coloca su pie entre los pies de él. Esta posición obliga a dar pasos rápidos y cortos, con lo que resulta dificultosa para los principiantes. Sin embargo, favorece las vueltas, con lo que es recomendable que se intente girar partiendo de esta posición.