Cada persona posee una fuerza, que conocemos como «energía vital» y que nos mantiene vivos. Se dice que su naturaleza es comparable a la cuerda del reloj que lo mantiene en funcionamiento. Dicha energía puede también compararse a una batería de automóvil de cuya potencia depende el funcionamiento del coche. El sistema nervioso es el «acumulador» y distribuidor de dicha energía vital, por eso no la encontraremos en los músculos, en los huesos o en la piel, sino en el cerebro y en la médula espinal.
Es la fuerza que constituye cada organismo en cada ser humano, de tal manera que siempre tiende a defender su propia vida y mantener su salud. Jamás se inclina en el sentido de agravar el desarreglo orgánico característico de toda dolencia. Por eso decimos que es la naturaleza –o la energía vital– la que cura, la que restablece la normalidad funcional del organismo. Eso que solemos definir como «salud».
Todo está previsto para que podamos disfrutar de la vida con salud y para que aprendamos a considerar la enfermedad desde otro punto de vista, es decir, como una lógica reacción natural del propio organismo para mantener la salud, este difícil equilibrio.
El restablecimiento de la normalidad funcional del organismo enfermo, es decir, la vuelta a su salud, es, por tanto, obra exclusiva de la propia fuerza vital que, en grado variable, posee cada persona. No existe fármaco alguno o recurso extraño al organismo afectado por alguna dolencia que sea capaz de actuar en sustitución de la energía vital, siempre atenta a defender la vida. Por eso existen remedios para toda clase de enfermedades... ¡pero no para tener salud!
En el 2009, Gene Stone, un reconocido escritor norteamericano, se propuso descubrir si había alguna manera de evitar ponerse enfermo. El resultado de sus pesquisas se convirtió en un libro bestseller, cuyo título homenajeamos. Stone se dio cuenta de que, junto a una predisposición genética y una alimentación vegetariana, aparecía una serie de pequeños trucos, todos ellos aparentemente modestos, pero importantes: equilibrio entre acidez y alcalinidad, plantas medicinales, algunas vitaminas, la siesta, los probióticos, el yoga y los estiramientos, evitar los gérmenes, las duchas de agua fría, cuidar la amistad y la calma interior. Todo ello junto con algunos alimentos, como el limón, el ajo o la levadura de cerveza. También se encontró con prácticas de mayor calado, como la desintoxicación y restricción calórica (ver pág. 214).
Podemos resumir todavía más las investigaciones de Stone: lo que comemos influye poderosamente en nuestra salud y es decisivo para nuestro sistema inmunitario.

Un estilo de vida para la salud y el fortalecimiento del sistema inmunitario. Practicar los tratamientos naturistas ofrece todo tipo de ventajas, entre ellas que no aparecerán efectos secundarios nocivos.
Tenemos muchos más motivos para elegirla. También está su coste, que es irrisorio, cercano a cero, y el hecho de que nos acercan a la naturaleza y nos convierten en protagonistas de nuestra propia salud.
Al no disimular ni enmascarar los síntomas de las enfermedades puede decirse que, a diferencia de una gran mayoría de fármacos, «realmente curan», y son un tesoro para nuestras defensas, porque potencian la vitalidad del organismo y su capacidad de recuperación (vis medicatrix naturae) sin perjudicarlo. Sólo tienen un inconveniente: requieren un poco más de tiempo y de dedicación.
¿Por qué no las recomienda mi médico? Se comprende enseguida que dentro del actual sistema sanitario no exista el más mínimo interés en recomendarlas ni investigarlas. La sociedad ha quedado atrapada en un mundo antinatural, en el que los logros –que también existen, por supuesto–, dependen cada vez más de complejas tecnologías y de protocolos en donde los fármacos –que sí presentan efectos secundarios nocivos– son los protagonistas. Los intereses en el sistema sanitario promueven un laberinto de protocolos que obliga a los médicos a ejercer su labor de forma mecánica, con el abandono del juramento hipocrático, el famoso «primum non nocere».
Es muy ingenuo pensar que en una situación sanitaria así no exista corrupción, como algunos médicos se atreven por fin a denunciar. Por eso vivimos un gran interés en todas partes por las prácticas de la medicina natural y sus aplicaciones.
Vamos a ver diversos recursos terapéuticos muy eficaces, basados todos ellos en algo tan sencillo como la fuerza curativa de la naturaleza.
El agua es un excelente remedio preventivo y curativo que debe conocer cualquier persona que quiera sentirse sana de forma natural. La hidroterapia –es decir, la aplicación terapéutica del agua en cualquier forma, estado o temperatura– es uno de los más antiguos métodos de tratamiento de enfermedades. Su vehículo curativo es un medio extraordinario para aplicar calor o frío al cuerpo y suministrarle determinados preparados medicinales. En baños, compresas, envolturas, duchas o, incluso, paseando sobre el rocío de la hierba. El agua es un excelente remedio preventivo y curativo que debe conocer cualquiera que quiera sentirse sano de forma natural.

Comenzamos con una sencillísima práctica de hidroterapia, que explicamos aplicada los niños pero es para todas las edades: en personas mayores, la fricción puede aplicarla misma persona.
1. Tendremos a mano una pequeña jofaina o cubeta con agua fría, una toallita y una toalla. Evitar las corrientes de aire.
2. El niño se levanta, se sube el pijama y aplicamos una suave fricción de tronco, sobre la piel, con la toallita empapada de agua fría. Seguidamente secamos con la toalla un poco por encima y lo abrigamos bien, acostándose de nuevo unos minutos.
El agua debe tener entre 12 ºC y 25 ºC y el cuerpo debe estar caliente antes de comenzar (por eso es ideal al despertarnos). Se empieza por la parte derecha del cuerpo y después de la fricción, como decimos, hay que secar el cuerpo un poco por encima, porque lo que se busca es abrigarlo enseguida, para provocar una reacción de calor. Lo arroparemos bien con el pijama y abrigo (mantas) y volverá a la cama durante los siguientes minutos.
Es increíble cómo algo tan sencillo provoca un efecto fortificante en el organismo. ¿Por qué desde niños? Porque si la costumbre se sigue a lo largo de la vida, siempre notaremos sus beneficios.
La personas mayores pueden practicarlo del mismo modo, pero si hay prisas, podemos secar y vestir de inmediato.
Las fricciones, junto con el cepillado de la piel y los baños de aire, que veremos enseguida, son los estímulos térmicos más suaves. Su práctica regular produce una armonización en el sistema nervioso vegetativo, estabiliza el metabolismo calórico, mejora la respuesta inmunitaria general, la digestión y el sueño, y ayuda a disminuir la temperatura corporal en caso de fiebre. Las fricciones de tronco ayudan a prevenir y tratar resfriados, faringitis, anginas, bronquitis y neumonías.
Los médicos hidroterapeutas nos recuerdan que no existe una técnica homogénea que cure cualquier disfunción de nuestro organismo; bien al contrario; en este caso conviene adaptar las fricciones y una zona de aplicación a cada caso.

