
Las hadas madrinas de Aurora habían criado a la princesa en el bosque para protegerla de Maléfica. La joven creía que las hadas eransus tías y no sabía que tenían poderes mágicos.
—¿Cuándo se abrirán la flores? —dijo Primavera, impaciente, mientras Aurora regaba el jardín—. Podríamos utilizar un poco de magia…

—¡Ni hablar! —susurró Flora—. Tenemos que pasar desapercibidas. Por la noche, antes de acostarse, Aurora miró una última vez el jardín:
—¡Tías queridas, venid a ver esto! —exclamó—. ¡Todas las flores se han abierto!
—¿Cómo es posible? —dijo Fauna sorprendida.
—Eso digo yo —contestó Flora mirando a Primavera.
—¡A mí no me mires! —protestó esta última.
—Las damas de noche y las flores de luna se abren cuando el sol ya se ha puesto —les explicó Aurora.
La joven se calló de repente al oír el crujido de una rama.

No muy lejos de allí, una familia de unicornios se estaba comiendo las flores.
—Los unicornios solo salen por la noche y se alimentan de pétalos —precisó Flora.

Fascinada, Aurora arrancó unos pétalos y se los ofreció albebé unicornio.
—Tú y tu familia podéis comer todo lo que queráis —le dijo—. ¡Me alegra que os gusten nuestras flores!
Después de haber saludado a los unicornios, Aurora y las hadas volvieron a la cama. Mientras aquellos continuaban con su festín, el cuervo de Maléfica sobrevoló el claro y se fijó en la familia de unicornios.

En un abrir y cerrar de ojos, el pájaro llegó hasta su ama y le informó.
—¡Unicornios en un jardín! —exclamó Maléfica—. No soporto a esas criaturas, son tan graciosas y buenas…

Para fastidiarlas, Maléfica provocó unatormenta glacial desde la ventana de su torre. La nieve cubrió el jardín de Aurora y todas las flores se congelaron.
Los pobres unicornios se quedaron sin alimento. Al día siguiente por la mañana, Aurora descubrió los daños causados por la escarcha.

Al ver que solo había afectado a su jardín, la princesafue al bosque a coger flores silvestres.
Luego, salió en busca de los unicornios.
Sin embargo, no había suficiente comida para sus amigos.
De repente, se acordó de que había plantado nomeolvides, una especie de flor que sobrevive al frío. Entonces, pidió a sus tías que la ayudaran a arreglar el jardín: tenían que cortar y recoger las plantas muertas.

Gracias al esfuerzo de Aurora y las hadas madrinas, el parterre de nomeolvides volvió a florecer.
Al día siguiente, el bebé unicornio y sus padres aparecieron de nuevo y se pusieron a mordisquear las flores.
—¿Tendrán suficientes nomeolvides para comer? —preguntó Flora preocupada.
—Sí —la tranquilizó Fauna—, los unicornios nunca se quedanmucho tiempo en el mismo sitio.
—Pero volverán el año que viene —añadió Primavera.
—¡Claro! Igual que las flores que volveremos a plantar ahora —exclamó Aurora contenta.
