Imagínate el resplandor que aureola a los jóvenes enamorados, o a un niño fascinado por una gruta mágica de Papá Noel. Esa brillante gruta puede estar decorada con hadas de oropel. Los santos, tal como se los representa en las pinturas tradicionales, aparecen con la cabeza rodeada de una esfera dorada. La gente puede llegar a decir, cuando alguien les hace enojar, lo vi todo rojo, o ella estaba verde de envidia, porque ese es el color principal que se irradia y que captamos de forma intuitiva, sin que se vea físicamente. Auras como esas forman parte de nuestra percepción natural del mundo. En las sociedades primitivas, los cazadores que observaban desde una cueva, en lo alto de las colinas, sabían si los miembros de una tribu lejana que se acercaban tenían intenciones amistosas por las energías que emitían.
Todos tenemos un aura, un campo de energía con los colores del arcoíris, normalmente invisible al ojo físico, que puede percibirse psíquicamente con un poco de práctica. Nuestra aura rodea todo nuestro cuerpo formando una elipse tridimensional, constituida por siete bandas de diferentes colores. Esta aura revela nuestro estado de ánimo, nuestra personalidad y el estado de nuestra salud. Nuestra aura puede guiar nuestras interacciones con los demás, aunque nuestras acciones vayan en contradicción con los signos lógicos externos. Sin embargo, de manera invariable, nuestras acciones, cuando son impulsadas por el aura, resultan asombrosamente precisas.
En su estado más radiante y fuerte, el aura puede abarcar hasta un brazo alrededor del cuerpo. Este campo bioenergético espiritual del aura varía en tamaño y densidad según las condiciones. Se dice que Buda Gautama, el líder espiritual sobre cuyas enseñanzas se fundó el budismo, tenía un aura que se extendía a lo largo de varios kilómetros y, por tanto, influía en las personas de toda esa zona.
En este libro, aprenderás una variedad de técnicas para sentir, ver e interpretar tu propia aura, y también las de individuos y grupos, así como las de sus mascotas. De igual manera, descubrirás cómo limpiar, curar, fortalecer y proteger el aura y cómo utilizarla tanto para crear una buena impresión como para repeler las malas intenciones.
Las auras rodean a las personas, los animales, las plantas, los cristales e incluso los lugares. Con la práctica, las auras se perciben o ven fácilmente gracias a la clarividencia, utilizando las capacidades psíquicas innatas que todos poseemos. A través de la clarividencia, o sexto sentido psíquico, aprehendemos de manera intuitiva los colores del aura de un individuo. Mediante la psicometría, o tacto psíquico, podemos sentir, con la punta de los dedos, la salud y los colores del aura. Y por la clarividencia, vemos el aura con el ojo de la mente. Algunos aprenden a ver el aura de manera tangible.
Las franjas de energía espiritual que componen el aura se vuelven progresivamente menos densas y más etéreas, cuanto más se alejan del cuerpo físico. Los niveles más externos —azul, índigo y violeta— son los más elevados espiritualmente, hasta llegar a un punto en el que en los bordes del aura nuestras energías aura se funden, como pura luz blanca y oro, con el cosmos. A veces, una o más capas pueden predominar y parecer que cubran toda el aura. O pueden parecer pálidas, o faltar por completo, dependiendo del estado actual de nuestra salud y de lo que esté ocurriendo en nuestras vidas. Aunque nuestra aura tiene siete capas, muchas personas operan principalmente a través de las cuatro capas más internas. De hecho, cuanto más trabajes con el aura, más en sintonía estarás con tus energías espirituales, y con tus ángeles y guías espirituales.
La energía del aura se transmite hacia y desde el cuerpo a través de siete centros energéticos invisibles principales, llamados chakras, así como de otros numerosos canales energéticos más pequeños.