■ Fricción de la parte inferior: estimula la circulación sanguínea de las piernas y del bajo vientre, derivando la sangre hacia la parte superior del cuerpo. Es recomendable en caso de trastornos circulatorios, en especial de la mitad inferior del cuerpo.
■ Fricción total: estimula el metabolismo de la piel y la circulación de la sangre. Está especialmente indicado en enfermedades infecciosas, en estados febriles, como sedante para personas nerviosas o con insomnio, contra el reumatismo crónico articular, anemias y problemas de pies fríos. Además…
■ Una ducha caliente deberá terminar siempre con agua fría (preferiblemente echándonos sobre el cuerpo un cazo lleno de agua), seguido de secado rápido y abrigo. Los resultados son tan increíbles como portentosos.
■ ¿Más? Probad a caminar descalzos sobre la hierba fresca (o la arena de la playa, o la nieve), de buena mañana. Diez o quince minutos. Luego secamos y abrigamos bien los pies.
«Un buen médico con una toalla mojada
cura más que uno malo con toda una farmacia.»
(DR. ERNST SCHWENINGER, 1850-1924).
Para beneficiarnos de las cualidades terapéuticas del agua a través de envolturas necesitaremos utilizar uno o varios tejidos (lino, lana, etc.) con los que se envuelve completamente parte del cuerpo. Es importante que la envoltura de tronco, la más habitual, se ajuste bien a la parte del cuerpo en que la apliquemos, sin que se formen bolsas de aire, y que quede bien fija (se usan imperdibles). Luego habrá que permanecer en cama, bien abrigado.
Se dice que lo mejor es aplicarlas por las mañanas, ya que el cuerpo está todavía caliente, pero pueden aplicarse a cualquier hora del día. Las envolturas frías son muy recomendables en caso de fiebre, ya que alivian el organismo (la reacción de éste –sobre todo por el contraste térmico– ayuda a calmar la fiebre de forma natural) y favorecen el reposo al cuerpo estresado que, al no recurrir a fármacos antitérmicos, podrá llevar a cabo mejor su tarea.
Como decimos, es precisamente el efecto curativo que provoca la propia reacción del organismo lo que se busca. Sólo hay que tener un poco de paciencia… y que la persona no haya comido poco antes, para que la aplicación de la envoltura no estropee la digestión.
Envolturas y compresas. Las envolturas pueden ser secas, húmedas, calientes, frías o una combinación entre estos diferentes tipos. Cada una de ellas se utiliza para una enfermedad determinada, pero las envolturas calientes no suelen emplearse en la hidroterapia casera.
■ Las envolturas frías absorben el calor de la zona aplicada y producen un aumento moderado de la presión arterial, estimulando además una respiración más acelerada y profunda. Conllevan un efecto relajante acompañado por una cierta sedación del dolor. Están indicadas en casos de fiebre, en inflamaciones locales, para estimular los procesos digestivos, favorecer la irrigación sanguínea y eliminar toxinas del organismo. Nunca se administrará a personas que en el momento de la aplicación sientan frío.
■ Llamaremos compresas a las envolturas de tamaño pequeño, destinadas a tratar determinadas zonas corporales, como el cuello, el pecho, el vientre o las pantorrillas.
“No es el frío el que cura, sino la reacción de calor
que produce el agua fría”.
(VINCENT PRIESSNITZ, 1799-1851)
■ Baños fríos. Sobre el rostro y los ojos, por ejemplo, los baños fríos producen un efecto fortalecedor de los órganos oculares. El estreñimiento, el cansancio de los pies y las hemorragias nasales se combaten, entre otras medidas, mediante el baño de pies, mientras que las congestiones de cabeza, el insomnio y los trastornos cardíacos de origen nervioso desaparecen mediante baños fríos de medio cuerpo. Los baños fríos no deben aplicarse en caso de enfermedades cardiovasculares.
■ Los baños calientes (entre los 36 y 38 ºC) se emplean, entre otras cosas, para relajar el sistema muscular, para aliviar el dolor y como tranquilizantes en estados de excitación nerviosa. Las migrañas se alivian aplicando a los brazos este tipo de baño.
■ Los baños de vapor ayudan a depurar y normalizar la circulación sanguínea. Son un buen purificador: provocan la eliminación por sudoración de las impurezas orgánicas a través de los poros. (Tiempo: 1 hora). Los baños turcos son un buen ejemplo de baño de vapor.

■ Los baños de pies alternos son especialmente beneficiosos para aquellas personas que padecen de trastornos de circulación, o que constantemente sufren de pies fríos o muy fríos. Consiste en sumergir pies y pantorrillas, alternadamente y por tiempo determinado, en recipientes que contienen agua caliente y fría con sal marina. (Tiempo: unos 40 minutos).
En caso de inflamaciones de las fosas nasales, sinusitis, catarros, faringitis y bronquitis, etc., se recomienda la inhalación de vapores muy calientes, los tradicionales vahos, como ayuda segura y adicional al tratamiento.
■ ¿Cómo se prepara un vaho? Seguiremos la técnica naturista clásica. Se toma una olla o cacerola ancha y se ponen a hervir en ella unos dos litros de agua pura (para inhalaciones de hierbas) o de agua con sal (para inhalaciones salinas). A continuación se coloca la olla sobre un taburete o una mesita no muy alta, tapada y con su contenido hirviendo.
El paciente descubre su tronco (porque también la piel absorbe sustancias), se sienta cerca de la olla (vigilando no quemarse) y cubre la espalda, la cabeza y la olla con una toalla grande, o mejor, con una manta de lana.
Esta cobertura ha de ser lo suficientemente completa como para que penetre el mínimo aire exterior. Entonces, el enfermo, con ayuda de un trapo (el asa de la olla quemará), levanta la tapa para respirar los vapores calientes y la cierra al efectuar la espiración. La abertura de la tapa permite dosificar la inhalación.

Encorvado sobre la abertura, respira hondo por la nariz y la boca. Al hacerlo, va corriendo la tapa cada vez más, hasta que pueda inhalar, a fondo, el vaho de la olla abierta. Al cabo de unos 10-15 minutos, la vaporización empieza a disiparse.
Entonces se retira la toalla o manta, el enfermo se frota la frente y la piel con una toallita empapada en agua fría, con lo que cerraremos provisionalmente los poros para evitar enfriamientos.
A continuación, la persona se seca y abriga bien, o bien se acuesta y se expone al calor húmedo que provoca su propio cuerpo.
■ Con plantas medicinales. Tenemos a disposición diversas plantas medicinales que producen una acción suave, desinfectante, liberadora de la respiración y sudorífica. Por ejemplo, las hay indicadas en estados agudos y catarros graves de las vías respiratorias superiores, resfriados crónicos, bronquitis, estornudos, picores de nariz y de paladar, etc. y sirven tanto a los niños pequeños como a personas de edad.
En iguales proporciones, o bien al gusto de cada cual, podemos utilizar: manzanilla (Matricaria chamomilla), salvia (Salvia officinalis), malva (Malva silvestris). La salvia es efectiva en las heridas, inflamaciones y supuraciones de la zona bucofaríngea. La malva fortalece los tejidos mucosos y los protege formando sobre ellos una capa. En este tipo de vahos, una de las plantas más utilizadas es el eucalipto (Eucalyptus globulus), a veces con una pizca de romero (Rosmarinus officinalis), o con media cebolla troceada.
Todas estas otras plantas, juntas o por separado, hacen efecto si sobre dos o tres puñados de ellas se echa agua hirviendo: capuchina (Tropaeolum majus); berro (Nasturtium aquaticum); cola de caballo (Equisetum arvense) y tomillo (Thymus vulgaris).
■ Vapores de cebolla. Son ideales en caso de resfriados, infecciones gripales y bronquitis. Los aceites ácidos de la cebolla producen un efecto estimulante de la circulación sanguínea, desinfectante y beneficioso para las vías respiratorias. Se coge media cebolla grande y se trocea; en un recipiente se echa sobre ellos agua hirviendo, inhalando los vapores resultantes.
Posee una acción muy eficaz sobre los nervios vegetativos y los vasos sanguíneos de los genitales.
■ Para la mujer: se sienta en un bidé o equivalente lleno de agua fría, de forma que el nivel del líquido quede justo a la altura de sus genitales, sin llegar a mojarse. Con una esponja o paño de fibra natural (algodón o hilo) la paciente se frota suavemente de 5 a 15 minutos el borde de los labios mayores de su parte genital. El baño no debe aplicarse durante la menstruación.
Este baño vigoriza el sistema nervioso vegetativo, mejorando sobre todo la capacidad de reacción y las defensas. Con él se estimulan también intensamente las funciones de los riñones, del intestino y del tejido mucoso genital. El efecto beneficioso y desintoxicante de este baño se puede notar inmediatamente, cada vez que se practica (normalmente al levantarnos, en ayunas).

■ Para el hombre: se practica de forma similar al baño femenino; en este caso se introduce el pene en el agua del bidé. Con los dedos de la mano izquierda se estira ligeramente hacia delante la piel (prepucio) para que el glande quede bien cubierto. Se frota entonces suavemente el extremo del prepucio dentro del agua, de 5 a 15 minutos, con una esponja o paño de fibra natural. El baño genital masculino es insuperable en las afecciones de los riñones, vejiga, vías urinarias, próstata y en pacientes con desequilibrios nerviosos y neurasténicos. Es una excelente terapia adicional de reforzamiento nervioso.
Existen muchas más técnicas de hidroterapia, frías, calientes, alternas –como la ducha escocesa–, progresivas de temperatura ascendente, los chorros, las duchas... Y otras afines, desde la hidroterapia de colon al cepillado en seco de la piel, pasando por las variadas aplicaciones de los populares balnearios o los actuales spa.
Al igual que el agua, el aire y el sol, La tierra es un agente de vida que puede ayudar a corregir trastornos y a eliminar toxinas del organismo. Su uso terapéutico es básicamente externo, pero siempre sorprende saber que la ingestión de algunos elementos de la tierra aporta grandes beneficios que fortalecen al organismo y mejoran nuestra calidad de vida.
Cualquier forma de tierra posee propiedades curativas, pero la más usada y conocida es la arcilla, que combina dos elementos, tierra y agua. Los médicos egipcios ya la utilizaban contra las inflamaciones, aplicando los fangos calientes del Nilo para tratar problemas reumáticos. Y gracias a la obra de Raymond Dextreit se redescubrieron en 1952 sus fabulosas propiedades y aplicaciones para la salud.
Antes de usarla conviene asegurarnos que sea una arcilla pura y libre de impurezas. Lo más prudente y aconsejable es comprar alguna de las excelentes arcillas que podemos encontrar en herboristerías y dietéticas.
No todas las arcillas poseen las mismas propiedades curativas, así que conviene asegurarte, o consultar con un terapeuta, cuál es la que mejor se adapta a tus necesidades.
La arcilla es en general un poderoso antiséptico y bactericida (impide el desarrollo de elementos patógenos y favorece la regeneración celular). Actúa muy rápidamente en la curación de heridas y úlceras y favorece la cicatrización y regeneración de la piel.
Una gran capacidad de absorción. El poder absorbente de la arcilla es extraordinario. Se puede comprobar de muchas maneras, por ejemplo empleándola como desodorante sobre una parte del cuerpo o mezclando sustancias malolientes con arcilla. El olor desaparece, absorbido por la tierra. Si en una casa hay un enfermo en cama, basta depositar un poco de arcilla en un recipiente abierto para que las emanaciones se disipen. Gracias a su gran poder de absorción, la arcilla atrae hacia sí cuerpos extraños situados debajo de la piel, expulsándolos del organismo. También ayuda a aliviar las molestias causadas por inflamaciones superficiales agudas (golpes, picaduras, quemaduras).
La arcilla absorbe admirablemente las impurezas y otras sustancias de carácter tóxico o susceptibles de dar un sabor desagradable a los alimentos. Por eso se emplea, por ejemplo, para eliminar el mal sabor de los aceites medicinales y para tratar la margarina (le da cierto sabor a mantequilla).
Poder adsorbente. Junto a este poder absorbente, la arcilla tiene capacidad «adsorbente», porque puede fijar todo tipo de sustancias disueltas en líquidos. Es de enorme utilidad en medicina, en la industria del petróleo o del aceite... Este poder adsorbente le permite captar y eliminar elementos no utilizables o desechables de la alimentación.
La arcilla posee una importante actividad equilibradora de la radiactividad natural, gracias a su poder para estimular la radiactividad de los cuerpos sobre los que se aplica si ésta es deficitaria, o de absorberla si es excesiva.
Y en cuanto al equilibrio ácido-base, la arcilla regulariza el pH sanguíneo. En los usuarios que al iniciar el tratamiento tengan unos humores ácidos se producirá una excelente alcalinización.
En plena naturaleza, en los lugares en donde pueden moverse todavía en libertad, una gran mayoría de animales se bañan con arcilla para limpiar su cuerpo. Los baños de barro en algún balneario o estación termal están especialmente indicados en casos de reumatismo, artritis, gota, afecciones óseas y ciertas formas de parálisis, pero no es aconsejable para personas con hipertensión, trastornos pulmonares, ni del corazón o el riñón. Y tampoco durante el embarazo.
Tomar un baño de barro consiste en sumergir todo el cuerpo en arcilla, salvo la cabeza (aunque el barro también se aplica en la cara y el cabello). Comenzaremos a aplicarlos poco a poco, con unos cinco o diez minutos diarios, pasando progresivamente a los 15-20 minutos. Si notas más cansancio del habitual, practica los baños en días alternos, o dos veces por semana. Al cabo de un mes seguirá un mes de descanso.
En casa. Además de los spa o balnearios en donde ofrecen este tipo de tratamientos, si se dispone de huerto o jardín, se puede cavar un hoyo lo bastante ancho y profundo para llenarlo de lodo y sumergir en él todo el cuerpo. No deben tomarse baños al aire libre más que en períodos de calor y hay que poner la arcilla al sol para que no esté fría.
¿TODAS LAS ARCILLAS SON IGUALES?
Existen básicamente tres tipos de arcilla, y conviene elegir la más adecuada en cada caso.
• La arcilla blanca o caolinita: su acción es antibacteriana, antiinflamatoria y cicatrizante. Absorbe las toxinas, lo que la hace muy útil ante una intoxicación alimentaria. Por su efecto de arrastre ayuda a combatir el estreñimiento. En uso externo puede aplicarse en forma de cataplasmas y mascarillas. Es excelente como enjuague bucal y en forma de polvos parecidos al talco para los bebés.
• La arcilla verde es muy rica en magnesio. También contiene silicio, potasio, sosa, cal y fosfatos, y óxidos de hierro, aluminio, manganeso, magnesio y titanio. Tiene una gran capacidad de absorción y es desintoxicante y remineralizante. La illita, variedad muy cálcica pero más pobre en magnesio, se adhiere muy bien a la piel y se utiliza para absorber residuos e impurezas. Aplicada en forma de cataplasmas es útil en traumatismos y contusiones (ayuda a reducir la hinchazón de esguinces y luxaciones).
• La arcilla roja debe su color a un elevado contenido en óxidos e hidróxidos de hierro. Por su contenido en silicato de aluminio actúa como antiácido, y también es rica en silicato de magnesio.
■ Los poderosos baños de barro irán acompañados de un buen régimen dietético.
■ En el interior, los baños se tomarán en una tina o en una cuba, pero en ningún caso en una bañera, pues la arcilla obturaría los desagües. Se mezclarán la arcilla y el agua para formar una pasta clara. El baño puede utilizarse varias veces. Antes de cada uso, se añadirá un poco de agua fría o caliente, según convenga.
■ También pueden realizarse baños locales, con los que se consiguen muy buenos resultados en el tratamiento de afecciones reumáticas, especialmente en manos y pies.
■ La arcilla puede emplearse fría, templada o caliente. Cuando se aplique sobre un lugar febril, inflamado, congestionado o de alto calor natural (por ejemplo, el bajo vientre), conviene que esté fría. Si hay que calentarla, se hará al baño maría y sólo una vez (no hay que recalentarla).