Estos centros de energía forman parte del cuerpo interior espiritual o etérico, hecho de luz y la parte de nosotros que sobrevive a la muerte. Las energías puras de luz blanca de nuestro ser espiritual se difunden o dividen en las siete franjas de luz arcoíris, que irradian más allá y alrededor de todo el cuerpo, y se ven con mayor claridad alrededor de la cabeza y los hombros. En la práctica, las auras alrededor de la cabeza y el cuello son las más accesibles para la limpieza, el sellado contra el estrés o la falta de amabilidad, y la sanación. Los efectos de una intervención positiva pueden experimentarse en toda el aura, el cuerpo y la mente.
Cada chakra está alimentado por y para potenciar una capa específica del aura del mismo color, tal como se indica en el capítulo 5 (página 67). Tu aura recibe energía de los campos energéticos individuales de otras personas y de tus animales de compañía, en forma de amor, lealtad, aceptación y aprobación.
Nuestros campos energéticos también se ven mermados por el ruido, la contaminación, los rayos de ordenadores, televisores, teléfonos móviles y aparatos eléctricos, las toxinas y el comportamiento negativo o controlador de otras personas, como las críticas injustas, la frialdad, el rencor o la posesividad. La protección del aura es tan vital por la noche como cerrar con llave la puerta principal, porque a veces la negatividad deliberada o que flota suelta puede afectar de forma dañina a tu aura mientras duermes, que es cuando es más vulnerable.
El campo de energía universal, percibido como luz blanca pura —que está hecha de los colores del arcoíris sincronizados— fluye hacia cada aura individual y recibe impresiones y sentimientos de las auras individuales, también en constante intercambio. Es la fuerza vital pura, llamada qi en la tradición japonesa, chi por los chinos, prana en la espiritualidad hindú, mana en Hawai y ruach en el mundo hebreo.
La fuerza vital puede absorberse en el aura a través de los alimentos naturales, el agua y los zumos frescos, y mediante cualquier alimento no procesado, como la carne, la fruta, los cereales y las verduras.
El campo energético universal está formado por las energías colectivas de otras personas, lugares, animales y fuentes de la fuerza vital, como los cristales, las flores, el sol, la luna, las influencias astrológicas y los flujos estacionales, por lo que cambia de manera constante. La sabiduría de los ángeles y los espíritus guía penetra a través de nuestro campo de energía personal. Este campo de energía personal también abarca las experiencias universales y la sabiduría de las personas de todos los tiempos y lugares. Nuestra aura personal contiene las experiencias de nuestras vidas pasadas y la sabiduría que hemos adquirido de antepasados, recientes y antiguos.
Además, los campos de energía colectiva se acumulan sobre los edificios, desde los hogares y los lugares de trabajo hasta las abadías y los lugares antiguos, como son los campos de batalla, y estos campos de energía colectiva permanecen asociados a tales lugares. Son las energías liberadas por los individuos que vivieron y trabajaron o murieron allí en diferentes épocas. Por este motivo, es posible que percibas una atmósfera feliz en un antiguo monasterio en el que diferentes generaciones vivieron de forma tranquila, contemplativa e invariable durante siglos. Por el contrario, un campo de batalla se sentirá oscuro incluso siglos después, debido a todo el sufrimiento y la brutalidad que se infligió allí, y tales impresiones son especialmente fuertes en el aniversario de la tragedia.
Los niños pequeños, que son clarividentes por naturaleza, aunque nunca hayan estudiado ni oído hablar del concepto de aura, ven y a menudo dibujan colores alrededor de las personas y dicen: «Oh, esa es una señora verde o un gato rosa», porque están captando los sentimientos esenciales o el carácter del sujeto. A medida que los niños adquieren más educación y aprenden que los gatos son físicamente negros, blancos y marrones, pero nunca rosas, la visión física de lo que es tangiblemente visible se impone. Pero la capacidad de detectar e interpretar auras nunca desaparece.