Si no tienes acceso a los baños de barro, la aplicación de cataplasmas es una técnica sencilla y muy útil. A través de cataplasmas, gasas o compresas empapadas en barro se pueden curar furúnculos, contusiones, golpes, heridas, llagas y úlceras superficiales.
■ Las compresas con barro están especialmente indicadas en caso de quemaduras, aplicando una gasa sobre la zona dañada y, encima de la misma, cataplasmas frías y gruesas que se deben ir renovando cada hora. Si la quemadura afecta a los pies o las manos, lo más práctico es sumergirlos en un recipiente con pasta de barro.
■ El dolor causado por la picadura de algún animal será más leve si aplicamos directamente un poco de arcilla sobre la zona afectada. Colocar cataplasmas gruesas de arcilla fría en la nuca ayuda a superar las molestias propias de la jaqueca, y para tratar los doloress en la región lumbar o en la espalda, aplica también cataplasmas (en este caso, calientes o tibias) en la zona afectada.
■ Encima de una mesa se extenderá un trozo de tela, teniendo en cuenta que hay que disponer de una superficie mucho mayor que la de la cataplasma propiamente dicha y que ésta, a su vez, ha de ser mayor que la superficie a tratar.
■ Puede ser preferible emplear una hoja de col, sobre todo si la cataplasma ha de estar colocada durante un período de tiempo largo o en una región muy irritada o inflamada. La hoja de col mantiene mejor el frescor de la arcilla e impide que se seque antes de tiempo.
■ Hay que descartar el empleo de materiales impermeables (plástico, goma, etc.), porque la humedad de la arcilla ha de poder evaporarse.
■ Con una cuchara o una espátula de madera (pero no de metal o plástico) extenderemos una capa regular de arcilla sobre la tela preparada al efecto. El grosor puede variar desde 5 mm a 2 cm.
■ En principio la arcilla se aplica sobre la misma piel, pero si ésta está recubierta de vello o resulta de difícil acceso para personas que no dispongan de ayuda, podrán colocar una muselina, gasa u otro tejido muy ligero entre la arcilla y la piel. El inconveniente de intercalar un elemento entre la arcilla y la piel es que disminuye la adherencia y posibilita la circulación de aire, pudiendo enfriar la cataplasma. Además, se aprovecharán mejor las propiedades terapéuticas de la arcilla con el contacto directo.
■ A veces puede ser preferible el empleo de compresas de arcilla en lugar de cataplasmas. Se preparará una pasta muy clara en la que se pueda empapar una tela, de modo que quede revestida de una ligera capa de arcilla.
■ Esta pasta se prepara igual que la de la cataplasma, pero poniendo menos arcilla y un poco más de agua. Cuando vaya a usarse se removerá para lograr una buena mezcla.
■ Se mojará un pedazo de tela en el lodo, se dejará empapar y luego se secará y dejará escurrir un poco antes de colocarlo encima de la parte a tratar, con una gasa intercalada si se desea.
■ Si la cataplasma se pone en la nuca, la venda se pasará por la frente y no por el cuello.
■ Se mantendrá colocada de una a varias horas y en caso necesario durante toda la noche. Cuando se traten heridas purulentas se irá renovando a cada hora, hasta que deje de supurar, y posteriormente cada hora y media. Cuando los tejidos empiecen a reconstituirse podrá mantenerse durante dos horas.
■ En el tratamiento de órganos internos profundos (hígado, riñones, estómago, etc.) se mantendrá entre dos y cuatro horas. Si el objeto de la aplicación de arcilla es revitalizar un órgano, o reconstituir un tejido óseo descalcificado (vértebras, etc.), puede prolongarse toda la noche.
■ Cuando la aplicación se efectúa sobre una parte febril o recalentada hay que interrumpirla antes de que la arcilla esté demasiado caliente. En cambio, si se pretende vitalizar, o sea calentar, hay que retirarla antes de que se enfríe.
■ Generalmente la arcilla está prácticamente seca cuando se retira, sobre todo si se ha procedido con corrección. En este caso la cataplasma se quita fácilmente, dejando una mínima porción de arcilla adherida a la piel. Esta arcilla utilizada se desechará. Se eliminarán las partículas de tierra que queden sobre la piel y se lavará con agua fresca o templada, sin jabón. No debe emplearse en ningún caso alcohol ni agua de colonia.

Los rayos solares nos dan luz y calor, energía, vitalidad y ánimo. La luz que recibimos a través de los ojos activa unas glándulas del cerebro que alejan los sentimientos de tristeza y evitan la aparición de depresiones. Por eso conviene dejar que la luz del sol bañe nuestro cuerpo casi a diario.
El sol favorece una buena circulación sanguínea y proporciona una mayor riqueza en la sangre. También produce un fortalecimiento general y aumenta las defensas del organismo.
El sol tiene un efecto tonificante en personas deprimidas. Y es decisivo para que nuestro cuerpo se provea de la importante vitamina D. Los rayos ultravioleta transforman la pro-vitamina D, presente en el tejido cutáneo, en vitamina D, ideal para evitar anemias y debilidad general. Además, al incrementar la transpiración, aumenta el poder desintoxicante de la piel.
■ El baño solar revitalizante. Se puede llevar a cabo a cualquier hora, pero es recomendable hacerlo por la mañana, entre las once y las doce hora solar, de 15 a 30 minutos de duración (recordemos que en Europa vivimos con una o dos horas de adelanto –según temporada– sobre el horario natural del sol). Se tomará este baño acostados, con la cabeza a la sombra y el cuerpo desnudo al sol, cubiertos con una sábana para evitar cualquier irritación de la piel. Terminaremos frotando todo el cuerpo con una toalla mojada en agua fría.
Veamos un poco cómo los rayos del sol ayudan al organismo:
■ En la piel, la acción biológica del sol se traduce en un mayor flujo de sangre arterial, gracias a la dilatación de los capilares sanguíneos. Luego aparece un enrojecimiento cutáneo, consecuencia de la acción de las radiaciones ultravioleta sobre la epidermis. La coloración más oscura (el típico bronceado) es debida a la producción de un pigmento llamado melanina que, además de una función de tipo defensivo, supone una forma de almacenar energía solar, dándonos una mayor resistencia frente a las infecciones.
Los rayos solares de una determinada longitud de onda destruyen las bacterias que se encuentran sobre la piel antes de que se vuelvan peligrosas para la salud. En las heridas infectadas se advierte una gran mejoría tras una moderada exposición al sol.
■ En la sangre y el sistema circulatorio se produce una aceleración de la circulación sanguínea, un ligero aumento de los latidos cardíacos y de la frecuencia y profundidad de la respiración. Ello supone una mejor oxigenación de la sangre y una mayor facilidad en la eliminación de CO2. Además, con el sol aumentan las defensas debido a la mayor producción de glóbulos blancos.
■ La secreción hormonal. Los rayos del sol actúan sobre el hipotálamo, la estructura del sistema nervioso central que dirige las funciones corporales. El sol estimula el sistema endocrino, regulador de las funciones vitales del organismo.
La luz solar ayuda a normalizar el funcionamiento de la glándula tiroides, pero, ¿y los invisibles rayos ultravioleta? Se ha demostrado una disminución de la actividad de la glándula tiroides en casos en que exista una leve hiperfunción. Esto explica el hecho de que los baños de sol adelgacen a los obesos y engorden a los delgados, produciendo así una potente regulación metabólica. También contribuye a una mayor formación de glóbulos rojos en caso de anemia; y a la disminución de la presión arterial, de la glucosa en la sangre; y ayuda a equilibrar el sistema nervioso vegetativo. Se produce además un aumento en la secreción de hormonas sexuales por parte de los ovarios y testículos, con lo que se estimula la vida sexual, además de una buena repercusión orgánica general.
■ Huesos más fuertes. El sol fortalece los huesos, ya que, como decimos, los rayos solares ayudan a que las células de la piel produzcan vitamina D, imprescindible para el metabolismo óseo relacionado con el calcio.
■ Fortalecimiento del sistema nervioso. Tomado con moderación, el sol proporciona descanso y tonificación de las células nerviosas. En cambio, si se toma en exceso puede ocasionar los síntomas contrarios, produciendo nerviosismo.
■ Siempre hay que tomar el sol de forma moderada, y es decisivo hacerlo a las horas en las que los rayos sean más suaves. Nunca entre el mediodía y las cinco de la tarde durante el verano (hora solar).
■ Al principio es necesario utilizar algún tipo de protección solar. Una exposición excesiva puede provocar quemaduras, envejecimiento precoz de la piel o incluso cáncer de piel. Otra manera de iniciar los baños solares es a partir de exposiciones breves (comenzar con 5 minutos para ir aumentando 5 minutos al día hasta una exposición moderada de 20 minutos).
■ La exposición del cuerpo al calor durante demasiado tiempo puede ocasionar una sobrecarga del sistema circulatorio. Las personas con varices tienen que tener especial cuidado, porque las venas hinchadas se agrandan todavía más con la acción del sol, debido a que la piel está mejor irrigada.
■ No hay que tomar el sol en caso de fiebre, ya que el sol hace aumentar un poco la temperatura del cuerpo. Además, una exposición exagerada a los rayos del sol tiende a envejecer la piel.
■ En verano es preferible hacerlo a primera hora, al amanecer y hasta media mañana o bien por la tarde, al inicio del ocaso.
■ Si vas a permanecer mucho tiempo inmóvil, mantén la cabeza resguardada y limita la exposición directa al sol de las zonas del cuerpo donde la circulación es intensa: cabeza, caja torácica y región lumbar.
Tomar un baño de aire es una de las prácticas higiénicas más recomendables que existen. Se trata de una técnica sumamente sencilla y fundamental para que la piel lleve a cabo todas sus funciones: consiste básicamente en la exposición directa de la piel al aire, siempre y cuando éste procure una sensación de frescor, una sensación que se produce cuando la temperatura ambiente es inferior a 20 ºC.
A través de los poros se eliminan gran cantidad de sustancias tóxicas, derivadas de la putrefacción intestinal o del metabolismo alterado en los casos de gota, diabetes, obesidad, etc. También otras toxinas metabólicas (caso de la urea o el ácido úrico, por ejemplo) son eliminadas por vía cutánea cuando el aparato urinario no las expulsa convenientemente. Pero la ropa suele dificultar la renovación de la piel y puede mantener sobre ella una capa de sudor.
Hoy sabemos que el baño de aire aumenta el calor animal del organismo, gracias a la continua renovación que la capa de aire que rodea a la piel va quitando calor al cuerpo. El corazón y los pulmones acelerarán sus movimientos y al aumentar la actividad orgánica habrá un aumento de la temperatura corporal, aumentando también las oxidaciones de la sangre, lo cual es beneficioso a la salud.
La acción del baño de aire es mucho más suave que la del baño de agua, pues el agua es mejor conductora de calor y por su densidad absorbe más calor que el aire. Si tomamos un baño de aire y un baño de agua a la misma temperatura, será mucho más suave la sensación provocada por el aire. Por todo ello, la práctica diaria del baño de aire supone un entrenamiento frente a los cambios de temperatura y un fortalecimiento general del organismo.
El baño de aire produce una triple reacción térmica, circulatoria y nerviosa. Esta última es más suave que la conseguida por hidroterapia, lo cual es preferible en personas de naturaleza poco robusta.
Un factor relevante es la temperatura del aire. Cuanto más frío es, más corto debe ser el baño y más intensa la reacción. Si durante el baño se siente frío hay que hacer ejercicio.

El baño de aire frío se acompaña al principio de palidez difusa en la piel. Poco después hay una reacción seguida de agradable sensación de calor, con enrojecimiento cutáneo debido a la dilatación de los vasos sanguíneos periféricos. Esta práctica favorece mucho la actividad cutánea; tonifica el organismo deprimido, desarrollando la fuerza nerviosa y regulando la circulación y la temperatura. También estimula el apetito y favorece la digestión.
Al finalizar el baño es conveniente hacer reaccionar el organismo hasta sentir calor, lo cual se consigue practicando un poco de ejercicio físico, vistiéndose en una habitación más caldeada, o dando un paseo vestido y al sol. Los baños de aire a temperaturas muy bajas no son convenientes en personas débiles o con alteraciones nerviosas.
El estado higrométrico de la atmósfera es un factor importante a tener en cuenta. A igual temperatura el baño de aire resulta mucho más frío en los climas húmedos que en los secos. El organismo soporta mejor el frío seco que el frío húmedo.
■ La exposición del cuerpo al aire se realizará primero en un lugar cubierto, resguardado de las corrientes y la humedad, pero siempre ampliamente ventilado. Podemos aprovechar para ello los momentos que dedicamos al aseo personal, una vez salidos de la cama. Más tarde, será preferible llevarlo a cabo al aire libre, acompañado, si es posible, del baño de agua y sol, así como de ejercicio físico.
■ La aplicación del baño de aire comprende tres tiempos:
1. Preparación del baño: almacenamiento de calor, mediante ejercicio físico, o abrigados en la cama. Esta necesidad de almacenar calor es muy notoria en personas deprimidas, débiles o agotadas.
RESPIRAR: ¡SIEMPRE POR LA NARIZ!
Podemos practicar una respiración consciente, profunda y relajada para aumentar la absorción de oxígeno en nuestro organismo. Es muy fácil convertir la respiración en un ejercicio para practicar en cualquier momento y lugar. Consiste en llenar bien los pulmones de aire puro, aspirar lentamente por la nariz al mismo tiempo que levantamos los brazos para abrir más la caja torácica. El aire deberá llegar al vientre, al “hara” o centro vital energético del organismo.
Luego expulsaremos el aire por la boca mientras bajamos los brazos, despacio, y los músculos se relajan. Podemos repetirlo tantas veces como necesitemos para sentirnos mejor. Asimismo, cada día hacemos una serie de prácticas respiratorias muy saludables de forma inconsciente, como bostezar (y desperezarnos), suspirar, cantar, soplar, silbar, reír... que no sólo no debemos reprimir, sino que vale la pena potenciar.
Otro magnífico recurso lo encontraremos en las técnicas de respiración yóguica, como el pranayama. Conviene conocerlas y, sobre todo, practicarlas.
2. Aplicación del baño propiamente dicho.
3. Cuidados para después del baño: por ejemplo, hacer acostar al paciente unos 20 minutos.
■ La duración del baño dependerá de la susceptibilidad de la persona y del efecto higiénico o terapéutico que se persiga. Si la persona es muy impresionable se comenzará con aplicaciones de 1 o 2 minutos diarios, aumentando la duración hasta unos 10-12 minutos, que es la duración normal de un baño de aire.
En la década de 1980, la Agencia Forestal del Japón decidió decidió incorporar los baños de bosque (Shinrin-Yoku) como un recurso para reconectar con la naturaleza y mejorar la salud de la población. Actualmente, esta práctica tiene varios millones de seguidores en Japón y en todo el mundo.
La práctica saludable y relajante de los baños de bosque sirve para ayudar a las personas a gestionar el estrés, disminuir la ansiedad, combatir la depresión, el desánimo y la fatiga.
Se trata de caminatas en silencio por bosques maduros (lo más libres posible de la huella humana), acompañadas de ejercicios de respiración y relajación, que buscan la comunicación con la naturaleza a través de los sentidos. Se ha comprobado científicamente que los árboles, cuando se hacen viejos, aumentan el contenido en fitoncidas (aceites esenciales) y sustancias volátiles que contienen muchos efectos beneficiosos para la salud, como la regulación del sistema inmunitario.
Es un tipo de terapia revigorizante que no sólo va bien para personas con problemas de estrés, sino también en caso de trastornos más específicos, como: insomnio, diabetes, alzheimer, hipertensión arterial, fibromialgia, fatiga crónica o problemas inmunitarios.
Los baños de bosque tienen efectos positivos en el aspecto psicológico: ayudan a disminuir el estrés, la ansiedad, la depresión, el desánimo y la fatiga y contribuyen a un aumento del bienestar, la tranquilidad y el vigor. Logran mejorar el estado de ánimo y también la calidad del sueño.
Entre los efectos fisiológicos de los baños de bosque: ayudan a reducir la presión arterial y la frecuencia cardíaca, modulan el sistema hormonal (cortisol, adrenalina, oxitocina, serotonina)… y activan el sistema inmunitario.
Y todo, de forma bien sencilla. Como afirma Amos Clifford, fundador en Norteamérica de la Association of Nature and Forest Therapy: «Se trata de tomarse el tiempo para notar lo que vemos, respirar profundamente, sentir el contacto con el aire, las texturas de las hojas, escuchar el viento entre los árboles, oír los pájaros.»