La mayor parte de la consciencia de la existencia del aura en la vida cotidiana proviene de percibir la misma los demás, y todos lo hacemos de manera inconsciente. Cuando alguien que no conoces o que no te cae bien se te acerca demasiado, aunque no te esté tocando físicamente, puedes sentirte incómodo, porque está invadiendo tu aura o tu espacio personal. En cambio, cuando un niño pequeño o tu amante se acurrucan a tu lado, no hay ninguna barrera definida entre tú y la otra persona; los límites del campo energético se han relajado y fluyen temporalmente en uno solo.
Aunque los colores del aura no se vean físicamente, el estado de ánimo o la personalidad de una persona se transmiten en forma de uno o varios colores y se experimentan como una sensación. Algunas personas con deficiencias visuales graves, sobre todo si antes tenían buena visión, pueden distinguir los colores mediante el tacto.
Los daltónicos también aprenden rápidamente, a través del tacto, a reconocer las diferentes energías y fuerzas del aura, y pueden sentir, por ejemplo, el poder del rojo y discriminar sus diferentes tonos, ya sean apasionados o furiosos. También, en la sanación, se pueden sentir los nudos y los atascos.
El rojo transmite calor y fuerza; el naranja, calidez y confianza; el amarillo, concentración y estimulación de las ideas; el verde, suavidad y fluidez; el azul, frescor, calma y ondulación; el añil, paz y elevación; y el violeta, percepción espiritual y, tal vez, conciencia repentina de la presencia de un ángel o guía espiritual.
Una vez que domines este sencillo ejercicio, podrás identificar los colores de tu aura y los de la de los demás manteniendo la mano por encima de la cabeza y los hombros y avanzando gradualmente por las capas.
Coloca en una caja o recipiente siete cintas de distintos colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Mézclalas, cierra los ojos y ve cogiendo una a una, por turnos, durante uno o dos minutos, describiendo en una grabadora de voz qué se siente con cada color. Asigna un número a cada color, antes de describirlo.
Mantén las cintas en el orden en las que las sientes, o pide a un amigo que las coloque en orden después de coger cada una, hasta que las hayas cogido todas, y después comprueba las sensaciones que has transmitido con tus palabras.
Sigue después practicando con cristales de distintos colores, flores, velas apagadas y alimentos. La identificación de los colores le resultará aún más fácil con materiales orgánicos.
Para la siguiente etapa, mezcla las cintas con los ojos cerrados y mantenlos así cerrados mientras las colocas sobre una mesa, dejando un buen espacio entre cada una, para que las energías no se mezclen. De nuevo, si así lo deseas, pide a un amigo que te ayude. Puede ser bueno aprender sobre las auras con otro entusiasta del asunto.
Esta vez, mantén las manos a unos centímetros por encima de cada cinta, con los ojos cerrados, utilizando de nuevo una grabadora y asignando a cada una un número.
Cuando te sientas seguro utilizando ambas técnicas, añade colores secundarios que también puedan aparecer en el aura; el marrón es la tierra y la estabilidad, el rosa es el amor y la crianza, y el gris es el equilibrio y la intimidad.
1. Come frutas y verduras de colores vivos, crudas o ligeramente cocinadas, para que tu aura esté más radiante. Las bayas y los pimientos crudos elevan la energía del aura al instante.
2. Sal al exterior con luz natural, por espacio de unos minutos, siempre que sea posible, si trabajas en un entorno de iluminación artificial constante, que este un sumidero del aura.
3. Trabaja con un plato de cristales mezclados, con los diferentes colores del arcoíris. Cuando te despiertes, coge un cristal sin mirarlo y sostenlo en tus manos ahuecadas. Somos atraídos automáticamente, a través de los centros sensibles de energía de las palmas de las manos y las puntas de los dedos, hacia el cristal más útil, y el que escojas será el color que más necesite tu aura.
4. Si sientes hostilidad a tu alrededor, junta las palmas de las manos y vuélvelas a separar hasta que casi se toquen y luego sepáralas varios centímetros, muy despacio, para acumular energía entre ellas. Cuando sientas que tus manos se vuelven pesadas, sepáralas con rapidez (puede resultar difícil) y sacude los dedos sobre tu cabeza y hombros, por encima de la línea del cabello. Esto creará chispas psíquicas alrededor de toda tu aura que ahuyentarán el rencor o la hostilidad.