EL BOTIQUÍN BÁSICO DE PLANTAS MEDICINALES
Hemos seleccionado estas plantas medicinales, si bien son muchas más las que ejercen una utilísima acción favorable en caso de trastorno o enfermedad. Todas las que están valen la pena, aunque no hayan cabido todas. Junto a las tisanas encontraréis unas cuantas más, e información sobre las plantas adaptógenas.
PLANTA |
APLICACIONES |
CÓMO OBTENERLA |
CONSERVACIÓN |
Ajo |
Prevenir problemas cardiovasculares, prevenir y tratar dolencias de carácter respiratorio, curar infecciones de hongos y tratar el acné. |
Guardar en un lugar fresco y seco, hasta ocho semanas. |
|
Áloe vera |
Quemaduras, picaduras, cortes, arañazos. |
Cultivar durante todo el año en maceteros. |
Se han de utilizar frescas. |
Árbol de té |
Lesiones en la piel. |
Aceite esencial. (en herbodietéticas) |
Indicaciones en etiqueta. |
Caléndula |
Problemas cutáneos, úlceras. Trastornos de menstruación. |
En forma de crema o cultivar para preparar pomadas y bálsamos. |
En la nevera, hasta tres meses. |
Consuelda |
Contusiones, hemorroides. |
Cultivar (en esquejes, suelo profundo y semisombra). |
Secar las hojas y conservar hasta un año. |
Equinácea |
Para prevenir y tratar el resfriado y la gripe. |
Cultivar para recolectar las raíces o en cápsulas, extracto o tintura. |
Secar las raíces y conservar hasta un año. |
Eucalipto |
Anticatarral. Síntomas de resfriados y gripes. |
Hojas secas o en aceite esencial Vahos: el ingrediente necesario |
Secar las hojas y conservar hasta un año. |
Ginkgo |
Para estimular la memoria y la agudeza; para prevenir infartos de miocardio, apoplejías e impotencia. |
Comprar en cápsulas. |
Consultar la etiqueta para comprobar su frescura. |
Quemaduras de sol, picaduras de insectos, ojos cansados, hemorroides. |
Conservar las hojas y las cortezas secas hasta un año. |
||
Hipérico |
Depresión leve o moderada, lesiones en la piel. |
Comprar en cápsulas para tratar la depresión. Cultivar para uso externo. |
Conservar las flores u hojas secas hasta un año. |
Lavanda |
Dolor de cabeza, músculos tensos; quemaduras y quemaduras de sol; relajante. |
Cultivar o comprar aceite esencial. |
Conservar la botella llena e ir comprobando si cambia su aroma. |
Cardo mariano |
Para mantener el hígado en buen estado. |
Comprar cápsulas o extracto. |
Consultar la etiqueta para comprobar su frescura. |
Menta |
Pirosis, indigestión, náuseas, mal aliento; para endulzar otras infusiones de hierbas. |
Cultivar (macetas, huerto o jardín). |
Conservar las hojas secas hasta un año. |
Citronella |
Repelente de insectos. |
Cultivar (macetas, huerto o jardín). |
Utilizar hojas frescas; guardar el aceite en lugar fresco y oscuro. |
Pimiento rojo |
Dolores musculares, artritis. |
Cultivar o en cápsulas. |
Los pimientos secos conservan el calor indefinidamente. |
Regaliz |
Irritación de garganta y tos, gingivitis, aftas; para endulzar otras infusiones de hierbas. |
Comprar raíz fresca o tintura. |
Conservar las raíces secas picadas hasta un año. |
Sauce |
Dolor. |
Arrancar una pequeña cantidad de cortezas de un lado del árbol o comprar corteza. |
Conservar las cortezas secas hasta un año y la tintura hasta dos años. |
Sauzgatillo |
Calambres durante la menstruación, menopausia. |
Cultivar para utilizar sus bayas o comprarlas para hacer una decocción. |
Secar las bayas y conservar hasta un año. |
Toronjil |
Insomnio, ansiedad, fiebre; heridas en la piel y herpes simple; para aromatizar otras infusiones. |
Cultivar (macetas grandes). |
Conservar las hierbas secas hasta un año. |
Zaragatona |
Se utiliza para aliviar el estreñimiento. |
En productos preparados. |
Consultar la etiqueta para comprobar su frescura. |

Caléndula

Consuelda

Hipérico

Eucalipto

Equinácea

Ginkgo

Lavanda

Menta
Para las personas que evitan beber durante la comida, una buena tisana a media tarde es un excelente recurso, en vez de las bebidas demasiado frías. Una buena tisana se prepara en un instante y, según el momento, hasta podemos preferirla al agua o la mayoría de zumos.
Y son para los amantes de las plantas medicinales… y para todo el mundo. Calentitas en invierno o refrescantes en verano, en infusión o en decocción, con plantas aromáticas o con plantas medicinales, acompañados de los amigos o con la presencia de una música agradable. Una buena tisana siempre es un placer que armoniza aquellos espacios de tiempo en que compartimos sensaciones, opiniones y experiencias.
Vivimos tiempos en los que muchas personas se vuelven perezosas hasta para preparar un zumo de naranja. Por eso la llegada de las tisanas en bolsitas, como las famosísimas del yogui Bhajan, ha ayudado a recuperar excelentes recetas con sabores para todos los gustos. Incluso, para las personas a las que los excitantes no les sientan demasiado bien, ofrecen el recurso de elegir té verde matcha, o un «chai verde» – con sólo un 20% de té verde– lo cual permite disfrutar perfectamente de una buena bebida a media tarde, sin que luego surjan problemas con el sueño.
Vale la pena recuperar la visita a los herbolarios y el respeto por su tarea, así como la posibilidad de recolectar las plantas nosotros mismos, si las podemos reconocer bien. Disponer en casa de unas cuantas plantas medicinales, bien guardadas de la luz y en un sitio seco, puede convertir la preparación de las recetas en un verdadero deleite para los sentidos.
Es importante descartar el azúcar: ¡ahora hay muchas alternativas para endulzar! (ver pág. 181).
Un simple limón (ver pág. 174) es capaz de los mayores portentos curativos, tanto si lo usamos como alimento o como planta medicinal. En uso externo, por ejemplo en un corte o herida, sustituye con ventaja al alcohol como desinfectante –y además cicatriza con gran facilidad.
El limón se usa terapéuticamente desde hace 4.000 años y todavía hoy en día la industria farmacéutica lo utiliza para elaborar infinidad de medicamentos. Es muy eficaz en caso de hemorragias, de alteraciones vasculares diabéticas o de hipertensión. Es un increíble antiséptico y un excelente expectorante que se puede emplear en forma de gárgaras para aliviar faringitis o irritaciones de la garganta.
■ Inmunidad natural. Se conocen más de doscientas propiedades de limón. Entre ellas, la de ser un activador excelente del sistema inmunitario.
■ Inflamación. El jugo de limón reduce la inflamación y, gracias a la alcalización que produce en el organismo, ayuda al paciente a defenderse rápidamente sin perjudicar el cuerpo en lo más mínimo; sólo ataca al mal.
■ También es el amigo más eficaz de la garganta: desinfecta y tonifica las mucosas. El limón cura todo tipo de resfriados de nariz, de cabeza, de garganta y de cuello. Y resulta una auténtica panacea contra la gripe, sobre todo para prevenirla. «Tómese el jugo en grandes dosis. Trate de sudar copiosamente, procure tomar más limón y la gripe no será nada», afirman los naturistas.
Hoy, aunque nos quieran hacer creer lo contrario, los tratamientos naturistas clásicos contra la gripe, incluido el limón, son también uno de los recursos básicos en caso de virus Covid-19. Y, por descontado, para evitarlo.
■ En uso externo, el limón es el cicatrizante natural por excelencia; por ejemplo para corregir las grietas de los labios o de los pechos. Y también, como decimos, es el antiséptico y cicatrizante ideal para toda clase de heridas. El mejor botiquín en casa o de viaje es… un limón.
■ Es un poderoso depurativo: purifica la sangre en un plazo de tiempo muy breve si se ayuda de una dieta vegetariana racional.
■ Las semillas del limón contienen, además de vitamina C, un auténtico antibiótico natural. El aceite de cáscara de limón, el limoneno, posee una acción antioxidante, antiinflamatoria y antitumoral, en especial en dosis altas.
Saborear una aromática y suave tisana siempre es un placer, además de un eficaz remedio para mantener la salud y tratar aquellos pequeños trastornos cotidianos. Después del agua, el té –una tisana– es la bebida más consumida del mundo.
Suaves o fuertes, relajantes o estimulantes, siempre con poderosos efectos benefactores, el vapor y aroma de las tisanas es siempre un anticipo de bienestar. Aquí tenéis algunas plantas habituales para preparar tisanas
■ Abedul (Betula alba). Las hojas del abedul son diuréticas. También reducen la presencia de la albúmina en la orina de los pacientes hipertensos y diabéticos. Y ayudan a eliminar el ácido úrico, especialmente en los pacientes con gota.
■ Borraja (Borrago officinalis). Las flores de la borraja son sudoríficas. Una infusión de 0,15 g de dichas flores en medio litro de agua y endulzada al gusto, ayudará a superar el resfriado.
■ Capuchina (Tropaeolum majus). De la capuchina se aprovecha todo: las hojas y flores pueden comerse frescas en ensalada, solas o con lechuga o escarolas. Tomadas durante la cena favorecen el sueño, si el insomnio no es muy rebelde. Como aperitivo se consumen también los capullos florales y los frutos sin madurar, encurtidos en vinagre y sal.
■ Cola de caballo (Equisetum arvense). Es bien conocida por sus virtudes diuréticas. También facilita la remineralización del organismo y actúa como hemostático, tanto en caso de hemorragia nasal como de hemorroides sangrantes.
■ Diente de león (Taraxacum officinalis). La decocción de hojas y raíz de diente de león tiene propiedades diuréticas. Sin embargo, muchas personas prefieren tomar la planta fresca en ensalada, ya que sus hojas son apetitosas y poseen propiedades depurativas.
■ Espino albar (Crataegus oxyacantha). La infusión de las flores posee la propiedad de regularizar la tensión arterial y tonificar los tejidos cardíacos. Se puede tomar una o dos veces al día.
■ Espliego (Lavandula spica y otras). Es un excelente tónico digestivo y antiespasmódico, que se utiliza para combatir las indigestiones y disminuir los dolores de tipo cólico. Aplicado externamente alivia los síntomas reumáticos.
■ Hinojo (Foeniculum vulgare). Es una planta carminativa que ayuda a eliminar gases acumulados en el interior del tracto digestivo. Para ello se prepara una breve decocción de sus frutos, previamente machacados en un mortero y se toma una taza después de comer y de cenar.

Salvia
■ Malva (Malva sylvestris). Se puede utilizar externamente, en forma de cataplasma, para ablandar infecciones de la piel, como los forúnculos, y facilitar su madurez. La infusión de las flores, sola o acompañada de un par de hojas de eucalipto, ayuda a reducir la tos irritativa.
■ Ortiga (Urtica dioica). Es un buen estimulante de las secreciones estomacales, pancreáticas y biliares. La ortiga es una planta que, como verdura, tendría que utilizarse más en la cocina. La sopa cremosa de ortiga es excelente.
■ Poleo (Mentha pulegium). Sus virtudes son parecidas a las de la menta. Se considera un buen tónico estomacal, ideal, también, para disipar la embriaguez, suavizar las resacas y aliviar los dolores de cabeza de origen digestivo.
■ Rosa silvestre (Rosa canina). Los frutos del rosal silvestre o escaramujos contienen grandes cantidades de vitamina C que permanecen intactas si se consumen crudos (para ello deben extraerse las semillas y los pelos que contienen. Sin embargo, esta planta se conoce más por sus propiedades antidiarreicas (astringentes), y con sólo cocer la raíz o las hojas, ejerce además un efecto tonificante general.
■ Romero (Rosmarinus officinalis). El sabor de las hojas y de las flores le han otorgado un destacado papel en la cocina, pero el romero tiene múltiples virtudes. Su infusión es vulneraria, es decir, un remedio para curar las úlceras cutáneas y las heridas. También se usa externamente a modo de tintura para friccionar partes doloridas o simplemente tonificar el cuerpo después de una ducha. En infusión, la tisana de romero es un buen tónico digestivo que favorece la secreción biliar, además de aumentar la presión arterial en aquellas personas que padezcan de hipotensión.
■ Salvia (Salvia officinalis). Muy rica en virtudes terapéuticas, puede estimular el apetito si se toma antes de las comidas o resolver una digestión complicada si se ingiere después. Para combatir los sudores nocturnos se utiliza en forma de tintura (cincuenta gotas antes de ir a dormir). La infusión de salvia es antiséptica y cicatrizante, por este motivo se usa también para curar úlceras cutáneas, aftas bucales, gingivitis, dolor de encías, etc.
■ Tilo (Tilia vulgaris y otras). La virtud más conocida es la de calmar los nervios. Se obtiene mayor eficacia si para la infusión se utilizan las flores y las hojas de este árbol. La propiedad relajante de la infusión de flores de tilo será óptima si están bien conservadas, protegidas del polvo y de la luz.
■ Tomillo (Thymus vulgaris). Planta de fácil cultivo, tanto en huertos como en maceta. Su uso interno es un estimulante general ideal en estados de decaimiento o hipotensión arterial. También es expectorante y muy recomendable en los resfriados. A modo de cataplasma, alivia las contusiones y los dolores reumáticos. Pertenece al grupo de las plantas vulnerarias, es decir, que desinfecta, resuelve y cura las úlceras cutáneas.
■ Valeriana (Valeriana officinalis). La infusión de la raíz es sedante y ligeramente hipnótica, por lo que se utiliza para combatir estados de nerviosismo e insomnio.
■ Violeta (Viola odorata). La infusión de flor de violeta se usa para aliviar la tos y fluidificar las secreciones bronquiales, facilitando la expectoración. Calma en casos de tos pertinaz.

Romero

Tomillo
Estas tisanas valen para todo el mundo, incluso los niños. No hay que estar enfermo para consumirlas, pues su preparación y sabor son un placer y ayudan a mantener la salud.
■ Infusión: Es la tisana más suave Se prepara vertiendo agua caliente (casi hirviendo) sobre las plantas colocadas dentro de una tetera. Se remueve y se deja reposar de 5 a 10 minutos con el recipiente tapado. A continuación se destapa y se cuela, apretando bien las hojas para extraer todo el jugo.
■ Decocción: Se prepara introduciendo la planta en agua, normalmente fría, y se deja hervir durante unos minutos. De esta manera se obtiene una tisana más concentrada. Tras la cocción, la tisana debe filtrarse cuidadosamente con un colador o, mejor aún, con una gasa para poder exprimir ligeramente el vegetal.
■ Maceración: consiste en dejar en reposo, durante un tiempo determinado, las flores, hojas, semillas o raíces en agua a temperatura ambiente para extraer de la planta las partes solubles. La maceración durante un tiempo muy prolongado corre el riesgo de convertirse en cultivo de bacterias o de hongos en su superficie, motivo por el cual en estos casos se suele utilizar alcohol en lugar de agua. Por ejemplo, para aplicar los principios curativos del romero en los dolores reumáticos, usamos la tintura de esa planta, es decir, la inmersión de alguna de sus partes en alcohol, en un recipiente bien cerrado, de siete a treinta días.