5. Mantén una maceta con flores aromáticas en crecimiento alrededor de tu casa u oficina para que circulen e infundan salud a tu aura.
6. En los días oscuros y fríos, vístete al menos un color brillante para estimular tu aura, y contrarrestar así las energías somnolientas y apagadas que pueden minar el entusiasmo.
7. Prepara bebidas con agua en la que hayas sumergido un cristal de ágata de encaje azul, jade o amatista durante dos o tres horas, y ofrécela a personas criticonas o hiperactivas. Esto armonizará sus auras con la tuya. Si no es posible conseguir que la beban, beber el agua tú mismo, puesto que eso protegerá tu aura contra ellos.
8. Bebe mucha agua todos los días. El café, el té, las bebidas gaseosas y cualquier bebida con aditivos pueden resecar e irritar el campo energético del aura.
9. Los ejercicios moderados, tales como bailar, nadar, caminar o montar en bicicleta, ayudarán a hacer circular las energías del aura, y serán incluso mejor que las actividades demasiado vigorosas, que pueden agotar las reservas, haciendo que las energías salgan disparadas al azar, en todas direcciones.
10. Evita el contacto excesivo con materiales sintéticos y, siempre que sea posible, lleva puestos tejidos naturales en contacto la piel, para no sofocar su aura.
11. Si trabajas con maquinaria de alta tecnología o utilizas mucho el móvil o el ordenador en casa, coloca malaquita verde o cuarzo ahumado gris entre la máquina y tú. También puedes guardar un pequeño cristal junto al teléfono móvil, para evitar que absorba energía de tu aura.
12. Las mascotas son muy buenas transfiriendo sus energías de amor y aceptación, desde su aura a la tuya. Mientras acaricias a tu mascota, imagina sus suaves energías marrones, rosas y verdes superponiéndose a las tuyas como una suave cubierta protectora.
13. Envía el poder del aura a quien lo necesite, como, por ejemplo, un hijo o una pareja, aunque esté ausente, sosteniendo en tu mano una foto suya y, mientras respiras suavemente, imagina que una tenue luz rosa la envuelve. Esto es algo beneficioso si la persona querida se encuentra lejos.
14. Ten macetas de hierbas frescas en tu cocina para difundir una sensación de abundancia y atraer cosas benéficas al aura o campo energético de tu hogar.
15. Coloca campanas de viento, campanillas, plantas con plumas y espejos alrededor de tu casa, para mantener viva el aura del hogar y que fluyan las energías saludables.
16. Las joyas de oro llenarán tu aura de confianza y concentración, y resultan útiles si necesitas impresionar a los demás o mostrar autoridad.
17. Las joyas de plata aumentarán la armonía y aportarán paz y reconciliación a cualquiera de tus relaciones.
18. Las joyas de cobre llenarán tu aura de amor, y atraerán y aumentarán el amor en tu vida.
19. Si te sientes totalmente agotado o deprimido, pasa con suavidad un péndulo o punta de cristal de cuarzo transparente, en círculos y en el sentido de las agujas del reloj, por encima de tu cabello, luego hacia abajo hasta tus cejas, también en círculos y en el sentido de las agujas del reloj, apenas tocando la piel, luego sobre tu garganta y los puntos de tu muñeca, para incrementar las energías de tu corazón. Esto es algo que te suministrará una rápida infusión de poder y entusiasmo.
20. Cuando necesites dormir o descansar, pasa un péndulo de cristal de amatista o una punta de cristal en el sentido contrario a las agujas del reloj, de la misma manera que antes, en esta ocasión para aquietar tu aura, y que puedas descansar y restablecerte.
En los dos primeros capítulos aprenderemos el significado de los diferentes colores del aura, no solo para interpretar la misma, sino también para sanarla y limpiarla. El mismo proceso también aportará armonía al aura de un grupo de personas en el trabajo o en una reunión social.