Ginseng
• 1 cucharadita de melisa o toronjil (Melissa officinalis)
• ½ cucharadita de hojas de menta
• ½ cucharadita de poleo
• 1 taza de agua
Hierve el agua, apaga el fuego y añade inmediatamente los ingredientes señalados. Deja reposar de tres a cinco minutos. Filtra mediante una gasa, presionando ligeramente. Endulza con miel, preferentemente de romero.
• 20 g de angélica (Angelica archangelica)
• 10 hojas de melisa (toronjil) fresco
• 1 canela en rama
• 1 pizca de raspaduras de nuez moscada
• 1 clavo
• la corteza de medio limón
• 1 litro de agua
Sumerge los ingredientes en agua hirviendo, excepto el toronjil, cortados en trocitos muy finos. Deja hervir durante unos cinco minutos. Apaga el fuego y añade las hojas de toronjil y un poco de miel. Tapa el recipiente y déjalo en reposo durante media hora. Filtra la decocción con una gasa e introdúcela en la nevera. Si quieres, puedes rociarla con unas gotas de zumo de limón antes de servir.
• 15 g de raíz de genciana (Gentiana lutea)
• 40 g de flores de manzanilla
• la corteza de 1 limón
• 1 litro de agua
Hierve el agua, apaga el fuego y añade la raíz de genciana desmenuzada y el resto de ingredientes. Tapa la infusión y deja reposar durante media hora. Cuela y endulza al gusto (ten en cuenta que la raíz de genciana es amarga). Puedes tomar una tacita por la mañana y otra antes o después de comer. Es una saludable alternativa al café.
• 1 pizca de hojas de hierba luisa (Aloysia citrodora)
• 1 pizca de toronjil
• 1 pizca de flores de azahar
Se prepara de la misma manera que la anterior: hierve el agua, apaga el fuego y añade las hojas de hierba luisa, el toronjil y las flores de azahar. Tapa la infusión y deja reposar durante una media hora. Ya puedes colarla y endulzarla a tu gusto.
• 50 g de hojas de salvia (Salvia officinalis)
• 2 g de corteza de naranja
Añade las hojas de salvia y la corteza de naranja al litro de agua. Déjalas macerar durante ocho días, pasados los cuales puedes filtrarlas con una gasa. Conserva la tisana en una botella oscura o protegida de la luz. Toma medio vasito después de cada comida.

Además de sus propiedades estimulantes para la función biliar y hepática tiene una propiedad hipoglucemiante, es decir, disminuye la concentración de azúcar en la sangre, por lo que es altamente recomendable incluir alcachofas como alimento habitual. Posee, además, un discreto efecto laxante y moderadamente diurético.
Su efecto digestivo está estrechamente ligado a su intenso amargor.
Se recomienda en casos de pesadez de estómago o gases intestinales, sobre todo si se deben a un déficit de la función hepática.
Precaución. No se recomienda su uso durante la lactancia, ya que su sabor amargo se transmite a la leche materna. Además, la alcachofa comestible debe consumirse enseguida.

• 1 cucharadita de hojas de alcachofera (Cynara scolymus)
• ½ cucharadita de raíz de bardana (Arctium lappa)
• ½ cucharadita de diente de león (Taraxacum offcinale)
• ½ cucharadita de regaliz
• 1 taza de agua
Hierve el agua y el regaliz cortado en pequeños trocitos, dejándolos hervir durante unos segundos. Después agrega las demás plantas. Apaga el fuego, tapa el recipiente y deja reposar tres minutos. Filtra esta infusión, de la que puedes tomar una tacita a media mañana y otra a media tarde.
• 1 cucharadita de milenrama (Achillea millefolium)
• 1 pizca de romero
• 1 pizca de orégano
• 1 taza de agua
Calienta el agua. Al primer hervor, vierte los ingredientes y apaga el fuego. Tapa la infusión y deja reposar durante tres minutos. Filtra cuidadosamente y endulza con miel. Toma dos o tres tazas al día.
• 15 g de hojas de avellano (Corylus avellana)
• 3 cucharaditas de bayas de enebro (Juniperus communis)
• ½ litro de agua

Hierve el agua en un recipiente. Apaga el fuego y sumerge las hojas de avellano y las bayas de enebro.
Tapa y deja reposar durante unos minutos. Filtra y endulza. Toma una o dos tazas al día.

• 4 hojas de salvia (Salvia officinalis) y 1 taza de leche
Calienta la leche en un recipiente de acero inoxidable o bien esmaltado, y cuando hierva añádele las hojas de salvia. Deja hervir unos segundos, apaga el fuego, y tápalo, dejándolo 10 minutos en reposo. Filtra la decocción y endúlzala con un poco de miel. Puedes tomar una taza caliente por la noche antes de acostarte.
• 1 cucharadita de corteza seca de naranja de cultivo ecológico
• 1 cucharadita de corteza seca de limón bio
• 2 clavos de olor
• el zumo de una naranja y ½ litro de agua
Hierve el agua, aparta el cazo del fuego y añádele la corteza seca de naranja, la de limón y los clavos. Deja en infusión unos veinte minutos, y añade el zumo de naranja. Endulza con un poco de miel.
Los hallazgos sobre las propiedades adaptógenas de algunas plantas, tanto asiáticas como de la Amazonia, revela con elocuencia el extraordinario interés que despiertan, gracias a su eficacia en aplicaciones de fitoterapia.
En 1947, el farmacólogo ruso Nicolai Lazarev, que buscaba definir el tipo de acción de algunas plantas como el ginseng, describió el concepto de adaptógeno: «una sustancia farmacológica capaz de inducir en un organismo un estado de resistencia aumentada no específica, que permite contrarrestar las señales de estrés y adaptarse a un esfuerzo excepcional».
Y en 1968, su discípulo Israel Brekhman definió los tres criterios que caracterizan una planta o una sustancia adaptógena:
1. Aumenta la resistencia del organismo contra agresiones de naturaleza diversa (físicas, químicas o biológicas) de forma no específica;
2. Presenta una influencia normalizadora, independientemente de cuáles sean los cambios respecto a las normas fisiológicas;
3. Muestra una ausencia de toxicidad sobre las funciones normales del organismo.
En otras palabras, y entre otras importantes funciones, las plantas medicinales adaptógenas inciden muy favorablemente en el sistema inmunitario. Al tomarlas, tienen el don de dirigirse primero donde más se necesiten en el organismo, una cualidad que todavía hoy sorprende a los investigadores.

17 PLANTAS MEDICINALES ADAPTÓGENAS
Las dos plantas adaptógenas más populares son el ginseng (Panax ginseng) y la equinácea (Echinacea purpurea, Echinacea angustifolia), hoy ampliamente conocidas.
Hasta ahora se sabe que poseen formalmente un poder adaptógeno alrededor de treinta plantas más, algunas procedentes de la medicina tradicional ayurvédica de la India. Otras están en estudio. Esta es una relación de las más conocidas:
• Amalaki (Emblica Officinalis)
• Anón (Annona squamosa)
• Arándano negro (Vaccinium myrtillius)
• Ashwagandha (Withania somnífera). Withania, o ginseng de la India
• Astrágalo (Astragalus membranaceous)
• Bacopa (Bacopa Monnieri)
• Cúrcuma (Curcuma longa), la especia culinaria
• Eleuterococo (Eleutherococcus senticosus), el ginseng siberiano
• Esquizandra (Schizandra chinensis), o wuweizi
• Ginkgo (Ginkgo biloba)
• Gotu kola (Centella asiatica)
• Maca (Lepidium peruvianum), el ginseng del Perú
• Nim (Azadirachta indica)
• Regaliz (Glycyrrhiza glabra)
• Rodiola (Rhodiola rosea)
• Uña de gato (Uncaria tormentosa)
Otras plantas fundamentales para el sistema inmunitario
Además de la equinácea y el ginseng, aparecen, entre las sustancias adaptógenas, también algunas setas –como el reishi– y la curcumina (concentrada a partir de la cúrcuma) que contribuyen a estimular las defensas del organismo y posee un asombroso poder medicinal y antienvejecimiento.
Las plantas medicinales –adaptógenas o no– cada vez son más fáciles de conseguir en forma de suplemento dietético.

Ashwagandha